2021/10/31

DOCUMENTACIÓN | CINE | CHUCKY, DE MUÑECO DIABÓLICO A ALIADO DE LA COMUNIDAD LGTBI

La Vanguradia / Jake Wheeler y Chucky en la nueva serie //

Chucky, de muñeco diabólico a aliado de la comunidad LGTB.

El mito de terror no se considera un "monstruo" cuando se trata de discriminar por sexualidad o identidad sexual.
Solà Gimferrer | La Vanguardia, 2021-10-31
https://www.lavanguardia.com/series/20211031/7827732/chucky-muneco-diabolico-aliado-lgtb-gay-friendly.html

En 1988 se estrenaba ‘Chucky, el muñeco diabólico’, la cinta dirigida por Tom Holland y pensada por Don Mancini, donde un psicópata llamado Charles Lee Ray (Brad Dourif) resucitaba en el cuerpo de un muñeco pelirrojo. El tiempo le ha brindado multitud de anécdotas al psicópata de plástico: ha matado decenas de personas, ha sido objeto de culto, ha tenido novias y descendencia de plástico, y ha inseminado una humana siendo un muñeco. Pero, con el estreno de la serie que continúa su historia, posiblemente llega uno de sus logros más inesperados: que Chucky sea considerado un aliado de la comunidad LGTB.

No es difícil colocarle esta etiqueta tras el estreno de la serie ‘Chucky’, que se encuentra en emisión en Estados Unidos aunque en España no llegará hasta el mes de enero en Syfy. En una conversación con un chico adolescente y homosexual, el psicópata cuenta que tiene prole y es de género fluido. "¿Y no te importa?", le pregunta. "Bueno, no soy un monstruo", responde él con su habitual tono cínico. En resumen, incluso Chucky tiene más respeto por los derechos de las personas LGTB que ciertos partidos políticos.

El personaje se refería a Glen/Glenda, su descendencia presentada en 'La semilla de Chucky' (2004) y que se identificaba con los dos sexos. Era un paso más en una saga cinematográfica que mezcla terror y humor. ¿El motivo? Don Mancini, el creador del personaje, es abiertamente homosexual y ha introducido de forma más o menos consciente la diversidad a su universo, aunque esto haya significado que le llamaran "mariconazo" por transformar a Chucky en algo tan gay, según él mismo confesó en una entrevista para Xataka.

Mientras en 1988 le podía resultar complicado introducir ciertos elementos o puntos de vista, con el tiempo los ha ido integrando con naturalidad. Por ejemplo, en 1998 escribió el personaje de Jesse (Nick Stabile) en ‘La novia de Chucky’. Era el amigo homosexual que ayudaba a la pareja protagonista. En ‘La semilla de Chucky’, como decíamos, se introducía una óptica diferente del género fluido con Glen/Glenda. Y en ‘Culto a Chucky’ (2017) el personaje incluso introdujo su alma en el cuerpo de una mujer (Fiona Dourif) para irse con su mujer (Jennifer Tilly), dando todavía más lecturas a los conceptos de sexualidad e identidad de género.

Con la nueva serie, esta idea de ‘Chucky’ como un universo de ficción gay-friendly se consolida. Para empezar, el personaje principal es homosexual. Se centra en Jake Wheeler (Zackary Arthur), un chaval de 14 años que se encuentra a un muñeco inquietante en un mercadillo. Lo compra por diez dólares con la intención de cortarle la cabeza para una obra de arte que está creando en su habitación.

Antes de recibir un cuchillazo de un Chucky siempre dispuesto a asesinar, el muñeco puede ver la discriminación que sufre Jake. Su padre no lo acepta por ser homosexual, aunque todavía no haya salido oficialmente del armario, y también es discriminado en la escuela por chicos populares como su primo Junior (Teo Briones) o la pérfida Lexy (Alyvia Alyn Lind). ¿Y qué hace Chucky? Le plantea de forma clara a Jake que por qué no acaban con aquellos que le hacen la vida imposible.

Mancini pensó que era interesante hablar de una "misión social o declaración social" a partir de un personaje de terror como Chucky, "particularmente porque tiene un sentido del humor tan negro y característico", explicó en Gizmodo. Puede ser el aliado de un joven homosexual porque no es conservador rancio. "Él no es homófobo. No es racista. Solamente es un psicópata que no discrimina. ¡Él mata a cualquiera!", bromeó el guionista.

Puede que en un futuro próximo Chucky explore hasta qué punto el muñeco diabólico puede manipular a un adolescente vulnerable para convencerle de ser cómplice de su oleada de asesinatos (o sea, utilizar la condición de aliado para divertirse más matando), pero también tiene una lectura radical y hasta cierto punto empoderadora: la idea de un ‘gay revenge’ en clave de comedia de terror donde un homosexual retoma las riendas de su vida vengándose de quienes le hicieron la vida imposible, de la misma forma que Emerald Fennell exploró el ‘rape and revenge’ en la inequívocamente feminista ‘Una joven prometedora’.

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | Y DE PRONTO, LA FIESTA TERMINÓ

Y de pronto, la fiesta terminó. 40 años de VIH/SIDA. 1981-2021
Jordi Petit | El Obrero, 2021-10-31

https://elobrero.es/recursos/arco-iris/77106-y-de-pronto-la-fiesta-termino-40-anyos-de-vih-sida-1981-2021.html 

El desencanto cubrió el final de la transición española. Se esfumaron muchas ilusiones. Eso sí, nos dieron el “destape”. Tras el intento de golpe de estado de Tejero, las transgresoras Ramblas de Barcelona callaron, solo resistió la movida madrileña. Sin embargo, si hubo un sector que no paró la marcha, esos fueron los gays. Por vez primera en nuestra historia podían divertirse a tope, sin miedo a las redadas y detenciones de muy pocos años antes. Se vaciaron los frentes de liberación y se llenaron las pistas de baile. Sitges rebosaba de turismo homosexual, pero en los primeros ochenta, de verano a verano, algunos extranjeros no volvían, habían enfermado o muerto. La prensa empezó a hablar de una extraña enfermedad que en los EEUU afectaba a heroinómanos, homosexuales, haitianos y hemofílicos. Aquí no pasaba nada, gays, sociedad e instituciones se lo miraban entre recelo e indiferencia. La juerga seguía. Ahora se cumplen cuatro décadas.

El actor Rock Hudson declaró el 25 de julio de 1985 que era homosexual y falleció el 2 de octubre del mismo año por causa del sida; de repente la fiesta terminó.

Burt Lancaster, uno de los pocos amigos que le quedaban, leyó el último mensaje del actor : “No estoy feliz por tener sida, pero si esto puede ayudar a otros, al menos puedo saber que mi propia desgracia tiene un valor positivo”. Un testimonio que 40 años después sigue muy válido, las personas seropositivas continúan bajo gran presión social, invisibles. Hudson había sido entrevistado en 1984 por Ángel Casas en TV3 y allí dijo que para ir a bailar prefería ir con Richard Gere que con Bo Derek. Su muerte, más que por la medio sorpresa de saber de su homosexualidad, trascendió más por motivo de la enfermedad. Había sido el galán perfecto que tantas señoras hubieran querido para sus hijas y éstas (y otros de tapadillo) también suspiraron por el apuesto compañero de comedias con la adorable Doris Day. Entre lágrimas, ella dio la noticia al mundo. Aquello significó un verdadero terremoto social. No se sabía el origen del mal, todavía no habían enfermado los primeros gays españoles y la prensa se llenó de titulares sobre “El cáncer rosa” o “El cáncer gay”. Se desató un rechazo tremendo hacia los homosexuales que habían salido del armario en los años anteriores. Mi amigo Patrici Peñalver de Sabadell, sastre de profesión, perdió a toda su clientela, nadie quería que le tocase. Había quien si sabía que había un gay en su trabajo, usaba los servicios de otra planta. Surgieron leyendas urbanas delirantes, que si la culpa era de los periquitos (se soltaron a miles de sus jaulas) o si eran las fresas. Mi madre, que había presumido de hijo entrevistado por TVE, era evitada por las vecinas, no subían con ella en el ascensor, se tapaban la cara al cruzarse por la escalera y en el Mercat de Sant Antoni de Barcelona, no le dejaban tocar frutas ni verduras.

