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2019/04/05

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | 25 AÑOS SIN MANUEL PIÑA, EL ALMODÓVAR DEL DISEÑO ESPAÑOL

El País / Manuel Piña //

25 años sin Manuel Piña, el Almodóvar del diseño español.

Fue un soñador empeñado en que industria y creación se entendieran en España. En el aniversario de su muerte, revisamos la carrera del manchego, de la euforia al hastío.
Rafa Rodríguez | SModa, El País, 2019-04-05
https://smoda.elpais.com/moda/actualidad/25-anos-sin-manuel-pina-el-almodovar-del-diseno-espanol/ 

«Algún día seré Cervantes». Cuidado con el creador de moda que quiere pasar por escritor, porque por las costuras que deja sin rematar se le escapa el drama. Manuel Piña, el anhelo literario recogido de su puño y letra en el típico cuestionario de Proust de una publicación de la época, escribió casi tanto como diseñó (ese es su verbo): poemas a su madre, Sebastiana; elegías a su padre, Joaquín; cartas a cierto tipo de mujer española que él ayudó a moldear. Y, en un cuaderno de espiral, hasta su vida. ‘Y si no hay viento, habrá que remar’, la tituló. Canto/cuento de pirata empeñado en buscar «otros mares más duros y desconocidos», nunca ha visto la luz más allá de algunos párrafos. «Siempre quise ser solo diseñador de emociones fuertes. Hacía mucho tiempo que no soñaba ni con fábricas ni con dinero. Recordé la promesa hecha a mí mismo tres años atrás en mi tierra. Y supe que la nube negra que cubriría la luna se aproximaba. Sentí que el final como diseñador para la industria había llegado».

Veinticinco años después de su muerte (y 75 de su nacimiento), a Piña hay que leerlo como una novela que narra un momento social, político, económico y cultural de España. Un país que había despertado ansioso, moderno, aunque aún no tenía claro si traicionar a la ancestral folclórica que siempre ha llevado dentro o ponerle un altar pop de plexiglás. «Esa España sufrida y sufriente que tanto le tiraba y a partir de la cual dio carácter a su marca», recalca Juan Gutiérrez, director de colecciones contemporáneas del Museo del Traje de Madrid y comisario de la única retrospectiva institucional dedicada al manchego, en 2013. «Es casi un paradigma de aquella ‘Moda de España’ que se pretendió construir, que él sabía que era imposible porque ya se llegaba tarde, y el éxito no pasaba tanto por la pasión y la creatividad como por los apoyos comerciales, el oportunismo…».

«Estoy lleno de ganas y fuerza», escribió Piña con 26 años. Hacía un tiempo que se había plantado en Madrid, escapando de la dureza de Manzanares (Ciudad Real). «Tenía visión y sensibilidad. Primero vendió telas; luego, muestrarios. Después copió tendencias y se enriqueció. Y, al final, se empeñó, y lo logró, en crear una mujer definida por los rasgos duros de la meseta», glosa Gutiérrez. «España era un país serio y profundo. Preocupado por su transición. No estaba para veleidades y la moda era un tema banal», rememoraba el diseñador en su ‘Carta a la nueva mujer española’, en 1990. Fue el descubrimiento de lo que él llamaba ‘diseño’ (la moda era otra cosa), una epifanía, lo que alumbró su misión, «una cosa de locos aventureros como yo».

«Me hice cómplice de la mujer y jugué a su ritmo y a su pausa, la desnudé y la hice fuerte, soberbia y superior», refería en aquella misiva a su prototipo femenino, en realidad, un ajuste de cuentas a modo de despedida, cuando el desastre económico y personal se le echaron encima. Hasta entonces, su biografía traza una línea ascendente, de representante textil a creador total en los ochenta. Se va a Milán a ver desfiles, pero no consigue entrar en ninguno. Se frustra. Se va a París, y tampoco. En un segundo intento, se encuentra con Miyake en plena calle y lo aborda: «Mi cara se tuvo que iluminar porque al explicarle que era un diseñador español que empezaba y quería ver su colección, aquel hombre con cara de sabio y bueno me miró, sonrió y metiendo la mano en su cartera me alargó una cartulina blanca impresa en negro». Le impresionarán la geometría, la austeridad y las formas imposibles del japonés: «Vi su fondo». Es entonces cuando decide crear ropa con alma. «La moda se lleva y el diseño se siente», acuñó.

«Era de la tierra, directo, como su moda, de líneas ágiles, pero estructurada, como aprendió de Miyake y Mugler. Se decía también balenciaguista, y creo que lo era por intuición», explica el comisario. Autodidacta, Piña puso en marcha primero un taller de punto. Se forra. En 1979, desfila junto a Paco Casado en Barcelona. Antonio Alvarado estaba allí: «Verlo fue gloria bendita. [La modelo] Lola Sordo, vestida de novia, una guardia civil de blanco, y aquella paloma que soltó y que, al posarse en su hombro, se le cagó encima».

Alvarado advierte: con Piña hay que distinguir persona, personaje y marca. Tras otro desfile (en la Joy, multitudinario, con Sara Montiel y Olga Guillot), Piña aparece con Pedro del Hierro: quieren que se una a la plataforma que han empezado a pergeñar junto a Epifanio Mayo (primer director de aquella Pasarela Cibeles, que echó a desfilar en 1985). Del manchego se ha dicho que su objetivo era reconducir el diálogo de besugos al que industria y creación han estado abocados por estos pagos. «Se mostraba ilusionado ante los desafíos, para él, para su taller, para su ego. Creaba envidia y vendía lo más grande», apunta Alvarado.

Juan Gutiérrez coincide: «Fue un gran vendedor, sobre todo de sí mismo. Carismático, magnético, y también obstinado y de carácter difícil; víctima de sus errores y de las deficiencias de una estructura, la de la moda española, que no siempre ha sabido proteger a sus figuras. Él lo fue, genio y figura, creador de una firma que tenía los ingredientes para haberse posicionado en el mercado internacional y continuar más allá de él. El exceso de personalismo fue uno de sus errores». El propio Piña da cuenta del fracaso, con aquella cacareada tienda en Nueva York: «Mi aventura americana duró dos o tres temporadas y no porque mi colección no vendiera, sino porque nunca me mandaban dinero».

«Lo mejor de Manuel era el punto», señala Alvarado. «Sabía tratarlo y controlaba todo el proceso porque se confeccionaba en su taller. En un momento dado, el cuerpo le pidió pasarse a la tela y tuvo que externalizar la producción. Ahí, todo se vino abajo». En 1988, tras abrir tienda en Madrid y desfilar en París, aparece en su vida Juan José Ceppi, gerente de una empresa dedicada a comercializar las colecciones de firmas nacionales y foráneas en España. «Me habló de aventuras soñadas y deseadas conmigo. Pretendía el 50% de Manuel Piña», relata el creador. «Era el compañero ideal para mí. El gran fabricante para producir un contrato con Japón». Firman por tres años. Al segundo, se entera de que Ceppi y su negocio están arruinados. El contrato se anuló, pero no hubo indemnización. El acuerdo con Japón, valorado en 1.500 millones de pesetas (poco más de 9 millones de euros, hoy), se fue al garete y con él, Piña.

«Nunca dije que mi marcha del mundo del diseño (…) hubiese sucedido solo por la mala faena de este legionario sin escrúpulos. El solo puso una gota tan negra en mi copa que rebosó. Esta copa estaba llena de cansancio y desesperación». Cuando escribe esta confesión, Piña tiene 46 años y está solo, hastiado, tocado por el VIH. Le quedan fuerzas para una línea de zapatos y gafas y un desfile tributo a Camarón de la Isla. Correos lo elige para diseñar el nuevo uniforme: «Cincuenta mil hombres y mujeres se encargarán de llevar la etiqueta de Manuel Piña sobre sus almas. Ellos podrán hablar del último trabajo de un hombre castellano que debía haber sido campesino, pero que cambió la tierra y labró las pieles de sus mujeres morenas y firmes. Que, como buen campesino en esencia, trabajó, cosecha tras cosecha, una tierra dura y difícil. Que conoció triunfos y fracasos y que vivió intensamente su tiempo».

«Desencantado con la moda, quiso hacer un diseño útil, que cumpliera una función social. A él se debe la incorporación del carrito en sustitución de la cartera, un cambio que suscitó quejas porque restaba masculinidad a los carteros», expone Gutiérrez. «Piña rompió un prejuicio. Un legado invisible, modesto, del que fuera gran estrella de las pasarelas españolas de los ochenta». La cuestión es poner en valor la herencia del creador manchego. Lo del ‘diseñador de la movida’ no le hace justicia. «En términos de moda de autor en este país, supuso una proeza. Pero Manuel siempre fue más un sentimiento que una silueta», concluye Alvarado. «Todo estaba en él, en su verbo, en su manera de filosofar, intenso. Basta observar las campañas que le fotografiaba Alberto García-Alix. En el museo que lleva su nombre en Manzanares se conservan algo más de 150 piezas para entender su obra. Suerte que Manuel Piña escribió casi tanto como diseñó.

* Los extractos de ‘Y si no hay viento, habrá que remar’ aparecen en el número 192 de la publicación ‘Siembra’, de noviembre de 1994.

