2021/03/30

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | GUY SORMAN ACUSA A MICHEL FOUCAULT DE ABUSAR DE MENORES EN ÁFRICA: "ERA UN TIPO HORRIBLE"

A casi 37 años de su muerte, acusaron a Michel Foucault de abusar de menores en África: "Era un tipo horrible".
La denuncia contra el filósofo la realizó el autor Guy Sorman, quien dijo que lo sabía desde 1969. "Hacía el amor en las lápidas del cementerio con los muchachos", disparó.
Clarín, 2021-03-30
https://www.clarin.com/cultura/37-anos-muerte-acusaron-michel-foucault-abusar-menores-africa-tipo-horrible-_0_Dw1tRGhrx.html 

A casi 37 años de su muerte, el filósofo y ensayista francés Michel Foucault fue acusado del delito de pedofilia por el ensayista Guy Sorman (77). El escritor y compatriota de Foucault lo acusó de actos de pedofilia en África, durante una entrevista con The Sunday Times, que tomó revuelo público en las últimas horas. Sorman dijo que visitó en 1969 al autor de ‘Vigilar y Castigar’ (1975) en el pueblo de Sidi Bou Said, en Túnez, donde residía, y ahí se enteró de que les pagaba a menores para tener sexo con ellos.

Aseguró que eran chicos de entre 8 y 10 años. "Les decía: 'Nos vemos a las diez de la noche en el lugar habitual'", que, según describió en la entrevista, era el cementerio local. "Los abusaba sexualmente. Hacía el amor en las lápidas con los muchachos", disparó. Según dijo Sorman, en ese viaje que cuenta de 1969 también hubo otros testigos, entre ellos periodistas, que sabían de esto. Dijo que lo callaron porque Foucault era como "un dios en Francia; el rey filósofo". "No se habría atrevido a hacer eso en Francia", aseguró, al tiempo que remarcó que en los presuntos actos de Foucault hubo "una dimensión colonial del imperialismo blanco".

Aseguró que ver lo que hizo en Túnez le valió reprocharse "por no haber denunciado en su momento", pero enfatizó que esto no lo llevó a rechazar su obra "sino a mirarla de una manera diferente". Opinó que no hay que cancelarla, pero sí "verlo con doble mirada". Igualmente, dijo que le parece necesario saber que "era un tipo horrible". Según la CNN, Foucault estuvo envuelto en otra polémica mientras vivía al haber firmado la petición para que el Parlamento de Francia despenalizara las relaciones consentidas con menores de edad.

2021/03/25

DOCUMENTACIÓN | EXPOSICIONES | LOS RELOJES ENAMORADOS DE FÉLIX GONZÁLEZ-TORRES

Los relojes enamorados de Félix González-Torres.
El Macba realiza una lectura política de la obra del artista minimalista, fallecido en 1996, en una exposición con 40 de sus creaciones.
José Ángel Montañés | El País, 2021-03-25
https://elpais.com/cultura/2021-03-25/los-relojes-enamorados-de-felix-gonzalez-torres.html 

‘Perfect Lovers’ es una obra formada por dos enormes relojes de pared idénticos, pegados uno a otro, sincronizados en la misma hora, que, con el paso del tiempo, por el desgaste y la pérdida de energía, empezarán a perder sincronía y acabarán marcando horas diferentes. Lo más terrible sería que uno de ellos se parara para siempre, mientras el otro continuara con su lento caminar. La pieza, realizada en 1991 por el artista Félix González-Torres (Guáimaro, Cuba, 1957 – Miami, 1996), es la sutil y poética representación de una relación de amor entre iguales, amantes perfectos para él, que intentan seguir adelante pese a las dificultades y la enfermedad.

