2021/02/16

DOCUMENTACIÓN | JUSTICIA | EL CONSTITUCIONAL AVALA LA CONDENA A SIMÓN VIÑOLS, EL MÉDICO DE LA TRAGEDIA DEL MADRID ARENA

El TC avala la condena al médico de la tragedia del Madrid Arena.
Valida que el Tribunal Supremo condenara a Simón Viñals por un delito de imprudencia grave por no atender a una de las jóvenes que acabó muerta.
Carlota Guindal | La Vanguardia, 2021-02-16
https://www.lavanguardia.com/vida/20210216/6250263/tc-avala-condena-medico-tragedia-madrid-arena.html 

El Tribunal Constitucional ha avalado la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba al médico Simón Viñals a un año de prisión por un delito de imprudencia grave con resultado de muerte, en la modalidad de imprudencia profesional, por no atender a la joven Cristina Arce en una fiesta de Halloween en el recinto del Madrid Arena en el año 2012, en el que acabaron muertas cinco chicas tras una avalancha por haber sobrepasado el aforo máximo permitido.

Además de la condena al principal acusado, Miguel Ángel Flores, el Supremo también fijó la responsabilidad penal para Viñals, que formaba parte del servicio médico apostado en el recinto aquella noche, al considerar que no atendió a la chica y de haberlo hecho podría haberla salvado.

La Audiencia Provincial de Madrid le había absuelto en primera instancia porque a pesar de reconocer su actitud negligente entendió que aunque hubiera atendido a la joven el resultado de muerte no hubiese variado, criterio tumbado por el alto tribunal.

Viñals recurrió en amparo al Tribunal Constitucional alegando la doctrina del propio órgano que fija que en una sentencia de casación, si se modifica de una absolución a una condena, el acusado debe ser escuchado nuevamente, algo que no ocurrió en este asunto.

Sin embargo, el TC no le da la razón y concreta su criterio. Según explican fuentes del tribunal de garantías a La Vanguardia, se rechaza su recurso porque el acusado sólo debe ser escuchado de nuevo si el tribunal modifica los hechos probados, no si hace una nueva valoración de la cuestión jurídica, como ocurre en este caso.

Es decir, en la sentencia de la Audiencia de Madrid se reconocía el comportamiento negligente del médico, al no actuar con los protocolos médicos en ese tipo de situaciones. Sin embargo, entendió que no se podía considerar un delito por imprudencia porque de haber intervenido el resultado de muerte no hubiese cambiado.

Lo que hace el Supremo es hacer una tipificación distinta pero mantiene los mismos hechos probados por lo que no había obligación de volver a escuchar al acusado. El Supremo sostiene que fue negligente y que tenía que haber asumido posición de garante. Al no actuar incrementó el riesgo de que se muriera.

Apreciación jurídica
Lo que fija ahora el tribunal, en una sentencia que ha contado con un voto en contra, es que la sentencia del Supremo que modifica de la absolución a la condena fue una cuestión de apreciación jurídica, de calificación jurídica. Cuando hay una corrección de calificación jurídica de los hechos por un error jurídico no es necesario un nuevo interrogatorio.

El tribunal fija entonce que cuando hay una distinta valoración de la prueba, de los hechos, sí que hay que oir al acusado de nuevo, pero no cuando se reinterpreta la calificación.

La sentencia del Supremo explica que al actuar negligentemente incrementó el riesgo de que la joven, que fue trasladada con vida a la enfermería del recinto, falleciera debido a las graves lesiones que padecía tras el aplastamiento sufrido en el vomitorio del Madrid Arena tras producirse la avalancha.

En la sentencia, quedó fijado que Viñals “no llevó a cabo las maniobras más elementales de reanimación”, afirmando que se “omitió toda diligencia debida”.

Para el Supremo es “innegable” que la actuación de Viñals incrementó el riesgo para la vida de la joven, ya que “llegó viva a su servicio médico, y nada hizo el acusado por reanimarla”.

