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2021/11/19

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | MARÍA BELÉN CORREA: "NOS NEGAMOS A OLVIDAR A NUESTRAS COMPAÑERAS TRAVESTIS ASESINADAS"

Fondo Documental Carla Pericles, Archivo Trans //

“Nos negamos a olvidar a nuestras compañeras travestis asesinadas”

María Belén Correa, fundadora del Archivo de la Memoria Trans | Revista Cítrica, 2021-11-19
https://revistacitrica.com/nos-negamos-a-olvidar-a-nuestras-companeras-travestis-asesinadas-1.html

En el día Internacional de la Memoria Trans, María Belén Correa, fundadora del Archivo de la Memoria Trans, reflexiona sobre las deudas que mantiene el Estado con la población travesti trans y remarca la importancia del pedido de reparación como un llamado a la memoria de las que ya no están y de las que sobrevivieron, pero hoy están al borde de la muerte.

Desde hace seis años cada 20 de noviembre hacemos el acto de las Candelas, para recordar hombres y mujeres trans que fueron asesinadas, desaparecidas o que murieron por falta de asistencia o por desidia.

En el Día Internacional de la de la Memoria Trans cerramos el conteo de cuántas personas trans han muerto en el país, es la visibilización de todo el trabajo del Archivo de la Memoria Trans. Es recordar a cada una de estas personas que han dado la vida por esta lucha en este momento tan simbólico que estamos pidiendo una reparación histórica en una Argentina que tuvo una reparación hetero cis.

Nosotras no tuvimos ni madres, ni abuelas que reclamaran por nosotras y tampoco una descendencia, solamente nos tenemos entre nosotras mismas como hermanas, tías y abuelas trans, pero solo con apodos o nombres porque en aquel tiempo no teníamos ni siquiera la legalidad para poder reclamarnos.

En julio comenzó el banderazo por la memoria trans que salió desde Santa Fe y estuvo recorriendo todo el país con los nombres de nuestres compañeres asesinades, desaparecides o fallecides. Es una acción de alcance nacional que invita a unirnos para recordarles y homenajearles. Escribimos sus nombres en la bandera y con ese gesto simple nos negamos a olvidarles.

Dentro de la bandera, se han escrito alrededor 900 nombres que han recordado las distintas personas. Nosotras teníamos una nube de información con unos 600 nombres y con el recorrido de la bandera se sumaron 300 más que fueron recordados en cada provincia y pueblito por el que pasó la bandera. También hizo que se recordaran otras personas en Capital Federal, porque hubo muchas activistas que estuvieron, pero quedaron en el olvido y venimos a rescatar eso.

Estamos escribiendo con los recuerdos de las compañeras, desde donde se genera la memoria. Hay chicas que murieron en los años 60 y 70, solo tenemos los nombres de las que ellas recuerdan. La mayoría que tenemos anotadas son a partir de los 90 y desde el 2010 empezamos a tener más información de las personas trans fallecidas con fecha, causa, lugar de origen. Este último tiempo con las redes sociales pudimos recolectar mucha más información y así todo nos faltan, como por ejemplo, el caso de un hombre trans del que solo sabemos su nombre, Adrián, pero no sabemos el apellido.

Veo que todavía hay un silencio de los espacios de derechos humanos en el reconocimiento de las personas trans en dictadura. Tenemos que pensar que nuestra fecha de dictadura no es la misma que la del resto de la sociedad. La sociedad tuvo una democracia a partir del 10 de diciembre de 1983, nuestra democracia comenzó en el 2012 con la Ley de Identidad de Género cuando realmente tuvo identidad una lucha tan fuerte dentro de lo que son los derechos humanos. Nadie piensa que hace nueve años que las personas trans vivimos en democracia. Con una democracia tan joven y tan precaria que todavía no respeta la ley, estuvimos seis años para tratar de conseguir un cupo laboral y aún hay partidos políticos que hacen sus campañas en contra de eso.

Si todavía hoy estamos pidiendo por una reparación histórica es porque estamos como en los primeros años de democracia de la sociedad, como en el 85, 86 con el reclamo del Nunca más, nosotras estamos en esa etapa.

Justamente este pedido de reparación es también un llamado a la memoria de las que ya no están y de las que sobrevivieron y que hoy se nos están muriendo. Tenemos que pensar que cuando volvió la democracia, ya no podían secuestrar obreros, estudiantes ni meterse dentro de las casas en plena democracia y lo que empezaron hacer es limpieza social.

La matanza más grande fue en Panamericana y comenzó en el 83, eso está demostrado porque es lo que quedó registrado en los diarios, pero no sé lo que habrá pasado en el resto de la Argentina. Lo que sí sabemos es que todo ese grupo de operaciones se empezó a dedicar a la limpieza social, que después pasó a llamarse Comando de Moralidad, tenía su oficina dentro del Departamento Central de Policía en el segundo piso y se dedicaban a llevarse a personas en situación de calle, trabajadoras sexuales y también a personas trans, porque como tenían que llenar los libros, nosotras éramos la carne para sus ascensos.

Subimos solo cinco años la esperanza de vida de las personas trans desde que empezamos el primer informe que daba 35 años. El año pasado cerramos en 40 y este año creo que estaríamos cerrando en 40 o 41 el promedio de vida de una persona trans en mortalidad que es bajísima, es de la Edad Media y esos números dan porque no se cumple con el artículo 11 de la Ley de género sobre el acceso a la salud.

Todavía el sistema de salud se reúsa a tratar nuestros cuerpos dentro de lo que es la medicina, hoy los programas que hay sobre personas trans hablan de hormonas pero las trans mayores que están enfermas por la silicona que se inyectaron vuelven a quedar fuera de todo. No hay médicos que quiten la silicona y esa también es una de las problemáticas que tienen las mujeres trans mayores de 40 años.

Las niñeces y adolescencias no piensan en ponerse silicona, gracias a las compañeras que hablaron porque nosotras nos encargamos de demonizarlo y decir cuáles eran las consecuencias, volviendo a poner nuestros cuerpos como ejemplo, pero esa situación hace que quedemos dentro del abandono.

2021/10/06

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | "DOLÍA ESCUCHAR QUE EN LOS MEDIOS SE REFIRIESEN A ELLA EN MASCULINO"


El asesinato de Sonia Rescalvo, 30 años después: “Dolía escuchar que en los medios se refiriesen a ella en masculino”.

El 6 de octubre de 1991, seis skinheads asesinaron a la artista trans Sonia Rescalvo. Te contamos cómo vivieron el considerado primer delito LGTBI en España las mujeres trans hace 30 años.
Noemí López Trujillo | Newtral, 2021-10-06
https://www.newtral.es/sonia-rescalvo-asesinato-30-anos-delito-odio-lgtbi/20211006/ 

Sonia era hija de Leopoldo Rescalvo y de Dolores Zafra. También era una artista y vedette que se había mudado de su Cuenca natal a Barcelona. Había participado en protestas contra la dictadura franquista y contra la opresión a la comunidad LGTBI, donde era muy conocida y querida. También era una mujer trans, y fue precisamente su identidad de género lo que motivó la brutal agresión que acabó con su vida hace ahora 30 años, un 6 de octubre de 1991 en el Parc de la Ciutadella.

El asesinato de Sonia Rescalvo, por el que condenaron a seis skinheads a entre nueve y 26 años de prisión, es considerado el primer delito de odio LGTBI en España.

Sonia Rescalvo: las sentencias que condenaron a los agresores
Las dos sentencias que hay sobre el asesinato de Sonia Rescalvo, a las que ha accedido Newtral.es, no especifican que sea un crimen de odio, pero sí señalan que los agresores estaban caracterizados “por sus tendencias extremistas y de ideología violenta”.

Los tribunales también indican que sentían una “clara hostilidad hacia los vagabundos, indigentes, prostitutas, homosexuales, y demás grupos marginales”. Estos hechos probados constan tanto en la sentencia del 30 de junio de 1994 de la Audiencia Provincial de Barcelona como en la sentencia del Tribunal Supremo del 23 de noviembre de 1996.

Cuando a Sonia Rescalvo la asesinaron, el delito de odio no existía como tal en el ordenamiento jurídico. “La tarea que asumieron los propios colectivos LGTBI fue salir de la inexistencia. A pesar de que ya había habido otros antes, fue la primera vez que la opinión pública tuvo conocimiento de un asesinato tránsfobo”, explica a Newtral.es María José Varela, abogada defensora de la acusación popular.

“Quienes la mataron fueron allí sin saber quién era, pero sabían que en ese sitio dormían personas trans. Que tanto la Audiencia Provincial como el Supremo apreciaran que los agresores sentían hostilidad hacia este colectivo hizo que la sociedad lo calificara como un delito de odio”, añade Varela.

Así, la Audiencia Provincial de Barcelona declaró probado que cuando los agresores se dieron cuenta de quienes estaban ahí, decidieron subir “a tocar el tambor“, la expresión que utilizaban los propios skinheads para referirse a pegar palizas con sus botas. Señalaba también la Audiencia Provincial que cuando los agresores bajaron de la tarima en la que dormía Sonia junto a otra compañera, oyeron unas respiraciones, así que subieron de nuevo para golpearla hasta que no oyeron nada.