González-Torres, vivió el mundo ‘underground’ neoyorquino de los años ochenta y creó instalaciones minimalistas a partir de bombillas, pilas de papel, montones de caramelos multicolores, espejos, cortinas y vallas publicitarias marcadas por un activismo cultural que buscaba desafiar y provocar al espectador. Sus obras, pocas, por la brevedad de su vida, pero muy conocidas, imprescindibles para entender el arte actual por sus críticas al conservadurismo social y la homofobia, son las protagonistas de la exposición ‘Félix González-Torres. Política de la relación’ que el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, Macba, le dedica hasta el 12 de septiembre.

La vida y la obra de González-Torres son conocidas en España desde que, en 1995, poco antes de fallecer, el Centro Gallego de Arte Contemporáneo, bajo la dirección de Gloria Moure y comisariada por Nancy Spector, conservadora del Guggenheim de Nueva York, le dedicara una gran exposición. De hecho, ARCO le rindió homenaje en la edición del año pasado y en Madrid se pudieron ver media docena de vallas publicitarias repartidas por la ciudad con una de sus obras más conocida ‘Untitled. It’s just a matter of time’ (‘Solo es cuestión de tiempo’) una frase escrita en 1992 en letra gótica (identificada con el nazismo) sobre un fondo negro, que avisa de la amenaza que supone la extrema derecha y el populismo, pero que interpela de forma diferente a quien la lee.

Pero Tanya Barson, comisaria de la muestra y conservadora jefa del Macba, ha reunido 40 de las obras de González-Torres para realizar una nueva lectura más allá de la de un artista neoyorquino de los ochenta, que es como se ha presentado hasta ahora. Las ha agrupado en cuatro ámbitos para poner el acento de su relación con España (él y su hermana vivieron en Madrid a comienzos de los años setenta), con el continente americano y el Caribe, además de cuestiones como memoria, la autoridad, la libertad y la identidad nacional. “Para González-Torres lo que es personal es político y en sus obras explora, de forma sutil, el diálogo entre lo que es privado e invisible y lo que es público. Su obra está llena de capas, que van de lo superficial a lo profundo”, explica Barson.

Como la de los relojes enamorados que, recién colocados, marcan de forma sincronizada la misma hora y presiden la primera de las salas de la exposición en la que se analiza su compromiso político, con obras que denuncian la cultura autoritaria, el fascismo, el conservadurismo social y la represión a la comunidad gay. “Unas actitudes que pueden remitir a los Estados Unidos durante la crisis del sida en los años ochenta y noventa, aunque en España hubo una represión análoga en tiempos de Franco y posteriormente”, comenta Barson.

Muchas de las obras de González-Torres son pilas de papel con imágenes o palabras que tienen que ver con el odio, la censura y la discriminación. De entrada, parecen formas sólidas, pequeños pedestales sin escultura, pero pronto se comprueba que son acumulaciones de cientos de láminas iguales, que, a diferencia de lo que se espera en un museo, el visitante puede llevarse. “Tiene que ver con el concepto de libertad que defendía González-Torres”, insiste Barson. También con su idea de socavar el mercado del arte, en el que se sentía como un espía y un intruso. González-Torres decía: “Necesito al espectador, necesito la interacción. Sin el público estas obras no son nada. Pido a la gente que me ayude, que asuma la responsabilidad, que se lleve parte de mi trabajo”.

Es lo mismo que ocurre con sus montones de caramelos. Como en ‘Untitled (Blue Placebo)’ (1991) en la que 130 kilos de dulces envueltos en celofán forman un enorme mar azul que están a disposición del visitante (se pueden coger previa desinfección con hidrogel). “Azul es sinónimo para González-Torres de amor, belleza, pero también miedo. Esta obra, como la cortina de agua, ‘Untitled (Water)’, de 1995, que hay que cruzar para seguir avanzando, remiten a la idea de viaje, emigración, exilio, turismo y huida y en una ciudad como Barcelona, funcionan como metáforas”, prosigue Barson.