DOCUMENTACIÓN | VIOLENCIA | "EL CAZADOR DE MARIPOSAS": ASÍ ERA EL ASESINO EN SERIE DE TRAVESTIS DE LA RUTA PANAMERICANA

“El cazador de mariposas”: así era el asesino en serie de travestis de la ruta Panamericana.
Bautizado como “Travestilandia”, se trataba de un tramo ilegal de unos ocho kilómetros donde las travestis solían recibir las agresiones de los proxenetas o de la policía que protegía el comercio sexual.
La Razón, 2021-02-16
https://www.larazon.es/internacional/20210216/r5x4cab4zndgdejnnr67hrxu4a.html

Existe una historia aterradora que se remonta a la segunda mitad de la década del 80 en la famosa ruta Panamericana. Un total de 28 mujeres travestis fueron brutalmente asesinadas en días diferentes entre las zonas de Florida y San Isidro por un asesino que tenía un apodo: “Le llamaban el atrapa mariposas o el caza mariposas”, según el testimonio de Carla Pericles, superviviente de un ataque.

Por aquel entonces la policía no investigaba este tipo de sucesos y los casos quedaban archivados como “accidentes”. ”En la Panamericana se mezclaban en aquella época los supuestos accidentes de chicas que morían al cruzar la ruta, para escapar de la policía, con los asesinatos”, recuerda María Belén Correa, fundadora del Archivo de la Memoria Trans. “Muchas fueron enterradas como NN (”nombre desconocido”) porque no tenían familiares y si las amigas iban a reclamar el cuerpo se exponían a caer detenidas”, agrega Correa.

Otra testigo de aquella época, Cintia Di Carlo Scotch, elevó el número de víctimas: “Esa ruta maldita se llevó a 60 compañeras”. Algunos investigadores no creen en la hipótesis de un solo asesino como único responsable y analizan otros aspectos en un contexto de violencia extrema. El período con mayor cantidad de muertes tuvo lugar entre 1986 y 1989, aunque hay algunos registros de 1993 donde Travestis Unidas, una de las primeras organizaciones de travestis, organizaron protestas en la Panamericana porque seguían produciéndose asesinatos.

Se trataba de un tramo ilegal, bautizado como “Travestilandia”, de poco más de ocho kilómetros. Las travestis solían recibir las agresiones de los proxenetas o de la policía que protegía el comercio sexual. También había veces que se trataba de personas que aleatoriamente disfrutaban del acto de matar a las travestis.

Una superviviente
Carla Pericles trabajó en la Panamericana hasta que las amenazas de muerte de un comisario la obligaron a abandonar el país, primero a Francia y después a Italia, donde vivió durante veinte años. Según un testimonio publicado en un reciente libro del Archivo de la Memoria Trans, que recopila fotografías y testimonios, afirma que el asesino de travestis circulaba en un Peugeot 504 de color crema y se le atribuye, entre otros crímenes, el de su compañera a quien llamaban la Robotina.

Estos relatos también describieron a un asesino rubio con una cicatriz en el rostro que se desplazaba en un vehículo blanco y negro, o en un Falcon verde. La noche en que lo conoció, Carla había tomado whisky antes de salir porque tenía miedo.

“Me desocupé de un cliente y me metí detrás de unos árboles para acomodarme la ropa. Cuando salí, vi un Peugeot con las mismas características del tipo del que hablaban”, explica la chica, quien observó que el conductor tenía una pistola en la mano. Nada más subir al coche, “me adelanté y le propiné una patada con tanta suerte que le hice caer el arma de la mano”. Si bien escapó después de darle una paliza al cazador, Carla no pudo volver a la Panamericana.

2021/02/12

DOCUMENTACIÓN | VIOLENCIA | EL ESTREMECEDOR MITO DEL ASESINO SERIAL DE TRAVESTIS EN LA PANAMERICANA Y SUS CRÍMENES IMPUNES

Sus compañeras trasladan el cuerpo de Nancy de Martelli, agosto de 1987 //

El estremecedor mito del asesino serial de travestis en la Panamericana y sus crímenes impunes.
Osvaldo Aguirre | Infobae, 2021-02-12

https://www.infobae.com/sociedad/2021/02/12/el-cazador-de-mariposas-el-estremecedor-mito-del-asesino-serial-de-travestis-en-la-panamericana-y-sus-crimenes-impunes/

En la segunda mitad de la década del 80, las chicas travestis eran brutalmente asesinadas en la ruta entre Florida y San Isidro. La policía no investigaba y los casos quedaban asentados como “accidentes”. El misterioso hombre armado que recibió una patada de una travesti que se salvó de un ataque y el rubio con una cicatriz en la cara señalado como el criminal. Las historias de las víctimas y los testimonios de quienes sobrevivieron. La verdad y la leyenda detrás del horror.

