1992/03/27

PELÍCULAS | Avnet, Jon | Tomates verdes fritos

Avnet, Jon (Director) (1991) [ES, 1992-03-27]. Tomates verdes fritos [Fried Green Tomatoes]. Universal Pictures ; Act III Productions ; Electric Shadow Productions ; Avnet/Kerner Productions.


Tomates verdes fritos [Fried Green Tomatoes]. 1991. Estados Unidos. Estreno en España: 1992-03-27. 129 min. Dirección: Jon Avnet. Guion: Fannie Flagg, Carol Sobieski. Novela: Fannie Flagg. Reparto: Kathy Bates, Jessica Tandy, Mary Stuart Masterson, Mary-Louise Parker, Chris O'Donnell, Cicely Tyson, Gailard Sartain, Gary Basaraba, Stan Shaw. Universal Pictures ; Act III Productions ; Electric Shadow Productions ; Avnet/Kerner Productions.

Evelyn (Kathy Bates), una mujer madura que vive frustrada por su gordura y por la insensibilidad y simpleza de su marido, conoce casualmente en un asilo a Ninny (Jessica Tandy), una anciana que le va contando poco a poco una dramática historia ocurrida en un pequeño pueblo de Alabama. El relato se hace cada vez más fascinante: gira en torno a la gran amistad entre dos mujeres (Mary Stuart Masterson y Mary-Louise Parker) y al misterioso asesinato del marido de una de ellas. Adaptación de una novela de Fannie Flagg.

Amor en la sombra: Tomates Verdes Fritos
La vida en fotogramas, 2018-03-00

https://lavidaenfotogramas.wordpress.com/2018/03/12/amor-en-la-sombra-tomates-verdes-fritos/

Dirigida por el cineasta estadounidense Jon Avnet (‘Íntimo y personal’, ‘El laberinto rojo’), ‘Tomates Verdes Fritos’ es una adaptación de la novela homónima escrita por Fannie Flagg y publicada en 1987.

Con un guión de la propia autora junto a la guionista Carol Sobieski (‘Annie’), la película es un relato sobre la amistad entre Idgie Threadgoode (Mary Stuart Masterson) y Ruth Jamison (Mary-Louise Parker) a través de la narración de Ninny Threadgoode (Jessica Tandy), que funciona como mensaje de empoderamiento para Evelyn Couch (Kathy Bates), una mujer atrapada en un matrimonio infeliz.

‘Tomates Verdes Fritos’ es una historia que exalta la sororidad en un contexto marcado por el racismo presente en la sociedad de Alabama (Estados Unidos) en la década de los treinta. Pero, ¿la relación entre Idgie y Ruth se reduce a la amistad o existe un sentimiento romántico implícito?

En la novela, el amor entre Idgie y Ruth se manifiesta de manera explícita y sin censuras. Sin embargo, la dimensión romántica de su relación es tratada con gran sutileza en pantalla.

Como ejemplo, la escena en la que Idgie recolecta miel sin protección alguna para compartir con Ruth, que expresa su admiración ante tal muestra de valentía. En el libro, este momento revela la connotación romántica de sus sentimientos:
«Ruth se inclinó y le susurró al oído: ‘Eres una encantadora de abejas, Idgie Threadgoode, eso es lo que eres...’ Idgie le devolvió la sonrisa y miró al cielo azul que se reflejaba en sus ojos, y estaba tan feliz como cualquier persona enamorada durante el verano puede estarlo.»
En la película, la pareja de mujeres cría al hijo de Ruth mientras comparten negocio en Whistle Stop Cafe, donde los tomates verdes fritos son el plato especial.

No hay dudas de que el amor que sienten es mutuo, pero la única muestra de afecto físico son besos en la mejilla. El propio Jon Avnet declaró que «puedes entender lo que quieras. No tenía interés en ir al dormitorio».

Atendiendo a otra de las escenas memorables del filme, donde Idgie y Ruth comienzan a lanzarse comida a modo de lucha, la intención del director estaba clara: las dos mujeres están haciendo el amor de manera simbólica, tal y como recogen los audio comentarios del DVD.

Por su parte, Fannie Flagg añadió: «No es una película política. Trata sobre las posibilidades que tienen las personas de ser agradables y amarse las unas a las otras».