La enfermedad por fin tuvo nombre, Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), responsable: un virus y la mejor forma de evitar la transmisión: el uso del preservativo, mal que le pesase a una Iglesia que se puso furibunda. ¿Medicación directa?, ninguna. La encargada de dar la primicia del condón fue la dermatóloga Caterina Mieres (años después Consellera de Cultura), en una entrevista en la revista “Party”. Al llegar a su trabajo, hubo quien le dijo con picardía, “te hemos visto en una revista de hombres desnudos”. Los doctores Clotet y Gatell fueron pioneros en la lucha contra la pandemia. Sin embargo, en el ambiente gay durante bastantes meses persistió la idea de que aquello era un invento de Reagan para estigmatizar a los homosexuales, que eso no pasaba aquí. La primera distribución de condones que realizamos en el desaparecido bar Keops, Josep Matenci y yo mismo, fue frustrante, nos los tiraron a la cara al grito de “fascistas” y “ursulinas”. No querían terminar una fiesta que casi acababa de empezar. Apareció la errónea idea de los llamados “grupos de riesgo” que empezamos a combatir desde las primeras entidades, había que hablar de “prácticas de riesgo”, pues el sida podía afectar a todo tipo de personas. Las más marginadas fueron las prostitutas y las transexuales. Lamentablemente empezaron a fallecer personas, básicamente gays. El primero, y casi el único, en dar la cara como paciente fue el madrileño y ya desaparecido Manolo Trillo en un Telediario. Años más tarde le siguió Antonio Guirado en el programa de Rafaella Carrá. El ambiente gay se enrareció, todos tenían miedo de todos, no era una comunidad tan compacta como en otros países. Surgió una cierta moralina, se criticaba la promiscuidad que antes campaba a sus anchas. La santa alianza Reagan-Tatcher y Wojtyla arremetió contra la vida disoluta y proclamó el “castigo divino” que había llegado. La realidad era dura ya desde la sala de espera del especialista, nadie quería que le viesen allí o que luego se difundiera. El trato de los pacientes en los hospitales impresionaba por las grandes medidas de precaución y hubo funerarias que no quisieron hacerse cargo de los difuntos, como cuenta Ferran Pujol (fundador del Projecte dels Noms/Memorial de las víctimas de esta pandemia).

Nacieron pues las primeras asociaciones de lucha contra el sida, Gais per la Salut (luego Stop Sida), SIDAESTUDI y numerosos comités ciudadanos. Sucedían cosas tremendas. Al volver del funeral de la pareja, uno podía encontrarse con sus pertenencias tiradas en el rellano de la escalera y el paño de la llave del piso cambiado por la familia del difunto. Se escondía a menudo la causa de muerte y se oficiaban funerales católicos a personas agnósticas, donde la pareja era ignorada. Recuerdo al cura que ofició en el caso de mi amigo Xavi, una loca fantástica y anticlerical; se atrevió a decir “claro, con la vida que llevó Xavi...”.

Llegaron las primeras medicaciones, todavía insuficientes para detener los efectos del virus. Una de éstas debía guardarse en frío. Un anciano gay que ingresó en una residencia de la provincia de Tarragona, pidió a la cocina que le guardasen esa medicación en la nevera. Al día siguiente todo el mundo sabía que había un “maricón sidoso”, nadie le hablaba ni se sentaban a comer con él. Doble discriminación para la más solitaria de las muertes.

La promoción del condón se convirtió en el objetivo básico de las entidades pioneras. Se editaron carteles con apoyo de los gerentes de los locales gays de Sitges y Barcelona, hubo festivales solidarios con reconocidos artistas. Al principio costó bastante sensibilizar a las instituciones, pero la evidencia las desbordó. El Instituto Municipal de la Salud de Barcelona organizó cursillos para formar a camareros de los bares de ambiente gay como correa de transmisión para la clientela, el tema era tratado muy en secreto. La Generalitat y el Ministerio de Salud se portaron bien, por encima de sus diferentes colores políticos. Gracias Francisco Parras, director del desaparecido Plan Nacional del sida.

El efecto Magic Johson
El 7 de noviembre de 1991, el gran deportista Magic Johson, heterosexual total, hizo público que era portador del virus del sida. La noticia dio la razón a quienes hablábamos de “prácticas de riesgo”. Bush declaró: «Para mí, Magic es un héroe, un héroe para cualquiera que ame el deporte». Un alud de llamadas telefónicas abarrotó la Coordinadora Gai-Lesbiana, la gente heterosexual, atemorizada, nos llamaba porque desconfiaba de las instituciones y suponía que nosotros sabíamos más. Mil y una preguntas. Así nació el Teléfono Rosa. Gracias a ese voluntariado. Por aquel entonces aparecieron los preservativos para lesbianas, mucho menos afectadas y tremendamente solidarias. El miedo engendró el “ligue frío” como describió la antropóloga Olga Viñuales, seducir pero nada más.

En 1992 la Ministra de Asuntos Sociales, Matilde Fernández, lanzó la campaña “Póntelo-Pónselo”, el gran rechazo de la Iglesia todavía le dio más eco. Gracias Matilde, la gente aún se acuerda del “Póntelo-Pónselo”. En ese mismo año Hollywood “amnistió” a los gays con el oscar a “Philadelphia”. La banda sonora de este período la protagonizó Witney Houston con su “I will always love you” que sonó en muchísimos funerales estadounidenses. Aquí se impuso la doble moral.

Dar un salto global de 40 años hasta el presente supone sumar mucho más de 25 millones de muertes y mucho más de 42 millones de personas viviendo con el VIH o con el sida. La pandemia se ha cebado con especial crudeza en África, vía heterosexual, y el coste de los sucesivos fármacos escapa al poder adquisitivo de las personas: incluso he presenciado envíos a pacientes de EEUU que no se los pueden pagar. En el llamado primer mundo, al aparecer la medicación que convierte al sida en enfermedad crónica (no exenta de efectos secundarios), se ha relajado o banalizado la prevención entre jóvenes, ha bajado el uso del preservativo y aumentado todo tipo de infecciones y embarazos no deseados.

Cuarenta años de lágrimas y esperanzas.

2021/10/25

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | JULIO AUMENTE, CIEN AÑOS DEL PRÍNCIPE ESTETA Y DECADENTE DE 'CÁNTICO'

Julio Aumente, cien años del príncipe esteta y decadente de Cántico.
Nació en Córdoba el 29 de octubre de 1921, colaboró en la mítica revista desde su inicio, dejó de escribir y marchó a Madrid. Volvió a la literatura en los años 80 con una poesía libérrima, en un regreso a la juventud, la vida y el deseo.
Félix Ruiz Cardador | ABC, 2021-10-25
https://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/sevi-julio-aumente-cien-anos-principe-esteta-y-decadente-cantico-202110252129_noticia.html 

El viernes 29 de octubre se cumplirán cien años del nacimiento de Julio Aumente Martínez-Rücker, uno de los cinco poetas canónicos de l Grupo Cántico junto a Juan Bernier, Ricardo Molina, Pablo García Baena y Mario López. Nacido en Córdoba en 1921, fue un hombre de personalidad singular, un esteta.

Sabio en heráldica y genealogía, con no poco de espíritu aristócrata y de príncipe distinguido y distante, mantuvo con Córdoba una relación a veces despegada, a pesar de que era nieto del compositor Cipriano Martínez Rücker y procedía de un ambiente familiar cordobés de situación desahogada.

Se licenció en Derecho, pero pronto comenzó a escribir versos. Aunque la vida se la ganaría finalmente de otro modo: como tasador de arte y antigüedades en Madrid , donde se marchó a mediados de los 60.

