1993/01/21

PELÍCULAS | Spottiswoode, Roger | En el filo de la duda

Spottiswoode, Roger (Director) (1993). En el filo de la duda [And the Band Played On]. HBO ; Odissey Entertainment ; Spelling Entertainment.

En el filo de la duda [And the Band Played On]. 1993. Estados Unidos. Festival de Cine de Montreal: 1993-09-11. Estreno en España: 1994-01-21. 140 min. Dirección: Roger Spottiswoode. Guion: Arnold Schulman. Novela: Randy Shilts. Reparto: Matthew Modine, Alan Alda, Richard Gere, Phil Collins, Patrick Bauchau, David Dukes, Anjelica Huston, Steve Martin, Swoosie Kurtz, Richard Jenkins, Glenne Headly, Ian McKellen, Lily Tomlin, Nathalie Baye, Charles Martin Smith, Laura Innes, BD Wong. HBO ; Odissey Entertainment ; Spelling Entertainment.

Realizada para la televisión por cable, un interesante drama sobre la aparición del sida en los Estados Unidos, a través del retrato de la lucha de unos pocos, por una causa que atañe a todos, acerca de una amenaza contra la que nadie se quiere enfrentar... y sobre una enfermedad al principio innombrable. La batalla de los pioneros contra la sociedad y la burocracia por encontrar una cura a la "plaga del siglo XX".

Cambra-Badii, Irene, Farré, Magí, & Pérez, Jorge (2020). En el filo de la duda: investigación epidemiológica y aspectos bioéticos y psicológicos en la pandemia de VIH. Revista de medicina y cine [ISSN-e 1885-5210], 16 (1), 1 411-427

Ed. digital: Open Access | Revistas USAL [Universidad de Salamanca]
https://doi.org/10.14201/rmc202016e411427
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Dialnet

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7937072

La pandemia de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y el espectro de enfermedades de su síndrome (SIDA) se registran por primera vez a principios de los años 1980 en Estados Unidos, con casos de muerte por neumonías asociados con el sarcoma de Kaposi. La investigación epidemiológica llevada a cabo por distintos equipos en los Estados Unidos –haciendo foco principalmente en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades– aparece retratada en la película “En el filo de la duda / And the band played on” (1993), de Roger Spottiswoode. Casi 30 años luego de su estreno, la película es sumamente actual y retrata de manera muy ajustada los hechos sucedidos en la investigación. En este artículo se presenta un análisis detallado del proceso investigativo, las cuestiones bioéticas implicadas y los factores psicológicos que permiten analizar los enfrentamientos grupales y sociales del acontecimiento epidemiológico que marcó un antes y un después en el siglo XX. Se sugiere utilizar la película como herramienta docente.

DOCUMENTACIÓN
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Historia del Sida.

Cine: ‘En el filo de la duda’
Augusto Martínez Torres | El País, 1994-01-21
https://elpais.com/diario/1994/01/22/cultura/759193206_850215.html

1993/01/18

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | EL SIDA DEVASTA EL MUNDO DEL BALLET

El sida devasta el mundo del ballet.
AP | El Tiempo, 1993-01-18

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-17065 

La muerte del bailarín Rudolf Nureyev, sepultado en un cementerio de París, recalca la enorme devastación ocasionada por el sida en el mundo del ballet. En Nueva York, por ejemplo, muchos de los aficionados que deploraron la muerte de Nureyev no habían oído hablar siquiera de Clark Tippet, un coreógrafo del American Ballet Theatre (ABT), quien murió de sida a los 37 años de edad.

Es una pérdida que es imposible de medir porque no se sabe qué obras habría producido, dijo el director ejecutivo del ABT, Gary Dunning. Esa es una parte de la tragedia que nos afecta.

Si bien la vida de Nureyev fue una celebración de sus innovaciones artísticas y de su virtuosismo como profesional, su muerte la semana pasada a los 54 años de edad fue un lúgubre recordatorio de que el sida ha devastado virtualmente el mundo del ballet.

