1993/01/18

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | EL SIDA DEVASTA EL MUNDO DEL BALLET

El sida devasta el mundo del ballet.
AP | El Tiempo, 1993-01-18

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-17065 

La muerte del bailarín Rudolf Nureyev, sepultado en un cementerio de París, recalca la enorme devastación ocasionada por el sida en el mundo del ballet. En Nueva York, por ejemplo, muchos de los aficionados que deploraron la muerte de Nureyev no habían oído hablar siquiera de Clark Tippet, un coreógrafo del American Ballet Theatre (ABT), quien murió de sida a los 37 años de edad.

Es una pérdida que es imposible de medir porque no se sabe qué obras habría producido, dijo el director ejecutivo del ABT, Gary Dunning. Esa es una parte de la tragedia que nos afecta.

Si bien la vida de Nureyev fue una celebración de sus innovaciones artísticas y de su virtuosismo como profesional, su muerte la semana pasada a los 54 años de edad fue un lúgubre recordatorio de que el sida ha devastado virtualmente el mundo del ballet.

Ha sido algo devastador, dijo André Tyson, solista del ballet norteamericano Alvin Ailey, de 32 años de edad, quien ha visto morir a dos colegas en años recientes, y agrega que el fantasma del sida es una sombra que nos sigue por todas partes.

El caso de Nureyev es también típico de otro aspecto de la cuestión: la renuencia de muchas víctimas del sida a divulgar públicamente que padecen la dolencia.

Muchos de los amigos de Nureyev sostienen que el bailarín murió de sida, y en Nueva York, donde se encuentran varias de las compañías de ballet más prestigiosas del país, algunos observadores agregaron su nombre sin mayor vacilación a la lista de víctimas del virus. Pero en París, al hacer el anuncio oficial de su muerte, la enfermedad no fue mencionada.

El médico de Nureyev, Michel Canesi, se limitó a decir que el bailarín murió de complicaciones cardíacas tras una cruel enfermedad, y agregó que a petición del propio Nureyev no puedo hacer otros comentarios.

La aparente decisión de Nureyev de ocultar la naturaleza de su enfermedad encolerizó a otros. Lo considero un cobarde, dijo a la revista Newsweek el novelista Paul Monette, quien padece de sida. No me importa cuán brillante haya sido como bailarín.

Un estrecho amigo de Nureyev, Wallace Potts, dijo que el bailarín no admitió públicamente que padecía la enfermedad, porque ésta se apodera de la vida de uno. El no quería que la dolencia consumiese su arte.

Una encuesta informal realizada el año pasado por la entidad sin ánimo de lucro, Dance USA, y que abarcó a 28 compañías de ballet de Estados Unidos, halló que 45 bailarines o miembros de los grupos reconocieron que tenían la enfermedad o eran portadores del virus. La cifra equivale a un 35 por ciento del total de encuestados, pero estos resultados son considerados más bajos que los niveles reales.

Si alguien me dijese que su compañía no ha sido afectada por el sida, yo pensaría que esa persona ha tenido una suerte verdaderamente inmensa o que está mintiendo, dijo Barry Alterman, director general del Grupo de Baile Mark Morris.

La enfermedad ha ocasionado la muerte de miembros del Ballet de la Ciudad de Nueva York, ABT, Joffrey y Alvin Ailey, entre otras compañías.

El doctor Canesi, quien trató a Nureyev durante los últimos diez años, dijo que una fundación creada en nombre del bailarín dedicará parte de sus fondos a investigaciones en torno al sida.

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