2016/09/19

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | LUISGÉ MARTÍN, EN PRIMERA PERSONA EN 'EL AMOR DEL REVÉS'

El Español / Luisgé Martín //

Luisgé Martín: “Rajoy y Feijóo saldrán del armario”.

'El amor del revés' el escritor deja la novela de lado para contar su homosexualidad y desvelar uno de los grandes tabúes de este país.
Peio H. Riaño | El Español, 2016-09-19
https://www.elespanol.com/cultura/libros/20160919/156735230_0.html 

Fueron dos décadas difíciles en la vida del novelista Luisgé Martín (Madrid, 1962): desde su primer amor, Miguel Ángel, en 1977, hasta Asier, en 1998, su pareja desde entonces. Veinte años de primera calidad literaria, donde la identidad de una persona trata de sobreponerse a la opresión de la sociedad. “Cuando fui gay, Franco ya había muerto”, dice en esta entrevista. Y a pesar de todo, no fue fácil. ‘El amor del revés’ (Anagrama) es un testimonio autobiográfico a bocajarro de un adolescente que reconoce que el silencio es la mejor de las máscaras, hasta el hombre maduro que rompe con el mutismo y publica un grito contra los disfraces. Que este libro exista es para lanzar fuegos artificiales. Una primera persona valiente y descarada.

¿Por qué este libro, ahora?

Hace muchos años, la primera vez que me vino la idea de escribir este libro fue leyendo ‘Rojo y negro’ (1830), de Stendhal. No me creía algunas de las cosas que ahí se contaban. Una construcción social que estaba muy alejada de nuestros días, inverosímil. Pensé que si contara a mis nietos mis batallitas dentro de 20 años les parecería raro de creer. En mi vida había un germen de personaje literario que podía servir para construir una forma de ser, absolutamente machacado y oprimido.

¿Su experiencia arranca con la Transición, pero debió ser muy duro ser homosexual en el franquismo?

Corremos el riesgo de que todo aquello se difumine, de pensar que tampoco ha sido para tanto. Yo no viví la persecución del franquismo, hubo mucha gente que se tuvo que casar para camuflarse. Cuando empecé a ser gay, Franco estaba muerto. Así que ni tan mal. Vivía en la España que se desperezaba, cuando hasta ser gay era ‘cool’.

Tras su vida aparece España, la historia de pequeños movimientos personales que han terminado desplazando a la sociedad. Salvo la Iglesia...
La Iglesia no ha claudicado, pero ha perdido influencia. Las barbaridades que se siguen diciendo desde los púlpitos es tremenda y muy parecidas a aquellos años. Pero la sociedad ya no les tiene en cuenta. En España llega un momento en el que la barrera de contención empieza a resquebrajarse hasta que ya no hay forma de pararlo. En ese momento la gente se cree que es posible tirar el muro de Berlín gay. Es en la segunda legislatura de Aznar cuando se empieza a hablar del matrimonio. Hace 25 años era inconcebible, porque esto es una cuestión universal que ha acabado en un reconocimiento universal del matrimonio igualitario.

Y no la Ley de pareja de hecho.
No, siempre me ha parecido una aberración jurídica y una estupidez y una puerta de atrás inventada para que los gays se callaran.

¿Es posible que declaraciones como las de las “peras” y las “manzanas” de Ana Botella terminaran ayudando a la conciencia?
La derecha ha sido y sigue siendo tan impresentable en todo esto, que sí, creo que ayuda. Te confieso que algún día me gustaría entender cómo es posible ser gay y del PP. Soy incapaz de entender esa contradicción, igual que lo de Pombo con el catolicismo. Puedo entender que creas en dios, pero que seas católico siendo maricón es algo que me desborda. Más allá de que Rajoy y Feijóo saldrán del armario alguna vez, nunca he llegado a entender cómo hay homosexuales que militen en el PP con la política que han llevado en contra.

Seguro que tiene alguna intuición al respecto.
Sí. Supongo que ser del PP y gay tiene que ver con he sido profundamente homófobo en alguna época de mi vida. Hay homosexuales profundamente homófobos que creen que no hay por qué reivindicar ni sacar banderas.

¿Tenemos que llamar a este libro novela?
No tiene ni un ápice de ficción, aunque habrá cosas de mi pasado que habré idealizado. Sólo hay un nombre que he cambiado, porque me lo pidió esa persona.

¿Cuando empezó a escribirlo tenía claro dónde quería llegar?

No, empecé a reconstruir ese camino. Partir del silencio a llegar a la normalidad y la reivindicación, todo ese trayecto era un material literario. Cuando me siento a escribir, la novela, perdón el libro, que creí que iba a salir es bastante distinto del que ha salido. Creía que la parte de la noche despendolada sería más amplia, con el ambiente, la noche, mis amantes. Hay una comedia humana muy atractiva, con cruces de personajes y amantes en los que descubres una cosa y otra y cambias de perfiles. Me parecía que eso era muy literario y que iba a ser nuclear. Pero resultó que no. Fui descubriendo hitos que son los que marcaron mi vida.

Este libro es importante para usted, ¿pero para los demás?

Que alguien, una cucaracha como yo, lo que haga es escribir un libro es una manera de decir: “Ya está”, hemos llegado a algún lado. Pero hay una serie de cosas pendientes por conquistar. Falta escuela, faltan leyes contra odio. Esto es una cuestión de generaciones, las que vienen viven de otra manera la homosexualidad.

¿Ha salido perjudicado por su clase social?
Creo que en esto de la aceptación de la identidad es mucho peor pertenecer a la clase social alta. El pertenecer a determinados ambientes puede ser muy negativo, pero nadie libró a los maricones pobres de la cárcel. Tienes que mantener un entorno y unos ingresos que si fallan por ser señalado, todo se viene abajo.

¿Ha fallado la comunidad homosexual en algo?
No lo creo. Los perseguidos no pueden fallar en nada, porque hacen supervivencia. La comunidad homosexual ha vivido al albur de los tiempos que corrían. En los tiempos más homófobos había manifestaciones de cuatro con tacones en la Puerta del Sol. A esa gente le estaré eternamente agradecido, porque dejaron el poso de lo que luego recogieron otros, como Zerolo, construyendo una reivindicación política y social.

Dice de La Movida que se puso de moda ser gay, pero era puro maquillaje.

Era 'cool', pero era mentira. Había una línea que no se cruzaba nunca. El gueto de la modernidad. Almodóvar cuando hacía una entrevista él siempre decía que “no”, que no era gay, que era una pose para provocar. Había una línea que nunca se cruzaba.

¿Por qué se habla de 'lobby' gay?
Me inquieta la capacidad que tiene la derecha y los medios conservadores, que es una redundancia a estas alturas, todos son conservadores, de construir y acuñar ideas que se vuelven en contra. Me inquieta la idea del ‘lobby’ gay: no existe, pero puede hacer creer que sí. Ese homófobo agazapado que espera un argumento para atacar. Creo que cuando ocupas determinados cargos de influencia y liderazgo debes duplicar el celo para que no te pasen factura.

¿Hay que celebrar su libro?

Este tipo de causas en su triunfo está su muerte. El éxito verdadero es que desapareciera la reivindicación, que todo fuera normal. Espero que celebremos mi libro por razones literarias.

Pero es un libro, sobre todo, reivindicativo.
Si mi libro sirve para algo, la clave está en la sinceridad. Eso me ocurrió, no hay reconstrucción. El valor es que no hay ninguna reconstrucción: sólo es el testimonio de alguien oprimido por una puta mierda de sociedad. Es un libro autobiográfico, en primera persona, que no manipula los hechos.

2007/06/21

DOCUMENTACIÓN | AMBIENTE | CHUECA Y LA FIESTA MÁS ORGULLOSA

La fiesta más orgullosa.
Manuel Cuéllar | El País, 2007-06-21

https://elpais.com/diario/2007/06/24/eps/1182665746_850215.html 

Llega el Día del Orgullo. Madrid se convierte estos días en la capital gay de Europa. Y Chueca será el centro de todas las miradas. Un barrio transformado por sus habitantes en un referente mundial de tolerancia y modernidad homosexual. Éstos son algunos de los protagonistas de su gran éxito.

"La comisaría de Centro está tras la pista de un presunto policía que el domingo efectuó dos disparos de pistola en la plaza de Chueca, después de quitar la cartera y un trozo de hachís a Juan Carlos Peña". El periodista Jesús Duva firmaba esta información el martes 16 de mayo de 1989 en El País y continuaba: "La plaza de Chueca es uno de los principales focos de distribución de hachís y heroína a pequeña escala en el centro de Madrid, según informaron fuentes policiales". A mediados de los años ochenta, este tipo de noticias se multiplicaban en las páginas de los periódicos. Chueca era un barrio muy peligroso y abandonado a su suerte, según los cronistas, por parte de la administración local. Antonio Muñoz Molina escribía en 1995 en estas mismas páginas: "El tráfico de heroína invadía esas mismas calles, y las esquinas iban siendo tomadas por los camellos, igual que las plazas por los drogadictos, que se inyectaban a la luz del día y delante de cualquiera, y ni siquiera la policía ni las autoridades municipales ni nadie con responsabilidad pública parecía enterarse o dar importancia a lo que estaba ocurriendo".

