2018/01/31

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | ESCUELA DE BARCELONA: RETRATO DEL ARTISTA CACHORRO

Escuela de Barcelona: Retrato del artista cachorro.
Ricardo Dudda | Letras Libres, 2018-01-31

https://letraslibres.com/revista/escuela-de-barcelona-retrato-del-artista-cachorro/ 

Molina Foix, Vicente (2017). El joven sin alma. Novela romántica. Barcelona: Anagrama.

En su poema “Julio de 1965”, incluido en ‘Arde el mar’, ganador del Premio Nacional de Poesía en 1966, Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) escribe con entusiasmo: “Estáis aquí. Vivimos. [...] Luz y tiempo inventando/ en el aire mi sitio./ Aquí tú. El sol crepita./ ¿Empieza el tiempo? Existo. [...] ¿Por qué yo? Me deslumbran/ focos, música, un circo./ Seré. Resida en mí/ la verdad de lo vivido.” Y termina: “Si vivo aún, ¿por qué/ nada al cuerpo retiene? Qué verdad./ Subo, subo. Aire: me perteneces.”

En ‘El joven sin alma’, Vicente Molina Foix recibe de Gimferrer este poema adjunto en una carta-baúl, como llamaba el grupo de amigos de la novela las cartas que se enviaban y que incluían recortes de prensa, relatos, poemas, reseñas e incluso deberes. En ella, Gimferrer le dice a Molina Foix: “Estoy eufórico como nunca en mi vida, emprendedor, optimista, generoso, inspirado. Os lo debo a vosotros. A los tres por igual.” Esos tres son Vicente, Ramón (Terenci) Moix y su hermana Ana María. A la pandilla se unirían posteriormente Leopoldo María Panero y Guillermo Carnero. Forman un grupo de intelectuales precoces y melancólicos, sentimentales y ligeramente apolíticos, afrancesados y cinéfilos, que sacudieron la poesía y la literatura de los años sesenta y setenta. En la mítica antología de 1970 ‘Nueve novísimos poetas españoles’, Josep Maria Castellet los incluye a todos ellos, junto a Félix de Azúa, en el grupo de los jóvenes, influidos por la contracultura. Pronto se convirtieron en la élite cultural del país.

‘El joven sin alma’ es el retrato, en formato de novela “documental”, como llama Molina Foix a sus novelas “reales”, de este grupo. Es una autobiografía sentimental fetichista, que busca más la relevancia emocional que el rigor histórico. Está construida a partir de cartas, fragmentos de obras y referencias artísticas: se mencionan cineastas, muchos cineastas, como Losey, Antonioni, Kurosawa, Godard, Visconti, y autores como Duras, Eliot, Pavese, James, Shakespeare, los clásicos griegos…

El cine es la mayor obsesión de los protagonistas, salvo quizá para Ana María Moix, y es lo que les acaba uniendo. El joven Molina Foix leía de adolescente la revista cahierista ‘Film Ideal’, que le traía su hermano de Madrid a Alicante, y antes de comenzar la carrera en la Complutense envía artículos que le publican. Tras unos coqueteos con el marxismo, inevitables en la intelectualidad universitaria antifranquista, y tras descubrir que lo suyo no es la militancia política, acaba formando parte del grupo de “marcianos” y “disidentes” de la ortodoxia marxista en la crítica cinematográfica. Este grupo informal combina una vocación vanguardista con una concepción que defiende en cierto modo el arte por el arte (un poco siguiendo la idea de Oscar Wilde, a quien admiraban, de que el arte no sirve para nada, o al menos nada práctico). En este grupo están sus dos críticos favoritos de la revista: los barceloneses Pere Gimferrer y Terenci Moix, todavía Ramón.

