2012/01/10

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | JOSÉ LUIS MARTÍN VIGIL, DE NOVELISTA PARA ADOLESCENTES A 'CURA MALDITO'

José Luis Martín Vigil, de novelista para adolescentes a 'cura maldito'
“El Mundo” relata hoy el final del que fuera el escritor más popular de España
Pedro Miguel Lamet | El Mundo, 2012-01-10
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/09/cultura/1326124036.html

Como tantos otros, no me había enterado de la muerte de José Luis Martín Vigil, aunque sabía que estaba muy enfermo. La última vez que lo vi fue hace muchos años en el plató de un programa masivo de Telemadrid. Iba acompañado de un muchacho y me saludó con afecto: "Nunca olvidaré mis años en la Compañía de Jesús. Su formación es algo que marca. Admiro a San Ignacio", me confió con una sonrisa. Luego supe que tenía una casa en el barrio Salamanca y me llegaron algunas noticias brumosas relacionadas con la policía y algunos de sus muchachos, aquella obsesión que le había provocado dejar sucesivamente a los jesuitas y después, el sacerdocio.

Creo que sus últimos años, por lo que he podido informarme de amigos comunes fueron amargos. No sólo por el deterioro físico, sino por la soledad y la desembocadura de una vida trágica. Pero José Luis tuvo sus días de gloria. He visto colas de admiradores dando vuelta a las manzana por obtener una firma de sus obras, traducidas a varias lenguas. Sobre todo a raíz de su primera novela, 'La vida sale al encuentro', experiencia de sus años como educador en el colegio de Vigo, que se convirtió en un auténtico 'best seller', que ha llegado a reeditarse hasta el 2006, en una última versión revisada por el autor mismo.

Los adolescentes del franquismo leíamos otras novelitas aleccionadoras de la colección Eccélicer, como 'Corazón de Cristal' del padre Sobrino y otra que quiero recordar que se titulaba 'El salto del torrente', donde los protagonistas eran "escolares bien", muchas veces "príncipes del colegio" que sentían la vocación y lo dejaban todo por grandes ideales. Para aquellos tiempos 'La vida sale al encuentro' fue un paso adelante en la literatura juvenil, una cita con una narrativa más moderna y comprometida, que se caracterizaba por el manejo eficaz de las situaciones y los sentimientos. En sus páginas aparecían personajes de carne y hueso, aunque siempre, claro está, con la filtración obvia de una censura ambiental franquista que impedía todo desmelenamiento.

Las amargas situaciones por las que discurrió la vida del ex sacerdote, al que acabaron por prohibirle confesar, luego predicar -llenaba la Iglesia de Salamanca- y definitivamente le condujeron a secularizarse, se percibe en su ulterior saga de novelas sociales sobre situaciones conflictivas como 'Una chabola en Bilbao' o 'Los curas comunistas' que escandalizaban en la España timorata de aquellos años.

En una conversación televisiva con Jesús Torbado afirmó: "Cuando me encasillaron, o me encasillé, en escribir para jóvenes, muchos críticos, sin leerme, piensan que hago un subgénero; eso les ahorra el trabajo de leerme. Yo soy sustancialmente un narrador de historias. Lo que yo quiero llevar a la gente es una historia, el estudio de un problema. El estilo y la técnica que emplee serán para mí, siempre, subsidiarios. Serán aquellos que mejor ayuden al lector a comprender esa historia, a sentir ese problema, a sufrir y a gozar con mis personajes".

¿Hay algo más digno que ser un narrador de historias, cuando sobre todo estas atrapan eficazmente y nos conducen a bucear en verdades del ser humano? No digo que Martín Vigil sea un escritor genial, para sesudos comentarios de texto en clases de literatura. Pero no es ciertamente inferior a un Luis Coloma o Fernán Caballero y otros escritores aleccionadores del XIX, que sí aparecen en los libros de texto. Sus obras se leyeron en su momento con pasión. ¿No merece su autor al menos el elogio de una gacetilla o una necrológica periodística?

