1979/10/19

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | HA MUERTO EL ESCRITOR CUBANO VIRGILIO PIÑERA

Ha muerto el escritor cubano Virgilio Piñera.
EFE | El País, 1979-10-19

https://elpais.com/diario/1979/10/20/cultura/309222003_850215.html 

El escritor cubano Virgilio Piñera falleció el pasado jueves por la tarde a causa de un infarto de miocardio, cuando contaba 67 años. Piñera, literato de gran renombre en Europa, nació en 1912 y estaba considerado como precursor del teatro del absurdo en América y uno de los descubridores del dramaturgo polaco Gombrowicz. Especialista en narraciones dramáticas, Virgilio Piñera no descuidó nunca el teatro y la poesía, caracterizado por la angustia y el específico humor negro que caracteriza la estructura mental hispánica. Piñera no contaba con el aliento y simpatía de la revolución cubana, a raíz de la publicación de su novela satírica ‘Presiones y diamantes’, publicada en la isla en 1967. Gran amigo del poeta Lezama Lima, al igual que éste, Piñera no pertenecía a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Su principal obra escénica es el drama ‘Aire frío’, pieza en tres actos que realiza un severo análisis de la pequeña burguesía. Entre su bibliografía destacan también sus novelas ‘Pequeñas maniobras’, ‘La cárcel de René’ y ‘Cuentos fríos’.

1979/10/12

DOCUMENTACIÓN | DERECHOS | ¿UNA LEY DE DIVORCIO FEMINISTA?

¿Una ley de divorcio feminista?
XXX · Colectivo Feminista de Madrid · Cartas al Director | El País, 1979-10-12

https://elpais.com/diario/1979/10/13/opinion/308617203_850215.html 

Lamentamos tener que unir al triste espectáculo que nos está ofreciendo la izquierda parlamentaria, con su actitud de manifiesta pasividad ante la imposición de UCD de un seudodivorcio «bendecido» por la Iglesia, el no menos triste espectáculo de la división del movimiento feminista en un tema que afecta principalmente a las mujeres. Pero ante las afirmaciones hechas por Empar Pineda en la ‘tribuna libre’ del 7 de octubre «Divorcio, sí; ¿pero qué divorcio?» nos vemos obligadas a precisar:

1. Existe un importante sector dentro del movimiento feminista que no suscribe el proyecto de ley elaborado por la mayoría de los grupos que integran la Coordinadora Feminista del Estado Español, y que, por el contrario, lleva varios meses trabajando en la recogida de firmas para hacer llegar al Parlamento el proyecto elaborado por la Asociación de Mujeres Separadas.

2. Una ley de divorcio que pretenda servir a la mujeres deberá ocuparse, en primer término, de asegurar la subsistencia material de las mujeres divorciadas sin recursos económicos propios. El proyecto de la Coordinadora resuelve esta cuestión diferenciando entre las mujeres cuyos maridos poseen unos ingresos superiores a cuatro veces el salario mínimo interprofesional (que deberán recibir una pensión a cargo de éstos) y las mujeres cuyos maridos no lleguen a esta cantidad (que percibirán un subsidio a cargo del Estado y una formación profesional encaminada a acceder a un puesto de trabajo). Según esto, a una mujer cuyo marido ganara 80.000 pesetas mensuales tendría que pagarle la pensión su ex esposo, mientras que a otra cuyo marido ganara 79.000 pesetas tendría que pagársela el contribuyente. Nos preguntamos en virtud de qué lógica. Porque, o bien el trabajo que ambas mujeres han realizado durante su etapa matrimonial ha beneficiado al marido, o bien ha beneficiado al Estado, o bien ha beneficiado simultáneamente al marido y al Estado, pero lo que no se puede mantener es que el trabajo de la primera ha beneficiado exclusivamente al marido, y el de la segunda, exclusivamente al Estado.

