2016/01/11

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | LA JUSTICIA CIERRA POR COMPLETO EL CASO ARNY

La Justicia cierra por completo el caso Arny.
La Audiencia ha decretado el archivo definitivo de la causa 21 años después tras haberse cumplido todas las condenas.
Rocío Velis | El Correo de Andalucía, 2016-01-11
https://elcorreoweb.es/sevilla/la-justicia-cierra-por-completo-el-caso-arny-CE1237411 

En 1995, España entera se escandalizaba con uno de los mayores casos de prostitución de menores. En los juzgados sevillanos se abría una investigación que salpicó a varios famosos, aunque el asunto se acabó archivando para la gran mayoría de ellos, y que ahora, 21 años después ha quedado definitivamente cerrado. El conocido caso Arny ya ha pasado a los archivos de la historia judicial después de que la Audiencia Provincial de Sevilla haya dictado un decreto en el que ya da por archivado el caso por el que fueron condenados 16 de los 49 procesados.

La decisión de la Sección Tercera de la Audiencia, que fue la encargada en su momento de enjuiciar el caso, se produce después de que la última responsabilidad civil impuesta a uno de los condenados, pendiente aún de ser abonada, haya prescrito. Era el último fleco que quedaba de este proceso que acabó sentando a 49 acusados en el banquillo, de los que 16 serían condenados. Todos ellos han cumplido su deuda con la Justicia, más aún cuando a la mayoría de ellos las penas les fueron suspendidas porque eran condenas inferiores a los dos años de prisión. El decreto cuenta, además, con el respaldo de la Fiscalía sevillana que, según confirmaron fuentes judiciales, ha dado su visto bueno al archivo definitivo de la causa.

El principal acusado del caso fue Carlos Saldaña, el dueño del pub, quien tras el juicio fue condenado a 33 años de cárcel por 11 delitos de prostitución de menores. Sin embargo, Saldaña solo cumplió nueve años de cárcel, pues el principio legal de cumplimiento efectivo del triple de la máxima pena individual impuesta le permitió salir de prisión en 2007. Otro de los principales condenados fue el encargado del pub Arny, José Antonio González Losada, a quien la Audiencia Provincial impuso una condena de 18 años de cárcel; y Domingo Arnaldo Concha, un bailarín que era conocido como Arny y que dio nombre al club, que fue condenado a un año y nueve meses de prisión. Unas condenas que, junto al resto, fueron confirmadas íntegramente en el año 2000 por el Tribunal Supremo.

El caso se destapó tras una denuncia presentada en marzo de 1995 por uno de los menores ante la Policía Nacional, que acabaría entrando en el local. Este chico se convertiría entonces en el principal testimonio y sería conocido como testigo uno. José Antonio Sánchez Barriga, que así se llama, acabaría siendo condenado en 2005 a 15 años de prisión por el asesinato de un hombre de 72 años.

El juicio, que fue en ese momento todo un bombazo informativo que llenó todos los telediarios de la época, se celebró a puerta cerrada, entre otros motivos, para preservar la identidad de los menores. Tal era la magnitud del mismo que incluso fue necesario reformar una sala de la Audiencia Provincial de Sevilla, la actual sala donde se celebran los juicios con jurados, para poder acoger al casi medio centenar de imputados y a sus abogados. Hoy en día, en cambio, esa sala no valdría para acoger futuros juicios de macrocausas como los ERE con más de doscientos imputados, pero sí ha servido para juicios recientes tan mediáticos como el crimen de la joven Marta del Castillo.

La cuestión principal era decidir si en aquel local se habían producido los hechos denunciados de prostitución y explotación de menores, que llevó al banquillo a artistas, famosos, clientes y trabajadores y hasta el juez de menores Rico Lara –ya fallecido–, quien fue finalmente absuelto. El magistrado fue uno de los señalados por el testigo uno, aunque la sentencia desprestigiaría este testimonio al apreciar animadversión en el joven, que cambió varias veces su versión de los hechos, pues este magistrado retiró la custodia a su madre y envió al joven a varios correccionales.

2016/01/07

DOCUMENTACIÓN | LITERATURA | 'PARIS-AUSTERLITZ', EL DESAMOR HOMOSEXUAL SEGÚN RAFAEL CHIRBES

ABC / Rafael Chirbes //

«Paris-Austerlitz», el desamor homosexual según Rafael Chirbes.