Al respecto del interés suscitado por el amor entre Idgie y Ruth, Mary Stuart Masterson reconoció en una entrevista que «la película no trata sobre su relación en lo que se refiere a la sexualidad, puesto que no importa cuál sea».

Reconocimiento de GLAAD
Meses después de su estreno estadounidense en diciembre de 1991, ‘Tomates Verdes Fritos’ fue considerada la película del año por ‘Entertainment Weekly’. Pero el éxito no se debía únicamente a la recaudación en taquilla, sino también a la adaptación de un relato cinematográfico donde se muestra el amor entre mujeres.

En abril de 1992, la organización Gay and Lesbian Alliance Against Defamation (GLAAD) entregó a ‘Tomates Verdes Fritos’ el Premio GLAAD a la Mejor Película con contenido lésbico.

Ellen Carton, directora ejecutiva de GLAAD en 1992, reconoció que «las lesbianas son invisibles en Hollywood«.
«Puede que los creadores de ‘Tomates Verdes Fritos’ hayan querido suavizar el tono del contenido lésbico. Muy mal. Pero reconocemos a estas mujeres como lesbianas. Y la entrega del premio es una forma de admitir que lo son», afirmó Ellen Carton.
Dada la importancia de la representación LGBT+ en el cine, ¿cuál pudo haber sido la razón para disfrazar de amistad el amor de Idgie y Ruth?

«Es un miedo no demostrado que la audiencia general americana abandone la sala gritando por ver a homosexuales tocándose en una película», declaró Richard Rouilard, ex-redactor jefe de ‘The Advocate’.

A pesar de la ambigüedad de la relación entre las protagonistas en la película y las críticas del público LGBT+ por ello, ‘Tomates Verdes Fritos’ es una historia universal. Tanto si se trata de amistad como de amor, el relato funciona en ambas versiones.

La propia autora de la novela confesó que «es una película comercial. La gente está llevando a niños y personas mayores a verla. La historia se dirige a todo el mundo. Por eso es maravillosa. Cada uno puede tener su opinión«.
 
 
DOCUMENTACIÓN
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Cómo hace 28 años una película "para mujeres" se convirtió en un éxito sin precedentes

El 27 de diciembre de 1991 se estrenaba 'Tomates verdes fritos' una historia de amor, amistad, muerte (y canibalismo)
Eva Güimil | Vanity Fair, 2017-12-2

1992/03/14

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | GIL DE BIEDMA DEJÓ ENTRE SUS PAPELES PÓSTUMOS VARIOS DIETARIOS INÉDITOS DE 1959 A 1965

Gil de Biedma dejó entre sus papeles póstumos varios dietarios inéditos de 1959 a 1965.
Los escritos pertenecen a la época de mayor creatividad del poeta.
Xavier Moret | El País, 1992-03-14
https://elpais.com/diario/1992/03/15/cultura/700614003_850215.html 

Entre los papeles póstumos de Jaime Gil de Biedma (1929-1990), que están depositados en la agencia literaria de Carmen Balcells en Barcelona, figuran varios dietarios que corresponden a su época de mayor creatividad, entre los años 1959 y 1965, de los que no se había hablado hasta ahora. Según el heredero del poeta, Josep Madern, "se trata de dietarios muy divertidos y amenos que, sin embargo, Jaime no dejó preparados para editar". Josep Madern, que es heredero del poeta sin ningún tipo de limitaciones, señala que no hay prisa en editar algunos textos de Jaime Gil de Biedma, ya que, afirma: "Sobre los diarios y las cosas personales e íntimas creo que es mejor dejar pasar el tiempo".

"El día 9 de enero de 1990, un día después de la muerte de Jaime Gil de Biedma, deposité en la agencia literaria de Carmen Balcells todo el material que él había dejado guardado y ordenado en carpetas en nuestro domicilio", comenta Madern. Le acompañaba otra amiga del poeta, Ana María Moix, y eran, en total, más de treinta carpetas. A este primer grupo de papeles habría que añadir el ‘Diario del artista en 1956’, que el mismo Gil de Biedma ya había hecho llegar en vida a Carmen Balcells y que publicó la editorial Lumen el pasado año. "A lo largo de los dos o tres meses siguientes", agrega Madern, "fueron saliendo varios papeles diseminados por la biblioteca. Era divertido, porque yo los veía como regalos que Jaime había dejado ocultos. Aparecían entre libro y libro, y a medida que los encontraba los leía y los iba pasando a Carmen Balcells".