Ha sido algo devastador, dijo André Tyson, solista del ballet norteamericano Alvin Ailey, de 32 años de edad, quien ha visto morir a dos colegas en años recientes, y agrega que el fantasma del sida es una sombra que nos sigue por todas partes.

El caso de Nureyev es también típico de otro aspecto de la cuestión: la renuencia de muchas víctimas del sida a divulgar públicamente que padecen la dolencia.

Muchos de los amigos de Nureyev sostienen que el bailarín murió de sida, y en Nueva York, donde se encuentran varias de las compañías de ballet más prestigiosas del país, algunos observadores agregaron su nombre sin mayor vacilación a la lista de víctimas del virus. Pero en París, al hacer el anuncio oficial de su muerte, la enfermedad no fue mencionada.

El médico de Nureyev, Michel Canesi, se limitó a decir que el bailarín murió de complicaciones cardíacas tras una cruel enfermedad, y agregó que a petición del propio Nureyev no puedo hacer otros comentarios.

La aparente decisión de Nureyev de ocultar la naturaleza de su enfermedad encolerizó a otros. Lo considero un cobarde, dijo a la revista Newsweek el novelista Paul Monette, quien padece de sida. No me importa cuán brillante haya sido como bailarín.

Un estrecho amigo de Nureyev, Wallace Potts, dijo que el bailarín no admitió públicamente que padecía la enfermedad, porque ésta se apodera de la vida de uno. El no quería que la dolencia consumiese su arte.

Una encuesta informal realizada el año pasado por la entidad sin ánimo de lucro, Dance USA, y que abarcó a 28 compañías de ballet de Estados Unidos, halló que 45 bailarines o miembros de los grupos reconocieron que tenían la enfermedad o eran portadores del virus. La cifra equivale a un 35 por ciento del total de encuestados, pero estos resultados son considerados más bajos que los niveles reales.

Si alguien me dijese que su compañía no ha sido afectada por el sida, yo pensaría que esa persona ha tenido una suerte verdaderamente inmensa o que está mintiendo, dijo Barry Alterman, director general del Grupo de Baile Mark Morris.

La enfermedad ha ocasionado la muerte de miembros del Ballet de la Ciudad de Nueva York, ABT, Joffrey y Alvin Ailey, entre otras compañías.

El doctor Canesi, quien trató a Nureyev durante los últimos diez años, dijo que una fundación creada en nombre del bailarín dedicará parte de sus fondos a investigaciones en torno al sida.

1993/01/12

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | LA GENERACIÓN PERDIDA A CAUSA DEL SIDA

La dura lista de los artistas muertos.
El País, 1993-01-12

https://elpais.com/diario/1993/01/13/cultura/726879607_850215.html 

No sólo en el mundo de la danza, sino en el de cada una de las ramas de la cultura la devastación del sida continúa. La revista norteamericana ‘Newsweek’ incluye esta semana un amplio reportaje titulado ‘Una generación perdida’, y dice que si todas las muertes son irreemplazables la muerte de los artistas deja un vacío cuyo eco se escucha en el círculo de los seres queridos.

Entre los escritores muertos víctimas del sida figuran el filósofo Michel Foucault, en 1984 a los 57 años; Reinaldo Arenas, en 1990 a los 47 años, novelista cubano en el exilio; Bruce Chatwin, en 1989 a los 48 años, autor de ‘Colina negra’, y Hervé Guibert, en 1991 a los 36 años.

Entre los actores, han muerto Rock Hudson, en 1985 a los 59 años; Brad Davis, en 1991 a los 41 años, protagonista de ‘El expreso de medianoche’; Denholm Elliott, en 1992 a los 70 años, actor en ‘Una habitación con vistas’; Anthony Perkins, en 1992 a los 60 años, protagonista en ‘Psicosis’; Tony Richardson, en 1991 a los 63 años, autor de ‘Tom Jones’; Cookie Mueller, en 1989 a los 40 años, actriz en la película de John Waters ‘Pink Flamingoes’, y John C. Holmes, en 1988 a los 43 años, actor de más de 1.000 filmes de cine porno.