Mili Hernández, editora y propietaria de la librería Berkana, abrió su establecimiento en la plaza de Chueca en 1993. Los problemas aún seguían. "Muchas veces dejaba que la policía secreta espiara a los traficantes desde dentro de la tienda"; recuerda. "La mayoría de los locales de la plaza estaban cerrados, abandonados, nadie quería instalarse en un barrio tomado por la droga, los camellos y la delincuencia. Pero yo soñaba con que Chueca se convirtiera en el Village [mítica zona gay neoyorquina], en un barrio comprometido". No se convirtió en el Village, pero sí en una especie de Soho a la madrileña. Tanto que ahora muchos pequeños comercios han tenido que echar el cierre víctimas de unos alquileres que han subido en progresión geométrica y comprar un piso en Chueca es algo que no está al alcance de cualquier economía. Según la inmobiliaria Fotocasa, el metro cuadrado de vivienda en el barrio ha llegado a pagarse a más de 7.000 euros y la calle de Fuencarral se ha convertido en una milla de oro en la que las tiendas de ropa se multiplican y el trajín de gente es incesante.

¿Cómo se ha realizado esta transformación? Alberto Ruiz-Gallardón lo tiene muy claro: "Chueca era un barrio muy degradado, y hubo un momento en que un colectivo determinado [los homosexuales] decide instalarse, sin ningún tipo de ayuda pública, por su cuenta y riesgo. Ellos han regenerado Chueca. Lo digo yo, que vivo a muy pocos metros del barrio", palabra del alcalde de Madrid. Mili Hernández lo corrobora: "Este barrio lo hemos arreglado sin ninguna ayuda de la Administración. Era curioso escuchar a los vecinos cuando venían las televisiones a hacer reportajes sobre el fenómeno de Chueca y los residentes y dueños de los locales decían: mucho mejor los maricones que los drogadictos".

Pero ¿cuáles han sido los puntos de inflexión, los ingredientes fundamentales sin los que la transformación no habría sido posible? Antonio Poveda, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT), propone dos momentos: "Fue muy importante el hecho de que Chueca se abriera al día. En eso, la librería Berkana ha sido una referencia. Cuando Mili Hernández abre, empieza a haber otra visión del barrio y la gente comienza a salir a la calle. También fue definitiva la publicación de la revista Shangay, que ayudó mucho a la visibilidad y la normalización. El respeto a la diversidad es un valor importantísimo, y la revista contribuyó mucho a enseñar ese valor. Y también las manifestaciones a las que ha acudido cada vez más gente y que han sido un muro de contención contra el PP más homófobo".

La primera manifestación a favor de los derechos de gays y lesbianas se organizó en Barcelona en 1977. El 26 de junio de 1981 se publicaba la siguiente noticia: "Cerca de un millar de homosexuales, hombres y mujeres, se manifestó ayer en Madrid para conmemorar el Día Internacional del Orgullo Gay (...). Este año no se han producido incidentes y la legalización de la marcha les ha llegado sorprendentemente rápida". El próximo día 22 comienza en Madrid la celebración del Orgullo Gay Europeo, el llamado Europride, por primera vez en España, y los organizadores esperan una afluencia de público superior a los dos millones y medio de personas. "Las fiestas del Orgullo Gay son, para mí y para mucha gente más, las fiestas de Madrid. Ni San Isidro, ni la Paloma, ni nada", asegura Antonio Poveda.

Y lo cierto es que cada año va a más. Tanto que el Ayuntamiento ya está pensando en aumentar, según las necesidades, el perímetro de calles cortadas para evitar aglomeraciones como las de años anteriores. Así lo ha explicado el consejero de Economía del Ayuntamiento de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, que también ha querido poner el acento en los 100.000 euros que el consistorio dará a los colectivos para subvencionar el evento. Sin embargo, los empresarios no están tan contentos. Alfonso Llopart, dueño y fundador de la revista Shangay, asegura: "Tenemos que agradecer al Ayuntamiento su aportación, pero nos parece insuficiente para un evento de estas características. Me parece que se desaprovecha una oportunidad muy importante para promocionar Madrid como un destino de referencia y fidelizar el turismo gay". El Orgullo Gay en Madrid ha adquirido tales dimensiones que incluso provoca tensiones entre los colectivos y los empresarios, puesto que son los primeros, como fundaciones sin ánimo de lucro, los que reciben las subvenciones de las instituciones, pero al mismo tiempo han de negociar con los empresarios para poder llevar a cabo la macrofiesta en la que se convierte el corazón de la ciudad durante más de una semana.

Las cosas no han sido siempre tan grandes. A principios de los ochenta comenzaron a abrir varios bares para homosexuales en Chueca. Pero, como recuerda Ángel Calvo, dueño de The Paso, uno de los locales de mayor éxito en la plaza de Vázquez de Mella, todo ha cambiado mucho. "En aquella época estaba todo muy escondido. En la mayoría de los locales había que tocar un timbre para entrar y se ligaba mucho más por la calle", recuerda. Eran sitios oscuros, cerrados, en los que reinaba cierto tufo de sordidez. "Pero entonces llegó la movida, y la movida se fraguó en Chueca y comenzaron a cambiar muchas cosas", recuerda Calvo. "La movida madrileña siempre ha estado ligada al rollo gay. La gente gay movía la música y se gastaba toda la pasta que tenía en la noche".

El 11 de julio de 1980, un empresario llamado José Cobo, que ahora tiene 56 años y regenta un local llamado Rick's, abrió un bar al que bautizó como Ras. "Fue un referente de la movida. La gente primero venía al Ras y luego se iba al Rockola", asegura.

En la época de la movida, la droga hacía estragos, no sólo entre gente anónima, también entre varios de los protagonistas de esos días de libertad en Madrid. Aquello fue el germen de lo que más tarde sería Chueca. La movida fue el cimiento sobre el que se levantó el barrio hasta hacerlo llegar, 20 años después, al glamour de locales como Isolée, uno de los multiespacios chics premiado en 2006 como el establecimiento más innovador de la Comunidad de Madrid; o el restaurante Bazaar o el videoclub-cafetería Diurno o la óptica Toscana, que también recibió en 2006 el galardón a la mejor rehabilitación de un establecimiento.

Miguel Ángel López, director de la revista Zero, también tiene sentimientos un tanto encontrados sobre el principio de la transformación de Chueca: "Era todo como un gran armario, oscuro, y recuerdo que la primera vez que entré en un local de ambiente me eché a llorar". López recuerda que empezó a trabajar de camarero en 1989 en el bar Dúplex. "Llegabas al ambiente y querías verlo y vivirlo todo, y así es como nos hemos conocido la mayoría. Trabajé allí porque vivía con mi familia en el barrio de Prosperidad y no tenía un duro". Así fue como los jóvenes tomaron contacto y decidieron hacer algo para cambiar las cosas. "Teníamos miles de ideas para darle vida al barrio. Prácticamente todos hemos pasado por el COGAM y hubo mucha gente que influyó. Mili fue una de ellas. Igual que Pedro Zerolo, un referente capaz de articular un discurso integrador, que daba mucha credibilidad al colectivo y demostraba que también se podía cambiar en lo político", cuenta Miguel Ángel López.

Mili Hernández también se muestra crítica. Está de acuerdo en que se ha logrado mucho, pero ve el futuro de otra forma. "Puede que ahora todo vuelva a cambiar, todo se ha convertido en intereses económicos. Ahora las rentas están por las nubes y nadie parece darse cuenta de que hemos sido nosotros los que hemos arreglado el barrio sin ninguna ayuda de la Administración". "Es que siempre ha habido mucha ilusión en Chueca y me da la impresión de que los gays siempre hemos sido muy burros y hasta que no hemos conseguido lo que queríamos no hemos parado", recalca Miguel Ángel López. Él mismo puede ser un ejemplo de lo que dice. En 1991, López vivía en Nueva Jersey, el Estado fronterizo con Nueva York. Allí se empapó de las revistas gays que en España no existían, como 'Advocate' y 'Out'. En 1998 sacó el primer número de la revista Zero. "Se llamaba Zero Quincenal y era famosa porque nunca salía a tiempo, siempre nos retrasábamos. Pero es que las ayudas reales que hemos tenido han sido muy pocas; yo iba pidiendo recursos y todo el mundo decía que estupendo, pero no daban un duro. Éramos todos muy novatos". Más tarde creó una empresa de software que se especializó en astrología y de ese éxito pudo sacar la inversión para poner en circulación y a la venta en los quioscos una revista en la que han aparecido en portada desde el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hasta el líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, y que sirvió para que varios miembros de estamentos como la Iglesia y el Ejército salieran del armario con un revuelo mediático considerable.

"Ahora Europa, la igualdad es posible". Éste será el lema de la marcha que recorrerá desde la Puerta de Alcalá hasta la plaza de España pasando por la Gran Vía para conmemorar el Día del Orgullo Gay. Ya durante los últimos cinco o seis años la manifestación ha sido multitudinaria. Es la convocatoria estatal que une a lesbianas, gays y transexuales de todo el país. Pero este año además se espera la llegada masiva de gays de toda Europa que ya tienen una referencia de lo que significa Madrid en el mapa homosexual del mundo. Un lugar divertido, abierto y comprometido. "Para mí, las palabras de Zapatero cuando se aprobó la ley del matrimonio y la adopción gay quedarán escritas en letras de oro en la historia de España. Él dijo: 'Hoy somos un país más decente y respetuoso'. La garantía de una democracia sana es que se avance en leyes sociales. Esta legislatura ha sido histórica", asegura Antonio Poveda.

