2008/12/01

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | EL ACTIVISMO EN LA LUCHA CONTRA EL SIDA EXIGE LIDERAZGO FRENTE A LA CRISIS

Los implicados en la lucha contra el sida exigen liderazgo frente a la crisis.
El Día Mundial contra el sida celebra su XX aniversario con muchos retos por delante. Los activistas temen que la situación financiera lastre los progresos realizados.
Isabel F. Lantigua | El Mundo, 2008-12-01
https://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/11/28/hepatitissida/1227897820.html

Decía el tango de Carlos Gardel que 'veinte años no es nada'. Pero en el caso de la lucha contra el sida esta afirmación no es del todo cierta. El tratamiento ha mejorado en estas dos décadas y la respuesta de los gobiernos a la epidemia también ha avanzado. Sin embargo, el mundo sigue sin una vacuna eficaz, sin microbicidas y con un acceso limitado al tratamiento que puede salvar vidas. En el XX aniversario de la celebración del Día Mundial del Sida, sus organizadores señalan que queda mucho por hacer.

En medio de una crisis económica global, los implicados en la lucha contra el sida temen que la situación financiera eche por tierra los progresos realizados. Por eso, insisten en la importancia del 'liderazgo', lema elegido para 2008, y en la necesidad de mantener los compromisos adquiridos para hacer frente al VIH.

Sus temores tienen una base real. Según informan desde la Campaña Mundial del Sida (WAC, según sus siglas en inglés), formada por diversas asociaciones internacionales, "los líderes de todo el mundo ahora son conscientes de la amenaza que supone el virus. En 2007, casi todos los países tenían políticas nacionales centradas en el VIH, pero la mayoría no se están aplicando en su totalidad".

Otros datos que no animan al optimismo son que "sólo el 31% de los países con medianos y bajos ingresos que necesitan fármacos antisida los recibe; el número de individuos infectados crece 2,7 veces más rápido que el de quienes inician la terapia y la tercera parte de los países carecen de medidas legales que protejan a los seropositivos del estigma y la discriminación".

Desde WAC advierten que los jóvenes están bajando la guardia "y no deberían", pues el 45% de las nuevas infecciones el pasado año se registraron en personas de entre 15 y 24 años. Asimismo, las encuestas señalan que sólo el 40% de los varones jóvenes y el 36% de las mujeres de esta edad tienen un conocimiento correcto acerca del VIH.

"El Día Mundial del Sida permanece como el único del calendario en el que todo el mundo presta mucha atención a la enfermedad. Y, aunque no es suficiente, es importante aprovecharlo y recordar que aún nos queda mucho para frenar a un virus que causa unas 8.000 muertes al día", afirma Erik [i.e. Eric] Sawyer, seropositivo, activista y miembro de varias organizaciones.

De la comunicación a la esperanza
En 1988, en plena ebullición de la epidemia de sida, más de 100 ministros de salud reunidos en Londres dieron el visto bueno a la idea de crear un Día Mundial de la enfermedad, que la Organización Mundial de la Salud fijó en el 1 de diciembre. El primer lema elegido fue el de 'comunicación', ya que se enfrentaban al reto de dar a conocer una patología que ni los médicos comprendían bien.

A medida que avanzaban los años y cambiaba el perfil de la epidemia, los días mundiales se centraron en los jóvenes, las mujeres, el compromiso de la comunidad, la familia, los niños, los derechos, la esperanza, el estigma y la discriminación y, en los últimos años, en el liderazgo.

Comienza el activismo
"El final de la década de los 80 supuso una guerra contra el tiempo. La gente con sida tenía que luchar por su vida y, también, por la de sus amigos", explica Eric Sawyer, que es uno de los fundadores de la organización ACT UP New York. "Hacia 1988, siete años después de detectarse el primer caso de sida, la enfermedad estaba causando más muertes en EEUU que las que provocó la Guerra de Vietnam, pero ni los gobiernos, ni la sociedad ni los medios le prestaban la suficiente atención", ha reconocido Sawyer a la Campaña Mundial.

Entonces surgió el activismo. Los propios afectados se pusieron en primera línea para informar de lo que estaba pasando, de la rápida expansión del virus. Sus esfuerzos se vieron recompensados con la creación del Día Mundial. "Necesitábamos una plataforma así para que la gente a todos los niveles pudiera implicarse en la lucha contra el sida, para fomentar el sentimiento de solidaridad, para ser parte de una respuesta global", explican desde WAC. "Fueron los individuos más afectados por el VIH los que más pasión pusieron en este movimiento", reconocen.

2008/11/28

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | MAR CAMBROLLÉ, UNA MUJER MUY BRAVA

Una mujer muy brava.
Mar Cambrollé. Presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía
Román Orozco | El País, 2008-11-28
https://elpais.com/diario/2008/11/29/andalucia/1227914535_850215.html 

Unas tres mil personas se aproximaban peligrosamente al edificio de los juzgados de Sevilla. Habían atravesado las principales calles del centro. Un fuerte cordón policial cortaba el paso a los manifestantes en el Prado de San Sebastián. No hacía ni dos años que el dictador Franco había muerto. Las cosas no estaban para bromas. Un oficial se dirigió a quienes encabezaban la marcha:

-Esto hay que disolverlo.

Un joven se le encaró:

-Aquí no se disuelve nadie. Queremos ir a los juzgados, presos o en manifestación.

El policía sopesó las posibilidades: entre el abigarrado grupo de jóvenes se veían banderas de los más variados colores: comunistas, socialistas, anarquistas. Les dejó pasar. Alcanzaron su meta y expresaron su rechazo a una nefasta norma de la dictadura: la Ley de peligrosidad y rehabilitación social. Aquella que castigaba hasta con cuatro años de cárcel a los homosexuales.

Corría 1977 [i.e. 1978]. Sevilla presenciaba atónita la primera marcha del orgullo gay que se organizaba en Andalucía. Su promotor era Francisco Cambrollé Jurado, un joven de 20 años, líder del Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR).

Tres décadas más tarde. En el altillo de Metal Street, una moderna tienda de ropa de la calle Sierpes, una mujer que ha sorteado el medio siglo, pero que conserva una piel tersa, una abundante melena castaña y una estilizada figura, abre el baúl de sus recuerdos. Su nombre es Mar Cambrollé Jurado. No es hermana de Francisco, el joven que hizo frente a la policía, no. Es Francisco, pero en su verdadera identidad: mujer.

- A los seis años, ya me gustaba más jugar con niñas que con niños. A los doce, salía de paseo con mis amigas, vestida con trajes que ellas me dejaban. Muchos niños ni lo notaban.

Esa es la historia de Mar: un error de la naturaleza. Una persona con alma de mujer, pero nacida con atributos de hombre. Su vida es la lucha por corregir ese error. El suyo y el de otros miles de personas con el mismo problema, desde la presidencia de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA).

Había nacido en el seno de una humilde familia sevillana de cuatro hijos, vecina de las barriadas populares: Polígono de San Pablo, Las Letanías. Con su certificado de estudios primarios en el bolsillo y poco más de 13 años, Francisco era carne de cañón del mercado de trabajo infantil. Primera parada: Cafetería Cáceres. Guarda un buen recuerdo. Tanto que conserva cuidadosamente sus primeras nóminas: 1.703 pesetas al mes (poco más de 10 euros). Dos años después es "aspirante administrativo" en unos almacenes. Gana 2.812 pesetas de sueldo. Su vida comienza a cambiar de manera irreversible.

En el autobús coincide con un grupo de chavales del barrio afiliados a las Juventudes Obreras Católicas (JOC). Son los buenos tiempos de la iglesia de los pobres, cuando los curas obreros siembran en los suburbios la semilla de la rebelión contra la dictadura. Francisco se une al grupo.

-Veo la injusticia social que nos rodeaba. Un barrio sin escuelas, ni centros para jóvenes; estábamos desasistidos.

En la JOC se encuentra con "personas abiertas y receptivas". Se alimenta de publicaciones antifranquistas: ‘Cambio 16’, ‘El Correo de Andalucía’. Cae en sus manos un dossier sobre la homosexualidad que publica ‘El viejo topo’. "Encontré la respuesta a muchas preguntas". Descubre que la homosexualidad no es "ni delito, ni enfermedad, ni perversión". En la JOC, cada uno realiza su apostolado en los círculos que frecuenta: el barrio, la empresa, la universidad. "Yo planteo que mi campo de acción será el colectivo homosexual". Les explica que "la homosexualidad no es ningún trastorno, sino una opción más dentro de la sexualidad humana".

Lo entienden. Lo mismo que su familia va entendiendo y aceptando. "No tuve que comunicar grandes cosas a mis padres; el conocimiento es importante para razonar y racionalizar las ideas, pero hay un valor más importante: el amor".

A la cita mensual en los locales de Acción Católica del Palacio Arzobispal acuden cada mes más de cuarenta jóvenes. Francisco los ha captado en los bares de ambiente gay, el Quijote, el Charlot. En aquellas sagradas estancias nació el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria. ¿Revolución? ¿Sexual o política?

-Política. Éramos homosexuales de izquierda. Hacíamos un análisis marxista de la sexualidad. El capital se tiene que asegurar la ideología a través de la familia patriarcal, en donde el hombre juega el papel del Estado y la madre el de correa de transmisión de la familia.

Los grupos de ultraderecha les acosaban con palos de béisbol y cadenas. Pero también los regímenes socialistas perseguían la homosexualidad. La Unión Soviética, Cuba. "Porque las dictaduras tienen la necesidad de controlar la homosexualidad", responde tajante.

Ese mismo año, se enamora de un chico. La relación dura 13 años. Para ganarse la vida, montan un tenderete en la Plaza del Duque en el que venden artesanías. El Ayuntamiento sevillano intenta frenar que el mercadillo se consolide en tan céntrica plaza. Francisco encabeza la rebelión. Hay encierros en el Ayuntamiento. Tensión. Se gana el apodo de ‘Paca la Brava’. Ganan. El mercadillo sigue pujante, 30 años después.

Allí pasó diez años de su vida. Hasta que montó su propia tienda. Y aunque la crisis golpea a todos, y ha tenido que ajustar su plantilla, Metal Street sigue vistiendo a jóvenes de ambos sexos con ropa vanguardista, atendida por Mar y su marido. Su DNI ya registra su nombre femenino. Y hace 12 años fue "reasignada" genitalmente. ¿Reasignar? Si, porque "es incorrecto hablar de cambio de sexo". Más tarde, se sometió a una segunda operación, una mamoplastia.

En la Plaza del Duque, el campo de sus viejas batallas, posa con elegancia. Esta revolución ya no la disuelve ni Dios.

"Tenemos derecho a ser operadas"
Mar Cambrollé es suave y educada. Pero inflexible si se trata de defender sus principios.

-La derecha no quiere que con dinero público se hagan operaciones de reasignación de sexo.

-¡A lo mejor es que somos personas de tercera! Pago mis impuestos y mi seguridad social desde los 14 años. ¿Por qué no voy a tener derecho?

El Servicio Andaluz de Salud (SAS) es pionero en España en este tipo de tratamientos. Casi dos centenares de transexuales se han operado en la Unidad de Trastornos de Identidad de Género, del Hospital Carlos Haya de Málaga, desde que se abrió en 1999. ¿Funciona bien?

-Ahora, pésimamente. Hay más de 150 personas en listas de espera, entre ellas, medio centenar de hombres transexuales que necesitan una histerectomía (extirpación del útero) para evitar que se reproduzcan quistes...

Pero reconoce lo mucho que se ha avanzado. Y agradece al PSOE, partido con el que simpatiza, su política de igualdad frente a la derecha "que nos quiere seguir educando con el catecismo en la mano".

Los Verdes la incluyeron en sus listas al Senado por Sevilla en las pasadas elecciones, y obtuvo 16.000 votos. Pero no quiere hacer carrera política. Prefiere seguir defendiendo los derechos de los colectivos LGTB (lesbianas, gay, transexuales, homosexuales) en organizaciones como ATA, Girasol o la federación española.

¿Hay que obligar a la gente a salir del armario? No, responde Mar. "Cada persona tiene su propio proceso y sabe cuándo tiene que salir". Otra cosa son los personajes públicos. A esos sí hay que aplicarles el ‘outing’, como se hace en otros países. ¿Lo harán en España?

Quizá, algún día, con algunos políticos. Pero sobre todo, con los curas: "Tienen una boquita muy larga y son los que más tienen que callar".

Porque Mar no perdona la hipocresía.

2008/11/04

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | PILAR URBANO CARGÓ EN 1994 CONTRA LOS MARIC*NES, MACHIHEMBRAS, MARIMACHOS Y SARASAS

Pilar Urbano cargó en 1994 contra los “maricones”, “machihembras”, “marimachos” y “sarasas ricos recomidos de SIDA”.
Escandalosas declaraciones de la biógrafa oficial de la Reina Sofía.
José María Garrido | El Plural, 2008-11-04
[Recogido por EHGAM-DOK]
http://ehgamdok2008.blogspot.com/2008/11/berria-homofobia-pilar-urbano-cargo-en.html

De todos es conocido que la autora de La Reina muy de cerca, Pilar Urbano, es numeraria del Opus Dei. Esta periodista y escritora, que pertenece desde hace muchos años al círculo de confianza de La Zarzuela, siempre se ha caracterizado por defender posturas muy conservadoras. Tanto es así que en 1994, Urbano no dudó en atacar a los “maricones”, “marimachos” y “sarasas recomidos de SIDA”.

“Es una aberración contra natura... La cosa no va tanto porque quieran adoptar niños y formar extrañas familias, a base de dos lesbianas o dos maricas, disfrazándose de marido y mujer, y jugando a papás y mamás. No. Es mucho menos sentimental y mucho más pegado al vientre y a la pela. Hablan de convertir las uniones de derecho” lamentaba en 1994 Pilar Urbano en un artículo en Elle.