Escritos en agendas

Entre estos papeles descubiertos posteriormente figuran, además de numerosas cartas y apunte dispersos del poeta, el ‘Diario de 1978’, del que ya se tenía noticia, y un grupo de dietarios fechados entre 1959 y 1964. Jaime Gil de Biedma los escribía en agendas de pequeño formato, en las que anotaba sus cosas de cada día."Son muy interesantes", comenta Madern, "ya que son de una época en la que Jaime escribía mucho. Son dietarios, sin transformar en nada más, en los que habla de todo. Están muy en la línea del ‘Diario del artista en 1956’, pero no están elaborados posteriormente. Son la pura anotación del día a día. En un momento anota Jaime que podría convertirlos en continuación del ‘Diario del artista...’, pero no llegó a hacerlo... De todos modos son estupendos, divertidísimos, muy interesantes y muy amenos. Ahora bien, mientras que el ‘Diario de 1978’ era un diario reelaborado, ésos no".

Al surgir el tema de la publicación, Madern tiene especial interés en puntualizar: "Yo soy el heredero de Jaime Gil de Biedma, en todo y sin ningún tipo de limitaciones. En el testamento se dice textualmente que soy el responsable de su obra, como lo era Jaime en vida".

Comenta, por otra parte, que en carta notarial enviada a Carmen Balcells con fecha de 18 de abril de 1989, Jaime Gil de Biedma expresaba así su voluntad: "[Que la Agencia Literaria Carmen Balcells, SA] siga haciéndose cargo de la gestión y administración de mis derechos de propiedad intelectual (...) sin que mis herederos puedan en ningún caso decidir lo contrario sobre el particular".

Distintas interpretaciones

"Esta redacción", señala Madern, "fue interpretada anteriormente como si la agencia pudiera decidir sobre los textos sin contar con mi opinión, cuando lo que dice en realidad es que el heredero no puede otorgar la gestión de los textos de Gil de Biedma a otra agencia. En cualquier caso, aunque la administración corresponde a la agencia de Balcells, la decisión de publicar o no siempre será mía".

Entre los textos de Gil de Biedma que está previsto publicar próximamente figuran la correspondencia con otros miembros de la Escuela de Barcelona y con representantes de la generación del 27, y una reedición ampliada de los artículos reunidos en ‘El pie de la letra’. No está previsto, de momento, editar los dietarios citados anteriormente, como tampoco hay fecha para la publicación del Diario de 1978.

La obra más personal no se publicará todavía.
El País, 1992-03-14

https://elpais.com/diario/1992/03/15/cultura/700614004_850215.html

"Sobre los criterios de publicación", comenta Josep Madern heredero de Jaime Gil de Biedma, "quiero precisar que, desde el primer momento, aparte del ‘Retrato del artista en 1956’, sobre el que Jaime ya dejó escrito lo que había que hacer, me he dejado guiar por las sugerencias de la agencia literaria de Carmen Balcells, en quien confío plenamente. Sin embargo, en los dos años que han pasado desde la muerte de Jaime han sucedido cosas que me han hecho meditar. Por ejemplo, Jaime escribía básicamente poesía, pero no vivía de esto y no entraba en la cosa comercial. No obstante, llegó la muerte y se empezó a hablar de su homosexualidad y del sida, y me quedé asombrado del tratamiento que se dio en la prensa. Me supo mal porque se devaluaba el personaje. Hablaban de uno de los mejores poetas del siglo XX en lengua castellana y lo que vendían de él era la homosexualidad y el sida. Me quedé asombrado y me di cuenta de que tendría que ir con cuidado para que no se trivializara el personaje".

"Exceso de aniversarios"
Cuando, pasado un tiempo, un diario vendió la futura aparición del ‘Diario del artista en 1956’ como "las memorias homosexuales de Gil de Biedma", Madern decidió que "no era eso". Sin embargo, explica, cuando Carmen Balcells le propuso publicar el ‘Diario del artista...’ un año después de la muerte de Jaime Gil de Biedma, dijo que sí, "aunque yo, personalmente, hubiera esperado un poco más", afirma.