El rumor era cada vez más fuerte. Había alguien que recorría durante la noche la ruta Panamericana, entre Florida y San Isidro, y mataba travestis. Corría la segunda mitad de la década de 1980 y la zona, con la plena vigencia de los edictos policiales y la indiferencia de la justicia ante las denuncias, estaba liberada para los abusos y los crímenes. El asesino tenía un apodo: “Le decían el atrapa mariposas, o el caza mariposas”, según el testimonio de Carla Pericles, sobreviviente de un ataque, en el Archivo de la Memoria Trans.

“En la Panamericana se mezclaban en aquella época los supuestos accidentes de chicas que morían al cruzar la ruta, para escapar de la policía, con los asesinatos”, recuerda María Belén Correa, fundadora del Archivo de la Memoria Trans. En esa serie de muertes cuyos responsables no fueron investigados, “el que se hizo conocido a través del boca a boca fue el caza mariposas”.

En su edición del 18 de agosto de 1987, la revista ‘¡Esto!’ contabilizó 28 travestis muertas en distintos episodios ocurridos en la Panamericana.

“Muchas fueron enterradas como NN porque no tenían familiares y si las amigas iban a reclamar el cuerpo se exponían a caer detenidas”, agrega Correa, también fundadora con Claudia Pía Baudracco de la Asociación de Travestis de Argentina (1993). Otra testigo de la época, Cintia Di Carlo Scotch, eleva el número de víctimas: “Esa ruta maldita se llevó a 60 compañeras”.

Marce Butierrez y Patricio Simonetto, quienes investigaron las primeras organizaciones de travestis en la época, descreen de la hipótesis de un asesino individual como único responsable y analizan otros aspectos en un contexto de violencia extrema. “Los asesinatos en la Panamericana tenían diferentes características dependiendo de la zona en que ocurrían”, afirma Butierrez, activista travesti, antropóloga e investigadorx feminista queer.

El período con mayor cantidad de muertes transcurrió entre 1986 y 1989, aunque “hay algunos registros de 1993 donde Travestis Unidas, una de las primeras organizaciones de travestis conformada por Kenny de Micheli, Sandy González y Gabriela Carrizo organizaron protestas en la Panamericana porque seguían produciéndose asesinatos”, dice Butierrez.

En un tramo de poco más de ocho kilómetros, bautizado “Travestilanda” por la revista ‘¡Esto!’, “los conflictos en Munro, Martínez y Villa Martelli tenían que ver con peleas entre las travestis y quienes intermediaban en la venta de sexo de las prostitutas cis”, agrega Butierrez. Vicente López, en particular, “era un espacio vedado para las travestis, que solían recibir las agresiones de los fiolos o de la policía que protegía el comercio sexual” y a la altura de Tigre “a veces eran personas que aleatoriamente disfrutaban del acto de matar a las travestis. Y hay también registros de casos en los que eran asesinadas en hoteles y tiradas en la ruta”. Había un denominador común: “Los casos quedaban asentados como accidentes, sin que se produjeran mayores investigaciones”.

Cara a cara

Carla María Pericles (1953-2020) trabajó en la Panamericana hasta que las amenazas de muerte de un comisario la decidieron a irse del país, primero a Francia y después a Italia, donde vivió durante veinte años. En un relato publicado en un reciente libro del Archivo de la Memoria Trans que recopila fotografías y testimonios, afirma que el asesino de travestis circulaba en un Peugeot 504 de color crema y le atribuye entre otros crímenes el de su compañera de la época, a quien llamaban la Robotina.

La noche en que lo conoció había tomado un whisky antes de salir, porque tenía miedo. “Me desocupé de un cliente y me metí detrás de unos árboles para acomodarme la ropa. Cuando salí vi un Peugeot con las mismas características del tipo del que hablaban”, dice Pericles, quien observó que el conductor tenía una pistola en la mano.