“Zoológica cosa”
Ya en aquel entonces, la periodista de cabecera de La Zarzuela reconocía su temor a que los homosexuales empiecen a equiparar el matrimonio y la pareja, “y dentro de esa aleatoria y zoológica cosa llamada la pareja -va de suyo que ahí no hay más que apareamiento-, digan que a efectos civiles y mercantiles, da lo mismo que sean un hombre y una mujer, que dos tíos, que dos señoritas”.

“Maricón, machihembra, marimacho y sarasa”
“Van por la pela. Se trata de generar derechos: una pensión de viuda para un maricón fiel hasta la muerte; una mensualidad indemnizatoria para la cónyuge machihembra abandonada por el cónyuge marimacho; la herencia del sarasa rico, recomido de sida… Pero, para que el aberrante esperpento cuele, echan mano de la fibra sensible: el derecho a adoptar niños. Hombre, en toda adopción hay una sustitución, una paternidad/maternidad simulada, de ejercicio y no de origen. Pero éstos, además de la simulación, buscan la suplantación y la impostura”.

“Desviación”
Por si esto fuera poco, Pilar Urbano, -para quien el homosexual merece el mayor de los respetos, “siempre que sepa apechugar con su desviación, a solas”-, osaba comparar a una pareja homosexual con un par de alpargatas.

“Ni una yunta”
“Dos homosexuales podrán ser un par, por aquello de ser dos, como las alpargatas. Pero nunca serán una pareja. Ni siquiera una yunta. Y por supuesto, jamás un matrimonio. Esa institución (monogámica, heterosexual, formalizada y consensual) o se da entre un varón y una hembra o no se da”, señalaba la autora de La Reina muy de cerca.

“Enrarecido, enfermizo, deformante, vicioso y tarado”
Por último, Urbano declara con los tintes homófobos que la caracterizan que “sería perverso y pervertidor que un niño, que una niña, se criase en el ambiente enrarecido, enfermizo, deformante, vicioso y tarado de un par de maricones o de lesbianas que fingen ser lo que no son, hacer lo que no hacen y dar lo que no tienen. No hay ni leyes, ni tribunales capaces de travestir a una hembra en un padre o a un macho e una madre…”

Respuesta de Alas
El escritor y periodista recientemente fallecido Leopoldo Alas criticó en el diario El Mundo el “artículo insultante –un cruce entre Torquemada y Cisneros”-, que la biógrafa oficial de la Reina Sofía dedicó a los homosexuales.

“Alarmante y de mal gusto”
“Todo en este artículo resulta alarmante y de mal gusto, pero en especial la falta de sensibilidad moral, e incluso religiosa, que manifiesta en su alusión a los enfermos de sida (…) ¿La libertad de expresión da para tanto? ¿Ignora acaso la señorita Urbano que muchas personas, precisamente por reprimir sus impulsos homosexuales, ingresan en órdenes y congregaciones religiosas (para vivir en soledad, como ella aconseja) dejando sin resolver su problema, como ha demostrado la historia a lo largo de siglos?”, apuntó Leopoldo Alas.

2008/09/19

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | CONDUCTA IMPROPIA (O LA REALIDAD Y EL MITO)

Conducta impropia (o la realidad y el mito).
Jonás Trueba | El Mundo, 2008-09-19

https://www.elmundo.es/elmundo/2008/09/19/elvientosopladondequiere/1221808781.html 

"Sé, por la experiencia de haber vivido años en regímenes de dictadura (Franco, Batista, Castro), que su naturaleza represiva no se hace aparente al ojo del visitante poco entrenado en descifrar ciertos signos que terminan por parecer inequívocos después de que se obtiene mayor información. [...] Los dictadores, precisamente porque reprimen todas las formas visibles de oposición, pueden ofrecer al visitante una imagen a veces idílica de sus países. En consecuencia, 'Conducta impropia' habrá podido describir la represión en Cuba precisamente porque no ha sido filmada en Cuba."

Néstor Almendros sabía de las dificultades que iba a encontrar por parte de las autoridades cubanas para rodar su documental dentro de la isla. Por eso 'Conducta impropia' se basa principalmente en los testimonios de algunos exiliados cubanos, la mayoría de ellos víctimas de esa represión en sus propias carnes.

También hay numerosas imágenes de archivo que se consiguieron de la televisión francesa, imágenes "apologéticas o hagiográficas" todas ellas, las únicas que el gobierno cubano permitía circular libremente, pero que sirven a Almendros y Jiménez-Leal como "anti-ilustración de algunos de los temas abordados en los testimonios".

En concreto, hay una entrevista con Fidel Castro en 1979 que podría resultar muy cómica si en lugar de responder a una de las infamias más duraderas que se recuerdan, perteneciera a una parodia o a una farsa teatral.

Castro dice en un momento dado: "Fue una guerra victoriosa. Cuando terminó esa guerra, yo tenía personalmente un gran poder. Pero yo no utilicé la victoria, ni la Revolución para adquirir más poder". [sic]

Poco después se cuenta la peripecia del poeta cubano Armando Valladares, que pasó veintidós años en las cárceles de Fidel Castro hasta que fue liberado gracias a la intervención de Miterrand.

"Los cubanos viven en la calle con un único temor que los obsesiona de manera constante, que es ir a la cárcel. Cuando llegan a la cárcel, entonces dicen allí lo que no se atreverían a comentar en la calle", explica en Madrid el poeta exiliado.

Después pasa a relatar una de las muchas historias que oyó de primera mano en la cárcel, la de un niño de doce años que fue violado cinco veces en su celda, lo que a ojos de las autoridades cubanas le convertía en "homosexual" y por lo que fue trasladado al pabellón de los homosexuales, donde fue maltratado reiteradamente por los guardias que lo custodiaban.

El propio Armando Valladares cuenta los maltratos y vejaciones a las que fue sometido, así como sus traslados de celda en celda, donde durante muchos años no pudo ver la luz del sol.

Después vuelve la entrevista a Fidel Castro con la siguiente afirmación categórica: "A la Revolución no se le puede imputar jamás haber asesinado un solo ciudadano, haber torturado un solo preso. Y quiero ver cuántos ejemplos hay de eso en la Historia".

Lo dice levantando enérgico el dedo índice, como le hemos visto hacerlo en tantos de sus discursos interminables. Lo curioso es que en otros momentos de la entrevista no hacía uso del dedo característico, lo hace para reafirmar algo que ya sabemos que es absolutamente falso. Almendros y Jiménez-Leal nos revelan los trucos del actor histriónico. "Aprendí a leer, como el que lee una radiografía, el falso gesto y el gesto cándido, a diferenciar la realidad y el mito", escribió Jiménez-Leal.

La película, que está dedicada al escritor cubano Virgilio Piñera, cuenta también la operación de acoso y derribo a la que éste fue sometido. Carlos Franqui, director del periódico Revolución y uno de los colaboradores más cercano de Fidel Castro en aquel momento, intercedió para liberar a Piñera.

Desde su exilio en Roma, cuenta como se enteró de la noticia y cómo le informaron desde gobierno de que se trataba de la 'Operación P' (redada contra prostitutas, proxenetas y pederastas). Parece ser que el ministro de Seguridad, Ramiro Valdés, explicaba que en sus viajes a China había podido comprobar cómo resolvían el 'problema' de los homosexuales fusilándoles y tirando sus cuerpos al río. Ellos fueron un poco más permisivos.

Después, el propio Fidel argumentó a Franqui "que estaba creando un país nuevo, que necesitaba hombres fuertes para la guerra, deportistas, hombres que no tuvieran debilidades psicológicas, que no pudieran ser chantajeados, que el homosexual era un mal ejemplo para la juventud, pero admitió que había una persecución muy grande, que a la UMAP no solamente se habían llevado homosexuales o disidentes o religiosos, sino que había habido maltratos físicos, y se comprometió en esa discusión a que la UMAP iba a desaparecer".

"Realmente la UMAP desapareció en 1968, pero así como la UMAP tuvo antecedentes en la 'Operación P', también posteriormente se crearon en Cuba nuevas UMAPs, como fue la ley contra la vagancia en el año 1971 y otras persecuciones del mismo tipo que han ocurrido en el país".

Diferentes testimonios reafirman que no sólo se perseguía a los homosexuales. Jiménez-Leal precisa que esas persecuciones se extendían "a la disidencia en todas sus formas, desde el hippy habanero con pelo largo hasta el Testigo de Jehová o el Adventista negado a trabajar los sábados o a servir como internacionalista en Angola, o al escritor que se atreve a enviar manuscritos al extranjero", como es el caso más conocido de Reinaldo Arenas, que además también era homosexual y que sale en el documental relatando el horror de sus días en Cuba, cuando era espiado, perseguido, detenido y maltratado, justo en el momento en que era el escritor cubano más conocido en el extranjero.

En el prólogo al guión que acompaña a la película, Néstor Almendros escribe: "El énfasis puesto en el tema de la persecución de los homosexuales en nuestra película, puede servir, por lo absurda y gratuita, como metéfora de la supresión general de las libertades cívicas en Cuba".
 
Hace poco tuve ocasión de ver el documental que Oliver Stone le dedicó a Fidel Castro, "Comandante". Describir el asco que me produjo su tendenciosidad me llevaría demasiado trabajo. Pero un momento Fidel hablaba de la "supuesta persecución" de los homosexuales en Cuba, y seguía diciendo lo mismo que en la entrevista de 1979. También es verdad que levantaba enérgicamente el dedo índice de su mano.

2008/07/23

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | AITOR: "QUIERO ENTRAR AL EJÉRCITO COMO HOMBRE, NO COMO MUJER"

"Quiero entrar al Ejército como hombre, no como mujer"
Varias ciudades preparan movilizaciones para apoyar mañana a Aitor, de 28 años, que quiere ser el primer transexual nacido mujer en incorporarse a las Fuerzas Armadas.
El País, 2008-07-23
https://elpais.com/sociedad/2008/07/23/actualidad/1216764005_850215.html 

A los seis años, una niña de Jaén se dio cuenta de lo que quería ser: hombre y militar. Ha logrado lo más difícil. En enero de 2005 se quitó los senos y, un año después, pasó a llamarse oficialmente Aitor. En febrero del año pasado, a Aitor le fue negado el acceso a las Fuerzas Armadas porque todavía carece de pene. "Quiero entrar en el Ejército como hombre, no como mujer. Hacer las cosas legalmente termina siendo más difícil", señala el transexual de 28 años a El País, por teléfono.

Mañana a las 20.00 colectivos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales en Andalucía, Madrid, Las Palmas, Valencia y Barcelona se reunirán para apoyar el sueño de Aitor. "Siempre me ha atraído el uniforme. Si me toca ir a una guerra no me importa. Ese será mi trabajo", añade. Tras una revisión médica, a Aitor le fue negado el permiso para acceder a las Fuerzas Armadas. Los motivos: "falta total del pene" y la "pérdida, ausencia o atrofia de ambos testículos".

"La médica me miró de la cintura para arriba y me dijo que estaba bien. He hecho carrera en educación física y se me notaba que hacia deporte", cuenta Aitor, que toma hormonas desde hace siete años. La decepción vino al contar que se había operado y que esperaba la operación para colocarse el pene. "La doctora puso mala cara y me dijo que lo iba a tener difícil". No le dejaron ni hacer las pruebas físicas. Asegura que en una nueva evaluación, en el hospital militar de Cádiz, le ordenaron que se bajara los pantalones antes de preguntarle "por donde meaba". En mayo del año pasado Aitor interpuso un recurso contra la decisión del Ejército, pero hasta ahora no ha tenido respuesta.

La falta del pene aparece en el Cuadro Médico de Exclusiones del Ejército, en la resolución 452/38002/2007, equiparada a "enfermedades infecciosas y parasitarias", "tumores malignos", "psicosis" y "trastornos mentales". "No soy un enfermo. Puedo y quiero hacer lo mismo que los demás", sostiene el transexual, que añade: durante la carrera he aprobado en exámenes físicos mucho más duros que los del Ejército. Aitor no teme enfrentarse a un ambiente más hostil en caso de que logre convertirse en soldado. Por el momento evita las fotos para no ser reconocido por los futuros compañeros. Mañana, no comparecerá en las manifestaciones. Estará estudiando. "Si acudiera, seguro que no se enteraría nadie. No hace falta un pene para servir a España".

Como precedente, sólo transexuales que nacieron hombres
Aitor puede convertirse en el primer transexual nacido mujer en usar el uniforme del Ejército español. Para lograrlo, sus abogados cuentan con precedentes "similares". En 2004, la Armada admitió a la primera militar transexual. María del Mar (antes José Antonio) Gordo Pantoja obtuvo la autorización para reincorporarse como cabo tras cambiar de sexo. Dos años después, la Guardia Civil reintegró a la primera transexual del Instituto Armado, Alba (antes José Carlos) Romero, después de que un tribunal militar la hubiera declarado "inútil" por no tener gónadas.

La subsecretaria de Defensa, María Victoria San José, ha reconocido que el caso de Aitor es "absurdo". Se lo dijo ayer al presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, Antonio Poveda, y a la presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, Mar Camborllé, en una reunión. Los dos salieron decepcionados con la respuesta oficial del Gobierno: "no se pueden prometer cambios". Por ello, las entidades mantienen programadas para mañana las concentraciones en Sevilla (Plaza de España), Madrid (ante el Ministerio de Defensa, en el Paseo de la Castellana, 109), Barcelona (ante la sede de defensa en Catalunya), Las Palmas (en el Parque San Telmo, a las 19:00 ante el Quiosco de la Música) y en Valencia (ante la Delegación del Gobierno).

