2022/12/07

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | MUERE ANTONIO D'AMICO: FUE NOVIO DE GIANNI VERSACE, PERO DONATELLA NUNCA LE QUISO

Gianni Versace y Antonio D'Amico //

Muere Antonio D'Amico: fue novio de Gianni Versace, pero Donatella nunca le quiso

Antonio y Gianni Versace fueron novios durante 15 años, hasta que la muerte los separó
RTVE, 2022-12-07
https://www.rtve.es/television/20221207/muere-antonio-damico-gianni-versace/2411233.shtml 

La noticia la ha dado Rody Mirri, su manager y amigo, a través de su cuenta de Instagram. "Antonio D'Amico, estilista, expareja de Gianni Versace, murió en la noche. Nacido en 1959, había estado luchando durante meses contra una enfermedad que resultó ser fatal. Durante este período siempre dio a todos un ejemplo de fuerza y ​​coraje. Antonio había inaugurado hace un año su nueva línea de trajes a medida 'Principe di Ragada". La noticia ha pasado con cierta frialdad entre la prensa italiana, y eso que era un personaje popular, dada su relación con el gran modista italiano, fallecido el 15 de julio de 1997, hace justo 25 años.

Antonio D' Amico conoció a Gianni en 1982, cuando tenía tan solo 23 años. Empezó a trabajar en la casa Versace a tiempo parcial, y poco a poco fue escalando y llegó a encargarse de la línea deportiva, 'Versace Sport'. Antonio y Gianni estuvieron juntos durante 15 años, hasta que la muerte los separó. En más de 20 años solo ha concedido dos entrevistas, y ha optado por mantener un perfil bajo, alejado de los focos y la prensa amarilla. De todos es sabido la mala relación que mantenía con Santo y Donatella, los hermanos de Gianni, incluso llegó a renunciar a una parte de la herencia que le dejó el diseñador tras su muerte. ​

Una muerte que conmocionó al mundo
Gianni Versace murió asesinado aquel día a las 8:40 horas a las puertas de Casa Casuarina, cuando regresaba de comprar la prensa y se disponía a desayunar rodeado de revistas y diarios. Antonio D'Amico y un empleado de la casa, el cocinero Charles Podesta, fueron los primeros en ver el cuerpo sin vida y avisar a la policía. La información que dio Merisha Colakovic, la única persona que lo vio todo, condujo a los policías hasta Andrew Cunnanan, que tras matar a Gianani Versace se fue caminando por Ocean Drive. Cuando le localizaron y se vio acorralado se pegó un tiro en la cabeza.

Antonio D'Amico y Donatella Versace nunca se llevaron bien, pero desde ese momento su relación empeoró, e incluso se llegó a decir que la italiana culpaba a Antonio de la muerte de su hermano, al que estaba muy unida. Hace unos días, el 2 de diciembre, la diseñadora recordaba a Gianni con estas palabras: "Las palabras simples no pueden expresar el genio creativo de Gianni. En su cumpleaños, hoy y todos los años, celebro cómo su talento envió ondas al mundo de la moda y más allá. Gianni, te amo y te extraño mucho. feliz cumpleaños xxx".

De la realidad a la ficción
La historia del asesinato de Gianni Versace causó una enorme conmoción en todo el mundo y un terrible impacto emocional en el mundo de la moda. Parecía una película, y con el paso de los años pasó de la realidad a la ficción con la serie American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace. Penélope Cruz es Donatella Versace, Darren Criss es Andew Cunnanan, Édgar Ramírez es Gianni Versace y Ricky Martin es Antonio D'Amico.

2022/11/28

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | LA DESMEMORIA LGTBI Y LA TRANSICIÓN

La desmemoria LGTBI y la Transición.
Jordi Petit / Ximo Cádiz | El Diario, 2022-11-28

https://www.eldiario.es/comunitat-valenciana/opinion/desmemoria-lgtbi-transicion_129_9749922.html 

La Generalitat Valenciana ha puesto en marcha ‘L’armari de la memòria’, un interesante (y necesario) proyecto que se presenta como un archivo para recuperar la memoria e impulsar la difusión de la historia del colectivo que conformamos las personas lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales. Esta iniciativa tiene origen en la Ley valenciana 23/2018 de igualdad de las personas LGTBI. Una de las primeras grandes actividades de ‘L’armari’ ha sido la organización, en colaboración con las universidades públicas valencianas, de las jornadas “Memòries invertides” que reunió a especialistas que han investigado y reflexionado sobre la realidad LGTBI desde distintas perspectivas. Se pueden ver los vídeos de las distintas sesiones en su canal de youtube y hay que felicitar a los promotores por el alto nivel de las ponencias y la variedad de enfoques. La primera se dedicó a repasar el apasionante período de la Transición.

La tarea de los frentes de liberación gay, al final de los 70 e inicio de los 80, fue muy útil. Conseguir que en enero de 1979 salieran de las cárceles homosexuales y transexuales (entonces, para la opinión pública y las leyes, todo era lo mismo), fue un gran avance para la comunidad LGTBI de nuestro país. ¿Cuántas personas fueron excarceladas? La agencia EFE dijo 300 y la COFLHEE (Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español), afirmó que eran 700 (una cifra inventada, pues nadie tenía certeza del número). Aquella victoria de las organizaciones (de espíritu revolucionario) también coincidió con el inicio de su declive. En 1980, cuando se consiguió la legalización de las asociaciones homosexuales, se vaciaron esos frentes mientras se llenaban las pistas de baile de las discos y locales de ambiente gay lésbico. Al mismo tiempo, las mujeres transexuales quedaron a merced de la represión policial, a pesar de encabezar las manifestaciones de aquellos años y haber sido la más visible resistencia bajo el franquismo. En aquellos años fueron incomprendidas por gais y feministas y eso no cambió hasta bien avanzados los 80.

En esa primera jornada de “Memòries invertides” también se habló de la relación del activismo LGTBI con los locales de ambiente gay-lésbico, el ejemplo fue El Forat, en Alacant. La revuelta del bar Stonewall, en Nueva York, en 1969, liderada por Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera (dos mujeres trans), defendía el derecho de reunión por afinidad en respuesta al acoso policial. Aquel primer Gay Liberation Front propugnaba no conformarse con el circuito de esos locales, pero tampoco los rechazaba (como aquí se quiso interpretar). Existía una contradicción evidente: se denostaban aquellos locales (era el capitalismo) y a la vez la militancia LGTBI (también la más radical) se encontraba en esos mismos lugares. En 1969 se inició el camino por la visibilidad. Se rechazó aquello de ser personas discretas y ejemplares, sumisas al sexismo, machismo y heterosexismo. Los trabajos del Informe Kinsey (1947) y la investigación de Evelin Hooker (1957) fueron decisivos para que, finalmente, en 1973 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría dejase de considerar a la homosexualidad como enfermedad.

Por otro lado, la irrupción del VIH/SIDA supuso una urgente transformación del movimiento de liberación gay que ya estaba debilitado. La militancia, tarde o temprano, devino en voluntariado de emergencia y cuidados y hubo que inventar servicios para atender las nuevas demandas a medida que la pandemia avanzaba. Hubo muchas víctimas, pánico... mientras las fuerzas conservadoras, con Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Juan Pablo II a la cabeza, predicaban el “castigo divino” y reforzaron el estigma que todavía hoy permanece. Se soportó una doble discriminación, por el VIH-SIDA y por nuestra sexualidad, que hubo que combatir insistiendo en la prevención de las prácticas de riesgo y la solidaridad con las personas afectadas. La crisis del SIDA, las muertes, las parejas que no eran nada (desde el punto legal) en los hospitales, los contratos de alquiler, en las herencias... abrió un una nueva necesidad y así empezamos a luchar por las primeras leyes de parejas, aun sabiendo que no sería suficiente. Se aprobó la primera (ya en 1998) en Catalunya y al día siguiente empezamos a reivindicar el matrimonio igualitario. Así fuimos pasando de unos objetivos más modestos a otros más contundentes. Paso a paso, con mucha pedagogía, fuimos avanzando: la salida de las cárceles, la legalización de las asociaciones LGTB, la reivindicación de derechos, luchar contra el SIDA, el matrimonio igualitario, el cambio registral para las personas trans... Haber exigido desde el primer minuto el matrimonio igualitario (y hubo quien lo hizo) hubiera sido un error estratégico.

Sobre el momento histórico de aquellos años, en el acto que abría este ciclo, se hicieron algunas afirmaciones que, sin ser novedosas, sí nos generan cierta preocupación. Para abordar la historia del movimiento LGTBI es necesario hablar del contexto y eso nos remite a la Transición democrática. Así se dijo y es un detalle imprescindible para cualquier análisis histórico mínimamente riguroso. Y hablando de la Transición, se aprovechó para sacar a pasear el discurso que denuesta el denominado “régimen del 78”. Para empezar, se sentenció que en la historia de la España moderna-liberal se podían identificar tres momentos en los que las clases dominantes podrían haber perdido su poder en favor de las clases populares; a saber, el sexenio liberal y su revuelta cantonal; la revolución social que germinó en la zona republicana durante la Guerra Civil y, finalmente, la Transición (sic). A continuación se afirmó que “la Guerra Civil y la Transición las ganaron los mismos” (sic) así como que la española “no es una transición a la democracia” (sic) y que aquello fue, simplemente, una reforma del régimen franquista hacia una forma política homologable con el entorno europeo del final del siglo XX (sic).

Somos partidarios convencidos de la libertad de expresión, incluso de aquello que no compartimos o detestamos, pero también esperamos un mínimo de rigor (histórico) en espacios que se financian con recursos públicos y que cuentan con el aval de las universidades públicas valencianas. El revisionismo sobre la Transición desde ciertos sectores de la izquierda tiene evidentes problemas históricos, desde la perspectiva académica, y consecuencias políticas en el debate público. Sobre esto también queremos reflexionar.

La Transición no debería ser santificada ni demonizada. Analizarla desde parámetros políticos actuales solo conduce a la distorsión de su estudio. Tuvo contradicciones, perfectamente identificables y, por ello, pensar que la Transición podría haber sido, potencialmente, un momento de cambio revolucionario resulta una afirmación, como mínimo, osada.

