2018/03/29

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | EL RÉCORD DE CAROLINA: LA PRIMERA MUJER TRANS QUE LOGRA SER SUBOFICIAL MAYOR DE LA ARMADA

El récord de Carolina: la primera mujer transexual que logra ser suboficial mayor de la Armada.
Entró en las Fuerzas Armadas como hombre y hace años fue de los primeros en cambiar de sexo en el Ejército. Metódica y muy trabajadora, ha alcanzado la graduación más alta como mujer en la Marina.
Daniel Ramírez | El Español, 2018-03-29
https://www.elespanol.com/reportajes/20180329/record-carolina-primera-transexual-suboficial-mayor-armada/295471412_0.html

El 22 de marzo, la Armada española daba vía Twitter una de las noticias más importantes de los últimos años en términos de inclusión. "Asciende la primera mujer (...) al empleo de suboficial mayor", el rango más alto que puede alcanzarse en la escala de suboficiales. En la foto, una mujer de pelo castaño que posa firme junto a una bandera de España.

El mensaje corrió como la pólvora. Fue compartido por más de 1.000 personas. Pero la primicia tiene una segunda parte, que engrandece todavía más el ascenso. Un doble récord. Carolina Meléndez, la mujer de la foto, es la primera transexual en alcanzar esta categoría.

Se da una circunstancia singular. De entre todas las mujeres, sólo una transexual puede, a día de hoy, convertirse en suboficial mayor de las Fuerzas Armadas. Para llegar a este escalafón, el máximo en la Divisa de suboficiales y tropa de la infantería de marina, se requieren decenas de años de experiencia: soldado, soldado de primera, cabo, cabo primero, cabo mayor, sargento, sargento primero, brigada, subteniente... Teniendo en cuenta que las mujeres se incorporaron a la disciplina castrense en 1988, "no han tenido tiempo para lograr ser suboficial mayor".

"Carolina acumuló muchos de esos años antes de hacer la transición a lo femenino", cuenta alguien que trabajó con ella. "Para que te hagas una idea, muchos de los brigadas -varios rangos por debajo- que hay aquí tienen ya cincuenta años", relata esta fuente. "Ella estudió mucho. Para pasar de subteniente a suboficial mayor hay que hacer un examen, además de tener una larga trayectoria".

Doble icono de modernización
Carolina Meléndez se ha convertido así en un doble icono de la modernización de las Fuerzas Armadas. Mujer y transexual, tendrá a muchos hombres a su cargo. Actualmente, se desempeña en la residencia de Rota, aunque, según ha sabido El Español, probablemente sea destinada a Madrid.

Las residencias cuentan con sus propios directores, pero también con sus suboficiales mayores, que rigen el funcionamiento. Carolina es uno de ellos.

"Tiene muchísimo mérito. Fue uno de los primeros hombres en cambiarse el sexo dentro de la Armada. Es una persona muy amable y, sobre todo, trabajadora. Se lleva trabajo a casa", relata un compañero.

De Carolina, quienes la conocen destacan también su carácter "metódico", "ordenado", "una virtud muy necesaria en la gestión de las residencias". Una virtud a la que seguirá sacando partido en la capital.

"Es una gozada trabajar con ella. Cada vez que tienes un problema, hace lo posible por resolvértelo. Da igual su rango o posición, Carolina es muy receptiva", destaca una de sus subordinadas.

Carolina Meléndez ha logrado un doble récord: primera mujer y transexual en convertirse en suboficial mayor de la Armada.

2018/03/23

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | DE UN LIBERTINO QUE ESTUVO EN LA INOPIA

De un libertino que estuvo en la inopia.
La novela romántica de Vicente Molina Foix tiene mucho de narración generacional, de novela de formación, y no menos de libro de memorias. Esta es la intrahistoria de un grupo de jóvenes que en los últimos años de la década de los sesenta aspiraban a convertirse en escritores.
Fernando Valls | InfoLibre, 2018-03-23
https://www.infolibre.es/cultura/los-diablos-azules/libertino-estuvo-inopia_1_1156578.html 

Este libro se nos presenta ya desde el subtítulo como una novela ‘romántica’, pero tiene mucho de narración generacional, de novela de formación, y no menos de libro de memorias, pues aunque alguno de sus episodios esté fabulado, me temo que no pocos lectores la recibirán –sobre todo- como la rememoración de un tiempo pasado. No en vano, buena parte de su atractivo estriba en la presencia, en el protagonismo compartido, de los hermanos Moix (Ana María y el entonces llamado Ramón, luego Terenci), Pedro Gimferrer (pronto Pere), Leopoldo María Panero, Guillermo Carnero y el autor. Todos ellos escritores, y algunos también críticos literarios y cinematográficos, o ensayistas, que han ocupado un papel preponderante en las letras españolas, y catalanas, de las cinco últimas décadas, aunque quizá solo Gimferrer, Carnero y Molina Foix hayan acabado haciendo la obra que de ellos se esperaba. En el caso de Terenci Moix, junto a obras notables (‘El día que va morir Marylin’, 1969; o ‘El peso de la paja’, 1990), nos ha dejado otros libros demasiado torrenciales y complacientes. Si Terenci se fijó en Marylin, su hermana cuenta en sus cartas a Vicente que anda escribiendo una novela titulada ‘Monty no ha muerto’ (p. 344), por Montgomery Clift, nunca publicada que yo sepa.

