2007/12/04

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | EL ETERNO EXILIO DE BLANCO AMOR

El eterno exilio de Blanco Amor.
Homenaje al poeta y novelista en el cementerio orensano de San Francisco.
Cristina Huete | El País, 2007-12-04
https://elpais.com/diario/2007/12/05/galicia/1196853506_850215.html

A Eduardo Blanco Amor lo visitaron ayer en su tumba del cementerio de San Francisco autoridades locales, estudiantes adolescentes e intelectuales. Entre la fría bruma del camposanto unos y otros le renovaron oficialmente las flores, le rememoraron vida y obra, le recitaron párrafos de sus más conocidas novelas y le llamaron por su nombre. "Rojo y homosexual, por eso sufrió doble persecución a su regreso del exilio", según quiso dejar claro el teniente de alcalde orensano, el nacionalista Alexandre Sánchez Vidal.

El homenaje a Blanco Amor organizado por el Pen Club gallego, la Diputación -que alberga su biblioteca personal- y el Ayuntamiento de Ourense en el 28 aniversario de su muerte recuperó como un halo al escritor (tan vigente que ‘A Esmorga’ acaba de ser traducida al francés y sus poemas inéditos en castellano figuran ya en la obra ‘Ars Amatoria’), al polemista y al rojo comprometido sin carné. Y evidenció, además, que incluso muerto, la controversia le persigue.

Porque a primera hora de la tarde, los jardines de la Alameda aglutinaban al puñado de personas -un par de intelectuales, un par de periodistas, un par de antiguos amigos del escritor y un par de políticos- que iban a conmemorar su obra y su figura. Pero la escultura de Blanco Amor ante la que habría de celebrarse el acto acababa de quedar completamente enjaulada en un gigantesco cono navideño metálico con considerable estrella rematando la punta.

Claro que a nadie de los que conocieron a Blanco Amor le extrañó tamaña inconveniencia. Como glosaría después el historiador Marcos Valcárcel, "fue un hombre que tuvo a gala su libertad y el consecuente precio de soledad que hay que pagar por ella". Y fue también un polemista, un hombre de carácter que se enfrentó a los poderes fácticos del tardofranquismo orensano, al mundo cultural oficial representado entonces por Otero Pedrayo y hasta a los comerciantes "que venden libros como si fueran chorizos". Sánchez Vidal dibujó al escritor retornado del exilio argentino como un rojo con dificultades económicas que en su recuerdo pervive afectado de "cierta tristeza vital".

Pero Blanco Amor tenía más aristas. Leyes recordó sus últimos tres años de vida en Ourense y cómo la profesora universitaria María do Carmo Henríquez Salido había aglutinado en torno a él a jóvenes profesores e intelectuales que luego participaron de sus tertulias, de sus comidas, y de su "gran magnetismo personal" como contador de historias. El rojo sin carné enfrentado a la oficialidad que se ganaba la vida escasamente con los derechos de autor de sus obras y como colaborador del periódico local y de la prensa catalana y madrileña.

Sus tonalidades las desveló Valcárcel quien, sin embargo, apenas le trató. Sobre su perfil, dejó claro que Blanco Amor "estaba completamente seguro de su valía; sabía que era uno de los grandes, era consciente de que ‘A Esmorga’ iba a pasar a la historia de la Literatura como una de las cuatro piezas maestras del siglo XX".

Pero el acto de ayer intentó recuperar al Blanco Amor poeta "de una calidad enorme aunque oscurecida por su prosa", al dramaturgo empeñado en un papel didáctico "con los campesinos prácticamente analfabetos de Argentina" y al ciudadano comprometido, galleguista y republicano que participaba de los actos del Partido Comunista. Y, junto a ellos, al homosexual igualmente comprometido que en la última entrevista, concedida a Maribel Outeiriño en ‘La Región’, contestó a la pregunta de "¿por qué vale la pena salir a la calle ahora?" con un rotundo: "Por el estatuto de autonomía y por la abolición de la ley de peligrosidad social", saliendo del armario en una época en la que aún mandaba el riguroso blanco y negro. Enjaulado y todo, con el bozal del ‘atrezzo’ navideño, Blanco Amor puso firmes a los presentes. El Ayuntamiento anunció ayer que en 2008 se creará una beca de investigación sobre su vida y obra para alumnos de secundaria orensanos.

2007/07/24

DOCUMENTACIÓN | JUSTICIA | EL ESTADO DEBERÁ PAGAR 6.000 EUROS A UN SOLDADO EXCLUIDO DE LA MILI POR SER GAY

El Estado deberá pagar 6.000 euros a un soldado excluido de la mili por ser gay.
El demandante padece trastornos mentales por la marginación sufrida.
EFE | Diario Sur, 2007-07-24
https://www.diariosur.es/20070709/espana/estado-debera-pagar-euros-20070709.html 

El Tribunal Supremo (TS) ha confirmado una sentencia de la Audiencia Nacional que condena al Estado a indemnizar con 6.000 euros, por daños morales, a un soldado que en 1979 fue excluido del servicio militar por homosexual. Así lo acuerda la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TS en una sentencia, en la que desestima el recurso interpuesto por el soldado Pere C. contra la dictada por la Audiencia Nacional en 2003. Pere en 1999 se dirigió al Ministerio de Defensa y solicitó una indemnización de 961.619 euros al alegar que se incorporó al servicio militar en el cuartel naval de Cartagena el 2 de mayo de 1978 y después de jurar bandera obtuvo destino en la Base de Submarinos, donde, a su juicio, fue tratado de forma «vejatoria y denigrante por sus superiores».

Según explica la sentencia, Pere C. intentó suicidarse, ingresó de urgencia en el Hospital Militar de Marina y el 12 de febrero de 1979 un decreto del Estado Mayor le excluyó del servicio militar por homosexual, lo que se hizo constar en su cartilla militar. La referida exclusión del servicio militar se realizó en 1979 y posteriormente fue rectificada en 1991 y 1995.

Lesiones

El recurrente alega que esta situación le ha ocasionado graves lesiones y daños morales «por la marginación sufrida por constar en un documento oficial un aspecto tan íntimo que afecta a sus derechos al honor, la intimidad y la igualdad».

Defensa archivó en dos ocasiones el expediente debido a que el hombre no compareció ante el correspondiente Tribunal Médico Militar para reconocimiento sobre las secuelas alegadas y posibles causas de las mismas y al no estar conforme interpuso un recurso.

Según varios informes médicos, Pere C. sufre trastorno esquizoafectivo y se le diagnosticó un «trastorno delirante límite de la personalidad y delirio contra el Ejército español, contra el que mantiene una batalla judicial». La Audiencia Nacional en 2003 estimó parcialmente su recurso y acordó indemnizarle por daños morales, aunque concluyó que no se había acreditado que los daños referentes a las enfermedades que padece sean consecuencia de sus relaciones militares con la Administración Pública.

2007/07/14

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | LUIS MARÍA DELGADO, CINEASTA, EN LA SOMBRA DE 'DIFERENTE'

Luis María Delgado, cineasta
Logró hacer en pleno franquismo 'Diferente', filme sobre la homosexualidad
Diego Galán | El País, 2007-07-14
https://elpais.com/diario/2007/07/15/agenda/1184450401_850215.html 

Ha fallecido en Celorio (Asturias) a los 80 años, el polifacético hombre de cine Luis María Delgado. Era hijo del director Fernando Delgado (‘El genio alegre’, 1936), nieto del fundador de la SGAE Sinesio Delgado, y bisnieto de actores.

Desde joven Luis María Delgado se había interesado por el cine, lo que le llevó a abandonar sus estudios de Filosofía y Letras, y su trayectoria demuestra que en el cine hizo todo tipo de trabajos. Como director firmó cerca de cuarenta películas, pero su figura se extendió también -en ocasiones a la sombra- a través de otras actividades. Así, destacó como productor (‘Días felices’, 1950), como ayudante de dirección (‘Fortunato’, 1941), como director de segundas unidades (‘El Cid’, 1961, de Anthony Mann), como productor ejecutivo (‘El abuelo’, 1998, y otras recientes películas de José Luis Garci); además, desempeñó trabajos de director de doblaje, guionista o codirector.

En esta última vertiente, la presencia de Luis María Delgado en el cine español resultó generosa. Junto al italiano Dino Maiuri fue el artífice de ‘La estrella del Rey’ (1957); junto al francés Henri Decoin fue el autor de ‘El deseo y el amor’ (1952), en la que el portugués Antonio Vilar se debatía entre la francesa Martine Carol (que personioficaba el deseo) y la españolísima Carmen Sevilla (que encarnaba el amor); y junto a Robert Elwyn dirigió ‘Aquel hombre de Tánger’ (1953), en la que Sarita Montiel interpretaba a una mora perversa.

La película más destacada de Luis María Delgado como ‘hombre en la sombra’ fue sin duda ‘Diferente’ (1961), sorprendente canto a la homosexualidad que consiguió burlar a la rígida censura de la época, probablemente gracias a la presencia del bailarín y coreógrafo Alfredo Alaria, que figuró como codirector del filme; Alaria gozaba entonces en España de cierto predicamento. Todavía hoy sorprenden sus imágenes, especialmente aquéllas en que el protagonista (Alaria) se extasía contemplado los fornidos brazos de un obrero que maneja un taladrador. En la secuencia siguiente Alaria introduce el dedo en el timbre de una puerta... El ingenioso montaje, obra de Pablo del Amo, aportó a la secuencia una intencionalidad divertidamente maligna.

