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2023/02/22

DOCUMENTACIÓN | CINE | 'LAS BUENAS COMPAÑÍAS', LA PELÍCULA SOBRE LAS FEMINISTAS DE ERRENTERIA QUE AYUDABAN A PASAR LA MUGA PARA ABORTAR

Itziar Ituño en una secuencia de 'Las buenas compañías' //

La película sobre el movimiento de Errenteria que ayudaba a mujeres a pasar la muga para abortar dignamente competirá en Málaga

'Las buenas compañías', dirigida por Sílvia Munt, llegará el 5 de mayo al circuito comercial
Harri X. Fernández | Noticias de Gipuzkoa, 2023-02-22
https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/cultura/2023/02/22/pelicula-movimiento-errenteria-ayudaba-mujeres-6484777.html 

La película ‘Las buenas compañías’, que la catalana Sílvia Munt rodó en Errenteria el pasado verano, competirá en la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga, que se celebrará entre el 10 y el 19 de marzo. Así lo han dado a conocer este miércoles Irusoin y Oberon Media, las productoras de este largometraje protagonizado por Alicia Falcó, Itziar Ituño y Elena Tarrats, y en la que también participan María Cerezuela, Ainhoa Santamaría e Itziar Aizpuru, entre otras.

‘Las buenas compañías’ es un largometraje inspirado por hechos reales que cuenta la historia de un grupo de mujeres de Errenteria que en la década de los 70 y los 80 ayudaron a pasar la muga a mujeres que deseaban abortar de forma digna. “Después de 44 años, muchas reivindicaciones de esa época se hacen aún necesarias. Vivimos en un mundo donde la mujer y sus libertades han dado un paso incuestionable, pero no hay que olvidar de dónde venimos, lo que costó llegar hasta donde nos encontramos y lo fácil que puede ser desandado lo conseguido”, ha afirmado la realizadora catalana en una nota remitida a los medios.

La historia se ambienta en los meses de verano de 1976. Alicia Falcó interpreta a Bea, una joven de 16 años que colabora con un grupo de mujeres para visibilizar la causa feminista y lograr la aprobación del derecho al aborto. Durante esos meses de militancia, Bea entablará amistad con Miren (Elena Tarrats), una chica algo mayor que procede de una familia de clase acomodada. Tras su paso por el festival de Málaga, ‘Las buenas compañías’ se estrenará en el circuito comercial el próximo 5 de mayo, de mano de la distribuidora Filmax.

2022/05/11

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | PREMIAN A JOHN FRYER POR SU CONTRIBUCIÓN AL MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS LGTBI

Al Día / John Fryer //

Un antiguo profesor de Temple es premiado por su contribución al movimiento de los derechos LGBTQ+.

El Dr. John Fryer era un profesor de Temple, cuyo discurso en la reunión de la Asociación Americana de Psiquiatría ayudó a eliminar la homosexualidad del DSM.
Emily Leopard-Davis | Al Día, 2022-05-11
https://aldianews.com/es/leadership/organizaciones/eliminar-los-gays-del-dsm 

El Dr. John Fryer fue homenajeado el 2 de mayo de 2022 en Filadelfia por su contribución al movimiento de los derechos LGBTQ+. Pronunció un discurso en la convención de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en 1972 como Dr. Henry Anonymous, que estaba a favor de eliminar la homosexualidad del DSM.

Filadelfia declaró el 2 de mayo Día del Dr. Fryer. Su antigua casa en 138 W. Walnut Lane fue designada como histórica, y se ha colocado un marcador histórico sobre él en la 13ª y Locust.

El Dr. Fryer nació en Winchester, Kentucky. Estudió en la Universidad de Transilvania y en la Universidad de Vanderbilt para estudiar medicina a finales de los años 50 y principios de los 60.

En esta época, la homosexualidad estaba clasificada como un trastorno en el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM), ya que se incluyó en 1952. Por ello, cualquiera que saliera del armario podía ser internado involuntariamente, despedido o perder la custodia de un hijo. Un grupo de activistas por los derechos de los homosexuales, liderado por Frank Kameny, hizo un piquete en las convenciones de la APA de 1970 y 1971 para conseguir que la APA eliminara la homosexualidad del DSM.

Un panel titulado "Psiquiatría: ¿Amigo o enemigo de los homosexuales? Un diálogo" se creó para la convención de 1972. El panel estaba compuesto originalmente por dos personas homosexuales y dos psiquiatras. Barbara Gittings pidió al Dr. Fryer que se uniera al panel después de que su compañera, Kay Tobin Lahusen, les sugiriera que incluyeran también a un psiquiatra gay. Al principio, el Dr. Fryer no quería dar la charla. Aceptó hacerlo después de unos meses de reflexión y de que le dijeran que podía darlo disfrazado. Además, Gittings le pagó el viaje a la conferencia con una subvención que había recibido.

El Dr. Fryer conocía el riesgo de estar fuera a nivel personal. Fue expulsado de su residencia en la Universidad de Pensilvania tras salir del armario con un amigo y fue despedido de su trabajo.

Pronunció un discurso como Dr. Henry Anonymous, llevando una máscara de Richard Nixon, una peluca rizada y un esmoquin tres tallas más grande. También utilizó un micrófono que cambiaba su voz. El Dr. Fryer comenzó su discurso diciendo: "Soy homosexual. Soy psiquiatra".

Al final de su discurso dijo: "Esta es la mayor pérdida, nuestra honesta humanidad, y esa pérdida lleva a todos los demás que nos rodean a perder también ese pedacito de su humanidad. Porque si se sintieran realmente cómodos con su propia homosexualidad, entonces podrían sentirse cómodos con la nuestra. Como psiquiatras homosexuales, por lo tanto, debemos usar nuestras habilidades y sabiduría para ayudar a todos ellos y a nosotros mismos a estar cómodos con ese pedacito de humanidad llamado homosexualidad."

La homosexualidad fue eliminada del DSM un año después del discurso del Dr. Fryer, en 1973.

La APA creó el premio John Fryer en su honor en 2005. El premio se otorga a quienes contribuyen "a mejorar la salud mental de las minorías sexuales".

El Dr. Fryer falleció en 2003 a la edad de 65 años.

Sus documentos, incluido su discurso de 1972, se conservan en la Sociedad Histórica de Pensilvania, la Biblioteca de Historia Americana de Filadelfia y uno de los mayores archivos de documentos históricos del país.

2022/02/19

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | LA VIDA RÁPIDA Y MUERTE LENTA DE MARÍA ISABEL: LA MUJER QUE DESENCADENÓ LA HUELGA DE PROSTITUTAS EN BILBAO

Público / Andrea Momoitio //
La vida rápida y muerte lenta de María Isabel: la mujer que desencadenó la huelga de prostitutas en Bilbao.

Guillermo Martínez | Público, 2022-02-19

https://www.publico.es/culturas/lunatica-andrea-momoitio-vida-rapida-muerte-lenta-maria-isabel-mujer-desencadeno-huelga-prostitutas-bilbao.html 

Esta historia está escrita desde las esquinas, las sombras de los calabozos, la represión de los tribunales franquistas aún perennes en democracia, la tortura psiquiátrica y la lucha callejera. También desde el olvido a un nombre propio, a unas protestas comunales: María Isabel Gutiérrez Velasco, que murió quemada en una celda de la prisión de Basauri el 9 de noviembre de 1977. La movilización de las prostitutas de Bilbao que eclosionó en la huelga que llevaron a cabo dos días después del fallecimiento vendría después. La periodista Andrea Momoitio desanda los pasos que un día dio una tambaleante María Isabel en ‘Lunática’ (Libros del K.O., 2022), la publicación que resucita esta historia tan calcinada como fugaz. Hasta ahora.

"No sé escribir un libro, pero lo he intentado, entre miedos, vinos y muchos bloqueos", advierte la también cofundadora de ‘Pikara Magazine’ al principio de la monografía. Una vez leídas las 230 páginas que la componen, cualquiera podría afirmar que lo ha conseguido. "Ha sido un proceso muy largo, tedioso, caro, y ahora tengo un mono importante. Durante los últimos años de mi vida me he dedicado a preguntar a personas en cada esquina, casi de manera aleatoria y enfermiza, si conocían a María Isabel o algo de su entorno", relata la escritora a ‘Público’.

Decenas de testimonios, múltiples traslados de una ciudad a otra, ejercicios de memoria con personas que no sabían siquiera qué recordaban exactamente de aquella época son la base de ‘Lunática’, de una María Isabel con "mala luna" cuya vida terminó calcinada dentro de una celda. "El día de la muerte también comienza algo, pero dura muy poco tiempo, como su propia vida, que parecía condenada a vivir cosas intensas y cortas. Tras su muerte se crea el Comité de Prostitutas de Cortes, la calle de Bilbao que frecuentaban, pero apenas un mes después ya estaba desintegrado", relata Momoitio. María Isabel murió a los 23 años con un hijo a punto de cumplir los cinco cuando su madre falleció. Ella estaba esperando el traslado a un centro psiquiátrico de Madrid.

El periplo judicial y psiquiátrico de María Isabel empezó como empiezan muchas de las historias más injustas de aquel tiempo: en los términos recogidos en Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, no derogada hasta 1995. Una historia vital marcada por los varapalos y la persecución policial que también la convirtió en víctima del régimen franquista, como los centenares de presos sociales que en aquellos momentos llenaban las cárceles españolas. Según apuntilla Momoitio, "María Isabel no tenía mucha capacidad ni muchas herramientas para hacer frente a la dictadura. Tan solo se buscaba la vida, por si eso fuera poco".

Higienismo, prohibición y ostracismo
En realidad, eso ya era mucho, muchísimo. "Las putas estaban atravesadas por un engranaje de normas franquistas que buscaban guardar la moralidad católica", recoge la autora en su libro. Pero eso no siempre fue así. La dictadura franquista, al principio, siguió las posturas higienistas, esto es el control de las prostitutas pero siempre pensando en la salud de los hombres y de cara a evitar la propagación de enfermedades veneras. "Eso cambió en torno a 1955, cuando el régimen apuesta por el prohibicionismo, lo que condenó al ostracismo a las prostitutas y obligó a que desempeñaran su trabajo en condiciones de mayor vulnerabilidad", reflexiona la autora.

Este libro publicado sobre uno de los muchos acontecimientos que sacudieron Bilbao durante la Transición pinta a una María Isabel incontrolable, rebosante de vitalidad: "Las personas que no dejan rastro son esas que no se saltan ninguna norma, pero ella precisamente saltó y saltó", concretiza la monografía. Saltó tanto que el eco de sus gritos de auxilio echan por tierra cualquier diagnóstico oficial sobre su salud mental. ¿Cómo escuchar, entonces, esa desesperanza momentánea que sobrecogía a la María Isabel más impulsiva? "He tenido que leer entre líneas, y ha sido una gran pelea el poder acceder a la información sobre su estado psíquico. Al final me di cuenta de que no quería saber lo que opinaba la psiquiatría franquista sobre ella", enuncia la autora.