En el verano de 1965, Vicente visita Barcelona y comienza una relación amorosa con Terenci Moix, cinco años mayor y mucho más entregado a la relación que él. Las cartas de Moix que reproduce Molina Foix son obsesivas, resentidas, llenas de pasión y una ira de la que luego se arrepiente; las respuestas del autor y protagonista son frías y distantes. Moix lo medio perdona diciendo que es aún demasiado joven y todavía no sabe gestionar sus emociones. Pero el reproche le lleva a una reflexión sobre su capacidad de amar: piensa que quizá no tiene alma. Molina Foix va creciendo como crítico, viaja al festival de Venecia y comienza a escribir lo que serían sus poemas y novelas: parece que le importa más su carrera que su romance, algo que su pareja no le sabe perdonar.

‘El joven sin alma’ es una novela sobre la juventud, pero comienza con la infancia proustiana del autor. Admito mi impaciencia por llegar a la parte de la universidad, pero su infancia y sus inicios como escritor (conoce a Cela de adolescente en la presentación de uno de sus libros en Alicante, y fantasea con cenar con él en un hotel de lujo y luego darle clases de baile), su descubrimiento discreto de la homosexualidad, sus viajes precoces a París con un cilicio para no sucumbir a las tentaciones libertinas de los franceses (‘spoiler’: sucumbe con ‘Vivir su vida’ y se convierte en un gran fan de Godard) son fascinantes. Pero no lo son tanto como el romance con Terenci o la relación delirante con Leopoldo María Panero. Y quizá no hay nada más fascinante en esta obra que su capítulo final, compuesto exclusivamente de cartas de Ana María Moix al autor. En ellas describe sus depresiones, sus miedos pero también su pasión por la cultura y el arte, su alegría por la amistad, el aprecio sincero hacia Molina Foix, a quien presiona para que lea y escriba y no se desanime. La obra termina con ella, y hay uno de los fragmentos que define el ‘rise and fall’ de estos novísimos: “Llevará razón, una vez más, Gil de Biedma cuando dice en ‘Infame turba’ que el sentimiento de grupo es cosa juvenil, y es entonces cuando se vive la literatura en pandilla. Después el sentimiento desaparece, y solo queda recelo o una amistad que se irá haciendo difusa.”

El tono de la novela es crepuscular, melancólico. El grupo no dura toda la vida. Molina Foix se pasea por trasteros, revisa cajas y baúles y carpetas para hacer la crónica. Es una obra endogámica, porque narra solo lo que ocurre dentro del grupo, y por eso termina a principios de los setenta, cuando cada uno toma su camino. Pero es también una especie de tratado en defensa de la alta cultura (a veces recuerda a las obras de Semprún, repletas de referencias y donde un poema de Verlaine o Rimbaud sirve como hilo conductor; ambos autores comparten la misma vocación de estilista y narran un Madrid similar), y en cierto modo puede funcionar como una guía para el futuro novelista o poeta, para alcanzar “el estado ideal del joven artista”.

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | CUANDO LOS MINEROS BRITÁNICOS INAUGURARON EL DESFILE DEL ORGULLO GAY

El Salto / Marcha del Orgullo LGTBI en Londres, 1985 //

Cuando los mineros británicos inauguraron el desfile del Orgullo Gay.

En 1984, la gran huelga minera contra el gobierno de Thatcher encontró a su principal aliado en el movimiento LGTBI.
Pablo L. | El Salto, 2018-01-31
https://www.elsaltodiario.com/nueva-revolucion/cuando-los-mineros-britanicos-inauguraron-el-desfile-del-orgullo-gay

Esta no es una historia de victorias. Al menos en lo que al ámbito laboral se refiere. Más de 20.000 personas perdieron sus puestos de trabajo, pueblos enteros fueron condenados al abandono y al paro y uno de los mayores sindicatos de Europa, la National Union of Mineworkers (Unión Nacional de Mineros), quedó herido de muerte. Pero sí es una historia de lecciones y aprendizaje. Porque de aquellos años, a mediados de la década de 1980, se extraen importantes enseñanzas, como la necesaria unión de diferentes colectivos en pro de la defensa de los intereses comunes. Más aún en tiempos como los actuales, en los que en ciertos sectores de la izquierda empieza a primar el individualismo y la desmembración a la par que la búsqueda de la exclusividad y el abandono de la comunidad. Han pasado más de 30 años, pero aquel episodio enmarcado en la Gran Huelga británica, en el que los colectivos de mineros encontraron a su principal e inesperado aliado en los grupos más progresistas del movimiento LGTBI, puede servir de espejo en el que inspirarse y avanzar.