"Después, cuando encontré el ‘Diario de 1978’ y se lo di a Carmen Balcells", agrega, "ella me propuso publicarlo en el segundo aniversario. Me pareció que era ir demasiado a remolque y que ya era un exceso de aniversarios y de muertes. Viví 13 años con Jaime, pero creo que hay cosas que es mejor que esperen. Sobre los diarios y las cosas personales e íntimas creo que se debe dar tiempo para que se calme la cuestión de la homosexualidad y del sida. Es mejor dejar pasar el tiempo y hablar después".

1992/03/11

DOCUMENTACIÓN | VIOLENCIA | DETENIDOS DOS 'SKINS' EN BARCELONA POR ENCUBRIR EL ASESINATO SE SONIA

Detenidos dos 'skins' en Barcelona por encubrir el asesinato de un travestido.
Blanca Cia | El País, 1992-03-11

https://elpais.com/diario/1992/03/12/espana/700354813_850215.html

Los Mossos d'Esquadra (policía autonómica catalana) detuvieron ayer a dos ‘skinheads’ (cabezas rapadas) bajo la acusación de encubrir el asesinato de un travestido, suceso que ocurrió en la madrugada del 6 de octubre de 1991 en el parque de la Ciutadella, en Barcelona. Juan José R. Z., conocido como ‘Sonia’, falleció a causa de los golpes recibidos. Otro compañero de R. Z. resultó herido de gravedad. Los mossos iniciaron sus investigaciones hace cuatro meses por orden del juez que instruye las diligencias de este caso. El Cuerpo Nacional de Policía investiga también este caso. Los mossos realizaron desde entonces averiguaciones y controles, algunos de ellos mediante intervenciones telefónicas. Estas operaciones culminaron ayer con la detención de los dos jóvenes. Los ‘skins’ detenidos tienen 18 y 19 años y anoche permanecían en dependencias policiales.

1992/03/06

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | TERENCI MOIX: MI NÉSTOR ALMENDROS

Mi Néstor Almendros.
Terenci Moix | El País, 1992-03-06

https://elpais.com/diario/1992/03/07/opinion/699922807_850215.html 

Hace pocos días lo sabíamos contadísimas personas: Néstor Almendros estaba agonizando en Nueva York. Corre la indiscreción igual que la calumnia: como un ‘venticello’; así, pues, conviene ignorarla, máxime cuando puede tener el trasfondo de una enfermedad que se presta a la malignidad de los puritanos y al escándalo de los desaprensivos.

Era inevitable que la noticia me llegase por voces dignas de crédito: las de Miriam Gómez y Guillermo Cabrera Infante, hermanos de Néstor, más que amigos. Nuestra conversación fue dramática. Empezamos a saber demasiado de muertes injustas, y la de hoy nos sacudía hasta aturdirnos. Me lo decía Guillermo: "Esta muerte se está llevando a los mejores". Curiosamente, había escrito yo algo parecido en la revista ‘Tiempo’. Suele ocurrir que los mejores también son los irreemplazables. Néstor Almendros pertenecía a esa raza. Con él desaparece alguien que ha influido positivamente en muchas personas. Las referencias a mi propia experiencia son aquí inevitables. Hace exactamente 30 años, Néstor Almendros entró en mi vida, y a partir de entonces estuvo siempre presente en mi carrera. Es muy probable que nadie haya ejercido sobre mí una influencia tan decisiva en un momento tan determinante. Tenía yo 20 años. Una ilusión tan fugaz como cualquier otra, si bien se mira.