Músicos
También han fallecido músicos y artistas del espectáculo como Howard Ashman, en 1991 a los 40 años, ganador del Oscar por las canciones de ‘La sirenita’ y ‘La bella y la bestia’; Warren Casey, en 1988 a los 53 años, coautor del musical ‘Grease’; Paul Jacobs, en 1983 a los 53 años, pianista de la orquesta de Nueva York; Liberace, en 1987 a los 67 años, estrella del espectáculo; Freddie Mercury, en 1991 a los 45 años, líder del grupo Queen; Larry Kert, en 1991 a los 60 años, cantante y actor, que caracterizó a Tony en ‘West side story’, y Ricky Wilson, en 1985 a los 32 años, guitarrista de la banda B-52.

Otras víctimas del sida han sido, en el mundo del arte, Keith Haring, en 1990 a los 31 años, y el fotógrafo Robert Mapplethorpe, en 1989 a los 42 años. En el mundo de la arquitectura murió Alan Buchsbaum, en 1987 a los 51 años. En el campo de la moda murieron la modelo Tina Chow, en 1992 a los 41 años, y el diseñador Perry Ellis, en 1986 a los 46 años.

También han muerto de sida los españoles Jaime Gil de Biedma, en 1990 a los 60 años, poeta; el escenógrafo Fabià Puigcerver, en 1991 a los 53 años, y el director de fotografía Néstor Almendros, en 1992 a los 61 años.

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | MÁS DE 200 BAILARINES HAN MUERTO DE SIDA

Más de 200 bailarines han muerto de sida.
Se recrudece el debate sobre el reconocimiento público de la enfermedad.
Roger Salas | El País, 1993-01-12
https://elpais.com/diario/1993/01/13/cultura/726879608_850215.html

La incidencia de las muertes por sida entre los profesiales de la danza y el ballet es notablemente alta, lo que ha sensibilizado a artistas, admiradores y público en general. La reciente muerte del bailarín y coreógrafo Rudolf Nureyev, que también padecía sida desde hace ocho años, y lo ocultó mientras pudo, ha vuelto a poner de actualidad la trágica coincidencia entre la enfermedad y las numerosas y recientes muertes, con la polémica añadida de quienes son partidarios de la utilidad social de que los famosos reconozcan su padecimiento. Larry C. Scott, activista norteamericano de la lucha contra el sida, ha confeccionado una lista de bailarines fallecidos víctimas del sida en la que aparecen más de 200 nombres.

El sida se ha ensañado en el ámbito de la danza, y muy pocas de las grandes compañías de ballet se han librado de ser diezmadas en mayor o menor proporción por la feroz pandemia. En un reciente reportaje del semanario ‘Newsweek’ una doble página bajo el título ‘Una generación perdida’ reunía más de 100 nombres de famosos de las artes que han muerto por la llamada "plaga de fin de siglo". Un 20% pertenece a distintas ramas de la danza. En España, algunos casos en la danza contemporánea reflejan una incidencia baja con respecto a Francia o Italia.

Desde mediados de los años ochenta, Larry C. Scott, miembro de una discreta sociedad neoyorkina de ayuda a enfermos de sida, especialmente sensibilizado con la enfermedad después de la muerte de su compañero, un bailarín de ballet clásico, lleva elaborada una trágica lista que no deja de engrosar mes a mes: los muertos por sida dentro del mundo de la danza y el ballet. "No trato de sectorizar este terrible mal, sino todo lo contrario", declara. Su inventarlo supera los 200 nombres, algunos más famosos que otros. Entre las figuras de gran prestigio profesional están el danés Erik Brulin, el argentino Jorge Donn, el alemán Gerhard Bohner, los norteamericanos Arme Zane, adalid de la danza posmoderna; Michael Bennett, coreógrafo del musical’A Chorus Line’ y Choo-San Goli, que al morir a los 39 años ya era coreógrafo principal del Washington Ballet y había creado piezas para Mijail Barishnikov.