Todo se remonta al año 1983, cuando la primera ministra británica, Margaret Thatcher, anunció tras cinco años en el poder su intención de convertir Reino Unido en una economía de servicios, con todo lo que ello significaría para el sector industrial de las islas y, en particular, para la minería del carbón, el principal objetivo a destruir del gobierno conservador. Se comenzaba a hacer palpable lo que muchos veían venir desde 1974, cuando la antigua administración laboralista anunció la nacionalización de este sector, noticia que se recibió con un inmenso recelo en los círculos más liberales del país. Sólo unos meses tardó en llegar la ofensiva. En 1984, desde el número 10 de Downing Street, se hacía pública la orden de cerrar 20 pozos mineros, una decisión que condenaba a muerte a varios pueblos y comunidades del condado de Yorkshire, Gales y Escocia, en donde prácticamente todos los empleos bebían, directa o indirectamente, de la minería.

Comenzaba así una huelga de 12 meses y una guerra a muerte contra las autoridades, con varios fallecidos en los enfrentamientos con la policía, decenas de detenidos y heridos y centenares de mineros multados. Por poner cifras al conflicto, los paros de los primeros meses llegaron a tener un seguimiento del 73% de media por todo el país, con especial énfasis en el sur de Gales (99%), Yorkshire (97%), Kent (96%) y Escocia (94%). Y aunque su seguimiento fue disminuyendo por la presión policial, las sanciones económicas y el miedo, la respuesta nunca bajó del 60%. Tras un año, según fuentes oficiales, el coste para la economía británica fue de 1.500 millones de libras. Películas como 'Billy Elliot' y 'Tocando el viento', y libros como 'The Enemy Withhim', retratan de una u otra forma las dimensiones hasta las que llegó este conflicto desigual, que trajo más quebraderos de cabeza de lo previsto a la Dama de Hierro. De sobra conocida es la frase de Tatcher en la que calificaba en 1985 a los mineros como enemigo interno: "Tuvimos que luchar con el enemigo en el exterior, en Las Malvinas. Pero siempre tenemos que estar alerta del enemigo interno, el cual es más difícil de combatir y más peligroso para la libertad". Y es que la unión y colaboración de los vecinos de las zonas mineras era evidente, bajasen o no a las profundidades de la tierra a trabajar. También lo era la fortaleza del sindicato, liderado entonces por Arthur Scargill, uno de esos secretarios generales más acostumbrados a montar el piquete a las siete de la mañana que a darse la mano con los dirigentes de la patronal.

Ante tal desafío, la respuesta del gobierno fue la incautación del total de los fondos de la National Union of Mineworkers, alegando el impago de multas y poniendo en peligro la supervivencia de las cajas de resistencia. Fue aquí donde entraron en juego dos jóvenes homosexuales residentes en Londres: Mark Ashton, un irlandés de 23 años militante de la Young Communist League, y su amigo Mike Jackson, quienes fundaron la organización Lesbians and Gays Support the Miners, LGSM (Las lesbianas y gais apoyan a los mineros), un acontecimiento histórico retratado en la película 'Pride', donde por alguna razón se oculta la ideología comunista del fundador. La iniciativa de Ashton y Jackson es realmente inspiradora.

No eran buenos tiempos para la comunidad LGTBI en Reino Unido. La homosexualidad había sido despenalizada por ley tan solo 20 años atrás, y las infecciones de sida aumentaban entonces por miles cada mes. Desde las altas esferas del poder poco tardaron en culpabilizar a gais y lesbianas de la propagación del VIH. Periódicos afines al gobierno, como 'The Sun', especularon con la idea de construir campos de internamiento y reclusión para homosexuales. Este diario incluso llegó a publicar un intento de chiste que decía "Un joven gay va a casa de sus padres y les dice que tiene dos noticias, una mala y otra buena. La mala es que soy gay. La buena es que tengo sida". La campaña homófoba terminó en 1988 con la aprobación del artículo 28 por parte del ejecutivo de Thatcher, una ley que prohibía a las autoridades locales "promocionar intencionadamente la homosexualidad” y que obligaba a los profesores a "acabar en las escuelas con cualquier aceptabilidad de la homosexualidad como una supuesta relación familiar". Una cita de la Dama de Hierro en 1987, en un acto del partido conservador, resumió toda la campaña: "A los niños se les está educando en que tienen un derecho inalienable a ser gais. Todos están siendo engañados desde el comienzo de sus vidas". La ley no llegó a ser derogada hasta 2003.