Con su novela póstuma, «Paris-Austerlitz», el escritor valenciano cerró su ciclo narrativo y regresó al universo de «Mimoun».
José María Pozuelo Yvancos | AVC, 2016-01-07
https://www.abc.es/cultura/cultural/abci-paris-austerlitz-desamor-homosexual-segun-rafael-chirbes-201601071525_noticia.html

Cuando alguna vez se analice la historia de la novela corta en España, el nombre de Rafael Chirbes se situará en lugar destacado. Le vino el éxito y el reconocimiento generalizado en Alemania a partir de «La larga marcha» (1998) y años después en España con el díptico sobre la crisis y la corrupción urbanística que formaron «Crematorio» (2007) y «En la orilla» (2013). Antes de que estos reconocimientos masivos llegaran con sus novelas extensas, gozaba de una nutrida minoría de seguidores que lo habían descubierto en sus novelas breves, desde que, con «Mimoun» (1988), apareció como escritor, hasta la que puede considerarse su obra maestra: «La buena letra» (1992), sin olvidar «Los disparos del cazador» (1994).

Rafael Chirbes ha terminado su vida literaria dando cima, tras veinte años de escritura y reescritura , a esta última obra, «Paris-Austerlitz», que elige otra vez la forma de novela corta, y que en cierto modo actúa de cierre de un círculo, pues si «Mimoun», su ópera prima, ambientada en Marruecos, situaba como fondo el tema de la relación homoerótica, en «Paris-Austerlitz», que se publica póstuma, vuelve a ese asunto, pero para darle la vuelta. Los desasosiegos nacidos de la incapacidad de comunicarse con una cultura ajena se convierten aquí en algo radical, personal, íntimo, como si Chirbes hubiera querido dejar sobre la relación amorosa un testamento descarnado, tremenda elegía que sepulta el amor en la ruina de su descomposición.

Mirada lacerante
El sida, que en estas páginas no se nombra directamente, sino a través de metonimias (se lo llama la plaga, o el mal), no es la única causa de esa mirada descarnada, casi lacerante, que Chirbes arroja. El verdadero tema va más allá del sida, y se nutre de dos motivos que le obsesionan: el amor como cosificación, como posesión del otro; y la infertilidad, cuando el amor termina siendo cárcel.

Ni que decir tiene que, tratándose de Chirbes, no se oculta una mirada marxista, pues la relación entre el joven pintor español (el narrador) con su amante, Michel, un obrero parisino ya maduro, no puede salvar la diferencia económica y de estrato social , que termina siendo corrosiva para la propia relación. Mucho más que la diferencia de edad, les separa la cultura, el dinero, las posibilidades que uno tiene y de las que el otro carece.

Una novela también es lo que elige no contar. Mientras la leía, no pude dejar de acordarme del famoso poema de Jaime Gil de Biedma «París, postal del cielo» , que contiene estos versos: «Aun vive en mi memoria aquella noche / recién llegado. Todavía contemplo, / bajo el Pont Saint Michel, de la mano, en silencio / la gran luna de agosto suspensa entre las torres / de Notre-Dame, y azul / de un imposible el río tantas veces soñado. / Its too romantic, como tú me dijiste / al retirar los labios». Ese «too romantic» del que se han llenado muchas evocaciones idealizadas del amor homosexual es lo que Chirbes ha dejado de lado.

Cielo gris y plomizo

La novela discurre por un París de tabernas, café-«tabacs», obreros e inmigrantes. La habitación donde vive su amor esta pareja es mugrienta y Chirbes termina trasladando a toda la ciudad de París esa misma sensación de cielo gris y plomizo, de panza de burro, escenario de un amor que va agotando sus recursos.

El autor ha hecho gala de gran habilidad al evitar que las secuencias narrativas sigan cronológicamente los tiempos de la relación. De hecho, la trama comienza por el final, en las tremendas escenas del hospital de Saint-Louis, donde Michel está internado, dado el avanzado estado de su enfermedad. Chirbes también evita el eufemismo o la caridad de lo implícito y sugerido. Antes al contrario, hace explícita descripción de las miserias que el cuerpo sufre durante la enfermedad. Pero, sobre todo, cuando la historia comienza, en esa situación casi terminal, sabemos que entre el joven pintor (el narrador) y el maduro obrero, Michel, se ha tejido un muro de reproches, de celos, de incomprensión. El diálogo se tiñe de silencios elocuentes.