La revista norteamericana especializada ‘Dance Magazine’, que sale mensualmente, también con toda claridad en su página de obituarios, y desde hace más de cinco años, escribe la palabra ‘Aids’ en la necrológica de quienes han desaparecido por esta enfermedad. "Es una actitud valiente" comenta Scott, "que dice mucho a favor de la revista, que tienen claro que ocultar no es bueno para nadie". Esta publicación ha perdido por el sida a valiosos colaboradores, como Burton Taylor, ex-bailarín del Joffrey Ballet. En este sentido, la Dance Collection de la Biblioteca Pública de Nueva York inició en 1988 una operación, ‘Oral History Project’, pensada específicamante para bailarines que padecen el sida. Fue una de las primeras iniciativas que alertaban de esta fatal incidencia. La primera Gala Mundial para recoger fondos para combatir la enfermedad se hizo en el Circo Real de Bruselas en 1986, fue precisamente de ballet y a ella respondieron las principales figuras del mundo, desde Alicia Alonso a Natalia Makároka pasando por Marcia Haydée, Irina Kolpakova y otros.

Cancelación
El Festival de Otoño de Madrid anunció en 1991 la actuación de Gerhard Bohner, revitalizador del Ballet Triádico de Bauhaus. A última hora, suspendió su actuación, ya minado por la enfermedad. Bohner intentaba cumplir hasta el final sus compromisos pero no pudo acudir al Teatro Albéniz.

Algo que ha caracterizado a la mayoría de los artistas de la danza con sida es mantenerse activos mientras el cuerpo aguante: "Supongo que es un reto con uno mismo", apunta Scott. Nureyev acabó desde una silla su montaje de ‘La Bayadera’ en la ópera de París el pasado mes de octubre, asistido por su amiga Ninel Kurgápkina y haciendo pausas para respirar entre frase y frase.

La lista de bailarines norteamericanos muertos de sida es escalofriante. Primeros bailarines como Clark Tippet, del American Ballet Theatre, y Paul Rusell, del Dance Theatre of Harlem, junto a otros más jóvenes, promesas sobre todo, como Tim Wengerd, formado junto a Martha Graham, que hacen de la socorrida frase ‘generación perdida’ una agustiosa realidad presente. En Europa nadie puede aventurar cifras, pero no hay reunión de danza donde no se hable del tema.

Recientemente, el Festival Internacional de Danza de Cannes perdió a su fundador, Jean-Pierre Barsotti, y durante su celebración, el pasado noviembre, se hizo público el padecimiento de Dominique Bagouet, la gran esperanza de la coreografía moderna francesa, que moría apenas dos semanas después. Bagouet, como tantos otros, ocultó su mal hasta el final. Nureyev hizo otro tanto, y por ello ha sido criticado después de muerto. "Quizá alguien tan famoso no tenía el derecho de callar. Su campaña personal habría tenido tanto efecto como la de Rock Hudson o la de Magic Johnson", apunta un activista de la lucha contra el sida.

En la pasada edición del Festival de Spoletto, Bill T. Jones, otro gran coreógrafo moderno norteamericano, que ha hecho público que es seropositivo y que perdió a Arnie Zane, su compañero sentimental y de trabajo por el sida, hizo una simbólica pieza con más de cuarenta personas sobre la escena, muchas de ellas no bailarines, que al final se mostraban desnudos. Era, un dramático manifiesto abierto sobre la defención a que están sometidas todas las personas ante la enfermedad, a lo que se añade muchas veces la crueldad de las múltiples formas de rechazo social y humano.