En el título aparece ya definido el protagonista como un ‘joven sin alma’, en el sentido de alguien que no sabe amar, o como le espeta Ramón: “no tienes corazón, solo curiosidad, y eso no basta” (p. 209). Mientras que en el subtítulo se apunta el género, aunque sea de manera equívoca, porque qué quiere decir aquí ‘romántica’. El caso es que con menos subterfugios de los habituales, el autor se desdobla a su vez en dos personajes: aquel llamado Vicente y el innominado narrador que es durante el presente narrativo, convertido en uno más de los miembros del grupo que protagoniza la narración, un procedimiento útil para intentar objetivarse, distanciarse. Así, todos ellos están vistos en un momento concreto de sus vidas, mientras que tanto el jovencísimo Vicente como el narrador aparecen retratados por el Molina Foix que hoy recuerda, fabula y firma el libro.

Si bien el conjunto aparece dividido en dos partes muy desproporcionadas, pues se componen de 314 y 46 páginas respectivamente, también podríamos parcelarlo en tres épocas, correspondientes –en esencia— a las vivencias del protagonista en Alicante, Madrid y Barcelona. A su vez, esa extensa parte inicial se subdivide en 55 capítulos titulados, excepto los seis primeros que aparecen sin nominar. Y, sin embargo, la fecha clave de toda esta experiencia vital es julio de 1965 (véase, el poema de Gimferrer, “Julio de 1965”) cuando Vicente llega a Barcelona y se encuentra con el resto de los componentes del llamado aquí Grupo de los Seis, unos jóvenes insatisfechos y heterodoxos en su conducta, inquietudes y saberes. Ese año se nos relata centrándose, de manera tan precisa como puntillosa, en dos trimestres y tres meses sueltos, dedicándoles un capítulo independiente a cada uno de ellos (I, 23, 29, 30, 35 y 40), como puede observarse en el índice. Pero, además, el lector aprecia un evidente contraste entre la vida en esas tres ciudades, que tienen que ver con distintas fases de su maduración personal, resaltando sobre todo, respecto a las anteriores, las experiencias que vive en Barcelona. Ana María, por su parte, establece la siguiente comparación entre Madrid (“dicen que tiene siempre una sonrisa profidén”) y Barcelona (“tan seductora, tan bien vestida, a veces saca los dientes y muerde”) (p. 352). Pero, además, aunque la historia privada se centre en unos cinco años, hasta 1969, en el conjunto no se pierde de vista nunca el fondo político de aquella última década del franquismo. Así, por ejemplo, se alude a la manifestación en Madrid, de febrero de 1965, o al encierro en la Facultad, disuelto por los grises a caballo.

La narración empieza siguiendo la cronología vital del protagonista y valiéndose a veces de antiguas fotos, contando los años de Alicante, los ritos familiares y los escolares, las primeras experiencias sexuales, la fascinación por las hermanas Valdés... Pero también rememora los tres veranos decisivos que Vicente pasó en París, entre 1962 y 1964, en los que un chico devoto, incluso lleva cilicio, se convierte en cinéfilo. Hay, sin embargo, dos personajes que destacan en esta etapa: el desterrado doctor Ribas Soberano que salvó a su madre de la muerte; y Camilo José Cela, ante quien su padre lo llevó, en la Alicante en 1962, a que le firmara unos libros. Luego, Vicente lo siguió por la ciudad, asistió a una conferencia e incluso mantuvo dos conversaciones con el escritor. La conferencia de Cela quizá podría desempeñar aquí una función semejante a la que dicta Ortega y Gasset en ‘Tiempo de silencio’. Molina Foix se refiere también en estas páginas a sus padres y a su hermano Juan Antonio, un reconocido experto en cine y literatura fantástica, pero nunca a su hermana mayor, a quien –tras la publicación de la novela- le ha dedicado un sincero y emotivo artículo en forma de carta (“A la hermana perdida”, ‘El País’ Semanal, 3/XII/2017), que bien podría haber formado parte de esta narración, como un capítulo más.

A Madrid, donde ya vive su hermano, llega en 1964 para estudiar Derecho, aunque se muestre mucho más interesado por el cine, por la relación que entabla con los afrancesados de la revista ‘Film Ideal’ (Félix Martialay, Marcelo Arroita-Jáuregui, Juan Cobos, Miguel Sáenz, José Luis Guarner...), y por las actividades de la oposición clandestina, llegando a formar parte de la célula de Atocha del PCE, convertido en Cesáreo. Se trata, por tanto, de un tiempo dedicado a la conspiración y al aprendizaje, a compaginar el conocimiento del surrealismo con el del socialismo, en el que además comienza a ser consciente de su homosexualidad. Y cuando ‘Film Ideal’ se derechizó, Vicente Molina se integra en la redacción de la revista ‘Nuestro cine’, fundada en 1961 y vinculada a la izquierda, junto a Augusto M. Torres y Miguel Marías. Pero para entonces estábamos en el curso 66-67, época en que se cumplían sus amores con la pintora Mari Luz D., casada con un escritor de cuentos del realismo social.