Manuel Vázquez Montalbán escribió aquello de que fue el resultado “más que de una correlación de fuerzas, de una correlación de debilidades”. El dictador murió en la cama, pero el franquismo ya estaba en declive (en lo económico, en lo social, en lo político...) y, por otro lado, después de 40 años de represión atroz, la oposición a la dictadura tampoco tenía fuerza suficiente para iniciar una ruptura. Fruto de esas condiciones fueron las cesiones: unas Cortes franquistas que se inmolaron, la legalización del Partido Comunista, pero también aceptar continuidades en muchos ámbitos claves del país (recordemos la asunción del PCE de la bandera y la corona y la certera expresión de Santiago Carrillo sobre que el dilema real del momento no era monarquía o república, sino dictadura o democracia). Convertir aquellas cesiones de la izquierda en una derrota o claudicación supone ignorar la tensa e incierta coyuntura de entonces: el golpismo militar, el riesgo de evolucionar a una “dictablanda” (o no tan blanda), la represión policial, la persecución contra los sindicatos y los movimientos sociales, el poder opresor de la jerarquía católica, los insaciables poderes económicos, el terrorismo (de todo signo)...

La ahora criticada transición llevó a una democracia que, con todas sus limitaciones, es la misma que ha permitido a España crear un sistema de bienestar aceptable, siempre mejorable y siempre en peligro, pero que garantiza el acceso a la sanidad y la educación, que nos ha permitido conquistar (nada se regala) derechos sociales que van desde el aborto al matrimonio igualitario y, sobre todo, que nos permite elegir quien nos gobierna. Otra cosa es que cuando la ciudadanía vota, no siempre respalda aquellas opciones políticas que nos parecen que son las más adecuadas (pero esa es la esencia de la democracia). Tanto es así que, con esta denostada democracia, el mismo Pablo Iglesias ha sido vicepresidente del gobierno y hoy hay ministerios liderados por personas afiliadas al Partido Comunista.

Una parte de la izquierda ha renunciado a defender la Transición, cuando, con todos sus defectos e insuficiencias, forma parte del patrimonio político e histórico de las gentes progresistas y demócratas de nuestro país. Aún peor, con ese abandono, es la derecha quien saca pecho con la Transición cuando la asumieron a rastras y con muchas reticencias. ¿Acaso alguien puede pensar que el resultado de aquel proceso no hubiera sido peor sin la participación de las izquierdas políticas y sindicales del momento?

Volviendo a la memoria LGTBI, nos surge la duda de quién está escribiendo su historia. En la misma jornada sí hubo ejemplos de investigación y análisis con rigor; pero parece que las interpretaciones que se hacen desde los márgenes, poniendo el foco (y dando relieve) a las expresiones minoritarias del asociacionismo LGTBI son más atractivas. Hablar de la Radikal Gai o el colectivo de lesbianas LSD en Madrid o del CGB (Col·lectiu Gai de Barcelona) y, en el caso valenciano, de Gais Lliures o Granota (pequeños grupos que existieron en los 90, cuya trayectoria es respetable y admirable) es más emocionante que fijarse en aquellas entidades que hicieron un esfuerzo para organizarse, articular estrategias, trazar complicidades con partidos, sindicatos e instituciones para ampliar apoyos, siendo pragmáticas (con las contradicciones correspondientes) y, sobre todo, avanzar en las reivindicaciones consiguiendo, poco a poco, logros. Sería el caso del Col·lectiu Lambda y la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya y tantas otras asociaciones en toda España. Esto también lo percibimos en la jornada inaugural de “Memòries invertides”.

No estamos planteando que se invisibilice a esas expresiones del movimiento LGTBI, pero sí nos gustaría que se prestara la debida atención a aquellas organizaciones que, sin ese ‘glamour’ de la radicalidad, contribuyeron de manera decisiva a transformar la sociedad y la vida de miles de personas LGTBI desde aquellos lejanos años 80 ¿Hay algo más radical y revolucionario que eso?

  • Jordi Petit, fue secretario general de ILGA (International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association, coordinador del Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) y cofundador de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya.
  • Ximo Cádiz, fue coordinador del Col·lectiu Lambda y secretario de organización de la FELGTB (Federación estatal de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales)

2022/10/24

LIBROS | Argelina, Juan, & Nabal, Eduardo | Voces transgresoras. Una memoria ‘queer’ de la cultura insumisa

Argelina, Juan, & Nabal, Eduardo (2022) [10-24]. Voces transgresoras. Una memoria ‘queer’ de la cultura insumisa. Tres Cantos: Bohodón Ediciones.

[.es] Voces transgresoras es un recorrido crítico por la historia reciente de la creación literaria y cinematográfica que ha supuesto una reacción contra las normas heteropatriarcales y excluyentes en lo sexual, racial y sociopolítico, presentes en nuestras relaciones sociales desde las revoluciones burguesas del siglo XIX. El género, la clase, la sexualidad, la edad, la capacidad, la etnia o la condición de migrante, han sido factores de marginación y segregación en un contexto de supremacía occidental del mundo.

‘Voces transgresoras’, un nuevo libro para el otoño, de Juan Argelina y Eduardo Nabal
Eduardo Nabal | Cuerpos Periféricos en Red, 2022-08-16

https://cuerposperifericosenred.com/2022/08/16/voces-transgresoras-un-nuevo-libro-para-el-otono-de-juan-argelina-y-eduardo-nabal/

Con ‘Voces trangresoras’ Juan Argelina y yo hemos querido rastrear, o más bien poner en evidencia, todas las manifestaciones culturales con proyección sociopolítica que se adelantaron o pusieron su granito de arena en la conformación de las líneas de fuga queer. Es decir, seguir el fascinante y, en ocasiones, pedregoso terreno en que las voces que, desde la literatura, el cine o la historia, se han adelantado antes de Stonewall a la explosión del sujeto LGTB tradicional.

No estamos descubriendo nada, pero hemos tratado de destapar algunas figuras de la escritura, la gran pantalla, el teatro o la performance, ya mucho antes de Stonewall, que se ubicaron en los márgenes de la cultura oficial. Pero son los ejemplos los que aclaran la idea: la prosa rompedora de Genet, el teatro surrealista de Lorca, las pioneras de Willa Cather o las mujeres de Carson McCullers, que nunca se amoldaron a los binarismos de género ni a las normas sociales de su tiempo; fueron las piedras que fueron formando este camino hacia la explosión del sujeto sexuado tradicional, algo que es necesario más que nunca en estos tiempos de conservadurismo revisionistas y gestos reaccionarios.

El Berlín de Klaus Mann, los niños de Henry James, el futuro distópico que trazan las narrativas de la ciencia ficción tejida por las feministas negras, todo ha tenido un pasado y tiene un futuro a pesar de la reaccion esencialista. Wilde y el lenguaje teatral, las jóvenes airadas, los viajeros en el tiempo y el espacio de la política sexual y la geopolítica de la disidencia intentan ser abordados en las páginas de ‘Voces trangresoras’, afianzando la cuestión de la explosión del sujeto hombre/mujer, blanco/negro, colonizador/colonizado desde las primeras voces que se erigieron como lejos del lenguaje heteropatiarcal, muchas veces también sostenido por el movimiento LGTB más “conservador”, o ahora por los grupos de mujeres que excluyen a otras mujeres.

La resistencia al fascismo, la descolonización de las mentes, el mestizaje, el ‘no lugar’ señalado desde Mary Shelley a Jeannette Winterson como una brecha en el lenguaje del amo. Es decir, que ‘lo queer’ ni nació ayer ni tiene un punto de localización o sujeción, sino que tanto las escritoras negras en la fronteras, las escritoras bajo la República Española como la herejía que van esbozando las diferentes formas de escribir la historia y de cuestionar instituciones invisibles nos llevan a un espacio lúdico, de creación poética, de imagen en movimiento, pero también de primeras brechas de combate frente al monolito de la ya temible “normalización”.

‘Voces transgresoras’ nace de compartir muchas lecturas, visionados, revisiones, impresiones y navegar por distintos momentos clave desde tiempos lejanos hasta el estallido de Stonewall, cuestionando también aspectos como el eurocentrismo o la colonización cultural. Una apuesta en la que esperamos se embarquen numerosos lectorxs, ya que el viaje merece la pena.

Aclaración: este es un viaje tan apasionante como accidentado, ya que no tratamos de la cultura LGTB antes de Stonewall, sino de aquellos deslices en las subculturas y, también, en el canon que han ido haciendo florecer la herejía queer.

2022/10/07

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | ALESS GIBAJA COMPARTE LOS GRAVES INSULTOS HOMÓFOBOS QUE RECIBE POR REDES

Aless Gibaja comparte los graves insultos homófobos y amenazas que recibe por redes: "También soy humano y me duele mucho".
"No podemos vivir en 2022 con tanto odio. Tenemos que evolucionar, no involucionar", pidió.
20 Minutos, 2022-10-07
https://www.20minutos.es/noticia/5067065/0/aless-gibaja-comparte-los-graves-insultos-homofobos-que-recibe-por-redes-tambien-soy-humano-y-me-duele-mucho/

Las redes sociales tienen diferentes lecturas. Desde los beneficios de la comunicación que se le puede sacar hasta la toxicidad y la impunidad que ofrecen a algunos usuarios. Por ello, no son pocas las ‘celebrities’ que denuncian esta parte más dañina.

El último de ellos ha sido Aless Gibaja, que no suele pronunciarse sobre este tipo de asuntos. Sin embargo, tras recibir una gran ristra de comentarios homófobos, quiso denunciarlo públicamente.

"Desnutrido", "sidoso", "afeminado", "culo roto", "homosexual enfermo hijo de puta" o "te deseo la muerte" son los inadmisibles mensajes que le enviaron y le dejaron "en shock".

"¿Por qué tanto odio? Me da mucha pena ver este tipo de violencia y odio", ha asegurado en su publicación de Instagram. "Recibo muchos mensajes de este tipo y siempre me callo e ignoro ese tipo de cosas, y no se puede permitir".

"Mi bandera siempre fue la tolerancia, el respeto y la igualdad. La verdad es que con el tiempo me he hecho superfuerte como un iceberg, pero también soy humano y me duele mucho, pero más me duele pensar que miles de personitas estén sufriendo diariamente por este tipo de barbaridades", ha reflexionado.

"Por favor, no podemos vivir en pleno 2022 con tanto odio... Vive y deja vivir. Tenemos que evolucionar, no involucionar", ha pedido. "Nunca dejéis de ser vosotros mismos por este tipo de injusticias. ¡Stop violencia, stop homofobia’".