Otra película destacable de Luis María Delgado fue ‘Manicomio’ (1954), que codirigió con el actor Fernando Fernán-Gómez: una experiencia que ambos improvisaron, aprovechando los decorados de un filme interrumpido. Con textos de Edgar Alan Poe y de Ramón Gómez de la Serna, entre otros, Fernán-Gómez escribió un guión divertido y original, y aunque el resultado de la película no fuera relevante, a partir de ahí Delgado se lanzó definitivamente a la dirección en solitario.

Sin embargo, pocas de sus películas como autor resultaron valiosas. Algunas de ellas se pusieron al servicio de tardías niñas prodigio (‘Mónica Stop’, 1967, y ‘Chispita y sus gorilas’, 1982); otras, al servicio de actores en que en ese momento estaban de moda, como Alfredo Landa (‘Las obsesiones de Armando’, 1974, ‘El alcalde y la política’, 1980); Fernando Esteso (‘Pepito Piscinas’, 1978); Paco Martínez Soria (‘La tía de Carlos’, 1981); María José Cantudo (‘Los hijos de...’, 1976); o los humoristas Tip y Coll (‘La garbanza negra que en paz descanse’, 1972) y Antonio Ozores (‘Cuando Almanzor perdió el tambor’, 1984)...

2007/07/08

DOCUMENTACIÓN | JUSTICIA | INDEMNIZACIÓN DE 6000 EUROS A UN RECLUTA EXPULSADO DEL SERVICIO MILITAR POR SER GAY EN 1979

Indemnización de 6.000 euros a un recluta expulsado del servicio militar por ser gay en 1978.
El recurrente solicitaba una indemnización muy superior, cercana al millón de euros.
La Vanguardia, 2007-07-08
https://www.lavanguardia.com/vida/20070708/51372101976/indemnizacion-de-6-000-euros-a-un-recluta-expulsado-del-servicio-militar-por-ser-gay-en-1978.html

El Tribunal Supremo ha confirmado la concesión de una indemnización de 6.000 euros a un recluta que fue expulsado del servicio militar en 1978 [ingresó en ese año, fue despedido en febrero de 1979] por su condición de homosexual. El recurrente solicitaba una indemnización muy superior, cercana al millón de euros, a causa de las secuelas psíquicas sufridas por el trato vejatorio recibido, pero el alto tribunal ha considerado suficiente la concedida en su día por la Audiencia Nacional.

Pere Carrera alegaba que su mala experiencia durante el tiempo en que permaneció en el servicio militar y la grave discriminación sufrida determinaba una responsabilidad de la Administración en dos ámbitos: el laboral “habiéndole impedido la estabilidad en uno de los ámbitos fundamentales del desarrollo como persona” y el ético-social por la marginación sufrida al constar en un documento oficial un aspecto tan íntimo de su vida.

Carrera padece además secuelas generadas por la experiencia que le provocan continuas depresiones y recaídas físicas. Durante el periodo en que estuvo realizando el servicio militar intentó suicidarse y tuvo que ser hospitalizado.

La sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional destacaba que el motivo reseñado para expulsarle fue el diagnóstico de homosexual que se rectificó posteriormente en 1991 y 1995. Informes médicos señalaban que el recurrente sufrió durante ese periodo una supuesta adicción a las drogas.

Por ello, la Audiencia Nacional establece una indemnización de 6.000 euros como compensación por la expulsión discriminatoria sufrida y no estima procedente indemnizarle por las secuelas padecidas.

2007/06/21

DOCUMENTACIÓN | AMBIENTE | CHUECA Y LA FIESTA MÁS ORGULLOSA

La fiesta más orgullosa.
Manuel Cuéllar | El País, 2007-06-21

https://elpais.com/diario/2007/06/24/eps/1182665746_850215.html 

Llega el Día del Orgullo. Madrid se convierte estos días en la capital gay de Europa. Y Chueca será el centro de todas las miradas. Un barrio transformado por sus habitantes en un referente mundial de tolerancia y modernidad homosexual. Éstos son algunos de los protagonistas de su gran éxito.

"La comisaría de Centro está tras la pista de un presunto policía que el domingo efectuó dos disparos de pistola en la plaza de Chueca, después de quitar la cartera y un trozo de hachís a Juan Carlos Peña". El periodista Jesús Duva firmaba esta información el martes 16 de mayo de 1989 en El País y continuaba: "La plaza de Chueca es uno de los principales focos de distribución de hachís y heroína a pequeña escala en el centro de Madrid, según informaron fuentes policiales". A mediados de los años ochenta, este tipo de noticias se multiplicaban en las páginas de los periódicos. Chueca era un barrio muy peligroso y abandonado a su suerte, según los cronistas, por parte de la administración local. Antonio Muñoz Molina escribía en 1995 en estas mismas páginas: "El tráfico de heroína invadía esas mismas calles, y las esquinas iban siendo tomadas por los camellos, igual que las plazas por los drogadictos, que se inyectaban a la luz del día y delante de cualquiera, y ni siquiera la policía ni las autoridades municipales ni nadie con responsabilidad pública parecía enterarse o dar importancia a lo que estaba ocurriendo".

Mili Hernández, editora y propietaria de la librería Berkana, abrió su establecimiento en la plaza de Chueca en 1993. Los problemas aún seguían. "Muchas veces dejaba que la policía secreta espiara a los traficantes desde dentro de la tienda"; recuerda. "La mayoría de los locales de la plaza estaban cerrados, abandonados, nadie quería instalarse en un barrio tomado por la droga, los camellos y la delincuencia. Pero yo soñaba con que Chueca se convirtiera en el Village [mítica zona gay neoyorquina], en un barrio comprometido". No se convirtió en el Village, pero sí en una especie de Soho a la madrileña. Tanto que ahora muchos pequeños comercios han tenido que echar el cierre víctimas de unos alquileres que han subido en progresión geométrica y comprar un piso en Chueca es algo que no está al alcance de cualquier economía. Según la inmobiliaria Fotocasa, el metro cuadrado de vivienda en el barrio ha llegado a pagarse a más de 7.000 euros y la calle de Fuencarral se ha convertido en una milla de oro en la que las tiendas de ropa se multiplican y el trajín de gente es incesante.

¿Cómo se ha realizado esta transformación? Alberto Ruiz-Gallardón lo tiene muy claro: "Chueca era un barrio muy degradado, y hubo un momento en que un colectivo determinado [los homosexuales] decide instalarse, sin ningún tipo de ayuda pública, por su cuenta y riesgo. Ellos han regenerado Chueca. Lo digo yo, que vivo a muy pocos metros del barrio", palabra del alcalde de Madrid. Mili Hernández lo corrobora: "Este barrio lo hemos arreglado sin ninguna ayuda de la Administración. Era curioso escuchar a los vecinos cuando venían las televisiones a hacer reportajes sobre el fenómeno de Chueca y los residentes y dueños de los locales decían: mucho mejor los maricones que los drogadictos".

Pero ¿cuáles han sido los puntos de inflexión, los ingredientes fundamentales sin los que la transformación no habría sido posible? Antonio Poveda, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT), propone dos momentos: "Fue muy importante el hecho de que Chueca se abriera al día. En eso, la librería Berkana ha sido una referencia. Cuando Mili Hernández abre, empieza a haber otra visión del barrio y la gente comienza a salir a la calle. También fue definitiva la publicación de la revista Shangay, que ayudó mucho a la visibilidad y la normalización. El respeto a la diversidad es un valor importantísimo, y la revista contribuyó mucho a enseñar ese valor. Y también las manifestaciones a las que ha acudido cada vez más gente y que han sido un muro de contención contra el PP más homófobo".

La primera manifestación a favor de los derechos de gays y lesbianas se organizó en Barcelona en 1977. El 26 de junio de 1981 se publicaba la siguiente noticia: "Cerca de un millar de homosexuales, hombres y mujeres, se manifestó ayer en Madrid para conmemorar el Día Internacional del Orgullo Gay (...). Este año no se han producido incidentes y la legalización de la marcha les ha llegado sorprendentemente rápida". El próximo día 22 comienza en Madrid la celebración del Orgullo Gay Europeo, el llamado Europride, por primera vez en España, y los organizadores esperan una afluencia de público superior a los dos millones y medio de personas. "Las fiestas del Orgullo Gay son, para mí y para mucha gente más, las fiestas de Madrid. Ni San Isidro, ni la Paloma, ni nada", asegura Antonio Poveda.

Y lo cierto es que cada año va a más. Tanto que el Ayuntamiento ya está pensando en aumentar, según las necesidades, el perímetro de calles cortadas para evitar aglomeraciones como las de años anteriores. Así lo ha explicado el consejero de Economía del Ayuntamiento de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, que también ha querido poner el acento en los 100.000 euros que el consistorio dará a los colectivos para subvencionar el evento. Sin embargo, los empresarios no están tan contentos. Alfonso Llopart, dueño y fundador de la revista Shangay, asegura: "Tenemos que agradecer al Ayuntamiento su aportación, pero nos parece insuficiente para un evento de estas características. Me parece que se desaprovecha una oportunidad muy importante para promocionar Madrid como un destino de referencia y fidelizar el turismo gay". El Orgullo Gay en Madrid ha adquirido tales dimensiones que incluso provoca tensiones entre los colectivos y los empresarios, puesto que son los primeros, como fundaciones sin ánimo de lucro, los que reciben las subvenciones de las instituciones, pero al mismo tiempo han de negociar con los empresarios para poder llevar a cabo la macrofiesta en la que se convierte el corazón de la ciudad durante más de una semana.