Una pandemia, la del sida, como a muchos otros artistas homosexuales neoyorquinos del momento, le cambió y le costó la vida. En 1991, Ross, su pareja, fallece por esta enfermedad. En los cinco años siguientes, hasta que él fallece por los efectos también del sida, realiza una serie de obras en su recuerdo. Como ‘Untitled (Portrait of Ross in L.A.)’, formada por una montaña de caramelos apilados en una esquina que pesan 79,3 kilos, los mismos que pesaba Ross. Los visitantes pueden cogerlos y comérselos por lo que, como su pareja, el peso va descendiendo, aunque, para él, todo el que coge uno de estos dulces se lleva parte de Ross para siempre.

Esta pieza no ha viajado a Barcelona, pero si ‘Untitled (Para Un Hombre En Uniforme)’, de 1991, una de las pocas obras suyas tituladas en castellano, en la que 100 kilos de chupachups aparecen envueltos en los colores de la bandera estadounidense. Está en la sala en la que se habla de patriotismo, militarismo, machismo y deseo homoerótico, así como del sentimiento nacionalista que generan en la sociedad los monumentos. En este sentido la pieza más sorprendente de la muestra es, quizá, ‘Untitled (Go-Go Dancing Platform)’, de 1991, en la que un go-go baila sobre una plataforma vestido solo con un minúsculo bañador de lamé plateado. Baila al son de la música que solo escucha desde su dispositivo electrónico. Pero solo lo hará cinco minutos al día y a una hora imprevista. Por lo que seguro que, a más de uno, la presencia inesperada del erótico bailarín le hará atragantarse con uno de los caramelos participativos de González-Torres.

2021/03/24

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | ¡LEVANTEN NALGAS! MEMORIA DE LA INSUMISIÓN MARICA

Ilustración de Señora Milton //
¡Levanten nalgas! Memoria de la insumisión marica.

El servicio militar obligatorio fue una escuela de machismo y homofobia. Algunos gais se acogieron a la exención por homosexualidad, otros se hicieron objetores de conciencia legales y otros insumisos. Los colectivos cuir defendieron la desobediencia.
June Fernández | Pikara, 2021-03-24
https://www.pikaramagazine.com/2021/03/levanten-nalgas-memoria-de-la-insumision-marica/

En la Radical Gai había maricas que también eran objetores y querían ser insumisos. Ahí creamos la ‘insumisión gai’, que planteaba: «Al ejército no vamos no porque no creamos en las guerras, sino porque qué vamos a hacer allí con tantos hombres si no nos los podemos follar» (risas). Editamos un dossier muy bonito titulado ‘Levanten nalgas’. La objeción suponía radicalizarse porque la cárcel estaba de por medio”. 
 
Esta cita del activista cuir Sejo Carrascosa en una entrevista para Pikara Magazine es la chispa que enciende este reportaje. La siguiente pista nos lleva a Iruñea, la ciudad que acogió en 1995 un encuentro sobre insumisión marica organizado por EHGAM, el movimiento de liberación gay de Euskal Herria.

“Si tengo que ir, me suicido”
Joan, alias Juanita Márkez, tenía 17 años cuando recibió la temida carta del Ayuntamiento de Cornellà: tenía que presentarse el 24 de octubre de 1988 ante el negociado de quintas para formalizar su inscripción en el servicio militar. Como superviviente de acoso homófobo en el instituto, imaginaba la crueldad que le esperaba en el cuartel. Lo tenía muy claro: “Si tengo que hacer la mili, me suicido”. Acudió al movimiento antimilitarista Mili KK pero no encontró el apoyo que esperaba. Decidió alegar homosexualidad primaria, una exención que contemplaba el Ejército porque la consideraba una discapacidad incompatible con la disciplina militar. La Organización Mundial de la Salud sacó la homosexualidad de la clasificación de enfermedades mentales en 1993 [i.e. 1990], el año en el que Juanita respiró tranquila.