2022/07/14

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | HACE 25 AÑOS QUE ANDREW CUNANAN ASESINÓ A GIANNI VERSACE: ¿POR QUÉ LO HIZO?

Hace 25 años que Andrew Cunanan asesinó a Gianni Versace: ¿Por qué lo hizo?
Tras la muerte de Gianni Versace se llegó a señalar a la mafia calabresa, pero luego se descartó. Antes de matar al diseñador, Andrew Cunnanan había matado a otros tres hombres.
Rafael Muñoz | RTVE, 2022-07-14
https://www.rtve.es/television/20220714/muerte-gianni-versace-asesino-andrew-cunnanan-testamento/2388298.shtml 

Tenía por costumbre madrugar, salir a comprar la prensa y desayunar rodeado de periódicos y revistas. Ese día no iba a ser una excepción, pero Gianni Versace no pudo completar su ritual matutino. Por muy poco. Compró la prensa y al llegar casa metió la llave en la cerradura, pero no puedo entrar. Dos tiros certeros acabaron con su vida. El diseñador murió el 15 de julio de 1997 a las 8:40 horas a las puertas de Casa Casuarina: la sangre tiñó de rojo las escaleras de la mansión y luego el negro tiñó de luto el mundo de la moda. ¿Quién era el asesino? ¿Qué relación había entre ellos? Los primeros que vieron el cuerpo sin vida de Gianni Versace fueron su novio, Antonio D'Amico, y un empleado de la casa, el cocinero Charles Podesta. Luego llegó la policía y empezó con la investigación. Merisha Colakovic, la única persona que lo vio todo, dijo a los agentes que había sido un hombre que llevaba camiseta, pantalón corto, zapatillas, gorra y mochila al hombro. Así iba vestido Andrew Cunnanan, que tras matar a Gianani Versace se fue caminando por Ocean Drive. ¿Por qué lo hizo? Los agentes le localizaron en una casa flotante y él, acorralado y sin salida, tardó cuatro horas en tomar una decisión: pegarse un tiro en la cabeza con la misma pistola que había matado antes.

Andrew Cunnanan mató antes a tres hombres

El FBI habló con todo el entorno de Cunnanan y descubrieron que no era su primer asesinato, pues meses atrás había matado a tres hombres: en Minesotta asesinó a Jeffrey Trail, un ex oficial de la marina norteamericana, machacando su cabeza a martillazos; en Chicago mató a Lee Miglin, un empresario de 72 años que estaba locamente enamorado de él; y luego asesinó a un policía para robarle una furgoneta e ir a Miami. También se descubrió que Andrew conoció a Gianni Versace en una discoteca gay y que se obsesionó con él, aunque otra versión dice que en realidad estaba obsesionado con un amante del diseñador. La teoría de que se trataba un ajuste de cuentas de la mafia calabresa hizo correr ríos de tinta, pero nunca llegó a probarse.

Andrew Cunanan había nacido en National City, San Diego. Era el pequeño de cuatro hermanos, su madre, italiana, era ama de casa y su padre, filipino, era un corredor de bolsa que casi termina en la cárcel por malversación de fondos, aunque huyó a Filipinas y Andrew no lo volvió a ver. Su vida quedó a cargo de su madre, que no aceptó que su hijo pequeño fuera homosexual y lo echó de casa. El joven se fue a San Francisco y se ganó la vida como prostituto, seduciendo a hombres mayores con dinero y con miedo a que se conocieran sus gustos sexuales.

El testamento de Gianni Versace

La muerte del diseñador, una estrella de la moda, conmocionó al mundo y su funeral impactó de manera extraordinaria. Todos estaban rotos por el dolor, tanto su familia y su pareja como los amigos, entre los que estaban Diana de Gales, Elton John, Sting, Caroline Bessette Kennedy, Valentino, Giorgio Armani, Gianfranco Ferré y Karl Lagerfeld. Junto a ellos las estrellas de la pasarela: Naomi Campbell, Valeria Mazza, Eva Herzigova y Carla Bruni, todas vestidas de negro. Ellas, las diosas del olimpo que creó el diseñador, se hicieron humanas.

Un año antes de morir asesinado, Gianni Versace miró a la muerte cara a cara, cuando le diagnosticaron un cáncer de oído. Por eso hizo testamento. Él tenía el 50% de la sociedad, Santo Versace tenía el 30% y Donatella Versace poseía el 20%, y el diseñador nombró a su sobrina Allegra heredera del 50 por ciento de todos sus bienes y dejó a su sobrino Daniel su colección de arte, con obras de Dalí y Picasso. En el documento no citó a sus hermanos Santo y Donatella.

Gianni era un niño cuando ya hacía dibujos un tanto eróticos en el colegio, imágenes de mujeres poderosas y endiosadas que, años más tarde, vestiría en las pasarelas y revistas de todo el planeta. Empezó ayudando a su madre en las labores de costura y no tardó en hacerle ropa a Donatella. En los años 70 trabajó en firmas como Genny y Callaghan y en 1978 inició su carrera en solitario y abrió su primera tienda en Via de la Spiga, en Milán. Allí nació la Medusa, fuerte y seductora, tanto como para conquistar la moda, el cine y la música. “Quiero crear vestidos que toda mujer desearía tener: sexis y llamativos”, decía. En 1989 lanzó su primera colección de alta costura y luego llegó Versus, una línea joven y más económica que capitaneaba Donatella. Gianni Versace era barroco, excéntrico y maximalista. Su lema era 'más es más' y disfrutaba inventando vestidos sexis que tapaban poco y destapaban mucho. La leyenda cuenta que le dijo a Giorgio Armani "Vedi, tu vesti le donne eleganti e un po' suorine, io le zoccole” / "Mira, tu vistes a las mujeres elegantes y un poco monjas, yo visto a las prostitutas".

La Medusa de Versace, en apuros
Tras la muerte, Donatella tomó las riendas de la casa, y durante años batalló por mantenerla a flote y, a la vez, peleaba por salvar a su hija de la anorexia. La ausencia de Gianni hizo mucho daño a la firma, que atravesó momentos muy difíciles: se cerraron tiendas, se vendieron algunas mansiones, se dejó de hacer alta costura... Pero a pesar de todo Donatella Versace aguantó y se negó a vender la firma a un gran grupo fuerte. En 2011 la medusa volvió a brillar, y todo gracias a la colaboración que hizo con H&M. El éxito de ventas hizo renacer la casa, las cosas cambiaron y, entre otras cosas, se volvió al calendario de la alta costura de París.

En estos años Versace es sinónimo de éxito, es una de las firmas más potentes y Donatella sabe capear los temporales echando mano de su agenda: ya sea llamando a Jennifer López, reuniendo a las diosas de su hermano en la pasarela -logró que Cindy Crawford, Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Carla Bruni y Helena Christensen desfilaran en el 20 aniversario de la muerte de su hermano- o haciendo colaboraciones de lujo con la competencia, como Fendace (Fendi+Versace). Gianni murió hace 25 años y su recuerdo sigue muy vivo. Los restos del diseñador reposan en el cementerio de Moltrasio, casi bañados por las aguas del lago Como.

2022/07/10

DOCUMENTACIÓN | OFENSIVAS | CUANDO SER HOMOSEXUAL SE CONSIDERA(BA) UNA ENFERMEDAD: LA HISTORIA TRAS SU DESPATOLOGIZACIÓN

Huffpost / Orgullo en Nueva York, 1989-06-25 //

Cuando ser gay se considera(ba) una enfermedad: la historia tras su despatologización.

Tantos años de criminalización y patologización dan como resultado un estigma que aún pervive. A los activistas LGTBI de entonces hay que agradecerles los logros de hoy.
Marina Velasco | Huffpost, 2022-07-10
https://www.huffingtonpost.es/entry/cuando-ser-gay-se-consideraba-una-enfermedad-la-historia-tras-su-despatologizacion_es_62c80257e4b0aa392d3d9ac4

En una época no muy lejana, los manuales de psiquiatría por antonomasia clasificaban la homosexualidad como una “perturbación sociopática de la personalidad”, como una “desviación sexual”. En una época no muy lejana, si eras gay la iglesia te consideraba pecador, el Gobierno te consideraba un criminal y los psiquiatras te veían como un enfermo. Y así, atrapadas por una triple opresión –reconvertida después en estigma–, sobrevivían como podían las personas LGTBIQ+, ya fuera desde el ocultamiento y la negación o, al contrario, desde la reivindicación y el activismo.

Fueron las y los activistas quienes consiguieron que en 1973 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) retirara de su Manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM) la homosexualidad, tras una larga lucha del colectivo LGTBI, narrada en el documental Cured, de Patrick Sammon y Bennett Singer. Estaban hartos de oír a psiquiatras como Charles Socarides decir que “no puede haber gais felices” y que la homosexualidad debía tratarse “como la epilepsia o el alcoholismo”; estaban hartos de ser expulsados de su trabajo porque a sus jefes les llegaban “informaciones” sobre su orientación sexual; estaban hartos de enfrentarse al encierro en instituciones mentales, donde la “terapia” recibida podía ser verbal, pero también por medio de ‘electroshock’ y lobotomías.

A finales de los 60, algo empezó a cambiar en todo el mundo: el mayo francés del 68, las protestas contra la guerra de Vietnam, los disturbios de Stonewall en Estados Unidos. Los activistas LGTBI –aún sin ese nombre– se movilizaron como nunca, centrando sus esfuerzos en que la APA dejara de incluir la homosexualidad en la ‘Biblia’ de la psiquiatría. Se propusieron encontrar a un psiquiatra homosexual que reconociera su condición ante el resto de sus compañeros, mostrándoles que no estaba enfermo. Y dieron con él. Se llamaba John Fryer, aunque ante sus colegas, en la Convención de la APA de Dallas en 1972, se presentó como el Doctor H. Anónimo, oculto tras una máscara y una peluca negra y rizada.

Fryer, que había vivido en sus propias carnes la discriminación laboral por ser gay, enumeró todo aquello que podía “perder” una persona en su vida por ser homosexual: “Tal vez no se nos considere para una cátedra, [...] dejen de enviarnos a los pacientes [o] nos exijan que pidamos una excedencia para dejar de trabajar”. “Sin embargo, corremos un riesgo aún mayor al no vivir nuestra humanidad plenamente”, lanzó. “Esta es la mayor pérdida, nuestra humanidad honesta”, dijo.