Tengo en las manos el original del libro de memorias ‘El peso de la paja’, que Néstor leyó en plena redacción. En los márgenes aparecen sus comentarios sobre geografías, películas, sucesos parecidos en dos tiempos muy distintos: su infancia y la mía, dentro y al margen del Ensanche, respectivamente. Están ahí esas acotaciones que la muerte convierte en reliquia inapreciable. ¡Ojalá no lo fueran! Significaría que Néstor estaría dispuesto a criticar mis próximas cuartillas. Siempre lo había hecho, y no sólo desde mi primer libro: ya desde mis primeros artículos, tan lejanos. Empezó dándome consejos sobre cine, donde su sabiduría era inmensa. No tardó en pasar a la literatura. Su opinión literaria era clarividente, finísima, exenta de dogmatismo. Fue el primero que me habló de cierta novela de un joven argentino empleado en unas líneas aéreas. El joven se llamaba Manuel Puig; la novela era ‘La traición de Rita Hayworth’. Algunos integrantes del mundillo cultural –‘of all things!’- se han atribuido después este descubrimiento. Es mentira de ‘marketing’. Nadie jugó con tanto ahínco la carta de Puig como Néstor y Juan Goytisolo, cada uno desde sus dominios. Patrocinó también Néstor carreras cinematográficas, itinerarios críticos, vocaciones eclécticas. No descartaré su afición a convertirse en confidente sentimental. Demostraba un humor capaz de desdramatizarlo todo con un comentario ligero, generalmente de origen ‘camp’. De cómo tal personaje de Joan Crawford reaccionaría ante un extravío del corazón; de cómo habría solucionado tal ruptura una vieja, olvidada diva del cine italiano. Estoy hablando de un tiempo en que nuestra ortodoxia ceñía su repertorio de referencias a los férreos dogmatismos de ensayistas como Guido Aristarco o George Sadoul, a quienes Néstor solía tratar de ‘beatos’. Su desprecio por el cine pedante -lo ‘arty’- nunca le impidió realizar profundos acercamientos a los grandes autores. Precisamente el verano pasado compré en uno de los innumerables quioscos de Atenas una revista ‘yanqui’ que publicaba su artículo sobre Eisenstein, escrito con un rigor ejemplar y, como siempre, con una amplísima libertad de criterio. Paradójicamente, un cineasta tan mimado por la crítica internacional sentía un sorprendente impudor cuando veía publicado alguno de sus textos. Precisaba urgentemente una opinión, buscaba el elogio del lector con mayor ahínco que el Oscar de Hollywood. Y me está contando Gimferrer con cuánta increíble tenacidad enviaba, en plena agonía, las coiones de su último libro.

Tengo aquí fotos que Néstor me había hecho a lo largo de los años, en muchas ocasiones y en lugares distintos, pero muy especialmente las de una época tan lejana como 1965. Se trata de un grupo familiar en una casa donde ya no vivo, con unos padres que ya no tengo, y amigos que, por suerte, conservo: Pere Gimferrer, siempre fiel a Néstor; mi hermana Ana María Moix, y Vicente Molina Foix, a la sazón efebo. Todos eramos principiantes, con actividades que todavía oscilaban entre el cine y la literatura, a excepción de José Luis Guarner, otro de los fieles. La comunicación con Néstor fue instantánea; su entrega, absoluta; la nuestra, incondicional. Con los años, los antiguos amigos de Barcelona nos acostumbramos a sus dos visitas anuales, considerándolas una gran fiesta del afecto. Siempre se colaba algún aprendiz de erudito que esperaría alguna sesuda disertación sobre el cine japonés, a ser posible sin subtítulos. El pedantuelo quedaba literalmente petrificado cuando Néstor pedía ver ‘La verbena de La Paloma’, en cualquiera de sus versiones.

En aquel 1965 llevaba yo tres años siguiéndole por estos mundos. Detestaría incurrir en el autobombo si digo que fui el primer barcelonés a quien conoció recién salido de Cuba. Sólo así se explica que llegase a mostrarme impúdicamente las partes más humanas de su personalidad, en una situación desesperada. Estaba inaugurando un doble exilio: el primero, allá en los años cuarenta, llevó a su familia a la isla, huyendo de la gran noche del franquismo; el segundo, en 1962, le devolvía a la ciudad natal huyendo de la represión en Cuba (evidentemente, yo no creía entonces que represión y castrismo pudiesen ir juntos). El encuentro tuvo lugar en el estudio del fotógrafo cubano Germán Puig, otro de los grandes amigos de juventud. Néstor acababa de bajar del barco, en estado desastroso: sólo le habían permitido sacar su cámara y un par de mudas. No exagero: Germán tuvo que comprarle urgentemente un jersey en unos grandes almacenes.