Apenas subió al auto, por la puerta rasera, “me adelanté y le tiré una patada, con tanta suerte que le hice caer el arma de la mano”. Si bien escapó después de darle una paliza al cazador, Carla Pericles no pudo volver a la Panamericana.

Los rumores sobre el cazador llegaron a la prensa de la época, aunque las referencias son contradictorias e imprecisas. Las crónicas también describieron a un asesino rubio con una cicatriz en el rostro que se movilizaba en un auto blanco y negro, o en un Falcon verde, como en los procedimientos clandestinos de la policía y los militares durante el terrorismo de Estado.

Los testimonios apuntaron a un desconocido que atropellaba a las travestis con su auto o que las agredía después de acercarse como un cliente. “A Marcela Ibáñez le pegó una puñalada cuando bajaba del coche. El tipo salió con ella, todo bien, pero cuando bajó la Ibáñez sintió como una trompada. Se dio cuenta al rato por la sangre. Se salvó porque tenía un cinturón ancho”, recordó Cintia Di Carlo Scotch.

En su crónica del 18 de agosto de 1987, la revista ‘¡Esto!’ propuso una serie de hipótesis extravagantes para explicar las muertes: proxenetas que reaccionaban “ante la desleal competencia de los travestis”; “guerra” entre las propias travestis; cruzados que actuaban en nombre de la moral; “algún loco suelto”; una “probable secta de iluminados dispuesta a impedir que surjan nuevas Sodoma y Gomorra” o bien “una secreta secta de lesbianas”. La responsabilidad policial en las persecuciones parecía cuidadosamente omitida en esas especulaciones.

En la misma línea, en una producción del informativo ‘Nuevediario’, una psicóloga señaló “un deseo inconsciente de la propia destrucción” y una supuesta “pulsión de muerte” sin tomar nota de los abusos denunciados en la Panamericana. El noticiero incluyó una entrevista con una travesti identificada como Mary, de Nogoyá, Entre Ríos, quien dijo que “en el lapso de unos meses han muerto 13 travestis”. Sin embargo, el programa prefirió cuestionar a las trabajadoras sexuales por ejercer la prostitución y “automarginarse”.

En una entrevista con la revista ‘Flash’ publicada en enero de 1987, la actriz travesti Deborah Singer denunció la muerte de cuatro compañeras cerca del cruce con la avenida Márquez. “La última fue Shirley, uruguaya, que se encontraba trabajando por la Panamericana cuando se pronto una patrulla policial estaba detrás de ella -relató. Por supuesto, la metieron en el auto y se la llevaron para la comisaría. A los pocos metros, Shirley tuvo oportunidad de escapar y saltó del automóvil. Asustada, cruzó la ruta y la agarró un auto, que la mató instantáneamente”.

El penal de la comisaría de Munro había sido destinado para alojar exclusivamente a las travestis. “Si estabas parada en la ruta, la policía te podía detener por los edictos y te exponías a pasar 30, 60, o 90 días en un calabozo -dice María Belén Correa-. En esa situación, muchas de las chicas preferían correr el riesgo de cruzar los ocho carriles de la Panamericana en medio de los camiones y los autos. Era la única escapatoria posible”.

El Archivo de la Memoria Trans reconstruyó entre otros casos de travestis muertas en esas circunstancias los de Fabiola la patrullero, una paraguaya de 18 años que había pagado una coima a la policía -según ‘¡Esto!’- y sin embargo murió el 20 de diciembre de 1987 perseguida por un auto de la seccional 2ª de Martínez. Y en agosto del mismo año el de Nancy de Villa Martelli, cuyo cuerpo desmembrado fue sin embargo rescatado por un grupo encabezado por Perica Burrometo, llamada “la Ubaldini de las travestis” por sus reclamos y gestiones ante la policía y la justicia.

La trama oculta de la violencia

Déborah Singer actuaba entonces en shows y carnavales y era la única travesti afiliada a la Asociación de Artistas de Variedades. “La policía de la provincia de Buenos Aires tiene miedo de detener a delincuentes -declaró a la prensa-. Se cubren yendo a arrestar a travestis”.