Tras la manifestación, las calles del barrio tendrán que acoger a cientos de miles de personas. El éxito de Chueca ha sido, según sus protagonistas, haberse abierto al día, haber dejado de ser un gueto para convertirse en una zona integradora y amable. La noche también se ha transformado. Eso lo saben bien personas como Manolo Greppi, que, junto a su socio Niki, posee el grupo HOT. Se trata de tres establecimientos dedicados en principio al colectivo oso (gays que cultivan la masculinidad en su aspecto exterior). "En nuestros locales tiene cabida todo el mundo. Cualquiera puede entrar, y creo que se han hecho grandes amistades en la noche de Chueca, dentro de esos bares que son ya algo más que un punto de encuentro para el colectivo", asegura Greppi.

Algo que también corrobora Javier Vergara, presidente de la asociación Madbear y codueño, con dos socios más, del Bears Bar: "Con el club queremos dar una oportunidad a la gente para unirse y realizar actividades conjuntamente, pero no sólo fiestas. Es cierto que hacemos la quedada internacional en diciembre, en la que llegamos a juntar a más de 2.000 personas, pero también nuestro club responde a esa actitud afable y participativa del colectivo osuno".

Los locales se han multiplicado y todo ha crecido en Chueca; el mercado de Fuencarral fue otro punto de inflexión para aumentar la imagen de modernidad del barrio. Pero también hay voces críticas y hechos que pueden llevar a una crisis de identidad. Un ejemplo es lo que va a ocurrir con el mercado de San Antón, en la calle de Augusto Figueroa. Era un mercado municipal al uso, con sus puestos de frutas, verduras, carnicerías, con 60 años de vida. Si se cumplen las previsiones de los constructores, el mercado reabrirá sus puertas este verano. Será más pequeño, pero más moderno. De los 45 puestos que tenía sólo quedarán 25 y estarán en la planta superior del nuevo inmueble. Los casi 1.000 metros cuadrados de la planta a nivel de calle serán ocupados por una de las marcas de supermercados de El Corte Inglés. Hay división: unos apoyan el pequeño comercio tradicional; otros vecinos se alegran de tener tan a mano un gran establecimiento con un horario amplio.

San Antón es una metáfora de lo que puede pasar con Chueca. "El barrio ha tomado ya tales dimensiones de fama y de modernidad y diversión que corremos el peligro de que se convierta en una especie de parque temático de gays al que acude el resto de la ciudad", previene Ángel Calvo. Por ejemplo, hace ya algún tiempo que proliferan en el barrio las celebraciones de despedidas de solteras que toman al asalto determinados locales gays. Dicen que esto ocurre porque los gays saben divertirse de otra forma, porque no le hacen ascos a la música más petarda para el consumo rápido y fugaz y porque no hay un lugar en la ciudad más abierto, en el que más se practique la tolerancia, la máxima de vive y deja vivir.

La celebración de Europride será un examen de selectividad para Chueca. Para revalidar ese tirón del que tanto se habla fuera de España. "Podemos terminar desbordados. Se pueden ampliar plazas y calles para que la gente quepa en el barrio, pero si no se le ofrece una alternativa, unas barras en las que poder consumir, música que escuchar, habrá zonas que puedan convertirse en un enorme botellón donde los vendedores ambulantes harán su agosto", advierte Alfonso Llopart. Habrá que esperar. Está claro que este barrio enamora, que tiene algo por lo que han luchado muchas personas, unas que ya no están y otras que siguen en la trinchera. "Yo presumo mucho de que quiero dejarlo todo e irme al campo. Pero si lo dejara me aburriría. Me moriría", asegura José Barbarroja, dueño del Black & White, uno de los decanos de Chueca. "Este bar y este barrio son mi vida".

Los editores: el poder de la letra impresa
Mili Hernández, de 47 años; Miguel Ángel López, de 38, y Alfonso Llopart, de 42, son tres de los activistas que probablemente más han hecho por Chueca y la causa gay. Mili abrió en 1993 la librería Berkana, especializada en temática homosexual, primero en la plaza de Chueca y ahora en la calle de Hortaleza. "Una cosa importantísima es que logré que el mundo gay no sólo se viviera por la noche, sino también a la luz del día", asegura. Berkana fue, probablemente, el primer establecimiento dedicado a los gays que no fuera un café o bar de copas. Miguel Ángel López dirige desde 1997 la revista Zero. Tres años antes, Alfonso Llopart se lanzó también al mundo editorial con la revista gratuita Shangay Express. "Tuvimos muy claro que nos gustaba El País de las Tentaciones y lo que quisimos fue hacer el Tentaciones gay y creo que lo hemos conseguido".

Las tribus: la visibilidad
Barbas, pelos, kilos, pantalones vaqueros, culto a la masculinidad y voluntad de ser afables: son los 'osos'. Estas señas de identidad lograron que este colectivo diera una vuelta de tuerca a la imagen estereotipada que se tenía del gay. En la foto, de izquierda a derecha, Javier Vergara, presidente de Madbear; Félix Martínez, organizador de una sesión 'osuna' llamada Bunker; Felipe León, 'mister bear' España 2006; Niki (con su hijo Mateo en brazos), socio de Manolo Greppi (segundo por la derecha), del grupo HOT, pionero en el mundo 'osuno' y que poseen los bares Hot, Enfrente y la discoteca The Angel. Junto a él, Juan Pizarro, también miembro de Madbear. Por último, Eduardo Carranza, uno de los primeros trabajadores del grupo HOT. En Chueca conviven todo tipo de opciones sin ninguna tensión. Una de las señas de identidad del barrio es la visibilidad.

Los ciudadanos: la normalización
En Chueca cohabitan, a cualquier hora del día, gays, heterosexuales, lesbianas, transexuales, bisexuales... El éxito de Chueca también es suyo. Han sido personas de mente abierta y sin prejuicios que buscaron en la diferencia su hábitat de normalidad. Es el caso de estos dos asiduos de la sesión Royal en el Cool, continuación del ambiente festivo de Chueca. Verónica, de 24 años, y de Sidney Sales, de 23: "No podría haber mejor ciudad para organizar el orgullo europeo. Va a ser muy grande, yo participaré".

Los continuadores: el ejemplo del éxito
Simbolizan a la perfección el fenómeno Chueca. Estos dos empresarios abrieron en septiembre de 2005 uno de los espacios más 'chics' de la ciudad. Bautizaron el local como Isolée y le encargaron la decoración a Teresa Sapey. En sus 400 metros cuadrados se puede tener acceso a firmas exclusivas de moda en un córner dirigido por Aitor Azúa, un supermercado de 'delicatessen', una zona de bar y restaurante, discos, revistas de tendencias internacionales, 'gadgets' escogidos... José Luis Robles, en primer plano, y su socio, Rodrigo Menéndez, tuvieron claro que para poner en marcha la tienda de sus sueños en Madrid, Chueca era el mejor barrio. "Es el más joven y dinámico y el más abierto a lo que proponemos: un escaparate moderno".

Los pioneros: los cimientos de la transformación
Cuando el barrio de Chueca todavía estaba totalmente abandonado y cercado por la droga, hubo una serie de empresarios que apostaron por la zona. Es el caso de José Barbarroja (primero por la derecha), que transformó un almacén de recambios de automóviles en un local llamado Black and White, probablemente uno de los que primero abrieron en Chueca. Ángel Calvo (segundo por la derecha) lleva 25 años trabajando en el barrio, ahora tiene el bar The Paso. José Macías (en el centro) regenta la primera tienda de artículos fetichistas que abrió en Chueca, el SR. Edgar Cabral es dueño de varios de los locales más frecuentados: Why Not, Polana y el restaurante Dirdam.

Los colectivos: la lucha por la igualdad
Su actividad siempre ha estado marcada por la reivindicación. Son hombres y mujeres que han ofrecido su tiempo y esfuerzo para que la opción minoritaria pueda acceder a todos los derechos que disfruta la mayoría. De izquierda a derecha, Antonio Poveda, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT); Mónica Martín, fundadora del colectivo Transexualia y miembro de la junta directiva del Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid (COGAM), y Pedro Zerolo, miembro de la ejecutiva del PSOE y concejal del Ayuntamiento de Madrid. Zerolo ha sido una de las cabezas más visibles en el movimiento por la igualdad de los homosexuales.

Las mujeres: empresarias y trabajadoras
Mayka Contreras fue una de las empresarias pioneras en abrir un local de copas en la plaza de Chueca. Es miembro de la asociación de comerciantes de Chueca y participa en la Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas de Madrid y su Comunidad (AEGAL). Su primer negocio, que aún sigue en activo, es el bar Trucco, pero también posee Escape y Sunrise, otros dos nombres míticos del barrio. Se queja de la "persecución" policial a la que se ven sometidos muchos locales por parte del Ayuntamiento. Maite Miguel (a la derecha) trabaja para Contreras como encargada del bar Escape; también se queja de la presión policial.