Aquella noche le llevé a una fiesta singular, a la que también asistía Jaime Gil de Biedma, para quien Néstor tenía algunas cartas de presentación. Seamos sinceros: Jaime trató al ‘gusano’ con extrema dureza. Años después, en su jardín del Ampurdán, me contaba que siempre se arrepintió de aquella reacción, pero Néstor nunca pudo olvidarla. Acaso porque era el mismo trato que recibió de cuantos intelectuales izquierdistas intentó frecuentar en Barcelona. No se ha contado suficientemente que si no se quedó entonces fue debido al desprecio de la progresía local. No digo que no fuese lógico: en aquella época todos nos sentíamos capitanes. Pero también es curioso destacar que algunos se han vuelto hoy anticomunistas furibundos.

Después de aquel ‘party’ tan agresivo, Néstor Almendros lloró mucho, y lloró por partida doble. Eran las fiestas de la Merced, y la ciudad mostrábase particularmente engañosa: un encanto de ciudad, parecía. Caminamos durante horas por todos los rincones que servían a Néstor para recobrar su imagen de adolescente, a través de las pequeñas cosas, los cines conocidos, los antiguos programas dobles. Al dolor de dos exilios se añadía la tragedia de un pasado imposible de recobrar.

Fascinado por el personaje, seducido por su aureola romántica, y adivinando en su desarraigo el mío propio en un futuro, le seguí hasta París. Entre los intelectuales y profesionales ‘highbrow’ de aquella ciudad también estaba de moda ‘la revolución cubana’, de manera que los desprecios fueron los mismos que en Barcelona, hasta que llegó Jeanine Rouch, y muy especialmente Juan Goytisolo, para quien Néstor siempre tuvo palabras de reconocimiento. Pasar de la pobreza absoluta, de ser tratado constantemente de ‘gusano’, hasta afirmar su talento en obras de Rohmer, Rouch o Truffaut, implica un itinerario que pertenece a la historia del gran cine europeo. Pero sigue importando a mi homenaje todo cuanto Néstor aportó a mi propia historia, más pequeña.

Cientos de confidencias escapan ahora a borbotones, y una vez más Néstor Almendros dirige el baile. Lo que aprendimos de él en aquella época tenía un valor incalculable. Una simple postal, enviada desde cualquier rincón del mundo, contenía un mensaje que servía a mis intereses culturales. Era la búsqueda constante, potenciada por alguien que podía acercarme al mismo tiempo a Balzac y a Robbe Grillet, a Dziga Vertov y a Minnelli, a la luz de Vermeer y a las pinturas pop de Liechenstein y Warhol. Era como una cámara que arrancase a la realidad sus secretos más preciosos para restituírnosla, convenientemente enriquecida.

Pere Gimferrer siempre dijo que Néstor era entrañable. Es rigurosamente cierto. Tenía algo del experimentador constante mezclado con la inefable ternura de una ‘tieta’ barcelonesa. No le hubiera disgustado esta comparación. Él mismo se las hacía de parecido signo, como aquel día en que, teniendo al islam literalmente metido en la alcoba, introdujo a Israel en la habitación vecina. Solía decir, con su delicioso humor, que se encontraba igual que Claudette Colbert: "Entre dos banderas".

Nunca me cansaré de agradecer a Néstor Almendros que llegase a mi juventud para dominar mi primer aprendizaje. Me enseñó a leer la gran literatura y a ver el cine -tanto el grande como el ínfimo- con mirada distinta. A pocos como a él podría yo aplicar aquel fragmento sublime de la ‘Commedia’, en que Dante expresa su reconocimiento a Virgilio: "Tu se’ lo mio maestro e ‘l mio autore...". Es uno de mis fragmentos preferidos, pero acaso resulte improcedente hablar de alguien tan moderno desde la compleja geometría de un infierno medieval. Es una pena que no exista ya aquella productora del leoncito, la que presumía de tener más estrellas que el propio cielo. Éste y no otro habría sido el lugar adecuado para una presunta eternidad de Néstor, discutiendo con Paul Hesse o Clarence Sinclair Bull sobre el ángulo más fotogénico de la reverenciada Marlene. Polémica a que no habría lugar si Néstor se hubiese decidido a hacer su autorretrato. Todos sus ángulos fueron irreprochables.