Pero eso fue en 1988. En 1984, la guerra estaba en otro lugar. Y Mark Ashton supo llevar las reivindicaciones obreras al colectivo LGBTI. Su frase más repetida en todas las conferencias y reuniones de la época fue "No puedes ser gay y preocuparte sólo por lo que les ocurre a los gays". La LGSM ganó militantes de toda Gran Bretaña con el paso de los meses, hasta formar 11 secciones a lo largo de todo el Estado. Llegó a fletar un autobús para recorrer las zonas mineras y conocer a sus gentes, y consiguió recaudar decenas de miles de libras que irían a parar a las cajas de resistencia del sindicato. Uno de los mayores eventos fue el concierto 'Pits and Perverts' (Pozos y pervertidos), con Bronski Beat como cabeza de cartel y un eslogan inspirado en una publicación de 'The Sun' en la que se ridiculizaba el apoyo de los homosexuales a los mineros.

Entonces, en entornos masculinizados y rudos como el de la minería, tal y como reconoció años después el minero y sindicalista Dai Donovan, la homofobia no estaba extendida, pero sí existía una cierta indiferencia y distanciamiento hacia las reivindicaciones de la comunidad LGTBI. La película 'Billy Elliot' muestra en uno de sus diálogos entre padre e hijo el choque que podía suponer para un duro minero del carbón tener un vástago que simplemente quisiese bailar: "El ballet es para las chicas, no para los chicos, Billy. Los varones practican fútbol, o boxeo, o lucha libre, no el condenado ballet". Aun así, los militantes homosexuales supieron hacerse querer y enterrar viejos prejuicios. En sus viajes a las regiones mineras, los miembros de la LGSM se alojaron en las pequeñas casas de los trabajadores. En los mítines contra Thatcher, portavoces de la National Union of Mineworkers y de la LGSM compartieron escenario. Mike Jackson relató años después el vínculo que llegó a forjarse entre ambos grupos: “En una de nuestras primeras visitas a esos valles, como hombres y mujeres homosexuales de clase trabajadora, nos hicieron sentir bienvenidos. Bebimos con los mineros y sus familias, hablamos, bailamos, reímos. Nos invitaron a dar un discurso delante de 300 personas, y como sabían que estábamos nerviosos, al terminar nos ovacionaron. De noche nos quedamos en sus casas, salimos a pasear con sus hijos por el paisaje escarpado, fuimos a sus reuniones. Me sentí como en casa”. Gracias a las aportaciones recaudadas por gais y lesbianas, la huelga minera pudo seguir más tiempo del previsto.

Tras meses de duras luchas, en marzo de 1985, la National Union of Mineworkers no pudo aguantar el pulso contra la maquinaria liberal engrasada por Tatcher. El gobierno cerró 25 pozos mineros y decenas de regiones quedaron expuestas para siempre al paro y a la pobreza. No hay datos contrastados acerca de si el distanciamiento hacia la comunidad LGTBI desapareció entre la clase trabajadora británica tras aquel año que para bien o para mal fue histórico. Lo que sí sabemos es que tres meses después, en junio de 1985, una comitiva de algo más de 150 mineros llegados de todas partes de Reino Unido, encabezó el desfile del Día del Orgullo Gay de Londres al grito de “Decenas de miles de mineros ya sabemos que hay más problemas más allá de la mina. Sabemos del desarme nuclear, de las reivindicaciones de los negros, de la lucha de los gais y lesbianas”. También sabemos que, ese mismo año, en un congreso del Partido Laboralista, la sección de la National Union of Mineworkers, con mucho peso en la organización política, promovió que la formación hiciese suyas las reivindicaciones del movimiento LGTBI. Años más tarde, en 1987, un grupo de mineros acudió en representación del sindicato al funeral de Mark Ashton, enfermo de sida y fallecido a causa de la neumocistosis a la edad de 27 años. En 2013, varios de los protagonistas de aquella historia, tanto militantes homosexuales como sindicalistas, se reunieron para brindar por la muerte de Thatcher.
 