Su trabajo de investigación, casi de arqueología, se presenta en la publicación como la extensión de un 'yo' que surca la línea de lo personal y lo profesional. La periodista indaga, insiste y reflexiona sobre sus propios anhelos, la configuración del olvido, la presencia de la memoria. "En ocasiones, ha sido complicado asumir y respetar los silencios de las personas que decidían no facilitarme la información que tenían. Yo, como muchas periodistas, tenemos la idea de que la memoria es justicia, y me di cuenta de que mucha gente no comparte esta opinión y cree que es mejor que el pasado quede enterrado", se explaya Momoitio.

La unión de los marginados

"Esa firmeza con la que caminan quienes no tienen nada que perder, ni que ofrecer. Esa firmeza con la que sobreviven esos a los que se les ha despojado de todo", tal y como aparece en la publicación, es la misma firmeza con la que se manifestaron el incipiente y organizado colectivo LGTBI, el movimiento feminista y los grupos de apoyo a la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) tras el fallecimiento en prisión. "En ese tránsito hacia esta democracia, cada grupo fue encontrando su sitio, pero estos quedaron en segundo plano, así que se unieron para reclamar sus derechos", agrega la periodista, quien aprecia ciertos paralelismos con el presente. De ahí surgió una Coordinadora de Marginados a nivel estatal de la que también formaban parte los objetores de conciencia.

En ese "veneno compuesto de calle y cárcel", tal y como Momoitio califica, María Isabel se calcinó, pero todas sus compañeras también estaban muy quemadas. "A sus espaldas tenían la presión moral del régimen franquista, presiones familiares y del entorno social, la nula aceptación que tenía su trabajo, la persecución policial... Estaban completamente machacadas, y es que en realidad estaban condenadas a la prostitución por la inexistencia de posibilidades fuera de ella", explica la cofundadora de ‘Pikara Magazine’.

En retrospectiva, es la propia Momoitio quien asume que el debate sobre la prostitución es el debate que lo atraviesa todo. "Al movimiento feminista nos hace falta mucha memoria, porque hemos aprendido poco desde entonces. Muchas de las propuestas actuales ya se intentaron en el pasado y no sirvieron, sino que llevaron a las mujeres a una situación de mayor vulnerabilidad. Si eso lo tuviéramos claro, al menos podríamos proponer cosas nuevas y no repetir los mismos errores", desarrolla.

Una muerte común y comunalizada
"La vida se acababa cada noche al irse a la cama, y estaba más que ganada si podía dormir tranquila", explicita Momoitio en la publicación. Hasta que un día no pudo. La escritora continúa: "María Isabel ni se suicidó ni fue asesinada. Estoy segura de que fue un simple accidente y me jode". En realidad, lo que la autora cree es que "María Isabel fue una desgraciada incluso para eso, para tener una muerte común, pues en esa misma época hay documentados otros casos de presos que mueren por el mismo motivo". Atrás quedaban sus ingresos en psiquiátricos, sus viajes a comisaría, las escaramuzas de los centros en los que la recluían y las repetidas idas y venidas de Bilbao a Santander como escapatoria del día a día.

Por delante quedaba la solidaridad que inundó parte de Bilbao durante los siguientes días. Esos días, de hecho, fueron pocos. La propia idiosincrasia de las componentes del movimiento y su situación a nivel social no ayudaron a que se pudiera hacer algún tipo de presión para que se esclarecieran los motivos reales del fallecimiento. Momoitio quizá sea la persona que más conoce a María Isabel tras haber hablado con algunos de sus familiares, personas que la conocieron e, incluso, hombres que mantuvieron relaciones sexuales con ella: "Me da mucha pena no haber encontrado a nadie que dijera que fue su amigo. Me da mucha pena pensar que a lo mejor nunca tuvo uno", reflexiona al respecto.

Así, de la prostituta María Isabel que abrió periódicos en 1977, el texto final presenta a Maribel; y es a ella a quien quiere la autora después de bucear en la vida de esta chavala que falleció entre rejas, con sufrimiento psíquico, con un hijo de 4 años. Hasta casi dos meses después del fallecimiento, el Juzgado de Peligrosidad y Rehabilitación Social no archivó su expediente. María Isabel no tiene ningún asunto pendiente con la justicia, ¿y viceversa?

2021/11/05

DOCUMENTACIÓN | OFENSIVAS | "DESPUÉS DE COTIZAR DURANTE 40 AÑOS MEREZCO UNA ATENCIÓN SANITARIA"

“Después de cotizar durante 40 años merezco una atención sanitaria”
Susana Linares, mujer transexual, fue en agosto a urgencias del hospital Ramón y Cajal por una rotura de las prótesis mamarias y fue citada para una consulta 10 meses después.
Belén Fernández / Olivia López Bueno | El País, 2021-11-05
https://elpais.com/videos/2021-11-05/video-despues-de-cotizar-durante-40-anos-merezco-una-antencion-sanitaria.html 

“Mi caso no era urgente pero sí un problema grave que había que resolver en el menor tiempo posible, no diez meses después”. El pasado junio, Susana Linares, ingeniera de telecomunicaciones de 67 años, notó unos nódulos en las mamas. Ante el susto acudió a su médico privado para una ecografía y este le confirmó una rotura de las prótesis mamarias y esparcimiento del gel por varias partes del cuerpo. Un mes después acudió a urgencias del hospital Ramón y Cajal, donde tiene todo su historial como persona transexual desde el año 86, y le aseguraron que su operación era una cuestión de estética, no de salud, pero que le darían una cita con el endocrino de la Unidad de Género. La fecha de la consulta fue para el 28 de junio del 2022, diez meses después.

Susana optó por buscar otra alternativa, cogió parte de los ahorros de la jubilación y encontró un médico privado que le operó veinte días después de verla por la seriedad de su caso. “Me he sentido desolada y maltratada. Llevo 40 años cotizados y soy una persona normal, merezco un respeto y una atención sanitaria”, confiesa Susana visiblemente emocionada a El País en la entrevista en vídeo que acompaña a esta pieza.

2021/09/17

DOCUMENTACIÓN | OFENSIVAS | LA COMUNIDAD DE MADRID ASFIXIA LA ATENCIÓN A LAS PERSONAS TRANS

Madrid asfixia la atención a las personas trans y provoca esperas para cambios de sexo de más de seis años.
El departamento que centraliza las cirugías reduce el personal y las horas de atención, pese a que la demanda de nuevos solicitantes se ha multiplicado por seis desde 2017.
Fernando Peinado | El País, 2021-09-17
https://elpais.com/espana/madrid/2021-09-17/madrid-asfixia-la-atencion-a-los-trans-y-provoca-una-espera-para-cambios-de-sexo-de-mas-de-seis-anos.html 

Cientos de madrileños que buscan una cirugía de confirmación de género en la sanidad pública se encuentran con un tapón causado por la Comunidad de Madrid que está ahogando al departamento que centraliza la atención, a pesar de un fuerte aumento de la demanda. El doctor Antonio Becerra, fundador en 2007 de la Unidad de Identidad de Género (UIG), encargada de las derivaciones a quirófano, denuncia que tras su jubilación al finalizar 2019, el personal ha dejado de dedicarse exclusivamente a la atención a las personas trans para atender otras enfermedades endocrinas como la diabetes o trastornos de la conducta alimentaria. Esta reducción del servicio, que está provocando sufrimiento y una oleada de quejas, se ha producido a pesar de que la demanda se ha multiplicado por seis: de 100 nuevos solicitantes al año en 2017 a 600 en 2019, según Becerra.

“Lo han reducido a una consultilla porque no creen en este tema”, protesta en conversación con este periódico el médico, que ahora pasa consulta privada y es coordinador del grupo de trabajo sobre identidad en la Sociedad Española de Endocrinología.

La UIG es un pequeño departamento con una endocrina, dos psicólogos, una gestora de pacientes y una auxiliar de enfermería. El equipo contaba con dos endocrinos antes de la jubilación de Becerra. Su sede se encuentra en un sótano del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, una mole de 17 plantas en el norte de Madrid. Ellos controlan una lista de espera que no es pública y que contiene las derivaciones al quirófano donde se hacen las cirugías, en el cercano Hospital de La Paz. La cola para una primera consulta es de casi un año; para cirugías supera en algunos casos los seis años, según denuncian los pacientes. Una portavoz del Hospital Ramón y Cajal responde a este periódico que la lista de espera actual es de nueve a 12 meses, debido al impacto de la pandemia de coronavirus, pero este dato es desmentido por Becerra y una fuente médica cercana a la UIG que pide anonimato para evitar represalias. También lo refrendan asociaciones y pacientes que llevan años en el limbo.

La reorganización ha supuesto que el nuevo hombre fuerte en la UIG es el jefe del servicio de endocrinología del hospital, Héctor Escobar Morreale, descrito por varias fuentes que han trabajado con él como un hombre muy conservador, expedientado por acoso laboral a una subordinada. La portavoz del hospital rechazó la posibilidad de entrevistar a Escobar Morreale.

La debilitación del servicio se produjo cuatro meses después de la llegada al poder madrileño de Isabel Díaz Ayuso, cuyo Gobierno es dependiente de Vox, un partido abiertamente hostil contra los avances en derechos de la comunidad trans. Ayuso anunció este jueves que va a modificar las leyes de género y protección contra la LGTBIfobia, cediendo parcialmente a la presión de Vox, que ha pedido derogarlas.

Quienes tienen los hasta 16.000 euros que puede costar una cirugía genital y de pecho en la sanidad privada acaban marchándose para librarse del atasco en la UIG. Pero los grandes perdedores son pacientes como Haidar Ali Moracho, un chico trans de 23 años en paro y con escasos recursos económicos. Lleva dos años y tres meses de espera en la UIG para una cirugía de masculinización de pecho. Su experiencia ha sido un tormento debido a que es citado para consultas de seguimiento en las que siente que no se producen avances. El colmo de su descontento se produjo al recibir el pasado junio un volante para una cita en el que la UIG era llamada “unidad de trastorno de género”, un nombre ofensivo que debería haber sido borrado por completo tras la aprobación en 2016 de la ley de género. La endocrina de la UIG Laura Montanez se disculpó y le dijo que otros servicios del hospital aún no han actualizado la terminología.

“Da la sensación de que no tienen interés, ni vocación, ni formación”, lamenta Moracho. Moracho y otros cuatro jóvenes pacientes presentaron en agosto una queja ante el Defensor del Pueblo y la Consejería de Sanidad por el anormal funcionamiento de la UIG. Otras asociaciones que atienden a personas trans confirman el fuerte malestar con la UIG. COGAM ha recibido a lo largo de los años más de 50 quejas y Médicos del Mundo, más de 30.

El Gobierno de Esperanza Aguirre causó sorpresa en 2007 cuando anunció la creación de la UIG. Aquellos eran años de rápido cambio social y el PP comenzó su tímido proceso de apertura. Un año antes el alcalde madrileño Alberto-Ruiz Gallardón, había oficiado su primera boda gay. Recientemente, Ayuso ha puesto a la UIG como ejemplo de que Madrid es una región abierta. Ha presumido en varias ocasiones de que personas trans de otras comunidades venían a Madrid a operarse y ha afirmado que ese servicio era pionero en España, lo que no es cierto. La realidad es que Andalucía (1999) o Cataluña (2006) fueron más rápidas. Eso no ha impedido a los diferentes Gobiernos del PP utilizar este servicio como un medio de propaganda para tratar de demostrar su sensibilidad LGTBI.