“Existían diversas violencias hacia las travestis”, dice Marce Butierrez, quien destaca como clave la acción de la policía: “Los comisarios tenían mucho más poder que un juez, de hecho tenían la facultad de aplicar a su criterio los edictos policiales y códigos contravencionales, y hasta de juzgar y dictar una condena”. La antropóloga también destaca: “La violencia que la sociedad civil ejerció contra las travestis, denunciándolas, acosándolas en la vía pública, siendo indiferente a lo que pasaba”.

Patricio Simonetto, especialista en historia social y cultural de la diversidad en América Latina e investigador en el University College de Londres, sostiene: “La violencia contra las travestis articula el resentimiento de sujetos que sienten que su pertenencia a identidades como el ser varón es cuestionada por quienes no siempre se ajustan a los marcos binarios del género”. Además, “en la violencia de los años 80 había también grandes cuotas de clasismo y racismo, porque este odio a la transgresión de género está cargado también por un deseo profundo de distanciarse de todo aquello que se considera marginal”.

En ese marco el investigador cuestiona la actitud del periodismo. “En particular sobre los asesinatos en la Panamericana, ayer como hoy, muchos buscaban el morbo y la burla. Usaban fotos de sus cuerpos desmembrados, se preguntaban cuántos litros de siliconas tendrían, intentaban averiguar un nombre que ellas no usaban o hablar con sus familias. Hubo excepciones, pero en general los periodistas escribieron para justificar la masacre de las travestis”, dice Simonetto.

“Revisar estos archivos te remueve un poco las tripas, hay fotografías súper explícitas, relatos muy crudos”, agrega Butierrez, en relación a sus investigaciones en la prensa de la época. Pero “también te das cuenta de que siempre hubo detrás una comunidad de travestis preocupadas y organizándose” que aprovechó el interés periodístico para difundir los crímenes y poner de esa manera un límite a los abusos.

Las muertes de la Panamericana desencadenaron la primera movilización de travestis en la democracia. El lunes 21 de diciembre de 1986 unas veinte travestis se reunieron en la Plaza de Mayo. Llevaban una carta para el presidente Raúl Alfonsín y pancartas que decían “Queremos tolerancia”, “Basta de abusos” y “Queremos igualdad de derechos”. Entre ese año y el siguiente, “las travestis irrumpieron en la Argentina post-dictatorial con una agenda básica: el derecho a poder vivir y circular libremente, un derecho básico que la sociedad argentina les negó y que les sigue negando a muchas en la práctica”, afirma Patricio Simonetto, quien señala que esas manifestaciones “desbordaban totalmente lo esperado para la Argentina democrática”.

La marcha se realizó al día siguiente de la muerte de Fabiola la patrullero, llamada así por su voz de alerta cuando veía un auto de la policía y fue impulsada por Mónica Ramos, una uruguaya radicada en Tigre que nucleó a sus compañeras en lo que se conoció como el Fuerte Travesti. Ramos fue a su vez asesinada a tiros en agosto de 1990, en otro crimen que quedó impune.

Un método para matar

Para Simonetto, “el centro de la cuestión no es si hubo o no un solo asesino” sino la trama social en que las víctimas resultaron víctimas de crímenes, agresiones de clientes, apremios policiales y muertes en la ruta. “Tengo un recuerdo muy patente del papá de un amigo que nos llevó a ver en auto a las travestis que vendían sexo en una avenida del conurbano bonaerense, para reírnos de ellas. Mi pregunta es cuáles son esas pedagogías profundas que han sostenido este odio, este deseo de exterminarlas que luego encarnan estos asesinos”, dice.

Para Butierrez, el caza mariposas “tiene más ribetes de un mito” y de “un invento de la prensa en sintonía con una profusa cantidad de experiencias similares en otros países que investigaban asesinos seriales”, como la de Peter Suttcliffe, el llamado destripador de Yorkshire que asesinó a trece mujeres en Inglaterra entre 1975 y 1980. “La versión de un asesino serial es cómoda para todos, exime a la policía, justifica el odio hacia las travestis en un asesino con ribetes psicopáticos, exime a los vecinos y limpia de conflictos la escena”, dice la investigadora. Sin embargo, agrega, “es probable que haya habido algún caso que se corresponda a un crimen con motivaciones más individuales”.