1993/01/06

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | MUERE VÍCTIMA DEL SIDA EL BAILARÍN RUDOLF NUREYEV

Muere víctima del sida el bailarín Rudolf Nureyev.
Su talento le convirtió en la mayor figura de la danza del siglo XX, después de Nijinski.
Octavi Marti | El País, 1993-01-06
https://elpais.com/diario/1993/01/07/cultura/726361207_850215.html 

El bailarín, coreógrafo y actor Rudolf Nureyev, fallecido ayer en París a los 54 años, pidió como último deseo ser enterrado en esta ciudad, en la que vivió muchos de sus momentos de gloria. Su última aparición en público se celebró en octubre de 1992, cuando presentó en la Opera Grarnier de la capital francesa su producción ‘La Bayadera’, a partir de un montaje de Marius Petipa. Esta emocionante velada fue su retirada del mundo: recibió diez minutos de ovaciones de un público puesto en pie que le sabía muy enfermo. Demacrado y muy débil, Nureyev tuvo que ser ayudado por dos de los bailarines cuando subió al escenario, y permaneció sentado durante la breve ceremonia en la que el ministro de cultura galo, Jack Lang, le condecoró.

Según su médico, el fallecimiento de Nureyev se debió a una complicación cardiaca que puso fin a "una cruel enfermedad". El sida y una operación del corazón a principios del año pasado habían minado su organismo. Algunas de sus últimas semanas Nureyev las había vivido retirado en una residencia caribeña de un amigo.

De origen tártaro, había nacido en el transiberiano cuando su familia se dirigía hacia Vladivostok. Destacó muy pronto como intérprete de danzas populares y a los 17 años logró ingresar en la escuela Vaganova, requisito casi imprescindible para poder luego ser admitido en el prestigioso Kirov de Leningrado. Entre 1958 y 1961 fue la estrella de dicha formación y en junio de 1961, en el curso de una gira a la que habían accedido reticentes las autoridades soviéticas, Nureyev aprovechó los trámites aduaneros del aeropuerto parisino de Bourget para escapar al control de los agentes de seguridad que acompañaban al Kirov en sus salidas al exterior.

Desde esa fecha Nureyev fue algo más que un excelente bailarín, convertido por los medios de comunicación en un elemento de la propaganda anticomunista. La Opera de París no le contrató debido a las presiones diplomáticas de la URSS y sólo a través de la compañía independiente del Marqués de Cuevas pudo iniciar su fulgurante carrera profesional en Occidente. En Londres, en el Covent Garden, en compañía de Margot Fonteyn, renovó todo el repertorio clásico y se habló de él como del "nuevo Nijinski". Años más tarde, Nureyev intervendría precisamente en la película del director británico Ken Russell dedicado al célebre bailarín.

Figura legendaria
La vida de Nureyev se organizó alrededor de París y Londres. En 1982 fue nombrado director del cuerpo de danza de la ópera de París, donde pudo montar varias coreografías.

Para el director de la Opera de París, Pierre Bergé, la muerte de Nureyev se asocia a la de María Callas, "otra figura legendaria tras cuya desaparición la ópera no ha podido continuar siendo la misma. Con el fallecimiento de Nureyev sucede lo mismo". Para el ministro de Cultura francés, Jack Lang, "Nureyev era un señor de la danza que habla logrado transfigurar los personajes gracias a la pasión".

El propio bailarín, que decía de sí mismo que era fruto del trabajo "mucho más que de condiciones innatas", creía haber aportado a la danza el haber roto "las barreras que separaban la danza clásica de la danza moderna". Así, junto a sus grandes éxitos con obras de Prokofiev o los triunfos mundiales en ‘Giselle’ o en ‘El lago de los cisnes’, estaban sus colaboraciones con creadores contemporáneos como Maurice Bejart, Martha Graham, Roland Petit, George Balanchine o José Limón.