Las cosas no han sido siempre tan grandes. A principios de los ochenta comenzaron a abrir varios bares para homosexuales en Chueca. Pero, como recuerda Ángel Calvo, dueño de The Paso, uno de los locales de mayor éxito en la plaza de Vázquez de Mella, todo ha cambiado mucho. "En aquella época estaba todo muy escondido. En la mayoría de los locales había que tocar un timbre para entrar y se ligaba mucho más por la calle", recuerda. Eran sitios oscuros, cerrados, en los que reinaba cierto tufo de sordidez. "Pero entonces llegó la movida, y la movida se fraguó en Chueca y comenzaron a cambiar muchas cosas", recuerda Calvo. "La movida madrileña siempre ha estado ligada al rollo gay. La gente gay movía la música y se gastaba toda la pasta que tenía en la noche".

El 11 de julio de 1980, un empresario llamado José Cobo, que ahora tiene 56 años y regenta un local llamado Rick's, abrió un bar al que bautizó como Ras. "Fue un referente de la movida. La gente primero venía al Ras y luego se iba al Rockola", asegura.

En la época de la movida, la droga hacía estragos, no sólo entre gente anónima, también entre varios de los protagonistas de esos días de libertad en Madrid. Aquello fue el germen de lo que más tarde sería Chueca. La movida fue el cimiento sobre el que se levantó el barrio hasta hacerlo llegar, 20 años después, al glamour de locales como Isolée, uno de los multiespacios chics premiado en 2006 como el establecimiento más innovador de la Comunidad de Madrid; o el restaurante Bazaar o el videoclub-cafetería Diurno o la óptica Toscana, que también recibió en 2006 el galardón a la mejor rehabilitación de un establecimiento.

Miguel Ángel López, director de la revista Zero, también tiene sentimientos un tanto encontrados sobre el principio de la transformación de Chueca: "Era todo como un gran armario, oscuro, y recuerdo que la primera vez que entré en un local de ambiente me eché a llorar". López recuerda que empezó a trabajar de camarero en 1989 en el bar Dúplex. "Llegabas al ambiente y querías verlo y vivirlo todo, y así es como nos hemos conocido la mayoría. Trabajé allí porque vivía con mi familia en el barrio de Prosperidad y no tenía un duro". Así fue como los jóvenes tomaron contacto y decidieron hacer algo para cambiar las cosas. "Teníamos miles de ideas para darle vida al barrio. Prácticamente todos hemos pasado por el COGAM y hubo mucha gente que influyó. Mili fue una de ellas. Igual que Pedro Zerolo, un referente capaz de articular un discurso integrador, que daba mucha credibilidad al colectivo y demostraba que también se podía cambiar en lo político", cuenta Miguel Ángel López.

Mili Hernández también se muestra crítica. Está de acuerdo en que se ha logrado mucho, pero ve el futuro de otra forma. "Puede que ahora todo vuelva a cambiar, todo se ha convertido en intereses económicos. Ahora las rentas están por las nubes y nadie parece darse cuenta de que hemos sido nosotros los que hemos arreglado el barrio sin ninguna ayuda de la Administración". "Es que siempre ha habido mucha ilusión en Chueca y me da la impresión de que los gays siempre hemos sido muy burros y hasta que no hemos conseguido lo que queríamos no hemos parado", recalca Miguel Ángel López. Él mismo puede ser un ejemplo de lo que dice. En 1991, López vivía en Nueva Jersey, el Estado fronterizo con Nueva York. Allí se empapó de las revistas gays que en España no existían, como 'Advocate' y 'Out'. En 1998 sacó el primer número de la revista Zero. "Se llamaba Zero Quincenal y era famosa porque nunca salía a tiempo, siempre nos retrasábamos. Pero es que las ayudas reales que hemos tenido han sido muy pocas; yo iba pidiendo recursos y todo el mundo decía que estupendo, pero no daban un duro. Éramos todos muy novatos". Más tarde creó una empresa de software que se especializó en astrología y de ese éxito pudo sacar la inversión para poner en circulación y a la venta en los quioscos una revista en la que han aparecido en portada desde el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hasta el líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, y que sirvió para que varios miembros de estamentos como la Iglesia y el Ejército salieran del armario con un revuelo mediático considerable.

"Ahora Europa, la igualdad es posible". Éste será el lema de la marcha que recorrerá desde la Puerta de Alcalá hasta la plaza de España pasando por la Gran Vía para conmemorar el Día del Orgullo Gay. Ya durante los últimos cinco o seis años la manifestación ha sido multitudinaria. Es la convocatoria estatal que une a lesbianas, gays y transexuales de todo el país. Pero este año además se espera la llegada masiva de gays de toda Europa que ya tienen una referencia de lo que significa Madrid en el mapa homosexual del mundo. Un lugar divertido, abierto y comprometido. "Para mí, las palabras de Zapatero cuando se aprobó la ley del matrimonio y la adopción gay quedarán escritas en letras de oro en la historia de España. Él dijo: 'Hoy somos un país más decente y respetuoso'. La garantía de una democracia sana es que se avance en leyes sociales. Esta legislatura ha sido histórica", asegura Antonio Poveda.

Tras la manifestación, las calles del barrio tendrán que acoger a cientos de miles de personas. El éxito de Chueca ha sido, según sus protagonistas, haberse abierto al día, haber dejado de ser un gueto para convertirse en una zona integradora y amable. La noche también se ha transformado. Eso lo saben bien personas como Manolo Greppi, que, junto a su socio Niki, posee el grupo HOT. Se trata de tres establecimientos dedicados en principio al colectivo oso (gays que cultivan la masculinidad en su aspecto exterior). "En nuestros locales tiene cabida todo el mundo. Cualquiera puede entrar, y creo que se han hecho grandes amistades en la noche de Chueca, dentro de esos bares que son ya algo más que un punto de encuentro para el colectivo", asegura Greppi.

Algo que también corrobora Javier Vergara, presidente de la asociación Madbear y codueño, con dos socios más, del Bears Bar: "Con el club queremos dar una oportunidad a la gente para unirse y realizar actividades conjuntamente, pero no sólo fiestas. Es cierto que hacemos la quedada internacional en diciembre, en la que llegamos a juntar a más de 2.000 personas, pero también nuestro club responde a esa actitud afable y participativa del colectivo osuno".

Los locales se han multiplicado y todo ha crecido en Chueca; el mercado de Fuencarral fue otro punto de inflexión para aumentar la imagen de modernidad del barrio. Pero también hay voces críticas y hechos que pueden llevar a una crisis de identidad. Un ejemplo es lo que va a ocurrir con el mercado de San Antón, en la calle de Augusto Figueroa. Era un mercado municipal al uso, con sus puestos de frutas, verduras, carnicerías, con 60 años de vida. Si se cumplen las previsiones de los constructores, el mercado reabrirá sus puertas este verano. Será más pequeño, pero más moderno. De los 45 puestos que tenía sólo quedarán 25 y estarán en la planta superior del nuevo inmueble. Los casi 1.000 metros cuadrados de la planta a nivel de calle serán ocupados por una de las marcas de supermercados de El Corte Inglés. Hay división: unos apoyan el pequeño comercio tradicional; otros vecinos se alegran de tener tan a mano un gran establecimiento con un horario amplio.

San Antón es una metáfora de lo que puede pasar con Chueca. "El barrio ha tomado ya tales dimensiones de fama y de modernidad y diversión que corremos el peligro de que se convierta en una especie de parque temático de gays al que acude el resto de la ciudad", previene Ángel Calvo. Por ejemplo, hace ya algún tiempo que proliferan en el barrio las celebraciones de despedidas de solteras que toman al asalto determinados locales gays. Dicen que esto ocurre porque los gays saben divertirse de otra forma, porque no le hacen ascos a la música más petarda para el consumo rápido y fugaz y porque no hay un lugar en la ciudad más abierto, en el que más se practique la tolerancia, la máxima de vive y deja vivir.

La celebración de Europride será un examen de selectividad para Chueca. Para revalidar ese tirón del que tanto se habla fuera de España. "Podemos terminar desbordados. Se pueden ampliar plazas y calles para que la gente quepa en el barrio, pero si no se le ofrece una alternativa, unas barras en las que poder consumir, música que escuchar, habrá zonas que puedan convertirse en un enorme botellón donde los vendedores ambulantes harán su agosto", advierte Alfonso Llopart. Habrá que esperar. Está claro que este barrio enamora, que tiene algo por lo que han luchado muchas personas, unas que ya no están y otras que siguen en la trinchera. "Yo presumo mucho de que quiero dejarlo todo e irme al campo. Pero si lo dejara me aburriría. Me moriría", asegura José Barbarroja, dueño del Black & White, uno de los decanos de Chueca. "Este bar y este barrio son mi vida".

Los editores: el poder de la letra impresa
Mili Hernández, de 47 años; Miguel Ángel López, de 38, y Alfonso Llopart, de 42, son tres de los activistas que probablemente más han hecho por Chueca y la causa gay. Mili abrió en 1993 la librería Berkana, especializada en temática homosexual, primero en la plaza de Chueca y ahora en la calle de Hortaleza. "Una cosa importantísima es que logré que el mundo gay no sólo se viviera por la noche, sino también a la luz del día", asegura. Berkana fue, probablemente, el primer establecimiento dedicado a los gays que no fuera un café o bar de copas. Miguel Ángel López dirige desde 1997 la revista Zero. Tres años antes, Alfonso Llopart se lanzó también al mundo editorial con la revista gratuita Shangay Express. "Tuvimos muy claro que nos gustaba El País de las Tentaciones y lo que quisimos fue hacer el Tentaciones gay y creo que lo hemos conseguido".