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Pride: a 34 años de su muerte, ¿quién fue Mark Ashton?

Su nombre se hizo popular con la película Pride, pero fue un luchador incansable por los derechos LGTBI, miembro de la juventud de la Young Communist League y un acérrimo defensor de los derechos de los trabajadores. Hoy se cumplen 34 años de su muerte.
Tomás Máscolo | La Izquierda Diario, 2021-02-10
https://www.izquierdadiario.es/Pride-quien-fue-Mark-Ashton

2018/01/16

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | PABLO GARCÍA BAENA: "UN HOMBRE DISCRETO Y EXACTO"

Pablo García Baena: "Un hombre discreto y exacto".
El director del documental 'Cántico', Sigfrid Monleón, identificaba al poeta fallecido el domingo como "la antorcha que mantiene vivo el fuego del grupo”.
Antonio Gandiaga | El Plural, 2018-01-16
https://www.elplural.com/autonomias/andalucia/pablo-garcia-baena-un-hombre-discreto-y-exacto_117701102 

Juan Bernier, Ricardo Molina, Julio Aumente, Mario López y Pablo García Baena. Tras la muerte de este último el pasado domingo, ya no queda vivo ninguno de ellos. Los cinco poetas cordobeses que formaron el grupo Cántico, denominado como la revista del mismo nombre que alumbraron en dos épocas distintas a mediados del siglo pasado, no vieron reconocido su papel fundamental en el devenir de la poesía española hasta que ya prácticamente no escribían un solo verso.

La Iglesia Parroquial de San Miguel acoge este martes el funeral del poeta cordobés y Premio Príncipe de Asturias de las Letras, fallecido a los 96 años de edad –no 94 como erróneamente viene publicándose– y despedido el lunes por más de mil personas que han pasado por la capilla ardiente instalada en el salón de plenos del Ayuntamiento de Córdoba para transmitir las condolencias y muestras de cariño a los familiares.

Pese al reconocimiento actual, lo cierto es que el grupo Cántico, del que García Baena fue protagonista principal, tuvo que esperar hasta el final de la dictadura para ser reconocido como el eslabón entre la generación del 27 y la de los Novísimos. Entonces se comenzaron a elogiar sus versos barrocos en tiempos dominados por la poesía social (a la que también hicieron hueco en las páginas de la revista), de traducir a audaces autores internacionales o de dedicar un número especial al exiliado Luis Cernuda.

La película
De la mano de los cineastas Antonio Hens (aquí productor) y Sigfrid Monleón, el documental 'Cántico', que se presentó dentro de la sección Panorama Andaluz del Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2016, recuperaba el espíritu del grupo y reivindicaba el valor de su obra: “Es una revista insólita en su época. Supone una apuesta por la poesía pura en un contexto a contracorriente, volcado en la rehumanización de la poesía, en el tremendismo más prosaico o retórico. Ellos conectan con el modernismo y la generación del 27, una corriente cercenada por la Guerra Civil. Hay que esperar a la generación de los “novísimos”, a Blecua, Gimferer, Carnero, Villena, Molina Foix, para que se les reconozca. Hasta prácticamente los años 70 del siglo pasado no existían, ni en las antologías de la poesía de posguerra ni en las librerías siquiera. Pero en su revista no sólo publicaron sus poemarios, publicaron a los poetas del exilio, a extranjeros y prohibidos, y le dedicaron el primer homenaje a Cernuda, entonces marginado como ellos, y homosexual también”, explicaba Monleón a este periódico.