Chirbes ha clausurado de este modo amargo su literatura. No ha querido compensar con el amor el pesimismo creciente de su visión de la cultura del dinero; antes al contrario: esta novela, que es una joya de honda expresividad, actúa como si quisiese decirnos que nada queda al margen del dominio de unos sobre otros.

2016/01/06

DOCUMENTACIÓN | POLÍTICA | MICHEL FOUCAULT EN TIEMPOS VIOLENTOS

Michel Foucault en tiempos violentos.
La Biblioteca canónica de la Pléiade reedita los trabajos esenciales del filósofo.
Patricia de Souza | El País, 2016-01-06
https://elpais.com/cultura/2016/01/05/babelia/1452011590_305374.html 

Michel Foucault muere en el hospital parisino de la Salpetrière. Estamos en 1984 y los primeros indicios sobre su fallecimiento son dudosos, más tarde se confirmará que ha muerto de una enfermedad hasta entonces poco conocida, el Sida.

Militante, agitador de masas, vive hasta entonces bajo la máxima de que no basta con pensar, hay que pasar a la acción, y él, como filósofo, lo hace convertido en esa “caja de herramientas” de la que hablaba Deleuze, dispuesto a apoyar los movimientos de rebelión que se sublevan contra la maquinaria estatal que asfixia al individuo.

Foucault, cuyos trabajos esenciales reedita ahora la Biblioteca canónica de la Pléiade, se va a instalar en el centro de un debate filosófico por la libertad, el cuerpo y la persona. O el cuerpo y el deseo. Este debate se desarrollará en medio de la sociedad “bien pensante” de su época exponiendo a los sistemas políticos a un análisis sobre el abuso de poder y el exceso de vigilancia.

Con ‘Vigilar y castigar’ (1975), esta reflexión abarca los sistemas penitenciarios y la prisión como un “dispositivo”, una tecnología política que domina el cuerpo a la sombra de los reglamentos. Hay que tener en cuenta de que una de las ideas principales de Foucault fue mostrar lo que llamó “juegos de verdad”, que serían los entramados en torno a lo que es una “subjetivación”, la construcción de un sujeto a través de las diferentes técnicas de objetivación, que sean discursos, supersticio8nes o costumbres.

Justamente, mucho se le ha reprochado a Michel Foucault el hecho de renunciar a la verdad al mostrar un sujeto alienado, de diferentes máscaras, sometido a esa historia de los sistemas y de pensamiento como una historia del poder. Es cuando empieza ese deseo de construir desde los “restos”, como un arqueólogo que interroga los valores de verdad y falsedad, y a través del vagabundeo de la verdad que simboliza la fragilidad de la propia existencia, que empieza a construir lo que el llamó “episteme”, relación entre distintos discursos científicos de una época.

Para Foucault el saber es una voluntad no separada del deseo. Es también ese traqueteo de la batalla con las palabras, de su necesidad de identidad con las cosas, comprendiendo quizás que hay una relación imposible de resolver: al pensar representamos el mundo, pero nunca dejamos de ser “ese mundo”. Esa posesión, que es como el ruido de batalla, es constante. Empieza la construcción de una nueva subjetividad, más honesta y menos totalitaria.

Ya en su primer libro más conocido, la ‘Historia de la locura en la edad clásica’ (1961), toca la evolución de los sistemas de vigilancia e instala la duda sobre la noción de lo que se considera como "normal" y los escenarios donde ciertas nociones son tomadas como verdades duraderas. Este libro es también una dura crítica al funcionamiento de las instituciones médicas y el uso del saber médico como instrumento de poder.

En ‘Las palabras y las cosas’ el análisis del lenguaje lo lleva a hacer una epistemología de iconos y símbolos, el lenguaje constituido en una problemática frente al deseo (el centro de la reflexión de Jacques Lacan), la liberación y la valorización de la palabra de los oprimidos, inversión de poderes para extraerlos a su mudez irremediable. "El trabajo de un intelectual", nos dice Foucault, "no es modelar la voluntad política de los otros, es, a través de los análisis que hace en los campos que son los suyos, interrogar las evidencias y los postulados, sacudir los hábitos, las formas de hacer y de pensar, disipar las familiaridades adquiridas, retomar la medida de las reglas y de las instituciones, y a partir de esa re-problematización (donde se juega su oficio de intelectual) participar en la formación de una voluntad política".