Su compañera, Dori, no falleció pero “sufrió lesiones consistentes en fractura de los huesos nasales, contusiones faciales múltiples con heridas”, apunta la sentencia del Supremo, que señala que Dori tuvo que estar ingresada desde aquella noche hasta el 13 de noviembre.

El Tribunal Supremo estimó de forma “clara” que existió 'animus necandi', es decir, “ánimo homicida o propósito de ocasionar la muerte”, unido al hecho de que “todos ellos calzaban botas de media caña tipo ‘Rangers’ y ‘Doctor Martins’ [sic] con la puntera reforzada de acero” y que “las zonas anatómicas agredidas fueron la cabeza y el tórax de las víctimas”.

Sin embargo, el Supremo desestimó, entre otras, la agravante de nocturnidad y la de alevosía por las que la acusación había recurrido la sentencia de la Audiencia Provincial.

Así lo vivió el movimiento LGTBI
“Vi una noticia en La Vanguardia sobre que se había encontrado el cadáver de una travesti negra, así es como se refirieron a ella. Me conmocionó y llamé al periodista. Me dijo que era un error, que al principio pensaron que era una persona negra porque la habían dejado totalmente amoratada de los golpes”, cuenta a Newtral.es Eugeni Rodríguez, presidente de l’Observatori Contra l’Homofòbia y en aquel entonces integrante del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC).

Eugeni recuerda que el FAGC decidió personarse en la causa como acusación popular, con María José Varela como abogada, para que se llegase al fondo del asunto: “La violencia que sufríamos era insostenible. Queríamos poner el foco en que a Sonia la mataron por ser una mujer trans. Fue un delito de odio en su forma más extrema, un punto de inflexión con el que la sociedad comenzó a entender que nos agredían y agreden por quienes somos”.

La escritora, dramaturga y activista transfeminista Alana Portero tenía 13 años recién cumplidos cuando asesinaron a Sonia. En conversación con Newtral.es, Portero lo recuerda así: “Con todo lo que olía a LGTB y a lo que en aquel momento era ‘transexualidad’ como que me daba vergüenza estar pendiente y que en casa se diesen cuenta de que me quedaba pendiente o de que me interesaba especialmente. Recuerdo buscarme la vida para enterarme pero haciéndome un poco la tonta. Es decir, viéndolo sin que me viesen viéndolo”.

La escritora y dramaturga destaca el tratamiento de los medios, que califica de “horroroso”: “Dolía escuchar que se refirieran a ella en masculino o que usaran su deadname [término que hace referencia al nombre asignado al nacer y que muchas personas trans dejan de usar al nombrarse a sí mismas de otro modo]. Decían: ‘Un transexual’ o ‘un joven travestido’. Yo no conocía otro lenguaje en esa época, sabía que algo me picaba y me dolía dentro al escuchar esas cosas pero no sabía por qué”.

Sí reconoce, en cambio, que lo vivió como un antes y un después, como algo “fundacional”: “Vi muchos más testimonios de personas LGTB en medios de comunicación de los que había visto hasta entonces. Testimonios serios, de gente enfadada y orgullosa exigiendo responsabilidades”, relata Portero.

Sonia Rescalvo: ser mujer trans en los años 90
La activista transfeminista y exdiputada socialista Carla Antonelli, que en aquel momento tenía 32 años, también critica el tratamiento en los medios de comunicación: “La llamaban travesti y travestido, como nos llamaban a las mujeres trans en aquella época”, cuenta en conversación con Newtral.es. “Recuerdo que sentía rabia, impotencia y desprotección. Una sensación de vulneración absoluta”, añade.

Antonelli reconoce que la narrativa del terror siempre ha estado presente: “Las mujeres trans sabíamos que aquello nos podía pasar a cualquiera de nosotras”.

Míriam Amaya, activista y artista, también tenía 32 años cuando asesinaron a Sonia Rescalvo, aunque señala a Newtral.es que “fue el primer delito de odio LGTBI reconocido por la sociedad, pero había habido muchos otros antes”: “Sí que fue una gran satisfacción ver que esto estaba saliendo a la luz, que por fin se contaba que era una realidad y no una fantasía”, añade.

Amaya, que por aquel entonces vivía en Barcelona y llevaba décadas participando en la lucha antifranquista y por los derechos LGTBI, coincidió con Sonia en varias ocasiones: “Era muy alegre y luchadora, siempre metida en las manifestaciones por los derechos trans y por la igualdad. Era una más de nosotras”.

Carmen García de Merlo, presidenta de COGAM, cuenta a Newtral.es que cuando asesinaron a Sonia ella acababa de volver del Reino Unido: “Me había ido precisamente para no acabar como ella y como tantas otras. Yo todavía no había hecho mi transición. Me quedé mucho tiempo en el armario porque el precio a pagar era muy alto, un precio como el que pagó Sonia”.

Míriam Amaya: “Fue también un feminicidio”
Para Alana Portero también hubo muchos otros casos antes que el de Sonia: “Tenía ejemplos cerca de personas LGTB muy mal tratadas en el barrio, en la familia. Ya tenía el mapa mental de que mi vida iba a ser muy difícil y no demasiado larga. He crecido pensándolo así. Pensaba: ‘Si ella que es tan guapa o tan ‘camuflable’ —un concepto horroroso—, qué va a ser de mí”.

La memoria trans está fragmentada al no tener los relatos de muchas personas que ni siquiera llegaron a la vejez. Por eso, para García de Merlo es importante recordar a Sonia: “Muchas tuvieron la valentía de ser ellas mismas, de nombrarse, pero muchas se quedaron por el camino”.

A lo que Antonelli alude a un ejercicio de memoria y reparación: “Hay que recordar para no olvidar porque precisamente el presente nos dice que todo aquello que pensábamos que estaba atrás puede volver de golpe. Y viene de la mano de quien sencillamente no quiere ni desea que existamos”.

Por ello, Míriam Amaya señala que la reparación comienza deshaciendo los silencios: “Las mujeres trans siempre recordamos a Ana Orantes porque fue un caso de violencia machista que supuso un antes y un después. Sin embargo, muchas feministas no recuerdan a Sonia Rescalvo. Pero su asesinato no fue solo un crimen de odio, sino también un feminicidio”.
  • Fuentes consultadas
  • Sentencia del 30 de junio de 1994 de la Audiencia Provincial de Barcelona sobre el caso Sonia Rescalvo
  • Sentencia del Tribunal Supremo del 23 de noviembre de 1996 sobre el caso Sonia Rescalvo
  • María José Varela, abogada defensora de la acusación popular en el caso de Sonia Rescalvo
  • Eugeni Rodríguez, presidente de L’Observatori Contra L’Homofòbia e integrante de la acusación popular en el caso de Sonia Rescalvo
  • Alana Portero, escritora, dramaturga y activista transfeminista
  • Carla Antonelli, activista transfeminista y exdiputada socialista
  • Míriam Amaya, activista y artista
  • Carmen García de Merlo, presidenta de COGAM

2021/10/03

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | SONIA RESCALVO, UN ANTES Y UN DESPUÉS EN LA LUCHA CONTRA LA TRANSFOBIA

El Diario / 'El libro de los travestis', publicado por Lib en 1978 //

Vida y asesinato de Sonia Rescalvo, un antes y un después en la lucha contra la transfobia.

Pau Rodríguez, Oriol Solé Altimira | El Diario, 2021-10-03

https://www.eldiario.es/catalunya/vida-asesinato-sonia-rescalvo-despues-lucha-transfobia_1_8358384.html

Es la madrugada del 6 de octubre de 1991. Dos mujeres transexuales duermen al raso en el parque de la Ciutadella, en Barcelona. Esa misma noche, un grupo de neonazis esparce el odio por el centro de la ciudad. En su cacería, que les conduce hasta ese recinto ajardinado, apalean a esas dos mujeres y luego a un sintecho. Una de las golpeadas, Sonia Rescalvo Zafra, muere de la brutal paliza.

El asesinato de Sonia Rescalvo, del que se cumplen este mes 30 años, supuso un antes y un después para el colectivo trans en España. Está considerado como uno de los primeros crímenes de odio de la historia del país, aunque por entonces no existiese esa figura delictiva. La rabia por su muerte sirvió de catalizador para el movimiento contra la LGTBIfobia y para que la sociedad se diese cuenta de la violencia a la que enfrentaban estas personas.

Pero todavía hoy, tres décadas después del asesinato, se conocen más detalles de su muerte que de su vida. ¿Quién fue Sonia Rescalvo? Según lo publicado hasta ahora, llegó de adolescente a Barcelona procedente de un pueblo de Cuenca y fue durante años bailarina en algunos teatros y cabarets de la Avenida Paralelo. Cuando la mataron tenía supuestamente 45 años y había caído en la indigencia. Por eso dormía en la glorieta del parque, con su compañera Dori.