Sus estancias esporádicas en Barcelona, donde se presenta con 18 años, tendrán una gran trascendencia en su vida, por las relaciones que entable con otros jóvenes de su cuerda, hasta acabar abandonando la inopia para en adelante comportarse como un libertino, tal y como el mismo autor ha descrito su transformación. Así, nos cuenta sus amores con el siempre absorbente y melodramático Ramón, quien ya tiene 23 años. Una versión distinta de estos hechos puede leerse en el tercer tomo de sus memorias, ‘Extraño en el paraíso’ (1998), según ha recordado Mainer en una reseña modélica. El caso es que Ramón acabó rompiendo con él por telégrafo, lo que hoy suena antediluviano. A la vez, Gimferrer y Carnero se quedan prendados de Ana María, el primero a su manera, tal y como confiesa: “yo me he enamorado de Ana María aunque en forma un tanto peculiar; ni la quiero ni la deseo; la ‘necesito’ intelectualmente” (p. 204). Ella, por su parte, los quería como amigos, pero los rechazaba en calidad de novios (p. 230). Y, al respecto, no podemos pasar por alto la confesión del joven y siempre atrabiliario Panero: “La sexualidad la veo en sí misma repugnante. Y si pudiera me libraría de ella con mucho gusto” (p. 249).

Además, la llegada a la Universidad supone el descubrimiento del amor, la iniciación sexual, homosexual, y el conocimiento del magisterio cultural, pero también la aspiración de convertirse en buen discípulo de aquellos que saben más que él, pues Molina Foix se presenta como “un provinciano palurdo entre sabios morbosos” (p. 308). Siendo importante la visión del grupo, la amistad que entablan, la rivalidad, los celos que padecen y cierta pedantería, habría que destacar sobre todo las cartas que Ana María, la musa del grupo, le dirige a Vicente, sus intereses e inquietudes, sus visitas al psiquiatra, su fascinación, y más, por Esther Tusquets, para referirse también a “esa porquería infecta que son los sentimientos” (p. 347).

Aunque la historia acabe en 1969, cuando todos los miembros del grupo, menos él, han publicado ya algún libro o están emparejados (Gimferrer con una chica muy guapa —afirma el narrador, con quien quisieron formar un trío, aunque solo a efectos románticos— que se hacía llamar Doctora Mabuse y se las daba de fría y calculadora, pp. 284-290), es difícil sustraerse a lo que será el futuro de cada uno de ellos. Así, en 1970, Molina Foix publicó su primer libro en la todavía Seix Barral de Carlos Barral, una novela titulada ‘Museo provincial de los horrores’, y junto a sus amigos –con la excepción de Terenci, entonces escritor solo en catalán- aparece incluido en la antología de José María Castellet, ‘Nueve novísimos poetas españoles’, formando todos ellos, además de Félix de Azúa (¿por qué no aparece en esta novela, por dónde andaba entonces?), lo que el antólogo llamó la ‘coqueluche’, a quienes Ana María define como “aquellos muchachos ebrios de cine, poesía, verano y juventud” (p. 357).

Hoy, sin embargo, la percepción de estos autores me parece que ha cambiado y es probable que a más de uno le cueste entender la fascinación que sintieron tanto por Ana María como por Leopoldo; frente al atractivo mayor de Terenci para los que hayan tenido la fortuna de tratarlo, mucho más ingenioso y desmesurado, por su simpatía personal y por ser un gran contador de historias. Por otra parte, me temo que Ana María pecaba de optimista cuando en una de sus cartas afirma: “empezamos una generación (...), será la más grande de esa historia-miseria que nos ha precedido”. Pues tanto la anterior, la llamada del ‘mediosiglo’ (Sánchez Ferlosio, Valente, Claudio Rodríguez, Gil de Biedma, Ana María Matute, Caballero Bonald, Carmen Martín Gaite, Juan Marsé...), quienes sí pusieron en práctica diversas estrategias para alcanzar un cierto poder, como alguno de sus coetáneos, o la posterior generación han dado semejantes o mejores frutos que ellos: Miguel Espinosa, Francisco Umbral, Javier Marías, Luis Mateo Díez, José María Merino, Rafael Chirbes, Cristina Fernández Cubas...

Junto con ‘El abrecartas’ (2006) y ‘El invitado amargo’ (2014), escrita con Luis Cremades, esta obra compone una trilogía que el autor ha tachado de novelas ‘documentales’. Lo que se narra, en suma, como apenas nunca se había hecho, y eso es lo que convierte a este libro en atractivo y singular, es la intrahistoria de un grupo de jóvenes que en los últimos años de la década de los sesenta aspiraban a convertirse en escritores, la amistad que surgió entre ellos, los amores y deseos más o menos satisfechos, las relaciones homosexuales, los celos (¿de ahí lo de ‘novela romántica’, concepto que Ana María utiliza en su última carta, p. 361?), y, cómo no, un cierto histrionismo, mucha pedantería y cierta tendencia al lenguaje ampuloso.