1993/02/15

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | COSTUS, UNA TRÁGICA HISTORIA DE AMOR Y ARTE

Costus, una trágica historia de amor y arte.
La Casa de América expone la obra de la pareja que inspiró la movida madrileña.
Rocío García | El País, 1993-02-15
https://elpais.com/diario/1993/02/16/cultura/729817204_850215.html

La actividad artística de Enrique Nayas y Juan Carrero no se puede entender sin la apasionante y trágica historia de amor que vivieron a lo largo de 15 años. El inquietante y transgresor estilo personal de Costus, nombre artístico de la pareja, se expone a partir de hoy y hasta el próximo 11 de abril en la Casa de América de Madrid (paseo de Recoletos, 2) a través de 70 obras que reflejan su trayectoria. Auténticos pilares del movimiento conocido como movida madrileña, Enrique Naya murió, víctima del sida, en la primavera de 1989, y un mes después, Juan Carrero se suicidó.

La historia de Costus -Enrique Naya (Cádiz, 1953) y Juan Carrero (Palma, 1955)- se inicia en 1975, cuando deciden abandonar Cádiz y llegan a Madrid, donde encuentran la libertad que se les negaba en una ciudad pequeña. Se habían conocido el año anterior en la Escuela de Artes Aplicadas de Cádiz y necesitaban salir de un control social y familiar -Juan era hijo de marino y Enrique de militar- que les coartaba el desarrollo de sus' fantasías vitales y artísticas. "Era lógico que se vinieran a Madrid", recuerda Eugenia Suñer, de la galería Sen de Madrid y comisaria de la exposición, "resultaba realmente chocante en aquella época que dos hombres con el pelo hasta la cintura y vestidos impecablemente de blanco salieran a pasear con su enorme perra ‘Lala’ por las calles de Cádiz". En Madrid, después de vivir un tiempo separados -Enrique en casa de su tío el coronel José Ignacio San Martín, posteriormente involucrado en el golpe del 23-F, y Juan con su tío el escultor Luis Sanguino, autor de los ángeles guerreros del Valle de los Caídos-, se instalan en la calle de La Palma del barrio de Malasaña, convirtiéndola al poco tiempo en centro aglutinador de la modernidad y verdadera cuna de la movida madrileña. Por allí pasarían Tino Casal, Alaska, Miguel Bosé, Pablo Pérez Mínguez, Carlos Berlanga, Guillermo Pérez-Villalta o Pedro Almodóvar, que rueda en la casa de la calle de La Palma su primera película comercial, ‘Pepi, Luci, Bom...’ Tras varios cambios y estancias largas en Cádiz y México, la pareja se instaló en 1988 en Sitges (Barcelona), después de descubrir la gravedad de la enfermedad de Enrique. En la primavera del año siguiente, con un intervalo de un mes, Costus desaparecía.

Cuatro etapas
La terrible personalidad de Enrique, el encanto irresistible de Juan y la vistosa imagen de ambos está reflejada, en palabras de Txomin Salazar, de la galería Sen y buen conocedor de la pareja, en la exposición que hoy se inaugura, y que ha contado con la colaboración de la Junta de Andalucía y la Comunidad de Madrid. La muestra recoge una selección de la obra de los pintores expuesta el año pasado en Cádiz, centrada principalmente en cuatro periodos: ‘El chochonismo ilustrado’ (1978-1981), ‘Pinturas mejicanas’ (1982-1983), ‘El Valle de los Caídos’ (1980-1987) y ‘La Andalucía de Séneca’ (1985-1989). Enrique era monástico, trabajador, poco frívolo y muy minucioso en su pintura; por el contrario, Juan era un gran vividor, más expresionista y psicodélico. Su obra conjunta -en una primera etapa, Enrique pintaba la figura y Juan el fondo, algo que se invirtió posteriormente- reivindica las raíces más tradicionales y profundas de la España de siempre plagada de ironía y mordacidad. Profundamente españoles -despreciaban aquella adoración que existía por todo lo foráneo-, encontraron en la esencia de la cultura popular de nuestro país la inspiración para su obra artística. El folclor, la religión y el poder, bajo el prisma del sarcasmo más feroz, se convirtieron en el eje de su trabajo plástico. La exposición que hoy se inaugura en la Casa de América de Madrid. exhibe desde un retrato de Carmen Polo, la viuda de Franco, o la Virgen de la Macarena, o Carmen Sevilla, o Lola Flores, hasta la serie más espectacular de Costus, ‘El Valle de los Caídos’, con su particular interpretación de cada una de las imágenes religiosas existentes en dicha basílica madrileña. Son setenta obras en la que a través de su colorido, estética ‘kitch’, humor y un punto de crueldad, se da a conocer la cultura de lo que algunos llamaron ‘movida madrileña’ y cuyos restos serán hoy debatidos por algunos de sus más famosos protagonistas: el cineasta Pedro Almodóvar, la cantante Alaska y el periodista Borja Casani.

1988/07/01

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | FESTIVAL EN CÁDIZ EN HOMENAJE A LOS PINTORES DE VANGUARDIA LOS COSTUS

Festival en Cádiz en homenaje a los pintores Enrique Naya y Juan Carrero.
El País, 1988-07-01

https://elpais.com/diario/1988/07/02/cultura/583797610_850215.html

Los pintores de vanguardia Enrique Naya y Juan Carrero, conocidos artísticamente por Los Costus, serán homenajeados el próximo día 6 en El Puerto de Santa María (Cádiz), en el curso de un festival-concierto benéfico en el que ya han anunciado su participación diferentes artistas, grupos de rock y, cantantes españoles; entre ellos, Tino Casal, Alaska, Martirio, Juan Pardo, Gabinete Caligari, Peor Impossible, Pepe de Lucía y Bibí Andersen.

Naya y Carrero, que se dieron a conocer dentro de la Movida madrileña, padecen una grave enfermedad y se encuentran sin medios económicos para enfrentarse a ella, el primero internado en una clínica de Barcelona. La solidaridad con Naya y Carrero se ha extendido desde la Bahía de Cádiz- últimamente tenían instalado su taller de pintura en Sanlúcar de Barrameda- a Madrid, Sevilla y Barcelona. Aristócratas, empresarios, bodegueros, periodistas, intelectuales, artistas y hombres del espectáculo y de la discografía del sur de España se han puesto de acuerdo para poner su granito de arena en esta operación de salvación con aportaciones, que van desde la búsqueda de premios a la subasta y venta de cuadros de ambos pintores.

Los Costus, que se autodefinen como un binomio indisoluble en pintura, son autores de series como Árabo-andaluza; La Casa de Pilatos; Jóvenes de Sanlúcar, y El Templo de Esna. Han trabajado en Egipto y México, y dirigieron a principios de los 80 un taller en Madrid, en la calle de La Palma, conocido entre La Movida como La Casaconvento de las ovejas descarriadas. Han sido autores -Naya en los fondos y Carrero en los personajes- de numerosas portadas discográficas y en 1987 expusieron en la Casa de Vacas del Retiro, bajo el patrocinio de la Comunidad de Madrid, su obra más importante: El valle de los Caídos.

1982/09/29

PELÍCULAS | Almodóvar, Pedro | Laberinto de pasiones

Almodóvar, Pedro (Director) (1982). Laberinto de pasiones. Alphaville, S.A.


Laberinto de pasiones. 1982. Estreno: 1982-09-29 [Zinemaldia, 1982-09-07]. 94 min. Dirección: Pedro Almodóvar. Guion: Pedro Almodóvar, Terry Lennox. Historia: Pedro Almodóvar. Reparto: Cecilia Roth, Imanol Arias, Helga Liné, Marta Fernández-Muro, Antonio Banderas, Ángel Alcázar, Fabio McNamara, Agustín Almodóvar, Santiago Auserón, Fernando Vivanco, Ofelia Angélica, Concha Grégori, Cristina Sánchez Pascual, Luis Ciges, Eva Siva, Pedro Almodóvar. Alphaville, S.A.

Madrid, años 80. Narra la historia de amor entre una joven ninfómana y el hijo de un jeque árabe. Mientras que ella forma parte de un violento grupo musical, a él lo que más le interesa son los cosméticos y los hombres. Música, violencia, persecuciones, pasión, sexo.

'Laberinto de pasiones', la reliquia de la movida madrileña, cumple diez años en cartel
Almodóvar dice que Gobierno y Ayuntamiento se empeñan en que Madrid se parezca a Oslo
Alberto Sanjuan | El País, 1993-01-09
https://elpais.com/diario/1993/01/10/cultura/726620408_850215.html

"Ha venido a Madrid porque dicen que es la ciudad más divertida del mundo y él es muy moderno", dice la ex emperatriz árabe Toraya refiriéndose a Riza, heredero del trono imperial, en uno de los diálogos de ‘Laberinto de pasiones’. Diez años después de su estreno, en 1982, la segunda película de Pedro Almodóvar continúa en pantalla, pero la ciudad que entonces reflejaba ha cambiado mucho. En opinión de¡ cineasta, hay que hablar en pasado de la atmósfera de libertad que muestra la película en la sesión de madrugada del mismo cine donde comenzó su exhibición. "Desde hace unos años", dice, "tanto el Gobierno como el Ayuntamiento están empeñados en que Madrid se parezca a Oslo. Y lo están consiguiendo".