Pero esta no es por supuesto toda su historia. Hay incluso algunas imprecisiones, comenzando por su edad: Sonia nació de nombre Juan José el 12 de octubre de 1956, según los informes médicos que conserva la abogada de la acusación particular en el juicio, María José Varela. Es decir, que el 6 de octubre de 1991 estaba a punto de cumplir 35 años. Murió mucho más joven de lo que se pensaba hasta ahora.

Sonia: “Muchas personas no me entienden”

Sonia llegó a la capital catalana de muy joven, eso sí, a finales de los 70. Y con suficiente confianza como para conceder durante ese período una entrevista a la revista erótica ‘Lib’. La charla se publicó en 1978 en el libro recopilatorio ‘El libro de los travestis’. Ella debía tener poco más de 20 años. Uno de esos ejemplares lo conserva en su casa Beatriz Espejo, histórica activista y presidenta del extinto Col·lectiu Transexuals de Catalunya, una asociación que se constituyó precisamente a raíz de la muerte de Sonia.

“Encontré el libro en el mercado de Sant Antoni y cuando la vi, me di cuenta de que claramente era ella. Todas [las trans] nos conocíamos en esa época”, recuerda Espejo, que tiene hoy 58 años y reconoce que no había compartido este documento con nadie.

En ese reportaje, ‘Una conversación sin prejuicios con cuatro travestis’ –cuyo texto y fotos están sin firmar–, aparece Sonia junto con otras artistas y cabareteras trans. Una de ellas es una joven Bibiana Fernández, conocida entonces en el mundo del espectáculo como Bibi Andersen. También está Angie von Pritt, artista trans que se dio a conocer por imitar a Bárbara Rey, y otra llamada Desirée. En la imagen principal, Sonia, de la que apenas se tenían fotografías –salvo la que aparece en su memorial en la Ciutadella–, luce una chaqueta blanca y una blusa azul a juego con el collar de perlas.

Frente a dos botellas de cerveza y dos cafés, las cuatro se prestan a charlar abiertamente sobre la transexualidad, a pesar de que por esa época todavía estaba en vigor la Ley de Peligrosidad Social con la que se les reprimía y detenía.

– Yo no me considero travesti, pues durante todo el día soy una mujer.

Así de tajante responde Sonia Rescalvo a la primera pregunta que le formula el entrevistador. Antes que ella, sus compañeras le cortan de la misma forma. Bibiana resulta incluso pedagógica: “La palabra travesti no es la indicada para llamarme a mí. Considero que nosotras estamos dentro de las transexuales, con o sin operación. Con o sin cambio de sexo. Travesti es el señor que se viste de mujer para trabajar pero durante el día lleva una vida normal de hombre. [...] Yo vivo una vida muy de mujer durante las 24 horas del día”.

A lo largo de la charla, Sonia defiende que ser trans no se decide, sino que “está dentro de la persona, es natural”. Y reconoce que se siente “bastante” marginada. “Hay momentos en los que me siento acomplejada. Muchas personas no me entienden”, añade.

En el momento de la entrevista, Sonia tenía como mucho 22 años. Cuando le preguntan cuándo comenzó a “vestirse” y “pintarse” como una mujer, responde que dos años y medio atrás. “Antes no podía, pues vivía con mis padres, y no me lo permitían”, remacha. También explica, sin dar detalles, que convive con una mujer que no es su pareja.

Todas ellas hablan de los problemas legales que sufren, de sus aspiraciones, de las amistades y puñaladas entre bailarinas trans en el mundo de los clubs y las salas eróticas, y esquivan sin demasiado éxito la pregunta sobre si se dedican también a la prostitución. “Me da un poco de vergüenza decirlo, porque eso ya pertenece a la vida privada...”, se excusa Sonia.

Sobre su futuro, esta joven veinteañera aventura: “Yo pienso dos cosas. Una es ahorrar dinero y poner un negocio. Y la otra es conseguir un rico millonario que me retire”. Pero sus deseos nunca se llegaron a cumplir.

Los años en el 'striptease' con Silvia Reyes
Que sus sueños se desvanecieron pronto lo sabe bien Silvia Reyes, conocida artista y ‘striper’ trans durante los años 70 y principios de los 80 en Barcelona. Compartió piso con Sonia Rescalvo durante cinco años. En una charla con elDiario.es, esta mujer completa parte de un puzzle sobre el que nunca le han preguntado demasiado: la vida de la que fue su amiga Sonia.

“Yo no conocí en Barcelona a una transexual que vistiera tan bien como Sonia”, arranca. Silvia le sacaba siete años. A finales de los 70, ambas compartieron una pensión, en la calle Pelai, y los escenarios de varios clubs de ‘striptease’. La Sala Río de la calle Floridablanca, el New York de la calle Escudellers... “Ella no era ni follonera ni se metía en la vida de nadie, como yo. Pero las dos personas de las que se enamoró se comportaron muy mal con ella y se llevaron su dinero”, relata. “Cuando ya estaba arruinada y no tenía nada en el banco, la abandonaron”.

Reyes viajaba a menudo a Suiza y a otros países para actuar y durante un tiempo trató de convencerla para que se fuese con ella. Pero no tuvo éxito. Sonia era muy sensible y entró rápidamente en depresión tras el fracaso de sus relaciones, lo que le empujó al consumo de droga “hasta el fin de sus días”, refiere hoy esta bailarina trans retirada. “Yo le decía que si no tenía dinero que se lo pagaba yo, pero no hubo manera”, remarca.

Durante los años 80, Reyes le perdió la pista. Sonia acabó dedicándose a la prostitución y viviendo en la calle. Hasta la noche del 6 de octubre del 91.

Ese asesinato fue el primero que asumieron los Mossos d’Esquadra, que se estaban desplegando todavía como policía en Catalunya. Al frente de las pesquisas estuvo el hoy comisario Joan Carles Molinero. Pese a que los delitos de odio todavía no estaban tipificados en el Código Penal –el agravante de discriminación no se introduciría hasta 1995–, Molinero recuerda que desde el inicio tuvieron claro que detrás de los ataques había un móvil de discriminación. “La manera tan cruel en que fueron apalizadas las tres víctimas nos mostraba que no era un robo. No tenían apenas pertenencias ni poder adquisitivo y fueron asaltadas por su condición de indigentes y transexuales”. Sonia murió por ser transexual.

El equipo de Molinero pronto enfocó la investigación hacia grupos de extrema derecha relacionados con grupos radicales deportivos. El cerco se fue estrechando hasta que uno de los atacantes, Héctor López Frutos, sin saber que tenía el teléfono de casa de sus padres pinchado, presumió de conocer a los autores del crimen en una conversación. Fue detenido cuatro meses después del asesinato junto a su hermano Isaac. Después los Mossos arrestaron a los otros cuatro atacantes, también amantes de las esvásticas y la violencia: Pere Alsina, David Perlade, Andrés Pascual y Oliver Sánchez.

Los Mossos, sobre los asesinos: “Nunca se retractaron”

De los detenidos, Molinero destaca su actitud “beligerante y prepotente”, incluso con chulería hacia los agentes. “No se retractaron en ningún momento ni mostraron arrepentimiento ni escrúpulo alguno. De hecho uno de ellos dijo que si lo tenía que volver a hacer lo haría”, asevera el comisario. Años más tarde, Oliver Sánchez mantenía la misma actitud en una entrevista desde la prisión con Jesús Quintero. La sentencia les declaró culpables y condenados a entre 9 y 26 años de cárcel.

Treinta años después de esa primera investigación por asesinato que llevaron los Mossos, el comisario Molinero celebra estar “a años luz” de lo que ocurría aquella época. No solo por los avances tecnológicos y por la protección del colectivo LGTBI, sino también por haber enterrado “la impunidad” con la que se movían por las ciudades españoles grupos extremistas como el que asesinó a Sonia. “El caso creó un precedente en el ámbito policial, social y jurídico”, resalta.

Durante el juicio, celebrado en 1993, se personó como acusación el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) y la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya, que lograron el apoyo de entidades vecinales, sindicales y sociales de todo tipo. Desde la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) hasta CCOO y UGT, pasando por el Consejo de la Juventud. También el Ayuntamiento de Barcelona ejerció la acusación popular.

“El asesinato de Sonia es un episodio importantísimo para el movimiento LGTBI”, expresa Eugeni Rodríguez, portavoz entonces y todavía hoy del FAGC. “A raíz de ese caso, Rodríguez recuerda que la entidad abrió su primera oficina contra la discriminación para canalizar denuncias desde el activismo, lo que fue el germen del Observatorio contra la Homofobia, creado en 2008. E incluso de la pionera ley contra la homofobia que aprobó el Parlament de Catalunya en 2014.

Jordi Petit, secretario general de la Coordinadora, explica que ese brutal asesinato también hizo abrir el foco a la comunidad gay. “Estábamos muy preocupados por el VIH y el sida, lógicamente, pero se iban sucediendo agresiones de ‘skins’ que nadie denunciaba, bien porque fuese difícil de reconocer al asaltante o por miedo”, explica. Y recuerda que ya en 1979 asesinaron a un joven trans en Rentería, llamado Francis, sin que trascendiera hasta mucho después.