Residía en un amplio piso en la calle Bárbara de Braganza, a escasos minutos de la Cibeles y el Paseo de Recoletos y repleto de antigüedades que le daban a su casa un aire ‘dannunziano’. Muy enfermo ya, su familia lo trasladó a Córdoba, donde murió en el verano de 2006.

La obra poética de Aumente, suntuosa en origen y marcada en sus últimos años por sus ansias de vivir y una sensualidad homosexual no exenta de ironía posmoderna, se divide en dos etapas, como en el caso de otros coetáneos suyos. La primera la componen sus libros de juventud, que van unidos a la revista ‘Cántico’ y a esos primeros años en los que casi todos sus miembros vivían en Córdoba y trataban de hacerse un hueco en la poesía española .

El desdén con el que fueron recibidos, pues la poesía de entonces se debatía entre el realismo socialista y las nostalgias imperiales sin mucho espacio para la intimidad, provocó la diáspora. También el silencio de varios de los autores adscritos a la revista. Serían los jóvenes profesores y poetas Carlos Clementson y Guillermo Carnero los que, con sus estudios sobre Cántico, acabarían por resituar al grupo en el mapa en los años 70, lo que propició que sus autores volviesen a escribir. Ese es el caso de García Baena y también de Aumente, al que espoleó un joven amigo, el también poeta Luis Antonio de Villena .

Clementson explica de la primera fase de Aumente que era «un autor muy influenciado en ese momento por Luis Cernuda, pero al mismo tiempo un gran artífice del soneto, en la estela de Góngora». De esos años primeros son sus libros ‘El aire que no vuelve’ (1955) y ‘Los silencios’ (1958). Aunque siguió escribiendo hasta su marcha a Madrid, no volvió a publicar y fue de los autores de Cántico el que se mantenía más alejado de los viejos recuerdos.

Tenía con la ciudad una relación ambivalente, fundada en cierta sensación de despecho por haberse sentido en ella desdeñado en su juventud. Esa distancia con su ciudad de origen la plasmó en versos que no llegó a publicar. Finalmente, algo se aplacó esa amargura en sus últimos años, cuando el Ayuntamiento colaboró en la publicación de sus poesías completas y la prensa cordobesa comenzó a reconocerlo como uno de los grandes autores del XX.

La etapa de desencanto y alejamiento total de la escritura se extendió entre los 60 y los 70, década esta última en la que lo empezó a frecuentar Luis Antonio de Villena por recomendación de Pablo García Baena, con el que por entonces se carteaba. «Nos hicimos muy amigos», explica a ABC De Villena, que lo visitaba un par de veces al mes para cenar con él.

En esas charlas el joven autor incitaba al amigo veterano a que volviese a la poesía, algo que no fue fácil pues Aumente le reconocía que llevaba diez años sin escribir. Recuerda De Villena que el autor cordobés se sentía en esa época de vuelta de todo, en la fase final de la vida.

Incluso parecía haber cerrado las puertas a la vida sentimental. En sus tarjetas de visita incluía largos títulos con un punto decadente e irónico, ropajes verbales que eran parte de la personalidad que se había creado. En sus poemas posteriores, llegaría a reconocer que se había perdido la vida por hacerse «el interesante».

Sus últimos años fueron por ello un estallido y una liberación, un rejuvenecimiento de un hombre que, en parte por decadentismo y en parte como protección, había decidido ser viejo antes de tiempo. Por una parte, comenzó a hacer vida social con nuevos amantes y amores y se echó a las calles de Madrid para vivirlas, lo que sería una fuente de inspiración para sus poemas de gran carga homoerótica y políticamente incorrectos, propios de un escritor que ya no estaba sujeto a la convenciones .

En 1982 publicó ‘Por la pendiente oscura’, en la que reunía los poemas escritos entre el 47 y el 65, pero aún muy en la senda de Cántico. La sorpresa llegó cuando al fin le hizo caso a Luis Antonio de Villena y empezó a escribir textos nuevos. De esos bríos recobrados surgieron libros fundamentales en su obra como ‘La antesala’, que publicó en 1983 Visor con prólogo del propio De Villena. Una década más tarde llegaría ‘El canto de las arpías’, que Villena ha calificado como «poemas coloquiales, palabras de germanía juvenil, marginación, mundo urbano , inmensa sed de vida, ironía y sátira».

En sus últimos años, Aumente vio publicados sus poemas completos en Visor, con prólogo de De Villena y el trabajo compilatorio de Rafael Inglada. En 2017 apareció en la editorial Renacimiento la antología ‘Bellezas y arpías’, editada por Luis Antonio de Villena. Ahora, con motivo del centenario, Rafael Inglada ha publicado una edición de 50 ejemplares con algunos poemas inéditos de los años 80 y 90.

Estas reediciones y tributos mantienen viva la memoria de un autor singular cuya existencia estuvo cargada de anécdotas y que, según cuenta De Villena, acabó sus días poniéndose del lado de los ‘skaters’ adolescentes del Paseo de Recoletos en los conflictos que mantenían con los jubilados que se sentaban por allí.

«Fue siempre un defensor de la juventud», explica Luis Antonio de Villena sobre este escritor cordobés que quizá nació antes de tiempo y que en sus últimos años decidió rejuvenecer. Su leyenda heterodoxa ahí sigue en sus versos para quien la quiera conocer.

Contra trepas y arribistas
Julio Aumente no sólo se alejó de la poesía, de Córdoba y de Cántico, sino también de los foros literarios. Aunque vivía muy cerca de lugares emblemáticos como el café Gijón, donde era fácil ver a otro poeta cordobés como Manuel Álvarez Ortega, nunca sintió Aumente interés alguno por ese mundo y se recluyó en su piso, en sus jóvenes amantes, en sus lecturas y genealogías.

«Julio sólo veía en el mundo literario el interés de unos y otros, a trepas y arribistas», explica Luis Antonio de Villena. Todo eso hizo de él un poeta casi secreto. Los amigos y el talento singular de sus versos, más que la propia insistencia, lo llevaron a publicar en algunas de las mejores editoriales de su tiempo.

2021/10/15

TESIS | Mendoza Albalat, Diego | Mirando al Sur: una historia (incompleta) de los activismos de la disidencia sexual y de género en Andalucía

Mendoza Albalat, Diego (2021). Mirando al Sur: una historia (incompleta) de los activismos de la disidencia sexual y de género en Andalucía. Tesis Universidad de Granada, Programa de Doctorado en Estudios de las Mujeres, Discursos y Prácticas de Género. Fecha defensa: 2021-10-15. Bajo la dirección de Amets Suess Schwend. 

Ed. digital: Open Access | Digibug - UGR [Universidad de Granada]
https://digibug.ugr.es/handle/10481/71616

La presente tesis doctoral se sitúa en el contexto de emergencia de distintos proyectos feministas, transfeministas y disidentes sexuales y de género que, en los últimos años, están generando aportaciones teórico-políticas con el fin de tejer una perspectiva (trans)feminista andaluza propia que explore referentes, construya memorias, denuncie desigualdades geopolíticas y rescate resistencias culturales características de dicho territorio. Influenciada por este entorno del que se nutre y pretendiendo aportar al mismo, la temática central de la investigación consiste en el abordaje de los activismos de la disidencia sexual y de género en Andalucía, desde que comienzan a organizarse durante la segunda mitad de los setenta hasta la actualidad, prestando especial atención a aquellos de cariz más crítico.

Para ello, se plantea una propuesta metodológica a la que he denominado ‘metodologías mestizas y epistemologías del puchero’, tomando como inspiración las metodologías queer e incorporando recursos y planteamientos de las epistemologías feministas, de la etnografía feminista, de la autoetnografía, de las metodologías colaborativas y de las prácticas de archivo alternativas. En este sentido, la reflexión y reformulación del concepto de ‘archivo’ es un eje central del trabajo.