Los testimonios “hablan de un método para matar en donde no habría resultado extraña la connivencia entre la policía y algún efectivo de civil subido a un auto sin identificación y hay declaraciones donde incluso se señala a los vehículos particulares de oficiales de la Bonaerense: todo eso está sin investigar”.

Si las muertes cesaron en la ruta, “con el tiempo esa conflictividad migró a otros espacios, otros barrios”, afirma Butierrez. “La violencia está hoy en los hospitales, cuando no te quieren atender. El artículo 11 de la Ley de Identidad de Género no se está cumpliendo”, denuncia María Belén Correa en alusión a la norma que establece el derecho de las personas de acceder a intervenciones quirúrgicas o tratamientos hormonales para adecuar sus cuerpos a la identidad de género autopercibida.

Las razones por las que el criminal no fue identificado podrían encontrarse en el relato de la sobreviviente que lo enfrentó. Carla Pericles cuenta que aquella noche el escarmiento que le dio al cazador tuvo testigos, ya que “pasaron coches a mirar” y a pocos metros había una parrilla en la que unos policías “hacían como si no me conocieran”.

-¿Sos loca, Carla? -le preguntó finalmente uno de los policías en el lugar- ¿Qué estás haciendo?

-Llevalo preso -respondió Pericles, y señaló al hombre al que había dejado inconsciente, con golpes y mordeduras-. Es el atrapa mariposas, él mata a las travestis.

-¡No! -contestó el otro-. Es el nuevo comisario.

2021/02/06

DOCUMENTACIÓN | VIOLENCIA | LA VIDA DEL BARRIGA, DE TESTIGO PRINCIPAL EN EL CASO ARNY A TRIPLE HOMICIDA

La vida del Barriga, de testigo principal en el caso Arny a triple homicida.
El autor confeso del crimen de Brenes destapó el escándalo de prostitución homosexual de menores que ahora cumple 26 años. Tras el juicio del Arny fue condenado a cinco años por atracar a unos turistas y unos estudiantes. Al salir de la cárcel, en 2004, mató a golpes a un anciano con el que había concertado una relación sexual.
Fernando Pérez Ávila | Diario de Sevilla, 2021-02-06
https://www.diariodesevilla.es/sevilla/vida-Barriga-testigo-principal-Arny-triple-homicida_0_1544846272.html 

La vida de José Antonio Sánchez Barriga ha estado marcada por la delincuencia, las drogas, la prostitución homosexual y el submundo en general desde que era muy joven. Hoy es noticia por ser el autor confeso de un homicidio en su pueblo, Brenes, pero no es la primera vez que acapara espacio en los medios de comunicación. Cuando todavía era menor de edad se convirtió en el testigo principal en el caso Arny y sobre su relato se construyeron las acusaciones de un escándalo sexual que sacudió a la Sevilla de los años noventa, dada la cantidad de famosos que fueron relacionados con el caso.

La denuncia inicial del que entonces fue conocido con el nombre en clave de Eduardo o como testigo número uno destapó la investigación sobre el establecimiento situado en la plaza de Armas, en el que se prostituían jóvenes menores de edad. Ya por entonces, Sánchez Barriga tenía antecedentes penales. De hecho, estaba relacionado con un homicidio cometido cuando aún no había cumplido los 18 años.

La primera denuncia se presentó en febrero de 1995, si bien la sentencia de la Audiencia de Sevilla desacreditaría después su testimonio. "Absolutamente ninguna credibilidad merece al tribunal habida cuenta de las múltiples declaraciones prestadas y contradicciones en que ha incurrido, ignorándose cuándo ha dicho la verdad, si es que alguna vez la ha dicho", dijeron los jueces. Este testigo fue el que, por ejemplo, acusó al juez de menores Rico Lara, ya fallecido, y la Audiencia concluyó que tenía "motivos de animadversión" hacia el magistrado, por que éste le había retirado la guardia y custodia a la madre del joven y había decidido su internamiento en correccionales.