2008/06/30

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | JUANITO LÓPEZ Y EL FAGI: ALLÒ QUE NO VA PODER SER

Allò que no va poder ser.
Coincidint amb els actes de celebració del Dia de l'orgull, enguany fa trenta anys que es va crear el FAGI. Juanito López, el fundador, parla des de la distància d'un moviment que no acabà d'aferrar.
Antoni Mateu | dBalears, 2008-06-30
https://www.dbalears.cat/balears/politica/2008/06/30/1875/allo-que-no-va-poder-ser.html 

"Ramón te asusta, porque a ti también te gusta!". Aquest fou el crit de guerra amb què Juanito López irrompé a la sala de plens de Cort un dia de desembre poc abans de les festes de Nadal de 1985. El batle socialista Ramon Aguiló era l’objecte de les crítiques del Front d’Alliberament Gai de les Illes Balears (FAGI). El tancament de quatre bars de la plaça de la Drassana de Palma fent servir excuses administratives, freqüentats majoritàriament per homosexuals, encengué els ànims d’aquell col·lectiu.

Aquesta fou una de les accions més visibles del FAGI, un grup creat el 1978 seguint el model del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), al qual militaven Armand de Fluvià i Jordi Petit i del qual Juanito en fou, per bé i per mal, el cap més visible. Però... qui era aquest personatge que la premsa anomenava "líder indiscutido de la homosexualidad balear"? Algú, amb nom i llinatges mallorquins, hauria estat capaç de fer la primera passa en la Mallorca d’aquells anys?

Juan López Garrido, més conegut com Juanito López (Villamalea, Albacete, 1953) arribà a Mallorca l’estiu de 1973 per fer la temporada turística. A l’Arenal entrà en contacte amb el sindicat de l’hoteleria. La seva militància d’esquerres l’apropà a les diferents forces polítiques. Durant aquells primers anys, però, la càrrega ideològica de reclamació de drets per als homosexuals encara no era manifesta.

No fou fins que s’hagué produït la primera manifestació de l’Orgull a Barcelona, el 1978 [la primera manifestación fue en 1977, pero igual se refiere a que Juanito viaja a Barcelona en 1978, donde conoce a Armand y a Jordi, según su propio testimono al recibir el reconocimiento de Hegoak], que Juanito incorporà aquells principis en la seva lluita personal.

"Durant aquells anys jo anava i venia de Barcelona. Una vegada vaig veure una nota a la premsa que deia que un grup d’homosexuals mallorquins residents a Catalunya havien constituït un grup de militància gai. No en vaig saber res mai, d’ells. Supòs, jo, que es devia tractar de la colònia mallorquina de Barcelona que, un dia fent un salon de té, els degué passar aquella idea pel cap. Allò, però, no va tenir cap altra repercussió", explicava la setmana passada per telèfon Juanito, des del mas on viu al municipi de Gironella, a prop de Berga. Allà, des fa uns anys, té cura d’un hort ecològic juntament amb el seu marit.

"Parlar de Mallorca, em remou moltes de coses. Allà hi vaig passar tota la meva joventut, i no va ser fàcil. A final dels anys vuitanta vaig prendre la decisió de partir cap a Barcelona. No volia ser el maricón oficial de Mallorca", diu Juanito.

A la pregunta de quants de membres formaven el FAGI, Juanito respon indignat: "Sembla que això sigui l’única cosa que interessa els periodistes. Quina insistència! Mem, digues-me tu, quants creus que devíem esser? És que vos han dit que era jo tot sol? Doncs sí! No et pensis que hi hagués gaire més gent. Ningú no donava la cara. Però no només era a Mallorca això! A Catalunya, Armand de Fluvià de tot d’una també s’amagava".

"Així i tot, el 1981 el FAGI va organitzar un festa a les Voltes (que no es trobaven així com estan ara, ni molt manco) per l’alliberament sexual, que va ser multitudinària", segons explica l’excap del FAGI.

L’estiu de 1986 [realmente es en el verano de 1985, tal como lo recoge, por ejemplo, El País] el col·lectiu protagonitzà una de les accions de més anomenada. Durant aquells mesos Felipe González visitava les costes mallorquines a bord del iot Azor, aquell que havia estat propietat de Franco. El fet que el vaixell llavors ja fos de propietat estatal provocà que el FAGI es dirigís a Delegació de Govern i sol·licitaven l’ús de l’Azor per un temps determinat amb l’objectiu de fer un "creuer rosa" per la Mediterrània. "Exigimos derecho a querernos/Exigimos nuestra libertad/ No queremos que repriman/ que repriman la sexualidad", cantava el petit grup.

Després d’allò, Juanito encaminà la seva vida cap a altres objectius. "A mi, sempre m’havia agradat el teatre i l’espectacle. Vaig decidir dedicar-m’hi. A Palma vaig fer algunes coses, però fou sobretot a Barcelona on m’hi vaig professionalitzar de ple", diu Juanito.

Allà, Juanito es popularitzà amb el nom de Joan I de Mallorca. I així seguí actuant fins fa pocs anys als locals d’ambient de la ciutat. Hi ha qui diu que Juanito López s’avançà al temps. Qui actualment milita al moviment gai de les Balears, a Ben Amics, no ha tengut contacte mai amb Juanito.

"Juanito López va ser un suïcida que es va tirar d’un tercer pis. No li llev mèrit. Allò que va fer, però, no va ser sembrar cap llavor", diu el capellà Jaume Santandreu, qui el conegué personalment i, segons diu, l’acollí de manera temporal.

"No me’n penet de res. Anava a les assemblees amb una senalleta, uns texans gastats i la meva camisa índia. El vells comunistes em miraven amb una cara d’un pam... Al meu expedient figuren devers 10 detencions per roig i per maricón. I què? La Policia una vegada em va treure a punta de pistola de l’esglèsia de Sant Miquel. D’ençà del 1997 no he estat a Mallorca, ja començ a tenir ganes de tornar-hi", diu Juanito.

2008/06/28

CAPÍTULOS | Carmona, Pedro | La COFLHEE (1985-1995) i l’alliberament gay a l’Estat español

Carmona, Pedro (2008) [06-28]. La COFLHEE (1985-1995) i l’alliberament gay a l’Estat español. IN: Rodríguez, Eugeni & Pujol, Joan (eds.) (2008). Dels drets a les llibertats. 
Una història política de l’alliberament GLT a Catalunya (FAGC 1986-2006). Barcelona: Virus. P. 83-103

Ed. digital: Open Access | Virus Editorial
https://www.viruseditorial.net/ca/libreria/libros/145/dels-drets-a-les-llibertats

El meu apropament a la Coordinadora de Frentes de Liberación del Estado Español (COFLHEE) va tenir lloc quan vaig entrar a formar part del Colectivo Gay de Madrid (COGAM), un dels grups que la conformaven (1). Jo encara no ho sabia, però en aquell moment —mitjans dels anys 80— aquesta coordinadora estava a punt d’iniciar allò que, probablement, seria l’etapa més eficaç i il·lusionant en la seva lluita contra l’homofòbia i per l’alliberament sexual. Després dels seus èxits a finals dels anys 70 pel que fa a la derogació de la «Ley de Peligrosidad Social» i d’altres mesures homofòbiques heretades directament del franquisme, la COFLHEE dels anys 80 i 90, continuadora d’aquell primer moviment gai (2) però renovada parcialment amb un canvi generacional, agafava una nova embranzida amb la intervenció social en tots els estrats, des dels més immediats, com el carrer i les aliances amb d’altres moviments socials, fins als més generals, com els mitjans de comunicació i les institucions.

En aquest darrer aspecte, convé destacar que la COFLHEE no negociava sinó que, en el millor sentit de la paraula, exigia: se situava en l’escenari públic com a únic moviment representatiu dels gais de l’Estat —no n’hi havia cap altre— i per tant, com a únic interlocutor vàlid davant la societat. Les seves propostes polítiques, sovint recolzades per profundes anàlisis que ningú més tenia interès a realitzar, així com per una intensa activitat política —campanyes, manifestacions, visibilitat pública...— van aconseguir transformar aquella societat encara ancorada en nombrosos aspectes en els valors de la dictadura, sobretot pel que fa a la moral, el gènere i les opcions sexuals. La seva arma fonamental era que tenia raó: no comptava amb apadrinaments polítics ni gaudia de preferències mediàtiques.

La independència i la trajectòria de la COFLHEE li concedien una autoritat i una credibilitat que, encara en aquella etapa tan difícil per a l’homosexualitat, van ser-li de gran utilitat per a ser escoltada i —de vegades a contracor— obeïda pels agents socials. La COFLHEE no buscava pactes: buscava la transformació d’una societat injusta i repressiva. No demanava les coses per favor ni oferia contrapartides —ni exclusives a la premsa ni vots a determinats partits polítics. Aquesta estratègia va ser enormement favorable; podem adonar-nos de l’abast que va tenir la COFLHEE no només a l’enumerar els objectius que es van aconseguir sinó, sobretot, al tenir en compte l’escassetat de mitjans humans i la pràctica inexistència de mitjans econòmics i materials amb què aquella lluita va ser duta a terme. Moltes de les llibertats de què gais —i d’altres persones— gaudim avui en dia són atribuïbles objectivament als guanys de la militància gai d’aquells anys, a pesar de la resistència per part de nombrosos portaveus i cronistes del moviment LGTB actual a reconèixer-ho. En la pràctica totalitat de la bibliografia publicada actualment sobre la història del moviment gai a l’Estat, es glossa el naixement del moviment gai en els anys 70 i posteriorment es dóna un salt enorme en el temps fins a finals dels anys 90 per a destacar l’aparició d’un nou model de moviment LGTB més moderat (i encara avui majoritari), i s’obvien aquells anys de lluita. En aquesta narració incompleta i parcial se silencia una de les etapes fonamentals de la nostra trajectòria col·lectiva com a gais i, per què no dir-ho, es mostra cert desagraïment a la tasca de tants activistes sobre el treball dels quals es van edificar més endavant tants negocis roses i tants despatxos públics ocupats avui pels qui en aquells anys difícils no van posar-hi el coll.

Per entendre la vàlua del moviment gai en un període que, de manera aproximada i flexible emmarco entre els anys 1985 i 1995, cal que ens aturem, encara que sigui mínimament, en el context social i associatiu d’aleshores, cosa que faré a la primera part d’aquest text. També caldria, en un segon moment, descriure la composició i el funcionament intern de la COFLHEE; un model que pot ser útil per a diverses coordinadores actuals, sempre i quan estiguin interessades a promoure el seu grau de denúncia interna. Per últim, abordaré algunes de les campanyes amb més èxit de la COFLHEE: una enumeració per força incompleta atès el volum d’activitat d’aquesta coordinadora, la narració exhaustiva de la qual requeriria de molt més espai del que disposo.

Context
Per als qui no van viure aquella època —i per als qui no la recordin— als anys 80 els partits polítics amb representació parlamentària no esmentaven l’homosexualitat. Les institucions públiques no prestaven la més mínima atenció al col·lectiu de gais (ni al de lesbianes ni al de transsexuals). Els serveis socials no oferien cap ajut a les persones amb sexualitats no normatives. Els sindicats no incloïen els drets dels treballadors i les treballadores d’opcions sexuals minoritàries, víctimes usuals d’acomiadaments irregulars quan es descobria que no eren heterosexuals. Les discriminacions i les agressions físiques eren freqüents. La policia protagonitzava casos d’homofòbia oberta, des de l’esfera més institucional —es negaven a destruir les dades i les empremtes dactilars dels homosexuals detinguts durant el franquisme— a la més immediata —batudes i detencions irregulars. Les aules universitàries eren escenari de missatges fortament homofòbics —i val més no preguntar-se pel que ocorria en les aules de primària i secundària. Els mitjans de comunicació eren explícitament homofòbics: cap mitjà, fos de la ideologia que fos, advocava amb claredat pels drets de gais o de lesbianes (3). Les al·lusions més freqüents a l’homosexualitat a la televisió eren els acudits vexatoris sobre marietes d’Esteso i Pajares. La majoria de l’opinió pública participava en els discursos de refús basats en la desinformació i els clixés ridiculitzadors. L’Església Catòlica tenia encara més influència que avui dia. L’insult ‘maricón’ estava a l’ordre del dia, tant al carrer com en els articles de periodistes de renom, avui encara en actiu.

No existien més empreses gais que els bars, les discoteques i les saunes d’ambient, la majoria tancades amb portes de metall gruixudes, rere les quals, després de trucar al timbre, es podia accedir a locals foscos d’aspecte clandestí. El barri de Chueca, aleshores punt d’encontre habitual d’usuaris d’heroïna i de venda de drogues, era encara una de les zones més barates i pitjor il·luminades del centre de Madrid, amb les vivendes sense restaurar i amb preus de lloguer accessibles a estudiants i treballadors. El barri ja albergava un bon nombre de locals d’ambient gai, però la visibilitat de l’homosexualitat als seus carrers era discreta a les nits i pràcticament nul·la de dia. Els locals d’ambient no solien col·laborar amb el moviment gai —tot i que en direcció contrària sí que hi va haver alguns actes de solidaritat per part d’associacions gais en protesta per les batudes policials o el tancament de locals d’ambient— i no existien més diaris o revistes gais que algunes publicacions pornogràfiques, l’única alternativa a les quals eren els fancins o butlletins del moviment gai, de difusió difícil. Les manifestacions del 28 de Juny, Dia de l’Alliberament Gai i Lèsbic, congregaven a Madrid durant els anys 80, en el millor dels casos, unes 500 persones.

Poques aliances podien dur-se a terme en aquelles circumstàncies. Allò que podríem anomenar esquerra extraparlamentària havia desenvolupat discursos de solidaritat amb les llibertats sexuals però, en ocasions, els seus components —especialment els homes— mantenien actituds indiferents, si no obertament homofòbiques, sense dur a la pràctica la teoria alliberadora defensada en els seus manifestos reivindicatius; però seria injust no dir que en moltes altres ocasions certs partits polítics i associacions d’extrema esquerra i alguns moviments socials van mostrar un autèntic desig de suport i de col·laboració, sobretot per part de les dones activistes. Alguns intel·lectuals, escriptors i diverses associacions sexològiques també mostraven la seva solidaritat, però en canals molt limitats i de poca repercussió. Els únics espais apreciables on hi havia tolerància amb l’homosexualitat (cosa que no sempre significava compromís real amb la lluita per les nostres llibertats i drets) eren els àmbits propers a l’oci nocturn i a les arts, especialment en les grans ciutats: la ‘movida’ va jugar amb l’androginisme i la indefinició sexual de forma alliberadora en la moda o en l’expressió artística, si bé gairebé mai les va traduir en reivindicacions formalment polítiques o socials.