Primero fue al médico de cabecera a pedir el certificado que exigía el negociado de quintas. Este le mandó al urólogo, quien le miró como las vacas al tren y le derivó al psiquiatra, quien le dijo que no sabía cómo acreditar algo así. Al final, la psicopedagoga del instituto le puso en contacto con una amiga psiquiatra de la sanidad privada que le hizo el certificado en dos minutos. Reconoce la incomodad de aceptar ese diagnóstico pero lo compara a que, aún hoy, las personas transexuales tengan que ser diagnosticadas de disforia de género para modificar su nombre en el registro civil.

La respuesta fue un jarro de agua fría: “Examinado el expediente del mozo, esta junta de clasificación y revisión decide declararle útil para el servicio militar”. Juanita Márkez recurrió y, mientras tanto, se declaró objetor de conciencia. Su vía crucis incluyó viajar cada dos años a un hospital militar de Madrid. “El psiquiatra tenía que certificar que yo seguía igual de maricón. Me pedía que me dibujase. Me esforcé por dibujarme muy triste, marginal, callejera”. Para entonces, ya se había hecho okupa, punki y orgullosa marika; iba a las revisiones luciendo su cresta roja y su pluma. Estaba terminando la carrera de Psicología y esa formación le dio aplomo para enfrentarse al poder psiquiátrico.

El tiempo incrementaba la angustia pero también jugaba a su favor: el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) registró cien mil objetores y 2.000 insumisos, que desafiaban al sistema con acciones de calle y huelgas de hambre en las prisiones. En 1993, año en el que los parlamentos vasco y catalán aprobaron sendas mociones a favor de despenalizar la insumisión, Juanita se plantó frente a la psiquiatra que tenía que valorar su exclusión de la mili y de la prestación social obligatoria (PSS) y le dijo sin rodeos: “Estoy loca de remate y soy maricón perdido. O me das la incapacidad permanente o me hago insumiso”. Y funcionó.

Elegir la bofetada
El Gobierno de Felipe González aprobó en 1984 la Ley de Objeción de Conciencia. Imponía como única alternativa un servicio civil de duración mayor a la mili, que consistía en trabajar gratis para entidades sociales o gubernamentales. Por si eso fuera poco castigo, estableció penas de dos años, cuatro meses y un día a quienes se negasen a hacer la PSS. Para cuando le concedieron la exclusión temporal del servicio militar por homosexualidad primaria, ya le habían llamado a hacer la PSS. Se negaba a hacer la mili por miedo —“no quería tener a los militares encima riéndose de mí por maricón, eso ya lo viví en el instituto”— y se negaba a hacer la PSS por dignidad política: “Prefería ir a la cárcel. Había iniciado la guerra y esa era la última batalla”.

El movimiento de insumisión —nutrido por hombres y mujeres antimilitaristas, anarquistas, comunistas, independentistas y feministas— se activó como tal en 1988, año en el que se aprobó el reglamento del PSS y se celebraron las Segundas Jornadas Antimilitaristas Estatales en Zaragoza.

Carlos Herrero Canencia
estuvo ahí. Era un estudiante de Filología en la Universidad Complutense, integrante de su Asamblea Antimilitarista. En marzo de 1990, con 21 años, se presentó como insumiso, esgrimió que era gay y que se negaba a participar en una institución homófoba. “Jamás me planteé alegar homosexualidad para librarme; tampoco intenté librarme por pies planos. No quería librarme, quería oponerme”, cuenta. En su entorno, la mayoría de gais optaron por hacer la PSS. “La ilegalidad daba miedo”, reconoce.

La jueza rebajó su condena a un año porque no tenía antecedentes penales, pero se negó a firmar la condicional y entró en la cárcel en 1996. Cumplió un mes y medio en régimen cerrado y después pasó al tercer grado. Le entrevistaron en el diario El Mundo con el titular ‘La mili no es de color de rosa’. “La mili es una cadena de humillaciones, y el último eslabón, que es el soldado, humilla al que considera todavía más débil que él, al marica que tiene al lado”, respondió al periodista.