Las tribus: la visibilidad
Barbas, pelos, kilos, pantalones vaqueros, culto a la masculinidad y voluntad de ser afables: son los 'osos'. Estas señas de identidad lograron que este colectivo diera una vuelta de tuerca a la imagen estereotipada que se tenía del gay. En la foto, de izquierda a derecha, Javier Vergara, presidente de Madbear; Félix Martínez, organizador de una sesión 'osuna' llamada Bunker; Felipe León, 'mister bear' España 2006; Niki (con su hijo Mateo en brazos), socio de Manolo Greppi (segundo por la derecha), del grupo HOT, pionero en el mundo 'osuno' y que poseen los bares Hot, Enfrente y la discoteca The Angel. Junto a él, Juan Pizarro, también miembro de Madbear. Por último, Eduardo Carranza, uno de los primeros trabajadores del grupo HOT. En Chueca conviven todo tipo de opciones sin ninguna tensión. Una de las señas de identidad del barrio es la visibilidad.

Los ciudadanos: la normalización
En Chueca cohabitan, a cualquier hora del día, gays, heterosexuales, lesbianas, transexuales, bisexuales... El éxito de Chueca también es suyo. Han sido personas de mente abierta y sin prejuicios que buscaron en la diferencia su hábitat de normalidad. Es el caso de estos dos asiduos de la sesión Royal en el Cool, continuación del ambiente festivo de Chueca. Verónica, de 24 años, y de Sidney Sales, de 23: "No podría haber mejor ciudad para organizar el orgullo europeo. Va a ser muy grande, yo participaré".

Los continuadores: el ejemplo del éxito
Simbolizan a la perfección el fenómeno Chueca. Estos dos empresarios abrieron en septiembre de 2005 uno de los espacios más 'chics' de la ciudad. Bautizaron el local como Isolée y le encargaron la decoración a Teresa Sapey. En sus 400 metros cuadrados se puede tener acceso a firmas exclusivas de moda en un córner dirigido por Aitor Azúa, un supermercado de 'delicatessen', una zona de bar y restaurante, discos, revistas de tendencias internacionales, 'gadgets' escogidos... José Luis Robles, en primer plano, y su socio, Rodrigo Menéndez, tuvieron claro que para poner en marcha la tienda de sus sueños en Madrid, Chueca era el mejor barrio. "Es el más joven y dinámico y el más abierto a lo que proponemos: un escaparate moderno".

Los pioneros: los cimientos de la transformación
Cuando el barrio de Chueca todavía estaba totalmente abandonado y cercado por la droga, hubo una serie de empresarios que apostaron por la zona. Es el caso de José Barbarroja (primero por la derecha), que transformó un almacén de recambios de automóviles en un local llamado Black and White, probablemente uno de los que primero abrieron en Chueca. Ángel Calvo (segundo por la derecha) lleva 25 años trabajando en el barrio, ahora tiene el bar The Paso. José Macías (en el centro) regenta la primera tienda de artículos fetichistas que abrió en Chueca, el SR. Edgar Cabral es dueño de varios de los locales más frecuentados: Why Not, Polana y el restaurante Dirdam.

Los colectivos: la lucha por la igualdad
Su actividad siempre ha estado marcada por la reivindicación. Son hombres y mujeres que han ofrecido su tiempo y esfuerzo para que la opción minoritaria pueda acceder a todos los derechos que disfruta la mayoría. De izquierda a derecha, Antonio Poveda, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT); Mónica Martín, fundadora del colectivo Transexualia y miembro de la junta directiva del Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid (COGAM), y Pedro Zerolo, miembro de la ejecutiva del PSOE y concejal del Ayuntamiento de Madrid. Zerolo ha sido una de las cabezas más visibles en el movimiento por la igualdad de los homosexuales.

Las mujeres: empresarias y trabajadoras
Mayka Contreras fue una de las empresarias pioneras en abrir un local de copas en la plaza de Chueca. Es miembro de la asociación de comerciantes de Chueca y participa en la Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas de Madrid y su Comunidad (AEGAL). Su primer negocio, que aún sigue en activo, es el bar Trucco, pero también posee Escape y Sunrise, otros dos nombres míticos del barrio. Se queja de la "persecución" policial a la que se ven sometidos muchos locales por parte del Ayuntamiento. Maite Miguel (a la derecha) trabaja para Contreras como encargada del bar Escape; también se queja de la presión policial.

2007/06/17

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | PEPE GUTIÉRREZ: GERMÁN PEDRA, OSCAR WILDE Y EL MOVIMIENTO 'GAI'

Germán Pedra, Oscar Wilde y el movimiento “gai”.
Pepe Gutiérrez Álvarez | Kaos en la Red, 2007-06-17

https://archivo.kaosenlared.net/germ-n-pedra-oscar-wilde-y-el-movimiento-gai/ 

Conocí a Germán Pedra una mañana de domingo allá por la mitad de los años sesenta.

Hacía algunos años que éramos vecinos, y él ya me conocía. Vivía en los bajos del número 61 de la calle Simancas, y servidor en los del 58, una calle con una salida de bajada angosta y resbaladiza donde mi madre se partió la pierna, que coincidía con una ventana que iba ser la luz de un escenario muy particular. Una proximidad que no obviaba una diferencia de edad y de ámbito, él era un niño que estudiaba y yo un muchacho que trabajaba, y muchas horas, y desde luego, la vida en aquella Barcelona que no se parecía en nada a la del pueblo, donde todos se conocían. Con todo, aquella calle mantenía todavía un cierto aire de “corrala”, y los vecinos se trataban y se ayudaban en lo que podían.

Mi familia formaba parte del aluvión emigrante de la época, la suya era de las pocas catalanas (pobres por supuesto) que habitaban su propia lengua en un barrio que en unos pocos años había dejado de ser un espacio abierto con algunas viviendas aisladas y muchos huertos, para convertirse en uno con más habitantes por metro cuadrado del planeta.

Siempre bien peinado, vestido con primor, Germán era un punto y aparte entre los chavales de su edad, algo que lo distanció del ambiente mientras yo permanecí más o menos por el margen del medio o sea igual y distinto al mismo tiempo. En su mayoría eran niños de familias más o menos desestructuradas (aunque solamente fuera porque eran muchos y los padres trabajaban casi siempre), de difícil escolarización que se manifestaron pronto bastante hostiles a aquel chiquillo de trazos delicados, con sus gafitas de repelente niño Vicente de La Codorniz, un sabihondo en absoluto dado a los juegos de aquellos chicuelos que dedicaban la mayor parte de su tiempo a corretear y hacer travesuras.

Era ya mayor cuando todavía recibía algún que otro improperio con las obvias connotaciones machistas de los que no le aceptaban. Germán entonces respondía subrayando la diferencia: ¡Mira que son burros e impresentables¡…

Creo no equivocarme en señalar que este duro contraste tuvo una influencia en su extraña relación con el vecindario, sobre todo con aquel más próximo a su edad. En general, se puede afirmar que Germán no supo nunca lo que significaba ser niño en las calles y en los amplios solares, su comportamiento era más propio de aquellos chicos modelos que aparecían en las tarjetas de felicitación que regalaban los papas en los cumpleaños. Era un niño con risitos, que destacaba con sus rasgos finos, un aspecto exterior de buena familia, y para colmo, una silueta y una voz aflautada que para los más “burros” eran más propios de las niñas. Este distanciamiento ya se había forjado en sus primeros años cuando su padre, que había vuelto furtivamente del exilio, consideró que no era conveniente que Germán frecuentara los demás niños de la actual Plaça Guernica (y que antaño “gozaba” del nombre de Plaza del Caudillo), dado que parte del vecindario estaban formados por guardias civiles o municipales, y no era cuestión de tener problemas que podían comenzar por una ridícula pelea de chiquillos. De hecho, en el cambio de domicilio familiar también tuvo que ver la necesidad de un mayor anonimato si cabía, y Pedra era muy discreto en sus entradas y salidas.

Esta suma entre la distancia obligada y el estilo personal influyó en acentuar en Germán un cierta pose aristocrática que revistió un simbología presuntamente viscontiniana (Visconti siguió siendo un aristócrata cuando se hizo marxista) que con el tiempo no hizo más que desarrollar. Recuerdo que cuando yo me preparaba para abordar el bachillerato, él accedió a darnos clases a mi y algunos chicos más, y lo despectivo que llegaba a ser con las torpezas de estos, a los que trataba de zopencos a la primera. Actuaba como si no los perdonara, como si les devolviera bofetada por bofetada. Mostraba esta actitud de superioridad cultural y elegancia siempre que podía. Valga una muestra: Germán optaba siempre por pagar la “preferencia” en los cines, cuando, para mi estupor no podía ser porque facilitaba mejor la visión, tal como me aseguraba, ya que dichas preferencias cambiaba de lugar según que cine. De hecho existían para que un sector del público pudiera separarse del más llano, a veces compuesto por las familias de la zona barraquista que podía ocupar literalmente los cines mientras hablaban y gritaban al tiempo que devoraban las pipas o lo que les deparaba las fiambreras entre película y película.