De manera más concreta, en la tesis:

- Se traza un posible relato histórico de las mencionadas luchas a través de la construcción de varios recorridos (a modo de genealogías) sobre los Frentes de Liberación Homosexual, el activismo lesbiano, los movimientos queer y transmarikabibollo, el activismo trans y el transfeminismo, con menciones al contexto estatal y profundizando en los mismos en el ámbito andaluz.

- Se abordan de manera general los discursos que están construyendo la mirada (trans)feminista andaluza y, de forma específica, se realiza una aproximación desde una perspectiva autoetnográfica y (parcialmente) colaborativa a los discursos y prácticas del colectivo Red Maricones del Sur.

- Como otra dimensión más del proyecto, y con el objetivo de otorgar mayor accesibilidad al conocimiento producido durante la investigación, se ha construido un archivo online-página web con los materiales recopilados sobre los activismos de disidencia sexual y de género andaluces denominado Guardianx de la Contramemoria: un archivo transfeminista / kuir / transmarikabibollo andaluz.

- Se realiza un análisis de algunos ejes teórico-políticos que han podido estar presente (con sus diferencias) en los activismos de la disidencia sexual y de género en el contexto estatal y/o en el ámbito andaluz a lo largo de los periodos históricos examinados.

- Se desarrolla un ejercicio reflexivo sobre los procesos y aspectos metodológicos y éticos experimentados durante la investigación.

La reflexión general que vertebra al proyecto de investigación consiste en la necesidad de transformar nuestras miradas para encontrar valor político y teórico en cuestiones, prácticas, discursos, trayectorias, vivencias o territorios ‘periféricos’ a los que previamente no se les había concedido lo suficiente.

2021/10/08

DOCUMENTACIÓN | CINE | LAS APORTACIONES DE PEDRO ALMODÓVAR AL COLECTIVO LGTBI

Miguel Bosé en 'Tacones Lejanos' //

La aportación de Pedro Almodóvar al colectivo LGTBIQ+

Almodóvar vs otros directores españoles
Javier Valera | Mutaciones, 2021-10-08
https://revistamutaciones.com/la-aportacion-de-pedro-almodovar-al-colectivo-lgtbiq/

Uno de los aspectos más destacables dentro de la filmografía de Pedro Almodóvar es su importante aportación hacia el colectivo LGTB, colectivo que ha sido protagonista de las películas del director manchego desde la primera hasta la última, 'Dolor y gloria'. Por ello, se pueden ubicar personajes -principales y secundarios- de tipo homosexual, transexual, lesbianas y transformistas.

Para distinguir la aportación de Almodóvar hacia este colectivo es fundamental contextualizar un poco la situación -ver qué películas con personajes LGTB se habían hecho anteriormente en España- para así valorar la importancia del cine de Almodóvar como catalizador de algo que formaba parte de la sociedad y que el cine español solo se había ocupado de ello de una manera un tanto sensacionalista o de manera estereotipada. A través de dichos títulos, compararemos esos filmes con las siguientes películas de Almodóvar: ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ (1980), ‘Laberinto de pasiones’ (1982), ‘Entre tinieblas’ 1983), ‘La ley del deseo’ (1987), ‘Tacones lejanos’ (1991), ‘Todo sobre mi madre’ (1999), ‘La mala educación’ (2004), ‘Los amantes pasajeros’ (2013) y ‘Dolor y gloria’ (2019).

Lo primero que diferencia a Pedro Almodóvar de otros cineastas anteriores que trataron estos temas, con mejor o peor acierto, es que a él no le mueve ni el sensacionalismo ni el morbo. Es importante diferenciar entre sensacionalismo y provocación ya que está claro que el primer Almodóvar fue un gran provocador con sus películas. Estaba creando un estilo muy personal influenciado, en mayor medida, por las películas ‘underground’ americanas. Digamos que el arte provocativo le interesaba pero también le interesó, más adelante, hablar de sentimientos y crear personajes de lo más trágicos y en ambas etapas aparecen personajes LGTB. En este artículo se han dividido en cuatro partes: personajes homosexuales, lesbianas, transexuales y transformistas.

Homosexuales: La primera película del cine español que incluye a un personaje homosexual es un filme musical titulado ‘Diferente’ y dirigido por Luis María Delgado en 1961. En la película se muestran ciertos deseos que el protagonista manifiesta ante un obrero. Una curiosidad, muy clarividente, es que el cartel de esta película aparece en una de las escenas de la última película de Almodóvar, ‘Dolor y gloria’.

En su última película, el protagonista niño (Asier Flores) siente su primer deseo sexual ante la figura desnuda de un albañil (César Vicente). Es una de las mejores historias entre dos chicos que ha contado Almodóvar. Puede recordar también a la historia de amor entre los dos amigos en ‘La mala educación’, donde a través de miradas y risas cómplices Almodóvar sabe perfectamente reflejar el deseo. Igual ocurre entre los personajes de Antonio Banderas y Leonardo Sbaraglia en ‘Dolor y gloria’, donde muchas cosas se las están contando sin hablarse, solo contemplándose.

Con la llegada de la democracia en España, en plena Transición, ya aparecen filmes de Eloy de la Iglesia como ‘Los placeres ocultos’ (1977) o ‘El diputado’ (1978) que intentaban despertar conciencias pero desde el adoctrinamiento político y el sensacionalismo. Esto no es lo que pretendía Pedro Almodóvar. Por ejemplo, en los 80 relata la Movida y sus distintos tipos de gente, ambiente y preferencias sexuales. No es soez pero tampoco tiene porqué esconderse y puede perfectamente mostrar unos cuerpos desnudos, como es el caso de Antonio Banderas e Imanol Arias en ‘Laberinto de pasiones’ e incluso mostrar cómo un hombre hace una felación sin pretensión de escandalizar al público de aquella época. Esa es la gran diferencia entre Almodóvar y el resto de cineastas españoles, que no era sensacionalista incluyendo a ese tipo de personajes sino que lo hacía porque es normal y no había porqué esconderlo ni tampoco reflejarlo como algo fuera de lo común.

Otra cuestión muy distinta es si el propio Almodóvar quiso crear en ‘Los amantes pasajeros’, dentro de un ambiente con personajes de lo más particulares y estereotipados, unos personajes gays, los azafatos protagonistas (Raúl Arévalo, Carlos Areces y Javier Cámara), llenos de clichés, muy afeminados y con rasgos típicos de películas donde se intentaba parodiar la figura del homosexual (el caso de Alfredo Landa en ‘No desearás al vecino del quinto’ en 1970) pero llevado al extremo contrario: es decir, personajes estereotipados o afeminados pero sin claras intenciones homófobas, ya que ningún personaje heterosexual muestra rechazo alguno ante ellos o manifiesta ninguna burla, esa es la gran diferencia.

Aparte de estos ejemplos, donde claramente hay una provocación y un humor muy ingenioso, también hay historias con homosexuales alejadas de los estereotipos: en ‘La ley del deseo’, con el personaje de Eusebio Poncela y el triángulo amoroso creado junto a Miguel Molina y Antonio Banderas. Un retrato de un triángulo amoroso donde su propósito es hablar de las relaciones tortuosas, de pareja, mezclándose el amor, la pasión, los celos y la venganza. Además, Almodóvar creó en esta película uno de los planos más bellos de su cine: dos personajes desnudos y entrelazados acostados en una cama, eran Eusebio Poncela y Antonio Banderas. Ese es un reflejo perfecto de cómo tratar una historia homosexual desde el respeto y desde la belleza visual.

Lesbianas: Las películas de temática lésbica no era algo común, por razones más que obvias, durante la etapa del franquismo. Uno de los ejemplos que se consideran como pioneros fue ‘Las vampiras’ (1971), un filme de Jesús Franco donde se entiende que las ideas que le movían al director eran claramente eróticas y morbosas. Morbo también había cuando Bárbara Rey protagonizó ‘Me siento extraña’ (Enrique Martí Maqueda, 1977) donde las protagonistas (Rey y Rocío Dúrcal) eran lesbianas pero se trata el tema con cierto aire de oportunismo.