Este jueves, Ayuso volvió a sacar pecho por la UIG a la vez que cuestionaba la sinceridad del apoyo de la izquierda al colectivo LGTBI. “[Somos] una comunidad que ha acogido durante más de 15 años a personas de todos los rincones de España, a transexuales, que han venido a ser operados de cambio de sexo”, resaltó en el pleno de la Asamblea. Desde su origen, en 2007, la UIG ha derivado al quirófano a más de 400 personas, según la portavoz del hospital, que no detalla la procedencia de los pacientes.

Los sucesivos premios de asociaciones LGTBI como Transexualia, controlada por miembros del PP, contribuyeron a generar buena prensa y a dar una idea entre parte del colectivo LGTBI de que las cosas iban bien. Pero según el hombre que dirigió la UIG desde su origen, el servicio ha estado infradotado durante años y la administración autonómica no le facilitó el trabajo. “Me costó mucho reclamar personal desde el inicio”, dice Becerra. Un problema que vio pronto es que había un cupo de cirugías para estos pacientes que nunca era ampliado. “No puedes tener a una persona esperando para una operación ocho años”, dice él, lamentando el sufrimiento que produce esta demora en una población vulnerable con una tasa de suicidio que es el doble del resto de la población.

Parte del malestar ha trascendido a la prensa en los últimos años. En 2015, La escritora trans Elizabeth Duval reveló en 'El intermedio' que la gestora de pacientes, María Jesús Lucio, le habló de modo insensible: “Si luego llegas a arrepentirte, en un futuro, lo único que te queda es tirarte por un puente”. En 2020 relató esta experiencia en su libro 'Reina'.

Pero las quejas han sido en parte contenidas por Transexualia, que no las ha dado a conocer al público a pesar de tener conocimiento de ellas. Una portavoz responde por teléfono que prefiere no participar en el reportaje.

Las listas de espera fueron un asunto relativamente manejable hasta 2018, pero ese año, cuando se multiplicó por cuatro la demanda, todo se puso cuesta arriba. Becerra atribuye a una “moda” este aumento, que también se ha dado en otros países occidentales. “Son sobre todo mujeres en torno a los 16 años que quieren ser hombre”, dice este endocrino. La visión de Becerra entra en conflicto con la de otros endocrinos que piden que se respete el derecho a la autodeterminación de género. Critican que se llame moda o capricho a la transexualidad y hablan de una liberación de personas que habían estado reprimidas y ahora reclaman sus derechos.

“No sé si puedo aguantar”
Las largas colas en la UIG no se han debido solo a la falta de recursos. Desde 2007, Becerra impuso a los nuevos pacientes un período obligatorio de seguimiento de dos años como condición necesaria para entrar en la lista de espera quirúrgica. Se supone que el fin es evitar arrepentimientos (un fenómeno inferior al 0,5% de operados, según un estudio en Holanda), pero es una etapa desesperante para quien tiene bien clara su decisión o para quien sufre dentro de un cuerpo que no se corresponde con su identidad. Además, el período de dos años se impone incluso a quienes inician tratamiento hormonal en otro centro público, lo que supone que se penalice la atención por proximidad. La ley no impone ninguna espera y la recomendación de expertos internacionales es que esa etapa sea de 12 meses.

La gestora de pacientes, Lucio, ha guardado con celo esta directriz incluso en casos extremos como el de Lena Blanco, una chica trans de 24 años. “No hay atajos posibles”, le dijo Lucio en enero del año pasado a la joven. Las dos hablaron sobre las ideas suicidas de la chica, según se oye en una grabación de la consulta.

“Yo es que no sé si puedo aguantar dos años”, le dice la joven conteniendo sollozos.

“Sí vas a aguantar, y además no me digas eso porque entonces yo creo que no estás estable y aunque pasaran dos años no te podría derivar”, le contestó la gestora de pacientes.

No sirvió de nada que la chica le mostrara dos semanas después un informe de un psiquiatra del hospital que recomendaba adelantar la operación debido al sufrimiento que estaba padeciendo.

“Tenemos órdenes expresas de la consejería (de Sanidad)”, zanjó la empleada de la UIG con voz hastiada. Habían pasado siete meses desde que Blanco se registró en la UIG para comenzar su tratamiento hormonal. Esa misma noche tuvo un intento de suicidio. Sus muñecas conservan la huella.

“En la UIG se ríen en tu cara. No les importamos”, protesta la joven en conversación con este periódico. Como otros pacientes frustrados por las esperas, ha desistido de seguir en la cola de la sanidad pública.

Blanco ya ha hablado con cirujanos privados que le han dado presupuesto y le han garantizado que podría ser operada. Pero ahora está en paro y ahogada por deudas. Ha trabajado como editora de vídeo pero no encuentra empleo y sobrevive gracias a la ayuda pública para la pobreza y los aportes de otros amigos trans. Este mes una amiga le ha dado 100 euros para completar el alquiler de su habitación en un piso compartido de Carabanchel.

Lucio, foco de gran malestar, “toma decisiones como le da la gana y la administración mira para otra parte”, según su antiguo jefe, Becerra. Este endocrino impartirá a partir de finales de mes un curso de Experto en Medicina Transgénero para formar y sensibilizar a sanitarios.

“Estamos igual o peor que cuando empezamos en los ochenta″
El atasco pone en peligro la salud de muchos pacientes. Susana Linares, una mujer trans de 67 años, fue atendida en urgencias en agosto por la rotura de sus prótesis mamarias, que tienen ya más de tres décadas de antigüedad. Debe reponerlas debido al riesgo que corre, pero en la UIG le han dado cita para una consulta regular con la endocrina Montanez el 28 de junio de 2022. Se ha ido corriendo a la privada. Por suerte tiene los casi 6.000 euros que cuesta la cirugía gracias a que regenta una academia de informática.

Su vida ha sido próspera y feliz desde que hizo historia en 1987. Entonces, el Supremo la autorizó a inscribir su nuevo nombre en el Registro Civil y, en 1992, otra sentencia de un tribunal inferior condenó a la Seguridad Social a financiar sus cirugías, que le costaron algo más de un millón de pesetas (6.010 euros).

Ahora este golpe le ha devuelto el mal recuerdo de aquella batalla. “Estamos igual o peor que cuando empezamos en los ochenta, desatendidos por la Seguridad Social. Se habla mucho de ley trans pero todo es un tongo milongo”.

2021/08/23

DOCUMENTACIÓN | DERECHOS | CARLOS JÁUREGUI, FIGURA INDISPENSABLE PARA LOS DERECHOS CIVILES EN ARGENTINA

Comercio y Justicia / Carlos Jáuregui //

Carlos Jáuregui: una figura indispensable para los derechos civiles en el país.

Comercio y Justicia, 2021-08-23

https://comercioyjusticia.info/opinion/carlos-jauregui-una-figura-indispensable-para-los-derechos-civiles-en-el-pais/ 

Cada 20 de agosto se conmemora el Día de la Diversidad Sexual, en homenaje al dirigente, fallecido en esa fecha, hace 25 años. Martín De Grazia, autor y colaborador de la Comunidad Homosexual Argentina para la preservación de su legado, reseñó la lucha del activista

El 20 de agosto, el Día de la Diversidad Sexual, se conmemora el fallecimiento de Carlos Jáuregui.

A 25 años de su muerte, la sombra de su figura sobre la historia del movimiento LGBTI local no ha hecho más que agigantarse: Jáuregui es el máximo referente de la lucha por los derechos LGBTI en la Argentina. En la ciudad de Buenos Aires, una plaza en el barrio de Constitución y una estación de subte llevan su nombre.

Nació en La Plata un 22 de septiembre de 1957, tres años antes que su hermano Roberto, primer activista por los derechos de las personas con VIH-SIDA.

En 1984 fue elegido primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), organización creada con el propósito de luchar por la derogación de las normas represivas aplicadas contra nuestra comunidad e instalar el concepto del libre ejercicio de la sexualidad como un derecho humano de tercera generación.

Jáuregui ejerció el cargo entre 1984 y 1986, para después pasar a ocupar la Secretaría de Derechos Humanos de la CHA.

Durante esos cuatro años, no solo llegó a ser el máximo exponente local de las políticas de visibilidad -herramienta fundamental para erradicar prejuicios y luchar contra la discriminación- sino que fue además uno de los principales mentores de la articulación del activismo gay-lésbico con la militancia a favor de derechos humanos en la Argentina de la posdictadura. Protagonizó algunos de los actos de visibilidad militante más significativos de que se tenga registro. Su aparición en la portada de la revista 'Siete Días' abrazado a otro activista en mayo de 1984 causó un fuerte impacto en una sociedad altamente conservadora: era la primera vez que un homosexual hacía pública su identidad con su rostro al descubierto y la mención de su nombre y apellido.

Cuatro días después suscribió la solicitada «Con discriminación y represión no hay democracia», publicada en Clarín, para exigir la derogación de los edictos policiales y la ley de averiguación de antecedentes que facultaban a la policía para realizar razias y detenciones arbitrarias.

Marchó junto a las columnas de los organismos de DDHH durante el acto de entrega del 'Nunca Más' a Ricardo Alfonsín por parte de la Conadep.

Aspectos jurídicos

Ante la necesidad de cubrir lo que él consideraba un vacío en cuanto a ciertos aspectos jurídicos y con el objetivo de trabajar para que la legislación incluyera los derechos de gays y lesbianas, fundó en 1991 'Gays por los Derechos Civiles' (Gays DC), junto a César Cigliutti y Marcelo Ferreyra, y le imprimió una fuerte presencia en los programas de televisión de la época.

La elección del nombre de la nueva organización no era casual: haber sido echado del departamento de su pareja, Pablo Azcona (quien murió a consecuencia del SIDA), lo llevó a entender en carne propia la urgencia de militar por la obtención de derechos civiles que protegieran a las personas no heterosexuales de la discriminación naturalizada que los volvía ciudadanos de segunda.

Entre otros hitos para la historia del movimiento, desde la casa en la que vivió junto a Cigliutti y Ferreyra -verdadero epicentro del activismo diverso durante los noventa- llevó adelante muchísimas acciones.

En 1992, organizó y encabezó con otras organizaciones la primera Marcha del Orgullo Gay-Lésbico en Buenos Aires, dándole una clara impronta política contra la violencia institucional.

También tuvo constantes enfrentamientos con el cardenal primado de Argentina y arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Quarracino, que alcanzaron su punto culminante cuando el religioso, en su programa televisivo, llamó a crear un “apartheid para homosexuales” que derivó no sólo en la presentación de una querella por violación a la ley antidiscriminatoria sino en el armado de una campaña de repudio que recogió innumerables adhesiones públicas, políticas y artísticas.

Además de impulsar el primer proyecto de unión civil, 'Gays DC' forjó la primera alianza entre el movimiento gay-lésbico y los incipientes colectivos de travestis y trans.

Testimonios y registros de la época coinciden en la colaboración absoluta brindada por Jáuregui a los colectivos travesti-trans; sobre todo en lo que respecta a su lucha contra el avasallamiento policial y a la visibilidad de sus reclamos.

Jáuregui murió a causa del SIDA el 20 de agosto de 1996.