En ese movimiento antimilitarista de los años 80 había muchos gais, pero la mayoría estaban en el armario. “Entonces, con 20 años, era muy complicado decir que eras insumiso y además gay, muchos eligieron por dónde querían que les llegasen las bofetadas”, valora. La corriente en la que él militaba estaba ligada al Movimiento Comunista, en el que participaban feministas lesbianas como Empar Pineda y Cristina Garaizabal. Por ello, el feminismo y la crítica a la homofobia estaban presentes en el discurso de su colectivo.

Juanjo Compairé,
integrante de la asociación Homes Igualitaris, recogió en un artículo académico en 2011 testimonios de insumisos y objetores de conciencia. Algunos de ellos señalan que la convivencia con homosexuales dentro de estos movimientos les sirvió para revisar su homofobia. “Aprendí mucho del movimiento gay. Eran unos tíos muy divertidos. Me provocaban mucho, me obligaban a reaccionar”, dice un entrevistado. Otro señala que en la cárcel había muchos presos homosexuales y que eran “personas reconocidas, no se escondían y cumplían una función: eran los que hacían las labores femeninas”.

Carlos Herrero no se arriesgó a comprobarlo. “En la cárcel estuve en el armario. Tampoco me hacía el machito, ¿eh? Cuando me entrevistaron en la radio, crucé los dedos para que ningún preso me escuchase”. Cuenta que los insumisos gozaban de un gran respeto: “A los presos les flipaba que hubiéramos elegido cárcel. Además, no éramos lumpen, teníamos estudios. Un preso me dijo: ‘¡Tú no tienes cara de cárcel!’”.

Paradójicamente, el espacio en el que Herrero se sintió peor fue el Colectivo Gay de Madrid (COGAM), que le dio la espalda: “Decidieron acoger a objetores, eso suponía asfixiarnos”.

El asco es mutuo
El día de su juicio, Xabi Sánchez Goronaeta se puso unos pendientes vistosos y la camiseta que había diseñado su colectivo, EHGAM Nafarroa, con el lema “Borrokarako gai” (juego de palabras entre “gay para luchar” y “capaz de luchar”) y una figura que amenaza con un tirachinas dentro de un triángulo rosa. Fue insumiso total, estrategia que consistía en ignorar las citaciones judiciales. Estuvo en orden de búsqueda y captura hasta que lo detuvieron. En la sala dijo: “Las maricas no aceptamos que el Ejército diga de nosotras que somos enfermas, y es por eso que nos negamos a aceptar la salida que se nos ofrece. Nosotras somos quienes repudiamos esa institución”. “Así como en otros lugares fue la crisis del sida lo que politizó a los gais, en Euskal Herria fue la insumisión la que nos llevó a interiorizar el discurso queer y a crear un sujeto marica empoderado”.

También en 1996, pasó unas tres semanas en la cárcel y nueve meses más en tercer grado, pero se sintió arropado por el resto de insumisos. Hacía un año que EHGAM había acogido en el gaztetxe de Iruñea el encuentro estatal sobre insumisión gay de la Coordinadora de Frentes de Liberación de Homosexuales del Estado Español (COFLHEE), con la participación de la Radical Gai, el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) y Gays Llures [Gais Lluires] Valencia.

EHGAM explica en un dossier en el que incluyeron también el ‘Levanten nalgas’, escrito por José Decadi, que el poco contenido sobre machismo y homofobia dentro del movimiento antimilitarista les llevó a “tres marikas en avanzada situación de desobediencia” a juntarse en una okupa para desarrollar un discurso propio. Señalaban que la mili era “una incubadora del heteropatriarcado” y “un bastión de hombría” construido sobre las vejaciones hacia las maricas y las mujeres. “¿Que pintábamos en una organización que nos odiaba, aborrecía y perseguía? (...) ¿Qué pintábamos en un lugar que, a decir verdad, también nos daba asco a nosotrxs?”. Señalaban que la legislación militar criminalizaba las relaciones sexuales calificándolas de “atentando contra la dignidad militar” y que el miedo llevaba a los soldados gais a la desesperación e incluso al suicidio. Argumentaban que los militares eran asesinos de maricas y que no se les había perdido nada en la mili, ya que era un rito de paso del varón heterosexual.