Más tarde siguió mostrando esta pose cultista cuando tomaba parte en algún que otro debate público y creía identificar entre los animadores o entre los que intervenían, personas que de alguna manera reproducían las maneras torpes de los chiquillos del barrio. Recuerdo nítidamente cómo se tomó una exposición de pintura que se organizó en el Centro Social de la Florida y en la que el “pintor” era un muchacho hijo de antiguos militantes comunistas, con los que por entonces teníamos conflictos de ideas, yo en primer grado, él en segundo o quizás tercero. El muchacho quería ser pintor, pero estaba todavía muy lejos de saber siquiera aproximarse a un dominio de las formas más elementales, aquellas que habíamos admirado en alguna que otra exposición, como una extraordinaria de Zurbarán. Evidentemente, la exposición resultaba tan petulante que aquellos cuadros parecían una burla de los modelos clásicos que el pintor amateur trataba de copiar. Ni que decir tiene que sentimos la irresistible tentación de “tomarle el pelo” al “camarada”. Sin embargo, mientras que a mí me resultaba imposible no mantener una parcela de reconocimiento e incluso otorgarle un cierto dominio de los colores, Germán siguió siendo inclemente, y no pudo abandonar un enfoque sardónico que, por supuesto, no pasó inadvertido entre gente modesta y bienintencionada que mascullaba: “Pero este niño, ¿qué se ha creído?.

Entre otros muchos ejemplos me viene a la memoria una torpe presentación de la película Cromwell para hablar de la revolución democrática, efectuada por un joven comunista del barrio de La Florida que se había aprendido cuatro cosas sobre la revolución inglesa, pero que no sabía absolutamente nada sobre los conflictos entre los Tudor y los Estuardo, y no digamos de la guerra de las Rosas… El joven –un muchacho comunista madrileño que estaba como “refugiado” en el barrio, que luego fue un buen amigo y se aproximó a nuestra posiciones más abiertas-, contestó de la mejor manera que supo. A él no se le podían pedir más conocimientos, y reconoció que había tenido que realizar un gran esfuerzo para hacer una presentación que no le correspondía. En estos caso, a Germán no le dolían prensa para pedir disculpa, o incluso de ofrecer una documentación mayor para que estas cosas se hicieran lo mejor posible. Lo que no quitaba que su intervención (la propia de un “profe” que le pregunta al alumno como podía ser tan burro), provocara la reacción de los que sabían todavía menos que el ponente.

Ni que decir tiene que a mi también me tocó en más de una ocasión recibir su estocada, en particular en temas como la sexualidad en la que tanto tenía que aprender, sobre todo en la práctica. En el caso recuerdo una discusión en el tiempo que siguió la muerte del gran dictador. Entre mis primeras lecturas sobre la cuestión me llamó la atención unas líneas en la que se podía entender que los hombres sufrían una crisis periódica que, de alguna manera, podía ser comparable con la menstruación femenina, un tema sobre el que lo ignoraba prácticamente todo al igual que mis hermanas, que se enteraron cuando les llegó, o sea antes que yo. Lo dije sin mucha convicción en medio de una charla sobre feminismo ante un público de mujeres con voluntad de radicalización. Germán aprovechó el momento para dejarme en ridículo. No solamente trató de poner en evidencia que no sabía de lo que estaba hablando, sino también dejó caer que menda –al contrario que él que ya tenía muy clara su identidad sexual-, era un puritano reprimido de cuidado. Está claro que no le faltaba razón.

Entonces, su vida sentimental ya era bastante agitada, y la mía no había sobrepasado el estadio de los prolegómenos.

No deja de ser curioso que fuesen sus padres los que “me descubrieran”.

En aquel entonces yo me estaba apartando de mis amigotes de los primeros tiempos. Esto no pensaban en otra cosa que en “pasárselo bien”, y eso significaba fútbol, baile y chicas, esto último de una forma bastante irrisoria. Yo ya había dejado la pasión estéril por el fútbol para centrarme en el cine. Lo de las salas de baile era un tormento dada mi timidez casi enfermiza y la convicción de que nunca aprendería a moverme con una chica al lado. En cuanto a estas, aparte de que no confiaba en absoluto en poder acceder a la dama de mis sueños, me parecía ridículo el juego de los piropos tontuelos aprendidos de mis amigotes, y humillante las respuestas de algunas de ellas, sobre todo cuando pasaban en grupos. Una de las manifestaciones de este distanciamiento pasó afortunadamente por no querer fumar, algo que si harían todos los demás ya que necesitaban dar la imagen de “hombre” tal como se expresaba entonces, sobre todo en el cine. Mis amigos eran chicos emigrantes como yo, obreros en su mayoría de la construcción, algunos de mi propio pueblo y otros de pueblos semejantes.

Después de ser uno más durante unos años, me fui creando una nueva silueta, la de un chico serio y aplicado, vestido con cierta elegancia por mamá, y desde 1963 con unas gafas que eran muy propios de alguien que ocupaba su tiempo leyendo libros por todos los rincones posibles. Esto no lo hacía por ninguna pose particular de lector, sino porque en nuestro piso vivíamos hasta tres familias (exactamente tres hermanos, con sus respectivas esposas más los niños y la abuelita) con algún que otro añadido circunstancial, y obviamente carecía de un espacio donde poder concentrarme. No deja de resultar curioso que esta actitud mía de apartarme del grupo, de no buscar chica y de leer tanto, fuese tildada por algunos de mis amigotes, como propia de un seminarista o lo que era peor, de un “sarasa”.

Como esto de la lectura pues resultaba tan poco habitual, Lola y Francecs no dejaron de percatarse de que yo siempre llevaba un libro conmigo fuese a donde fuese, y pensaron que podía convertirme en un posible amigo del Germán, quizás el único posible en aquel páramo en el que los jóvenes ya tenían el camino marcado: trabajar, aprender en lo posible un oficio, reunir dinero para encontrar pareja, casarse, tener hijo, y no complicarse la vida.

Está claro pues que nuestro primer encuentro no fue fruto de la casualidad, ni mucho menos. Ocurrió en la bodega en la que Germán compraba el vino para su padre, y en el curso de un programa de cine que daban en la TVE que comenzaba con la música de Jacques Tati, y en el que hablaba con un tono muy profesoral un crítico gafudo llamado si no recuerdo mal Joan Munsó Cabús. En casa todavía tardaríamos años en tener TV, y esta era la única que yo tenía a la mano y la aprovechaba para ver algunas series de difusión cultural como una biografía de Francisco Quevedo al que interpretaba Carlos Lemos, y cuyo guionista era Carlos Muñiz, al que yo ya conocía gracias a la revista ‘Primer Acto’, llevada por el mismo equipo de la revista ‘Nuestro Cine’, y ambas vehículos de una izquierda intelectual en el área próxima del PCE. Me ponía de pie delante del aparato haciendo caso omiso del fragor de los tertulianos, y nadie me decía nada, supongo porque también era cliente, sobre todo del futbolín que se ponía al rojo vivo los domingos por la mañana.

Aquella noche el programa versaba sobre Ingmar Bergman que había sido estrenado entre nosotros como un cristiano ferviente quizás un poco complejo, un empaquetamiento que se efectuó mediante una deformación de los diálogos de algunas de sus películas que como ‘El manantial de la doncella’ o ‘El séptimo sello’, se habían estrenado aquí e incluso habían llegado a los cines de barrio en los que, por cierto, no se pasaban únicamente películas como las del tristemente célebre programa actual de TVE, también nos llegaba buena parte del mejor cine norteamericano y europeo. Por entonces yo había leído algún que otro artículo sobre Bergman en ‘Nuestro Cine’, y por lo tanto estaba sobre aviso de las deformaciones de la censura, y por ahí transcurrió una primera conversación después de que con sus o­nce años, Germán me preguntara si me interesaban las películas de Bergman.

Si no fue al día lo sería el siguiente, el caso es que comenzamos a coincidir en el trayecto del Bus que nos dejaba en el metro de Santa Eulalia, y durante el trayecto empezamos a hablar de cine y de otras cosas, siempre desde un sentido crítico básico, o sea desde el reconocimiento de que el régimen estaba interesado en mantener al pueblo en el miedo y la ignorancia. Al llegar el primer domingo, Germán me vino a buscar con una revista llamada ‘El Correo de la UNESCO’ en las manos. Hasta aquel momento yo me había limitado a ver cine, a aproximarme al cine más crítico, y a leer como dios me dio a entender mis primeros libros, normalmente obras editadas en la colección Pulga, y de autores conocidos como Walter Scott, Julio Verne, etc. El Correo era otra cosa, hablaba de la arqueología y la presa de Asuán, de Antón Makarenko y de su ‘Poema Pedagógico’, un trabajo que pasaría de mano en mano por mucho tiempo, de la historia del superviviente de una tribu india que se daba por exterminada, y que había sido adoptado por una universidad norteamericana donde se había convertido en un estudiante verdaderamente privilegiado, un detalle que, ni que decir tiene, me causó un impacto considerable. Era lo que a mi me hubiera gustado ser.