Al día siguiente, la comisión de Derechos y Garantías de la Convención Estatuyente aprobó el proyecto de ley presentado por él, para que se incluyera la orientación sexual en la cláusula antidiscriminatoria de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.

Hoy más que nunca, dimensionar los alcances históricos de su figura es una tarea indispensable para las políticas de la memoria LGBTI y la historia de la democracia en nuestro país.

2021/06/24

DOCUMENTACIÓN | ESTUDIOS | ESPAÑA, EL PRIMER PAÍS EUROPEO CON MÁS POBLACIÓN NO HETEROSEXUAL

España, el primer país europeo con más población no heterosexual.
El 6% de los españoles dice ser bisexual, el 5% gay y el otro 1% pansexual (atracción independientemente del sexo de la persona) u omnisexual (atracción por todos los géneros).
EFE | El Confidencial, 2021-06-24
https://www.elconfidencial.com/sociedad/2021-06-24/espana-primer-pais-europeo-poblacion-heterosexual_3149620/ 

Un 78% de los españoles se declara heterosexual y un 12% se identifica con otro género, lo que sitúa a España como el tercer país a nivel mundial y el primero europeo con mayor población no heterosexual, mientras el 10% prefiere no expresar su identidad sexual.

En concreto, el 6% de los españoles dice ser bisexual, el 5% gay y el otro 1% pansexual (atracción independientemente del sexo de la otra persona) u omnisexual (atracción hacia todos los géneros), lo que suman un 12% de no heterosexuales frente al 11% de Alemania y Reino Unido y el 10% de Países Bajos, Bélgica y Suecia.

A nivel mundial, el 80% de la población se identifica como heterosexual. Son datos de una encuesta de Ipsos sobre la visibilidad y percepción pública del colectivo LGTBI+ realizada a un total de 19.069 personas de 27 países, que se publica cada año con motivo del Día Mundial del Orgullo, que se celebra el 25 de junio [i.e. 28 de junio].

Un 10% de los encuestados en España prefiere no expresar su identidad sexual, uno de los porcentajes más altos de Europa, solo superados por Alemania (12%) y Polonia (11%). En el resto del mundo este dato oscila entre el 39% de Malasia, el 33% de Turquía, el 24% de la India, el 19% de Rusia y el 15% de México.

En España, 6 de cada 10 encuestados declaran tener relación con alguna persona gay, lo que le sitúa como el primer país europeo en este aspecto, al mismo nivel que Bélgica y Reino Unido. Los españoles lideran el ranking europeo en compromiso y apoyo hacia estas personas en acciones como acudir a las manifestaciones del Orgullo Gay (un 22% dice haber ido alguna vez, frente al 13% de media mundial).

Además, España se sitúa en el tercer puesto con más ciudadanos a favor del matrimonio homosexual (76%), solo por detrás de Suecia (79%) y Países Bajos (84%). En cuanto a si las parejas del mismo sexo deben tener los mismos derechos a la hora de adoptar niños, España se vuelve a situar en las primeras posiciones, ya que un 77% se muestran a favor, solo por detrás de Países Bajos (83%), Canadá (81%) y Suecia (79%).

Asimismo, nuestro país ocupa el primer lugar en cuanto a que las personas LGBTI+ muestren abiertamente su orientación sexual o identidad de género con el resto de ciudadanos (un 73% frente al 51% de media). También lidera el ranking en la defensa de que estas personas muestren su afecto en público, un 64%, casi el doble que la media mundial (37%).

Igualmente ocupa el primer puesto mundial al apoyar que los deportistas se muestren abiertamente homosexuales (7 de cada 10 encuestados) y es el único país, junto con India, con una mayoría de población a favor de que los atletas transgénero participen en la categoría del género con el que se identifican.

2021/06/09

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | CON EL RECUERDO DE 'FRANCIS', EL FORO SOCIAL VISIBILIZA LA VIOLENCIA POR ORIENTACIÓN SEXUAL

Naiz / Movilización en Errenteria por el asesinato de Francis, 1979-06-11 //

Con el recuerdo de «Francis», el Foro Social visibiliza la violencia por la orientación sexual.

En el 42º aniversario de la muerte de Vicente Vadillo Santamaría, ‘Francis’, a manos de un policía en Errenteria, el Foro Social considera necesario, «no solo reconocer y reparar», sino también «dar visibilidad» a las víctimas de la violencia relacionada con la orientación sexual.
Naiz, 2021-06-09
https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20210609/con-el-recuerdo-de-francis-el-foro-social-visibiliza-la-violencia-por-la-orientacion-sexual 

Apenas habían transcurrido siete días desde que un disparo de un guardia civil terminara con la vida de la militante ecologista Gladys del Estal Ferreño en Tutera, cuando otra bala policial mataba a Vicente Vadillo Santamaría en Errenteria el 10 de junio de 1979.

Originario de Alacant, trabajaba como travesti en un club de Errenteria y por eso era más conocido como Francis, su nombre artístico.

Como ha recordado este miércoles el Foro Social, la versión oficial difundida en la época quiso hacer creer que el policía disparó accidentalmente su arma, aunque en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Donostia en 1983 varios testigos aseguraron que no fue así.

Según relataron, el agente Antonio Caba Laguna había amenaza al encargado de la discoteca Apolo. Entonces, Francis se acercó y le espetó: «¿Y por qué no me disparas a mí?», momento en el cual el agente le disparó a la cara, resultando muerto al instante.

«El asesino fue sentenciado a nueve meses y nunca entró en prisión», ha subrayado el Foro Social para impulsar el proceso de Paz, que ha aprovechado el 42ª aniversario de la muerte de Vicente Vadillo Santamaría para reclamar «el reconomimiento también para las víctimas de la violencia relacionada con la orientación sexual».

Reflejo de una época
Estos hechos ocurrieron en «una época en la que las múltiples violencias que diversos agentes llevaron a la práctica eran el pan de cada día en el País Vasco», como ha indicado el Foro Social.

«Años donde las vulneraciones de derechos humanos en el marco del ciclo de violencias adquirieron una especial crueldad (asesinato, vacío social, violaciones, violencia de persecución, torturas sexuales, etc.) en el caso de las personas que decidieron romper con el modelo tradicional de sexualidad impuesto y con la norma hegemónica de género», ha puntualizado.

No obstante, también han destacado que la trágica muerte de Francis supuso un gran impulso al movimiento de los derechos del colectivo LGTBIQ+ en Euskal Herria. Personas que hasta entonces se veían obligadas a moverse en la clandestinidad y la marginalidad, y que «por desgracia continúan siendo víctimas de graves vulneraciones de derechos humanos y vejaciones».

En aquellos días se organizaron las primeras manifestaciones a cara descubierta tanto en Errenteria como en Donostia y comenzaron a tomar forma los primeros movimientos sociales en defensa de los derechos del colectivo, como EHGAM (Euskal Herriko Gay Askapen Mugimendua), que ya llevaba un tiempo gestándose.

Huelga general y más violencia policial

En Errenteria, las protestas se desarrollaron en plena escalada de represión policial. El día 11, lunes, la actuación de las denominadas Fuerzas de Orden Público (FOP) se hizo notar cargando contra una asamblea popular y llegó al interior del ayuntamiento, ya que la Policía lanzó botes de humo y pelotas de goma cuando se celebraba un pleno extraordinario, precisamente, para condenar la muerte de Francis.

Pese a ello, al día sieguiente se realizó una huelga general en la localidad guipuzcoana, después de que el Ayuntamiento y todos los partidos políticos que habían llamado al paro (PSOE, Herri Batasuna, PNV, Euskadiko Ezkerra, PCE, EMK y LKI) hicieran público un comunicado en el que calificaban de «brutal, salvaje e indiscriminada la actuación de las FOP».

Uniformados o de paisano, los agentes policiales continuaron agrediendo y amenanzado a la gente que se movilizaba durante los días posteriores.

Proceso participativo
Situaciones como aquella está siendo analizadas en el proceso participativo denominado ‘Compromiso social con la construcción de la convivencia democrática’, donde se han recogido múltiples aportaciones que constatan que «la sociedad vasca ha estado y sigue estando atravesada por múltiples ejes de desigualdad (género, sexualidad, nivel socio-económico, lengua...)».

Y como ejemplos de ello se citan casos de «libertad vigilada, ‘sexilio’, pintadas, amenazas, agresiones policiales, violencia física, cárcel y exilio, tortura, violencia sexual, transfobia... e incluso vulneración del derecho a la vida», como fue el caso de Francis.

«Desde el Foro Social Permanente creemos que es imprescindible reconocer de forma pública y reparar todas estas experiencias, vivencias y vulneraciones de derechos», han señalado en el comunicado difundido este miércoles.

La «premisa» sobre la que gira esta labor «es clara: todas las víctimas tienen derecho a la verdad, la justicia y la reparación; y las mismas vulneraciones de derechos humanos han de contar con idéntico nivel de reconocimiento político y legal, sea cual sea el agente violento que las haya llevado a la práctica».

Por ello, apelan a los gobiernos de Lakua e Iruñea, así como a las instituciones de carácter local y a los organismos sociales que trabajan en nuestro país, a que hagan suyo el compromiso de dar visibilidad a estas vulneraciones de derechos mediante los mecanismos que consideren oportunos.

Del 28 de junio al 7 de julio
Otra fecha relevante en este contexto que llegará pronto es la del Día Internacional por la Liberación Sexual y el orgullo LGBTIQ+, el 28 de junio. Por esto motivo, el Foro Social ha querido mostrar su «más sentida admiración y dar las gracias por el aporte que hacen a nuestra sociedad a las distintas organizaciones que trabajan y han trabajado en defensa de los derechos del colectivo».

Además, ha anunciado que el próximo 7 de julio organizará un encuentro privado en el que distintas personas representantes de colectivos LGTBIQ+ debatirán sobre los retos pendientes que plantea la construcción de la convivencia, dentro del comentado proceso ‘Compromiso social con la construcción de la convivencia democrática’. Las conclusiones del evento se recogerán en un informe que será presentado posteriormente.

2020/06/30

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | NOSOTRXS SOMOS. CAPÍTULO 2. VERDE. EL CAMINO A LA IGUALDAD

Nosotrxs somos. Capítulo 2. Verde. El camino a la igualdad.
Mundo Joven LGTBI, 2020-06-30

https://mundojovenlgtbi.wordpress.com/2020/06/30/nosotrxs-somos-capitulo-2-verde-el-camino-a-la-igualdad/ 

Seguimos desgranando la serie de Nosotrxs Somos. Volvemos al camino de la igualdad.

En este capítulo se reúnen Jordi Petit, uno de los primeros activistas por los derechos de personas LGBT+ y de las primeras personas en salir del armario en Barcelona, y Jedet, actriz, cantante y activista trans.

Poca gente daba la cara en los temas de visibilizarse y desde los medios de comunicación siempre contactaban con Empar Pineda y Jordi Petit. Recordemos el concepto del contagio del estigma, por lo que, las primeras personas que hablaban de temática LGBT fueron las propias personas LGBT y desde ramas tipo Medicina, especialmente sobre personas trans.

Comienzan a aparecer colectivos tras el 1976, tras el franquismo. La Coordinadora para luchar por derechos de la homosexualidad (COFLHEE) buscaba la abolición de la ley de Peligrosidad Social.