Cura más homosexual era una suma explosiva en aquellos años. ¿Fue pederasta? Lo ignoro. Las últimas veces que lo vi iba con jóvenes bien crecidos. En todo caso, en estos días de salidas del armario, nadie condena a Lord Byron, Lorca, Gide o Proust por su orientación homosexual. Más bien todo lo contrario ¿Por qué se quiere enterrar la memoria de Martín Vigil o alinearlo de forma simplista con la literatura de buenos sentimientos de los años cincuenta? Hay lectores que lloraron con 'La vida sale al encuentro' cuando el hermanito pequeño del personaje principal, en una clara relación de homosexualidad reprimida, muere apretando con la mano una medalla de la Virgen mientras el protagonista explicitaba sus deseos de ser sacerdote. Era más revolucionario de lo que parecía.

Cuentan que al final se paseaba por internet y chateaba con los amigos. A uno de ellos le escribió: "Sigo como la víspera. Esto también puede ir para largo. Nadie lo sabe. Yo me preparo para lo que venga. En esto de la muerte, como en todo, Dios es mi padre y tiene mano en el asunto. Marito, un día irás a Dios como verás que intento hacerlo yo y te estaré esperando, si llego al cielo antes que tú". Descanse el hombre, desde la fe que en el fondo nunca perdió, y viva en sus obras este considerable, eficaz y muy leído novelista.

Pedro Miguel Lamet es jesuita y escritor. En 2011 publicó 'El último jesuita: La dramática persecución contra la Compañía de Jesús en tiempos de Carlos III' en La Esfera de los Libros.

Martín Vigil estaba muerto
Manuel Jabois · Apuntes en sucio | El Mundo, 2021-01-10

https://www.elmundo.es/blogs/elmundo/apuntes-en-sucio/2012/01/10/martin-vigil-estaba-muerto.html

El periódico da hoy una exclusiva extraordinaria, o eso temo: la muerte de José Luis Martín Vigil hace un año en Madrid. La única pena es que la noticia no la haya dado un vespertino. O un digital, ya poniéndonos estupendos. Un ‘puntoes’ dando la exclusiva de la muerte hace un año de un escritor famoso –Martín Vigil lo fue, inmensamente- es lo mínimo que se le puede ofrecer a la generación Twitter, tan ocupada en los cadáveres. Ese cintillo bajo la cabecera a media tarde: “Urgente: Fallece hace un año Martín Vigil”. Y la competencia, mañana, dudando entre subirse al carro o dejar pasar un año a que se calmen las aguas. Tenemos a los periódicos debatiendo sobre su propia autopsia y a José Luis Martín Vigil muriéndose todo el rato. Al final ha estado listo Luis Antonio de Villena, que se enteró el día de Reyes y publica hoy la maravillosa crónica de una muerte no anunciada. Digan ustedes que llegó tarde, pero llegó antes, que es de lo que se trata. Su artículo es sórdido y preciso, lleno de un calor extraño. Un año de distancia da para mucho: entre otras cosas, para que el cuerpo enfríe. Yo he llamado a casa de mis padres para que me tengan preparado, en la próxima visita, aquel libro de 'La vida sale al encuentro', una suerte de instrucción moral: la mili dramática de la adolescencia chimichurri. Papel añejo y prosa húmeda. Tapas duras en las que cascar nueces. Y paños del polvo, porque a Martín Vigil le cubrió la ceniza del tiempo de manera clamorosa en una residencia desde la que se conectaba a internet a escribirle a los pocos lectores que encontraba. La imagen es deliciosamente cinematográfica: una vieja gloria de 90 años intercambiando emails sin que la aristocracia del papel detecte su tumba. Lo tragó la muerte en silencio; un duelo de antorchas, como entonces, comunicado al pueblo por un mensajero real que cruzó el continente a caballo hasta llegar a casa del poeta Villena. Por ahí fue el cuerpo río arriba del anciano escritor y la mirada distraída del pueblo, más ocupado en inventar muertes por adsl que en datarlas en los cementerios. A principios de los ochenta Susana Estrada debatió con él sobre sexo en un programa de TVE que levantó tal majestuosa polémica que se vio obligado a escribir un obispo. Un tal Wert, tras ver el mambo producido en la sociedad pacata, le preguntó a España qué le había parecido la cosa. El pasado verano el Boletín Oficial del Arzobispado de Oviedo publicó el fallecimiento de Martín Vigil. Habrá que suscribirse para cuando muera Fidel.