La agitada biografía de Nureyev le convirtió en un personaje cuya popularidad trascendía el ámbito estricto de la danza. Su fuga de la URSS, por lo espectacular y celebrada, hizo que las autoridades soviéticas le cerrasen las fronteras durante muchísimos años. Para alguno de sus amigos, como Louis Besson "siempre fue una persona marcada por la ruptura con su Rusia natal".

Regreso a la URSS
Si en 1983 adquirió la nacionalidad austríaca, no fue hasta 1988, después de varias tentativas y una intensa negociación, cuando Nureyev puede regresar a la Unión Soviética, en aquella ocasión sólo para despedirse de su madre agonizante. Un año más tarde, cuando puede volver a subir al escenario del Teatro Kirov de la hoy San Petersburgo, la situación había cambiado y su regreso, como su fuga, tuvo una auténtica dimensión política.

En España, la última vez que se le vio fue en Palma de Mallorca en 1989, junto a la bailarina cubana Alicia Alonso, en una creación expresamente inventada para aquella noche de verano. Fue un encuentro tardío, pero también único e irrepetible. La política les había separado más de 30 años y la danza les unió unas horas.

El tren de la vida.
Roger Salas | El País, 1993-01-06
https://elpais.com/diario/1993/01/07/cultura/726361206_850215.html

Rudolf Hametóvich Nureyev nació en un tren cerca del lago Baikal, en Irkutsk, el 17 de marzo de 1938. Sus padres, modestos campesinos de origen tártaro reubicados en una ciudad de la Siberia soviética, hicieron que el chico practicase folclor. Aquel muchacho rubio pajizo, con rasgos más cerca del errante mogol, tenía un destino diferente. Había nacido en un tren y su vida sería como un eterno viaje en busca de la perfección. Esquivo, cariñoso con sus íntimos, imprevisible, tenaz, díscolo, pedante con periodistas y extraños, Nureyev ha sido la estrella de la danza por antonomasia y rendición de balletómanos, críticos y público. Poseía la técnica, pero también el genio interior, la maldad de transmitirlo con una rara elocuencia donde también estaba contenida una fuerte dosis de sensualidad. Su figura, viril y suave, era capaz de encantar hasta a quienes aborrecían el ballet. Lo mismo se decía de Nijinski, de Vestris, de Balon, yendo hacia atrás; el ruso de Irkutsk entronca directamente con el parnaso más alto, un altar de verdaderos dioses del arte.

Nureyev estudió en Leningrado unos pocos años junto a un mago, Alexandr Ivánovich Pushkin. De alguna manera alquímica y misteriosa, este hombrecito que bebía como un cosaco, fumaba como una locomotora y nunca encontraba nada bien hecho metió entre las neuronas de Rudolf el afán de bailar hasta la muerte, de entregarse a la danza como destino.

Años de apogeo
Cuando, el 17 de junio de 1961, Nureyev pide asilo político, estaba salvando no sólo su vida personal al cambiar de vía su tren, sino al ballet masculino de su era. Estaba en un primer apogeo, un momento especial en los bailarines, donde la musculación estalla de vitalidad, de triunfo interior, de fuerza salvaje. Desbordó expectativas, levantó teatros, provocó aullidos y éxtasis, e incluso revivió carreras que se creían perdidas, como la de Margot Fonteyn. La pareja fue un ejemplo de íntima complicidad que además regaló a la danza bellísimos momentos.

Vivió para vivir. No se privaba de nada. Coleccionaba lo que le apetecía, desde pinturas decadentes del XIX a tapices; le gustaba el vino blanco, la noche, los hombres hermosos y una intensidad que no debía terminar nunca.

Hay quienes le censuraron bailar pasado de edad. Hoy todo eso es una anécdota que en nada empaña su leyenda. Incluso es de agradecer que hiciera a toda costa su voluntad, una manera estoica de aborrecer las normas, y justificarlo con el talento.

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...