Es importante valorar el hecho de que se hicieran esas películas, pero quien de verdad le dio una absoluta normalidad y un respeto a esta temática fue Almodóvar con ‘Entre tinieblas’ (1983). La relación entre el personaje de Julieta Serrano y el de Cristina Sánchez Pascual en la película, en esa mezcla entre lo platónico por parte de una (Serrano) y el interés por parte de la otra, conforma una de las historias más conmovedoras de la primera etapa de Almodóvar, una historia que representa la sensación de libertad y de sentirse deseada.

Esa idea ya la presentó en su primera película ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ (1980) pero formaba parte del desenfreno, del cambio y de la Movida. Es, objetivamente, en ‘Entre tinieblas’ cuando Almodóvar por fin habla de sentimientos puros, esos que siente una mujer por otra aunque no sean correspondidos. Correspondidos pero interesados eran los sentimientos que le profiere el personaje de Candela Peña a Marisa Paredes en ‘La flor de mi secreto’ (1995), otra historia tormentosa donde se evidencia, de nuevo, que las historias de amor entre dos mujeres en el cine de Almodóvar suelen estar empañadas de tragedia y poca alegría.

Transexualidad: El tema de la transexualidad se había tratado muy a la ligera y con problemas de censura en ‘Mi querida señorita’, un filme de Jaime de Armiñán de 1971, donde José Luis López Vázquez era el personaje femenino protagonista. Vicente Aranda, con Victoria Abril de protagonista, realizó en 1976 ‘Cambio de sexo’, donde mostraba todo el proceso que vivía un chico que se sentía mujer. Puede que sea uno de los ejercicios mas honestos y menos cuestionables de todos los filmes mencionados, pero lo importante era reflejar el proceso vital que supone un cambio de sexo.

Habría que esperar a que Antonio Giménez Rico rodara a mediados de los 80, ‘Vestida de azul’, donde una serie de transexuales que ejercían la prostitución en Madrid contaban su historia. El director admitió que sus intenciones eran intentar comprender por qué esos chicos se querían complicar la vida cambiándose de sexo. Faltaba que llegara Almodóvar el cual, en 1987, le dio a Carmen Maura el papel protagonista de ‘La ley del deseo’ donde interpretaba a una chica transexual, pero ahí eso es lo de menos. No le da importancia a ese dato, no es relevante el dato como sí lo es lo que representa la personalidad de la mujer. Por ello, quiso que el papel lo interpretara una actriz porque quería mostrar a alguien que se ha convertido en mujer y su feminidad es exagerada y exhibicionista.

Siguiendo esta línea de personajes transexuales que irradian una seguridad en sí misma en todo momento, hay que destacar el personaje de Antonia San Juan, la Agrado, en ‘Todo sobre mi madre’ (1999) -donde también aparecía Toni Cantó en el papel de un transexual machacado por las drogas-. En el filme San Juan tiene la función de dar el toque cómico al conjunto del drama. Además de la comedia, es un personaje construido para reflejar tristeza y simpatía, se mueve por esos dos ejes. Dentro de las frases más recordadas del cine de Almodóvar destaca una que pronuncia el personaje de Antonia San Juan: “Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma”. Con semejante frase, poco más se puede decir de este personaje.

Transformistas: Durante los primeros años de democracia se hicieron filmes como ‘Un hombre llamado Flor de Otoño’ (Pedro Olea, 1978) donde José Sacristán encarnaba el papel de un abogado homosexual que por las noches se convertía en una cupletista que cantaba en un cabaret. Esa figura del transformista estaba asociada a personas gays pero no tiene porqué ser siempre así. Eso último es lo que demostró Almodóvar en ‘Tacones lejanos’ (1991) o en ‘La mala educación’ (2004): personajes que aparentemente no son gays, en el caso de Miguel Bosé es más evidente, pero que sentían una fascinación por el cuerpo femenino de una persona en particular (en el caso de ‘La mala educación’ era Sara Montiel, en ‘Tacones Lejano’ el personaje de Bosé imitaba a Becky del Páramo, personaje de la película interpretado por Marisa Paredes). Eso es lo que principalmente diferencia a Almodóvar de otras propuestas fílmicas que surgieron durante los años 70 y 80. El cineasta reflejó personajes que disfrutan vistiéndose como mujeres pero que no tienen ni porqué ser transexuales ni homosexuales, sino que simplemente es su oficio y lo disfrutan.

Es indiscutible que a partir de que Almodóvar abriera el camino, surgieron cantidad de directores y películas que trataron estos temas, pero esa cuestión se sale de lo que concierne a este artículo: reflejar el tratamiento de los personajes LGTB en el cine de Almodóvar, a través de distintos personajes con distinta condición sexual y en distintos contextos para llegar así a un espacio común: Almodóvar no pretende crear escándalo sino contar historias.

2021/10/06

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | "DOLÍA ESCUCHAR QUE EN LOS MEDIOS SE REFIRIESEN A ELLA EN MASCULINO"


El asesinato de Sonia Rescalvo, 30 años después: “Dolía escuchar que en los medios se refiriesen a ella en masculino”.

El 6 de octubre de 1991, seis skinheads asesinaron a la artista trans Sonia Rescalvo. Te contamos cómo vivieron el considerado primer delito LGTBI en España las mujeres trans hace 30 años.
Noemí López Trujillo | Newtral, 2021-10-06
https://www.newtral.es/sonia-rescalvo-asesinato-30-anos-delito-odio-lgtbi/20211006/ 

Sonia era hija de Leopoldo Rescalvo y de Dolores Zafra. También era una artista y vedette que se había mudado de su Cuenca natal a Barcelona. Había participado en protestas contra la dictadura franquista y contra la opresión a la comunidad LGTBI, donde era muy conocida y querida. También era una mujer trans, y fue precisamente su identidad de género lo que motivó la brutal agresión que acabó con su vida hace ahora 30 años, un 6 de octubre de 1991 en el Parc de la Ciutadella.

El asesinato de Sonia Rescalvo, por el que condenaron a seis skinheads a entre nueve y 26 años de prisión, es considerado el primer delito de odio LGTBI en España.

Sonia Rescalvo: las sentencias que condenaron a los agresores
Las dos sentencias que hay sobre el asesinato de Sonia Rescalvo, a las que ha accedido Newtral.es, no especifican que sea un crimen de odio, pero sí señalan que los agresores estaban caracterizados “por sus tendencias extremistas y de ideología violenta”.

Los tribunales también indican que sentían una “clara hostilidad hacia los vagabundos, indigentes, prostitutas, homosexuales, y demás grupos marginales”. Estos hechos probados constan tanto en la sentencia del 30 de junio de 1994 de la Audiencia Provincial de Barcelona como en la sentencia del Tribunal Supremo del 23 de noviembre de 1996.

Cuando a Sonia Rescalvo la asesinaron, el delito de odio no existía como tal en el ordenamiento jurídico. “La tarea que asumieron los propios colectivos LGTBI fue salir de la inexistencia. A pesar de que ya había habido otros antes, fue la primera vez que la opinión pública tuvo conocimiento de un asesinato tránsfobo”, explica a Newtral.es María José Varela, abogada defensora de la acusación popular.

“Quienes la mataron fueron allí sin saber quién era, pero sabían que en ese sitio dormían personas trans. Que tanto la Audiencia Provincial como el Supremo apreciaran que los agresores sentían hostilidad hacia este colectivo hizo que la sociedad lo calificara como un delito de odio”, añade Varela.

Así, la Audiencia Provincial de Barcelona declaró probado que cuando los agresores se dieron cuenta de quienes estaban ahí, decidieron subir “a tocar el tambor“, la expresión que utilizaban los propios skinheads para referirse a pegar palizas con sus botas. Señalaba también la Audiencia Provincial que cuando los agresores bajaron de la tarima en la que dormía Sonia junto a otra compañera, oyeron unas respiraciones, así que subieron de nuevo para golpearla hasta que no oyeron nada.