El context al qual em refereixo no era ja, afortunadament, l’àmbit completament hostil de la dictadura que van haver de patir tants gais i lesbianes de les generacions precedents. Però si ho comparem amb la situació actual, convé assenyalar que l’homofòbia de l’Estat espanyol era contundent i estava enormement arrelada a la societat. En aquell context tan agressiu, la majoria dels activistes gais —i de les lesbianes— que avui encapçalen els grups LGTB més coneguts preferien (excepcions a banda) no participar en el moviment gai o en el lèsbic; no se’ls pot retreure tal opció, ja que sortir de l’armari era llavors un acte que requeria molta més valentia que actualment i les conseqüències del qual podien ser la pèrdua del lloc de treball, l’expulsió de la llar familiar o rebre una pallissa a la via pública. Ser activista gai suposava una elecció que comportava un cost personal i que no estava exempta de riscos.

No era estrany que els escassos activistes gais que hi havia aleshores —potser menys de 50 en tot l’Estat— formessin part al mateix temps de moviments socials, partits polítics, sindicats i associacions d’esquerra extraparlamentària a la pràctica totalitat dels casos. Només des del convenciment personal i la defensa d’un alliberament antirepressiu —ja fos comunista, anarquista, nacionalista, sindical, ecologista, antimilitarista, o, per descomptat, feminista— podia obtenir-se el valor d’estendre aquells principis de lluita cap a la llibertat sexual i dur a terme una militància activa i visible contra l’homofòbia. En canvi, en gairebé tota la mal anomenada comunitat gai, la resposta majoritària era la invisibilitat i la por. No en va «La teva por és la seva força» i «Trenca la norma» van ser dos dels lemes de les campanyes més conegudes de la COFLHEE en aquells anys.

Composició i funcionament de la COFLHEE

La COFLHEE, composta com hem vist per grups amb afinitat ideològica revolucionària però alhora diversa i plural, era una de les poques coordinadores estatals que van néixer a finals dels anys 70 —per no dir l’única— que va sobreviure a escissions o dissolucions. Moltes d’altres (antimilitaristes, ecologistes, feministes) havien desaparegut durant els anys anteriors, en general a causa de les tensions que existien entre les diverses «famílies» de l’esquerra extraparlamentària. En la meva opinió, es pot explicar la persistència de la COFLHEE com el resultat de la solidaritat absoluta i la comprensió mútua que hi havia entre les persones i els grups que la integraven. Al cap i a la fi, totes les persones que en formàvem part érem conscients que en els nostres partits, associacions i moviments socials no deixàvem de ser una minoria sexual, i les nostres inquietuds i prioritats no sempre eren compartides del tot, més enllà de declaracions de principis més teòriques que pràctiques. Per altra banda, l’ambient gai desideologitzat i secretista tampoc acostumava a ser un àmbit on ens sentíssim integrats. Per tot plegat, els activistes de les associacions que formaven la COFLHEE trobàvem en les nostres reunions periòdiques un llenguatge i uns valors comuns, un espai alliberat i format per iguals que no solíem trobar en cap altre context. Cosa que sens dubte revertia en la cohesió i la perdurabilitat de la coordinadora, més enllà de la nostra doble militància en d’altres moviments socials no sempre coincidents entre si o de la nostra procedència de territoris diversos.

La implantació territorial dels grups de la COFLHEE era extensa i abastava des de grans ciutats a petits municipis. En els moments de major representativitat territorial, la coordinadora reunia grups de 25 ciutats diferents amb seu a Madrid, Catalunya, País Valencià, Euskalherria, Galícia, Andalusia, Múrcia, Canàries i Castella-Lleó. La COFLHEE va ser, en aquest sentit, un espai polític que, paral·lelament a una lluita il·lusionant i intensa per l’alliberament gai, va servir de mecanisme per a una interacció continuada i un coneixement mutu dels pobles de l’Estat espanyol. Pocs espais similars (si és que n’hi va ha-ver algun altre) van congregar durant més d’una dècada moviments de base de territoris diversos, si tenim en compte el caire nacionalista que la majoria d’aquells militants gais teníem amb una pràctica política en pro de la coordinació d’esforços en l’àmbit estatal. La política lingüística i territorial de la COFLHEE era clarament plurinacional. Les reunions internes se celebraven en castellà per una qüestió estrictament pràctica, però tot el material editat per la coordinadora es difonia en les quatre llengües oficials de l’Estat (en ocasions també en asturià, a pesar que no comptàvem amb cap grup a Astúries).

Les reunions de la COFLHEE acostumaven a ser trimestrals, i les dates de reunió coincidien gairebé sempre amb ponts i festius perllongats per tal de permetre el viatge (en autobús, cotxe o tren) dels participants des de diversos punts de la península fins a la ciutat on se celebrava l’encontre; i per tal de disposar, a més, de temps suficient per a l’assemblea i les activitats programades. Cada edició de les reunions de la COFLHEE se celebrava de manera rotativa en una ciutat diferent que fos seu d’algun dels grups que conformaven la coordinadora: cada un d’aquells grups assumia per torns l’organització de la reunió quan es feia en la seva ciutat i mantenia la secretaria general de la coordinadora fins la propera reunió. Aquest model itinerant i horitzontal garantia una estructura democràtica i igualitària entre els diversos grups. No pot ocultar-se que determinats grups, donada la seva experiència i grandària, solien tenir un pes específic major i acostumaven a ser més propositius que la resta: les associacions de Barcelona, Bilbo i Madrid (i posteriorment d’altres, com les d’Iruñea) sovint destacaven en aquest sentit, però l’estructura descentralitzada i assembleària era respectada escrupolosament.

En aquest sentit, podríem qualificar la COFLHEE d’assembleària: era, de fet, una assemblea de grups i d’associacions allunyada del centralisme i els aparells interns. Cada grup podia proposar idees, difondre estudis, o reproduir cartells, protestes o campanyes que havien reeixit en alguna ciutat i que eren susceptibles d’estendre’s al conjunt de l’Estat. La coordinadora com a tal podia decidir si determinades propostes s’aprovaven en el conjunt de l’Estat, cosa que succeïa en la pràctica totalitat de les ocasions. Era freqüent l’intercanvi de publicacions i d’informació entre les diverses associacions, la convocatòria en tot l’Estat de manifestacions coordinades de suport a mobilitzacions locals contra alguna discriminació específica i, fins i tot, sempre que era possible, l’ajut econòmic a les associacions amb menys mitjans. És important tenir en compte que la figura de l’activista professional tan comuna avui en dia no existia en aquells anys: érem activistes sense sou, i sovint els costos de desplaçaments o de les activitats convocades sortien de les nostres butxaques particulars. La COFLHEE no comptava amb cap pressupost centralitzat i la majoria dels grups que la componien eren clarament precaris en mitjans materials i econòmics. Durant les reunions que la COFLHEE celebrava en les diverses ciutats, la gent s’allotjava en domicilis particulars i els locals per les reunions o activitats solien ser cedits, no es llogaven mai. La majoria dels grups de la COFLHEE no rebien subvencions, o perquè s’optava per mantenir una independència davant dels poders públics, o per la falta d’atenció que les institucions prestaven a gais, lesbianes i transsexuals en aquella època. En els pocs casos en què algun grup de la COFLHEE optava per demanar subvencions, obtenia quantitats irrisòries.

Convé destacar que la COFLHEE va tenir una funció activa en l’enfortiment del moviment gai i en l’aparició de nous grups en tot l’Estat: tan bon punt sabíem de persones que havien pres la iniciativa de formar una associació gai o gai-lèsbica en alguna ciutat, la xarxa de grups de la COFLHEE hi acudia de manera espontània per apuntalar la seva conformació i la seva arrencada, sobretot si aquestes persones vivien en un municipi petit. Se’ls cedien documents, estudis, cartells, contactes; se’ls informava de la trajectòria més recent i de la perspectiva històrica del moviment gai a l’Estat; se’ls proporcionava material per a la venda a fi de contribuir al seu autofinançament; tan bon punt era possible, celebràvem una reunió estatal en aquella ciutat, reunió que organitzava el grup de nova implantació per tal de recolzar la repercussió pública d’aquest.

Si bé cada reunió de la COFLHEE era completament diferent, podem descriure un esquema que, de manera flexible, es repetia en gairebé totes les trobades: l’eix central de les reunions el constituïen els dos o tres dies intensius d’assemblea durant els quals s’avaluaven les accions que s’havien dut a terme el trimestre anterior per la coordinadora (i pels grups que la conformaven de manera independent) i es planificava, es debatia i es decidien les accions del trimestre posterior. Les intervencions abordaven des dels aspectes més pràctics i estratègics a les anàlisis més elaborades sobre aspectes socials i polítics. Aquelles assemblees solien tancar-se amb la difusió d’un comunicat de premsa (que gairebé sempre comptava amb gran difusió mediàtica) i amb l’elecció de la ciutat i la data de la propera reunió, decisions que acostumaven a prendre’s en funció de les necessitats objectives de caràcter local d’algun dels grups integrants de la coordinadora: celebració de jornades, necessitat de resposta cap a algun tipus d’agressió o de discriminació, recolzament a grups de creació recent...

Així mateix, s’aprofitava l’afluència d’activistes de tot l’Estat a les assemblees, de dos o tres dies de durada, per dur a terme alguna acció directa, manifestació o besada a la ciutat on hi havia la reunió (amb gran repercussió, com és obvi, en les ciutats petites), i de vegades també algun acte públic com ara xerrades o conferències. En ocasions, si la reunió se celebrava durant algun pont més llarg, es realitzaven jornades obertes que s’allargaven durant uns diez (4). Les reunions de la COFLHEE acostumaven a incloure també activitats d’oci, com festes —la majoria públiques en bars o locals que no eren gais, cosa que aleshores suposava un enorme revulsiu social.

Aquelles activitats d’oci servien tant de mecanisme de finançament per al grup organitzador com d’acció d’alliberament d’espais i de proposta de models d’oci gai diferents a l’ambient. No puc deixar de fer-me ressò dels entranyables i de vegades polèmics premis de la COFLHEE —per a consum intern dels integrants de la coordinadora—, ni de l’obra de teatre ocasional i espontània amb què suplíem de vegades la manca d’actuacions d’artistes que amenitzessin aquelles festes (no sempre hi havia mitjans per contractar espectacles).

En l’aspecte més vivencial, aquesta narració seria incompleta si no fes al·lusió a tantes relacions afectives (amoroses, sexuals, amistoses) que les reunions de la COFLHEE van fer possibles, o si no fes esment de tantes passejades espontànies en grup, per ciutats grans o petites, durant les quals mostràvem (amb la seguretat que ens donava ser tantes persones) una visibilitat valenta i gens estereotipada que escandalitzava els vianants benpensants —ja fos a Madrid, a Girona, a Donòstia, a Còrdova o a Compostel·la— d’aquella societat obtusa i homofòbica.

Campanyes i accions


Quan vaig començar a formar part de la COFLHEE, la coordinadora acabava de presentar a les institucions una proposta de llei antidiscriminatòria, de caràcter no negociable, que incloïa totes les reformes legals que hem anat veient des d’aleshores a l’Estat (i d’altres que encara estan pendents). Al repassar el text d’aquella proposta transformadora que el moviment gai va realitzar el 1984 (i que les institucions van preferir no escoltar en aquell moment) em resulta commovedor que molts d’aquells guanys s’hagin aconseguit tants anys després i el que això implica: que a principis dels anys 80 hi va haver un moviment social amb una visió de futur i una ambició de llibertats tals com per a avançar-se dues dècades als canvis que haurien d’arribar. La indiferència dels poders públics davant d’aquesta proposta pot atribuir-se, des d’una perspectiva històrica, al fet que efectivament ens havíem avançat massa a la nostra època al proposar canvis que la societat encara no estava preparada per a encaixar, però que des d’aquell moment ja exigíem de manera clara i pública: al nostre parer, aquelles fites eren necessàries de forma immediata. Teníem raó: quan més endavant s’han anat acomplint, ja era massa tard per a tants gais i tantes lesbianes víctimes de dues dècades d’homofòbia. L’exhaustiu cos de reformes legals, educatives, sanitàries, policials, militars, mediàtiques i socials que llavors exigíem, van ser des d’aquell moment una taula reivindicativa i una agenda pública que quedaven pendents d’assumir. Aquella proposta de llei antidiscriminatòria va suposar la primera iniciativa i la contribució inicial —algun dia es reconeixerà com a tal— per als canvis venidors que avui ja són present o passat.

En aquest mateix sentit, cal veure amb perspectiva històrica la reivindicació del matrimoni. Ja a l’any 86, a través del recolzament del FAGC a una parella de gais de Vic que exigia el dret a casar-se, la COFLHEE va impulsar, amb reserves (5), la primera campanya pel dret al matrimoni gai a l’Estat. Deu anys després d’aquelles mobilitzacions encara observàvem alguns grups gais reformistes d’aparició posterior que seguien acceptant rebaixes en els nostres drets (i s’emmotllaven a la llei de parelles de fet, de segona classe) i titllaven la COFLHEE de maximalista, radical o fins i tot d’asocial per exigir el matrimoni i no cap altre succedani. Molts d’aquests grups reformistes van apressar-se, una dècada després, a escurar el crèdit de l’aprovació de la llei del matrimoni entre persones del mateix sexe de l’any 2005.

Les prioritats de la COFLHEE, tanmateix, no estaven centrades en les reformes legals o institucionals, sinó, a diferència de la tendència majoritària del moviment LGTB actual, al carrer, en la societat, la reivindicació pública, l’alliberament d’espais i la influència en l’opinió pública; en la lluita contra l’exclusió, en la conquesta de llibertats. En suma: en la transformació social i en una pràctica transgressora, en lloc de perseguir una adaptació de l’homosexualitat als valors patriarcals de la societat o la domesticació dels gais per a convertir-los en consumidors obedients a les lleis del mercat.