Así, lo que empezó siendo un relato personal, familiar, acaba convirtiéndose en una historia coral de amistad, en Madrid de forma más tímida, y de manera absoluta en Barcelona. No falta ni la autocrítica, ni tampoco humor. Respecto a este último, véase la disputa entre Ramón y Leopoldo (p. 242), la distinción del primero entre lo narrativo, que él cultiva, y el despectivo ‘versiprosa’ de los demás (p. 244); y lo que le espeta a su hermana (p. 246). O todo lo relativo a esa especie de combate por ver quién lleva el abrigo más extravagante, sean los de Vicente, el de Carnaby Street o el negro de conejo (pp. 230 y 324), o incluso el largo tabardo ribeteado de piel de leopardo, sintética, de Panero (pp. 223, 254 y 255).

El gusto por el apodo, como en la novela del XIX, en nuestro Galdós, por ejemplo, recorre todo el libro. Así, Cela llama al joven Vicente “cara de plato”, mientras que sus amigos lo tratan de “cara de pan”, “cara de Luna” (p. 350) o “lo Vicentet” (pp. 151, 307). Gimferrer es, para el narrador, El Crítico 1° o El Poeta Fundador; Ramón Moix es El Crítico 2° o El Novelista Sensacional; Ana María, muy aficionada a motejar a los demás (p. 360) es la Poeta de Prosa delicada, a quien también llaman el Animal, y ella misma se define como “la desdichada de los Cortos Cabellos” (p. 356); Carnero aparece como El Poeta de Gran Estatura y foulard; mientras que a Molina Foix lo conocen como ‘Le petit martien’.

Se trata, en suma, de una narración inteligente, desmitificadora, a menudo irónica y a ratos divertida, un libro imprescindible para entender, en las postrimerías del franquismo, cómo eran algunos jóvenes que aspiraban a convertirse en grandes escritores.

P.S. 1. La publicación del libro ha generado un hecho más que curioso, y es que uno de sus protagonistas, Guillermo Carnero, lo ha reseñado en la revista ‘Mercurio’ (núm. 195, noviembre del 2017).

P.S. 2. Creo que se han colado dos errores que, de ser ciertos, podrían corregirse en una próxima edición: en 1966, Juan Luis Panero no había publicado todavía ‘A través del tiempo’, su primer libro, que data de 1968 (p. 226). Y el Premio Gabriel Miró no es de novela, sino de cuento (p. 258).

Fernando Valls
es crítico literario y profesor de Literatura.

2018/03/09

DOCUMENTACIÓN | IGUALDAD | 30 AÑOS DE LA INCORPORACIÓN DE LA MUJER A LAS FUERZAS ARMADAS

Ministerio de Defensa / Mujeres en las Fuerzas Armadas //

Conmemoración de los 30 años de la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas.

Hoy hay 15.241 mujeres militares españolas, lo cual supone un porcentaje del 12,7% del total de los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas.
Ministerio de Defensa, 2018-03-09
https://www.defensa.gob.es/comun/slider/2018/180309-30-aniversario-mujer-fas.html

“Agradezco a las 15.241 mujeres de las Fuerzas Armadas su servicio y su ejemplo, desde la profesionalidad, la entereza y la valentía”, ha asegurado hoy la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, durante el acto con motivo del 30 aniversario de la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas Españolas que se ha celebrado esta tarde en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden).

La ministra de Defensa ha recordado la publicación del Real Decreto 1/1988, de 22 de febrero, a través del que se permitió el acceso a la mujer a 24 cuerpos y escalas militares, como el de ingenieros y el ahora denominado Cuerpos Comunes, y ha apuntado que “las Fuerzas Armadas Españolas son hoy un referente internacional y esto es un orgullo para la gran mayoría de los españoles”. “Lo son en la aplicación de medidas de integración, conciliación y atención a las exigencias en materia de igualdad. Estamos a la cabeza en cifras de representación, en las globales, en unidades operativas y en misiones internacionales” ha añadido a la vez que ha incidido en que “todavía queda camino por recorrer”.

Modernización
Ante la mayoría de las 26 primeras mujeres que ingresaron en la milicia en 1988, así como una representación de decenas de integrantes femeninas de los distintos Ejércitos y la Armada, Cospedal ha extendido su agradecimiento a todas las mujeres que han servido durante esas tres décadas, así como a los mandos, unidades y compañeros que han trabajado para que hoy se pueda aseverar que el acceso de la mujer a la milicia “merece ser señalado como uno de los tres grandes pilares de modernización de las Fuerzas Armadas Españolas en la España democrática”.

“Junto a la supresión del servicio obligatorio y la integración en misiones internacionales, ha sido el tercer eje vertebrador en el salto al siglo XXI de los Ejércitos y la Armada, de su profesionalización y su preparación. También del prestigio actual que atesoran los militares españoles allá donde sirvan”, ha puntualizado.