En 1977, se hizo el primer Orgullo en Barcelona y ya había tres asociaciones en Madrid en 1977.

Tras conseguir la eliminación de la ley de peligrosidad social se produjo una decadencia en movimientos activistas en Madrid, aunque en Barcelona hubo cierta continuidad.

Es importante este aspecto, ya que cuando la reclamación principal era resuelta (en este caso, la abolición de la ley de peligrosidad que dejó de aplicarse en 1979), y se reconocieron legalmente las entidades LGBT, se produjo un espejo de igualdad. Este espejo fue efímero, ya que cuando se siguió encerrando a gente por otras leyes como la de escándalo público, el maltrato, la falta de reconocimiento de parejas, el no reconocimiento de la identidad, la invisibilización, el activismo debía (y debe seguir).

La búsqueda de la normalización del colectivo gay causó que algunas personas aprovecharan la situación para crear categorías, la del gay bueno y del gay malo. Este primero sería aquel que encajara en las normas de género y el segundo sería aquel que tiene pluma (el cual era representado como un payaso, solo para divertimento del público heterosexual, y homosexual normativo). Que recordemos, la plumofobia, entendida como rechazo a la pluma (asociada a comportamientos asignados tradicionalmente a mujeres), es machismo.

Estas categorías las hemos visto claras en el asentamiento de los modelos hegemónicos y que, obviamente, no afecta solo a hombres. Los modelos de belleza son aquellos (incluso en personas LGBT+) que se han asentado en los modelos hegemónicos de lo correcto, que son quienes se ajustan más a la norma de género (binario). Y por desgracia, nadie está exento de ello.

Retomando las alteraciones del orden público. Las personas eran enviadas a la Dirección General de Seguridad o DGS. La DGS estaba situada en la puerta del Sol en Madrid, se encerraba en calabozos a personas por “alterar el orden público”. Simbólicamente esto es muy potente, ya que cuando las cárceles tienden a aparecer en sitios de extrarradio, la exposición pública en estos casos era masiva, ya que se sitúa en el centro de Madrid.

Arantxa Serrano, mujer activista lesbiana, fue encerrada en 1986 por besar a una amiga Esther, en la calle. Durante la detención, la pegaron patadas en las piernas para poder meterse en el coche. Después las llevaron a una comisaría y les realizaron un cacheo general con registro vaginal. Esto fue agresión sexual por parte de la policía. Por suerte, dos años después llegó el caso a los tribunales y ganaron. Fue la primera rueda de reconocimiento a policías nacionales en 1989. Este hecho fue clave para los activismos de feministas lesbianas. Al final se muestra que, aunque la invisibilización las “protegiera” (como si ser invisible o negarte fuera algo agradable), en el momento en el que se mostraban estaban expuestas a las mismas agresiones. Porque la lesbofobia sigue sin ser algo anecdótico. AC: hay imágenes de agresión física a dos mujeres.

Al final las reminiscencias de todo el franquismo, se vieron y se ven durante muchos años después.

Después vino la pandemia (y no epidemia) del sida en España. Respecto a las asociaciones, no sabían si debían apoyar o intervenir con el tema del sida. Porque, fundamentalmente, era y es un tema médico. Respecto a esto, hay que contextualizar que tras la salida de la ley de peligrosidad social y la del escándalo público, se entiende que volver al punto de mira con esta crisis pudo dividir a los distintos activismos.

Comenzaron nuevos colectivos para trabajar la crisis, haciendo especial hincapié en la parte asistencialista. En 1986, FAGC se dividió y aparecieron COGAM Madrid y el Colectivo Lambda en Valencia.

Se decidió hacer un centro asociativo, pero no se les dio el permiso de apertura. Y llegó la policía municipal que puso una orden de clausura. La velocidad en este trámite administrativo fue bastante pasmosa, pero siguieron intentándolo.

Mili Hernández, dueña de la famosa librería Berkana, se fue a Madrid para ver COGAM. Berkana fue la primera librería LGBT+ en Madrid, en 1993, inspirada por las librerías LGBT+ en Nueva York (Oscar Wild Bookshop, 1967).

Y fue la primera mujer en colectivo gay, lo que causó que COGAM fuera mixto. Otras activistas lesbianas, como Boti también fue a COGAM. Vinieron con dos corrientes: asistencialismo y políticas. Surgió una primera ruptura por Manolo Trillo, con el tema VIH.

Podríamos distinguir dos tipos de corrientes.
  • Comunitarista: Una única comunidad constituida fuerte. En esta línea Mili y Pedro Zerolo apoyaban estas corrientes.
  • Igualitarista: No creen que haya una comunidad única, ni una identidad única y que deben organizarse para luchar contra la discriminación. En esta línea se encontraban Miguel Ángel Sánchez y fundadores de COGAM.
En el manual de diagnóstico de manuales y trastornos mentales (DSM) se eliminó la homosexualidad de los diagnósticos en los años 70. Y no fue hasta 1987 que se eliminó por parte de la OMS. Finalmente, el 17 de mayo de 1990, se eliminó por completo, y es por ello por lo que se celebra el día internacional contra la homofobia, bifobia y transfobia. Y no digo lesbofobia, porque no está incluida dentro del nombre oficial. Sorpresa. Seguimos considerando que la homofobia afecta igual a hombres y mujeres, y no es así.

En torno a los años 90, COGAM comenzó a pedir subvenciones y algunas corrientes pensaban que era venderse. Contextualicemos en los años 90, en los que la única fuente de ingreso, sin contar subvenciones, eran donaciones de gente. Se planteó para poder abastecer de recursos mínimos.

En 1992, surge la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, o FELGTB como planteamiento de unificar y plantear proyectos estatales en toda España. Uno de los temas claves eran los derechos para las parejas no hetero (como, por ejemplo, tras fallecimientos por complicaciones del sida), donde las parejas quedaban desamparadas legalmente. Se planteó, por tanto, la urgencia de la ley de parejas de hecho en 1994. En 1997 se plantean, junto a Pedro Zerolo y Beatriz Gimeno, se relanza la FELGTB (que no incluía la B, en ese momento [ni la T, de hecho se denominaba FEGL]) y unifican las manifestaciones que se realizan en las distintas comunidades autónomas.

Fundación Triángulo surgió, en 1996, como escisión de COGAM, por motivos ideológicos. Se especializó en otros temas como trabajo sexual, cine o salud sexual. Las escisiones siempre son complicadas, aunque sigamos luchando las distintas asociaciones dentro del mismo movimiento.

Chueca, zona conocida como barrio gay (y no LGBT+) a pesar de una gran evolución, deja actualmente de lado muchas orientaciones e identidades, pero por el propio desarrollo de la zona. Y digo zona, porque técnicamente no es un barrio, al no poseer de entidad administrativa propia y es una zona del barrio de Justicia, dentro del distrito centro de Madrid.

Se consideraba hasta los años 90, originalmente denominado como “marginal”, donde las personas más en los márgenes tenían su espacio (personas trans, travestis, gays, consumo de drogas, etc.). Berkana se introdujo como librería entre los primeros espacios abiertos por las mañanas.

Empezaron a rehabilitar bares y locales, evolucionando el barrio de Chueca hacia lo que conocemos ahora. Es importante entender aquí la gentrificación del barrio. No es un tema que comenten en el programa, pero son barrios donde personas con nivel socioeconómico alto han podido instalarse, y todas las personas que tuvieran menor nivel socioeconómico, eran desplazadas. Y si metemos otras interseccionalidades, se configura un espacio en el que los grupos más privilegiados tendrán acceso, generalmente hombres cis (mono o plurisexuales) blancos con nivel socioeconómico medio-alto.

Al final, la diferencia económica un aspecto relevante a medir en las interseccionalidades. Se hacen concesiones, porque se mejora la imagen del barrio. Siempre surgen cuando la gente saca beneficios de estas situaciones, como cuando a Mamoudou Gassama se lo concedió la nacionalidad francesa tras salvar a un menor que estaba colgado en la terraza de un cuarto piso. Al resto se le ponen muchas pegas en los trámites para acceder a dichos recursos.

Sin embargo, no deberíamos tener que esperar a personas a que hagan heroicidades para considerarlas personas y apoyar su lucha y necesidades.

Jedet muestra, en línea de lo que menciona Mili, la evolución de las necesidades y la forma en la que nuestros espacios se van configurando. Sin embargo, sigue recalcando la todavía anclada misoginia rechazo de la feminidad, fuera y dentro del mundo LGBT+.

El surgimiento de las RRSS y de canales de youtube específicos han generado un vuelco a las personas referentes. Les referentes se hacen más accesibles para la gente joven. Es interesante realizar una comparación de activismos entre generaciones, no por indicar si es mejor o peor, sino por comentar las diferencias de las demandas. Muchos activismos se han movido a las RRSS, donde el alcance es mucho mayor. Las luchas cambian y evolucionan. No debemos asumir que todo está logrado, porque seguimos sin ver la parte más sutil y estructural.

Hay todavía riesgos, y también se modificaron las formas de relacionarse, de configurar grupos y, por supuesto, de ligar. Las aplicaciones han seguido perpetuando lo que ya seguimos viendo en nuestra vida. Por desgracia, el racismo, la plumofobia (existe una pasivofobia también, querides, y también con bases machistas) y la transfobia son el día a día de las aplicaciones tipo Grindr y Wapo.

Es curioso como los activismos van evolucionando (y los barrios). Sin duda, existe mucha incertidumbre ante el futuro, sobre cómo se evolucionará, tanto por crisis inesperadas, como el Covid-19, como crisis no tan inesperadas como el auge de la extrema derecha. Los derechos de todo colectivo oprimido siempre están en cuestionamiento, porque no es irreversible.

2020/05/05

TFG | Fernández Turuelo, Miguel | El movimiento de liberación homosexual en España 1970-1978: de la gestación a la legalización

Fernández Turuelo, Miguel (2020). El movimiento de liberación homosexual en España 1970-1978: de la gestación a la legalización. Trabajo Fin de Grado, Universidad Pontificia de Salamanca, Facultad de Comunicación. Dirección: Gloria García González. Fecha: 2020-05-05. 
 
Ed. digital: Open Access | SUMMA – Universidad Pontificia de Salamanca
https://summa.upsa.es/details.vm?q=id:0000131256&view=main&lang=es 

El movimiento de liberación homosexual nació en España en 1970 como respuesta a la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social franquista y consiguió la despenalización de la homosexualidad en 1978. Durante esos ocho años el movimiento se constituyó como un sujeto social y político, formando en sus activistas una identidad colectiva y estableciendo un discurso alternativo al de las instituciones sociales y políticas del régimen. El clima represivo franquista, en el que los activistas eran perseguidos, dificultó enormemente su labor. Con la llegada de la Transición, surgieron multitud de agrupaciones y frentes de liberación, como el FAGC y el FLHOC. El movimiento contó con aliados, fundamentales para su éxito, y con adversarios, contrarios a sus intereses. Las estrategias de los diferentes grupos de activistas difirieron en ocasiones –algunas defendían el derecho a tener una identidad diferenciada de la heterosexual mientras otras intentaban una “normalización” de las disidencias sexogenéricas-, si bien la mayoría de ellos articulaban sus discursos a favor de los derechos de los homosexuales con discursos anticapitalistas. La acción colectiva giró en torno a los boletines de las propias agrupaciones y frentes, como Debat Gai (FAGC) y La Pluma (CCAG) y a las manifestaciones, siendo la de Las Ramblas de Barcelona de 1977 la primera. La despenalización fue un avance en el terreno legislativo, si bien no supuso la igualdad social de los disidentes sexogenéricos.