Un poeta frente a la cámara
De los poetas del grupo, solo un casi centenario Pablo García Baena continuaba aún con vida cuando se presentó el documental. Pablo llevaba una existencia tranquila en su casa de Córdoba. Pareciera que su testimonio era imprescindible para el documental, pero en un principio se negó a prestarlo. “Nos decía que se encontraba viejo y que la película llegaba tarde, porque todos sus amigos de Cántico ya habían muerto”, desvelaba Monleón: “Pablo es un hombre que lo ha dejado todo escrito, incluso la historia del grupo Cántico y su revista. Es un hombre discreto y exacto, al que no le sobra una palabra. A su edad, enfrentarse a una cámara no era algo que tuviera previsto.”

Al final, se decidió a abrir su casa cargada de recuerdos al equipo de la película, dándole la libertad necesaria para hacerla, según reconocía el director valenciano, que en principio se planteó hacer el documental solamente sobre García Baena “porque me parece la voz poética más sólida y evolucionada en el tiempo de todo el grupo. Pero Pablo es ante todo Cántico, sin él creo que hoy ya no existiría la memoria del grupo. Él es la antorcha que mantiene vivo ese fuego”. En el documental queda patente esta predilección ya que tras un inicio en el que se recuerda al resto de componentes de Cántico, la mayor parte del resto del metraje se dedica al que fuera nombrado Hijo Predilecto de Andalucía en 1988.

Juan Bernier como tema
El propio Monleón ya filmó una película de ficción, ‘El cónsul de Sodoma’, sobre otro poeta, Jaime Gil de Biedma. En ‘Cántico’ trabajó el formato documental, aunque reconocía que “hay una buena película de ficción sobre los años de juventud de los poetas de Cántico, en su apuesta por la vida y la felicidad en la triste posguerra de la celeste Córdoba enjuta. Pero quien de verdad tiene una película extraordinaria es Juan Bernier. No hay más que leer su diario para encontrarla en cómo vivió la atracción fatal por la belleza jovencísima de los muchachos de entre catorce y quince años de edad, en el crucial momento en que nacen en ellos los deseos y los apetitos carnales.”

La condición sexual de los componentes del grupo, que debieron ocultar en la época de la revista, es un tema que sobrevuela la película permanentemente, aunque Monleón aclaraba a El Plural que sus claves poéticas “no pueden leerse solo desde esa perspectiva, más allá de la sensibilidad homoerótica de muchos de los poemas del grupo, exceptuando los de Mario López, que comparte con ellos antes una amistad que una estética”. Sin duda, sus diferencias respecto a sus contemporáneos traspasaron la poesía. En sus vidas, también fueron unos ‘outsiders’: “no coincidieron perfectamente con su tiempo ni se adecuaron a sus pretensiones. En este sentido fueron inactuales, pero justamente por esta razón, a través de este desvío y este anacronismo, fueron capaces, más que el resto, de percibir y aferrar su tiempo”, explica el director de ‘Cántico’.

Cine hecho de poesía y autobiografía
“En ‘Cántico’, quería que la poesía fuera la verdadera protagonista de la película. Su forma documental me ha permitido esta osadía.” A diferencia de ‘El cónsul de Sodoma’, donde la importancia del personaje Gil de Biedma se imponía a la de su obra, en este film Sigfrid Monleón se ha planteado el reto de poner en imágenes multitud de poemas del grupo, obteniendo instantes de gran fuerza cinematográfica. “Con la rotulación de los versos y las imágenes he intentado aprehender las sensaciones plásticas y rítmicas de la poesía, huyendo de toda ilustración. Es una película para ser leída y oída tanto como vista”, defiende el cineasta.
 

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El último verso de Cántico.

El escritor cordobés Pablo García Baena, premio Príncipe de Asturias de las Letras y Federico García Lorca de Poesía, fallece a los 96 años de una enfermedad respiratoria.
Á. Alba / A. Calero | Diario de Sevilla, 2018-01-15
https://www.diariodesevilla.es/ocio/ultimo-verso-Cantico_0_1209479137.html

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...