Medidas adoptadas y de futuro
La ministra de Defensa ha resumido el transcurso de los 30 años en que “la mujer está plenamente capacitada para desempeñar cualquier misión, empleo o función con la misma eficacia que su compañero en las Fuerzas Armadas o en cualquier otra actividad que se proponga”. “La igualdad de oportunidades es un concepto mucho más profundo que la mera igualdad de trato o de condiciones. Es que no haya límites ni frenos, discriminación o brechas”, ha indicado.

Asimismo, la ministra de Defensa ha avanzado algunas de las medidas en las que trabaja el Ministerio de Defensa para seguir avanzando en la igualdad, como son la mejora de la composición del Observatorio Militar para la Igualdad o el refuerzo de las funciones de la Secretaría Permanente de Igualdad. Además, se establecerá un sistema normalizado de estadística y se evaluará con mayor precisión el grado de aplicación de las distintas medidas relacionadas con las jornadas laborales. En cuanto a acciones de conciliación, se han establecido el permiso retribuido desde el primer día de la semana 37 de embarazo hasta la fecha del parto o el permiso de 16 semanas ininterrumpidas por adopción.

Las protagonistas
Previamente a la ministra, han intervenido en el acto el teniente general director del Ceseden, Rafael Sánchez Ortega, y la directora general de Personal del Ministerio de Defensa, Adoración Mateos, quien ha detallado las principales cifras e hitos de los últimos 30 años en materia de igualdad.

También han explicado su experiencia en un panel cuatro mujeres en representación de las más de las más de 15.000 que forman parte en estos momentos de las Fuerzas Armadas Españolas, el 12,7% del total de efectivos.

Han sido la coronel del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos de Tierra Patricia Ortega, la primer mujer que ingresó en las FAS y única mujer con el empleo de coronel; la teniente coronel del Cuerpo Militar de Sanidad, la médico Inmaculada Sierra; la sargento primero del Ejército del Aire Ana Belén González; y la cabo primero de la Armada Beatriz García.

2018/03/05

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | LAS PUTAS QUE CLAMARON POR MARÍA ISABEL

Las putas que clamaron por María Isabel.
Andrea Momoitio | Pikara, 2018-03-05

https://www.pikaramagazine.com/2018/03/huelga-prostitutas-las-cortes-bilbao/ 

En los 70, las reivindicaciones de los presos considerados ‘comunes’ o ‘sociales’ sonaban con fuerza en el Estado español. En noviembre de 1977, en la prisión de Basauri, María Isabel Gutiérrez Velasco aparecía muerta en su celda. Las prostitutas de la ciudad se unieron a las protestas para derogar la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social y denunciar así la muerte de su compañera.

Nadie lo diría hoy, pero durante un tiempo, en la calle bilbaína de Las Cortes brillaban más las luces de neón que las de la policía. El barrio, un arrabal hasta la mitad del siglo XIX, creció sin control con el desarrollo económico de la ciudad, atravesó momentos muy distintos, de la bonanza a la precariedad más absoluta, hasta convertirse en una de las zonas con más personalidad de la capital bizkaitarra. Bilbao no se entiende sin estos barrios, alejados urbanísticamente del centro, pero situados en el corazón de este pequeño rincón del mundo, escondido entre montañas y atravesado por sus vientos de grandeza. Pero, aunque resulte excepcional, Bilbao cede en estas líneas el protagonismo a una historia apasionante o, más bien, a los pequeños retales emocionantes que hemos podido construir de ella. Acomódense en sus asientos.

Poco o nada hemos podido averiguar sobre quién era María Isabel Gutiérrez Velasco. Pudo haber nacido en Asturias o en Cantabria, entre 1953 y 1954. Un cálculo, aproximado, porque lo que sí sabemos es que tenía 23 años cuando murió, en noviembre de 1977. Quizá mejor si hacen la resta ustedes mismos, que no es leyenda urbana la dificultad de las periodistas con las matemáticas. Murió en Basauri, una localidad a unos 5 km de la capital. En algunas referencias de la hemeroteca se sitúa su nacimiento en Cantabria, concretamente en Santander, pero su madre vino desde Gijón al entierro. Puede que ella viviera allí o que la noticia esté mal redactada. La homilía se celebró en la Iglesia de Corazón de María, en el barrio de San Francisco. Dicen que hubo mucha gente, pero faltó María Isabel: su cuerpo estaba tan deteriorado, que se decidió que el cadáver no entrase en la Iglesia. Esperó en la puerta. El olor, dicen en una noticia de entonces, era insoportable. Marta, nombre ficticio, se acuerda perfectamente de su compañera, aunque no se acuerde ya de casi nada, y asegura que era una mujer “guapísima, guapísima, guapísima” y muy educada. Podemos intuir, entonces, que estaría de acuerdo con la decisión. María Isabel se perdió muchas cosas en su corta vida. Entre ellas, su entierro y la amnistía.