John Fryer no convenció a todos sus compañeros psiquiatras –y por supuesto tampoco a toda la población–, pero sí a una mayoría. En 1973, el DSM dejó de incluir la homosexualidad como una enfermedad. Y esa primera victoria supo a gloria. De algún modo, el colectivo había “vencido a esos señores” psiquiatras que iban en su contra, explica a El HuffPost Santiago Peidro, doctor en Psicología y profesor en la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Pero, sobre todo, “fue importante para la población en general, que cuando escucha que algo es una enfermedad, lo reproduce”, indica Peidro.

La Organización Mundial de la Salud tardó algo más en dar este paso, y hubo que esperar hasta el 17 de mayo de 1990 –hoy Día Internacional contra la LGTBIfobia– para que el organismo sacara la homosexualidad de su Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud (CIE).

Pero una cosa es que se pronuncien los organismos de la salud y otra es que las leyes cambien. Retomando el caso de Estados Unidos, hasta el año 2003 no se legalizó a nivel federal las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo. Todavía hoy, en alrededor de 70 países se sigue considerando un delito las relaciones entre personas del mismo género.

¿Y en España?
Cuando nació Mili Hernández (Madrid, 1959) existía en España la llamada Ley de vagos y maleantes, con la que la dictadura franquista criminalizaba a los homosexuales dentro de una categoría en la que incluía a “rufianes”, “proxenetas” y explotadores de menores.

Hernández, hoy dueña de la mítica librería Berkana, especializada en literatura LGTBI, no sabía lo que esa ley podía suponer en su vida porque, de hecho, ni siquiera era consciente por aquel entonces de que ella misma era lesbiana.

“Tenía 16 años cuando murió Franco, estaba en plena adolescencia”, recuerda Hernández. “Desde muy pequeñita, desde los 11 años, yo ya sabía que algo me pasaba, me costaba encontrar mi sitio, sentía que era diferente, pero no sabía ponerle nombre”, reconoce la librera y editora. Por fin pudo nombrarlo pasados los 18, con la democracia ya incipiente. “Entendí que lo que me pasaba era que me gustaban las mujeres, que no me gustaban los chicos”, resume.

Y aunque Hernández tampoco era consciente de que la OMS catalogaba aún la homosexualidad como enfermedad mental, sí sabía que ser lesbiana “era algo malo, que estaba fuera de la norma”. “Vivíamos en un país muy en blanco y negro, muy heteropatriarcal. Los padres ya tenían la idea de que sus hijas estudiaran, pero la función principal de las mujeres seguía siendo casarse y tener hijos”, cuenta. “En aquel entonces había dos canales en la televisión, y de la homosexualidad no hablaban. Tampoco en los colegios, tampoco en las familias”, dice.

En su adolescencia más tardía, empezaron a filtrarse otros colores. “Se oían cosas como ‘Mari Trini es lesbiana’, ‘Martina Navrátilová es lesbiana’”, recuerda Hernández. “Yo sabía que Lorca era gay, pero de mujeres no tenía ni idea. Supe ponerle nombre a qué me pasaba cuando encontré algún referente con el que sentirme identificada”, relata.

Reconoce Hernández que en algún momento sí pensó que “quizás tenía que ir al psicólogo” en busca de ayuda emocional. Pero hasta para eso España era un lugar hostil en aquel entonces. “Al psicólogo sólo iban quienes estaban muy muy mal, muy tarados, como decían entonces”, reflexiona.

Más adelante, Hernández se enteraría de que “muchas personas gais, lesbianas y trans” en su época fueron sometidas a “terapias completamente equivocadas de psiquiatras muy retrógrados, adscritos al régimen franquista”, dice.

El psicólogo argentino Santiago Peidro sostiene que esa corriente de psiquiatras que aseguraba que podía ‘curar’ la homosexualidad, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX y en la primera del XX, existía movida por una serie de “intereses”. “Cuando la psiquiatría del siglo XIX se apropia de todos los asuntos relacionados con la sexualidad, comienza a tomarlo como una patología, un desvío respecto a la norma, y empieza a considerarse como una enfermedad del instinto sexual”, señala.

Primero los psiquiatras pensaron que había un “problema físico en el cerebro”; luego vieron que todo estaba normal ahí, que no servía de nada “abrir las cabezas y revisar”. Empezaron entonces a pensar que “todo se debía al instinto sexual”, que a priori debía estar “preconfigurado”, según sus ideas, para que el hombre se sintiera atraído por la mujer, y viceversa.

“Este discurso encontró un límite en Freud”, afirma Santiago Peidro. Sigmund Freud (1856-1939) entiende que no existe ese instinto “innato”, “preconfigurado”, y que no hay nada malo en ser homosexual. Paradójicamente, muchos psiquiatras blandieron después teorías de Freud con la intención de ‘curar’ la homosexualidad, pese a que el propio Freud nunca lo consideró una enfermedad. Los psiquiatras, recuerda Peidro, están “inevitablemente atravesados por prejuicios morales, por sus propias religiones y por sus historias familiares”.

De la patologización y la criminalización a las ‘terapias de conversión’
Igual que el fin de la dictadura franquista no supuso el final de la represión del colectivo en España, el pronunciamiento de los psiquiatras de la APA y de la OMS tampoco acabó en su momento con el estigma asociado a las personas LGTBI en el mundo. En absoluto.

“El proceso no culminó ahí”, explica Alberto de Belaunde, representante de la organización OutRight International por los derechos LGTBQ+. OutRight International publicó en 2019 un informe pionero sobre el alcance de las conocidas como terapias de conversión, en el que concluyó que estas se llevan a cabo, de una u otra manera, en los cinco continentes del mundo. “Está muy extendido incluso en países como España, donde hay un importante reconocimiento de los derechos de las personas LGTB”, señala este abogado y activista peruano.

Saúl Castro, abogado gallego y autor de 'Ni enfermos ni pecadores' (Ediciones B), explica que, bajo el paraguas de esas “terapias de conversión”, cabe cualquier intervención que busca “modificar o eliminar la orientación sexual, la identidad o la expresión de género de una persona”. En 'Ni enfermos ni pecadores', Castro ha documentado la existencia, incidencia y alcance de estas prácticas en España.

Las “mal llamadas terapias de conversión” perpetúan “esa idea antigua de la psiquiatría” según la cual “la orientación sexual, la identidad o la expresión de género de una persona pueden suprimirse o cambiarse siguiendo determinadas prácticas”, afirma De Belaunde.

Quienes las promueven y practican obvian dos aspectos fundamentales: el primero es que la ciencia ya ha desmentido esas pseudoteorías de que la orientación sexual se puede ‘curar’; el segundo y, quizás, más importante, es el daño que generan en las víctimas: en su autoestima, en su salud mental e incluso en su deseo sexual.

Estas pseudoterapias ya no toman tanto la forma del ‘electroshock’ –aunque esto sigue produciéndose en determinados países–, sino que tienden a adquirir otras manifestaciones: “Terapia psicoanalítica, prescripción de determinadas pastillas para eliminar la libido de las personas, a través de charlas, talleres sociales, ritos llevados a cabo por líderes religiosos…”, enumera Alberto de Belaunde.

Uno de los problemas que advierte OutRight International para detectar y denunciar estas prácticas es, precisamente, la facilidad con la que pasan desapercibidas por camuflarse como coaching o charlas de identidad, sobre todo en contextos religiosos o sociales. “No existe una conciencia general sobre ellas, de modo que muchas víctimas o sobrevivientes no reconocen que lo que sufrieron cae dentro de este concepto”, sostiene el representante de la organización.

Iván León, víctima de terapia de conversión y autor de '¡Oh feliz culpa!' (Egales), tampoco fue consciente en un primer momento de que las charlas a las que acudía en la Diócesis de Alcalá de Henares (Madrid) eran lo que realmente eran. Llegado un momento, quienes impartían esos ‘talleres’ empezaron a “vincula[r] la homosexualidad con la pederastia, incluso con la pederastia en la Iglesia, lo que achacaban a los sacerdotes homosexuales. También hacían vinculación con la zoofilia”, explica León en una entrevista con El HuffPost. Este discurso fue lo que le hizo darse cuenta.

“Sin duda, la religión es uno de los factores que explican por qué todavía existe el nivel de intolerancia que conocemos hacia la comunidad LGTBI”, sostiene Alberto de Belaunde. El abogado y activista considera fundamental que se impliquen “no sólo la comunidad LGTB y los legisladores, sino también los profesionales de la salud mental, y por supuesto también líderes sociales y religiosos, especialmente de aquellas iglesias o aquellos credos que tradicionalmente han cumplido un rol en la valoración social negativa de las personas LGTB”.

Recientemente, el Gobierno de España aprobó el anteproyecto de la Ley Trans, que entre otras cosas prohíbe las “terapias de conversión”. Saúl Castro defiende que la mera prohibición no erradica estas prácticas, y que para poder perseguirlas realmente habría que incluir un delito específico sobre las mismas en el Código Penal.

La organización OutRight International alude a tres elementos “fundamentales” para acabar con estas prácticas: un enfoque preventivo que genere conciencia entre la población; la existencia de “canales de denuncia efectivos que eviten la revictimización”; y garantizar a las víctimas el acceso a servicios de salud para superar el trauma vivido.

De manera transversal a todo lo anterior, hay que “asegurar políticas educativas que ayuden a vencer los estigmas en la sociedad”, añade De Belaunde. “Mientras exista sexismo, homofobia y transfobia, lamentablemente estas prácticas van a aparecer. Porque son resultado de la discriminación y la intolerancia contra la comunidad LGTB+”, advierte. Por eso son tan importantes las fechas, las banderas y las reivindicaciones del Orgullo que se celebra estos días.

No hace falta mirar tan atrás...
Si bien la homosexualidad desapareció como enfermedad mental de los manuales del DSM y el CIE en 1974 y 1990 respectivamente, la “orientación sexual egodistónica” –cuando una persona siente una atracción que no se corresponde con lo que entiende por ideal y le genera ansiedad– siguió incluida como categoría de diagnóstico para la OMS hasta 2019.

Hubo que esperar también hasta entonces para que la Organización Mundial de la Salud dejara de considerar la transexualidad como trastorno mental. En su última Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), la transexualidad pasó a formar parte de la categoría “condiciones relativas a la salud sexual”, saliendo del capítulo dedicado a “trastornos de la personalidad y el comportamiento”.