La insumisión marica interpeló al movimiento antimilitarista, al que reprochaba “un rechazo un tanto disimulado pero evidente”, a abordar las subjetividades ‘queer’ y a romper con el orden heterosexual. No se definían como insumisos gais sino como maricas y, por tanto, insumisos.

También denunciaron que la Coordinadora Gay-Lesbiana del Estado español estaba pidiendo objetores para realizar el PSS y rebatían su discurso reformista de que las personas homosexuales tenían que ser aceptadas también en el Ejército. Desde la Radical Gai contestaron que no se trataba de que el Ejército tolerase la homosexualidad sino de luchar contra “un aparato represivo, reproductor del machismo y el heterosexismo”.

“Fuimos visibles pero no todas fuimos al talego; algunas eran mayores, otras evitaron entrar en la cárcel. Fue relativamente corto, porque en 2001 se terminó la mili”, cuenta Xabi Sánchez. Aunque un cínico José María Aznar se apuntó el tanto, el mérito fue de los y las insumisas, incluidas esas maricas doblemente desobedientes.
  • Historias de disidentes de género
  • “Yo no quería ir a la mili por nada del mundo”, cuenta Jose, un vitoriano que fue transformista de joven. Conocía a un chico que se había intentado suicidar en el cuartel, tirándose por la ventana: “Eso me causó un trauma”. Se plantó frente al negociado de quintas con peluca, vestido y zapatos de tacón. Varios amigos también intentaron esa estrategia, pero solo se libró él, porque una amiga le ayudó a conseguir que un psiquiatra le emitiera un certificado de travestismo.
  • SC Natzab, activista transfeminista, antimilitarista, ecologista y antirracista, participa desde la isla de Lesbos en el documental ‘2 urte, 4 hilabete eta egun bat’, sobre los presos por insumisión en Nafarroa. “La cárcel es, junto con el Ejército, la estructura heteropatriarcal más represiva y que menos respeta al ser humano”, afirma ante la cámara. De joven escuchaba que los soldados buscaban en quien desfogarse sexualmente. “Nunca les llamaban violaciones, pero me daba mucho miedo. Me metí en el movimiento de insumisión para salvarme”. Fue a la cárcel y, un día, su compañero de celda le puso una navaja al cuello. Ese episodio traumático cambió su vida: “Como mujer transexual, no estaba llevando la vida que me correspondía. Si la vida era tan fácil perderla, iba a vivirla según mis dictados”. En cuanto salió de prisión, inició su transición de género.

2021/03/11

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | CÉSAR MANRIQUE, EL GRAN DEFENSOR DE LA RIQUEZA NATURAL CANARIA

César Manrique, el gran defensor de la riqueza natural canaria.
José A. Cano | Revista Circle, 2021-03-11

https://www.revistacircle.com/2021/03/11/cesar-manrique-naturaleza-canaria/ 

«La insensibilidad reinante unida a la falta absoluta de entusiasmo están aniquilando el amor que había en un principio. Lo único válido para ellos es el éxito de vender en masas y ganar millones, sin tener en cuenta todo lo realizado en los comienzos. Indigna que esta torpe facilidad de ventas al por mayor se base en todos los grandes atractivos que hemos creado en Lanzarote, ya que, de no existir éstos, no venderían ni una perra chica. Esto es verdaderamente desmoralizador, es tirarse piedras sobre su propio tejado». Esta oda a un Lanzarote que está muriendo la escribía César Manrique Cabrera (1919-1992) en 1986. El artista fue uno de los principales referentes del arte en defensa del medioambiente y la naturaleza de nuestro país. Su mensaje sigue más vigente que nunca. Por eso, hacemos un recorrido por sus obras y las enseñanzas que, durante el siglo pasado, nos dejó para reflexionar sobre nuestro futuro.