Más allá de las noticias sobre su muerte apenas hay información sobre ella. Faltan muchas piezas para completar el puzzle de su biografía y cualquier aproximación está más relacionada con la intuición que con el rigor. En el Boletín Oficial de la provincia de Santander aparece en varias ocasiones su nombre. En 1973, estuvo acusada de estafa y de robo y, según aparece publicado en estos documentos oficiales, estaba entonces en paradero desconocido. Tendría 18 ó 19 años. Llegó a Bilbao probablemente en tren, el medio de transporte más habitual en aquel momento entre esta ciudad y las provincias de Cantabria y Asturias, pero no sabemos cuándo ni con qué intención. Trabajaba de prostituta cuando, dicen, robó en la tienda Bernardo.

Bernardo Gómez tenía una tienda de dulces en la calle San Francisco, paralela a Las Cortes, donde María Isabel trabajaba de prostituta. El 4 de noviembre de 1977 fue detenida por robar, según informan algunos periódicos de la época, unos pasteles. Él, sin embargo, declaró días después del fallecimiento de María Isabel que nunca había denunciado tal hurto: “Sería importante que este punto se aclarara ya que la citada joven era una buena clienta mía y nunca he tenido queja alguna”, declaró al periódico ‘El Correo Español’ el 11 de noviembre de ese mismo año. Aseguraba, en las mismas páginas, que prefería no interponer denuncia por los daños que se habían ocasionado esos días en su negocio, pero, ¿quién y por qué agredió al tendero? ¿Robó o no robó María Isabel los dulces? En el barrio no han sabido decirme si Bernardo sigue o no vivo —tampoco he hecho, nadie vaya a creerlo, una gran labor de investigación— y ya sabemos la fortuna que corrió ella. No tenemos respuesta para ese interrogante, pero si se llevó o no algo de aquella tienda resulta anecdótico en la historia de la única huelga de prostitutas de la que se tiene constancia en el Estado español.

María Isabel prendió fuego a la cama de la celda de la prisión de Basauri en la que estaba encerrada un martes, concretamente el primer martes del mes de noviembre de 1977. Ese mismo día le habían anunciado su traslado a un centro psiquiátrico de Madrid. Ninguna de las noticias a las que hemos tenido acceso cuentan los motivos: ¿Tenía, efectivamente, algún problema de salud mental o su traslado respondía a los requerimientos de Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que aún estaba en vigor? Esta ley pretendía “defender a las sociedad contra determinadas conductas individuales, que sin ser, en general, estrictamente delictivas, entrañan un riesgo para la comunidad”. La prostitución, por ejemplo. Heredera directa de la Ley de Vagos y Maleantes, consideraba peligrosos a todos los que realicen actos de homosexualidad, mendigos, “vagos habituales”, ebrios o toxicómanos, entre otros. La ley, completamente derogada en 1995, establecía distintas medidas de seguridad para proteger a la ciudadanía de bien de estos “rufianes”. A los que realizaban actos de homosexualidad y a las que habitualmente ejercían la prostitución se les imponía el “internamiento en un establecimiento de reeducación” y “la prohibición de residir en el lugar o territorio que se designe o de visitar ciertos lugares o establecimientos públicos, y sumisión a la vigilancia de los delegados”. Quizá por eso quisieron enviar a María Isabel a Madrid. Quizá para evitarlo o, tal vez, para llamar la atención sobre su situación, quemó la cama en la que dormía y se quemó ella. Entonces, los presos afines a COPEL (Coordinadora de Presos En Lucha) se autolesionaban para protestar por la situación de abandono en la que se encontraban en las prisiones españolas. Los presos, considerados políticos, habían disfrutado ya de la amnistía del 77, pero la salida de prisión de muchas personas, con el objetivo de que pudieran participar en las elecciones, dejó en evidencia una dicotomía entre presos sociales y políticos, que aún está pendiente de revisarse.

Las calles y las cárceles ardían a finales de los 70. Organizados, las y los presos sociales situaron sus demandas en la agenda mediática de la época a través de diferentes estrategias políticas. Una de ellas, las autolesiones, pero también motines en las propias prisiones, congresos, manifestaciones o encierros. El asesinato reivindicado por el GRAPO de Jesús Miguel Haddad Blanco, director general de Instituciones Penitenciarias o el motín de la cárcel de Carabanchel fueron algunos de los momentos más álgidos en esos años de lucha. Mano a mano, con otras organizaciones de personas consideradas peligrosas para el correcto funcionamiento de la sociedad, como prostitutas o homosexuales, los presos sociales de las cárceles españolas pusieron el grito en el cielo aunque el cielo no se vea bien desde ninguna prisión. En Bilbao, por ejemplo, entonces existía la Coordinadora de Marginados, que aglutinaba las reivindicaciones de todos los grupos sociales afectados por la ley franquista. Las compañeras de María Isabel, que no se creyeron la versión oficial del suicidio, aprovecharon ese marco de protestas o, tal vez, sus clamores se instrumentalizaron, pero de una forma u de otra, las putas de Las Cortes tomaron las calles de Bilbo para convertir su dolor en rebeldía, en protesta, en rabia compartida por la muerte de una de sus compañeras.