2019/06/21

DOCUMENTACIÓN | DERECHOS | BEATRIZ GIMENO: LA LUCHA LGTB DESDE LA TRANSICIÓN HASTA HOY, DERECHOS Y LGTBFOBIA

La lucha LGTB desde la transición hasta hoy: derechos y LGTBfobia
Beatriz Gimeno, 2019-06-21

https://beatrizgimeno.es/2019/06/21/la-lucha-lgtb-desde-la-transicion-hasta-hoy-derechos-y-lgtbfobia/ 

No exagero si afirmo que la aprobación en 2005 de la reforma del Código Civil en materia de matrimonio para abrirlo a las parejas del mismo sexo ha sido una auténtica revolución social y cultural a la que no es posible restar importancia; una transformación radical en la consideración social de la homosexualidad y uno de los cambios culturales más importantes que han sucedido en este país en las últimas décadas. Doce años después de aquel logro del activismo LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), trabajado minuciosamente durante décadas, la mayor parte de la sociedad lo acepta con completa normalidad y la mayoría de los países democráticos han emprendido el mismo camino. También los partidos políticos han asumido que este derecho está completamente incorporado a lo que la mayoría de la gente concibe como un estándar democrático básico y, de manera más o menos abierta, más o menos rápida y más o menos sincera, han pretendido no quedarse fuera de eso que hoy diríamos que es sentido común mayoritario.

Ya hay una generación de españoles que ha nacido pensando que lo normal es que gays y lesbianas puedan casarse si así lo desean y, sobre todo, pensando que lo extraordinario sería que no pudieran hacerlo. Hoy día eso lo defiende incluso la derecha, que celebra sus bodas homosexuales con normalidad y asiste a ellas, incluso, un señor tan sumamente conservador como Mariano Rajoy. Sin embargo, sería un error olvidar que la conversión de la derecha —además de mucho más reciente de lo que se cree— no es, en realidad, sincera. La lucha por la igualdad LGTB se ha llevado a cabo frente al pensamiento reaccionario (aunque oportunista) que anida en el seno del PP y que los llevan a seguir paralizando las leyes contra la LGTBfobia allí donde tienen que aplicarlas o aprobarlas. Su reciente conversión es superficial y estratégica, y su historia en relación con las reivindicaciones históricas del activismo LGTB ha sido siempre la de constituirse en un muro frente a cualquier avance, así como en apoyo de la ideología de la Iglesia católica en lo relativo a esto.

En este sentido, la gran victoria para el activismo LGTB no fue, en realidad, la aprobación de una norma que nos igualaba legalmente,[1] sino que, al contrario, dicha ley fue consecuencia del verdadero éxito, que no es otro que haber conseguido, en muy poco tiempo, cambiar el sentido común mayoritario respecto a la legítima existencia de una minoría sin poder social, estigmatizada desde hace milenios, marginada social y legalmente en la mayor parte del mundo, perseguida y objeto de injuria permanente; y hacerlo, además, en uno de los países europeos en los que la Iglesia ha tenido más poder político y social y en el que el machismo institucional fue un pilar del régimen durante la dictadura franquista. La aprobación de esta ley significó un cambio cultural muy profundo porque supuso, por una parte, la legitimación de la existencia homosexual, pero también la posibilidad de transformar una institución fundacional del patriarcado como es el matrimonio y, con ello, la capacidad para sacudir, aunque sea levemente, un sistema basado en la ‘heteronorma’ sancionada legalmente.[2]

Este simple cambio legal, que afectó a unas pocas frases del Código Civil, ha tenido una importante capacidad performativa que trascendió, con mucho, la reivindicación concreta de las personas LGTB. La posibilidad de la injuria quedó formalmente desactivada (aunque para la desactivación absoluta de la LGTBfobia aún tenga que transcurrir más tiempo) y se produjo, así, un cambio cultural que supuso una ampliación de las posibilidades de felicidad y libertad de mucha gente. Si bien al principio hubo gente que no entendió lo desestabilizador que era el matrimonio igualitario para la propia institución (ya que subvierte completamente su sentido), quien sí lo entendió con meridiana claridad fue la derecha que, en realidad, siempre tuvo razón en sus miedos. Cuando afirmaban que abrir el matrimonio a las parejas del mismo sexo supondría desnaturalizarlo, estaban en lo cierto; ahora podemos decirlo. Por eso, porque ellos entendían el potencial desestabilizador de este cambio, se opusieron con todas sus fuerzas a perder lo que sin duda era un privilegio, un privilegio de la heterosexualidad sobre cualquier otra forma de organizar la sexualidad, la filiación y la familia. Y por eso fue, y está siendo, tan difícil.

Aunque hoy todos los partidos, incluso los de la derecha, pretendan borrar de su pasado la feroz resistencia que opusieron a ese cambio, lo cierto es que dicha resistencia existió de manera continuada desde los años setenta, como vamos a ver a continuación, y los y las activistas nos sentimos muy solos hasta finales de los noventa, cuando algunos partidos de izquierdas comenzaron a hacerse eco de nuestras reivindicaciones. El Partido Popular se resistió con uñas y dientes hasta el último minuto e, incluso, cuando la cuestión ya estaba en el Parlamento, no se abstuvo de pretender humillarnos y ridiculizarnos. Finalmente, su transformación actual es meramente cosmética: parece asumir el cambio mientras que, al mismo tiempo, dificulta, ralentiza y continúa promocionando la LGTBfobia en todas sus manifestaciones.

La historia de las reivindicaciones LGTB en España desde el final de la dictadura se puede dividir en dos grandes periodos. El primero, hasta finales de los años ochenta, en un contexto de lucha a favor de la derogación de las leyes represivas y de la legalización de las organizaciones LGTB y, el segundo, desde entonces hasta 2005, cuando tuvo lugar la lucha por conseguir una legislación igualitaria en lo referente al matrimonio y a la familia. En medio de estos dos periodos encontramos el sida. Y desde 2005 hasta la actualidad, la lucha es contra la LGTBfobia en todas sus formas, una lucha a la que de ningún modo se ha sumado la derecha.

Hasta la dictadura franquista, la homosexualidad en España se vivía como en el resto de Europa: potente homofobia social y posibilidad de llevar adelante la vida entre cierta indiferencia, dependiendo de diversos factores como la visibilidad, la clase social, la profesión, etcétera. La Guerra Civil significó un cambio, ya que cualquier contienda bélica excita siempre la homofobia y el machismo. El general Queipo de Llano marcó el tono cuando dijo: «Todo afeminado o invertido que calumnie nuestro movimiento debe morir como un perro», y después el franquismo identificó identidad nacional con moral católica, determinando para ello que fuera la Iglesia la que fijara los límites de lo permitido y de lo prohibido en todo lo referente a la sexualidad.[3] El comportamiento homosexual, o su mera visibilidad, estaban incluidos en el cajón de sastre de la represión contra el llamado «escándalo público», que permitía sancionar arbitrariamente cualquier cosa que la autoridad determinase que constituía un escándalo. Posteriormente, en 1954 la homosexualidad fue incorporada en la Ley de Vagos y Maleantes, otro cajón de sastre que permitía incluir cualquier comportamiento que se considerase antisocial o desviado de la norma. Dicho esto, y al contrario de lo que se suele pensar, el franquismo no puso al principio un énfasis excesivo en la represión legal de la homosexualidad, simplemente porque no hacía falta. La represión social y policial era lo suficientemente brutal como para que no fuese necesario un refuerzo legal de dicha represión; cualquiera podía ser considerado «maleante» y acabar en la cárcel.

No obstante, en la década de los años setenta España comenzó a abrirse al exterior. El turismo masivo amplió el foco de lo que podía pensarse o verse y, sobre todo, supuso comprobar que España era una excepción en Europa, que esa realidad negra en la que estábamos instalados no era tan negra más allá de nuestras fronteras. Los y las turistas no trajeron solo los bikinis; o, más concretamente, los bikinis no eran solo un traje de baño, sino que eran, en realidad, toda una declaración de principios con relación a otras maneras de vivir el cuerpo, la sexualidad, las relaciones entre hombres y mujeres... la libertad, en definitiva.

Además, esa misma década en la que el turismo aparecía masivamente por aquí fue aquella en la que, en Europa y en Estados Unidos, el activismo LGTB (y feminista) comenzó su lucha por la igualdad y el reconocimiento, una lucha que acabaría transformando las costumbres sociales y sexuales en, al menos, el tercio rico del mundo. Estas nuevas costumbres —que apenas podían entreverse aquí— asustaron no obstante al franquismo, que sospechaba, con razón, que el deseo de libertad de una sociedad no tiene por qué estar organizado políticamente para romper las costuras que lo mantiene preso. Más de treinta años de moral católica institucional habían convertido las costumbres (y no solo las leyes) en una camisa de fuerza; y la mera existencia, en un paisaje gris. La irrupción masiva del turismo enseñó a las mujeres y a las personas homosexuales[4] que otras existencias y otras maneras de vivir el propio cuerpo eran posibles. Esta es la razón por la que la dictadura, a la que ya le quedaba poco tiempo de vida, decidió en 1970 incrementar su legalidad represiva sobre la diversidad sexual con una nueva ley, la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social, a partir de la cual se juzgaron entre 1970 y 1978 a aproximadamente cinco mil homosexuales por el mero hecho de serlo, y de ellos unos mil fueron enviados a prisión.[5]

La oleada represiva que se desencadenó significó también, además del encarcelamiento y la tortura de miles de personas, el nacimiento de incipientes organizaciones políticas homosexuales que trabajaban en la clandestinidad y cuyo objetivo era, precisamente, despenalizar la homosexualidad. Aparte de exigir la derogación de la ley de peligrosidad social, estas organizaciones defendían un ideario cercano al marxismo y a la lucha obrera que planteaba reivindicaciones de liberación sexual para todas las personas. Es importante señalar aquí que, a pesar de la lucha que se mantuvo, la inquina del régimen y de sus herederos contra la homosexualidad fue tal que la ley de peligrosidad social no se derogó tras la aprobación de la Constitución de 1978, como ocurrió con la mayoría de las leyes represivas. Las personas LGTB no tuvieron nada de que alegrarse con la aprobación de una Constitución que no hizo ninguna referencia a la libertad sexual, que no derogó la ley que la reprimía y que tampoco sirvió para que se legalizara ninguna organización homosexual, mientras que sí se legalizaron los partidos políticos y las organizaciones sociales. Por si fuera poco, los presos que estaban en las cárceles por homosexualidad fueron tratados como presos comunes y no se beneficiaron del indulto de 1975 ni de la Ley de Amnistía del 1977. La Constitución, la de la supuesta reconciliación, se aprobó con presos por homosexualidad en las cárceles y sin que se hubiera legalizado ninguna organización LGTB. La homosexualidad era considerada un peligro social y se le negaba cualquier relación con la lucha política.