2022/07/09

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | LA DURA HISTORIA DE AARON LEE, UN VIOLINISTA ENCERRADO POR SU FAMILIA POR SER GAY

Pronto / Aaron Lee //

La dura historia de un violinista encerrado por su familia por ser gay.

Se llama Aaron Lee, nació en Madrid y sus padres son músicos coreanos que no aceptaron su homosexualidad.
Pronto, 2022-07-09
https://www.pronto.es/noticias-del-corazon/noticias-emotivas/dura-historia-violinista-encerrado-familia-gay-42515.html 

En la semana del Orgullo, que reivindica los derechos de las personas LGTBI, la historia de Aaron Lee nos ayuda a comprender lo que supone ser homosexual en determinados países y, todavía, en algunas familias.

Aaron Lee, nacido en Madrid en 1988, es hijo de un director de orquesta, que es pastor de una iglesia evangélica, y de una pianista surcoreanos.

A los 4 años, empezó a tocar el piano y, a los 9, el violín. Todo en su familia era perfecto. Hasta que, a los 16 años, se dio cuenta de que le gustaba un chico, descubriendo así su homosexualidad.

Una noche, su padre le comentó que en la factura telefónica había un número repetido muchas veces. "¿Se trata de una chica? Sea lo que sea, tu madre y yo estaremos a tu lado", le dijo.

El joven Aaron interpretó esa frase como una invitación a declarar su condición sexual. Y lo hizo. Aquel fue el inicio de su infierno, con amenazas, golpes e insultos por parte de su padre, que no aceptaba un hijo gay.

Después de someterse a "terapias de conversión" y sufrir malos tratos físicos y psicológicos, su padre le dijo que iba a llevarle a estudiar con la mejor violinista de Seúl. Fue un engaño. Lo que hizo fue encerrarlo en una isla, en la celda de una iglesia, incomunicado, hasta que cambiara.

Aaron sólo pensaba en escapar, pero cada vez que lo intentaba recibía más palizas. Al cabo de un tiempo, cambió de estrategia y, un día, les anunció a sus padres que ya no era gay.

De tocar en la calle a la Orquesta Nacional
Después regresó con su familia a Madrid y, al poco tiempo, se desencadenó el episodio final porque su padre descubrió discos y material que le delataron de nuevo. Entonces, y sin contemplaciones, le echaron de casa. Tenía 18 años.

Con sus ahorros de 700 euros, se quedó solo en Madrid. Para sobrevivir hacía bolos musicales, trabajó de camarero, doblando ropa en una tienda y tenía 30 euros mensuales para comida. Hasta que, un día, Aaron se atrevió a tocar en la calle y recaudó 120.

Cuando cumplió 20 años, consiguió ser el músico más joven en entrar en la Orquesta Nacional de España, donde estuvo seis años. Lo dejó porque sintió que su pasión se volvía rutina.

Hoy, toca como solista, se define como emprendedor social, tiene inversiones inmobiliarias, ha escrito su autobiografía, "Yo soy el que soy" (Letrame), ha creado la Fundación Arte que Alimenta, para proteger a los adolescentes LGTBI, a mujeres maltratadas y niños en situación de riesgo, e investiga la música española de los siglos XIX y XX.

Todo lo ha conseguido contra viento y marea y habiendo sido capaz de perdonar a sus padres. "Nunca he sido rencoroso. No comparto las cosas que hacen ni su forma de comprender la vida. Lo que sí hago es preguntarme qué habrá detrás para que respondan de esta manera tan dura", comenta con una serenidad sorprendente.
 
Y TAMBIÉN...
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Secuestrado y torturado por su familia: historia de Aaron Lee, un prodigio del violín español.

Aaron Lee fue el integrante más joven de la Orquesta Nacional, adonde logró llegar después de vivir un infierno personal que se desató al declarar su homosexualidad. Una dura historia con música clásica y una pincelada almodovariana.
Ulises Fuente | La Razón, 2020-10-21
https://www.larazon.es/cultura/20201021/gkpvfmrawrehxbvvnuqofzjnju.html
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Homofobia y tortura: Aaron Lee saca a escena su infierno personal.

El músico, castigado por su padre por ser homosexual, actúa con su violín en la obra ‘Yo soy el que soy’, que relata su biografía y echa el cierre a la sala Pavón Kamikaze.
El País, 2021-01-11
https://elpais.com/cultura/2021-01-11/homofobia-y-tortura-aaron-lee-saca-a-escena-su-infierno-personal.html

2022/07/07

LIBROS | García-Mauriño Múzquiz, Javier | Picospardo's

García-Mauriño Múzquiz, Javier (2021) [07-01]. Picospardo’s. Madrid: Sial Pigmalión.

[.es] En 1993 el comité del Premio Lope de Vega declaró ganador a Javier García-Mauriño Múzquiz, y en aquel momento arrancó una historia de teatro que dura hasta hoy día. Ya que han pasado casi treinta años desde que fuera premiada, la obra merece una investigación crítica de su relevancia en el teatro español de la época y una revisión del impacto de haber llevado el tema de la homosexualidad a las tablas. Asimismo, lo que el lector tiene entre sus manos ahora es una reexaminación de una obra teatral que bajo la pluma de un dramaturgo revela de manera mimética un momento de transición social y política en España.

García-Mauriño escribió ‘Picospardo’s’ a principios de los noventa, basándose en un guion de cine original previo titulado de la misma manera, en el cual trabajó entre 1987 y 1988. Como trasfondo, está viviendo aún en un ámbito político perplejo. No hay una manera definitiva de establecer en qué momento finaliza la transición del país, no se puede especificar si ha terminado un periodo de ajustes, y en la trama en ‘Picospardo’s’ el autor pone el reflector en otra transición social tan silenciosa como imparable. Va más allá de mostrarnos los efectos que un accidente tiene en la vida de los personajes, los cuales son piezas sueltas de un rompecabezas que no será armado sino hasta el momento en que se revela el elemento en común que los une.

Javier García-Mauriño Múzquiz (Madrid, 1948) es autor teatral y guionista cinematográfico. Licenciado en Ciencias de la Información (rama Imagen). Sus cortometrajes son premiados en Madrid, Calviá, Málaga, Huesca y Alcalá de Henares. Premio SIMO de periodismo 1983. Guionista de Radio Exterior de España. Trabaja para Filmoteca Española. En 1987 dirige el Festival de Cine de Huesca. Realiza labores de supervisión lingüística, doblaje y subtitulado para TVE y Canal Plus. Formó parte de la Junta de Calificación de Películas del Ministerio de Cultura. Coguionista de largometrajes dirigidos por Fernando Huertas, Fernando Fernán-Gómez y José García Hernández. En 1994 obtiene el Premio Lope de Vega de teatro 1993, con su obra ‘Picospardo’s’. Cuenta en su haber con numerosos estrenos teatrales y distintas publicaciones. En 2020 inicia su relación con la editorial Sial Pigmalión con la publicación de ‘Monólogos’ y la participación en la obra colectiva ‘Puro teatro’.

2022/06/29

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | EN 1981 SE CELEBRÓ EN VIGO LA PRIMERA MARCHA GALLEGA POR LA LIBERACIÓN SEXUAL

Los 41 años de Orgullo en la ciudad.
Vigo fue la urbe gallega que acogió la primera marcha en defensa del amor libre y la liberación sexual en 1981. Fue secundada por decenas de asociaciones y sindicatos.
Carolina Sertal | Faro de Vigo, 2022-06-29

Era el año 1981 y se cumplía el decimosegundo aniversario de las revueltas protagonizadas por la comunidad gay, lésbica y trans en Nueva York, que un 28 de junio de 1969 dijeron " ¡basta! " tras la redada y la represión policial en el local Stonewall Inn de Greenweech Village. La mecha de aquella rebelión que ya no tendría marcha atrás llegaba algo más tarde a Galicia que al resto de España, puesto que en el año 1977 se había celebrado por primera vez en el territorio nacional una marcha a favor de los derechos de las personas homosexuales. Tuvo lugar en Barcelona y logró congregar a unas 4.000 personas que fueron disueltas por los grises.

Si bien fue Vigo la que acogió la primera manifestación "gay" en la comunidad gallega, previamente, en el año 1980 ya había tenido lugar una tímida movilización en la ciudad de A Coruña. Sin desfile y sin hacer mucho ruido, concentró a muy poca gente. El movimiento LGTBI en Galicia empezaba a despertarse, aunque la población todavía seguía sufriendo los estigmas de una sociedad que aún asimilaba el inicio de la España moderna, tras haber superado la Transición.

"Mañana, manifestación gay". Así rezaba el titular de la noticia publicada en FARO que anunciaba una gran manifestación en la ciudad de Vigo con salida de la Praza de Portugal a las 12.30 horas. La previa también recogía que, tras la marcha de "lucha por la liberación sexual", se llevaría a cabo una fiesta-romería popular en el Parque de Castrelos a partir de las 14.30 horas, en la que habría puestos de bebidas, bocadillos, música, teatro y más actividades.

En la noticia publicada en la prensa local, se destacaba que aquel "Día Internacional do Orgullo Gay, que sus responsables consideran como una jornada de lucha por la liberación sexual está organizado por la Coordinadora de Colectivos Gays de Galicia, que se formó aproximadamente hace un año y un mes, a raíz de unas jornadas sobre la sexualidad. Después de esa fecha se concluyó un manifiesto, que fue presentando en el Colegio Médico de Santiago y que contenía la opinión de los redactores sobre el por qué de la represión de la sexualidad".

Por otra parte, se ponía de relieve que se trataba de la primera manifestación de este tipo en Galicia y también que contaba con el apoyo de diferentes colectivos, organizaciones y movimientos que se sentían identificados con “estos temas”.

En concreto, el evento celebrado en la ciudad fue secundado por las asociaciones de vecinos Casco Viejo, Vigo Oeste y Cultural de Vigo, así como por Zona Aberta, de A Coruña, y Colectivo polas Libertades de A Coruña y Vigo; además de contar con el apoyo de Asamblea de Traballadores en Paro de Vigo y de los partidos políticos PSdeG-PSOE, PCG, MCG y LCR, del Sindicato Nacional de CC.OO y de las organizaciones feministas Coordinadora Feminista de Vigo y Asociación Galega de A Coruña. También contó con la participación de la UPG, AN-PG y de Unión de Mocedades Galegas.