Tras el entierro de María Isabel, con su cadáver esperando en la puerta, sus compañeras se lanzaron a las calles. Ellas no iban a esperar. Agarraban una pancarta en la que podía leerse “María Isabel, la soledad, el olvido y la desesperación te acompañaron hasta el fin. No conociste la amnistía”. Tomaron la zona del barrio de San Francisco y llegaron también con sus protestas a la Gran Vía, el corazón de la ciudad. Durante la marcha, el clima de tensión aumentaba a cada paso. Hubo destrozos en la tienda de Don Bernardo y la policía acabó disolviendo la manifestación a tiros. Rabiosas y silenciadas, las compañeras de María Isabel decidieron hacer huelga. Uno a uno fueron cerrando prácticamente todos los locales de alterne de Las Cortes y las calles aledañas. Clamaban ante los periodistas que las entrevistaron entonces: ¿Nadie escuchó los gritos? ¿Por qué no lo evitaron? La Coordinadora de Presos En Lucha ya había convocado para esos días un encierro en el Hospital de Basurto para reivindicar mejoras en el trato de los presos de la prisión de Basauri, la más cercana a la ciudad y en la que apareció muerta María Isabel. Sus compañeras decidieron unirse a la protesta y alrededor de 50 personas se encerraron en las instalaciones del hospital. Esos mismos días, convocaron también otra manifestación a la que también acudieron cientos de personas, y militantes de COPEL se encadenaron en distintas zonas de la ciudad para exigir la desaparición de las celdas de castigo o la despenalización del adulterio, entre otras aberraciones que permitía la Ley de Peligrosidad Social. Las celdas de castigo siguen existiendo hoy. Detuvieron a nueve personas aquel día. Las protestas se sucedieron, al menos, durante todo el mes de noviembre.

El 19 de noviembre, ‘El Correo Español’ publicaba un breve en el que contaban que alrededor de 40 prostitutas empezaban a reunirse para constituir un comité permanente que pudiera recoger y denunciar las vulneraciones de sus derechos. Se quejaban del trato de los dueños de los locales, de las alcahuetas y de la policía que, también entonces, realizaban redadas aleatorias: “Casualmente —explicaban al periódico— a las menos atractivas y a las que tenemos hijos que alimentar”. María Isabel tenía un hijo de cuatro años cuando murió, ¿dónde y con quién pasó aquel niño las navidades del 77?

Este trabajo está dedicado también a su memoria.

2018/03/02

DOCUMENTACIÓN | JUSTICIA | EL SUPREMO CONFIRMA LA PENA DE CUATRO AÑOS DE CÁRCEL PARA MIGUEL ÁNGEL FLORES POR EL MADRID ARENA

El Supremo confirma la pena de cuatro años de cárcel para Miguel Ángel Flores por el ‘Madrid Arena’.
Murieron cinco jóvenes en una sala de fiestas por una avalancha al haber permitido el acceso de más personas de lo permitido.
Carlota Guindal | La Vanguardia, 2018-03-02
https://www.lavanguardia.com/local/madrid/20180302/441187359352/supremo-carcel-miguel-angel-flores-madrid-arena.html

El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a cuatro años de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Madrid a Miguel Ángel Flores, el empresario y promotor de la fiesta de Halloween celebrada en el pabellón Madrid Arena la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre de 2012 en la que fallecieron cinco jóvenes de entre 17 y 20 años tras una avalancha humana. La Sala de lo Penal le condena como autor responsable de cinco delitos de homicidio y catorce de lesiones por imprudencia grave. Además, el tribunal le inhabilita para el ejercicio profesional de cualquier actividad en relación con la organización y celebración de eventos durante el tiempo de la condena.

El tribunal también ha confirmado tres años de prisión por los mismos delitos a Francisco del Amo, responsable de Madrid Espacios y Congresos S.A. (Madridec), y a Santiago Rojo, director general de Diviertt; dos años y seis meses de prisión a Miguel Ángel Morcillo, jefe de personal de Diviertt, y a Carlos Manzanares, socio de Kontrol 34 (empresa encargada de controlar el acceso al recinto), así como el pago de una multa de 3.600 euros a los coordinadores de Seguridad de Seguriber, Juan José París y Raúl Monterde. En el caso de estos dos últimos la condena es por cinco delitos de homicidio por imprudencia menos grave.

El médico, condenado
La Sala anula la absolución del médico Simón Viñals, que era el encargado de atender y de dirigir el servicio médico la noche de los hechos, y le condena a un año y medio de prisión por un delito de imprudencia grave con resultado de muerte, en la modalidad de imprudencia profesional, en relación a la víctima Cristina Arce, e incluye la inhabilitación especial para la profesión de médico por un periodo de cuatro años. Tendrá que indemnizar a los familiares de Cristina Arce de la Fuente en un total de 340.000 euros. La sentencia explica que al actuar negligentemente incrementó el riesgo de que la joven, que fue trasladada con vida a la enfermería del recinto, falleciera debido a las graves lesiones que padecía tras el aplastamiento sufrido en el vomitorio.

El tribunal no comparte el argumento de la sentencia recurrida que basó la absolución del facultativo en que “no resultaba acreditado que la asistencia sanitaria que el doctor Viñals hubiera debido prestar, y no prestó, hubiera evitado, con probabilidad rayana en la certeza, el fallecimiento de las jóvenes”.