En una ocasión llegó a decir que todo era un montaje para tapar la trama de los GAL y que un jefe de la Policía Nacional le había colocado un revólver en la cabeza para que no retirara las acusaciones. Dijo también que le ofrecieron dinero a cambio de acusar a famosos. El caso Arny acabaría con la mayoría de los acusados absueltos. Sólo fueron condenadas 16 de las 49 personas que fueron enjuiciadas. Casi todos los famosos fueron absueltos por la falta de credibilidad de los testimonios de los menores que los habían acusado, con Sánchez Barriga a la cabeza.

Las imágenes del juicio, con un desfile de famosos pasando por la Audiencia de Sevilla y algunos de los acusados disfrazados con caretas, gafas de broma o vestidos de nazarenos, forman parte ya de la memoria colectiva de la ciudad. El dueño del pub, Carlos Saldaña, fue condenado por once delitos de prostitución de menores a una pena de 33 años, pero el principio legal de cumplimiento efectivo del triple de la máxima pena individual impuesta le permitió salir de la cárcel en octubre de 2007, tras nueve años dentro.

La Audiencia también condenó a 18 años al encargado del local, José Antonio González Losada, mientras que Domingo Arnaldo Concha, el bailarín conocido como Arny y que había dado nombre al club, fue condenado a un año y nueve meses. Arnaldo Concha murió en diciembre de 2007 en el Hospital Virgen del Rocío, como consecuencia de un infarto. Muchas de las condenas impuestas a los 16 acusados fueron finalmente suspendidas, al ser iguales o inferiores a los dos años de prisión.

Sánchez Barriga sería condenado poco después del mediático juicio del Arny por dos robos a punta de navaja, uno a unos turistas en el Parque de María Luisa y otro a unos estudiantes en el Prado de San Sebastián. Ambos episodios ocurrieron en octubre de 1996 y coincidieron con las sesiones del juicio en el que era el testigo principal.

Para entonces, ya había alcanzado la mayoría de edad y se enfrentaba a penas mucho más duras que durante su etapa de menor. Por esos dos robos con violencia e intimidación fue condenado a cinco años de prisión. Salió de la cárcel salmantina de Topas en diciembre de 2003. Menos de cuatro meses más tarde, a finales de marzo, ya con 26 años, mató a golpes a un hombre de 72 años con el que había acordado un encuentro sexual. Lo golpeó con una viga de hormigón después de una discusión sobre la relación que habían concertado, tras conocerse en la estación de Santa Justa.

Fue detenido poco después por la Guardia Civil como presunto autor del homicidio, el segundo en su historial tras el primero que cometió cuando era menor de edad. Como hizo este viernes en Brenes en su tercera muerte, confesó la autoría del crimen, se mostró colaborador con las autoridades y dijo que estaba muy arrepentido por lo ocurrido.

La víctima de aquel homicidio desapareció el 24 de marzo de 2004 y su cadáver fue localizado siete días después, el 31, en un paraje conocido como Cochineras Bodegón, en San José de la Rinconada. En el transcurso de la discusión, Barriga arrebató a la víctima la cartera y otras pertenencias. Tras agredirle con la barra de hormigón, huyó en el coche del muerto, que posteriormente abandonó en un polígono industrial, donde chocó con una farola y lo dejó mal estacionado.

Un año y medio después, en noviembre de 2005, aceptaría una condena de 15 años de cárcel por este homicidio y el robo del coche y las pertenencias de la víctima. Llevaba, por tanto, no demasiado tiempo en libertad cuando este viernes mató a un hombre de 53 años e hirió a otras dos personas en una casa de Brenes. Ahora tiene 43 años y ya suma tres homicidios en su historial. Fue detenido poco después del homicidio y volvió a mostrarse colaborador. No se resistió y confesó el crimen. Sánchez Barriga volvía así a estar privado de libertad. En las próximas horas será puesto a disposición judicial y, con toda probabilidad, será enviado de nuevo al lugar de donde quizás nunca debió salir: la cárcel.