En aquest sentit, un eix fonamental de la nostra tasca era l’Observatori de l’Homofòbia, l’atenció a víctimes d’agressions o discriminacions i la denúncia pública d’aquestes (ja fossin assassinats, pallisses, insults, detencions il·legals, acomiadaments improcedents o expulsions de locals públics). També era continuat el treball d’observatori dels mitjans de comunicació i de denúncia de les nombroses opinions vexatòries expressades en la premsa (ja fos una execrable Pilar Urbano que comparava els gais amb les sabatilles o un masclista Marín Prieto titllant de maricons els seus enemics polítics). O la reacció a la cacera de bruixes homofòbica que es va desfermar amb el tristament famós Cas Arny a Sevilla (1995). O fins i tot la denúncia contra professors universitaris o llibres de text que difonien idees homofòbiques a les aules o contra cançons que promovien les agressions contra gais (com va ser la repulsa i les accions legals empreses per EHGAM i d’altres grups de la COFLHEE contra el grup Molotov i el seu «Matarile al maricón»).

Entre els casos d’agressions físiques va tenir una rellevància especial la denúncia del brutal assassinat de la transsexual Sonia a Barcelona, que va ser proposada pel FAGC a la COFLHEE, i de les sàdiques tortures que algunes bandes de carrer van perpetrar contra els gais que freqüentaven el parc del Retiro de Madrid, impulsada per La Radical Gai. En ambdós casos els grups de la COFLHEE es van personar com a acusació particular en els judicis contra els agressors. De la mateixa manera, va ser l’agressió a un militant gai a Iruñea el que ens va dur a coordinar una campanya, liderada pel grup d’EHGAM en aquella ciutat, que es va traduir en la primera resolució contra l’homofòbia per part d’un parlament autonòmic, el de Nafarroa.

La detenció policial de dos nois gais a Sitges, la retenció de gais en una rebotiga per part d’uns coneguts grans magatzems, l’expulsió amb violència de dues lesbianes d’un bar a Madrid, i molts altres casos van ocupar la nostra tasca de denúncia contra les discriminacions. Va ser, sens dubte, la denúncia d’un d’aquests casos, proposat a la COFLHEE pel FAGC, el que va tenir una major repercussió política i mediàtica: el de l’homofòbic «Codi d’incidències» de la RENFE, de l’any 1992, pel qual, de manera confidencial, s’ordenava als guàrdies de seguretat de la companyia pública de ferrocarrils expulsar de les instal·lacions a gais i lesbianes (juntament amb d’altres perills públics com captaires o objectors de consciència). La denúncia de la COFLHEE i d’altres moviments socials, amb el consegüent impacte mediàtic, va forçar la compareixença de Mercè Sala, directora de la RENFE, davant del Parlament a Madrid, així com l’extensió a les parelles de gais i de lesbianes usuàries de la RENFE dels preus especials de què fins llavors gaudien les parelles heterosexuals. Aquests triomfs van obtenir-se, en part, per la reeixida campanya de denúncia, duta a terme per una xarxa de grups gais, lèsbics, feministes, antimilitaristes i d’una altra índole que va ocupar per unes hores, a l’uníson i amb lemes comuns, les estacions centrals de la RENFE a dotze ciutats diferents de l’Estat, i que es van manifestar a l’interior de les seves installacions. Alguns anys després (1994), a proposta de La Radical Gai, es van realitzar de manera coordinada manifestacions similars en els aeroports de diverses ciutats de l’Estat com a protesta per la negació a un treballador gai d’Iberia dels beneficis de parella dels quals gaudien les parelles heterosexuals d’altres treballadors i treballadores (encara que no estiguessin casades).

Una altra de les campanyes de més èxit de la COFLHEE va ser la campanya d’apostasia «Esborra’t!» (1993), proposada pel grup d’EHGAM a Bilbo, com a resposta al nou catecisme de l’Església Catòlica, el qual considerava pecat l’homosexualitat, i que va tenir una gran repercussió en els mitjans de comunicació. La campanya també es feia ressò de la posició de l’Església contra els drets de les dones, contra l’ús de preservatius i anticonceptius, i contra la llibertat sexual en general, mentre que el Vaticà justificava la guerra i la pena de mort o obstaculitzava el treball dels teòlegs de l’alliberament en el Tercer Món. La campanya, que va recollir gairebé 20.000 sollicituds d’apostasia en tot l’Estat en sis mesos (desateses per l’Església) i que va obligar el Secretari d’Afers Religiosos del Ministeri de l’Interior a prendre-hi partit, va aglutinar diverses associacions de caire heterogeni i va constituir la primera ocasió en què el moviment per l’alliberament homosexual liderava una mobilització a la qual van sumar-s’hi altres tipus de moviments socials: que aquests secundessin la proposta d’activistes gais, pels motius referits en paràgrafs anteriors, era un fet fins llavors impensable, absolutament trencador.

A proposta de La Radical Gai, que va introduir en el moviment gai de l’Estat espanyol les propostes de la xarxa internacional contra la sida Act Up, la COFLHEE va desenvolupar un discurs fortament reivindicatiu respecte a la pandèmia, el qual contrastava amb l’enfocament assistencial d’altres associacions i que a fi de comptes va influir enormement en la posició que molts altres moviments socials mantenien pel que fa a la crisi de la sida (i que en nombroses ocasions es traduïen en indiferència o en desinformació). L’1 de desembre es va incorporar al calendari del moviment gai al costat d’altres dates importants, com l’1 de Maig o el 8 de Març, i, a Madrid, van protagonitzar-se accions de protesta davant del Ministerio de Sanidad o a la Puerta del Sol davant la discriminació, el discurs de la por, l’obstaculització en la prevenció per part de l’Església i la dreta, i la desatenció institucional.

Per descomptat, amb tots aquests eixos, la COFLHEE era convocant, juntament amb el moviment de lesbianes, de les manifestacions del 28 de Juny, Dia de l’Alliberament de Gais, Lesbianes i Transsexuals (aleshores es parlava d’orgull gai). A tal efecte, editava un cartell anual en totes les llengües oficials de l’Estat, amb un lema comú i una coordinació entre les mobilitzacions de les diverses ciutats on hi havia moviment gai. La noció de manifestació unitària a Madrid no existia, en coherència amb la seva filosofia descentralitzadora. Si bé avui en dia ens pot semblar excessivament reduït el nombre de persones que es congregaven de forma visible en aquelles manifestacions, convé que recordem el context social d’homòfobia imperant per tal de situar-les en el seu moment històric i de considerar-les un èxit. Els continguts de les reivindicacions i els lemes que es cridaven en aquestes, per altra banda, solien referir-se a la necessitat de canviar el món i de fer-lo més just: no deslluïem gens nivell reivindicatiu de les desfilades desideologitzades de caire comercial que se celebren avui en dia en algunes ciutats i que, si bé són multitudinàries, transmeten ben pocs missatges de transformació social. Moltes d’aquelles manifestacions acabaven amb besades públiques que recollien amb molt de gust els fotògrafs de la premsa. A manera d’anècdota, en una d’aquelles manifestacions celebrades a Madrid a principis dels anys 90, La Radical Gai va utilitzar per primera vegada a l’Estat la bandera de l’arc de Sant Martí, símbol actual del moviment gai, a la qual durant diversos mesos la premsa al·ludia com a la bandera multicolor de La Radical Gai.

Les aliances amb altres moviments socials van dur els grups de la COFLHEE a prendre partit per l’internacionalisme (en oposició als actes de l’any 92 i que establia vincles amb el moviment gai d’altres latituds, en especial amb el d’Amèrica Llatina), el nacionalisme, la lluita sindical (que posava l’accent en els drets laborals de gais i lesbianes, constantment oblidats aleshores pels sindicats majoritaris), el col·lectiu okupa, l’ecologisme i l’antimilitarisme: a la COFLHEE hi militàvem nombrosos objectors i insubmisos; la coordinadora com a tal va fer una crida a la insubmissió a l’exèrcit i va subratllar l’homofòbia de la institució militar. Aquest aspecte va ser exposat per part de diversos insubmissos davant el jutge per tal de justificar la seva negativa a realitzar el servei militar i el servei social substitutori, cosa que va propiciar la formació d’un moviment d’insubmissió gai, d’especial incidència a Nafarroa, així com també a Madrid i a Barcelona.

Nous temps (a mode de tancament)

Aquestes i moltes altres campanyes de la COFLHEE —explicar-les totes seria inacabable— van contribuir a fer de la societat un espai cada vegada més habitable per a lesbianes, transsexuals i gais de l’Estat (malgrat que continua quedant molt per fer). A principis dels anys 90 diversos periodistes van començar a publicar articles a la premsa manifestament favorables a la causa gai i lèsbica. Els partits polítics amb representació parlamentària també van començar a incloure en els programes electorals les reivindicacions del moviment gai: Herri Batasuna en va ser pionera, seguida d’Izquierda Unida pocs anys després (6). Diverses resolucions judicials en casos impulsats per la COFLHEE van crear jurisprudència a favor dels drets de gais i de lesbianes (com ara el cas de l’agressió verbal que va patir l’editor d’aquest llibre a Barcelona). Van iniciarse les primeres i tímides modificacions legals (com la «Ley de Arrendamientos Urbanos»). Els sindicats finalment van mantenir les reivindicacions laborals de gais i lesbianes en les taules de negociació amb la patronal (fins aleshores aquest era el primer punt que abandonaven en la negociació). Bona part de l’opinió pública va començar a expressar posicions favorables a les persones amb pràctiques homosexuals. Les manifestacions del 28 de Juny a Madrid, Barcelona o Bilbo van deixar d’aglutinar centenars de persones per passar a congregar-ne milers. En els quioscos s’hi podia trobar un model nou de premsa gai (el ‘Mensual’, precedent de moltes altres revistes de notícies i d’oci que van publicar-se més endavant). A Madrid, Chueca va començar a gestar-se com a barri gai. Eren temps de canvi per a gais i lesbianes. També ho eren per al moviment gai i, òbviament, per a la COFLHEE.

Hi va haver un fet que va suposar —com a mínim en tres sentits— l’escenificació del canvi: la primera recepció al moviment gai i lèsbic per part de la ministra d’Afers Socials Matilde Fernández, a mitjans dels anys 90. En primer lloc, perquè obria unes vies d’interlocució amb el moviment gai i lèsbic a les quals les institucions s’havien negat fins aquell moment. En segon lloc, perquè va permetre a alguns predir el tracte de favor dels poders públics cap a un nou model de moviment gai d’implantació recent i amb posicions més dòcils i clientelars. En un primer moment, el Ministeri va intentar vedar l’assistència de la COFLHEE, malgrat la seva dilatada trajectòria i la seva indiscutible major implantació territorial, i tot i l’existència del precedent que alguns dels grups de la COFLHEE, com EHGAM, havien sol·licitat amb anterioritat que els rebés la ministra poc després de la seva presa de possessió —petició que va ser denegada per motius d’agenda—; però la protesta enèrgica de la COFLHEE (de la qual també se’n va beneficiar la Coordinadora de Feministes Lesbianes) va obligar el Ministeri a modificar les seves pretensions. En tercer lloc, les posicions de les diferents coordinadores gais o lèsbiques —quatre, en total— que van coincidir en aquella reunió van posar en evidència concepcions distintes en el si del moviment gai. La reunió va tractar, fonamentalment, el tema de la regularització de les parelles del mateix sexe: pel que fa això, a la COFLHEE ens vam adonar que, per una banda, el dret al matrimoni —aspecte prioritari per part del reformisme gai i les institucions—, ocultava necessitats més peremptòries que els poders públics preferien no abordar i el nou moviment gai renunciava a exigir; per altra banda, aquest nou moviment renunciava a aquest dret i s’acollia a la proposta institucional de regulació de les unions gais o lesbianes amb un succedani que s’anomenava parelles de fet, com ja hem vist. Malgrat els desencontres, la COFLHEE va mantenir una mena de collaboració amb aquest nou moviment gai, alhora que sostenia una posició crítica davant d’algunes de les seves propostes: així va comprovar-se en la participació de la nostra coordinadora, al costat de la resta d’associacions de gais, lesbianes i transsexuals, a la gran manifestació unitària de Madrid a mitjans dels anys 90 i a la reunió de totes les tendències del moviment GLTB que pocs mesos després va celebrar-se a Sevilla auspiciada pel grup independent Somos. Més enllà de l’apertura d’aquests canals de col·laboració, la COFLHEE mantenia la seva activitat autònoma.

Per acabar, i malgrat no siguin objecte d’aquest text els documents, estudis i teories desenvolupats per la COFLHEE durant els anys 80 i 90, cal assenyalar que hi va haver una producció col·lectiva i continuada en forma de debats i d’anàlisis que ocupaven les reunions, les jornades i les publicacions de la coordinadora. Aquesta producció intel·lectual col·lectiva abordava temes com la filosofia del moviment gai, els canvis socials, la participació social, les llibertats, les sexualitats, el patriarcat, el feminisme, el militarisme, la crisi de la sida, les masculinitats, la minoria d’edat, les normes afectives i sexuals, la sexualitat com a opció i la identitat sexual. Aquest darrer tema va ser objecte de controvèrsia en el si de la coordinadora i va suposar una de les raons fonamentals del debilitament i la divisió interna de la COFLHEE, fins que finalment, més de vint anys després de la fundació, la crisi va desembocar en el seu desvertebrament (7). Però els èxits assolits per la COFLHEE han quedat per sempre a la nostra societat, malgrat el silenci que envolta avui en dia les cròniques històriques o les referències a aquells anys de militància valenta, il·lusionant i alliberadora.