3. A través de una ley de divorcio no es posible modificar la situación de falta de autonomía económica de las mujeres; lo único que puede conseguirse es que éstas no tengan que soportar una convivencia no deseada. Además, aun suponiendo que el acceso a la formación profesional fuera materia de una ley de divorcio -que no lo es-, no serviría de nada, ya que una sociedad capitalista en vías de desarrollo y con dos millones de parados no podría absorber el trabajo de todas estas mujeres.

4. Es curioso que la Coordinadora haga de la inexistencia de causas una cuestión de principios en nombre de las mujeres, cuando precisamente la mayoría de las mujeres, dado que toda su vida se desarrolla en función de la familia, suelen tener un motivo para quererse divorciar. En cambio, si unimos a la inexistencia de causas la exención de responsabilidades monetarias a un gran porcentaje de maridos, nos encontramos con que la Coordinadora está propugnando el despido libre sin indemnización o, llamando a las cosas por su nombre, la legalización del repudio.

5. A la vista de todo ello, parece que la ley de la Coordinadora se ha preocupado más de salvaguardar los intereses -los bolsillos- de los sufridos maridos trabajadores que de buscar una solución realista, práctica y viable que permita divorciarse, aquí y ahora, a todas las mujeres que lo deseen. A este respecto, resultan altamente significativas las notables coincidencias entre las propuestas de la Coordinadora y las de la Asociación de Hombres Separados, cuyo machismo ha quedado patente en repetidas ocasiones. ¿Cómo explicar esta incongruencia en una ley que se presenta como ‘rabiosamente’ democrática y feminista? Quizá pueda echar alguna luz sobre el asunto el hecho de que gran parte de las mujeres que integran los grupos de la Coordinadora son militantes de partidos de la izquierda extraparlamentaria, dotadas de una falsa conciencia que las lleva a identificarse con los intereses de sus compañeros de partido, y de los cuales la propia Empar Pineda, miembro del comité federal del Movimiento Comunista, constituye un claro exponente.

1979/10/06

DOCUMENTACIÓN | DERECHOS | DIVORCIO SÍ, PERO ¿QUÉ DIVORCIO?

Divorcio sí, pero ¿qué divorcio?
Empar Pineda | El País, 1979-10-06

https://elpais.com/diario/1979/10/07/sociedad/308098803_850215.html 

Este país es una fuente inagotable de sorpresas. Ahora resulta que la ley del divorcio que se discutirá en el Congreso de los Diputados será la presentada por UCD. Curioso que el partido del Gobierno, nada dado a veleidades feministas ni progresistas, presente y defienda una regulación del divorcio. Cierto es que el asombro dura sólo unos instantes, a nada que se mire un poco de cerca el asunto. Vayamos por partes: después de la experiencia italiana, UCD sabe muy bien que oponerse frontalmente al divorcio es perder y que, de tener que perder algo, mejor que sea poco y además no aparecer como perdedor...

Recientemente, UCD hizo saber que no presentaría un proyecto de ley y que la regulación del divorcio la plantearía a través de la reforma del Código Civil. El mismísimo señor ministro de Justicia explicaba el porqué: de este modo sería más difícil una reforma posterior del Código Civil que tratase de mejorar su propuesta. ¡Como argumento de derechas, conservador a ultranza, no está mal! Y la verdad es que lo que va a proponer UCD, de divorcio no tiene ni el nombre; más bien se trata de una interminable carrera de obstáculos para impedir que los ciudadanos y ciudadanas de este Estado puedan divorciarse alguna vez. Por encima de todo, la defensa de la institución matrimonial, poco importa la voluntad de los cónyuges. A éstos se les impide que de común acuerdo puedan acceder al divorcio, y menos aún hacerlo a petición de uno de ellos. Empieza la carrera de obstáculos; después del requisito obligatorio de la separación previa, los habrá que, según unas condiciones, podrán divorciarse al cabo de un año -los menos- y los habrá que tendrán que esperar... ¡siete años! Siempre y cuando al otro cónyuge el divorcio no le «ocasione perjuicios de excepcional gravedad» (sic). La mano de la Iglesia católica se ve, no sólo se adivina, en tamaño castigo que la UCD nos quiere imponer.