Conseguir la legalización de las organizaciones políticas homosexuales fue entonces uno de los principales objetivos del incipiente Movimiento de Liberación Homosexual, junto al de la derogación de la ley de peligrosidad social. Tanto Alianza Popular como UCD se negaban a que organizaciones a las que acusaban de propagar conductas inmorales fueran legalizadas. La mayoría de la gente ignora que en este país costó más legalizar la primera organización homosexual que el Partido Comunista. Así de peligrosos nos veían los herederos del franquismo. No fue hasta 1980 cuando, por fin, el Gobierno de UCD legalizó la primera organización homosexual, aunque no fue hasta 1982, con la victoria del PSOE, cuando se levantó la prohibición general que pesaba sobre las organizaciones homosexuales.

Después de esta primera victoria, las fuerzas se concentraron en conseguir la derogación de la ley de peligrosidad social. Recordemos que esta ley no penalizaba solo la homosexualidad, sino que era un poderoso instrumento de control social sobre cualquiera que el sistema concibiese como «desviado» o «antisocial». Entre estos se incluían quienes practicaran la mendicidad, el vandalismo, el tráfico y consumo de drogas, la venta de pornografía, la prostitución, y cualquier otra persona que fuera considerada peligrosa. El Movimiento LGTB logró, como conseguiría luego con la reivindicación del matrimonio, que su defensa de la derogación de esa ley no fuera vista como un asunto que afectaba únicamente a las personas homosexuales, sino como una cuestión de derechos humanos y de derechos civiles.

Por otra parte, respecto a dicha ley conviene recordar que, aunque algunos artículos referidos a la homosexualidad ya habían sido eliminados en 1979 (siempre con la oposición de UCD y de AP), las personas LGTB podían seguir siendo detenidas por escándalo público, tipo que siguió en vigor hasta 1989. Así, el 23 de octubre de 1986 dos lesbianas fueron detenidas por besarse frente a la antigua Dirección General de Seguridad (DGS) de la Puerta del Sol. Se las retuvo sin explicación alguna durante dos días, en los cuales se les privó del derecho de defensa. Era 1986 y el motivo de su detención fue un beso.

La oposición que, en esta primera etapa de la lucha (desde el final de la dictadura hasta los años noventa), mostró el establishment político —pero especialmente los herederos del franquismo— no es sino la misma oposición que mostraron después ante la reivindicación del matrimonio igualitario. La derecha siempre ha sido contraria a la posibilidad de que las personas homosexuales y transexuales puedan adquirir un estatus de ciudadanía plena. Su oposición está vinculada a la ideología sexual y familiar de la Iglesia católica y está dirigida contra la normalización social de la diferencia sexual, por más que dentro de su partido algunas personas puedan declararse LGTB desde su atalaya de privilegio, igual que ocurría en el franquismo.

La cuestión de los derechos familiares, de pareja, irrumpió en el escenario político debido al sida. En medio de la crisis humanitaria que provocó esta enfermedad, muchos gays murieron y sus parejas padecieron situaciones indignas ante el completo abandono por parte del Estado. Tuve la oportunidad de ver cómo fallecían personas a las que sus familias habían repudiado por gays y a las que llevaban años sin ver ni apoyar y cómo, una vez producido el deceso, dichas familias aparecían de repente para expulsar al compañero —que había sido marido, amante, enfermero, cuidador— y dejarle sin nada, en ocasiones sin poder siquiera recoger sus cosas personales de la casa común. El sida y sus efectos en la comunidad homosexual provocaron que, de pronto, nos hiciéramos todos viejos, y conllevaron también un cambio radical en los objetivos del activismo. Apareció entonces un tipo de activismo relacionado con el sida, que exigía al Estado que protegiese a las personas enfermas y combatiese la homofobia, que era la causa de un poderoso y destructivo estigma que se extendió por todo el tejido social.[6]

Además de las exigencias relativas a la necesidad del cuidado de las personas enfermas por parte de las instituciones, la epidemia del sida también impulsó a las organizaciones a buscar algún tipo de regularización de los derechos familiares, con la idea de proteger a quienes estaban quedando injustamente desprotegidos. Comenzaron entonces a tener lugar las distintas reivindicaciones de legislaciones de pareja que, poco a poco y en un goteo incesante, se fueron aprobando en diferentes instancias y niveles gracias a partidos de izquierdas y, en algún caso, a la derecha nacionalista, como fue el caso del PNV. PSOE e IU, independientes y partidos nacionalistas fueron aprobando reglamentos y ordenanzas municipales que igualaban a las parejas homosexuales con las heterosexuales, en ámbitos que eran competencia de los Ayuntamientos. Más tarde, se aprobaron algunas leyes autonómicas.

Así pues, durante los primeros años noventa la lucha se centró en conseguir una ley de parejas de ámbito estatal que, por una parte, unificara la cada vez más ingente legislación de ámbito menor (que estaba dispersa y era de naturaleza muy heterogénea) y, por otra, otorgara derechos fundamentales a las personas LGTB, algunos tan básicos como poder decidir el tratamiento médico para la pareja enferma, la custodia de hijos e hijas, el usufructo de los bienes de la pareja fallecida, la herencia o las pensiones. Sin embargo, nada de esto encontró el más mínimo eco en la derecha, que no se movió un milímetro de sus posiciones.

El sida, en todo caso, puso de manifiesto una vez más la homofobia social e institucional, que estaba muy lejos de ser residual. La homofobia que anidaba en los aparatos del Estado, en la Iglesia y en la sociedad en su conjunto se instaló de nuevo en la primera línea. A aquella enfermedad que se llevó tantas vidas por delante se le llamó «cáncer gay» o «castigo divino», y a la comunidad LGTB se la abandonó a su suerte. Solo la propia comunidad organizada pudo empezar a crear las primeras pautas de prevención, solo la propia comunidad se cuidó a sí misma y organizó la resistencia ante los prejuicios y la extrema vulnerabilidad en la que la enfermedad nos situó. Para combatir el sida había que hablar de sexualidad, de homosexualidad y de heterosexualidad, y la sociedad homófoba y pacata tardó mucho en hacerlo, aunque en el camino se perdieron miles de vidas.

La derecha y la Iglesia se han opuesto a todas las campañas de prevención destinadas a salvar vidas. Es doloroso recordar hoy que por no poder hablar de condones se permitiera que enfermara y muriera mucha gente, pero así fue y nadie ha pedido perdón por ello. Y no han cambiado tanto, siguen en el mismo lugar, solo que es la sociedad la que les ha pasado por encima. La derecha, el Partido Popular, asumió sin matices el argumentario de la Iglesia: la mejor prevención del sida es la castidad y las parejas homosexuales no pueden formar familias porque la familia es, sobre todo, una unidad destinada a la procreación. Respecto a esto último, su negativa a considerar siquiera la posibilidad de negociar la ley que necesitábamos, así como su no reconocimiento del Movimiento LGTB como sujeto político, propició un cambio de estrategia que, a la postre, nos llevaría a conseguir aquello con lo que en aquel momento ni siquiera soñábamos: la igualdad legal, el matrimonio igualitario.

Porque durante ese tiempo, a la espera de cualquier avance en el ámbito de los derechos, el Movimiento LGTB estuvo debatiendo internamente acerca de la conveniencia de exigir el matrimonio, el mismo matrimonio al que pueden optar las personas heterosexuales, o de seguir reivindicando una ley de parejas. No hay aquí espacio para profundizar en los matices de ese debate, pero el cambio en la reivindicación tuvo que ver, en primer lugar, con una cuestión estratégica: puesto que el Partido Popular no se movía un milímetro de su posición de negativa a cualquier avance en los derechos LGTB, decidimos que nos moveríamos nosotras y nosotros.[7] A la hora de negociar hay que dejar siempre un margen para ceder, así que decidimos exigir la igualdad completa y no conformarnos con lo que, en todo caso, algunos ya considerábamos una legislación apartheid, es decir, una legislación especial para la gente LGTB. Es interesante remarcar que el activismo LGTB español no se sintió nunca (o no de manera mayoritaria) preocupado por el tema de la identidad, algo que, sin embargo, sí fue un asunto recurrente en algunos países anglosajones. La lucha por el matrimonio en nuestro país se hizo en nombre de la igualdad y de los derechos civiles y, en mi opinión, esto fue uno de los aspectos que favorecieron el hecho de que pronto gozáramos de una simpatía social que no dejó de crecer. Explicamos nuestra posición y conseguimos convencer a la mayoría de que no se trataba de una reivindicación particular de gays y lesbianas, sino de una batalla por ensanchar los márgenes de la libertad de todas las personas; pues legislaciones específicas, como por ejemplo la unión civil o cualquier ley de parejas, no dejaban de ser legislaciones que rehuían la verdadera igualdad. Decidimos, por tanto, dar un salto adelante y exigir un acceso pleno al matrimonio, a la igualdad.

Ni siquiera el PSOE asumía esta posición al principio; de hecho, no lo hizo hasta la llegada a la Secretaría General de Rodríguez Zapatero. En todo caso, el Movimiento LGTB fue valiente y se lanzó con una reivindicación de máximos (en lugar de una de mínimos), porque esperábamos que al hacerlo la derecha se viera obligada a negociar la ley de parejas, la cual creíamos que íbamos a conseguir finalmente. Pero la derecha no lo hizo hasta que fue demasiado tarde y, gracias a su torpeza, perdió esa batalla que ellos consideraban fundamental, dado que durante los quince años en los que estuvimos reivindicando el matrimonio —sin que el Partido Popular se moviera un centímetro de los argumentos de la Iglesia— conseguimos que la sociedad española entendiera que la igualdad no admite parcelaciones y logramos generalizar el concepto de «matrimonio igualitario». Conseguimos, además, que la sociedad lo viviera como una cuestión de ampliación de derechos y libertades; de igualdad, en definitiva. La negativa del PP a cualquier legislación, incluso de mínimos, nos permitió saltar por encima, exigir lo máximo y ganar la batalla por incomparecencia del adversario. El PP pareció darse cuenta del error solo cuando la sociedad española y la mayoría de los partidos apoyaban ya el matrimonio igualitario, y pretendió entonces ofrecernos una ley de parejas como mal menor. Por primera vez se dignó a considerarnos como interlocutores válidos y llegamos, incluso, a mantener una reunión secreta en el Palacio de la Moncloa con un asesor de Aznar que nos propuso llevar al Parlamento una ley de parejas tal y como pedíamos veinte años atrás, pero respondimos que ya era tarde. No estamos hablando de los años ochenta, hablamos de la década del 2000.