En la rueda de presentación de aquella marcha en la ciudad olívica quedó patente la situación de la discriminación y opresión que vivía el colectivo en la época, puesto que la Coordinadora de Colectivos Gays de Galicia aprovechó la ocasión para mostrar su profundo rechazo y desacuerdo con las penas que habían sido impuestas a dos marineros de Ferrol por mantener relaciones sexuales.

En concreto, uno de ellos debería cumplir 16 meses de condena y otro 14 meses, lo que deja constancia de la cruda etapa que atravesaba la comunidad LGTBI.

Asimismo, la organización de la manifestación también insistió en su oposición a los planes del Gobierno de U.C.D. para aprobar un Código Penal, en su opinión reaccionario, al considerar que era “una auténtica amenaza para las personas homosexuales”, puesto que según señalaban en aquella rueda de prensa, la normativa se basaba en que “la Organización Mundial de la Salud considera la homosexualidad como un mal”, por lo que “U.C.D. penaliza este tipo de relaciones”.

Han pasado 41 años desde que Vigo abanderó la lucha por el amor libre y la liberación sexual y, a pesar de que se ha ganado terreno en materia de derechos y libertades, lo cierto es que todavía queda mucho camino por recorrer ante el auge de los discursos de odio, principalmente alimentados por la extrema derecha, y las agresiones que no dejan de sucederse contra personas de distinta orientación sexual o identidad de género.


Memorias de la primera manifestación LGTBI en Galicia: 41 años de Orgullo.
Vigo fue la ciudad gallega que acogió la primera marcha en defensa del amor libre y la liberación sexual.
Carolina Sertal | Faro de Vigo, 2022-06-28 ***
https://www.farodevigo.es/gran-vigo/2022/06/28/memorias-primera-manifestacion-lgtbi-galicia-67741326.html

2022/06/25

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | NI OTAN, NI REAGAN, NI PAPA QUE NOS BENDIGA

Ni OTAN, ni Reagan, ni Papa que nos bendiga.
Andrea Momoitio · Periodista en 'Pikara'. Autora de 'Lunática' | Público, 2022-06-25

https://blogs.publico.es/otrasmiradas/61112/ni-otan-ni-reagan-ni-papa-que-nos-bendiga/ 

EHGAM [Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua] lleva dando caña desde los años setenta. Un encuentro casual en la feria Durango fue la semillita para organizarse y el contexto sociopolítico les marcó los primeros objetivos de su agenda. En junio de 1977, en Barcelona, se celebraba la primera manifestación del Orgullo y en noviembre de ese mismo año, en Bilbao, la segunda. EHGAM, el Comité de Prostitutas de Cortes, el Comité de Apoyo a la COPEL, la Asamblea Feminista de Bizkaia y los primeros objetores de conciencia se organizaron en la Coordinadora de Marginados de Bilbao para pedir la abolición de Ley de Peligrosidad tras la muerte en prisión de María Isabel Gútierrez Velasco.

EHGAM sabía ya que la agenda del movimiento LGTBQI+, aunque entonces no lo nombrasen así, iba más allá de aquellas siglas y apostaron por moverse cerca de otras luchas. La diversidad de su agenda se vislumbra en los temas de los que se preocupan en los textos de ‘Gay Hotsa’, la revista que estuvieron publicando entre 1977 y 1995. En su primera portada, por ejemplo, denunciaban la situación de las y los presos sociales en las cárceles españolas. Trabajaron en la clandestinidad hasta 1983, tres años después de que Euskadiko Ezkerra, PCE y PSE-PSOE, gracias al trabajo previo de EHGAM en esa línea, presentasen en el Parlamento Vasco una proposición no de ley solicitando la legalización y reconocimiento de EHGAM y de ESAM [Emakumearen Sexual Askatasunaren Mugimendua]. Ese mismo año, por cierto, se reformó también el Código Penal para la despenalizar la operación de reasignación de sexo.

La revista ‘Gay Hotsa’ es una fuente muy poco explorada hasta ahora para conocer cuáles fueron las primeras demandas y acciones del movimiento LGTBQI+, pero, además, sirve también para entender en qué situación se encontraban las personas del colectivo. La sección de contactos da pistas, por ejemplo, para entender hasta qué punto era complicado entonces estar fuera del armario; a través de la publicidad podemos intuir qué bares de la ciudad eran los más concurridos y cuáles eran las primeras librerías y saunas; decenas de textos evidencia su preocupación por la lucha contra el VIH; sabemos también cuáles eran sus demandas de reconocimiento público, los cambios legislativos que exigían, a qué jornadas acudían o en qué debates andaban enredados y enredadas. En el Dipòsit Digital de Documents de la UAB encontramos muchos de ellos.

Hay tanto para explorar que es muy fácil encontrar joyitas.

El número 27 de la revista se editó entre abril y mayo de 1985. Es el número 27 y es de 20 páginas. En esa época ya ofrecían la posibilidad de suscribirse. Por 500 pesetas podías recibir la revista en cualquier punto de Andorra, España o Portugal y, por 1500 pesetas, en cualquier parte del mundo. Debía de llegar a otros territorios porque es habitual encontrar mensajes internacionales en la sección de contactos. Este, por ejemplo: "Estudiante norteamericano guapo, rubio, ojos azules, buen físico y masculino, quiere conocer a un muchacho español, guapo y no afeminado para establecer amistad". La dirección es de Lousiana (Estados Unidos).

Ese número, el número 27, la portada recoge una protesta.

En mayo de 1985, Ronald Reagan visitó España. El país había entrado en la OTAN en 1982, pero Felipe González, ganador de las elecciones ese mismo año, aseguraba estar en contra de la permanencia en la alianza. En 1984, cambió de postura y las calles protestaron por su engaño. En ese contexto, la visita de Reagan se encontró ante la oposición del pueblo. ‘El País’ publicaba entonces que en Madrid se manifestaron en contra de esa visita "decenas de miles de personas –500.000, según los organizadores, y 75.000, según la cifra dada por la dotación del helicóptero de la Policía Nacional que sobrevoló la zona–". En Bilbao, por supuesto, también se protestó. El 5 de mayo, jueves, estaba convocada una protesta por parte de movimientos sociales, sindicatos, partidos políticos. Eso sí, EHGAM puso a la protesta un aire un poco distinto. Imanol Álvarez, memoria viva del aquel EHGAM, estaba allí. No solo estaba allí sino que era el mismísimo Reagan. ¿Y quién era Nancy Reagan? Antonio Gracia José, conocido como Pierrot, uno de los más famosos transformistas de esa época.

Sí. Sí.

La protesta en Bilbao fue festiva. En un coche descapotable, vestidos para la ocasión, un Ronald Reagan y una Nancy Reagan paseaban por la ciudad. ¿El lema? El titular de este artículo: "Ni OTAN, ni Reagan, ni Papa que nos bendiga". Álvarez se acuerda "más o menos", de los disfraces que llevaba también el resto: "Matones con metralleta, animadoras con falditas y barba, y un Reagan, o sea yo, rejuveneciendo por momentos, ya que la incipiente lluvia me iba borrando las arrugas maquilladas. Nancy, o sea Pierrot, me dijo: "Oh, Ronald, ¡cada vez estás más joven! con un acento que ni Doña Croqueta". Iban en un coche, "un dos caballos descapotable", con la bandera de EEUU. Por su parte, Pierrot, que falleció en 2011, recordaba también la anécdota en su libro ‘Memorias trans: transexuales, travestis, transformistas’. Contaba, además, que a raíz de esa protesta y porque esos días presentaba uno nuevo espectáculo en Bilbao, el periódico ‘Egin’ le dedicó una página completa. El titular: "Pierrot. Espektakulo gay-an sarturiko catalán abertzalea" [Pierrot. El catalán ‘abertzale’ que llega al espectáculo gay].

En ese mismo número, el mismo Imanol Álvarez entrevista al mismo Pierrot. Le preguntaba, para acabar, que si quería decir algo más: "Sí. Que me gustaría que la próxima entrevista se publicara en la misma revista vuestra, pero a todo color y con 80 páginas, y que yo pudiera decirte que estoy haciendo el espectáculo que a mí me gustaría poder hacer ahora". Si esa entrevista se hizo, no la he encontrado. 
 

Y TAMBIÉN…
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Numerosos barrios de Madrid protestaron por el viaje de Reagan haciendo sonar cacerolas.
El País, 1985-05-06

2022/06/12

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | LOS AMORES DE CÉSAR MANRIQUE, DE PEPI GÓMEZ A PEPE DÁMASO

RTVE / César Manrique y Pepe Dámaso //

Los amores de César Manrique, de Pepi Gómez a Pepe Dámaso.

César Manrique tuvo dos grandes amores a lo largo de su vida, uno platónico y otro romántico.
RTVE, 2022-06-12
https://www.rtve.es/television/20220612/cesar-manriquez-amores-parejas-pepi-gomez-pepe-damaso/2367602.shtml 

La creatividad y el amor por cuanto y quienes le rodeaban estallaban a borbotones en el artista total que fue César Manrique. Con la honestidad y la valentía que supone ser siempre uno mismo, en su profesión y en su vida personal, este pintor y arquitecto de pasajes naturales, creador de ventanas al futuro, siempre buscó la forma de situarse bajo la luz de la celebración, al amparo del afecto profundo que daba y recibía.

Así lo describen quienes mejor lo conocieron. Más allá de una simple orientación sexual, el cariño y amor que profesaba el artista canario no tenía etiquetas. Pepe Dámaso, con quien Manrique vivió una intensa relación sentimental hasta el final de sus días, siempre defendió su derroche de amor.

Un amor que trasciende la amistad: Manrique y Dámaso
La suya fue una amistad profunda, de admiración mutua, de compañía y respeto. Una relación inquebrantable, primero epistolar, luego muy cercana, que los dos artistas mantuvieron juntos durante cerca de 40 años, y que da cuenta de su fortaleza.

Se conocieron en 1954, mientras Dámaso hacía el servicio militar en Madrid, en un encuentro que no fue casual. Dámaso fue a conocer al artista que inauguraba una exposición en la capital. En una entrevista concedida en la revista de arte Atlántica, narró aquel cruce de caminos, cómo Dámaso le confesó a Manrique que era gay y cómo César respondía diciéndole “serás amigo mío para toda la vida” e invitándolo a cenar.