El Col·lectiu de Transsexuals de Catalunya
Para Beatriz Espejo, mujer transexual que por entonces ejercía la prostitución en Barcelona, la muerte de Sonia fue un despertar. Sintió por primera vez la necesidad de protestar por sus derechos. Ella se enteró del caso en la manifestación del Orgullo de junio de 1992. Por aquel entonces, el colectivo de trabajadoras sexuales trans de la ciudad tenía abierta una particular guerra con el Ayuntamiento, que las quería trasladar de las calles del Camp Nou a la Zona Franca para dejarlas fuera de la ansiada foto de los Juegos Olímpicos que se estaban a punto de celebrar.

“El activismo era complicado, porque la gente tendía a querer resolver sus problemas y ya está, pero cuando empezamos la cosa fue rodada”, recuerda Espejo. En 1992 montaron el Col·lectiu de Transexuals de Catalunya [CTC], que se reunía inicialmente en la sede del FAGC. La mayoría eran mujeres trans que ejercían la prostitución. Esta activista, hoy ya retirada de la primera línea, todavía conserva un folleto de una asamblea de la época celebrada en el bar Cangrejo, del Raval. El orden del día era: legalización del colectivo –en referencia al derecho a cambiar de nombre y sexo, que no se lograría hasta 2007–, revisar el caso Sonia –por entonces pendiente de juicio–, las agresiones a transexuales –“hablaremos de las situaciones de riesgo, de cómo prevenir las agresiones”–, y un último punto dedicado al análisis de la situación de las personas transexuales dentro de la sociedad.

“El asesinato de Sonia cambió el discurso de la prensa y las televisiones y generó cierta sensibilidad. Salió en Informe Semanal, en programas de máxima audiencia, y nos dio un apoyo que hasta entonces nunca habíamos tenido”, recuerda Espejo. “Hasta aquel momento a las transexuales solamente se nos ridiculizaba y se relativizaban las agresiones”, expresa. Y, sobre los medios de comunicación, añade: “Antes de eso usaban definiciones directamente fascistas. Hablaban de plaga de travestis, de hombres de silicona…”, denuncia esta mujer.

Espejo estuvo al frente del colectivo hasta su disolución, a finales de los 90. En Catalunya el Col·lectiu Transexuals cogió el relevo de unas organizaciones trans que no habían acabado de cuajar a finales de los 70, como ‘La pluma’. En Madrid sí se había constituido Transexualia en 1986. Con todo, el Col·lectiu que presidía Espejo convocó marchas y manifestaciones a por la igualdad de derechos y contra la discriminación. “También hacíamos campañas para prevenir el sida, elaboramos plataformas a nivel político, hacíamos galas para recaudar fondos...”, enumera.

Desde entonces, el colectivo LGTBI ha sumado victorias legislativas y de reconocimiento de derechos. La última, la ley que permite la autodeterminación de género, aprobada en 2021. Pero también en el ámbito jurídico y policial se ha avanzado. En 2009 el fiscal Miguel Ángel Aguilar fue pionero en España al poner en marcha el servicio contra los delitos de odio y discriminación de la Fiscalía de Barcelona, cuando todavía ni existían estadísticas sobre denuncias de delitos de odio.

Para el fiscal, el balance tras más de una década de lucha contra la homofobia y el resto de discriminaciones es muy positivo. Destaca por ejemplo la especialización de los cuerpos policiales contra los delitos de odio, que ha culminado en una unidad propia para combatir este tipo de delitos en los Mossos d’Esquadra, plenamente operativa desde este mes de septiembre. La Policía Nacional ha anunciado que también creará grupos de investigación similares.

¿Más agresiones o más denuncias?
Aguilar también resalta la organización del colectivo LGTBI como un factor que ha favorecido un aumento de denuncias por hechos que antes formaban parte de la “cifra sumergida” del delito, esto es, de agresiones que no se denunciaban. Este es uno de los elementos que, a criterio suyo, han hecho que en los dos o tres últimos años hayan aumentado los delitos registrados por motivos de orientación sexual: 282 en 2020, año del confinamiento, solo una menos que en 2019 y 23 más que en 2018, según datos de Interior. Pero también es posible que parte de este aumento reciente sea debido a que “afortunadamente, y como no puede ser de otra manera, las personas homosexuales ya no se esconden, y eso las hace más visibles por parte de los agresores y los intolerantes”. “Pero ello nunca debe implicar volver al armario, sino denunciar”, anima Aguilar.

Sobre eso opinan también los representantes de los distintos colectivos de la época y de hoy. “En la medida en que se percibe mayor agresividad en la sociedad, debido a la crisis o a la pandemia, los grupos más expuestos a esa violencia son los mismos: los gays, las trans, las prostitutas, o los que lo parezcan”, razona Espejo, que también señala los discursos de ultraderecha como un motor de estas agresiones.

En los 80 y a principios de los 90, recuerda Petit, eran sobre todo bandas de skins las que perpetraban los asaltos. “Duró hasta que la policía se puso a perseguirlos”, rememora. “Ahora, el problema no es tanto de violencia organizada como de espontánea. Jóvenes e incluso adolescentes que realizan agresiones”, reflexiona este veterano activista, que hace referencia al asesinato en julio de 2021 del joven Samuel Luiz. Eugeni Rodríguez, por su parte, también se ha mostrado “preocupado” y “alarmado” por el auge de denuncias que les han llegado al Observatorio.

30 años después, Silvia Reyes, que vive ahora en el Eixample de Barcelona, recuerda con cariño la época que convivió con Sonia. Y cuando le preguntan por si ambas vivieron con plenitud su identidad a pesar de los tiempos que corrían, se sorprende: “Sí, ¡pues claro! Salíamos a la calle vestidas de mujer todas”. Sin embargo, añade: “Es cierto que estuvimos perseguidas por la policía. Yo estuve en la prisión de Barcelona y el penal de Badajoz. Pero Sonia no estuvo en la cárcel”.

2019/03/12

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | CENICIENTAS DE BAILE EN SAN SEBASTIÁN

Diario de Sevilla / Valeria Vegas //

Cenicientas de baile en San Sebastián.

La periodista Valeria Vegas toma como punto de partida el documental 'Vestida de azul' para un ensayo que analiza la situación de la mujer transexual durante la Transición.
Braulio Ortiz | Diario de Sevilla, 2019-03-12
https://www.diariodesevilla.es/ocio/vestidas-azul-valeria-vegas_0_1335467004.html 

En una secuencia de la célebre ‘Los bingueros’ (Mariano Ozores, 1979), una mujer transexual -a la que el doblaje otorga, en busca de una burda comicidad, una marcada voz masculina- intenta seducir a los personajes de Andrés Pajares y Fernando Esteso. Ambos rechazan con espanto a su pretendiente y, al grito de "¡Maricones!" -la mujer va acompañada de un amigo-, se deshacen de ella arrojándole agua hirviendo en los genitales. La brutalidad de esa escena, símbolo de los prejuicios y la mentalidad timorata de aquella época, realza la importancia que tendría una película como ‘Vestida de azul’ (Antonio Giménez-Rico, 1983), un documental estrenado tan sólo cuatro años más tarde que retrataba, con respeto, lejos de la tentación del sensacionalismo, "sin moraleja de ningún tipo y ni tan siquiera juzgar", tal y como reconoce el cineasta, las vicisitudes de un grupo de mujeres transexuales.

La periodista Valeria Vegas (Valencia, 1985) admiraba la inteligencia de Giménez-Rico, que se atrevió a dar voz y a devolver la dignidad a ese grupo en "un país que despertaba en cuestión de libertades personales, pero siempre acotando dicha libertad a quien fuese distinto o minoritario", como la autora expone en 'Vestidas de azul', un libro publicado por la editorial Dos Bigotes y en el que se toma como punto de partida ese largometraje para analizar cómo la sociedad y los medios retrataban a un colectivo que parecía no interesar si no era abordado desde el morbo o el humor de brocha gorda. "La transexualidad no había aparecido aún en televisión: hasta un año después de la película, 'Informe Semanal' no haría un reportaje sobre el tema", revela Vegas.

Resulta curioso que el director de ‘Retrato de familia’ o la posterior ‘El disputado voto del señor Cayo’, "que no pertenecía a la ola de modernidad que sí encarnaban Eloy de la Iglesia, Pedro Almodóvar o Fernando Colomo", se comportara como un pionero con esta propuesta que para Vegas tal vez no sea una obra maestra, "pero tiene algo de lo que otros muchos largometrajes carecen: transmite verdad". En un principio, Giménez-Rico planeaba una ficción, pero al documentarse se topó con un material humano tan cautivador que entendió que debía decantarse por el documental, en el que embarcó al director de fotografía Teo Escamilla y a Jaime de Armiñán como productores.