Su compañera, Dori, no falleció pero “sufrió lesiones consistentes en fractura de los huesos nasales, contusiones faciales múltiples con heridas”, apunta la sentencia del Supremo, que señala que Dori tuvo que estar ingresada desde aquella noche hasta el 13 de noviembre.

El Tribunal Supremo estimó de forma “clara” que existió 'animus necandi', es decir, “ánimo homicida o propósito de ocasionar la muerte”, unido al hecho de que “todos ellos calzaban botas de media caña tipo ‘Rangers’ y ‘Doctor Martins’ [sic] con la puntera reforzada de acero” y que “las zonas anatómicas agredidas fueron la cabeza y el tórax de las víctimas”.

Sin embargo, el Supremo desestimó, entre otras, la agravante de nocturnidad y la de alevosía por las que la acusación había recurrido la sentencia de la Audiencia Provincial.

Así lo vivió el movimiento LGTBI
“Vi una noticia en La Vanguardia sobre que se había encontrado el cadáver de una travesti negra, así es como se refirieron a ella. Me conmocionó y llamé al periodista. Me dijo que era un error, que al principio pensaron que era una persona negra porque la habían dejado totalmente amoratada de los golpes”, cuenta a Newtral.es Eugeni Rodríguez, presidente de l’Observatori Contra l’Homofòbia y en aquel entonces integrante del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC).

Eugeni recuerda que el FAGC decidió personarse en la causa como acusación popular, con María José Varela como abogada, para que se llegase al fondo del asunto: “La violencia que sufríamos era insostenible. Queríamos poner el foco en que a Sonia la mataron por ser una mujer trans. Fue un delito de odio en su forma más extrema, un punto de inflexión con el que la sociedad comenzó a entender que nos agredían y agreden por quienes somos”.

La escritora, dramaturga y activista transfeminista Alana Portero tenía 13 años recién cumplidos cuando asesinaron a Sonia. En conversación con Newtral.es, Portero lo recuerda así: “Con todo lo que olía a LGTB y a lo que en aquel momento era ‘transexualidad’ como que me daba vergüenza estar pendiente y que en casa se diesen cuenta de que me quedaba pendiente o de que me interesaba especialmente. Recuerdo buscarme la vida para enterarme pero haciéndome un poco la tonta. Es decir, viéndolo sin que me viesen viéndolo”.

La escritora y dramaturga destaca el tratamiento de los medios, que califica de “horroroso”: “Dolía escuchar que se refirieran a ella en masculino o que usaran su deadname [término que hace referencia al nombre asignado al nacer y que muchas personas trans dejan de usar al nombrarse a sí mismas de otro modo]. Decían: ‘Un transexual’ o ‘un joven travestido’. Yo no conocía otro lenguaje en esa época, sabía que algo me picaba y me dolía dentro al escuchar esas cosas pero no sabía por qué”.

Sí reconoce, en cambio, que lo vivió como un antes y un después, como algo “fundacional”: “Vi muchos más testimonios de personas LGTB en medios de comunicación de los que había visto hasta entonces. Testimonios serios, de gente enfadada y orgullosa exigiendo responsabilidades”, relata Portero.

Sonia Rescalvo: ser mujer trans en los años 90
La activista transfeminista y exdiputada socialista Carla Antonelli, que en aquel momento tenía 32 años, también critica el tratamiento en los medios de comunicación: “La llamaban travesti y travestido, como nos llamaban a las mujeres trans en aquella época”, cuenta en conversación con Newtral.es. “Recuerdo que sentía rabia, impotencia y desprotección. Una sensación de vulneración absoluta”, añade.

Antonelli reconoce que la narrativa del terror siempre ha estado presente: “Las mujeres trans sabíamos que aquello nos podía pasar a cualquiera de nosotras”.

Míriam Amaya, activista y artista, también tenía 32 años cuando asesinaron a Sonia Rescalvo, aunque señala a Newtral.es que “fue el primer delito de odio LGTBI reconocido por la sociedad, pero había habido muchos otros antes”: “Sí que fue una gran satisfacción ver que esto estaba saliendo a la luz, que por fin se contaba que era una realidad y no una fantasía”, añade.

Amaya, que por aquel entonces vivía en Barcelona y llevaba décadas participando en la lucha antifranquista y por los derechos LGTBI, coincidió con Sonia en varias ocasiones: “Era muy alegre y luchadora, siempre metida en las manifestaciones por los derechos trans y por la igualdad. Era una más de nosotras”.

Carmen García de Merlo, presidenta de COGAM, cuenta a Newtral.es que cuando asesinaron a Sonia ella acababa de volver del Reino Unido: “Me había ido precisamente para no acabar como ella y como tantas otras. Yo todavía no había hecho mi transición. Me quedé mucho tiempo en el armario porque el precio a pagar era muy alto, un precio como el que pagó Sonia”.

Míriam Amaya: “Fue también un feminicidio”
Para Alana Portero también hubo muchos otros casos antes que el de Sonia: “Tenía ejemplos cerca de personas LGTB muy mal tratadas en el barrio, en la familia. Ya tenía el mapa mental de que mi vida iba a ser muy difícil y no demasiado larga. He crecido pensándolo así. Pensaba: ‘Si ella que es tan guapa o tan ‘camuflable’ —un concepto horroroso—, qué va a ser de mí”.

La memoria trans está fragmentada al no tener los relatos de muchas personas que ni siquiera llegaron a la vejez. Por eso, para García de Merlo es importante recordar a Sonia: “Muchas tuvieron la valentía de ser ellas mismas, de nombrarse, pero muchas se quedaron por el camino”.

A lo que Antonelli alude a un ejercicio de memoria y reparación: “Hay que recordar para no olvidar porque precisamente el presente nos dice que todo aquello que pensábamos que estaba atrás puede volver de golpe. Y viene de la mano de quien sencillamente no quiere ni desea que existamos”.

Por ello, Míriam Amaya señala que la reparación comienza deshaciendo los silencios: “Las mujeres trans siempre recordamos a Ana Orantes porque fue un caso de violencia machista que supuso un antes y un después. Sin embargo, muchas feministas no recuerdan a Sonia Rescalvo. Pero su asesinato no fue solo un crimen de odio, sino también un feminicidio”.
  • Fuentes consultadas
  • Sentencia del 30 de junio de 1994 de la Audiencia Provincial de Barcelona sobre el caso Sonia Rescalvo
  • Sentencia del Tribunal Supremo del 23 de noviembre de 1996 sobre el caso Sonia Rescalvo
  • María José Varela, abogada defensora de la acusación popular en el caso de Sonia Rescalvo
  • Eugeni Rodríguez, presidente de L’Observatori Contra L’Homofòbia e integrante de la acusación popular en el caso de Sonia Rescalvo
  • Alana Portero, escritora, dramaturga y activista transfeminista
  • Carla Antonelli, activista transfeminista y exdiputada socialista
  • Míriam Amaya, activista y artista
  • Carmen García de Merlo, presidenta de COGAM

2021/10/03

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | SONIA RESCALVO, UN ANTES Y UN DESPUÉS EN LA LUCHA CONTRA LA TRANSFOBIA

El Diario / 'El libro de los travestis', publicado por Lib en 1978 //

Vida y asesinato de Sonia Rescalvo, un antes y un después en la lucha contra la transfobia.

Pau Rodríguez, Oriol Solé Altimira | El Diario, 2021-10-03

https://www.eldiario.es/catalunya/vida-asesinato-sonia-rescalvo-despues-lucha-transfobia_1_8358384.html

Es la madrugada del 6 de octubre de 1991. Dos mujeres transexuales duermen al raso en el parque de la Ciutadella, en Barcelona. Esa misma noche, un grupo de neonazis esparce el odio por el centro de la ciudad. En su cacería, que les conduce hasta ese recinto ajardinado, apalean a esas dos mujeres y luego a un sintecho. Una de las golpeadas, Sonia Rescalvo Zafra, muere de la brutal paliza.