La Sala precisa que Cristina Arce ingresó en el servicio médico y que éste “no llevó a cabo las maniobras más elementales de reanimación”, afirmando que se “omitió toda diligencia debida”. Añade que es un elemento innegable que incrementó el riesgo para la vida de la joven como consecuencia de tal comportamiento, ya que “llegó viva a su servicio médico, y nada hizo el acusado por reanimarla”.

Desatendió “escandalosamente”
Para los magistrados, “lo que no es de recibo es justificar la postura del médico acusado, que desatiende escandalosamente su actuación profesional, nada menos que en un caso de urgencia vital, no poniendo los medios mínimos adecuados para intentar salvar la vida de la paciente”. En conclusión, la responsabilidad del médico surge porque “ha incrementado el riesgo permitido, y lo ha hecho al haber actuado negligentemente, y con tal comportamiento ha contribuido al resultado, siéndole reprochada su conducta a través de la teoría de la imputación objetiva”.

La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Julián Sánchez Melgar, sí confirma la absolución del doctor Carlos Viñals, hijo del primero, que también formaba parte del equipo médico junto a otras cinco personas más.

Dos millones de euros de responsabilidad civil
La Sala confirma que los condenados tendrán que pagar de forma conjunta y solidariamente indemnizaciones de más de dos millones de euros a las familias de las cinco víctimas -entre 300.000 y 480.000 euros- y a los lesionados en proporción a las lesiones y secuelas que padecieron.

La sentencia corrobora la responsabilidad civil subsidiaria de Diviertt, Seguriber, Kontrol 34, Ayuntamiento de Madrid, y Madrid Destino, Cultura y Ocio, que sustituyó a Madrid Espacios y Congresos S.A. (Madridec), así como la responsabilidad directa de las aseguradoras Mapfre, Hisco, Zurich y AIG Europe.

6.000 entradas más de lo permitido

Los hechos probados de la sentencia recurrida, ahora confirmada por el Tribunal Supremo, recogen que, pese a que el aforo máximo permitido era de 10.620 personas, Diviertt, la empresa de Flores, vendió 16.605 entradas para el espectáculo Thriller Music Park que se celebró la madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre de 2012 en el Pabellón municipal Madrid Arena, “controlando dicha venta y, siendo consciente de la misma, Miguel Ángel Flores”.

El exceso de entradas vendidas sobre el aforo autorizado, según los hechos probados, “produjo un riesgo evidente para la seguridad de todos los asistentes y fue el origen del grave resultado mortal y lesivo producido con posterioridad durante el desarrollo del espectáculo”. Sobre las 23,25 horas se abrieron las puertas del pabellón al público, aunque la mayor afluencia se produjo entre las 2 y las 3 de la mañana cuando un grupo numeroso de personas, que había estado haciendo “botellón” en las inmediaciones del recinto y en el aparcamiento, quiso entrar para ver la actuación del disc jockey Alejo Fidel.

A las 3:35 horas, cuando la pista estaba masificada por la venta de más entradas de las permitidas, porque estaban cerrados cinco de los ocho vomitorios por los que el público podía salir, y porque en dicha pista, que ya estaba colapsada, habían entrado miles de personas en menos de media hora, muchos de los jóvenes que se encontraban en ella, y que sintieron una sensación de agobio y de falta de control sobre sus propios movimientos, intentaron salir por uno de los tres vomitorios que estaban abiertos en ese momento. En ese vomitorio, de dimensiones muy reducidas cuya salida estaba taponada por las personas que querían ir a la pista, confluían quienes querían salir con los que pretendían entrar. Debido a ello, el gran número de jóvenes que estaba en el interior del vomitorio cayeron unos encima de otros, produciéndose en pocos segundos una montaña de personas en la que los de abajo llegaron a tener hasta siete u ocho personas encima, como recogen los hechos probados.

Rescate descoordinado
El rescate de las personas que quedaron atrapadas en el vomitorio se realizó de forma “descoordinada, lenta y poco eficaz”, con la ayuda de los asistentes a la fiesta, y veinte minutos después del incidente, a las 3,55 horas, se logró evacuar a todas. 29 jóvenes resultaron lesionados de diversa entidad y de extrema gravedad las cinco jóvenes que fallecieron como consecuencia del aplastamiento que habían sufrido.

Para el tribunal, Flores debía tener la pena máxima posible por ser “el principal responsable de los hechos, quien creó la situación de riesgo producida por el sobreaforo para conseguir un mayor beneficio económico con la celebración del evento”. Según los magistrado, por su dilatada experiencia en la celebración de este tipo de actos conocía el peligro que ello suponía, y las peculiaridades del pabellón Madrid Arena y, pese a ello, “no sólo no adoptó ningún tipo de medida para intentar evitar el resultado sino que realizó una serie de actuaciones, ya descritas, que incrementaron la posibilidad de que el mismo se produjera, siendo el promotor u organizador, y por lo tanto quien percibía los beneficios económicos del espectáculo en el que de manera impensable perdieron la vida 5 jóvenes y resultaron lesionados otros 29”.

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Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...