Tampoco había tenido ocasión a lo largo de mi vida de conocer a alguien con la capacidad que mostraba Germán que muchas veces no parecía un niño, aunque otras sí, otras parecía un niño malcriado, un hijo único que además había llegado al mundo después de que sus padres hubieran perdido otro que tuvo desde el primer momento problemas serios de salud, y que según contaba Lola en las pocas ocasiones que recuerdo haberle escuchado hablar de él, era patizambo, y después de un regreso tan dramático. No había duda de que Germán estaba destinado a gozar de toda la cultura que sus padres habrían querido tener, y que tanto deseaban para todo el mundo. No pasaron muchos días para que me hablaran de la escuela Montesori, y para que me contaran lo que este nombre significaba. Germán me contó que recibía clases de la señorita Llibert, que en catalán quería decir Libertad. El que le había puesto su padre, un antiguo compañero…

La casa de la familia Pedra era algo parecido a un cuchitril. Para acceder a ella desde la propia Calle Simancas había que bajar unos escalones de tierra que cuando llovía eran un peligro como pudo comprobar mi buena madre que un día resbaló y se rompió una pierna, con lo que ella era para la casa que no dejaba hacer nada a nadie. Desde abajo aparecía como al final de un callejón, en suma, era un lugar de paso, y desde fuera se podía averiguar si sus dueños estaban o no en casa. Su carácter de pasaje obligatorio se mostró una dificultad considerando que en aquel cuchitril no solamente se hablaba de “política”, o sea de temas subversivos., sino que además sus moradores tenían la voz y el genio fuerte de manera que lo que decían se podía escuchar sin dificultades al pasar. Y no digamos cuando al Cisco le daba por cantar ‘A las barricadas’ después de haber cumplido con uno de sus mayores placeres: comer bien y abundantemente, charlar por los codos, beber sin reparos vino del porrón, y recordar los años jóvenes, cuando estas canciones se cantaban a pleno pulmón en las empresas y en las calles.

Tiempos en los que la lucha por la felicidad pasaba por la camaradería y por soñar.

Al llegar a su casa se podía llamar por el timbre o bien por un golpe por la ventana, también se podían hacer señales si ellos te veían. El calor del recibimiento contrastaba con la exigüidad de los espacios. Al abrirse la puerta se pasaba directamente a un comedor donde apenas si cabían cuatro personas sentadas. Al comedor daban otras dos puertas, una que nos llevaba a la habitación del matrimonio, otra daba paso a una pequeña cocina desde la cual se entraba a la pequeña habitación del Germán en la que cabían una pequeña cama, una silla con una mesita y aquellas estanterías de buena madera en la que recuerdo las ediciones recientes de Aguilar de las Obras Completas de Oscar Wilde, García Lorca, y creo también que de William Shakespeare, amén de otros autores, no demasiados porque no había lugar para mucho más. De la cocina se pasaba a un rincón donde estaba el WC, la máquina de cocer, y que daba a través de una ventana a otro rincón del vecino con el que mantenían mejor relación. En la misma casa vivía el Pedro, un niño procedente de Extremadura que pasaba por ser el tonto buenazo de la calle, y al que sus padres cuidarían con esmero. Lola y Francecs valoraban intensamente el esfuerzo de estar personas y su buen talante trabajador y afable.

(Paseando por Can Serra me encontré con el Pedro más de treinta años después. Hacía tiempo que habían muerto sus padres, y ahora lo cuidaba su hermana, y decía esto con un sentimiento que resultó sobrecogedor para mi compañera que es muy perceptible en estas cosas. Se acordaba perfectamente de mí, y me ofreció numerosos detalles de entonces, en particular sobre la familia Pedra que, en medio de una tendencia general hacia la burla, lo trataron siempre con un exquisito respeto).

Quizás esto era lo primero que te llegaba cuando te convertías en un asiduo, y yo lo llegué a ser durante mucho tiempo de día sí y día también. Nada más entrar me llegó una declaración afectuosa. Hacía mucho tiempo que hablaban de mí, de aquel muchacho serio que iba y volvía del trabajo con un libro debajo del brazo junto con el hatillo con la fiambrera, y se empeñaba por tener cultura en unos tiempos como aquellos en los que los trabajadores carecían de los derechos más elementales, y que no querían ver más allá de sus narices. Pedra era catalán de toda la vida como lo eran sus padres, y Lola como formaba parte de una familia murciana que ya había tenido que emigrar en los años veinte porque el trabajo en la mina del padre no daba para todos. Él se sentía catalán, y que nadie dijera nada de Cataluña, sin embargo no admitía la menor señal de menosprecio de la gente que habíamos tenido que emigrar. Después de esta primera presentación venía otra que hablaba de la importancia del trabajo, temas sobre los que Germán guardaba un prudente silencio siempre que no se extendieran.

Creo que la amistad conmigo le sirvió a Germán para dar unos cuantos pasos apartados de sus padres. Cierto era que estos le permitían una cierta libertad, y que confiaban en él, pero con las limitaciones propias de su edad, también que tenía “amistades”, pero ninguna era de aquellas serias, de tal manera que, por ejemplo, pasaba los domingos por la tarde en casa. Desde que nos conocimos fuimos a la par a toda clase de lugares, por supuesto a los cines de barrio, ahora optando por tal o cual programa después de una larga conversación sobre su interés. También nos hicimos adeptos a los cine-clubs sobre los que Germán poseía una información de la que yo carecía. A veces se trataba de sesiones del sábado o domingo tarde, lo que no representaba ningún problema. Se trataba de coger el Bus y luego el metro, y volver en hora normales. Pero otras veces los pases se ofrecían a las diez de la noche o un poco más tarde, y entonces el problema estaba, primero porque al día siguiente había que trabajar, y luego en volver, sobre todo considerando que mi economía no daba para coger un taxi, es más, ni tan siquiera me lo planteaba. A Germán lo del taxi le parecía elemental, todo un símbolo, y fue con él con quien volví por primera y muchas veces más en un medio de locomoción que costaba cinco veces más que la entrada del cine.

Durante un tiempo nos hicimos adictos a un cine-club universitario que tenía la sala en la Ronda San Antoni, no muy lejos del Mercat donde los domingos por la mañana se establecían los Encantes de los libros donde el Pedra era sumamente conocido entre los libreros que le tenían al tanto de lo que guardaban por los recovecos. Por aquella época Pedra me llevó a la librería de los Porter. En la Puerta del Ángel, a la presentación de un libro llamados ‘Els altres catalans’, de un tal Paco Candel, y cuando el autor iba a hablar, llegaron unos señores que dijeron que aquello se había acabado. Nos fuimos antes de que nos preguntaran que hacíamos allí.

Colocados en algún lugar entre el PSUC y nosotros, los maoístas —en particular el entonces importante PTE, pero también su ala argelina del PCE (internacional), que no dudó en expulsar a uno de sus militantes por liarse con una chica libertaria—, solían convertirse en los partidarios de la mano dura de la Junta. Fueron los más coléricos adversarios de un mural que compuse mediante un extenso collâge de recortes de prensa. Leído a primera vista, era una denuncia del orden existente sobre la base a informaciones, chistes, etcétera. Pero no era necesario ser un águila para vislumbrar que, en su parte final, mezclaba a Stalin como parte del Mal, poniéndolo al lado de Hitler, Pinochet, Nixon y otros. Aquello era ensuciar al jefe del frente antifascista, al continuador de Lenin, etcétera. También asumieron el papel de fiscal en un ejercicio que acabó con la expulsión de uno de los jóvenes más activos de la Liga Comunista, Xavi. Su culpa fue haberse dejado, negligentemente, un paquete de propaganda en secretaría. Entonces no pude intervenir, pero guardé mi cólera por un tiempo, hasta que en una Junta extraordinaria le dio la vuelta a la historia. De acuerdo; mi amigo había sido bastante irresponsable, pero lo eran más los que publicitaron su descuido y no tuvieron empacho en jugar con su nombre. Además, por cosas de éstas se podría expulsar a mucha gente. El momento de mayor crispación vino envuelto en una acusación de homosexualidad. Al volver de uno de aquellos congresos interminables, me enteré que la Junta acababa de aprobar, a instancias de los del partido y de los maos, la expulsión de Germán, que ya había adoptado abiertamente una opción sexual heterodoxa, y de René, una loca que mariposeaba alrededor de uno de los jóvenes. Los dos eran respetados con las mismas armas de la ironía que les eran congénitas.

Tampoco causaban ningún pavor en los padres. A mí me llamaba la atención la distensión con que trataban la marcha de sus hijos, claro que los tiempos eran otros, pero algunos tenían también sus muertos en la familia. Sí preocupó a la mayoría de la Junta, que optó, lisa y llanamente, por una expulsión a la manera soviética. De paso, suponían que se debilitaría la base de apoyo disidente. No fue así. La medida radicalizó al grupo, que no se mostró dispuesto a transigir. Entonces, se barajaron diversas respuestas hasta que se pensó en aprovechar algo en lo que ya se estaba trabajando: el teatro. Germán tenía ya experiencia en diversos montajes. Por su parte, René volaba, literalmente, recitando. Durante una reunión agitadísima en la que René se tronchaba diciendo con su tono de una Virtudes desmadrada -«¡Dios mío! ¡Dicen que yo soy trotskistaaa! ¿Qué es esooo?»-, se me ocurrió la idea de hacer un montaje escénico entorno al poema de Oscar Wilde ‘La balada de la cárcel de Reading’. En pocos días, lo teníamos a punto en el pequeño escenario de la Asociación de Amigos de la Música (AAM), que gerentaba Joan Francesc Marcos.