Ouka Lele, Guillermo Pérez Villalta, Bernardo Bonezzi, Cecilia Roth, Imanol Arias, Antonio Banderas, Costus, Pablo Pérez Mínguez, Santiago Auserón, Poch, Jesús Cracio o Zulema Katz son algunos de los artistas plásticos, actores y músicos que contribuyeron a crear ‘Laberinto de pasiones’, una película que cuenta, entre muchas otras cosas, cómo un príncipe islámico queda fascinado por la trepidante noche madrileña, se hace cantante de rock y acaba huyendo al Caribe con Sexilia, una ninfómana de la que se enamora.

"La película", dice Pedro Almodóvar, "refleja un momento único de Madrid, está dominada por ese desenfado que coincidía con la modernidad y que era lo más vivo que esta ciudad producía, algo que injustamente capitalizó el Ayuntamiento de entonces y que el actual ha denostado: eso que fuera llamó tanto la atención y que llamaban movida".

Para el entonces director ‘underground’, cuyas últimas películas han sido éxitos en Estados Unidos, queda poco del Madrid que aparecía en sus primeras películas. En su opinión, las personas que crearon esa "atmósfera libre y frívola" están ahora en general "quemadas por su propia energía" y no tienen ningún relevo. "Los jóvenes de ahora tienen mucho más miedo que los de antes", afirma Almodóvar, "se arriesgan menos y, en definitiva, son mucho más conservadores".

Labor represora
En su opinión, existe una mayor conciencia del peligro, y también más peligros que antes. "No me refiero sólo al sida", dice, "sino a la labor represora de algunos concejales madrileños y algunos ministros del Interior". Almodóvar destaca como una de las singularidades que caracterizaban el Madrid de hace 10 años y lo diferenciaban del actual la "variedad y vitalidad de su noche"'.

Según Javier Garcillán , director de los cines Alphaville, donde se exhibe ‘Laberinto...’, las proyecciones de madrugada de la película eran algo más animadas hace años, aunque el público siempre ha sido heterogéneo. "En una misma sesión", comenta Garcillán, "he visto un grupo de punkis, un matrimonio mayor de aspecto muy convencional, una chica sola que venía a verla por cuarta o quinta vez...".

Al menos 120.000 personas han visto la película desde su estreno, y todavía hoy sigue convocando suficiente público como para mantenerla en cartel (entre 40 y 60 espectadores cada noche, según el cine). El primer sábado de este mes coincidían en el pase de la película, entre medio centenar de personas, un canadiense de 23 años que estaba de vacaciones y había visto en su país las últimas películas de Almodóvar, una solitaria mujer de mediana edad que prefería "ver una comedia que un drama", una pareja de ‘hippies’ de poco más de 20 años seguidores del cine de Almodóvar y una pareja madura que había visto ‘Laberinto...’ cuando se estrenó y volvían ahora, según dijeron, "por nostalgia".

Los planteamientos de Pedro Almodóvar a la hora de hacer cine han cambiado desde que escribió y dirigió la película. "He ganado en experiencia y he perdido un poco de la alegre inconsciencia del principio", explica el cineasta, que confiesa sentirse "más inseguro" ahora que cuando empezó. "Mi vida ha cambiado", explica; "es mucho menos coral, y eso también se nota en el cine. He sufrido, y ese dolor se ha filtrado en las historias que cuento. Como todo el mundo, me estoy haciendo mayor y mi mirada se ha vuelto un poco más sombría y menos complaciente que antes". Lo que no ha cambiado en Almodóvar, según explica, es su pasión por hacer cine. "Probablemente ha aumentado", dice, "porque ahora soy más consciente de ella".

"La movida eran 20 personas", dice Pérez Villalta
Andrés Fernández Rubio | El País, 1993-01-09

https://elpais.com/diario/1993/01/10/cultura/726620406_850215.html

"La movida era un grupo muy reducido de personas, poco más de 20", dice el pintor Guillermo Pérez Villalta, autor de un decorado y figurante en la película ‘Laberinto de pasiones’. "Luego se ha querido pegar gente que no tenía nada que ver, todos los Trueba y esta gente no pertenecían para nada a la movida. En la música, por ejemplo, Nacha Pop, grupo al que se ha reverenciado, no estaba en la movida. Los grupos pioneros se reducían a Pegamoides, Zombies y Radio Futura en sus principios".

Los símbolos de la movida eran el pop y una cierta intrascendencia trascendente, porque, según Pérez Villalta, la cultura era entonces tan "aburrida y tristísima" que la banalidad podía ser utilizada como arma de ofensa. "Ahora es todo tan banal que ya no tiene sentido", dice.

Los lugares de reunión eran casas, sobre todo la de Costus (pareja muy querida de pintores" con un final trágico: uno murió de sida y otro se suicidó después), la del pintor y arquitecto Sigfrido Martín Begué y la del fotógrafo Pablo Pérez Mínguez. En cuanto a locales, añade Pérez Villalta, el más antiguo fue Pentagrama, luego Ras y Rockola en el momento álgido, entre 1981 y 1982.

El momento más bonito
"Cuando cerró Rockola, la movida se acabó", sentencia el pintor andaluz. "El momento más bonito fue en el 80", añade, "porque era el principio, donde todo se hacía por puro cachondeo y nadie era consciente de lo que estaba pasando, sin ninguna pretensión de ninguna clase".

Según Pérez Villalta, "la oficialización de la movida tiene que ver con Borja Casani [director de la revista ‘La Luna de Madrid’], cuando la Comunidad de Madrid toma la movida como elemento de prestigio".

La movida tenía "una visión divertida del sexo (la tragedia empezó más tarde, con el sida)", dice el pintor, y esa libertad también significó "una de las primeras manifestaciones del mundo ‘gay’ absolutamente libre, sin ningún tipo de rollo recalcitrante, lo que en España era inimaginable". En cuanto a las drogas, Pérez Villalta recuerda que entonces movida significaba "a ver quién se iba a buscar droga". Se utilizaba como elemento liberador, "no la cosa macabra de la heroína, que empieza en la época trágica del 83, sino algo más inocente, anfetas, ácido y, lo más normal, ‘porros’". La movida fue una extraña mezcla de músicos, pintores, arquitectos o escritores al mismo tiempo, "amigos sin conciencia de que aquello era la movida". En el aspecto intelectual, según la lista de Pérez Villalta, figuran Almodóvar en cine; en pintura, el equipo de la figuración que lo incluía a él y a artistas como Herminio Molero, más críticos como Juan Manuel Bonet; en arquitectura, "derivados pos-Moneo" como Pedro Feduchi, Antón Capitel y Gabriel Ruiz Cabrero, y en el mundo literario, Ignacio Gómez de Liaño, o Andrés Trapiello.

Pérez Villalta cree que ahora Madrid se ha profesionalizado mucho, lo que le parece bien, "pero las relaciones son más serias y distantes, y no creo que haya ningún caldo de cultivo de nada, no hay disidencia ni ‘underground’ y no se ve que vaya a surgir algo nuevo. Esta es una época de baja cultural, lo cual también es esperanzador porque tendrá que surgir algo".

La ciudad inventada
Elsa Fernández-Santos | El País, 1993-01-09

https://elpais.com/diario/1993/01/10/cultura/726620407_850215.html

"Yo no recuerdo un solo libro, un solo cuadro, un solo disco; nada, de la movida no ha quedado nada". Para el actual alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano (a quien Almodóvar atribuye buena parte de la culpa de que la ciudad, se vaya pareciendo a Oslo), la movida sólo fue propaganda política, algo etéreo, según recoge el libro ‘Sólo se vive una vez, esplendor y ruina de la movida madrileña’, de José Luis Gallero.

El propio Pedro Almodóvar dijo el último día del rodaje de ‘Laberinto de pasiones’, el 24 de abril de 1982: "Me atrae que dentro de 20 años la gente se confunda creyendo que Madrid era así". Almodóvar, que adornó las secuencias de su película con frescos y cuadros de pintores como Guillermo Pérez Villalta y Costus y eligió como tema central de la película un ‘reggae’ con sonidos islámicos titulado ‘Gran ganga’, no fue consciente de lo que estaba viviendo hasta que no terminó.

Nadie coincide a la hora de limitar dónde y cómo nació la movida, por qué surgió y exactamente cuánto duró. Ahora, los propios protagonistas de la historia se pelean y discuten cuántos y quienes eran de verdad de la movida. Pero todos están seguros de que sí existió y fue irrepetible. "Para ser de la movida había que salir todas las noches; si no, te ponían falta", dice la diseñadora Elisa Bracci.

"Entonces estábamos todos, y nos lo creíamos. Ésa es la grave desgracia", dice en el libro de Gallero Paloma Chamorro, que dirigió el programa de televisión ‘La edad de oro’. En el mismo libro continúa otra protagonista de la movida: "Si la década nos ofreció casi todo lo que podíamos desear, se cierra con la insatisfacción que produce comprobar la dura diferencia que existe entre los deseos y la realidad".