1992/03/04

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | EL CINEASTA NÉSTOR ALMENDROS MUERE EN NUEVA YORK VÍCTIMA DEL SIDA

El cineasta Néstor Almendros muere en Nueva York víctima del sida.
Su ingente obra fotográfica le convierte en un hombre fundamental del cine contemporáneo.
Ángel Fernández-Santos | El País, 1992-03-04
https://elpais.com/diario/1992/03/05/cultura/699750001_850215.html 

A primeras horas de la mañana de ayer murió, a los 61 años, en su casa de la avenida Broadway de Nueva York, el fotógrafo y cineasta Néstor Almendros. Nació en Barcelona en 1930 y se exilió del franquismo a Cuba en 1948, de donde, a su vez, volvió a exiliarse del castrismo en 1961. Fotografió famosas películas en Francia y EE UU, donde ganó un oscar en 1979 por 'Días del cielo'. Almendros contrajo el sida hace año y medio. Su estado se agravó durante el rodaje de 'Billy Bathgate,' su último filme, y fue internado en un hospital neoyoquino, de donde salió hace tres semanas en situación preagónica. Sus amigos mantuvieron reserva sobre su enfermedad. Con Almendros desaparece una mirada irreemplazable del cine contemporáneo.

Néstor Almendros vivió sus primeras experiencias del cine durante su niñez y adolescencia barcelonesas. Dijo hace pocos meses a este periódico: "El descubrimiento del cine fue el inicio de mi vida. En los años cuarenta, en Barcelona, el cine era uno de los pocos escapes de una realidad asfixiante. Mi padre estaba exiliado en Cuba y mi madre solía llevarme al cine". Su vocación se asentaría durante los años del exilio cubano y alcanzaría la plenitud, primero en Nueva York, más tarde en París y finalmente en Hollywood.Trabajos de plenitud son ya los que Almendros llevó a cabo, todavía muy joven, con cineastas de la ‘nueva ola’ de los años 60 en Francia, en especial con François Truffaut y Eric Rohmer. Baste con recordar ‘Diario de Adele H.’ y ‘Mi noche con Maud’ para percibir su talla como hombre de cine. Su vasta carrera se prolongó a lo largo de una filmografía plagada de aciertos. Fue hombre de altísima cotización en la industria internacional, lo que en parte explica su ausencia del cine español, donde intervino en el filme ‘Tuset Street’, dirigido por Luis Marquina en 1968 y trabajó con Vicente Aranda en 1976 en ‘Cambio de sexo’. Aranda supo de la muerte del director de fotografia por este diario. "Me he quedado helado, no sé qué decir, su muerte me afecta muchísimo".

Se dice de él que se comportaba como un purista. No admitía injerencias arbitrarias ni comercialismos. En cierta ocasión, cuando presentó su libro ‘Días de un cámara’ en el festival de San Sebastián de 1982, exclamó en una entrevista filmada para una cadena de televisión: "Por favor, no me filméis con un gran angular. Va contra mi moral".

Esta frase ha quedado entre los axiomas de la pureza cinematográfica: la expulsión de la elaboración de una imagen de todo truco y de cualquier facilidad. Almendros se enfrentaba con los problemas de la creación de una imagen desde la máxima exigencia estética y su arte era una combinación infrecuente de exquisitez y eficacia: una delicada y armónica relación entre verdad, dramatismo y plasticidad que Ie convirtió en uno de los grandes creadores de luz de nuestro tiempo. "Quiero iluminar el fuego con el fuego", dijo una vez. Alguien dijo de él: "Pinta la verdad con la cámara.

Luz y lucidez

En el momento de su muerte, en su casa del Broadway neoyorquino, acompañaba al cineasta un enfermero llamado Wayde Binder, informa desde Nueva York Emma Roig. Poco antes de morir, Almendros le dijo que deseaba que sus cenizas "fueran llevadas a España y esparcidas en un lugar de los alrededores de Barcelona". La noche anterior a su muerte el cineasta habló con plena lucidez con varios amigos, con quienes mantuvo conversaciones en las que evocó su niñez y su juventud. Con anterioridad, dijo que se sentía cansado de vivir en Nueva York y que deseaba volver a sus orígenes, a Barcelona, donde vive su madre.Uno de los amigos del cineasta relató ayer que "durante el rodaje de su última película, ‘Billy Bathgate’, dirigida por Robert Benton, Almendros tuvo serios problemas. Padeció una gripe muy fuerte, pero llevó la película hasta el final. Fue entonces cuando me dijo que había perdido peso, pero nunca sentí que me ocultara nada. Creo que no sabía lo que le ocurria".