Cuando la ley de matrimonio comenzaba su trámite parlamentario, el PP entró por fin en el debate y lo hizo con un arsenal de LGTBfobia del que muy pocos meses después renegaría. Así, afirmó de manera reiterada que «lo que no es igual no se puede llamar igual» y mantuvo públicamente argumentos propios de los años ochenta. Parecía que el tiempo no había pasado para el partido de derechas, que se había convertido, como de costumbre, en portavoz de los argumentos más conservadores, algo que demostró con creces cuando decidió enviar a dirigentes de primer nivel a la manifestación convocada por la Iglesia el 18 de junio de 2005 para mostrar su oposición radical a la modificación del Código Civil y, sobre todo, para permitirse sacar a la calle toda la homofobia y la transfobia social que aún existía (y existe) y que estaba siendo rápidamente deslegitimada. Aquella manifestación, de la que hoy la mayoría de los que asistieron quisieran borrar su foto, existió; igual que existieron los insultos, la humillación pública o la equiparación de la homosexualidad con la pederastia. Allí estaban desfilando quienes, muy pocos años después, se han puesto en la cabecera de la manifestación del Día del Orgullo Gay. Era el año 2005. La asistencia a esa manifestación no fue un error de cálculo por parte del PP, no acudieron a una manifestación que después se les fue de las manos, no. Y no fue así porque ese mismo mes de junio, apenas unas semanas antes de la aprobación en el Pleno del Congreso de la reforma del Código Civil, se convocó una sesión de expertos en el Senado para discutir sobre la idoneidad de que las parejas del mismo sexo pudieran adoptar hijos o hijas. De entre los varios expertos y expertas convocados por todos los partidos, los dos del PP no solo fueron los únicos que se mostraron radicalmente en contra de dicha posibilidad, sino que hicieron afirmaciones que parecían sacadas de los tiempos más oscuros de la ley de peligrosidad social, como cuando afirmaron que la homosexualidad era una psicopatía, que los gays eran producto de padres alcohólicos y hostiles y madres sobreprotectoras, o que las niñas lesbianas son fácilmente reconocibles porque son más propensas al ejercicio físico. Sin embargo, la sociedad española ya no estaba en eso y los dos comparecientes llamados por el Partido Popular provocaron escándalo y burla a partes iguales, lo que obligó a ese partido a pedir perdón públicamente. Apenas un mes después se aprobó la ley de reforma del Código Civil en materia de matrimonio, lo cual supuso terminar con la desigualdad ante la ley e implicó también una revolución en una institución milenaria, cuyo objetivo desde su origen era, precisamente, asegurar la primacía de la heterosexualidad sobre cualquier otra forma de organización familiar y social.

Nos habíamos convertido en un ejemplo para muchas democracias y para el activismo LGTB de gran parte del mundo. Aquella ley supuso que España se situara a la vanguardia en materia de defensa de los derechos civiles, algo inusitado para un país como el nuestro y con nuestra historia. En realidad, ganamos a la derecha y a los sectores más retrógrados de la Iglesia. Muy pocos años después, el PP buscaba ponerse en la cabecera del Día del Orgullo, pero lo hacía al mismo tiempo que paralizaba cualquier legislación que buscara combatir la LGTBfobia social. Esta es una derecha que tolera, e incluso celebra, las manifestaciones individuales de homosexualidad, siempre que no estén relacionadas con la igualdad social o que no pretendan ser críticas con el supuesto derecho de la Iglesia de continuar educando en la desigualdad sexual, la homofobia y la transfobia. La lucha por la igualdad legal no fue el final de nada, como a veces se cree, sino el principio desde el cual, una vez conseguido un marco legal indispensable, podemos dedicarnos a trabajar por la igualdad social, mucho más complicada de alcanzar.

[1] Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio. (Nota de la editora).
[2] Sobre la capacidad subversiva del matrimonio igualitario, véase: Gimeno, B.: «La institución matrimonial después del matrimonio homosexual. ¿Seguimos hablando de lo mismo?», 8 de diciembre de 2009, disponible en <https://beatrizgimeno.es/2009/12/08/la-institucion-matrimonial-despues-del-matrimonio-homosexual-%C2%BFseguimos-hablando-de-lo-mismo/>. [Consulta: 25 de abril de 2018].
[3] Para seguir el orden cronológico de la historia, he consultado el libro de Calvo, K.: ¿Revolución o reforma? La transformación de la identidad política del movimiento LGTB en España, 1970-2005, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2017.
[4] Decir «personas LGTB» sería un anacronismo. Entonces no se hablaba de transexualidad y de bisexualidad como identidades separadas de la homosexualidad.
[5] Para rescatar la memoria de estas personas que fueron a la cárcel por homosexualidad surgió y sigue luchando la Asociación de Ex-Presos Sociales de España, que ya ha conseguido que la Ley de Memoria Histórica las incluyera y les ofreciera una reparación económica.
[6] En Estados Unidos y Francia dicho activismo lo encarnaron grupos como Act Up. En España, el grupo que mejor representó este activismo fue la Radical Gay.
[7] Hice un resumen de la estrategia política seguida por el Movimiento LGTB en «Estrategias de acción y organizativas del movimiento LGTB; conquistas jurídicas: el caso del matrimonio igualitario», publicado en VV. AA.: ‘Más allá de lo imposible. La dimensión política de los derechos humanos en el siglo XXI’, Tafalla, Txalparta, 2016. Este capítulo sería la continuación de este que ahora escribo.

2019/06/05

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | CHUECA, LOS ORÍGENES DEL BARRIO ARCOÍRIS DE MADRID

Chueca, los orígenes del barrio arcoíris de Madrid.
La serie documental “Nosotrxs Somos” repasa los orígenes de Chueca como barrio rosa. Todo un referente para el colectivo LGTBI a nivel internacional que algunos miran con nostalgia.
Somos Chueca | El Diario, 2019-06-05
https://www.eldiario.es/madrid/somos/chueca/chueca-los-origenes-del-barrio-arcoiris-de-madrid_1_6416971.html 

Cuando queda menos de un mes para la celebración del Orgullo LGTBI, ‘La 2’ continúa con la emisión de Nosotrxs Somos, una serie documental producida por RTVE Digital para ‘Playz’ que recorre la historia del colectivo LGTBI en España desde los años 70 a través de los colores de la bandera del arcoíris, su símbolo más universal.

La pasada noche le tocaba el turno a la segunda entrega, la de color verde, dedicada al cambio social que se produce entre los años 80 y 90 con la legalización del colectivo LGTBI y el nacimiento de asociaciones y activistas que buscan la plena igualdad.

Un capítulo en el que también se habla de los orígenes de Chueca como espacio LGTB, de la irrupción de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales en el barrio, de la apertura de negocios de día y la construcción de un espacio seguro para el colectivo que, para algunos, es ya un recuerdo nostálgico del pasado en vías de extinción como barrio rosa.

Además de fragmentos de programas del archivo de RTVE, el documental cuenta con la participación del histórico activista LGTBI Jordi Petit y el artista multidisciplinar King Jedet, que intercambian impresiones sobre la historia del activismo LGTBI y el camino hacia la conquista de derechos para el colectivo, la ‘plumofobia’ y los cuerpos disidentes no normativos, el machismo, el feminismo y la discriminación dentro del propio colectivo LGTBI.

Visibilidad, clave para el movimiento LGTBI español

“Hoy la normalidad es diversidad”, afirma rotundamente Jordi Petit, uno de los primeros activistas (junto a Empar Pineda) en hacerse visible como homosexual en la televisión mientras luchaba por los derechos LGTBI en la retaguardia. Personas como ellos fueron fundamentales para la normalización en la sociedad de esas diversidades afectivas y de género.

Con la Ley de Peligrosidad Social aún en vigor, esos primeros activistas LGTB, agrupados en frentes revolucionarios, tenían un objetivo común: la abolición de este texto legal que criminalizaba a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.

Un nexo común que les lleva a establecer alianzas y formar la COFHLEE, una coordinadora que articulará un lenguaje común entre todos esos grupos regionales y que convocará los primeros orgullos, como el de Barcelona, donde en 1977 tiene lugar la primera manifestación del Orgullo de toda España.

Una vez que la homosexualidad sale de la Ley de Peligrosidad Social, el movimiento LGTB se traslada de las calles a las discotecas y los bares, por lo que surgen desde los organismos más reaccionarios intentos de frenar la noche gay.

En ciudades como Barcelona, donde el gobernador civil cerraba locales con pretextos técnicos y hacía redadas para identificar a quienes estaban dentro, llegó incluso a producirse una huelga en 1981 donde cerraron los pubs y discotecas gays que aún quedaban abiertos.

Mientras en Barcelona continúa activa la lucha reivindicativa LGTBI, en Madrid se produce un frenazo en seco en los años 80. No fue hasta el nacimiento del Colectivo de Gais de Madrid (COGAM) cuando la lucha LGTBI regresa a la ciudad.

La irrupción del VIH-Sida provocó una separación de muchos colectivos, que tenían dos visiones diferentes del activismo LGTBI. Por una parte aquellos que consideraban que era necesario cumplir un papel asistencial y, por otra, quienes defendían una vía reivindicativa.

Una de las escisiones más traumáticas fue la de Manolo Trillo, uno de los fundadores de COGAM y cara visible del Sida en unos momentos en los que reconocer que tenías esa enfermedad era poco habitual por la serofobia que aún reinaba en la sociedad.

Las ‘besadas’ como arma reivindicativa
Arantxa Serrano, activista lesbiana, vivió en 1986 sus propias carnes una brutal detención policial por besar a su pareja en la boca en la Puerta del Sol. Trasladadas a la comisaría de la calle Luna, fueron incluso sometidas a un registro vaginal. Dos años después, su caso llegó a los tribunales y la justicia les dio la razón.

Las lesbianas de toda España se movilizaron respondiendo con una besada en plena calle. Todo un símbolo de visibilidad que aún hoy se emplea para protestar contra la discriminación y la LGTBIfobia.

De la oscuridad al arcoíris

“Chueca era en principio un barrio marginal: había trabajadoras sexuales, trabajadores sexuales, drogadictos, homosexuales, lesbianas, trans... un sitio donde nos podíamos juntar las que éramos en ese momento las peligrosas sociales”, explica el activista Víctor Mora.

Un espacio urbano que va más allá del concepto administrativo de barrio, que para el sociólogo Kerman Calvo cumple un importante papel porque “ayuda a que la gente tenga un camino para la emancipación y la identificación sexual”.

“Chueca fue el embrión de lo que es un barrio gay, porque nosotros abrimos allí el primer negocio de día”, explica Mili Hernández de la Librería Berkana, todo “un pulmón de oxígeno” para el colectivo LGTBI, que llegó hasta Chueca de todas partes de España. “Me gustaría que siguiera siendo ese barrio cultural con ese motor de lucha”, confiesa con nostalgia Mili.

Para Kerman Calvo “el fenómeno Chueca es muy curioso hasta a nivel internacional. No hay tantos lugares en donde haya una demarcación urbana tan extensa, tan variada y de tan fácil acceso para la población LGTB. Barrios que nos protegen, que nos sacan el dinero también, donde podemos enamorarnos y pasarlo bien”.

Menos complaciente es la visión de Ignacio Elpidio Domínguez, que considera que antes Chueca “era un lugar más agradable. Cada vez es un sitio más de copas, más frío, pero sigue siendo un referente importante”, matiza, “es un pariente que ya no te cae bien, pero está ahí”.

Para King Jedet Chueca es un espacio discriminatorio y pensado para hombres gays. “Pubs de lesbianas hay muchos menos, los carteles por Chueca siempre suelen ser de hombres. Se ve que está todo hecho para el placer del hombre”, afirma. “La única vez que me han pegado por ser como soy ha sido en un bar en Chueca”, confiesa Jedet.

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Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // STARS COFLHEE es un trabajo realizado por Julen Zabala Alon...