Empezó en las casas
"Todo empezó en las casas", recuerda el director de teatro Jesús Cracio, "y de las casas salió a la calle". Una de las casas más importantes fue la de Costus, una pareja de artistas que jamás hubieran pensado que el Museo del Mar de Cádiz, su tierra natal, ofrecería años después una antología de su obra. ‘El chochonismo ilustrado’ y la serie de ‘El valle de los caídos’ se expusieron elevando a los altares a esta pareja que desapareció en 1989 cuando Enrique Naya murió de sida y Juan Canero se suicidó poco después.

Hoy, de las personas que pasaron por el rodaje de ‘Laberinto de pasiones’ se sabe que Antonio Banderas y Pedro Almodóvar son estrellas internacionales; Alaska regenta dos de las discotecas más populares de Madrid; Cecilia Roth vive en Argentina, donde trabaja con éxito en el cine y en el teatro; Zulema Katz tiene su propia escuela de teatro; Jesús Cracio sigue dirigiendo teatro en pequeñas salas y Radio Futura ya no existe.

1980/06/09

PELÍCULAS | Zulueta, Iván | Arrebato

Zulueta, Iván (Director). Arrebato. Nicolás Astiarraga P.C.

Arrebato. 1979. Estreno: 1980-06-09. 110 min. Dirección y guion: Iván Zulueta. Reparto: Eusebio Poncela, Cecilia Roth, Will More, Marta Fernández-Muro, Carmen Giralt, Luis Ciges, Antonio Gasset, Helena Fernán-Gómez, Teresa Fernández Muro, Olvido Gara "Alaska". Nicolás Astiarraga P.C.

José Sirgado (Eusebio Poncela) es un director de serie B en plena crisis creativa y personal, incapaz de romper con su expareja (Cecilia Roth). Inmerso en una espiral de autodestrucción, y con las drogas como acicate, José recibe noticias de un antiguo conocido, Pedro (Will More). Se trata de un extravagante joven que graba en Super 8 y cuya obsesión por controlar el ritmo de sus películas lo lleva descubrir el fotograma rojo. El hallazgo despertará la curiosidad de José, quien emprenderá un viaje hacia el “arrebato”.

Arrebato: Por qué perdura la película de Iván Zulueta
Ese poder autodestructivo tan conveniente al aura posterior de la película, esa sensación de que la muerte está muy presente sin estarlo, nos seducirá para siempre
Arturo Tena | Cine con ñ, 2020-06-09 [FB]
https://cineconn.es/arrebato-pelicula-critica-40-anos/

‘Arrebato’ se estrenó en Madrid poco antes de que empezara el verano de 1980. Fue el mítico y esquinado Cine Azul, hoy convertido en un restaurante Friday’s, el único que se atrevió a proyectar por primera vez la perturbadora y genial película de Iván Zulueta. Y para la sala de Gran Vía se quedó en eso, en un atrevimiento: los espectadores menguaban a medida que pasaban los días. Despareció del cartel del Azul a las dos semanas para volver a aparecer unos días por Barcelona durante la primavera del año siguiente.

El silencio sobre ella duró años. Un fracaso que, unido también al de la maltrecha carrera de Zulueta, se ha mimetizado con la propia esencia de la película 40 años después de su estreno. Como si el ninguneo que sufrió entonces encajara perfectamente con la fatalidad de sus imágenes. La sugestión que nos provoca verla hoy con las etiquetas ya puestas de «película maldita» y «de culto» es casi inevitable: hay incorporada en cada imagen de ‘Arrebato’ una incómoda sensación autodestructiva que le va como anillo al dedo si conocemos su contexto.

Si ocurre lo que imagino, nadie te mandará la última película
‘Arrebato’ te mete esas malas vibras en el cuerpo desde el principio. Se oyen sirenas de policía, un cuervo y una voz extraña. Un hombre despeinado y con abrigo (Will More) monta una película, prepara su bobina y graba algunas palabras en un piso. Todo lo empaqueta y sella en un envío para un tal Jose Sirgado (Eusebio Poncela). Sin saber que es él, en la secuencia siguiente vemos precisamente a Jose: un director de cine que prepara, insatisfecho y desganado, una película de vampiros junto a su montador.

La primera presentación de estos dos personajes, que son ambos la reencarnación de Zulueta, pone las bases de ese atractivo pesimismo que nos seduce tanto de ‘Arrebato’. Uno anuncia su desaparición y al otro le seguimos más tiempo, viendo cómo vaga sin rumbo; con cosas en su vida que no quiere pero de las que no sabe cómo desprenderse. Y es precisamente el paquete que le envía el primero al segundo el que parece salvar, al menos de momento, a Jose de su propia destrucción.

El contenido de ese envío es la forma que tiene Zulueta de construir un eje inevitable y misterioso para toda la película. Las grabaciones de audio y la película enviadas por ese extraño hombre que vemos al inicio -Pedro- recorre ‘Arrebato’ de principio hasta casi el final. Mientras oímos y vemos el contenido de ese paquete a través de Jose en el presente, descubrimos el vínculo que une a estos dos hombres a través de su pasado conjunto.

El de los viajes a los recuerdos desde el presente de Jose es un recurso perfecto para dar la sensación de que, mientras se producen estos peculiares ‘flashbacks’, el protagonista no está viviendo su vida. Está en un limbo en su casa provocado por la tóxica relación con su exnovia (Cecilia Roth) y su adicción a las drogas. Sólo escuchar a Pedro y ver su última película es lo que le hace mantenerse a flote, lo que le hace seguir adelante.

Estar colgado en plena pausa
Lo que une a Jose y a Pedro es, por supuesto, el cine. O, más bien, el efecto que produce el cine. Ambos se conocen y empiezan a relacionarse por el trabajo de Jose y la obsesión de Pedro por querer «controlar el ritmo» de sus películas. Es aquí donde se conecta todo el concepto del «arrebato» y la película adquiere esa dimensión perturbadora, que Zulueta se preocupa por introducir en prácticamente cada plano que vemos.

¿Qué es el «arrebato»? En varios momentos se intenta poner en palabras el gran motor de la película, pero Zulueta se preocupa también en no terminar de definir este concepto o su proceso. El lenguaje cinematográfico tiene otros cauces, parece decirnos, por lo cual no se puede explicar del todo. El «arrebato» es lo que provoca la fascinación por el arte, un momento de éxtasis que se vive al contemplar algo que está fuera de nuestro entendimiento pero que nos toca, nos agita o nos llama. Este concepto habitual del efecto del arte lo termina de hacer genial Zulueta al darle un matiz de placer físico, adictivo y no intelectualizable.

El «arrebato» es retorcido hasta el límite en el filme, como si fuera una droga más. Esa sensación de «estar colgado en plena pausa», de que el cine nos provoque una reacción primaria, se convierte en una obsesión, en una búsqueda constante que en la película encarna hasta la extenuación Pedro. El proceso de Pedro para llevarnos (Jose incluido) al «arrebato» es a través de tres pasos: el consumo de drogas, una reconexión con la infancia y, finalmente, la proyección de una película. Poco a poco, se convierte en lo único que mueve su vida, que deja de tener sentido cuando pierda de vista esa sensación.

Arrebato y la muerte

A medida que se acerca el final, se acaba la narración grabada de Pedro y volvemos al momento temporal de la secuencia inicial de la película, todo va adquiriendo una dimensión cada vez más tétrica. Pedro se va adueñando de ‘Arrebato’, en búsqueda del «arrebato» que había perdido al estar distraído por los placeres mundanos de la noche madrileña. Lo descubre en un fotograma rojo al grabarse mientras duerme. Ese instante rojo acaba, poco después, impregnando todos los fotogramas. Solo se puede llegar al arrebato ya a través de la muerte (rojo=sangre), nos dice el director donostiarra. Una vez acabadas las películas, ya no hay vida.

El último giro genial que tiene ‘Arrebato’ es que es la propia cámara la que funciona como brazo ejecutor de la muerte, adquiriendo prácticamente vida e influencia propia. Una vez que Jose ha visto la última película de Pedro y finaliza sus grabaciones, sale por fin de su limbo y va -vestido de rojo- al piso de Pedro para ver qué ocurre y descubrir esa última película. Jose siempre había adquirido una cierta distancia con ese «arrebato» de Pedro, más fascinado por el personaje que por el descubrimiento. Pasados unos días en ese piso, acaba él también totalmente absorto por este hechizo y se produce una auténtica «fusión» con su amigo (lo vemos con sus gafas de sol y su característico abrigo).

Estos últimos diez minutos de película son una maravilla terrorífica; la culminación de la escena final está entre las mejores conclusiones que se hayan hecho nunca en el cine español. Se consuma de forma violenta la tragedia que nos había anunciado Zulueta en esa presentación inicial. La sensación después de ver ‘Arrebato’ es de tristeza, mucha inquietud y alguna que otra pregunta sobre sus significados. Ese poder autodestructivo tan conveniente al aura posterior de la película, esa sensación de que la muerte está muy presente sin estarlo, nos seducirá para siempre. Esa es la razón por la que hablamos de ella 40 años más tarde.