Así se fraguó una amistad a la que siguieron un numeroso intercambio de cartas, viajes por el mundo, con un respeto a la creación del otro admirables y una manera de comprenderse que, a pesar de no ser pareja, trascendía a la amistad. Sin duda, desde lo más platónico de su vínculo, este fue uno de los grandes amores de la vida de Manrique, interrumpido de forma trágica en 1992, a consecuencia de un accidente de tráfico que truncó la vida del artista canario.

El otro gran amor de Manrique
Pero antes de conocer a ese gran amor, atravesó el corazón de César de manera muy profunda, a un nivel más elevado, romántico y lleno de tragedia. Durante 18 años, casi desde su juventud, Manrique compartió su vida con una mujer llamada Pepi Gómez. Una mujer bohemia, bien situada y de mentalidad abierta que le abrió las puertas de Madrid. Durante sus años de noviazgo, ella alimentó su libertad y su alegría de vivir.

Compartieron vivencias y amor en su famoso ático de la calle Covarrubias de la capital, una avanzada del buen gusto en la que celebraban fiestas únicas, al estilo de los actores de Hollywood. Pepi Gómez fue para Manrique un refugio de amor, impulso cultural, recreo festivo y singular en años grises.

“Pepi fue el único ser que me ha comprendido y que me amó como no me amó nadie. Era un ser con el que me pude comunicar durante 18 años de manera profunda y auténtica”, confiesa el propio Manrique en los audios de archivo que recoge ‘Utopía Manrique’ (2022), el documental que estrena este 12 de junio ‘Imprescindibles’.

El suyo fue un primer amor, una relación de descubrimiento que duró 18 años hasta que un cáncer acabó de forma repentina con la vida de Pepi. “Pensé que casi perdía el conocimiento y tuve que desbaratar mi casa de Madrid y cambiar absolutamente todo, hasta de lengua”, contaba el propio Manrique. Madrid se oscureció para él. Para superarlo y no mirar atrás, el artista se marchó a Nueva York, la ciudad en la que logró evadirse del dolor.

Y TAMBIÉN...
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Pepe Dámaso: "Entre César y yo no hubo homosexualidad".
Pablo Peñate / Diego F. Hernández | La Provincia, 2019-09-26
https://www.laprovincia.es/videos/cultura/2019/09/26/pepe-damaso-cesar-hubo-homosexualidad-8122745.html

2022/05/11

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | PREMIAN A JOHN FRYER POR SU CONTRIBUCIÓN AL MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS LGTBI

Al Día / John Fryer //

Un antiguo profesor de Temple es premiado por su contribución al movimiento de los derechos LGBTQ+.

El Dr. John Fryer era un profesor de Temple, cuyo discurso en la reunión de la Asociación Americana de Psiquiatría ayudó a eliminar la homosexualidad del DSM.
Emily Leopard-Davis | Al Día, 2022-05-11
https://aldianews.com/es/leadership/organizaciones/eliminar-los-gays-del-dsm 

El Dr. John Fryer fue homenajeado el 2 de mayo de 2022 en Filadelfia por su contribución al movimiento de los derechos LGBTQ+. Pronunció un discurso en la convención de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en 1972 como Dr. Henry Anonymous, que estaba a favor de eliminar la homosexualidad del DSM.

Filadelfia declaró el 2 de mayo Día del Dr. Fryer. Su antigua casa en 138 W. Walnut Lane fue designada como histórica, y se ha colocado un marcador histórico sobre él en la 13ª y Locust.

El Dr. Fryer nació en Winchester, Kentucky. Estudió en la Universidad de Transilvania y en la Universidad de Vanderbilt para estudiar medicina a finales de los años 50 y principios de los 60.

En esta época, la homosexualidad estaba clasificada como un trastorno en el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM), ya que se incluyó en 1952. Por ello, cualquiera que saliera del armario podía ser internado involuntariamente, despedido o perder la custodia de un hijo. Un grupo de activistas por los derechos de los homosexuales, liderado por Frank Kameny, hizo un piquete en las convenciones de la APA de 1970 y 1971 para conseguir que la APA eliminara la homosexualidad del DSM.

Un panel titulado "Psiquiatría: ¿Amigo o enemigo de los homosexuales? Un diálogo" se creó para la convención de 1972. El panel estaba compuesto originalmente por dos personas homosexuales y dos psiquiatras. Barbara Gittings pidió al Dr. Fryer que se uniera al panel después de que su compañera, Kay Tobin Lahusen, les sugiriera que incluyeran también a un psiquiatra gay. Al principio, el Dr. Fryer no quería dar la charla. Aceptó hacerlo después de unos meses de reflexión y de que le dijeran que podía darlo disfrazado. Además, Gittings le pagó el viaje a la conferencia con una subvención que había recibido.

El Dr. Fryer conocía el riesgo de estar fuera a nivel personal. Fue expulsado de su residencia en la Universidad de Pensilvania tras salir del armario con un amigo y fue despedido de su trabajo.

Pronunció un discurso como Dr. Henry Anonymous, llevando una máscara de Richard Nixon, una peluca rizada y un esmoquin tres tallas más grande. También utilizó un micrófono que cambiaba su voz. El Dr. Fryer comenzó su discurso diciendo: "Soy homosexual. Soy psiquiatra".

Al final de su discurso dijo: "Esta es la mayor pérdida, nuestra honesta humanidad, y esa pérdida lleva a todos los demás que nos rodean a perder también ese pedacito de su humanidad. Porque si se sintieran realmente cómodos con su propia homosexualidad, entonces podrían sentirse cómodos con la nuestra. Como psiquiatras homosexuales, por lo tanto, debemos usar nuestras habilidades y sabiduría para ayudar a todos ellos y a nosotros mismos a estar cómodos con ese pedacito de humanidad llamado homosexualidad."

La homosexualidad fue eliminada del DSM un año después del discurso del Dr. Fryer, en 1973.

La APA creó el premio John Fryer en su honor en 2005. El premio se otorga a quienes contribuyen "a mejorar la salud mental de las minorías sexuales".

El Dr. Fryer falleció en 2003 a la edad de 65 años.

Sus documentos, incluido su discurso de 1972, se conservan en la Sociedad Histórica de Pensilvania, la Biblioteca de Historia Americana de Filadelfia y uno de los mayores archivos de documentos históricos del país.

2022/05/05

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | ¿QUIÉN FUE EL PSIQUIATRA ENMASCARADO QUE IMPULSÓ UNA REVOLUCIÓN Y LUEGO 'DESAPARECIÓ'?

New York Times / John Fryer (d) en la asamblea de la APA de 1972 //

¿Quién fue el psiquiatra enmascarado que impulsó una revolución y luego ‘desapareció’?

En 1972, John Fryer arriesgó su carrera para decirle a sus colegas que las personas homosexuales no padecían enfermedades mentales. Su acción generó cambios en los sistemas legales, médicos y de justicia.
Ellen Barry | New York Times, 2022-05-05
https://www.nytimes.com/es/2022/05/05/espanol/psiquiatria-gay-fryer.html

Durante el segundo día de la convención anual de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por su sigla en inglés), en 1972, ocurrió algo extraordinario.

Mientras los psiquiatras reunidos, en su mayoría hombres blancos con trajes oscuros, ocupaban sus lugares en las innumerables sillas del salón Danés en el Hotel Adolphus de Dallas, una figura disfrazada se coló desde los pasillos del fondo. En el último momento, atravesó una cortina lateral y ocupó su lugar en la parte delantera de la sala.

El público contuvo la respiración. El aspecto del hombre era grotesco. Su rostro estaba cubierto por una máscara de goma de Richard Nixon y llevaba un esmoquin estridente que le quedaba muy grande y una peluca de cabello muy rizado. Pero la extravagancia de su atuendo perdió importancia cuando empezó a hablar.

“Soy homosexual”, comenzó. “Soy psiquiatra”.

Durante los siguientes diez minutos, el doctor Henry Anónimo (así había pedido que lo llamaran) describió el mundo secreto de los psiquiatras homosexuales. De manera oficial, no existían; la homosexualidad estaba catalogada como una enfermedad mental, por lo que reconocerla suponía la revocación de la licencia médica y perder la carrera. En 42 estados de Estados Unidos, la sodomía era un delito.

La realidad es que había muchos homosexuales en la APA, el organismo profesional más influyente de este ramo, afirmó el médico enmascarado. Pero vivían en la clandestinidad, ocultando cualquier rastro de su vida privada a sus colegas.

“Todos nosotros tenemos algo que perder”, continuó. “Tal vez no se nos considere para una cátedra, el analista que está en nuestra misma calle podría dejar de enviarnos a los pacientes que no puede atender o es posible que un supervisor nos exija que pidamos una licencia para ausentarnos”.

Esa era la concesión que había aceptado hacer en su vida el hombre enmascarado. Pero el precio era demasiado alto. Eso es lo que había ido a decirles.

“Sin embargo, corremos un riesgo aún mayor al no vivir nuestra humanidad plenamente”, dijo. “Esta es la mayor pérdida, nuestra humanidad honesta”.

Luego tomó asiento en medio de una gran ovación.

El discurso de 10 minutos, pronunciado el lunes 2 de mayo hace 50 años, fue un punto de inflexión en la historia de los derechos de las personas homosexuales. Al año siguiente, la APA anunció que revertiría su postura de casi un siglo y declaró que la homosexualidad no era un trastorno mental.

Es raro que los psiquiatras transformen la cultura que les rodea, pero eso fue lo que ocurrió en 1973.

Al eliminar el diagnóstico del Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (conocido como DSM, por su sigla en inglés), la psiquiatría eliminó el sustento jurídico de una variedad de prácticas discriminatorias como negar a las personas gay el derecho al empleo, la ciudadanía, la vivienda y la custodia de sus hijos; excluirlos del clero y del ejército y de la institución del matrimonio. Podía comenzar el largo proceso contra esas prácticas.

Cuando las personas gay fueran remitidas a una consulta de psiquiatría, ya no se les enviaría a “curarse” (inyectándoles hormonas, sometiéndolos a terapias aversivas o a psicoanálisis exhaustivo) sino que se les diría que, desde el punto de vista de la ciencia, no hay nada intrínsecamente malo en ellos.

Después de pronunciar su discurso, el hombre enmascarado, John Ercel Fryer, de 34 años, voló desde Dallas hasta su casa en Filadelfia y escribió en su diario sobre lo aterradora y profunda que había sido la experiencia.