Istambul, agost 2006
  • NOTES
  • 1/ Malgrat que mantenen les mateixes sigles, poca relació existeix entre aquell COGAM de mitjans dels anys 80 i el COGAM actual: n’hi ha prou amb llegir aquest text per adonar-se de les diferències radicals entre dues concepcions ben diferents d’un model de moviment gai. Anys després, quan la COGAM va abandonar la COFLHEE —mitjançant un sistema de votació que contravenia allò disposat en els seus estatuts— una tercera part dels components del col·lectiu esmentat el vam abandonar: tres de nosaltres vam iniciar La Radical Gai, que va demanar el seu ingrés immediat a la COFLHEE. Per tant, la meva participació en la coordinadora es va mantenir al llarg dels anys a través de la militància a diversos grups gais que en formaven successivament part.
  • 2/ No em resulta excloent parlar de moviment gai i no incloure lesbianes o transsexuals en les meves al·lusions. En aquells moments no existia un moviment de transsexuals pròpiament dit. Per la seva banda, el moviment de lesbianes preferia ubicar-se en el si del moviment feminista. Existia una fluida col·laboració mútua entre elles i nosaltres, però com dos moviments clarament diferenciats. A la COFLHEE hi havia alguns (pocs) grups mixtos gai-lèsbics molt minoritaris, sobretot a les ciutats petites, i el més habitual era que tan bon punt aquests grups s’enfortien, dones lesbianes i homes gais acordessin seguir la lluita per separat.
  • 3/ Li dolgui a qui li dolgui, va ser el diari abertzale ‘Egin’ l’únic mitjà de comunicació que va revertir aquesta tendència durant aquells anys. Aquest fet és objectiu i es pot consultar a les hemeroteques.
  • 4/ Recordo, entre d’altres, «Menors de què?», impulsada per Joves per l’Alliberament Gai a Barcelona contra les lleis de majoria d’edat i «Gais contra el 92», organitzada per La Radical Gai a Madrid.
  • 5/ Com a grups revolucionaris, les associacions que integraven la COFLHEE s’oposaven al matrimoni com a institució o no el consideraven una mesura preferent davant problemes molt més greus. Però al mateix temps, van valorar que l’error de casar-se era un dret universal del qual els gais i les lesbianes n’estaven privats (i que algunes parelles del mateix sexe començaven a demandar). Això constituïa una discriminació contra la qual vam decidir lluitar, a pesar de la nostra posició ideològica al respecte.
  • 6/ Només quan el moviment gai reformista va constituir la plataforma clientelista Vota Rosa, d’altres partits van sumar-se a aquesta tendència.
 7/ Tampoc els factors externs van ajudar al manteniment de la COFLHEE: al llarg dels anys 90, el nou moviment gai reformista, al principi marginal i de poc pes específic, va fer-se amb la centralitat i el protagonisme social (que encara avui ocupa) a causa de la preferència que van concedir-li les institucions (incloses les subvencions provinents dels fons públics d’aquestes), els mitjans de comunicació majoritaris i els partits polítics per als quals aquestes noves associacions demanaven el vot. Per això, aquest nou moviment, malgrat la seva reduïda implantació territorial i la seva experiència escassa, va comptar amb una posició d’avantatge que es va traduir en el desplaçament de la COFLHEE cap als marges de l’atenció pública, ja avançada la dècada dels anys 90: un procés interessant que tal vegada mereixi un estudi. 
 
TRADUCCIÓN [automática de Google]
>
La COFLHEE (1985-1995) y la liberación gay en el Estado español
Pedro Carmona


Mi acercamiento a la Coordinadora de Frentes de Liberación del Estado Español (COFLHEE) tuvo lugar al entrar a formar parte del Colectivo Gay de Madrid (COGAM), uno de los grupos que la conformaban (1). Yo todavía no lo sabía, pero en ese momento —mediados de los años 80— esta coordinadora estaba a punto de iniciar lo que, probablemente, sería la etapa más eficaz e ilusionante en su lucha contra el homofobia y por la liberación sexual. Después de sus logros a finales de los años 70 en cuanto a la derogación de la «Ley de Peligrosidad Social» y de otras medidas homofóbicas heredadas directamente del franquismo, la COFLHEE de los años 80 y 90, continuadora de aquel primer movimiento gay ( 2) pero renovada parcialmente con un cambio generacional, cogía un nuevo empuje con la intervención social en todos los estratos, desde los más inmediatos, como la calle y las alianzas con otros movimientos sociales, hasta los más generales, como los medios de comunicación y las instituciones.

En este último aspecto, conviene destacar que la COFLHEE no negociaba sino que, en el mejor sentido de la palabra, exigía: se situaba en el escenario público como único movimiento representativo de los gays del Estado —no había ninguno otro— y por tanto, como único interlocutor válido ante la sociedad. Sus propuestas políticas, a menudo apoyadas por profundos análisis que nadie más tenía interés en realizar, así como por una intensa actividad política -campañas, manifestaciones, visibilidad pública...consiguieron transformar aquella sociedad aún anclada en numerosos aspectos en los valores de la dictadura, sobre todo en lo que respecta a la moral, el género y las opciones sexuales. Su arma fundamental era que tenía razón: no contaba con apadrinamientos políticos ni gozaba de preferencias mediáticas.

La independencia y la trayectoria de la COFLHEE le concedían una autoridad y una credibilidad que, aún en aquella etapa tan difícil para la homosexualidad, le fueron de gran utilidad para ser escuchada y —a veces a regañadientes— obedecida por los agentes sociales. COFLHEE no buscaba pactos: buscaba la transformación de una sociedad injusta y represiva. No pedía las cosas por favor ni ofrecía contrapartidas -ni exclusivas a la prensa ni votos a determinados partidos políticos. Esta estrategia fue enormemente favorable; podemos darnos cuenta del alcance que tuvo la COFLHEE no sólo al enumerar los objetivos que se lograron sino, sobre todo, al tener en cuenta la escasez de medios humanos y la práctica inexistencia de medios económicos y materiales con los que aquella lucha fue llevada a cabo. Muchas de las libertades de las que gays –y otras personas– disfrutamos hoy en día son atribuibles objetivamente a las ganancias de la militancia gay de aquellos años, a pesar de la resistencia por parte de numerosos portavoces y cronistas del movimiento LGTB actual a reconocerlo. En la práctica totalidad de la bibliografía publicada actualmente sobre la historia del movimiento gay en el Estado, se glosa el nacimiento del movimiento gay en los años 70 y posteriormente se da un salto enorme en el tiempo hasta finales de los años 90 para destacar la aparición de un nuevo modelo de movimiento LGTB más moderado (y aún mayoritario), y se obvian aquellos años de lucha. En esta narración incompleta y parcial se silencia una de las etapas fundamentales de nuestra trayectoria colectiva como gays y, por qué no decirlo, se muestra cierto desagradecimiento a la labor de tantos activistas sobre cuyo trabajo se edificaron más adelante tantos negocios rosas y tantos despachos públicos ocupados hoy por quienes en aquellos años difíciles no pusieron el cuello.

Para entender la valía del movimiento gay en un período que, de manera aproximada y flexible enmarco entre los años 1985 y 1995, debemos detenernos, aunque sea mínimamente, en el contexto social y asociativo de entonces, lo que haré a la primera parte de ese texto. También sería necesario, en un segundo momento, describir la composición y el funcionamiento interno de la COFLHEE; un modelo que puede ser útil para diversas coordinadoras actuales, siempre y cuando estén interesadas en promover su grado de denuncia interna. Por último, abordaré algunas de las campañas con más éxito de la COFLHEE: una enumeración a la fuerza incompleta dado el volumen de actividad de esta coordinadora, cuya narración exhaustiva requeriría de mucho más espacio de lo que dispongo.

Contexto

Para quienes no vivieron aquella época —y para quienes no la recuerden— en los años 80 los partidos políticos con representación parlamentaria no mencionaban la homosexualidad. Las instituciones públicas no prestaban la menor atención al colectivo de gays (ni al de lesbianas ni al de transexuales). Los servicios sociales no ofrecían ayuda alguna a las personas con sexualidades no normativas. Los sindicatos no incluían los derechos de los trabajadores y trabajadoras de opciones sexuales minoritarias, víctimas usuales de despidos irregulares cuando se descubría que no eran heterosexuales. Las discriminaciones y agresiones físicas eran frecuentes. La policía protagonizaba casos de homofobia abierta, desde la esfera más institucional -se negaban a destruir los datos y las huellas dactilares de los homosexuales detenidos durante el franquismo- a la más inmediata -batidas y detenciones irregulares. Las aulas universitarias eran escenario de mensajes fuertemente homofóbicos —y mejor no preguntarse por lo que ocurría en las aulas de primaria y secundaria. Los medios de comunicación eran explícitamente homofóbicos: ningún medio, fuera de su ideología, abogaba con claridad por los derechos de gays o de lesbianas (3). Las alusiones más frecuentes a la homosexualidad en televisión eran los chistes vejatorios sobre mariquitas de Esteso y Pajares. La mayoría de la opinión pública participaba en los discursos de rechazo basados ​​en la desinformación y los clichés ridiculizadores. La Iglesia Católica tenía aún mayor influencia que hoy en día. El insulto ‘maricón’ estaba a la orden del día, tanto en la calle como en los artículos de periodistas de renombre, hoy todavía en activo.

No existían más empresas gays que los bares, discotecas y saunas de ambiente, la mayoría cerradas con puertas de metal gruesas, tras las cuales, tras llamar al timbre, se podía acceder a locales oscuros de aspecto clandestino. El barrio de Chueca, entonces punto de encuentro habitual de usuarios de heroína y venta de drogas, era todavía una de las zonas más baratas y peor iluminadas del centro de Madrid, con las viviendas sin restaurar y con precios de alquiler accesibles a estudiantes y trabajadores. El barrio albergaba ya un buen número de locales de ambiente gay, pero la visibilidad de la homosexualidad en sus calles era discreta por las noches y prácticamente nula de día. Los locales de ambiente no solían colaborar con el movimiento gay —aunque en dirección contraria sí hubo algunos actos de solidaridad por parte de asociaciones gays en protesta por las redadas policiales o el cierre de locales de ambiente — y no existían más periódicos o revistas gays que algunas publicaciones pornográficas, la única alternativa a las que eran los fanzines o boletines del movimiento gay, de difícil difusión. Las manifestaciones del 28 de Junio, Día de la Liberación Gay y Lésbico, congregaban en Madrid durante los años 80, en el mejor de los casos, a unas 500 personas.

Pocas alianzas podían llevarse a cabo en esas circunstancias. Lo que podríamos llamar izquierda extraparlamentaria había desarrollado discursos de solidaridad con las libertades sexuales pero, en ocasiones, sus componentes —especialmente los hombres— mantenían actitudes indiferentes, sino abiertamente homofóbicas, sin llevar a la práctica la teoría liberadora defendida en sus manifiestos reivindicativos; pero sería injusto no decir que en otras muchas ocasiones ciertos partidos políticos y asociaciones de extrema izquierda y algunos movimientos sociales mostraron un auténtico deseo de apoyo y de colaboración, sobre todo por parte de las mujeres activistas. Algunos intelectuales, escritores y diversas asociaciones sexológicas mostraban también su solidaridad, pero en canales muy limitados y de poca repercusión. Los únicos espacios apreciables donde existía tolerancia con la homosexualidad (lo que no siempre significaba compromiso real con la lucha por nuestras libertades y derechos) eran los ámbitos cercanos al ocio nocturno y a las artes, especialmente en las grandes ciudades: la 'movida' jugó con el androginismo y la indefinición sexual de forma liberadora en la moda o en la expresión artística, aunque casi nunca las tradujo en reivindicaciones formalmente políticas o sociales.

El contexto al que me refiero no era ya, afortunadamente, el ámbito completamente hostil de la dictadura que tuvieron que sufrir tantos gays y lesbianas de las generaciones precedentes. Pero si lo comparamos con la situación actual, conviene señalar que la homofobia de España era contundente y estaba enormemente arraigada en la sociedad. En ese contexto tan agresivo, la mayoría de los activistas gays —y de las lesbianas— que hoy encabezan los grupos LGTB más conocidos preferían (excepciones aparte) no participar en el movimiento gay o en el lésbico; no se les puede reprochar tal opción, puesto que salir del armario era entonces un acto que requería mucha más valentía que actualmente y cuyas consecuencias podían ser la pérdida del puesto de trabajo, la expulsión del hogar familiar o recibir una paliza en la vía pública. Ser activista gay suponía una elección que suponía un coste personal y que no estaba exenta de riesgos.

No era extraño que los escasos activistas gays que había entonces —quizás menos de 50 en todo el Estado— formaran parte al mismo tiempo de movimientos sociales, partidos políticos, sindicatos y asociaciones de izquierda extraparlamentaria en la práctica totalidad de los casos. Sólo desde el convencimiento personal y la defensa de una liberación antirrepresiva -ya fuera comunista, anarquista, nacionalista, sindical, ecologista, antimilitarista, o, por supuesto, feminista- podía obtenerse el valor de extender aquellos principios de lucha hacia la libertad sexual y llevar a cabo una militancia activa y visible contra la homofobia. Sin embargo, en casi toda la mal llamada comunidad gay, la respuesta mayoritaria era la invisibilidad y el miedo. No en vano «Tu miedo es su fuerza» y «Rompe la norma» fueron dos de los lemas de las campañas más conocidas de la COFLHEE en aquellos años.

Composición y funcionamiento de la COFLHEE

La COFLHEE, compuesta como hemos visto por grupos con afinidad ideológica revolucionaria pero a la vez diversa y plural, era una de las pocas coordinadoras estatales que nacieron a finales de los años 70 —por no decir la única— que sobrevivió a escisiones o disoluciones. Muchas otras (antimilitaristas, ecologistas, feministas) habían desaparecido durante los años anteriores, por lo general debido a las tensiones que existían entre las diversas «familias» de la izquierda extraparlamentaria. En mi opinión, se puede explicar la persistencia de la COFLHEE como el resultado de la solidaridad absoluta y la comprensión mutua que existía entre las personas y los grupos que la integraban. Al fin y al cabo, todas las personas que formábamos parte éramos conscientes de que en nuestros partidos, asociaciones y movimientos sociales no dejábamos de ser una minoría sexual, y nuestras inquietudes y prioridades no siempre eran compartidas del todo, más allá de declaraciones principios más teóricas que prácticas. Por otro lado, el ambiente gay desideologizado y secretista tampoco solía ser un ámbito en el que nos sintiéramos integrados. Por todo ello, los activistas de las asociaciones que formaban la COFLHEE encontrábamos en nuestras reuniones periódicas un lenguaje y unos valores comunes, un espacio liberado y formado por iguales que no solíamos encontrar en ningún otro contexto. Lo que sin duda revertía en la cohesión y la perdurabilidad de la coordinadora, más allá de nuestra doble militancia en otros movimientos sociales no siempre coincidentes entre sí o de nuestra procedencia de distintos territorios.