Nacido en Arrecife, donde vivió toda su juventud, se dice que su experiencia como soldado en la Guerra Civil española fue tan traumática que lo convirtió en pacifista. Se marchó de nuevo del archipiélago para estudiar arte después de comenzar Arquitectura Técnica de La Laguna (Tenerife). Tras vivir en Madrid y Nueva York, regresaría a su isla natal en los años 60, cuando ya era un artista consagrado y comenzaba el boom del turismo de masas en España.

La destrucción de los paisajes de su infancia en aras de favorecer la economía lo volvería a transformar. A partir de los 70, lideraría numerosas protestas contra la construcción indiscriminada y la destrucción de los ecosistemas. Junto a su socio, el arquitecto Fernando Higueras, innovaría para recuperar el paisaje y adaptar la acción humana a la convivencia con la naturaleza.

Lo que para él era cotidiano, hoy se considera el futuro de la arquitectura y la sostenibilidad: la integración del diseño, el arte y la construcción en el paisaje y la recuperación de espacios perjudicados por la contaminación. Como ejemplo tenemos el Jardín de Cactus, su última gran intervención en la isla de Lanzarote. En 1991 –apenas un año antes del accidente de tráfico que le costaría la vida– reconstruiría una antigua zona de extracción de áridos de Lanzarote que se había convertido en un basurero, transformándola –literalmente– en un jardín de cactus.

Sus huellas están ahora por toda la isla. Otra de sus frases más conocidas, recordaba como ésta, para él, «era el lugar más bello de la Tierra». Y se dio cuenta de que «si ellos eran capaces de verlo a través de mis ojos, entonces pensarían igual que yo», decía haciendo referencia a los constructores que convirtieron en hormigón el litoral. También están sus huellas en el diseño respetuoso con el entorno se ven hasta en su propia casa, la conocida como Taro Tahiche. En la construcción, de 1968, Manrique sacó partido al espacio natural formado por las cinco burbujas volcánicas de una colada de lava de Teguise, actual sede de la fundación que lleva su nombre.

Un caso parecido es el de los Jameos del Agua, una de sus primeras obras tras su regreso de Estados Unidos. Este espacio, construido entre 1964 y 1966, aprovecha el desplome de la cubierta de un tubo volcánico junto a la costa, donde las aguas filtradas dieron lugar a un lago interior. En él diseñó un espacio en el que la naturaleza y el arte convergen, y donde el blanco de las paredes encaladas, el azul del agua, el verde de la vegetación y el negro de la lava son la combinación perfecta.

El más icónico de todos sus diseños sería el Monumento a la Fecundidad, que culmina la Casa Museo del Campesino. Con este espacio, el artista quiso reconocer el esfuerzo de los campesinos de Lanzarote, que se enfrentaron a las condiciones más adversas para dar vida al territorio. Esta construcción de 1968 está ubicada entre los pueblos de Mozaga y San Bartolomé.

Manrique nunca se consideró un intelectual ni un revolucionario, solo alguien que defendía el territorio que amaba y la relación de los humanos con su entorno. Homosexual sin ocultarlo en una época en la que esto no era fácil, desafiante y consciente de su poder como artista, no tuvo problemas en llevar la contraria a alcaldes, arquitectos o ministros. Con su marcha prematura se perdió una de las primeras voces que, desde el arte, desafiaron la cultura del pelotazo, la especulación y la ignorancia respecto al medioambiente. Hoy, su ejemplo sigue vive en Lanzarote y en el resto de planeta.

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...