La representación no se hizo esperar en una sala en la que no cabía un alfiler. Teníamos hasta a la prensa —TeleExpress y Mundo Diario— presentes. Como parte de la obra, me correspondió declamar un prólogo muy trabajado. Su base argumental provenía del libro ‘La revolución sexual después de Reich y Kingsley’, una obra densa de Daniel Guérin, un erudito marxista francés que, a finales de los años treinta, había sido el lugarteniente de Marceau Pivert en el Partido Socialista Obrero y Campesino francés, aliado del POUM. En el presente, era una de las plumas más reputada de la izquierda radical francesa y autor, entre otras cosas, de una célebre antología sobre el anarquismo, así como de un análisis sobre el fascismo y el gran capital. Homosexual y librepensador, Guerin sintetizaba buena parte de los criterios de las ideas de revolución sexual que comenzaban a extenderse entre las nuevas generaciones. También cité ampliamente un texto de Wilde sobre ‘El alma del individuo bajo el socialismo’, el mismo que Tusquets acababa de poner en la calle en una edición muy asequible y que Germán tenía desde los años sesenta en las ‘Obras Completas’ editadas por Aguilar. Luego, René recitó el hermoso descargo de Oscar Wilde como si no hubiera hecho otra cosa en su vida. Además de hermoso, el texto denunciaba la intolerancia victoriana.

El epílogo llegó con el debate calentado por los aplausos. Con la ayuda de Guerin traté de imitar lo que G. B. Shaw atribuía al Trotsky polemista, decapitar para demostrar que en la cabeza no había nada. Aquello de cortar la cabeza de los adversarios, no para quitarles la vida, sino para demostrar que estaban vacías. Me lo permitieron algunos jóvenes maoístas presentes, que aseguraron que en China ya tenían solucionada esta «desviación» con los campos de trabajo y de reeducación. El joven maoísta más conocido aludió a «una unidad de destino —trotskistas y homosexuales— en lo universal» para tener que callar sepultados por una información sobre la que lo ignoraban todo. Como la mayoría de los presentes. Como servidor, poco tiempo atrás. La guinda la puso la prensa. Los diarios se deshicieron en elogios.

Meses después, los jóvenes comunistas del PSUC liderados por la infatigable y eficaz Isabel que los protegía de nuestra influencia como si fuesen polluelos, organizaron, con cierto tono de desagravio, un seminario sobre sexualidad que causó bastante expectación. No encontraron mejor recurso que los médicos y sexólogos (una palabra que la mayoría ignorábamos su existencia) componentes del Instituto Lambda, animado por homosexuales militantes afines al PSUC en su mayoría, pero obviamente radicalizados en este punto. Por aquel entonces, el PSUC ya tenía una posición muy diferente a la de, por ejemplo, el partido comunista argentino que había expulsado de sus filas al gran Héctor Anabitarte, amigo en los años ochenta por partida doble, como compañero del Diario e Barcelona, y afín al Germán, y motivo feliz de diversas cenas que se prologaban en mi piso de pareja gozosa en la cale Olçinellas de Sants, con controversias y anécdotas de todos los gustos hasta la extenuación, ya de buena mañana.

Aquellas conferencias fueron ciertamente legendarias. Los bajos del amplio local asociativo se ponía hasta la bandera con gente de todas las edades que jamás hasta entonces habían escuchado nada parecido, dicho con tanto conocimiento y con tanta elegancia. Para todos los que teníamos claro que había que huir de la pobre y oscura sexualidad de nuestros mayores, cada charla era el prólogo para desairar después interminables conversaciones sobre lo que era correcto o no era correcto. Por lo demás, en nuestro caso, en el de la LC, el asunto conectaba con historias de orgías fabulosas que se habían creído ver detrás de la edición de ‘El combate sexual de la juventud’, de Wilhem Reich, punto que he tratado en un artículo sobre éste último en Kaos. No obstante, Germán no se creía estas historias, y no cesaba de tratarnos como unos reprimidos, especialmente a mí, quizás porque tenía más confianza, y también porque tenía menos riesgo de error.

Además, todos eran amigos de Germán que no hay que decirlo, gozaba de un buen dominio sobre la cuestión, algo que se encargó de demostrar en sus sucesivas intervenciones. Las muy didácticas y rigurosas conferencias del colectivo Lambda fueron demoledoras con las creencias de la vieja guardia comunista educada en aquella moral estaliniana que no permitía ni un triste beso en las películas. Sánchez Laos, que aparecía como el más autorizado, y que reconocía valientemente su deuda cultural con un homosexual de su pueblo, llegó a argumentar que la sexualidad era una perversión fuera de las exigencias «naturales» de la procreación. Los jóvenes maoístas tampoco andaban mucho más allá. Lo primero era la revolución, popular claro, porque la proletaria quedaba para otra etapa.

En esto, la autoridad de los conferenciantes actuó como una proclamación ante una juventud radicalizada contra estas barbaridades. Cuando intervine diciendo que de existir alguna perversión, ésta no podía ser otra que la castidad, los charlistas también la rechazaron. No estaba descartado que ésta pudiera ser una expresión más de las infinitas respuestas humanas al sexo. Al final, el cursillo vino a ser el colofón de nuestras exigencias. Fue una victoria de Oscar Wilde sobre Stalin o al menos así lo entendimos los que creíamos haberla ganado. El estalinismo no era solamente conservador y uniformista, también era castrador.

(No puedo por menos que agradecer la idea de componer este artículo a una nota aparecida en otro anterior, ‘La estrella rosa bajo el franquismo’, que ironiza sobre el asunto cerrando los ojos lo que les sucedió a muchísimos homosexuales rusos ingresados en los campos de concentración estalinianos gracias al vulgar método de atribuir a los “enemigos” semejante acto de barbarie).

Recuerdo que la misma noche de ‘La balada de la cárcel de Reading’, nos congregamos una veintena de jóvenes en casa de los Pedra que estaban ausentes. Había una guitarra, y varias botellas de licores aunque no sabría decir de cuales porque a mí estas cosas ya no me iban. Se habló largo y tendido del acto, de lo que dijo tal o cual o de éste u otro momento, de lo impresionante que estuvo René, del montaje escueto eficaz de Germán, y por supuesto de cómo yo les había tomado el pelo a los “maos”, algunos de los cuales siguió la “juerga” con nosotros.

También en eso nos distinguíamos. Aquello se prolongó hasta que comenzaron a cantar los gallos del corral de un vecino mal encarado, y al final se habían dicho más cosas de la prevista. No sé a quien se le ocurrió hacer una “mesa redonda” en base a las cosas que Guerin atribuía al informe de Master y Johnson, a saber, quién entre los presentes podría precisar con claridad su orientación sexual. No sabría precisar porcentaje, pero creo que entre el ambiente y el alcohol surgió el reno de la sinceridad, y se dijeron muchas cosas que no se suelen decir en la vida. Si algo quedó claro es que ni a René ni a Germán le gustaban las mujeres, “dicho sea con todo respeto” precisó el primero. La única mujer de su vida era su santa madre que lo protegía de todo mal. Así quedaba también claro que lo que argumentaba la pobre Lola Peñalver, que Germán, su hijo, se “había torcido” por un desengaño amoroso, era pura fantasía materna.

La amistad entre Germán Pedra y un servidor se enfrió considerablemente con la política institucional. Después de haber participado como “simpatizante” más bien pasivo de mis aventuras trotskianas, emergió como uno de los notables que daban su apoyo a la creación del PSC-PSOE dentro del cual apareció como uno de los “hombre fuertes” en L’Hospitalet, sobre todo en la batalla por disputarle influencia al PSUC ya liderado por Joan Saura. Los encuentros se fueron haciendo cada vez más espaciados, y mientras él trataba de ponerme algún anzuelo, yo le trataba muy duramente. Le citaba ‘El Gatopardo’ para distinguir tres momentos en la historia socialista. La de los leones (Pablo Iglesias), la de los gatopardos (Largo Caballero), y el de las hienas (Felipe González), y decía esto último pidiéndole disculpas a las hienas.

En uno de nuestros últimos encuentros yo me sentía muy mal por sus relaciones con jóvenes árabes (algo que él adobaba citando el ‘Corydon’, de Gide), y sus entradas y salidas con ellos desde el coche oficial en la calle donde se había criado, y donde le votaban. Estábamos en medio de una cena, y aquella noche Ángel Colom presentaba un Informe Semanal a la mayor gloria de Juan Carlos I, como el Gary Cooper de la democracia… Mientras yo soltaba sapos y culebras, Germán presumía de la foto que había obtenido con su Majestad. Luego tardamos años en vernos, y por más que había una voluntad de mantener la amistad por encima de las diferencias, llegó la primera guerra del Golfo que nos situó en trincheras opuestas. No sin graves contradicciones íntimas, él se había apuntado nuevamente al carro de los vencedores y se había convertido –como Felipe, su maestro- en un liberal que se sigue llamando socialista por conveniencia, para mí el neoliberalismo era algo así como una variante ilustrada y poniente del fascismo, y en algunos casos, todavía más destructor.

El distanciamiento fue tal que casi le perdí la pista hasta que, casualmente, con ocasión de un encuentro de escritores en L´Hospitalet, Joan-Francecs Marcos, me contó que le quedaban pocos días. Estaba ingresado en la Cruz Roja de la ciudad, y su aspecto era más el propio de un superviviente de un campo de exterminio. Aquello me conmovió hasta las entretelas, y durante un par de horas hablamos de todo, todavía tenía ilusiones, estaba preparando un libro de poesía, me quiso convencer que Zapatero era un reformista de verdad, y quedamos para unos días después, pero ya no hubo ocasión.

(*) Lo fundamental de este trabajo está extraído de mi libro, ‘Memorias de un bolchevique andaluz’ (Ed. El Viejo Topo), seguramente el último libro que le regalaron a Germán Pedra en su vida, una vida en la que estos fueron siempre fundamentales.

(1) [¿?] Concretamente en el trabajo de Laurentino Vélez-Pellegrini, ‘Del radicalismo a la gran claudicación. El movimiento gai y lesbiano desde los 80 a nuestros días’, aparecido en la revista ‘El Viejo Topo’ en dos entregas y en la obra de Armand de Fluviá, ‘El moviment gai a la clandestinitat, 1970-1975' (Laertes, Barcelona, 2003).