“El día pasó, llegó y se fue y yo sigo vivo. Por primera vez, me he identificado con una fuerza afín a mí mismo”, escribió, en extractos incluidos en Cured, un documental de 2020.

Sin embargo, no le dijo a su madre que lo había hecho; tampoco a su hermana ni a su mejor amigo de la infancia. En 20 años solo le contó lo sucedido a muy pocas personas.

‘Sentí una gran libertad’
Fryer, quien murió en 2003 a los 65 años, destacaba por su tamaño (medía 1,80 metros y pesaba unos 140 kilos), por su inteligencia destellante y porque evidentemente era gay.

Betty Lollis, una amiga de Winchester, Kentucky, lo recordaba como el niño de cara redonda que llegó acompañado de su madre a su clase de segundo grado vistiendo un traje de marinero. Era un prodigio, afirmó, y también “un chico del que los demás se reían o se burlaban”.

Décadas después, algunos de sus compañeros de clase se disculparon con Fryer por la manera en que lo habían tratado. “Esas personas que fueron dolorosas para él también eran todo lo que tenía”, dijo. “Son sus amigos más queridos”.

Le fue muy bien en todas sus clases, se inscribió en la universidad a los 15 años y en la facultad de medicina a los 19. Pero, una y otra vez, su camino se vio obstaculizado cuando los supervisores se enteraban de que era gay.

El más difícil de estos contratiempos ocurrió en 1964. Se había trasladado al entorno más libre de la Costa Este estadounidense y llevaba unos meses de residencia en la Universidad de Pensilvania cuando bajó la guardia y durante una cena le dijo a un amigo de la familia que era gay.

El joven se lo comunicó de inmediato a su padre, que a su vez se lo comunicó al jefe de departamento de Penn, según contó Fryer en una entrevista de 2002 a la revista Journal of Gay and Lesbian Psychiatry. El director del departamento llamó a Fryer a su despacho y le dijo: “O renuncias o te despido”.

Fryer tuvo que realizar tareas humillantes durante años en un hospital psiquiátrico estatal, la única institución que lo aceptó, para poder completar su residencia. Después de eso, se enfrentó a un largo e incierto camino hacia la titularidad. Por estas razones, era poco atractivo salir del clóset, dijo en una entrevista realizada en 2001 para This American Life, gran parte de la cual no se ha publicado hasta ahora.

“Si decías que eras gay, era una manera de no tener ningún poder”, dijo. “Y yo quería ser poderoso. Así que ser un médico aparentemente heterosexual me permitió tener poder”.

En 1970, Frank Kameny, un astrónomo que había sido despedido del ejército por ser gay, dirigió un pequeño grupo de activistas por los derechos de las personas homosexuales para protestar contra la convención anual de la APA, exigiendo que se desclasificara el diagnóstico.

Fryer formaba parte de la “APA Gay”, un grupo en los márgenes de la asociación que se reunía en secreto, y vio con desagrado cómo los manifestantes irrumpían en las mesas redondas e interrumpían a los oradores. “Estaba avergonzado y deseaba que se callaran”, dijo.

Pero al año siguiente, Barbara Gittings, una de las activistas, se acercó a Fryer para pedirle ayuda.

Líderes más jóvenes y progresistas estaban ascendiendo en las filas de la APA y los activistas percibieron una oportunidad. Tuvieron una idea: en vez de protestar, podrían cambiar las cosas enfrentándose a los psiquiatras con uno de los suyos, un psiquiatra gay. Si pudieran encontrar a alguien que aceptara hacerlo.

“Mi primera reacción fue: De ningún modo”, recuerda Fryer. “No tenía nada seguro y no quería hacer nada que pusiera en peligro la posibilidad de conseguir un puesto de profesor en algún sitio. En ese momento, no había manera de lograrlo si revelaba mi identidad”.

Sin embargo, durante los meses siguientes, Gittings siguió insistiendo. Le contó a Fryer cómo se había acercado a una decena de colegas homosexuales y cada uno de ellos decía que no, que el riesgo era demasiado grande.

Esta reticencia molestó a Fryer. Y Gittings, como dijo él, continuó “subiendo la apuesta”. ¿Y si le pagaba el viaje a Dallas? ¿Y si llevaba un disfraz, para que nadie supiera que era él?

“Ella sembró en mi mente la posibilidad de que podía hacer algo”, dijo. “Y que podía hacer algo que fuera útil sin arruinar mi carrera”.

En aquel momento, la pareja de Fryer era un estudiante de arte dramático y ambos se lanzaron al proyecto de idear un disfraz que ocultara su identidad: un esmoquin grande, una máscara de goma para distorsionar sus rasgos y una peluca que no tuviera las entradas que él tenía.

Al subir al escenario ese día, Fryer dijo: “Sentí una gran libertad, una sensación de libertad inmensa”.

También estaba orgulloso de ser el único de sus colegas que se había atrevido a hacerlo.

“Hacer eso, estar dispuesto a hacer eso, aunque ninguno de mis colegas en la APA Gay estaba dispuesto, de manera abierta o de otro modo”, dijo. “Todos estaban en la audiencia. Y estaban aplaudiendo”.

Ver a Fryer tuvo un efecto emocional poderoso en los psiquiatras reunidos en la sala, dijo Saul Levin, quien en 2013 se convirtió en el primer hombre abiertamente homosexual en ocupar el cargo de director ejecutivo y director médico de la APA.

“Los sacudió de verdad, obviamente”, dijo. “Ahí estaba esa gran audiencia en ese momento, viendo a alguien salir con un disfraz muy bizarro. Los desorientó un poco, ¿qué diablos está pasando aquí? Y luego esta persona sale con un discurso muy elocuente”.

Fryer estaba mareado cuando dejó el escenario, tan emocionado que, antes de regresar a Filadelfia, derrochó en un clavecín manual, que describió con ironía como “una de las elecciones menos sabias de mi vida”.

Cuando regresaba a su habitación de hotel para quitarse el disfraz, pasó junto al presidente del departamento de psiquiatría de la Universidad de Pensilvania, que lo había despedido de su residencia. Ninguno de los dos mostró alguna señal de que se reconocían.

‘Como si ya no pudiera hacer nada más’
Fryer regresó a la casa victoriana donde vivía en Germantown con sus perros dóberman pinscher y los estudiantes de medicina a los que acogía como inquilinos.

Siguió siendo él mismo: generoso y autoritario, carismático y mordaz, y con un acento de Kentucky que usaba cuando le convenía.

Seguía sin tener la titularidad y su carrera era tan inestable como siempre. En 1973, la APA votó a favor de desclasificar la homosexualidad. Y Fryer otra vez perdió un empleo, ahora en el Hospital Friends.

De nuevo, un administrador lo llamó a su oficina. “Si fueras gay y no fueras extravagante, te quedarías”, recuerda Fryer que le dijo. “Si fueras extravagante y no fueras gay, te quedarías. Pero como eres gay y extravagante, no puedes quedarte”.

Fryer vio cómo sus colegas eran ascendidos y ganaban la titularidad. El grupo gay de la APA se disolvió, ya que una nueva generación más activista dio un paso adelante como una fuerza abierta dentro de la psiquiatría y conformó la Asociación de Psiquiatras Gays y Lesbianas. Pero Fryer no participó en ella.

“Volví a huir”, dijo. “No fui a las reuniones. Fue como si desapareciera”. Era como si “hubiera hecho lo mío y ya no pudiera hacer nada más”, dijo.

De vez en cuando, le contaba a alguien lo que había hecho.

Karen Kelly, de 67 años, quien le alquiló una habitación a Fryer cuando era estudiante de medicina, dijo que él se lo contó durante una cena a fines de la década de 1970 y no volvió a mencionarlo.

Lollis, de 85 años, dijo que ella y Fryer fueron confidentes más tarde en la vida y a veces hablaban por teléfono varias veces a la semana. Pero ella no supo que él era el doctor Anónimo hasta 2002, cuando le mandó el episodio de This American Life en el que describía el discurso.

“Simplemente no lo compartió con nadie”, dijo. “Ni su madre, ni su hermana”.

Después de un tiempo, Fryer obtuvo un puesto en la Universidad de Temple, donde se especializó en el duelo y fue uno de los pioneros que contribuyó al movimiento de cuidados paliativos. Después de dar clases todo el día y luego de cenar, a menudo veía a sus pacientes hasta las 11:00 p. m., recordó Kelly. Acompañó a muchos de sus pacientes durante su muerte.

Organizaba grandes fiestas y, a veces, se aparecían sus amigos famosos, como la antropóloga Margaret Mead o la escritora Gail Sheehy. Usaba dashikis. Cuando viajaba para dar conferencias, “terminaba en un restaurante tiki con mis primos, bailando con la bailarina de hula”, dijo Kelly.

Pero albergaba una sensación de resentimiento, dijo David Scasta, quien conoció a Fryer como médico residente en la Universidad de Temple y lo entrevistó sobre su vida en 2002.

Se sentía aislado de la comunidad gay, dijo Scasta, expresidente de la Asociación de Psiquiatras Gay y Lesbianas. Nunca tuvo una relación duradera. Y siempre sintió que su carrera no era lo que podría haber sido.

“Siempre hubo una sensación de tristeza por no ser completamente aceptado”, dijo. “John siempre sintió que estaba al margen”.

Pasarían décadas antes de que los historiadores de los derechos de las personas homosexuales entendieran completamente el significado del discurso del doctor Anónimo, que tenía “una importancia similar a los disturbios de Stonewall”, agregó Scasta. También en ese caso, el impulso del movimiento se originó por personas inesperadas.

“No siempre son las personas amables y respetuosas de la ley las que lo logran, los que pueden hacer el cambio son los que están en la periferia”, dijo.

Esta semana, el 50° aniversario del discurso del doctor Anónimo se celebró con discursos y proclamas en Filadelfia, donde se declaró el 2 de mayo como el Día de John Fryer.

La celebración pública de su acto había empezado años antes de la muerte de Fryer, y en 2001, él mismo lo comentaba con sarcasmo, cuando decía que “se le mencionaba como prueba cada vez que alguien quería una prueba”.

Sin embargo, en aquel momento, fue el secreto lo que le dio poder a su acto, dijo.

“Aquella persona disfrazada, podía decir lo que quisiera”, dijo. Y añadió: “Llevé a cabo este acto aislado, que cambió mi vida, que ayudó a cambiar la cultura de mi profesión, y desaparecí”.

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