Un triste papel
Los grandes partidos de la izquierda parlamentaria están jugando de nuevo un triste papel. Creo que nadie se escandalizará si digo que el PSOE y el PCE-PSUC están dejando hacer a la UCD. Los proyectos de ley de divorcio de socialistas y comunistas han sido rechazados en el Congreso de los Diputados, uno tras otro. De ninguno de los dos podía decirse que estuvieran inspirados en la defensa de los intereses de las mujeres, aunque ¡qué menos! fueran más progresistas que la propuesta de UCD. Socialistas y comunistas se han limitado a encajar la «derrota» de sus proyectos y, de momento, ya han cumplido con sus deberes parlamentarios. Ni antes ni después han buscado el suscitar un amplio debate fuera del Parlamento, interesando a hombres y mujeres en la defensa del divorcio. Y si no lo han hecho, ¿podemos esperar que se opongan ahora con fuerza a UCD? Ya se empiezan a oír de nuevo las voces de siempre que hablan de consenso, de que hay que ser realista, que el país no está para grandes confrontaciones, que más vale una mala ley de divorcio que seguir como estamos... Los periódicos se han hecho eco ya de reuniones de UCD con el PSOE -de momento- para buscar acuerdos de cara a la discusión del proyecto gubernamental. Intentos de acuerdos, una y otra vez; acuerdos entre cuatro paredes, acuerdos que sustituyan la lucha de todos los hombres y mujeres que sí quieren, de verdad, una ley de divorcio.

Cuando llegue la discusión en el Parlamento, esperemos que haya otras voces disonantes y que no sean precisamente las de Coalición Democrática y la de Blas Piñar, que ya tienen cargadas todas sus baterías para seguir en su cruzada de defensa de la «sacrosanta institución matrimonial».

Frente a todos estos proyectos y minileyes, la mayoría de las organizaciones feministas, la Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado español, ha elaborado una ley de divorcio y la está dando a conocer por todas partes. Es una propuesta rabiosamente democrática que parte de la situación de las mujeres y sale en su defensa.

Los puntos centrales de la ley de la coordinadora feminista son los siguientes:
  • Que el divorcio sea gratuito y de rápida tramitación.
  • Que no haya que alegar causas para acceder al divorcio, bastando el mutuo acuerdo de los cónyuges o la decisión de uno de ellos.
  • Que las mujeres divorciadas, salvo aquellas que tengan medios económicos propios o que sus ex maridos posean recursos económicos importantes, perciban un subsidio a cargo del Estado y una formación profesional encaminada a acceder a un puesto de trabajo.
  • Que las madres que así lo deseen puedan seguir conviviendo con sus hijos e hijas y que éstos, a partir de la edad de diez años, puedan decidir si desean convivir con el padre o la madre.
Son puntos todos ellos imprescindibles para que una ley de divorcio sea democrática y feminista, para que respete y defienda la libertad y los derechos de todos los ciudadanos -hombres y mujeres- y, de un modo especial, los de las mujeres, dada la situación de marginación y opresión que sufrimos en esta sociedad patriarcal y capitalista.

Limitaciones de espacio, que impiden argumentar pormenorizadamente los puntos centrales de la ley de la coordinadora feminista. Esperemos que haya nuevas ocasiones de volver sobre ello. Me limitaré a reflexionar en voz alta sobre los presupuestos de fondo, sobre la filosofía que late tras la letra de la ley.