2012/01/07

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | JOSÉ LUIS MARTÍN VIGIL: MUERTO, OLVIDADO Y PRETERIDO

José Luis Martín Vigil, muerto, olvidado y preterido
Luis Antonio de Villena, 2012-01-07

http://luisantoniodevillena.es/web/noticias/jose-luis-martin-vigil-muerto-olvidado-y-preterido/

No sé si dice mucho de nuestra incuria literaria o de que algunas personas no querían a este hombre, tan polémico y exitoso en sus años más vitales... Yo oí hablar de José Luis Martín Vigil (exjesuita y cura) en el colegio religioso de Madrid donde hice el bachillerato. Había una hora de “lectura espiritual” -decían- en la que, por turnos, los alumnos leíamos en voz alta libros piadosos. La mayoría eran antiguos y aburridos, pero como eran los tiempos de Vaticano II (aquel Concilio olvidado por la jerarquía católica actual) no faltó algún religioso más joven y de talante “progre” -que no era mucho decir- que nos hizo leer las novelas más sociales (pero escritas por un cura) de José Luis Martín Vigil: Así leí “La vida sale al encuentro” -archifamosa novela- y “Sexta galería”. Al hilo de aquello supe quién era el asturiano Martín Vigil: a fines de los pasados años 60 el novelista más prolífico y exitoso de España. Muchas de sus novelas trataban de adolescentes y sus problemas, pero tenía todo tipo de lectores. Otro cura (poco antes de dejar el colegio ) me recomendó “Los curas comunistas” (1968) novela que causaba escándalo en la España de entonces y que hablaba de los curas que -como el famoso padre Llanos- se iban a ejercer su ministerio a los barrios obreros, para estar con los más pobres y menesterosos. Poco después (yo ya en la Universidad) visitando la Feria del Libro de Madrid, vi en una caseta a Martín Vigil, vestido de paisano y firmando libros. Nunca he visto colas mayores. Era el bestsellerista absoluto. “La vida sale al encuentro” -su primera novela de 1955- iba ya por la edición veintitantos... ¿Quién me iba a decir a mí que al frecuentar bares gays, mediando los años 70 (yo acababa de terminar mi carrera) oiría hablar en ellos -entonces minoritarios, un poquito clandestinos- de un frecuentador discreto e ilustre: José Luis Martín Vigil? Pero no me llamó tanto la atención, pues recordé adolescentes “mariquitas” (tratados con mucho respeto) en algunos de los libros suyos que leí en el colegio, en concreto en “Sexta galería”, que habla del derrumbe de una mina… Parece que desde que abandonó el profesorado y se vino a vivir a Madrid, como escritor de éxito, en 1967, nuestro hombre se había abierto más (y dentro de su especialidad) había frecuentado ambientes gays y chicos jóvenes, no sólo normalmente homosexuales, sino algo conflictivos. La prensa dio cuenta (con mucha más discreción que si hubiese sido hoy) de algún lío policial que tuvo, sin consecuencias, por esos temas. Al fin otro día -primeras horas de la noche, creo que 1977- me lo encontré en otro bar gay -muchos jovencitos le conocían- y me acerqué a saludarlo. Estuvo atento y muy cordial y dio por supuesto que sabía lo que, en efecto, sabía. Creo que él también me dijo que conocía que yo era escritor. No lo volví a ver más, o acaso sólo de refilón. Era la época en que escribía novelas atrevidas sobre muchachos jóvenes y problemas de homosexualidad y drogas. Por curiosidad, leí algunas: “Sentencia para un menor”, “La droga es joven” o “Ganimedes en Manhattan”. Poco a poco su fama fue decayendo aunque todo el mundo sabía quién era y quién había sido... Cuando en 1996, Rafael Borrás, magnífico editor y muchos años la cabeza rectora de Planeta, se marchó de la editorial, al cóctel de despedida acudimos muchos autores que le estábamos agradecidos. Allí vi por última vez a un Martín Vigil , mayor y con la cabeza rapada, pero como siempre cordial y lúcido. Me contó que había tenido un derrame cerebral grave, pero que lo había superado. No volví a saber más de él sino que había hecho (en 2006) una nueva edición corregida de “La vida sale al encuentro”, su novela emblemática, que influyó a cientos de miles de adolescentes de México y de España. Sé que vivía retirado y que le gustaba navegar por la red y que contestaba a cuantos le escribían. Sólo ayer (a través de un amigo) supe que había muerto, hace casi un año, el 20 de febrero de 2011, en Madrid. (91 años, pues). Había nacido en Oviedo el 28 de octubre de 1919. Me parece increíble -y algo vergonzoso en muchos sentidos, mal país- que la noticia de su muerte no se diera en ninguna parte. ¿Extraños intereses de falso pudor eclesial? Era uno de los mayores bestsellers de nuestra literatura. Novelista de escritura correcta y fácil. No un genio, por supuesto. Pero mucho más que un gran acontecimiento sociológico, por la doble vida que debió hacer a menudo... ¡Requiescat! Era un singular buen hombre.