"De la última persona que habría pensado que podría contraer el sida era de él", añade, "pues no era promiscuo y no hacía vida sexual. Era un hombre sano a sus 61 años. Estaba muy concienciado con el tema del sida después de la muerte de Rock Hudson, al que conoció mucho; y sobre todo después del suicidio de su amigo Reinaldo Arenas. Me consta que esto le afectó profundamente".

"Anteayer", prosigue, "me llamó un amigo común desde Nueva York y me dijo que Néstor se estaba muriendo. Llamé a Guillermo Cabrera Infante, cuya mujer me confirmó que, en efecto, Néstor se moría. No puedo decir por qué ha mantenido con tanta reserva su enfermedad. Me cuentan desde Nueva York que en sus últimos días ya casi no podía hablar".

Sin embargo, pocas horas antes de su muerte, Néstor Almendros despertó de su agonía y habló largamente. Sabía que se despedía del mundo.

La luz tropical.
Roger Salas | El País, 1992-03-04

https://elpais.com/diario/1992/03/05/cultura/699750002_850215.html

El que se fue esta vez era un maestro de la luz. Y esto lo aprendió como una respuesta orgánica de verdadero artista al mensaje solar de sus dos tierras: el suave pero intenso resplandor mediterráneo de Barcelona y el cegador mediodía tropical de La Habana, la ciudad de la isla de Cuba donde cristalizó su oficio y desde donde saltó a las grandes producciones europeas y las norteamericanas. Allí, en el bullicio caribeño que siempre amó y defendió, dejó una leyenda que ni la distancia, ni los años ni el silencio político lograron mitigar: los cinéfilos cubanos de una generación que le conoció y otra posterior que le imaginaba triunfante por el mundo, seguían paso a paso su carrera.

Néstor Almendros, haciendo gala de un amable pero firme sentido de la armonía, se negaba rotundamente a las sofisticaciones del oficio, y esto no era nuevo en él. Siempre directo en el verbo cuando escribía o daba una clase, y con el ojo cuando operaba detrás de la cámara, dio una lección magistral de lo que debía ser el fotograma, de lo que cabía allí dentro y de la luz que debía dibujarlo.

En esto tiene un papel que nada ni nadie podrá negarle, y que fue su caballo de batalla estético desde los tiempos fundacionales de la escuela cubana de cine a finales de los años cuarenta. Una labor que le hizo verdadero pionero de la escuela documental habanera que inició a su regreso a la isla después de la caída de Fulgencio Batista.

Ya en aquellos tiempos, le declaró la guerra a los ‘spotlights’ y ‘track lights’, y los consideraba, según sus propias palabras, "un disparate de luces que acentúan todos los defectos".

Puede que sea por eso por lo que todas las estrellas le adoraban hasta el punto de que el mundillo de Hollywood comentaba que no había mejor argumento para convencer a una estrella que decirle que en el proyecto que se le ofrecía el fotógrafo sería Almendros. Nadie se resistía.

Desde sus primeras obras de ficción en 8 milímetros con Tomás Gutiérrez Alea (‘Una confusión cotidiana’, un experimento basado en Kafka en 1949) hasta ‘Gente en la Playa’ (1961), hecho a contracorriente sólo con luz natural, Almendros demostró un magisterio que tenía mucho de humanista; un ingrediente que le hacía un apasionado del retrato fijo o en movimiento, y que él mismo reconocía que le venía dado por Herminio, su padre, un pedagogo y escritor que le precedió en la emigración americana y que jugó un papel decisivo en su formación intelectual. Con él, siendo niño, aprendió a amar a Caravaggio, Rembrandt y Goya, a quienes mencionaba como sus fuentes a la hora del "ejercicio más excitante y variado: iluminar un rostro".

Y TAMBIÉN...
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El COOB le encargó la fotografía del filme sobre los JJ OO.
El País, 1992-03-04

https://elpais.com/diario/1992/03/05/cultura/699750003_850215.html
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Adiós al amigo con la cámara.
Guillermo Cabrera Infante | El País, 1992-03-05

https://elpais.com/diario/1992/03/06/cultura/699836415_850215.html
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Encuadre con filólogo.
Román Gubern | El País, 1992-03-05

https://elpais.com/diario/1992/03/06/cultura/699836414_850215.html

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...