La implantación territorial de los grupos de la COFLHEE era extensa y abarcaba desde grandes ciudades a pequeños municipios. En los momentos de mayor representatividad territorial, la coordinadora reunía a grupos de 25 ciudades diferentes con sede en Madrid, Catalunya, País Valencià, Euskal Herria, Galicia, Andalucía, Murcia, Canarias y Castilla-León. La COFLHEE fue, en este sentido, un espacio político que, paralelamente a una lucha ilusionante e intensa por la liberación gay, sirvió de mecanismo para una continua interacción y un conocimiento mutuo de los pueblos del Estado español. Pocos espacios similares (si es que hubo algún otro) congregaron durante más de una década movimientos de base de territorios diversos, si tenemos en cuenta el cariz nacionalista que la mayoría de aquellos militantes gays teníamos con una práctica política en pro de la coordinación de esfuerzos a nivel estatal. La política lingüística y territorial de COFLHEE era claramente plurinacional. Las reuniones internas se celebraban en castellano por una cuestión estrictamente práctica, pero todo el material editado por la coordinadora se difundía en las cuatro lenguas oficiales del Estado (en ocasiones también en asturiano, a pesar de que no contábamos con ningún grupo en Asturias).

Las reuniones de la COFLHEE solían ser trimestrales, y las fechas de reunión coincidían casi siempre con puentes y festivos prolongados para permitir el viaje (en autobús, coche o tren) de los participantes desde varios puntos de la península hasta la ciudad donde se celebraba el encuentro; y para disponer, además, de tiempo suficiente para la asamblea y actividades programadas. Cada edición de las reuniones de la COFLHEE se celebraba de forma rotativa en una ciudad diferente que fuera sede de alguno de los grupos que conformaban la coordinadora: cada uno de esos grupos asumía por turnos la organización de la reunión cuando se hacía en la ciudad y mantenía la secretaría general de la coordinadora hasta la próxima reunión. Este modelo itinerante y horizontal garantizaba una estructura democrática e igualitaria entre los distintos grupos. No puede ocultarse que determinados grupos, dada su experiencia y tamaño, solían tener un peso específico mayor y solían ser más propositivos que el resto: las asociaciones de Barcelona, ​​Bilbo y Madrid (y posteriormente otras, como las de Iruñea) a menudo destacaban en este sentido, pero la estructura descentralizada y asamblearia era respetada escrupulosamente.

En este sentido, podríamos calificar la COFLHEE de asamblearia: era, de hecho, una asamblea de grupos y asociaciones alejada del centralismo y los aparatos internos. Cada grupo podía proponer ideas, difundir estudios, o reproducir carteles, protestas o campañas que habían tenido éxito en alguna ciudad y que eran susceptibles de extenderse al conjunto del Estado. La coordinadora como tal podía decidir si determinadas propuestas se aprobaban en el conjunto del Estado, lo que sucedía en la práctica totalidad de las ocasiones. Era frecuente el intercambio de publicaciones y de información entre las diversas asociaciones, la convocatoria en todo el Estado de manifestaciones coordinadas de apoyo a movilizaciones locales contra alguna discriminación específica e, incluso, siempre que era posible, la ayuda económica a las asociaciones con menos medios. Es importante tener en cuenta que la figura del activista profesional tan común hoy en día no existía en aquellos años: éramos activistas sin sueldo, y a menudo los costes de desplazamientos o actividades convocadas salían de nuestros bolsillos particulares. La COFLHEE no contaba con ningún presupuesto centralizado y la mayoría de los grupos que la componían eran claramente precarios en medios materiales y económicos. Durante las reuniones que la COFLHEE celebraba en las diversas ciudades, la gente se alojaba en domicilios particulares y los locales para las reuniones o actividades solían ser cedidos, nunca se alquilaban. La mayoría de los grupos de la COFLHEE no recibían subvenciones, o porque se optaba por mantener una independencia frente a los poderes públicos, o por la falta de atención que las instituciones prestaban a gays, lesbianas y transexuales en aquella época. En los pocos casos en que algún grupo de la COFLHEE optaba por pedir subvenciones, obtenía cantidades irrisorias.

Conviene destacar que la COFLHEE tuvo una función activa en el fortalecimiento del movimiento gay y en la aparición de nuevos grupos en todo el Estado: en cuanto sabíamos de personas que habían tomado la iniciativa de formar una asociación gay o gay-lésbica en alguna ciudad, la red de grupos de la COFLHEE acudía de forma espontánea para apuntalar su conformación y su arranque, sobre todo si estas personas vivían en un municipio pequeño. Se les cedían documentos, estudios, carteles, contactos; se les informaba de la trayectoria más reciente y de la perspectiva histórica del movimiento gay en el Estado; se les proporcionaba material para la venta a fin de contribuir a su autofinanciación; tan pronto como era posible, celebrábamos una reunión estatal en aquella ciudad, reunión que organizaba el grupo de nueva implantación para apoyar la repercusión pública del mismo.

Si bien cada reunión de la COFLHEE era completamente distinta, podemos describir un esquema que, de forma flexible, se repetía en casi todos los encuentros: el eje central de las reuniones lo constituían los dos o tres días intensivos de asamblea durante los cuales se evaluaban las acciones que se habían llevado a cabo en el trimestre anterior por la coordinadora (y por los grupos que la conformaban de forma independiente) y se planificaba, debatía y decidían las acciones del trimestre posterior. Las intervenciones abordaban desde los aspectos más prácticos y estratégicos a los análisis más elaborados sobre aspectos sociales y políticos. Aquellas asambleas solían cerrarse con la difusión de un comunicado de prensa (que casi siempre contaba con gran difusión mediática) y con la elección de la ciudad y la fecha de la próxima reunión, decisiones que solían tomarse en función de las necesidades objetivas de carácter local de alguno de los grupos integrantes de la coordinadora: celebración de jornadas, necesidad de respuesta hacia algún tipo de agresión o de discriminación, apoyo a grupos de creación reciente...

Asimismo, se aprovechaba la afluencia de activistas de todo el Estado a las asambleas, de dos o tres días de duración, para llevar a cabo alguna acción directa, manifestación o besada en la ciudad donde estaba la reunión (con gran repercusión, como es obvio, en las ciudades pequeñas), y en ocasiones también algún acto público como charlas o conferencias. En ocasiones, si la reunión se celebraba durante algún puente más largo, se realizaban jornadas abiertas que se alargaban durante unos días (4). Las reuniones de la COFLHEE acostumbraban a incluir también actividades de ocio, como fiestas -la mayoría públicas en bares o locales que no eran gays, lo que entonces suponía un enorme revulsivo social.

Aquellas actividades de ocio servían tanto de mecanismo de financiación para el grupo organizador como de acción de liberación de espacios y de propuesta de modelos de ocio gay distintos al ambiente. No puedo dejar de hacerme eco de los entrañables y en ocasiones polémicos premios de la COFLHEE —para consumo interno de los integrantes de la coordinadora—, ni de la obra de teatro ocasional y espontánea con la que suplíamos a veces la falta de actuaciones de artistas que amenizaran aquellas fiestas (no siempre había medios para contratar espectáculos).

En el aspecto más vivencial, esta narración sería incompleta si no hiciera alusión a tantas relaciones afectivas (amorosas, sexuales, amistosas) que las reuniones de la COFLHEE hicieron posibles, o si no hiciese mención de tantos paseos espontáneos en grupo, por ciudades grandes o pequeñas, durante las cuales mostrábamos (con la seguridad que nos daba ser tantas personas) una visibilidad valiente y nada estereotipada que escandalizaba a los peatones bienpensantes —ya fuera en Madrid, en Girona, en Donostia, en Córdoba o en Compostela — de esa sociedad obtusa y homofóbica.

Campañas y acciones


Cuando empecé a formar parte de la COFLHEE, la coordinadora acababa de presentar a las instituciones una propuesta de ley antidiscriminatoria, de carácter no negociable, que incluía todas las reformas legales que hemos ido viendo desde entonces en el Estado (y de otras que todavía están pendientes). Al repasar el texto de aquella propuesta transformadora que el movimiento gay realizó en 1984 (y que las instituciones prefirieron no escuchar en ese momento) me resulta conmovedor que muchas de esas ganancias se hayan conseguido tantos años después y lo que esto implica: que a principios de los años 80 hubo un movimiento social con una visión de futuro y una ambición de libertades tales como para adelantarse dos décadas a los cambios que deberían llegar. La indiferencia de los poderes públicos ante esta propuesta puede atribuirse, desde una perspectiva histórica, a que efectivamente nos habíamos avanzado demasiado en nuestra época al proponer cambios que la sociedad todavía no estaba preparada para encajar, pero que desde ese momento ya exigíamos de manera clara y pública: a nuestro juicio, aquellos hitos eran necesarios de forma inmediata. Teníamos razón: cuando más adelante se han ido cumpliendo, ya era demasiado tarde para tantos gays y tantas lesbianas víctimas de dos décadas de homofobia. El exhaustivo cuerpo de reformas legales, educativas, sanitarias, policiales, militares, mediáticas y sociales que entonces exigíamos, fueron desde ese momento una mesa reivindicativa y una agenda pública que quedaban pendientes de asumir. Aquella propuesta de ley antidiscriminatoria supuso la primera iniciativa y la contribución inicial -algún día se reconocerá como talpara los cambios venideros que hoy ya están presente o pasado.

En este mismo sentido, es necesario ver con perspectiva histórica la reivindicación del matrimonio. Ya en el año 86, a través del apoyo del FAGC a una pareja de gays de Vic que exigía el derecho a casarse, la COFLHEE impulsó, con reservas (5), la primera campaña por el derecho al matrimonio gay en el Estado. Diez años después de aquellas movilizaciones todavía observábamos algunos grupos gays reformistas de aparición posterior que seguían aceptando rebajas en nuestros derechos (y se amoldaban a la ley de parejas de hecho, de segunda clase) y tildaban a la COFLHEE de maximalista, radical o incluso de asocial por exigir el matrimonio y no ningún otro sucedáneo. Muchos de estos grupos reformistas se apresuraron, una década después, a apurar el crédito de la aprobación de la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo del año 2005.

Las prioridades de la COFLHEE, sin embargo, no estaban centradas en las reformas legales o institucionales, sino, a diferencia de la tendencia mayoritaria del movimiento LGTB actual, en la calle, en la sociedad, la reivindicación pública, la liberación de espacios y la influencia en la opinión pública; en la lucha contra la exclusión, en la conquista de libertades. En suma: en la transformación social y en una práctica transgresora, en lugar de perseguir una adaptación de la homosexualidad a los valores patriarcales de la sociedad o la domesticación de los gays para convertirlos en consumidores obedientes a las leyes del mercado.

En este sentido, un eje fundamental de nuestra labor era el Observatorio de la Homofobia, la atención a víctimas de agresiones o discriminaciones y la denuncia pública de éstas (ya fueran asesinatos, palizas, insultos, detenciones ilegales , despidos improcedentes o expulsiones de locales públicos). También era continuado el trabajo de observatorio de los medios de comunicación y de denuncia de las numerosas opiniones vejatorias expresadas en la prensa (ya fuera una execrable Pilar Urbano que comparaba a los gays con las zapatillas o un machista Marín Prieto tildando de maricones a sus enemigos políticos). O la reacción a la cacería de brujas homofóbica que se desató con el tristemente famoso Caso Arny en Sevilla (1995). O incluso la denuncia contra profesores universitarios o libros de texto que difundían ideas homofóbicas en las aulas o contra canciones que promovían las agresiones contra gays (como fue la repulsa y las acciones legales emprendidas por EHGAM y otros grupos de la COFLHEE contra el grupo Molotov y su «Matarile al maricón»).

Entre los casos de agresiones físicas tuvo especial relevancia la denuncia del brutal asesinato de la transexual Sonia en Barcelona, que fue propuesta por el FAGC en la COFLHEE, y de las sádicas torturas que algunas bandas callejeras perpetraron contra los gays que frecuentaban el parque del Retiro de Madrid, impulsada por La Radical Gai. En ambos casos, los grupos de la COFLHEE se personaron como acusación particular en los juicios contra los agresores. Del mismo modo, fue la agresión a un militante gay en Iruñea lo que nos llevó a coordinar una campaña, liderada por el grupo de EHGAM en esa ciudad, que se tradujo en la primera resolución contra la homofobia por parte de un parlamento autonómico, el de Nafarroa.