2007/04/19

TESIS | Trujillo Barbadillo, Gracia | Identidades y acción colectiva: un estudio del movimiento lesbiano en España, 1977-1998

Trujillo Barbadillo, Gracia (2007). Identidades y acción colectiva: un estudio del movimiento lesbiano en España, 1977-1998. Instituto Juan March. Tesis Universidad Autónoma de Madrid, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Departamento de Sociología. Fecha defensa: 2007-04-19. Bajo la dirección de Andrew Richards. 

Ed. digital: Open Access | Instituto Juan March 
https://www2.march.es/bibliotecas/publicaciones/ficha/fjm-pub/1064

La tesis fue defendida en la Universidad Autónoma de Madrid y dirigida por Andrew Richards. La pregunta fundamental es qué causas explican los cambios dentro de los movimientos sociales, cuestionando dos interpretaciones centrales en la sociología de los nuevos movimientos. Por una parte, la basada en la movilización de recursos; es decir, en la disponibilidad y la importancia de los recursos organizativos del movimiento. Y por otra parte, la que atiende al proceso político; es decir, la modificación en la estructura de las oportunidades políticas. La tesis considera sobre todo las identidades colectivas del movimiento; por qué y cómo varían los discursos identitarios a lo largo del tiempo —un periodo de 20 años en España— de forma que las identidades no tienen un carácter inmutable. Analiza qué consecuencias tiene el discurso identitario sobre las alianzas del movimiento; en este caso, según que se enfatice el género optando por el feminismo o que se enfatice más la adscripción al conjunto de minorías sexuales; opciones que provocan conflictos y debates internos y que influyen en la orientación del movimiento. Analiza también qué consecuencias tiene tal definición de identidades sobre las posiciones ante distintos temas; es decir, sobre las reivindicaciones del movimiento –ya sean demandas legales o bien sean reivindicaciones (por ejemplo, ante la incidencia del sida). Y qué consecuencias tienen finalmente las definiciones de identidad sobre la propia evolución del movimiento, de forma que éste es visto como un agente de su propia evolución. Su discurso identitario proporciona cohesión, razones, frente a la estigmatización y la discriminación. Así un movimiento puede sobrevivir e incluso expansionarse cuando los recursos que puede movilizar son escasos (frente a las predicciones de la teoría de la movilización de recursos) o cuando las oportunidades políticas son menos (favorables frente a la tesis de la estructura de oportunidades políticas). Carece así también de sentido la distinción convencional entre movimientos identitarios y movimientos instrumentales.

2007/01/20

DOCUMENTACIÓN | DERECHOS | LA COMUNIDAD DE MADRID ASUME EL TRATAMIENTO HORMONAL Y EL CAMBIO DE SEXO

2.500 personas aguardan en la región una operación de cambio de sexo.
La Comunidad pagará entre 10.000 y 30.000 euros por intervención.
Jaime G. Treceño | El País, 2007-01-20
https://elpais.com/diario/2007/01/21/madrid/1169382256_850215.html 

A lo largo del próximo mes de marzo, el Servicio Madrileño de Salud, que depende de la Comunidad de Madrid, sufragará el tratamiento hormonal y las intervenciones quirúrgicas de quienes quieran cambiar de sexo. En la región hay aproximadamente unas 2.500 personas en esta situación, según precisó ayer la presidenta de Transexualia, Rebeca Rullán. El coste de las intervenciones varía entre 10.000 y 30.000 euros.

La Comunidad de Madrid será la primera región gobernada por el PP y la segunda de España, después de Andalucía, en sufragar y realizar el tratamiento hormonal y las operaciones a aquellas personas que quieran cambiar de sexo. La Unidad Multidisciplinar para la Atención a los Trastornos de Identidad echará a andar a lo largo de marzo, según informó el viernes pasado la directora general del Servicio Madrileño de Salud (SerMas), Almudena Pérez, a las principales asociaciones del sector.

En la Federación Española de Transexuales-Transexualia calculan que en la Comunidad de Madrid hay un máximo de 2.500 personas que están en esta situación. "Es difícil hacer una estimación en toda España, pero la mayoría se concentra en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia", asegura su presidenta, Rebeca Rullán, quien agrega que últimamente se ha sumado mucha población inmigrante.

El coste de la operación es oneroso. "Una vaginoplastia [creación de los genitales femeninos] cuesta entre 10.000 y 14.000 euros en la sanidad privada; la metaidoioplastia [la de los genitales masculinos], unos 18.000, y la faloplastia cerca de 30.000, aunque es la menos demandada", asegura, para luego aclarar que desconoce si esta última técnica se halla incluida en la cobertura pública.

Asturias y Aragón han creado recientemente una pequeña unidad de género que cubre asistencia psicoterapéutica y los tratamientos hormonales. Las cirugías las derivan a la Unidad de Género del hospital Carlos Haya de Málaga. Cataluña también tiene una pequeña unidad de género pero no incluye la cirugía. En Andalucía, la Unidad de Trastornos de Identidad de Género da servicio desde 1999. Desde esa fecha, el hospital Carlos Haya ha practicado 172 cambios completos de sexo, lo que supone unas 300 intervenciones quirúrgicas, según precisó la coordinadora de la unidad, Isabel Esteva.

En 2002, Extremadura decidió derivar a los demandantes de este servicio a Andalucía. En el País Vasco se ha creado una comisión de estudio en el Parlamento regional.

La Comunidad de Madrid pondrá en marcha la Unidad Multidisciplinar a la Atención de los Trastornos de Identidad por un mandato de la Asamblea de Madrid. Los tres grupos parlamentarios, PP, PSOE e IU, dijeron sí de forma unánime a su creación, incluyendo las operaciones quirúrgicas.

En el hospital Ramón y Cajal se dará atención psicoterapéutica y los tratamientos hormonales con controles endocrinológicos. En La Paz se realizarán todas las intervenciones quirúrgicas. Las personas que necesiten este servicio tendrán que acudir a su centro de salud de referencia. Un grupo coordinado y cerrado de especialistas médicos se encargará de dar la asistencia.

2007/01/04

DOCUMENTACIÓN | RcH DENUNCIA EL AUMENTO DE LAS AGRESIONES

Grupos LGTBQ denuncian el aumento de las agresiones.
Diversos colectivos coordinados en la Red contra la Homofobia (RcH), fundada hace un año en Barcelona [ver Diagonal n° 16], se reunieron en Madrid el 16 de diciembre “para concretar estrategias ante un inquietante recrudecimiento de la violencia contra la diversidad sexual en el Estado español”.
Pedro Carmona | Diagonal, 2007-01-04
https://www.diagonalperiodico.net/libertades/grupos-lgtbq-denuncian-aumento-agresiones.html 

Diversos colectivos coordinados en la Red contra la Homofobia (RcH), fundada hace un año en Barcelona [ver Diagonal n° 16], se reunieron en Madrid el 16 de diciembre “para concretar estrategias ante un inquietante recrudecimiento de la violencia contra la diversidad sexual en el Estado español”.

A las jornadas acudieron representantes de Maribolheras Precarias (Galiza), Queer Ekintza (Euskadi), Tragasables (Andalucía), Col.lectiu Gai de Barcelona, Front d’Alliberament Gai de Catalunya, y los madrileños RQTR y LiberAcción. Este último, con ocasión de su segundo aniversario, fue el grupo organizador de este nuevo encuentro de la RcH. En las asambleas y grupos de trabajo estos colectivos pusieron en común datos sobre discriminaciones sufridas por lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y queers (LGTBQ) en diversas ciudades: expulsiones de locales públicos, vejaciones y agresiones por parte de grupos fascistas y de la policía, o la negación a una pareja de presos gays del derecho a un vis-a-vis en las cárceles de Tarragona y Lleida. Según los grupos participantes, “se constata un aumento de la homofobia: sólo en Cataluña ha habido 283 denuncias en 2005, lo que significa un incremento de un 5% respecto al año anterior. Estas cifras en cualquier caso suponen sólo la punta del iceberg, ya que otras muchas agresiones permanecen en la invisibilidad”.

La RcH alerta también sobre agresiones homofóbicas en los centros educativos, donde tienen lugar numerosos casos de bullying que públicamente se enmascaran como mera violencia escolar: “Se prefiere guardar silencio sobre la homosexualidad de los menores de edad, lo que condena a las víctimas de estas agresiones a sufrirlas sin respaldo social”, denunciaba uno de los participantes catalanes. La RcH solicitó una ley integral contra la homofobia que haga frente a un problema para el cual “leyes como la del matrimonio homosexual son insuficientes”. Las jornadas se completaron con actos abiertos en el CSO La Alarma, donde se celebró una fiesta y una charla-debate.

La Red contra la Homofobia
En las jornadas, los siete grupos asistentes recibieron la adhesión de otras cinco asociaciones LGTBQ de Euskal Herria, Madrid y Portugal. “En un año la cifra de grupos adscritos a la RcH se ha triplicado”, comentaba uno de los asistentes andaluces, “porque la trayectoria de otras coordinadoras LGTB moderadas no es representativa del activismo más crítico y reivindicativo”. Según Curro Corrales, de LiberAcción, “si hace un año en Barcelona pudimos conocernos y establecer vínculos entre colectivos alternativos de diversas ciudades, ahora hemos llenado de contenido el trabajo de la RcH, constatando la pluralidad del movimiento”.

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...