El asesinato de Sonia Rescalvo, del que se cumplen este mes 30 años, supuso un antes y un después para el colectivo trans en España. Está considerado como uno de los primeros crímenes de odio de la historia del país, aunque por entonces no existiese esa figura delictiva. La rabia por su muerte sirvió de catalizador para el movimiento contra la LGTBIfobia y para que la sociedad se diese cuenta de la violencia a la que enfrentaban estas personas.

Pero todavía hoy, tres décadas después del asesinato, se conocen más detalles de su muerte que de su vida. ¿Quién fue Sonia Rescalvo? Según lo publicado hasta ahora, llegó de adolescente a Barcelona procedente de un pueblo de Cuenca y fue durante años bailarina en algunos teatros y cabarets de la Avenida Paralelo. Cuando la mataron tenía supuestamente 45 años y había caído en la indigencia. Por eso dormía en la glorieta del parque, con su compañera Dori.

Pero esta no es por supuesto toda su historia. Hay incluso algunas imprecisiones, comenzando por su edad: Sonia nació de nombre Juan José el 12 de octubre de 1956, según los informes médicos que conserva la abogada de la acusación particular en el juicio, María José Varela. Es decir, que el 6 de octubre de 1991 estaba a punto de cumplir 35 años. Murió mucho más joven de lo que se pensaba hasta ahora.

Sonia: “Muchas personas no me entienden”

Sonia llegó a la capital catalana de muy joven, eso sí, a finales de los 70. Y con suficiente confianza como para conceder durante ese período una entrevista a la revista erótica ‘Lib’. La charla se publicó en 1978 en el libro recopilatorio ‘El libro de los travestis’. Ella debía tener poco más de 20 años. Uno de esos ejemplares lo conserva en su casa Beatriz Espejo, histórica activista y presidenta del extinto Col·lectiu Transexuals de Catalunya, una asociación que se constituyó precisamente a raíz de la muerte de Sonia.

“Encontré el libro en el mercado de Sant Antoni y cuando la vi, me di cuenta de que claramente era ella. Todas [las trans] nos conocíamos en esa época”, recuerda Espejo, que tiene hoy 58 años y reconoce que no había compartido este documento con nadie.

En ese reportaje, ‘Una conversación sin prejuicios con cuatro travestis’ –cuyo texto y fotos están sin firmar–, aparece Sonia junto con otras artistas y cabareteras trans. Una de ellas es una joven Bibiana Fernández, conocida entonces en el mundo del espectáculo como Bibi Andersen. También está Angie von Pritt, artista trans que se dio a conocer por imitar a Bárbara Rey, y otra llamada Desirée. En la imagen principal, Sonia, de la que apenas se tenían fotografías –salvo la que aparece en su memorial en la Ciutadella–, luce una chaqueta blanca y una blusa azul a juego con el collar de perlas.

Frente a dos botellas de cerveza y dos cafés, las cuatro se prestan a charlar abiertamente sobre la transexualidad, a pesar de que por esa época todavía estaba en vigor la Ley de Peligrosidad Social con la que se les reprimía y detenía.

– Yo no me considero travesti, pues durante todo el día soy una mujer.

Así de tajante responde Sonia Rescalvo a la primera pregunta que le formula el entrevistador. Antes que ella, sus compañeras le cortan de la misma forma. Bibiana resulta incluso pedagógica: “La palabra travesti no es la indicada para llamarme a mí. Considero que nosotras estamos dentro de las transexuales, con o sin operación. Con o sin cambio de sexo. Travesti es el señor que se viste de mujer para trabajar pero durante el día lleva una vida normal de hombre. [...] Yo vivo una vida muy de mujer durante las 24 horas del día”.

A lo largo de la charla, Sonia defiende que ser trans no se decide, sino que “está dentro de la persona, es natural”. Y reconoce que se siente “bastante” marginada. “Hay momentos en los que me siento acomplejada. Muchas personas no me entienden”, añade.

En el momento de la entrevista, Sonia tenía como mucho 22 años. Cuando le preguntan cuándo comenzó a “vestirse” y “pintarse” como una mujer, responde que dos años y medio atrás. “Antes no podía, pues vivía con mis padres, y no me lo permitían”, remacha. También explica, sin dar detalles, que convive con una mujer que no es su pareja.

Todas ellas hablan de los problemas legales que sufren, de sus aspiraciones, de las amistades y puñaladas entre bailarinas trans en el mundo de los clubs y las salas eróticas, y esquivan sin demasiado éxito la pregunta sobre si se dedican también a la prostitución. “Me da un poco de vergüenza decirlo, porque eso ya pertenece a la vida privada...”, se excusa Sonia.

Sobre su futuro, esta joven veinteañera aventura: “Yo pienso dos cosas. Una es ahorrar dinero y poner un negocio. Y la otra es conseguir un rico millonario que me retire”. Pero sus deseos nunca se llegaron a cumplir.

Los años en el 'striptease' con Silvia Reyes
Que sus sueños se desvanecieron pronto lo sabe bien Silvia Reyes, conocida artista y ‘striper’ trans durante los años 70 y principios de los 80 en Barcelona. Compartió piso con Sonia Rescalvo durante cinco años. En una charla con elDiario.es, esta mujer completa parte de un puzzle sobre el que nunca le han preguntado demasiado: la vida de la que fue su amiga Sonia.

“Yo no conocí en Barcelona a una transexual que vistiera tan bien como Sonia”, arranca. Silvia le sacaba siete años. A finales de los 70, ambas compartieron una pensión, en la calle Pelai, y los escenarios de varios clubs de ‘striptease’. La Sala Río de la calle Floridablanca, el New York de la calle Escudellers... “Ella no era ni follonera ni se metía en la vida de nadie, como yo. Pero las dos personas de las que se enamoró se comportaron muy mal con ella y se llevaron su dinero”, relata. “Cuando ya estaba arruinada y no tenía nada en el banco, la abandonaron”.

Reyes viajaba a menudo a Suiza y a otros países para actuar y durante un tiempo trató de convencerla para que se fuese con ella. Pero no tuvo éxito. Sonia era muy sensible y entró rápidamente en depresión tras el fracaso de sus relaciones, lo que le empujó al consumo de droga “hasta el fin de sus días”, refiere hoy esta bailarina trans retirada. “Yo le decía que si no tenía dinero que se lo pagaba yo, pero no hubo manera”, remarca.

Durante los años 80, Reyes le perdió la pista. Sonia acabó dedicándose a la prostitución y viviendo en la calle. Hasta la noche del 6 de octubre del 91.

Ese asesinato fue el primero que asumieron los Mossos d’Esquadra, que se estaban desplegando todavía como policía en Catalunya. Al frente de las pesquisas estuvo el hoy comisario Joan Carles Molinero. Pese a que los delitos de odio todavía no estaban tipificados en el Código Penal –el agravante de discriminación no se introduciría hasta 1995–, Molinero recuerda que desde el inicio tuvieron claro que detrás de los ataques había un móvil de discriminación. “La manera tan cruel en que fueron apalizadas las tres víctimas nos mostraba que no era un robo. No tenían apenas pertenencias ni poder adquisitivo y fueron asaltadas por su condición de indigentes y transexuales”. Sonia murió por ser transexual.

El equipo de Molinero pronto enfocó la investigación hacia grupos de extrema derecha relacionados con grupos radicales deportivos. El cerco se fue estrechando hasta que uno de los atacantes, Héctor López Frutos, sin saber que tenía el teléfono de casa de sus padres pinchado, presumió de conocer a los autores del crimen en una conversación. Fue detenido cuatro meses después del asesinato junto a su hermano Isaac. Después los Mossos arrestaron a los otros cuatro atacantes, también amantes de las esvásticas y la violencia: Pere Alsina, David Perlade, Andrés Pascual y Oliver Sánchez.