La detención policial de dos chicos gays en Sitges, la retención de gays en una trastienda por parte de unos conocidos grandes almacenes, la expulsión con violencia de dos lesbianas de un bar en Madrid, y otros muchos casos ocuparon nuestra labor denuncia contra las discriminaciones. Fue, sin duda, la denuncia de uno de estos casos, propuesto en la COFLHEE por el FAGC, el que tuvo una mayor repercusión política y mediática: el del homofóbico «Código de incidencias» de la RENFE, en 1992, por el que, de forma confidencial, se ordenaba a los guardias de seguridad de la compañía pública de ferrocarriles expulsar de las instalaciones a gays y lesbianas (junto con otros peligros públicos como mendigos u objetores de conciencia) . La denuncia de la COFLHEE y de otros movimientos sociales, con el consiguiente impacto mediático, forzó la comparecencia de Mercè Sala, directora de la RENFE, ante el Parlamento en Madrid, así como la extensión a las parejas de gays y de lesbianas usuarias de la RENFE de los precios especiales de los que hasta entonces disfrutaban las parejas heterosexuales. Estos triunfos se obtuvieron, en parte, por la exitosa campaña de denuncia, llevada a cabo por una red de grupos gays, lésbicos, feministas, antimilitaristas y de otra índole que ocupó por unas horas, al unísono y con lemas comunes, las estaciones centrales de la RENFE en doce ciudades distintas del Estado, y que se manifestaron en el interior de sus instalaciones. Algunos años después (1994), a propuesta de La Radical Gai, se realizaron de forma coordinada manifestaciones similares en los aeropuertos de diversas ciudades del Estado como protesta por la negación a un trabajador gay de Iberia de los beneficios de pareja de los que disfrutaban las parejas heterosexuales de otros trabajadores y trabajadoras (aunque no estuvieran casadas).

Otra de las campañas de mayor éxito de la COFLHEE fue la campaña de apostasía «¡Borrate!» (1993), propuesta por el grupo de EHGAM en Bilbo, como respuesta al nuevo catecismo de la Iglesia Católica, quien consideraba pecado la homosexualidad, y que tuvo una gran repercusión en los medios de comunicación. La campaña también se hacía eco de la posición de la Iglesia contra los derechos de las mujeres, contra el uso de preservativos y anticonceptivos, y contra la libertad sexual en general, mientras que el Vaticano justificaba la guerra y la pena de muerte u obstaculizaba el trabajo de los teólogos de la liberación en el Tercer Mundo. La campaña, que recogió casi 20.000 solicitudes de apostasía en todo el Estado en seis meses (desatendidas por la Iglesia) y que obligó al Secretario de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior a tomar partido, va a aglutinar a varias asociaciones de carácter heterogéneo y constituyó la primera ocasión en que el movimiento por la liberación homosexual lideraba una movilización a la que se sumaron otros tipos de movimientos sociales: que éstos secundaran la propuesta de activistas gays, por los motivos referidos en párrafos anteriores, era algo hasta entonces impensable, absolutamente rompedor.

A propuesta de La Radical Gai, que introdujo en el movimiento gay del Estado español las propuestas de la red internacional contra el sida Act Up, la COFLHEE desarrolló un discurso fuertemente reivindicativo respecto a la pandemia, que contrastaba con el enfoque asistencial de otras asociaciones y que al fin y al cabo influyó enormemente en la posición que muchos otros movimientos sociales mantenían en cuanto a la crisis del sida (y que en numerosas ocasiones se traducían en indiferencia o en desinformación). El 1 de diciembre se incorporó al calendario del movimiento gay junto a otras fechas importantes, como el 1 de Mayo o el 8 de Marzo, y, en Madrid, se protagonizaron acciones de protesta ante el Ministerio de Sanidad o en la Puerta del Sol ante la discriminación, el discurso del miedo, la obstaculización en la prevención por parte de la Iglesia y la derecha, y la desatención institucional.

Por supuesto, con todos estos ejes, la COFLHEE convocaba, junto al movimiento de lesbianas, las manifestaciones del 28 de Junio, Día de la Liberación de Gais, Lesbianas y Transexuales (entonces se hablaba de orgullo gay). A tal efecto, editaba un cartel anual en todas las lenguas oficiales del Estado, con un lema común y una coordinación entre las movilizaciones de las diversas ciudades en las que había movimiento gay. La noción de manifestación unitaria en Madrid no existía en coherencia con su filosofía descentralizadora. Si bien hoy en día puede parecernos excesivamente reducido el número de personas que se congregaban de forma visible en aquellas manifestaciones, conviene que recordemos el contexto social de homofobia imperante para situarlas en su momento histórico y considerarlas un éxito. Los contenidos de las reivindicaciones y los lemas que se llamaban en éstas, por otra parte, solían referirse a la necesidad de cambiar el mundo y de hacerlo más justo: no conparemos aquel nivel reivindicativo con los desfiles desideologizados de cariz comercial que se celebran hoy en día en algunas ciudades y que, si bien son multitudinarios, transmiten pocos mensajes de transformación social. Muchas de esas manifestaciones terminaban con besos públicos que recogían con mucho gusto los fotógrafos de la prensa. A modo de anécdota, en una de esas manifestaciones celebradas en Madrid a principios de los años 90, La Radical Gai utilizó por primera vez en el Estado la bandera del arco iris, símbolo actual del movimiento gay, en la cual durante varios meses la prensa aludía como la bandera multicolor de La Radical Gai.

Las alianzas con otros movimientos sociales llevaron a los grupos de la COFLHEE a tomar partido por el internacionalismo (en oposición a los actos del año 92 y que establecía vínculos con el movimiento gay de otras latitudes, en especial con el de América Latina), el nacionalismo, la lucha sindical (que ponía el acento en los derechos laborales de gays y lesbianas, constantemente olvidados entonces por los sindicatos mayoritarios), el colectivo okupa, el ecologismo y el antimilitarismo: en la COFLHEE militábamos numerosos objetores e insumisos; la coordinadora como tal hizo un llamamiento a la insumisión en el ejército y subrayó la homofobia de la institución militar. Este aspecto fue expuesto por parte de varios insumisos ante el juez para justificar su negativa a realizar el servicio militar y el servicio social sustitutorio, lo que propició la formación de un movimiento de insumisión gay, de especial incidencia en Nafarroa, así como también en Madrid y en Barcelona.

Nuevos tiempos (a modo de cierre)

Estas y otras muchas campañas de la COFLHEE —contarlas todas sería inacabable— contribuyeron a hacer de la sociedad un espacio cada vez más habitable para lesbianas, transexuales y gays del Estado (aunque sigue quedando mucho por hacer). A principios de los años 90 varios periodistas empezaron a publicar artículos en la prensa manifiestamente favorables a la causa gay y lésbica. Los partidos políticos con representación parlamentaria también empezaron a incluir en los programas electorales las reivindicaciones del movimiento gay: Herri Batasuna fue pionera, seguida de Izquierda Unida pocos años después (6). Varias resoluciones judiciales en casos impulsados ​​por la COFLHEE crearon jurisprudencia a favor de los derechos de gays y de lesbianas (como el caso de la agresión verbal que sufrió el editor de este libro en Barcelona). Se iniciaron las primeras y tímidas modificaciones legales (como la Ley de Arrendamientos Urbanos). Los sindicatos finalmente mantuvieron las reivindicaciones laborales de gays y lesbianas en las tablas de negociación con la patronal (hasta entonces éste era el primer punto que abandonaban en la negociación). Gran parte de la opinión pública empezó a expresar posiciones favorables a las personas con prácticas homosexuales. Las manifestaciones del 28 de Junio ​​en Madrid, Barcelona o Bilbo dejaron de aglutinar a cientos de personas para pasar a congregar a miles. En los quioscos se podía encontrar un nuevo modelo de prensa gay (el 'Mensual', precedente de otras muchas revistas de noticias y de ocio que se publicaron más adelante). En Madrid, Chueca empezó a gestarse como barrio gay. Eran tiempos de cambio para gays y lesbianas. También lo eran para el movimiento gay y, obviamente, para la COFLHEE.

Hubo algo que supuso —al menos en tres sentidos— la escenificación del cambio: la primera recepción al movimiento gay y lésbico por parte de la ministra de Asuntos Sociales Matilde Fernández, a mediados de los años 90. En primer lugar, porque abría unas vías de interlocución con el movimiento gay y lésbico a las que las instituciones se habían negado hasta ese momento. En segundo lugar, porque permitió a algunos predecir el trato de favor de los poderes públicos hacia un nuevo modelo de movimiento gay de reciente implantación y con posiciones más dóciles y clientelares. En un primer momento, el Ministerio intentó vedar la asistencia de la COFLHEE, pese a su dilatada trayectoria y su indiscutible mayor implantación territorial, y pese a la existencia del precedente que algunos de los grupos de la COFLHEE, como EHGAM, habían solicitado con anterioridad que les recibiera la ministra poco después de su toma de posesión —petición que fue denegada por motivos de agenda—; pero la protesta enérgica de la COFLHEE (de la que también se benefició la Coordinadora de Feministas Lesbianas) obligó al Ministerio a modificar sus pretensiones. En tercer lugar, las posiciones de las diferentes coordinadoras gays o lésbicas -cuatro, en total, que coincidieron en esa reunión pusieron en evidencia concepciones distintas en el seno del movimiento gay. La reunión trató, fundamentalmente, el tema de la regularización de las parejas del mismo sexo: a este respecto, en la COFLHEE nos dimos cuenta de que, por un lado, el derecho al matrimonio —aspecto prioritario por parte del reformismo gay y las instituciones—, ocultaba necesidades más perentorias que los poderes públicos preferían no abordar y el nuevo movimiento gay renunciaba a exigir; por otro lado, este nuevo movimiento renunciaba a este derecho y se acogía a la propuesta institucional de regulación de las uniones gays o lesbianas cuyo sucedáneo se llamaba parejas de hecho, como ya hemos visto. A pesar de los desencuentros, la COFLHEE mantuvo una especie de colaboración con este nuevo movimiento gay, al tiempo que sostenía una posición crítica ante algunas de sus propuestas: así se comprobó en la participación de nuestra coordinadora, junto a la resto de asociaciones de gays, lesbianas y transexuales, en la gran manifestación unitaria de Madrid a mediados de los años 90 y en la reunión de todas las tendencias del movimiento GLTB que pocos meses después se celebró en Sevilla auspiciada por el grupo independiente Somos. Más allá de la apertura de estos canales de colaboración, la COFLHEE mantenía su actividad autónoma.

Por último, y aunque no sean objeto de este texto los documentos, estudios y teorías desarrollados por la COFLHEE durante los años 80 y 90, cabe señalar que hubo una producción colectiva y continuada en forma de debates y análisis que ocupaban las reuniones, jornadas y publicaciones de la coordinadora. Esta producción intelectual colectiva abordaba temas como la filosofía del movimiento gay, los cambios sociales, la participación social, las libertades, las sexualidades, el patriarcado, el feminismo, el militarismo, la crisis del sida, las masculinidades, la minoría de edad, las normas afectivas y sexuales, la sexualidad como opción y la identidad sexual. Este último tema fue objeto de controversia en el seno de la coordinadora y supuso una de las razones fundamentales del debilitamiento y división interna de la COFLHEE, hasta que finalmente, más de veinte años después de la fundación, la crisis desembocó en su desvertebramiento (7). Pero los logros alcanzados por la COFLHEE han quedado para siempre en nuestra sociedad, a pesar del silencio que envuelve hoy en día las crónicas históricas o las referencias a aquellos años de militancia valiente, ilusionante y liberadora.

Estambul, agosto 2006
  • NOTAS
  • 1/ A pesar de que mantienen las mismas siglas, poca relación existe entre aquel COGAM de mediados de los años 80 y el COGAM actual: basta con leer este texto para darse cuenta de las diferencias radicales entre dos concepciones muy distintas de un modelo de movimiento gay. Años después, cuando COGAM abandonó la COFLHEE —mediante un sistema de votación que contravenía lo dispuesto en sus estatutos— una tercera parte de los componentes del colectivo mencionado lo abandonamos: tres de nosotros iniciamos La Radical Gai, que va pedir su ingreso inmediato en la COFLHEE. Por tanto, mi participación en la coordinadora se mantuvo a lo largo de los años a través de la militancia en varios grupos gays que formaban sucesivamente parte.
  • 2/ No me resulta excluyente hablar de movimiento gay y no incluir lesbianas o transexuales en mis alusiones. En esos momentos no existía un movimiento de transexuales propiamente dicho. Por su parte, el movimiento de lesbianas prefería ubicarse en el seno del movimiento feminista. Existía una fluida colaboración mutua entre ellas y nosotros, pero como dos movimientos claramente diferenciados. En la COFLHEE había algunos (pocos) grupos mixtos gay-lésbicos muy minoritarios, sobre todo en las ciudades pequeñas, y lo habitual era que en cuanto estos grupos se fortalecían, mujeres lesbianas y hombres gays acordaran seguir la lucha por separado.
  • 3/ Le duela a quien le duela, fue el diario abertzale 'Egin' el único medio de comunicación que revirtió esta tendencia durante esos años. Este hecho es objetivo y puede consultarse en las hemerotecas.
  • 4/ Recuerdo, entre otros, «¿Menores de qué?», impulsada por Joves per l’Alliberament Gai en Barcelona contra las leyes de mayoría de edad y «Gais contra el 92», organizada por La Radical Gai en Madrid.
  • 5/ Como grupos revolucionarios, las asociaciones que integraban la COFLHEE se oponían al matrimonio como institución o no lo consideraban una medida preferente frente a problemas mucho más graves. Pero al mismo tiempo, valoraron que el error de casarse era un derecho universal del que gays y lesbianas estaban privados (y que algunas parejas del mismo sexo empezaban a demandar). Esto constituía una discriminación contra la que decidimos luchar, a pesar de nuestra posición ideológica al respecto.
  • 6/ Sólo cuando el movimiento gay reformista constituyó la plataforma clientelista Vota Rosa, otros partidos se sumaron a esta tendencia.
  • 7/ Tampoco los factores externos ayudaron al mantenimiento de la COFLHEE: a lo largo de los años 90, el nuevo movimiento gay reformista, al principio marginal y de poco peso específico, se hizo con la centralidad y el protagonismo social (que todavía hoy ocupa) debido a la preferencia que le concedieron las instituciones (incluidas las subvenciones provenientes de los fondos públicos de éstas), los medios de comunicación mayoritarios y los partidos políticos para los que estas nuevas asociaciones pedían el voto. Por eso, este nuevo movimiento, pese a su reducida implantación territorial y su escasa experiencia, contó con una posición de ventaja que se tradujo en el desplazamiento de la COFLHEE hacia los márgenes de la atención pública, ya avanzada la década de los años 90: un proceso interesante que tal vez merezca un estudio.

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...