35 años después de su estreno, ‘Vestida de azul’ -que pese a haber tenido en su momento casi 300.000 espectadores hoy no está editada en DVD- sigue "transmitiendo esa verdad", considera Vegas, "en parte por la increíble selección que hicieron de sus protagonistas. Son muy cómicas, no tienen filtro", señala la escritora, que anteriormente había publicado libros como ‘Grandes actrices del cine español’ o ‘Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno’. En el tiempo en el que transcurre el filme, las mujeres transexuales "sólo podían dedicarse a la prostitución y al espectáculo [Giménez-Rico, de hecho, buscó sin suerte a alguna universitaria, y no la encontró], pero los perfiles psicológicos son muy diferentes. Desde una que tiene los cuarenta y tantos a otra que tiene poco más de 20, la cinta reúne un abanico plural, teniendo en cuenta lo poco plural que podía ser el panorama entonces", matiza Vega. El libro se titula ‘Vestidas de azul’, añadiendo un plural al nombre de la película, porque a través de las historias de las protagonistas el ensayo ahonda en cuestiones como la Ley de Peligrosidad Social, las redadas policiales y encarcelamientos que padecían, su paso por el ‘show business’, la reasignación sexual o la relación con sus familias.

Aunque los testimonios se acercan a locales como el Centauros, que llegó a ser mítico, "allí iban los actores después de un rodaje o una obra de teatro, hasta allí se llegaron Sara Montiel o Marisol a ver las imitaciones que hacían de ellas", el retrato del mundo del espectáculo que hace ‘Vestidas de azul’ destila una intensa tristeza. Las artistas, analiza Vegas, "se encontraban con que aquello era, entre comillas, otra forma de prostitución. El empresario que las contrataba no se molestaba en formarlas para que fueran mejores bailarinas, cómicas o cantantes. Las quería únicamente como carnaza, para exhibirlas como se mostraba en otro siglo en una barraca de feria a la mujer barbuda o al hombre elefante...", comenta esta periodista afincada en Sevilla.

Uno de los momentos más emocionantes del libro es el recuerdo que Giménez-Rico, del que se ofrece una entrevista, hace de la proyección en el Festival de San Sebastián. Las protagonistas "tuvieron un incidente en el hotel, el recepcionista no quería alojarlas, al comprobar los nombres de sus documentos de identidad pensaría que se trataba de travestis callejeros", resume Vegas. Luego, en el pase, las actrices lloraron al ver sus vidas llevadas a la pantalla. "Yo comparo", dice la autora, "la participación en el festival con el baile de la Cenicienta. Si ese año fue Jeremy Irons, por ejemplo, a presentar una película, luego él volvería a su limusina o a un apartamento maravilloso, pero ellas regresaban a sus calles y al Centauros".

Entre otras cuestiones, Vegas describe cómo se confundían en aquellos años los términos de travesti y transexual o la particular relación que estas mujeres tuvieron con sus familias. "En muchos casos las aceptaban, pero Giménez-Rico da un apunte interesante: lo hacían con el subterfugio de que eran artistas. Eso les permitía ciertas licencias, esa extravagancia. Omitían la realidad, que eran personas atrapadas en otro cuerpo".

Vegas, que durante la redacción de su obra descubrió que Josette, uno de los personajes, seguía vivo a pesar de que la mitología de internet lo daba por muerto, define su libro como "una obra para cinéfilos, en el que sale mucho director y mucha actriz, y para quien se interese por el análisis de la sociedad y los temas de género. Y es un espejo para ver cuánto hemos cambiado".

2019/01/01

DOCUMENTACIÓN | CINE | 'QUERELLE' DE FASSBINDER, ESCÁNDALO PARA LAS AUTORIDADES EN EL ESTRENO DEL FESTIVAL DE DONOSTIA

El año en que Fernando Trueba arrojó un cubo de agua a Diego Galán.
El director de cine se vengó así en el Festival de San Sebastián de 1982 de una mala crítica escrita por el periodista, que años después acabaría dirigiendo el certamen.
Boquerini | El Correo, 2019-01-01
https://www.elcorreo.com/butaca/cine/fernando-trueba-arrojo-20190101191401-ntrc.html

En los festivales de cine suceden muchas cosas, y el de San Sebastián de 1982 será recordado por 'el cubo de agua'. «Fernando Trueba agrede al crítico de 'El País'», tituló el diario el 22 de septiembre de aquel año.

Veamos los antecedentes: Fernando Trueba, antes de consagrarse como director con 'Ópera prima', ejerció como crítico de cine. Fundó la revista 'Casablanca' y fue el primer crítico de 'El País', trabajo que pasó a Diego Galán, que venía de ejercer la crítica en la revista 'Triunfo'.

Fernando Trueba triunfa con 'Ópera prima', su debut como director de largometrajes, todo un éxito de taquilla, acogída con simpatía por la crítica y que estuvo muchos meses en cartel. A partir de ella se empezó a hablar de 'la nueva comedia madrileña'. El cineasta quiso romper radicalmente con su debut y para su segundo largo se decantó por un documental sobre su amigo el cantante, filósofo y escritor Chicho Sánchez Ferlosio. Su título 'Mientras el cuerpo aguante'. La película la producía el propio Trueba a través de la productora que había creado a raíz del éxito de su anterior obra, Ópera Films, y tenía a su amigo y protagonista de 'Ópera prima', Oscar Ladoire, como productor ejecutivo. Se estrenó en los primeros meses de 1982.

La trayectoria de 'Mientras el cuerpo aguante' por la cartelera fue, contra lo que el propio Fernando Trueba esperaba, muy discreta. Salvo los 'progres' de la época, nadie sabía quién era Chicho Sánchez Ferlosio. Diego Galán no le hizo una mala crítica, solo dijo que consideraba la película más apta para la televisión que para la pantalla grande, lo que para su director contribuyó a que los espectadores no fuesen a verla en masa, como esperaba.

Aquel septiembre de 1982 el Festival de San Sebastián cumplía 30 años. Acababa de perder su categoría A, y el gran premio lo otorgaba la crítica especializada. El certamen lo inauguró 'Querelle' de Rainer Werner Fassbinder, fallecido poco antes, para escándalo de autoridades y aburrimiento de espectadores. El certamen lo dirigía Luis Gasca, y para celebrar el aniversario se preparó una tarta gigante de cuyo interior salió la niña Chispita, que acababa de estrenar 'Chispita y sus gorilas'. El gran premio del Festival lo ganaría Manuel Gutiérrez Aragón con 'Demonios en el jardín'. Por la sección oficial pasaron también Bertand Tavernier, José Luis Cuerda con su 'Pares y nones', Fernando Ayala, Werner Herzog con 'Fitzcarraldo'...

En la sección 'Nuevos realizadores', en cuyo jurado estaba Mario Vargas Llosa, se presentaba 'Laberinto de pasiones', de Pedro Almodóvar, y por otras secciones pasaron Costa Gavras y su 'Desaparecido' que asiste a la proyección. El chileno Miguel Littin recibe un homenaje, y entre las estrellas que desfilaron por la alfombra roja del certamen están Joan Fontaine (que recibió el fugaz premio 'Roberta di Camerino' a la elegancia), Van Johnson, Franco Nero, Annie Girardot, Laura Betti, Xavier Cugat... y lo más florido del cine español de la época.

En la mañana de aquel 22 de septiembre Diego Galán (aun faltarían algunos años para que se convirtiese en director del certamen), salía del Teatro Victoria Eugenia tras asistir a una de las matinales proyecciones para la prensa, sin suponer que estaba a punto de recibir un cubo de agua fría. Fernando Trueba, disgustado por lo que Diego había dicho sobre 'Mientras el cuerpo aguante', le esperaba en la adyacente plaza de Okendo con un cubo lleno de agua y con un fotógrafo para que inmortalizase su reacción. Dicho y hecho, cuando menos lo esperaba Diego Galán recibió sobre su cuerpo el cubo de agua fría. Pero contra lo que Trueba esperaba, Diego Galán apenas se inmutó con lo que no hubo foto posible. «¿Qué pasa, no reaccionas?», le espetó Fernando Trueba. Pero el cuerpo de Diego Galán aguantó perfectamente el remojón.

El propio periodista reconoció tiempo después que aquello fue lo más comentado del 30 Festival de San Sebastián: «Uno de los regocijos de esta edición consistió en el berrinche de un director español, que vació un cubo de agua sobre el espíritu crítico de un pobre periodista...», escribió años después en su libro '50 años de rodaje', en el que recogía la historia de los primeros 50 años del Festival de San Sebastián.

Con el tiempo, Fernando Trueba y Diego Galán se han hecho amigos; «Después he hablado varias veces con Trueba, sobre todo porque averiguamos que muchos de los que se habían solidarizado con uno también lo hicieron con el otro y ese descubrimiento nos llenó de estupor», comentó Diego. Está claro que el agua no llegó al río.

2018/12/15

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | NI PELIGROSAS NI DELINCUENTES: EL PROCESO DE LEGALIZACIÓN DE LA DISIDENCIA SEXUAL Y DE GÉNERO EN LA TRANSICIÓN

El Diario //

Ni peligrosas ni delincuentes: el proceso de legalización de la disidencia sexual y de género en la España de la transición.