Cuando dos personas deciden libremente dejar de vivir juntas, nadie puede obligarles a lo contrario y la ley no debe inmiscuirse en su vida privada ni en las razones que les han llevado a tomar tal decisión. Otro tanto ocurre cuando es uno de los cónyuges quien desea romper la convivencia en común. A nadie se le puede imponer por la fuerza una unión que no desea. Lo que tendrá que hacer la ley será velar para que la situación en la que quede la otra parte sea la menos perjudicial posible. Estas razones, de elemental democracia y respeto a la voluntad de las personas, cobran aún más peso si tenemos en cuenta que el matrimonio no es una opción «voluntaria», en especial para las mujeres, en esta sociedad patriarcal. Casarnos, ser buenas esposas y madres de familia sigue siendo la profesión, la tarea para la que se nos sigue educando a las mujeres en esta sociedad. Y las mujeres saben muy bien que el matrimonio no es precisamente ese paraíso del que somos reinas una vez al año, el Día de la Madre...

Exigir que tenga que haber causas para acceder al divorcio, aunque sean causas muy genéricas y vagas, no es sino partir de la consideración de que el matrimonio es un bien preciado, que hay que defender a capa y espada, pasando incluso por encima de la voluntad de quien ha decidido romperlo; buscando un culpable en última instancia. ¿Cómo se podría defender, desde un punto de vista feminista, que haya que buscar al culpable de la ruptura de la institución matrimonial, cuando uno de los pilares básicos de la opresión de la mujer es precisamente la familia patriarcal?

¿Por qué la coordinadora feminista plantea en su ley que, salvo en las justas excepciones que decía más arriba, sea el Estado quien se haga cargo de las pensiones y de la formación profesional de las divorciadas hasta que accedan -las que tengan edad para ello- a un puesto de trabajo? Porque defendemos que el divorcio sea accesible a las clases trabajadoras, y no sólo a la burguesía. Propugnar que la pensión la paguen los maridos es antidemocrático y clasista, ya que el divorcio sería un privilegio que sólo se podrían costear las clases pudientes. De hecho, los ricos ya se las arreglan hoy para divorciarse a través de múltiples modalidades.

Independencia del marido
Porque defendemos la autonomía, la independencia de las mujeres, y no el que sigan dependiendo del marido después de divorciadas. ¿Cómo va a emerger en las mujeres la conciencia de que la sociedad les debe un puesto de trabajo y van a luchar por conquistar su independencia económica y el reconocimiento de sus derechos como seres autónomos si, después de divorciadas, se les sigue considerando esposas (ahora en la modalidad de ex) que viven a cargo de su antiguo marido?

Y porque la institución matrimonial es, entre otras cosas, un contrato económico camuflado que reduce a las amas de casa a la condición de trabajadoras no reconocidas y ejército de reserva del capital. ¿Qué cosa más conforme a la realidad que exigirle al Estado que cargue con la factura correspondiente a la ruptura de un contrato (el matrimonial) que mientras estuvo en vigencia le reportó tan notables beneficios, tantos ahorros, y que reconozca como trabajadoras en paro a quienes hasta entonces -y para suerte del Estado capitalista- no eran más que trabajadoras en paro encubierto? No son privilegios lo que reclamamos para las mujeres, sino sus derechos, al igual que lucharnos por los derechos del conjunto de los trabajadores y trabajadoras en paro, que son muchos más cientos de miles que los que tiene en su censo el Ministerio de Trabajo.

Sabemos que esta ley de la coordinadora plantea exigencias contrarias a las de UCD, a las de la Iglesia católica y a las de la derecha en general, y que es muy incómoda para quienes estén dispuestos a seguir buscando el consenso con aquéllos, aun a costa de pasar por encima de los intereses del conjunto de la ciudadanía y, particularmente, de las mujeres. Pero también sabemos que sólo una ley de estas características podrá ser bien recibida por las mujeres y también por los hombres progresistas del Estado español. En eso estamos.

Empar Pineda.
Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado Español. Miembro del comité federal del Movimiento Comunista

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...