Arrebato: por qué la película maldita de la Transición ha conquistado a los veinteañeros
La vanguardista obra maestra que Iván Zulueta rodó en 1979 por fin está disponible en plataformas. La sorpresa es que los jóvenes ya la habían hecho suya.
Daniel Soufi | El País, 2023-01-25
https://elpais.com/icon/2023-01-25/los-jovenes-de-hoy-saben-leer-arrebato-mucho-mejor-que-nosotros-como-una-pelicula-maldita-conquisto-a-una-nueva-generacion.html

Manuel Luque (25 años) vio ‘Arrebato’ (1979) de fiesta. Seguían vigentes las restricciones impuestas por la pandemia, y solo se podía quedar en las casas. Cuando casi todo el mundo se había marchado, un amigo le insistió para verla antes de que terminara la noche. “Estaba muy cansado y me dormí a los diez minutos”. Lo poco que vio bastó para que al día siguiente, venciendo la resaca, se levantará con ganas de terminarla. “La encontré en una página web pirata, porque entonces no estaba en ninguna plataforma. Me impresionó tanto que acto seguido se la quise poner a mi pareja para ver si experimentaba el mismo shock que yo había sufrido. La emoción que sentí en el clímax fue tal que me pasé los siguientes días viendo algunas escenas repetidas una y otra vez”.

‘Arrebato’ está de moda, o quizá siempre lo ha estado. La obra maestra de Iván Zulueta (San Sebastián, 1943-2009) no para de rejuvenecer. De fracaso comercial pasó a película rara, después a obra de culto y hasta hoy, que está considerada un clásico del cine español capaz de entusiasmar a una novísima generación de cinéfilos. Filmin incorporó a su catálogo una versión de la película en 4K el pasado 1 de enero, justo un año después de que lo hiciera FlixOlé. El Artium Museoa, centro dedicado al arte vasco en Vitoria, inauguró en diciembre de 2022 una exposición dedicada a Zulueta. Además, el cantante Jota, de Los Planetas, presentó el pasado viernes ‘Plena Pausa’, un proyecto en el que musicaliza una selección de piezas fílmicas del material inédito del director vasco, que adquirió la Filmoteca Española en 2021. El exdirector, Josetxo Cerdán, describió esta compra como “un verdadero acontecimiento para la institución”.

“Verla en una sala de cine me confirmó que iba a recordar esta película para siempre”. Dos semanas después, Manuel Luque tuvo la oportunidad de asistir a una proyección de ‘Arrebato’ en los cines Doré, la sala de exhibición de la Filmoteca. Recuerda que el cine estaba lleno de gente joven, y que hubo que pelear por conseguir una entrada.

Todo lo contrario sucedió cuando ‘Arrebato’ se estrenó en Madrid, en junio de 1979 [9 de junio de 1980]. Se proyectó en los ya desaparecidos Cines Azul y apenas duró trece días en cartelera. Fue un fracaso comercial, pero obtuvo buenas críticas. Ángel Fernández-Santos escribió en El País: “’Arrebato’ es un instante oscuro del pesimismo. Es cine intrincado, insondable en algún punto de su torcido y tumultuoso recorrido. Y es, sobre todo, cine en carne viva, turbador, doloroso y elevado”.

Diez años antes de ‘Arrebato’, Zulueta había rodado ‘Un dos, tres, al escondite inglés’ (1969), con su antiguo profesor, amigo y productor del filme, José Luis Borau. No la pudo firmar porque no tenía el título de realizador de la Escuela de Cinematografía ni el carné del sindicato. En esta obra materializa el impacto que le produjo su viaje a Nueva York, en el que visitó la Factory y conoció a Andy Warhol, lo que lo convirtió en uno de los precursores del ‘pop art’ y el ‘glam’ en España.

En la década que separa sus dos largometrajes se alejó de la industria y se dedicó a rodar cortos y mediometrajes con una cámara de Super 8. Algunos los conservó su familia y otros se perdieron en una redada policial en el cine California, creyendo que se trataba de un mitin clandestino. “Hicieron registros en mi casa y como no sabían qué llevarse arramplaron con una colección de ‘Playboy’ y el resto de las cintas... Allí desapareció mucho trabajo”, contó en una entrevista.

Fue en esta época cuando se enganchó a la heroína. Era una droga común en aquella época, pero Zulueta se encargó de aclarar que entró de manera consciente y voluntaria en ese mundo: “Yo a la heroína llegué muy tarde. De alguna manera, lo programé. Todo el mundo está aterrado con que un chaval de 15 años se desvíe hacia las drogas y le pase algo. Evidentemente, nadie quiere eso, pero para un adulto las drogas son una elección personal”.

Nunca llegó a abandonar el consumo de opiáceos. A mediados de los años ochenta, tras ‘Arrebato’, Zulueta ya era una leyenda viva. Se le ofrecían los productores y tenía buenos amigos dispuestos a trabajar con él. Pero nunca volvió a rodar un largometraje. Entró en colapso absoluto y pasó el resto de sus días recluido en la casa de su madre, como si el terrorífico fotograma rojo de la película le hubiera vampirizado de verdad. “En ‘Arrebato’ estaba clarísimo que yo no iba a poder hacer otra película porque algunos estábamos descubriendo el cuelgue, el terrible cuelgue, la adicción”, explicó en una entrevista.

Su oscura historia fue determinante para que se colocara sobre ‘Arrebato’ la etiqueta de “película más maldita del cine español”. Pero lo cierto es que a esta obra nunca le han faltado fieles e ilustres defensores. Pedro Almodóvar, que tuvo una pequeña participación en la película, aseguró que Zulueta “nunca filmó una imagen banal”. Jaime Chávarri, director de ‘El desencanto’ (1976), se preguntaba qué se puede rodar después de haber dirigido una obra como ‘Arrebato’.

En una entrevista para ICON, Eusebio Poncela, que en ‘Arrebato’ da vida al director de películas de serie B José Sirgado, narraba una anécdota que ilustra perfectamente el entusiasmo que la película suscita en el público joven. “Estaba harto del confinamiento y, a escondidas, como vivo al lado de la montaña, me fui. Me puse las zapatillas equivocadas y, al ir de roca a roca, me escurrí y me pegué un hostión tan grande que me rompí tres costillas. Llegaron los de la ambulancia con la camilla, estaba a 1.500 metros de altura. Y ¿sabes qué me preguntó el de la camilla mientras me llevaba malherido al hospital? Que si le podía explicar el final de ‘Arrebato’, que no lo había entendido. ¿Te lo puedes creer? Tenía 22 años el pavo, podía ser mi nieto”.

Aarón Rodríguez Serrano (40 años), doctor en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, comparte a través de correo electrónico su experiencia trabajando la película con sus estudiantes. “Muchas veces tenemos que escuchar que nuestros alumnos están menos sensibilizados hacia el cine, o que tienen menos cultura audiovisual. Sin embargo, trabajas ‘Arrebato’ con ellos, lees las cosas que escriben al respecto y te quedas de piedra: saben leer la película mucho mejor que nosotros”.

Rodríguez Serrano también sufrió el hechizo de ‘Arrebato’ en su etapa de estudiante, y recuerda con nitidez la fecha en la que la vio por primera vez. “Fue el 8 de octubre de 2002, en los Cines Verdi de Madrid. Lo recuerdo con precisión porque era mi cumpleaños”. Se estaba planteando cambiar de carrera y meterse en Comunicación Audiovisual. “Fui con mucha curiosidad porque una profesora nos había hablado de ella casi como de una leyenda”. Salió de la sala completamente impresionado, con la sensación de que aquella película venía de otro mundo. “Sin duda, tuvo mucho que ver con que pocos meses después decidiera mudarme de aulas y especializarme en cine”.

‘Arrebato’ tiene muchos elementos que la vinculan con su momento: el ambiente y los personajes de la Movida Madrileña o la adicción a la heroína que atrapó al propio director. Sin embargo, para Rodríguez Serrano la realidad es que la película “se enfrenta a pecho descubierto con problemas que son tremendamente urgentes a nivel universal y contemporáneo”. En su opinión, la película reflexiona, entre otras cosas, sobre cómo gestionar las imágenes, saber qué buscamos en ellas, si nos comen, nos construyen o nos destruyen. “Cualquier estudiante sabe que su vivencia está mediada por imágenes, que hay cosas que nunca podrá compartir en redes porque no hay fotografía o ‘story’ que lo refleje”.

En un entrevista en Sur Exprés en 1987, Iván Zulueta reflexionaba sobre la fascinación que su película producía en los jóvenes amantes del cine. “Igual es porque siempre he trabajado de una forma muy lúdica, jugando con las cosas, probando con las instrucciones de la cámara, usando lo que tenía a mi alrededor. Yo tengo una especie de fe en el cine como forma de plasmar todo lo que vas absorbiendo”.

Diego Quintero (26 años) descubrió la película en su primer año de universidad. Un amigo suyo había publicado una escena en redes sociales. “Era la secuencia en la que Poncela se habla a sí mismo a través de la pantalla, me dejó catatónico”. Cuatro años después se mudó con ese amigo a un “piso vacío y gigantesco”. Compraron un proyector y decidieron de forma unánime que la primera película que iban a ver era ‘Arrebato’. “No teníamos nada, así que enganchamos un palo de escoba y la cortina blanca de la ducha a modo de pantalla, y apañamos un ‘cineforum’ casero. Así entiendo ‘Arrebato’, como el buque insignia de un apartamento de cinéfilos incipientes”.

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Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // STARS COFLHEE es un trabajo realizado por Julen Zabala Alon...