Durante los años de la transición el movimiento LGTB tuvo que hacer frente a las leyes que se aplicaron a lo largo de la dictadura para reprimir a la disidencia sexual y que continuaron vigentes a la muerte del dictador.
Víctor M. Ramírez | El Diario, 2018-12-15
https://www.eldiario.es/canariasahora/sociedad/peligrosas-delincuentes-legalizacion-disidencia-espana_1_1791040.html

Se cumplen este mes 40 años de la aprobación de la Constitución Española y también de la reforma (1) de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que eliminó a ‘los que realizaran actos de homosexualidad’, en términos de la ley, del catálogo de peligrosos sociales. Es, por tanto, un momento idóneo para analizar el proceso que permitió a las disidencias sexuales y de género ser legalizadas durante el proceso transicional, tras otros cuarenta años de represión franquista.

Habitualmente se identifica esta legalización con un momento determinado, como fue la citada reforma de la ley de peligrosidad social. No obstante, la legalización de la disidencia sexual fue un proceso más complejo y largo en el tiempo que no concluye, sino que más bien comienza, con la mencionada reforma.

Durante los años de la transición el movimiento LGTB tuvo que hacer frente a las leyes que se aplicaron a lo largo de la dictadura para reprimir a la disidencia sexual y que continuaron vigentes a la muerte del dictador. Estas normas fueron fundamentalmente dos: la primera, el Código Penal, que si bien no contemplaba expresamente la homosexualidad en su articulado, se consideraba incluida en el artículo 431 de dicho texto que regulaba el delito de escándalo público. Esta figura delictiva consideraba penalizable aquellas acciones que “de cualquier modo ofendiere el pudor o las buenas costumbres con hechos de grave escándalo o trascendencia”. La moral nacional-católica del régimen franquista consideraba moralmente repugnantes los actos de homosexualidad por lo que dichas prácticas, aunque hubieran sido cometidas en privado, eran tenidas por delictivas en virtud de este artículo y sus autores eran juzgados y condenados si los hechos trascendían al conocimiento público.

Las otras leyes utilizadas para la represión de la homosexualidad fueron las aprobadas en virtud de la doctrina de la ‘defensa social’. En desarrollo de este principio, en el año 1933, durante la II República, se aprobó la Ley de Vagos y Maleantes que no recogía en su texto ninguna referencia expresa a la disidencia sexual, pero que en el año 1954 fue reformada por el régimen franquista para incluir a la homosexualidad en su artículo segundo. No se trataba de una ley penal, desde el punto de vista de que no tipificaba delitos y sus correspondientes penas, sino que categorizaba una serie de situaciones subjetivas como de “peligrosidad social”. La ley determinaba que, dado el estado de determinados sujetos, estos tendrían gran probabilidad de cometer un “daño social”, concepto más amplio que el puramente delictivo. Según el preámbulo de la propia ley de 1970, esta se aprobaba por la “necesidad de defender a las sociedad contra determinadas conductas individuales, que sin ser, en general, estrictamente delictivas, entrañan un riesgo para la comunidad”. Por poner un ejemplo clarificador, el alcoholismo no era considerado 'per se' un delito, no obstante los ebrios habituales eran considerados peligrosos sociales por los indeseables efectos que su adicción podían traer a su entorno familiar, social, laboral, etc. De este concepto de peligrosidad se deriva la necesidad de rehabilitar al peligroso mediante una serie de medidas previstas en la ley con el objetivo de “rescatar y reeducar al hombre para la más plena vida social”, según el preámbulo de la misma. A partir de la reforma del año 1954 las personas homosexuales deberían ser objeto de esta reeducación o de “curación” de su “perversión sexual”.

Por tanto, estas dos normas incidían en la disidencia sexual desde dos perspectivas diferentes: la penal, con su consecuente condena, y la de defensa social, con sus medidas rehabilitadoras como presunto instrumento de inserción social. No pretendo con esto suavizar el efecto que las leyes de peligrosidad producían en las disidencias sexuales – y en el resto de supuestos previstos en la ley –. Más al contrario, la realidad nos pone de manifiesto que estas leyes fueron, en la práctica, utilizadas como un medio de represión más, como un instrumento que criminalizaba a la disidencia sexual desde una perspectiva más amplia que la puramente penal. Estas leyes se unieron al código penal configurando un doble sistema de control de la disidencia sexual que multiplicaba sus efectos, añadiendo a la condena penal un aparente sistema de rehabilitación que, en la práctica, era una segunda condena durante la cual, además, no eran aplicables los posibles beneficios penitenciarios que sí lo eran a los delincuentes condenados (2). Esta doble criminalización, que pone de manifiesto la perversa utilización de leyes rehabilitadoras con fines puramente represivos, profundiza precisamente la ignominia del sistema represivo de la dictadura.

Se evidencia, por tanto, el hecho de que las leyes de peligrosidad social no fueron las únicas que reprimieron a los homosexuales a lo largo del franquismo y que la derogación de la ley de peligrosidad social en el año 1978 no significó la legalización de la homosexualidad durante la transición. Dicha derogación implicó la eliminación de la consideración de la disidencia sexual como un peligro social, pero no de su carácter delictivo, ya que el delito de escándalo público, como veremos, continuó aplicándose durante prácticamente una década más.

En este punto hay que añadir un término más a la ecuación: la aparición de los movimientos de liberación homosexual en el panorama de los movimientos sociales de la época. La publicación del proyecto de ley peligrosidad social en el año 1970 promovió la aparición de un nuevo sujeto político, si bien en la clandestinidad, en la España franquista. Ante la inclusión de la homosexualidad en dicho texto, un grupo de activistas catalanes iniciaron un proceso de movilización para, desde las catacumbas del activismo y con la ayuda de colectivos franceses, intentar evitar dicha mención la nueva ley. Este movimiento clandestino emergió durante los primeros años de la transición, visibilizando una lucha en la que la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social y el delito de escándalo público eran objetivos fundamentales. El Front d'Aliberament Gay de Catalunya (FAGC), fue la asociación de referencia durante esos años y la legalización de la misma se convirtió en un inesperado campo de batalla durante los últimos años de la década de los 70.

El FAGC inició su proceso de legalización en el mes de diciembre de 1978, recién aprobada la Constitución. Este acto suponía un reto al nuevo régimen constitucional que, sin embargo, respondió inicialmente con la inercia de la homofobia dictatorial: el Ministerio del Interior, en enero del año siguiente, denegó la legalización alegando la incompatibilidad de los fines de la asociación con el artículo 431 del Código Penal, el mencionado delito de escándalo público. El mantenimiento de una interpretación profundamente homófoba de dicho artículo por el recién estrenado sistema constitucional ponía en evidencia el hecho de que la legalización de la homosexualidad no era aún un hecho consumado, a pesar de la modificación de la ley de peligrosidad social, y de que el nuevo sistema no consideraba a las disidencias sexuales como dignas de ser sujetos del conjunto de derechos y libertades recogidos en la nueva y flamante Constitución.

Ante tales hechos el FAGC interpuso el correspondiente recurso y con el apoyo de una importante campaña que implicó a colectivos, un numeroso grupo de corporaciones locales catalanas y de la International Gay Asociation (IGA) (3), por fin, el 16 de junio de 1980, el Gobierno de Adolfo Suárez admitió su legalización, dándose un segundo paso en este proceso.

Otro acontecimiento a tener en cuenta, en relación con la legalización de la disidencia de género, se refiere a los avances que durante los años transicionales afectaron a los derechos de las personas transexuales. Una modificación del Código Penal, del año 1983(4), eximió de responsabilidad penal, entre otros supuestos, a la “cirugía transexual realizada por facultativos”, hasta ese momento penalizadas al ser consideradas un delito de lesiones por causar la esterilidad. Este nuevo avance despenalizador propició que las personas transexuales comenzaran a acudir a los tribunales a solicitar el reconocimiento del “cambio de sexo” con respecto al cambio la inscripción registral del nombre y del sexo, iniciativa que culminó con una Sentencia del Tribunal Supremo del año 1987 que reconocía por primera vez el derecho de una mujer transexual al cambio de nombre. Con todos los cuestionamientos que pueda hacerse la sentencia – que se refería a la afectada como “una ficción de hembra” que, en cualquier caso debería ser protegida por el Derecho –, tanto la modificación de la norma penal de 1983 como la sentencia de 1987 supusieron un importante avance de los derechos de las personas trans, que sin embargo no obtendrían una ley que regulara estas cuestiones hasta dos décadas más tarde (5).

Como se ha indicado, la utilización del delito de escándalo público como argumento para negar legalidad a las organizaciones homosexuales de la época es una muestra de que la consideración de las personas disidentes de las normas imperantes sobre el sexo/género no se consideraban dignas de ser sujetos de los más esenciales derechos fundamentales. Podían ser legalizadas sus organizaciones, pero sobre sus componentes pendía aun sobre sus cabezas la espada de Damocles del artículo 431 del Código Penal. Artículo que, aunque de manera quizás menos frecuente que en otras épocas, aún se aplicaba para reprimir las prácticas homosexuales.