Los Mossos, sobre los asesinos: “Nunca se retractaron”

De los detenidos, Molinero destaca su actitud “beligerante y prepotente”, incluso con chulería hacia los agentes. “No se retractaron en ningún momento ni mostraron arrepentimiento ni escrúpulo alguno. De hecho uno de ellos dijo que si lo tenía que volver a hacer lo haría”, asevera el comisario. Años más tarde, Oliver Sánchez mantenía la misma actitud en una entrevista desde la prisión con Jesús Quintero. La sentencia les declaró culpables y condenados a entre 9 y 26 años de cárcel.

Treinta años después de esa primera investigación por asesinato que llevaron los Mossos, el comisario Molinero celebra estar “a años luz” de lo que ocurría aquella época. No solo por los avances tecnológicos y por la protección del colectivo LGTBI, sino también por haber enterrado “la impunidad” con la que se movían por las ciudades españoles grupos extremistas como el que asesinó a Sonia. “El caso creó un precedente en el ámbito policial, social y jurídico”, resalta.

Durante el juicio, celebrado en 1993, se personó como acusación el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) y la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya, que lograron el apoyo de entidades vecinales, sindicales y sociales de todo tipo. Desde la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) hasta CCOO y UGT, pasando por el Consejo de la Juventud. También el Ayuntamiento de Barcelona ejerció la acusación popular.

“El asesinato de Sonia es un episodio importantísimo para el movimiento LGTBI”, expresa Eugeni Rodríguez, portavoz entonces y todavía hoy del FAGC. “A raíz de ese caso, Rodríguez recuerda que la entidad abrió su primera oficina contra la discriminación para canalizar denuncias desde el activismo, lo que fue el germen del Observatorio contra la Homofobia, creado en 2008. E incluso de la pionera ley contra la homofobia que aprobó el Parlament de Catalunya en 2014.

Jordi Petit, secretario general de la Coordinadora, explica que ese brutal asesinato también hizo abrir el foco a la comunidad gay. “Estábamos muy preocupados por el VIH y el sida, lógicamente, pero se iban sucediendo agresiones de ‘skins’ que nadie denunciaba, bien porque fuese difícil de reconocer al asaltante o por miedo”, explica. Y recuerda que ya en 1979 asesinaron a un joven trans en Rentería, llamado Francis, sin que trascendiera hasta mucho después.

El Col·lectiu de Transsexuals de Catalunya
Para Beatriz Espejo, mujer transexual que por entonces ejercía la prostitución en Barcelona, la muerte de Sonia fue un despertar. Sintió por primera vez la necesidad de protestar por sus derechos. Ella se enteró del caso en la manifestación del Orgullo de junio de 1992. Por aquel entonces, el colectivo de trabajadoras sexuales trans de la ciudad tenía abierta una particular guerra con el Ayuntamiento, que las quería trasladar de las calles del Camp Nou a la Zona Franca para dejarlas fuera de la ansiada foto de los Juegos Olímpicos que se estaban a punto de celebrar.

“El activismo era complicado, porque la gente tendía a querer resolver sus problemas y ya está, pero cuando empezamos la cosa fue rodada”, recuerda Espejo. En 1992 montaron el Col·lectiu de Transexuals de Catalunya [CTC], que se reunía inicialmente en la sede del FAGC. La mayoría eran mujeres trans que ejercían la prostitución. Esta activista, hoy ya retirada de la primera línea, todavía conserva un folleto de una asamblea de la época celebrada en el bar Cangrejo, del Raval. El orden del día era: legalización del colectivo –en referencia al derecho a cambiar de nombre y sexo, que no se lograría hasta 2007–, revisar el caso Sonia –por entonces pendiente de juicio–, las agresiones a transexuales –“hablaremos de las situaciones de riesgo, de cómo prevenir las agresiones”–, y un último punto dedicado al análisis de la situación de las personas transexuales dentro de la sociedad.

“El asesinato de Sonia cambió el discurso de la prensa y las televisiones y generó cierta sensibilidad. Salió en Informe Semanal, en programas de máxima audiencia, y nos dio un apoyo que hasta entonces nunca habíamos tenido”, recuerda Espejo. “Hasta aquel momento a las transexuales solamente se nos ridiculizaba y se relativizaban las agresiones”, expresa. Y, sobre los medios de comunicación, añade: “Antes de eso usaban definiciones directamente fascistas. Hablaban de plaga de travestis, de hombres de silicona…”, denuncia esta mujer.

Espejo estuvo al frente del colectivo hasta su disolución, a finales de los 90. En Catalunya el Col·lectiu Transexuals cogió el relevo de unas organizaciones trans que no habían acabado de cuajar a finales de los 70, como ‘La pluma’. En Madrid sí se había constituido Transexualia en 1986. Con todo, el Col·lectiu que presidía Espejo convocó marchas y manifestaciones a por la igualdad de derechos y contra la discriminación. “También hacíamos campañas para prevenir el sida, elaboramos plataformas a nivel político, hacíamos galas para recaudar fondos...”, enumera.

Desde entonces, el colectivo LGTBI ha sumado victorias legislativas y de reconocimiento de derechos. La última, la ley que permite la autodeterminación de género, aprobada en 2021. Pero también en el ámbito jurídico y policial se ha avanzado. En 2009 el fiscal Miguel Ángel Aguilar fue pionero en España al poner en marcha el servicio contra los delitos de odio y discriminación de la Fiscalía de Barcelona, cuando todavía ni existían estadísticas sobre denuncias de delitos de odio.

Para el fiscal, el balance tras más de una década de lucha contra la homofobia y el resto de discriminaciones es muy positivo. Destaca por ejemplo la especialización de los cuerpos policiales contra los delitos de odio, que ha culminado en una unidad propia para combatir este tipo de delitos en los Mossos d’Esquadra, plenamente operativa desde este mes de septiembre. La Policía Nacional ha anunciado que también creará grupos de investigación similares.

¿Más agresiones o más denuncias?
Aguilar también resalta la organización del colectivo LGTBI como un factor que ha favorecido un aumento de denuncias por hechos que antes formaban parte de la “cifra sumergida” del delito, esto es, de agresiones que no se denunciaban. Este es uno de los elementos que, a criterio suyo, han hecho que en los dos o tres últimos años hayan aumentado los delitos registrados por motivos de orientación sexual: 282 en 2020, año del confinamiento, solo una menos que en 2019 y 23 más que en 2018, según datos de Interior. Pero también es posible que parte de este aumento reciente sea debido a que “afortunadamente, y como no puede ser de otra manera, las personas homosexuales ya no se esconden, y eso las hace más visibles por parte de los agresores y los intolerantes”. “Pero ello nunca debe implicar volver al armario, sino denunciar”, anima Aguilar.

Sobre eso opinan también los representantes de los distintos colectivos de la época y de hoy. “En la medida en que se percibe mayor agresividad en la sociedad, debido a la crisis o a la pandemia, los grupos más expuestos a esa violencia son los mismos: los gays, las trans, las prostitutas, o los que lo parezcan”, razona Espejo, que también señala los discursos de ultraderecha como un motor de estas agresiones.

En los 80 y a principios de los 90, recuerda Petit, eran sobre todo bandas de skins las que perpetraban los asaltos. “Duró hasta que la policía se puso a perseguirlos”, rememora. “Ahora, el problema no es tanto de violencia organizada como de espontánea. Jóvenes e incluso adolescentes que realizan agresiones”, reflexiona este veterano activista, que hace referencia al asesinato en julio de 2021 del joven Samuel Luiz. Eugeni Rodríguez, por su parte, también se ha mostrado “preocupado” y “alarmado” por el auge de denuncias que les han llegado al Observatorio.

30 años después, Silvia Reyes, que vive ahora en el Eixample de Barcelona, recuerda con cariño la época que convivió con Sonia. Y cuando le preguntan por si ambas vivieron con plenitud su identidad a pesar de los tiempos que corrían, se sorprende: “Sí, ¡pues claro! Salíamos a la calle vestidas de mujer todas”. Sin embargo, añade: “Es cierto que estuvimos perseguidas por la policía. Yo estuve en la prisión de Barcelona y el penal de Badajoz. Pero Sonia no estuvo en la cárcel”.

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...