2021/02/05

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | LOS TRES AMANTES Y LAS TRES MUERTES DE FRANCIS BACON

Los tres amantes y las tres muertes de Francis Bacon.
1962: en la víspera de una inauguración, el novio del artista apareció muerto. 1971: en la víspera de otra, ocurrió lo mismo. 1992: días antes de otra, murió el propio Bacon.
Borja Hermoso | El País, 2021-02-05
https://elpais.com/elpais/2021/02/04/eps/1612462293_974137.html 

Francis Bacon sabía lo que se hacía, la coherencia era su credo y, en cierto modo, era lo que tradicionalmente se ha solido denominar como un hombre que se viste por los pies. Uno de los últimos genios del expresionismo que se dedicó ni más ni menos que a llevar al lienzo la vida misma, la suya en concreto, y la de sus sucesivos amantes. Frente a quienes aún piensan que estamos ante un pintor abstracto, el realismo de Bacon fue innegociable y perenne y brutal. Era un artista y, también en cierta forma, un cronista de la vida. Y en concreto, de los excesos de la vida, que conllevan, como en su caso, la omnipresencia de la muerte.

La actual exposición de obra gráfica del pintor irlandés en la galería Marlbo­rough de Madrid (hay artistas excelsos en esa modalidad, no es el caso de Bacon: su vendaval surge solo en la pincelada) y sobre todo la publicación en el Reino Unido de una nueva biografía ('Francis Bacon: Revelations', de Mark Stevens y Annalyn Swan) permiten regresar a sus infiernos no ya plásticos..., sino reales. La parca le rindió visita tres veces. La tercera fue la definitiva.

“Todos aquellos a los que amé se mataron con el alcohol o se suicidaron. Yo no sé por qué atraigo a ese tipo de gente, y no hay nada que hacer”. Se lo contó un día Bacon a su amigo y biógrafo Michael Peppiatt. En 1952 el pintor, que había puesto fin a su relación con el banquero londinense Eric Hall, conoció a Peter Lacy, un apuesto expiloto británico aficionado al piano. Fue un amor compulsivo, obsesivo y desaprensivo. Lacy se fue a vivir a Tánger, donde Bacon le visitaba con regularidad comprobando que su relación homosexual era bienvenida en el contexto de la ancha apertura moral de la ciudad marroquí. Lacy era violento y bebía como un cosaco, combinación poco aconsejable. Pegaba a Bacon y un día hasta lo tiró por una ventana. El artista exhibía una aquiescencia que viajaba entre el amor perdido y el sadismo militante. En 1962, apenas horas antes de que Bacon inaugurase su antológica en la Tate Gallery de Londres, recibió un telegrama que le anunciaba la muerte de Lacy. El pintor inmortalizó al amante fallecido (nunca quedó claro si fue natural o un suicidio) en el retrato Study for a Portrait of P. L.

Octubre de 1971. París. Bacon está a punto de inaugurar su retrospectiva en el Grand Palais. Él y su novio, George Dyer, un antiguo y apolíneo quinqui del Soho londinense, llevaban días alojados en el lujoso Hotel des Saints Pères. Les acompañaba Valerie Beston, directora de la galería Marlborough de Londres. Dyer era alcohólico e inculto, y Bacon —­pese a sentirse fatalmente atraído por él— le humillaba en público en cuanto podía... y luego le inmortalizaba en retratos. Dyer, a quien Bacon había dejado solo en el hotel después de días bebiéndose juntos sucesivas añadas de ‘grands crus’ de Burdeos y los mejores ‘champagnes’ entre bronca y bronca, se suicidó aquella noche con una mezcla de whisky y barbitúricos. Lo encontraron muerto sentado en la taza del retrete. Beston convenció a los propietarios del ­establecimiento de que ocultaran la noticia hasta el día siguiente. Y Bacon acudió a la inauguración y a la posterior cena de gala en el lujoso restaurante Le Train Bleu de París, donde habló, bebió y se emborrachó.

28 de abril de 1992. Francis Bacon muere a los 82 años en la clínica Ruber de Madrid. Los médicos que días atrás le habían extirpado un riñón le aconsejaron no viajar. Pero las dos razones que él tenía para hacerlo eran poderosas. Una: preparar su exposición en la galería ­Marlborough. Dos: visitar a un antiguo novio, el financiero madrileño José Capelo, de quien se había enamorado cuatro años antes durante una fiesta en Londres y al que sacaba 43 años. La tercera muerte se le presentó a Bacon en España. Esta vez venía a visitarlo a él. 

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...