Así, por ejemplo, una sentencia del Tribunal Supremo del año 1980(6) aborda el caso de dos jóvenes de 25 y 32 años de edad que, a las dos de la madrugada habían aparcado un coche en un camino para mantener prácticas sexuales, donde fueron sorprendidos por la Guardia Civil. En el juicio de primera instancia se condenó a ambos procesados por el delito escándalo público, sentencia posteriormente confirmada por el Tribunal Supremo. Hubo que esperar al año 1988 en el que, una modificación parcial del Código Penal (7) derogó dicho delito. Este hecho que culminó, ahora sí, el proceso de legalización de las disidencias sexuales y de género en España.

Se puede concluir, por tanto, que la legalización de la disidencia sexual en España fue un proceso progresivo que duró prácticamente una década. Su desarrollo se encontró con las reticencias de un sistema democrático recién inaugurado que mantenía aún muchos de los tics LGTB-fóbicos del régimen dictatorial. La comunidad LGTB no fue un sujeto al que se tuvo en cuenta durante los años transicionales de tal manera que el proceso de legalización tuvo que ser impulsado por los colectivos, incluso desde una posición de ilegalidad. La reforma de la ley de peligrosidad social en el año 1978, que eliminó la homosexualidad de las categorías de peligrosos sociales, significó el inicio del proceso. Tras este paso, la legalización de los colectivos a partir del año 1980 permitió que estos continuaran con su tarea reivindicativa desde posiciones más fuertes y seguras. Pero a la legalización colectiva no siguió pareja la consideración de los derechos individuales. Las persona trans tuvieron que esperar a la reforma del código penal de 1983 y a una sentencia del Tribunal Supremo de 1987 para ver reconocido, aunque de manera precaria y a través de complejos y humillantes procedimientos judiciales, su derecho al reconocimiento de su identidad en el ámbito registral. Por fin, la derogación del delito de escándalo público en 1988 permitió a la comunidad LGTB sentirse aliviada ante la eliminación de la posibilidad de ser sorprendidos ‘in fraganti’ en un acto sexual y ser procesados por tal delito. Esta última reforma llegó, además, en un momento crucial para la comunidad LGTB, en el que el SIDA hacía sus estragos. La epidemia del VIH tuvo nefastas y trascendentales consecuencias para la disidencia sexual y de género, a la que plantearía nuevos retos y perspectivas que se habrían de abordar en los años y décadas siguientes. Esta vez, sí, desde la legalidad, aunque no desde una verdadera igualdad legal y social, objetivo aún pendiente de alcanzar.

  • Bibliografía
  • 1/  Ley 77/1978, de 26 de diciembre, de modificación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social y de su Reglamento, «BOE» núm. 10, de 11 de enero de 1978.
  • 2/ La redención de penas por el trabajo o los posibles indultos o amnistías no eran aplicables a los peligrosos sociales, por poner un ejemplo.
  • 3/ Actualmente Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA).
  • 4/ Ley Orgánica 8/1983, de 25 de junio, de Reforma Urgente y Parcial del Código Penal.
  • 5/ Nos referimos a la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas.
  • 6/ Sentencia del Tribunal Supremo 4531/1980.
  • 7/ Ley Orgánica 5/1988, de 9 de junio, sobre modificación de los artículos 431 y 432 y derogación de los artículos 239, 566.5º, 567.1.º y 3.º y 577.1.º del Código Penal.

2017/08/03

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

El futuro ya está aquí.
"Gracias a ellas y a las extraviadas que vivieron y pelearon peligrosamente en las décadas posteriores, hoy muchas criaturas transexuales no temen al futuro, incluso en nuestros pueblos. Esto nos hace mejores como país.”
Itziar Ziga · Escritora y feminista | Naiz, 2017-08-03
Sin ed. digital / Recogido por IGLU:
https://iglu-biblioteka.blogspot.com/search/label/Petri%20Mendiluce
Recogido por Parole de Queer:
https://paroledequeer.blogspot.com/2017/11/itziar-ziga-trans.html

A las puertas de una de esas cárceles en las que mantienen desterrados a los nuestros, me hablaron este sábado de ella. Aquel crío que fue adoptado por una familia en su baserri, llevaba una diva irrenunciable dentro. Ikerne recuerda las minifaldas abisales de su amiga cuando empezaban a salir de fiesta por Andoain. Ninguna mujer defiende las señas de la feminidad más hasta el límite, incluso de su propia vida, que una transexual. Conjuran toda la misoginia de este mundo cada vez que respiran. A mediados de los ochenta se dirigió hacia Barcelona. Las grandes ciudades y sus barrios bajos acogían a estas quimeras sexuales que se asfixiaban en nuestros pueblos y villas. Allí les esperaban sus hermanas venidas de todas partes, el mercado negro de estrógenos para feminizarse a lo loco, los antros donde brillar como reinas de la noche, la prostitución, la heroína, el SIDA. La única posibilidad de ser ellas mismas que no hubieran cambiado por vivir a medio gas, aunque les precipitó a casi todas hacia una muerte prematura. Esta fue también la historia de Petri.

Treinta años después, en la misma zona, una andereño detecta la zozobra y el dolor de una criatura de tres años y decide actuar. Facilita que se redefina ante la clase y, ese nombre de chico que ya tenía elegido, brota liberando su pánico a no poder existir. Su entorno trabaja colectivamente para eliminar las resistencias, ya no hay marcha atrás. Como en todas las luchas, todo arranca cuando las primeras no pueden más y dan un paso al frente. El valor se contagia colectivamente. Aquellas travestis y mariconas que salieron a las Ramblas con el puño en alto hace cuarenta años habían sido detenidas y vejadas mil veces, ya no tenían nada que perder. Y mucho por ganar. Gracias a ellas y a las extraviadas que vivieron y pelearon peligrosamente en las décadas posteriores, hoy muchas criaturas transexuales no temen al futuro, incluso en nuestros pueblos. Esto nos hace mejores como país. Y Barcelona sigue ahí, irradiándonos posibilidad. Ardo en deseos de la Diada 2017.

2014/08/02

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | DE BIBI ANDERSEN A BIBIANA FERNÁNDEZ

Cuando Bibiana se llamaba Manolo.
Su paso por ‘Supervivientes’, desnudo integral incluido, le reportó 84.000 euros.
Manuel Román | Chic, Libertad Digital, 2014-08-02
https://www.libertaddigital.com/chic/corazon/2014-08-02/cuando-bibiana-se-llamaba-manolo-1276525122/ 

No podía faltar a esta galería semanal quien por derecho propio se lo ganó de sobra hace mucho tiempo, pues se ha desnudado en un sinfín de ocasiones mostrando sus vergüenzas sin pudor alguno, la última a través del programa ‘Supervivientes’ en una escena probablemente calculada por su protagonista (tal vez con el acuerdo tácito de los responsables del programa y sus guionistas). Mientras sus compañeros participantes trataban de construir un refugio en la playa hondureña donde se encontraban, Bibiana Fernández, nada hormiguita en tal ocasión, prefirió dedicarse al ‘dolce far niente’, tumbándose sobre la fina arena, en pelota picada. Llevaba veintiocho jornadas en el lugar, contratada por Telecinco como estrella de su nueva edición de 'Supervivientes', a razón de veintiséis mil euros semanales. Pactada o no su marcha, fue expulsada del grupo, retornando a España sabiendo que en su cuenta bancaria tenía ingresados ochenta y cuatro mil euretes. Que le permitirán disfrutar este verano unas buenas vacaciones. Eso sí, a su vuelta, J. J. Vázquez la increpó duramente, cruzándose ambos una serie de reproches y explicaciones, que quizás también estuvieran previstas en el guión. El caso es que Bibiana Fernández, algo olvidada en los últimos años pese a su presencia como colaboradora del programa de Ana Rosa, volvió a reverdecer sus años del pasado, cuando era personaje frecuente en las páginas de las revistas del corazón y los espacios televisivos afines. Como habrá espectadores y lectores jóvenes que desconozcan el "curriculum" de esta inquietante mujer que con finos tacones se pone en el uno noventa de estatura y habla con un desparpajo sin igual, les contaré su identidad de ayer.

Bibiana... se llamaba Manolo. Manuel Fernández Chica, para precisar. Nacido el 13 de febrero de 1954 en Tánger. Sus padres se separaron. El progenitor era taxista. Hombre dado, fuera de servicio, a correrías nocturnas que lo llevaban a puticlubs de la capital marroquí. Manolito iba a recogerlo con las del alba para trasladarlo a casa a "dormir la mona". No olvidaría quien era entonces un guapo mozo aquellos antros, con mujeres semidesnudas. Porque él mismo, mirando su cuerpo frente al espejo, se notaba diferente. Vivió su primera juventud en Málaga. Llamado a cumplir el servicio militar, se armó la marimorena en el cuartel porque los movimientos de caderas del joven recluta no le hacían precisamente un candidato como los demás a llevar un Cetme al hombro. Así es que lo licenciaron pronto. Se fue a Barcelona. Ya tenía hacía mucho tiempo decidido que quería ser artista. Conoció los lugares golfos del Paralelo. Actuó en locales de la cadena Ferrer, entre chicas de alterne y travestís como él. El dueño le sugirió llamarse Bibi Andersen (apelativo muy similar al de una conocida actriz sueca). Debutó luego en la compañía de revistas de Juanito Navarro. Hubo gacetilleros que escribían sobre la ambigüedad de Bibi. ¡De ambigüedad, nada! Era todo un tío, con movimientos afeminados, que mostraba sus atributos viriles en cuanto le dejaban en el escenario.