José Luis Martín Vigil, el éxito y la oscuridad
Luis Antonio de Villena, 2012-01-11

http://luisantoniodevillena.es/web/noticias/jose-luis-martin-vigil-el-exito-y-la-oscuridad/

(Amplío, a raíz de un artículo que publiqué ayer en “El Mundo”, la historia que conozco de Martín Vigil, cuya muerte hace casi un año, fue absurdamente silenciada. ¿Hay que preguntarse aún “en qué país vivimos”?)

En el colegio madrileño en el que estudié Bachillerato había una hora de “lectura espiritual” (en realidad media). Por turno, cada alumno leía a sus compañeros unas páginas de un libro de tema religioso: vidas de santos y novelas de Palacio Valdés. A mí –cerca de los quince años- todo eso me parecía muy anticuado y no me interesaba. Pero eran los tiempos inmediatamente posteriores al famoso concilio Vaticano II y la Iglesia aspiraba a modernizarse a toda costa, como hoy vuelve a parecer esclerótica. Un día llegó un marianista más joven y nos dijo que íbamos a leer una novela cristiana, pero nueva y comprometida. Así oí por vez primera (sería 1966) el nombre de José Luis Martín Vigil, sacerdote comprometido, escritor “moderno” nos dijeron, y leímos “Sexta galería”, novela de muchachos “bien” de Oviedo que se van en verano a trabajar a una mina para tratar a los mineros hasta que ocurre un derrumbe en la mina... A partir de ahí ( yo ya leía otras cosas) seguí la pista del escritor, que –en efecto- resultó muy famoso, más cada vez y comprometido con la gente que sufría y con los adolescentes a los que quería guiar pues había sido o era aún profesor...

La nombradía de Martín Vigil no hizo sino crecer, sobre todo cuando en 1968 (yo estaba a punto de terminar el colegio) publicó “Los curas comunistas” donde por primera vez, en la España de Franco, hablaba bien de esos curas que como el luego célebre padre Llanos, se iban a vivir a barrios obreros para estar con los pobres. Esa Iglesia (supongo) sigue existiendo hoy pero prefieren no hablar de ella. Entonces hasta otro cura en la homilía dominical disertó sobre “Los curas comunistas” para advertir a sus fieles… Seré sincero, a mí la polémica no me interesaba porque había dejado de ser católico, pero sabía que Martín Vigil (nacido en Oviedo en octubre de 1919) era uno de los “bestsellers” de la novela española del momento y un cura, exjesuita –desde 1957- pero polémico y comprometido. En diez años “Los curas comunistas” tuvo dieciocho ediciones sólo en España, más otra especial de 350.000 ejemplares en el “Círculo de Lectores”...

Entre el colegio y la curiosidad, yo en esos años me había leído varias de sus novelas juveniles o comprometidas: “La vida sale al encuentro” -1955, su primera novela, editada por vez primera en México”- “Una chabola en Bilbao”, “Sexta galería” y “Un sexo llamado débil” (quizá la única de sus novelas que trata de chicas), pero era autor de muchísimas más. Un auténtico y prolífico “bestseller”, traducido de cuando en cuando al portugués y al francés, sobre todo. Claro está, yo no conocía al personaje. Un día (estando ya en la Universidad, creo que en 1970) fui a la Feria del Libro madrileña y oí que él firmaba. Me acerqué y lo vi de lejos. Vestía totalmente de paisano, jersey verde de cuello alto y chaqueta a cuadros. No quería acercarme, pero tampoco hubiera podido, la cola que tenía de gentes esperando su firma es (creo) la más numerosa que he visto nunca. Giraba dos o tres veces...