El notable director cinematográfico Vicente Aranda lo contrató para su película ‘Cambio de sexo’, en 1976, junto a Victoria Abril. Le iba su papel que ni pintado. A todo esto fue sometiéndose a tratamientos hormonales con estrógenos. Leí yo por entonces algo sobre ese entonces oscuro asunto que la prensa no solía divulgar mucho, temerosa aún por la censura. Una tal Angie von Pritt, ducho –ducha- en la cuestión, me sacó de dudas: "En la escala de la homosexualidad está el homosexual a secas; el travestí, que es el señor que se viste de señora; el transexual, que vive, actúa y piensa como mujer... sólo que tiene pene y, una vez operado, ya es una señora". Cuando conocí a Bibi Andersen y almorcé a su lado en el Club Internacional de Prensa, me dijo sobre el particular: "Que me califiquen como travestí, no me gusta porque yo me siento mujer. ¡Qué importa que yo tenga el órgano sexual masculino...! Pienso, sueño, siento como una mujer". Eso me decía en 1978, añadiendo que no quería operarse. La intervención costaba bastante: trescientas mil pesetas. Cambiaría de opinión unos años más tarde. Sometida a una cirugía conocida como vaginoplastia. En 1994 ya tenía su carné de identidad como mujer, figurando en él como Bibiana Manuela. Con su nombre artístico originario, el de Bibi Andersen, puede presumir de haber sido dirigida por Pedro Almodóvar (‘Matador’, ‘La ley del deseo’, ‘Tacones lejanos’ y ‘Kika’). A las órdenes de Gutiérrez Aragón, en ‘La noche más hermosa’. Luego sumó, en papeles o menos episódicos, títulos como ‘Sé infiel y no mires a quien’, ‘Remando al viento’, ‘Acción mutante’, ‘Más que amor, frenesí’... Fue presentadora en programas de televisión. Y hasta cantó coplas, boleros y grabó baladas pop en un disco de 1980 (‘Call me lady Champagne’ y ‘Sálvame’). Fue en 1998 cuando adoptó definitivamente su verdadero nombre, Bibiana Fernández, para ser también así conocida artísticamente, anunciándose en los últimos tiempos en una obra teatral junto a su buena amiga Loles León.

¿Qué hay de su biografía sentimental? Su primer novio serio se llamaba Javier Serrano y convivió con él catorce años. El segundo, Asdrúbal Ametler González, le duró menos, separándose en 2003. Ignoro con quién se entiende ahora. De su personalidad, diré que es la de una mujer lista, de gran rapidez mental en conversaciones y entrevistas periodísticas, que se comporta con mesura y educación, controlando su manifiesto genio. Ha sufrido mucho en esta vida, aguantando carros y carretas, insultos y desprecios, críticas por su condición sexual. Y a mí, como aquel personaje del poeta malagueño José Carlos de Luna, ‘El Piyayo’, Bibiana Fernández, me merece un respeto imponente.

2013/11/19

DOCUMENTACIÓN | VIOLENCIA | EL ASESINO JOAQUÍN VILLALÓN DÍEZ SALE DE PRISIÓN ESTA SEMANA

El asesino Joaquín Villalón Díez sale de prisión esta semana.
Saldrá del centro penitenciario de Segovia por la anulación de la 'doctrina Parot', por la que tenía previsto ser excarcelado en 2023 El asesino estranguló y descuartizó a su amante embarazada; prendió fuego a una transexual que terminó muriendo por las quemaduras; y dio una paliza, ahogó y robó a otra transexual.
Mateo Balín | Colpisa, Diario de Navarra, 2013-11-19
https://www.diariodenavarra.es/noticias/mas_actualidad/nacional/2013/11/19/el_asesino_joaquin_villalon_diez_sale_prision_esta_semana_137424_1031.html 

"Podrán salir etarras, asesinos en serie y violadores, pero de todos el perfil psicológico de Joaquín Villalón Díez es el que más pavor y escalofríos me produce". Las palabras son de un alto cargo de la judicatura conocedor de los informes mentales del reo, que esta semana saldrá del centro penitenciario de Segovia por la anulación de la 'doctrina Parot', por la que tenía previsto ser excarcelado en 2023.

Sin la atención mediática del 'violador del portal' o el del 'ascensor' o del mismo asesino de Villarobledo, beneficiados también por la sentencia de Estrasburgo, Joaquín Villalón Díez se prepara para salir a la calle libre de ataduras tras 21 años entre rejas, donde ha convivido con un cuadro mental de alto riesgo según los tres peritos psiquiátricos que le vieron en su juicio.

Entonces concluyeron que el conocido como 'el asesino señorito', por la impecable percha con la que esparció su terror sanguinario entre el colectivo transexual de Madrid en otoño de 1992, sufría "un trastorno psicopático de la personalidad con posibles rasgos esquizoides y paranoides, que retratan su frialdad, desadaptación, paroxismo, insinceridad, falta de afectividad, egoísmo, megalomanía...".

A lo que se suma un trastorno de sexualidad que se concreta en el denominado "transvestismo fetichista", reseñaban entonces los especialistas. Es decir, esa fijación racional de los transexuales para conseguir por cualquier medio su fin, que no era otro que matarles para luego robar sus pertenencias. En suma, "estamos ante un psicópata de libro con un afán desmedido por el dinero", concluía la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de febrero de 1995, que no consideró este cuadro como total eximente porque Villalón Díez "conservaba pese a todo el juicio y la capacidad crítica pese a tener alguna merma cognitiva". No obstante, el fallo aconsejaba darle un tratamiento en prisión "a fin de evitar acciones similares".

Fue ese afán del 'señorito' por los transexuales y el dinero el que sembró el miedo en Madrid entre septiembre y octubre de 1992. Salía España de la celebración de dos grandes eventos mundiales, los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, cuando los telediarios llevaron a las casas de toda España la figura de un hombre trajeado, cara amable y peinado con raya a un lado. Un tipo de complexión media, nacido en Mérida en 1956, casado y residente en el barrio de Arganzuela de Madrid. Al que bautizaron como 'el asesino señorito'.

Historial sangriento
Pero antes de llegar al asesinato y homicidio de los transexuales 'Carmen' y 'Joana', el próximo beneficiado por la anulación de la 'doctrina Parot' comenzó su periplo criminal en 1981, en un escalofriante suceso que retrata a la perfección su mente perturbada. Con solo 25 años, Villalón asesinó, descuartizó y abandonó en un monte a su amante, Paquita García, a la que había ocultado que estaba casado y que tenía dos hijos, y a la que había prometido matrimonio después de que ésta se quedara embarazada.

Los restos de Paquita fueron encontrados por unos niños que jugaban en el monte repartidos en cinco bolsas. La investigación determinó, como recoge la edición de ABC del 4 de agosto de 1981, que Joaquín había matado por estrangulamiento a su amante en el transcurso de una discusión y que posteriormente había trasladado su cadáver hasta un taller donde la descuartizó con una sierra mecánica.

En la noche del 27 de septiembre de 1992, en un permiso carcelario tras cumplir diez de los 17 años de su condena, Villalón se disfrazó de 'asesino señorito' para visitar la casa de José Indalecio C. R., conocida como 'Carmen', rociarle con un espray, dejarle inconsciente, atarle una cadena al tórax y prenderle fuego. Murió cuatro meses después por las graves quemaduras causadas.

El 9 de octubre visitó a José Manuel M. S., 'Joana', en su casa y de buenas a primeras le dio una paliza, llenó su bañera y le ahogó. Después robó las pertenencias de su víctima por más de 1,6 millones de pesetas. El 28 de octubre la Policía le detuvo en su casa y encontró el botín.

DOCUMENTACIÓN
El 'señorito' extremeño sale de prisión.

Joaquín Villalón fue condenado en febrero de 1995 a 59 años y 4 meses de prisión por matar a dos transexuales para robarlos.
Mateo Balín | Hoy, 2013-12-10
https://www.hoy.es/20131210/local/senorito-extremeno-saldra-prision-201312101818.html
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El 'asesino señorito', que descuartizó a su amante y asesinó a dos travestis, en libertad.

El preso Joaquín Villalón Díaz, conocido como el asesino señorito por su elegante indumentaria, abandonará esta tarde el centro penitenciario. Su condena se extendía hasta 2033.
EFE | El Confidencial, 2013-12-10
https://www.elconfidencial.com/espana/2013-12-10/el-asesino-senorito-que-descuartizo-a-su-amante-y-asesino-a-dos-travestis-en-libertad_64600/
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El «asesino señorito» sale de la cárcel de Segovia.

Fue condenado en febrero de 1995 a 59 años de prisión por matar a dos transexuales. Antes, había asesinado a su mujer, que estaba embarazada, descuartizándola con un serrucho.
EFE | ABC, 2013-12-10
https://www.abc.es/espana/20131210/abci-asesino-senorito-excarcelacion-201312101637.html

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