La verdad es que me olvidé del tema “Martín Vigil” (aunque era cada vez más famoso) hasta que un día, al filo de la muerte de Franco –en 1975- entré en un bar gay de Madrid (eran pequeños y discretos, pero los había) y lo vi allí –primera hora de la noche- hablando e invitando a chicos jóvenes que yo conocía. Aquella vez nada dije, pero como su presencia se repetía, les pregunté a los chicos si sabían quién era aquel señor. “Claro –me contestaron- es cura y le llaman “La Perejiles” (Supongo que por la fácil rima Vigil/perejil, sino no lo entiendo.) Y añadieron más: iban a su casa, les hacía algún regalo, pero sólo les pedía que se desnudaran y acariciarlos. Él (les parecía curioso) no se desnudaba. Yo sólo pensé en qué dirían los curas de mi casi olvidado colegio si supieran quién era el autor de su “lectura espiritual”. Algo después me decidí y me acerqué a saludar (en el bar gay) a Martín Vigil. Estuvo cordialísimo y gentil conmigo, dando por hecho –era una evidencia- lo que yo también daba por hecho. Yo había publicado ya algún libro, y creo que tuvo la cortesía de decirme que sabía que yo escribía y que me había leído…

No volví a ver a Martín Vigil (o sólo escasas veces más) en esos sitios. Pero noté que sus novelas habían parcialmente cambiado de rumbo. Ahora –muy al día- le interesaba la juventud lumpen o cheli y sus problemas, entre la homosexualidad y las drogas. El camino se había abierto al parecer con “Sentencia para un menor” y seguía con libros como “La droga es joven” (1978), “Una comuna en Madrid”, “El sexo de los ángeles” (coincidió en el título con Terenci) hasta “Ganimedes en Manhattan” (1988), subtitulada “La condición sexual del joven Townes”. Antes (hacia 1976) Martín Vigil salió en los pudorosos periódicos de la época, denunciado por un menor. Pero el asunto quedó en nada, salvo que la policía halló en su importante casa de la calle Velázquez, “pelucas de mujer”. Con la libertad mayor y la movida y el cambio de rumbo de la Iglesia, Martín Vigil –el inmenso y peculiar bestseller- se fue apagando. Lo vi, por última vez a fines de 1996, cuando Rafael Borrás, un gran editor, dejaba Planeta. Al cóctel fuimos muchos autores y ahí vi a un Martín Vigil avejentado que me dijo que le había dado un derrame cerebral (llevaba la cabeza rapada) pero que había sobrevivido… (Por cierto, fue uno de los primeros autores que utilizó en algunas novelas y hasta en ensayos fotos de chicos atractivos en portada para hacer más llamativo el libro. Así en un informe sobre los colegios masculinos durante el franquismo titulado “La España adolescente”, la cubierta era un guapo mozo en bañador). Después vino ya el olvido. No tiene otro nombre. Oí decir que Martín Vigil se había hecho afecto a Internet y que contestaba a quienes le escribían. Un tal Mario (que parece muy amigo) cuenta en la red su final y como se escribían: “Querido chico mío: El despojo que voy sufriendo en todas las cualidades que un día disfruté es evidente.(...) Pero en esta vida cada cual debe asumir su ración y yo con la ayuda de Dios lo llevo bien.” (...) No hay ninguna razón para los silencios más que mi debilidad, mis alucinaciones por las veinticinco pastillas diarias”. Murió en Madrid el 20 de febrero de 2011. Hace casi un año. Fuera de Internet y tarde, creo que nadie dio ni una mínima noticia. Uno de nuestros mayores bestsellers (no era un genio pero sí un fenómeno social) murió en el total olvido. ¿Dice algo de nosotros, Iglesia incluida? Porque él nunca dejó de ser católico comprometido.

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...