No hay nada más apasionante que leer la ‘Historia de la sexualidad’ (1976) para ir descubriendo cómo, a partir del siglo XVIII, ésta se convierte en el principal interés de una gobernabilidad bio-política. Un ejemplo, los diferentes términos que se usaron para designar la homosexualidad, inscrita por K.H Ulldirchs, jurista de Hanovre, en el registro médico de las perversiones y en el marco de una medicina social. La categoría de “homosexual” fue inventada tardíamente, después de considerarla como “un cierto tipo de prácticas sexuales” (la sodomía), condenables. Pero, el individuo homosexual, no existía como tal.

El análisis de estos distintos discursos en torno al tema del cuerpo han sido el nicho para la Teoría de género, el género como ‘perfomance’ del propio cuerpo (como escenario), forma de actuación social que se toma de los modelos que la sociedad propone como normales. La sexualidad será un objeto de control demográfico en medio de la economía capitalista que surge a comienzos del siglo XIX, la que considera al cuerpo como valor de producción y fuerza de trabajo. Hay que leer este libro para entender cómo los asilos son también templos arquitectónicos de modelos morales.

Al poner el cuerpo biológico en el seno de la práctica histórica, Foucault abre la vía a una forma de historia de la resistencia y de la subjetivación, una forma fenomenológica que abarca el momento histórico y las condiciones de vida del individuo: “…la locura simboliza una inquietud mayor en el horizonte de la cultura europea, hacia finales de la edad media. La locura y el loco se convierten en personajes mayores en su ambigüedad: amenaza y burla, vertiginosa burla del mundo, y lamentable ridículo de los hombres”. El Quijote sería una figura emblemática de la sinrazón como la aventura de la comunidad humana. Además de haber interrogado la razón a través de la locura, interrogó también nuestros sistemas de vigilancia a través de la tipología del crimen, lo que es marginal, inquietante y misterioso.

El crimen (o la criminalidad supuesta) es un tema importante en nuestro tiempo, puesto que el discurso sobre la seguridad y la vigilancia se agudiza debido a una explosión demográfica, o la reciente crisis de los refugiados. ¿Hasta qué punto todos estos discursos sobre el peligro que representan los emigrantes, tan seductores para el discurso político, no se apropian de algunos dispositivos que circulan en el ambiente?

Foucault, que siempre decía que se desplazaba como un cangrejo, sin seguir la linealidad del discurso cartesiano, descubrió siempre esos “momentos de una verdad”, sus condiciones sociales y sus limitaciones, tal como lo dijo en su historia de la sexualidad: “Cada configuración de ésta (que sea historia de la sexualidad, de la enfermedad, o de la locura) dotada de conceptos e instrumentos de sistemas de pensamiento específicos que mantienen relaciones con instancias políticas, económicas y sociales”.

Hay también mucha poesía en Foucault, porque ese hombre que frecuentaba el mundano ruido del París (bares y discotecas libertinas) y que se desplazaba en bicicleta hasta la biblioteca nacional de la calle Richelieu, nos ha hecho ver aquella ‘Nave de los locos’, “extraño barco ebrio que corre por las aguas calmas del río, con sus figuras insensatas y burlescas”, como un maestro del claroscuro, a manera de un cuadro de Goya, donde la razón produce sus monstruos.

Con un discurso político sobre la sexualidad de plena actualidad, el matrimonio homosexual es uno de ellos, el pensamiento de Foucault vuelve a cobrar vigencia, pero no en el sentido quizás que él esperaba, la sexualidad como una forma de utopía, proyecto individual de libertad fuera de las normas, sino como un discurso conformista donde se indexa el poder. La pregunta más importante concierne a la idea actual de qué es la libertad en un mundo dominado por la guerra y la amenaza climatológica, la renuncia a la acción política (el apolitismo de los jóvenes) y una forma de poder ideológico globalizado: el consumo. El tema de las libertades individuales, del compromiso de los intelectuales, de sus alcances y sus límites, etc., es ese ángel oscuro que abre sus alas mientras dormimos.

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // Este trabajo, no podría ser de otra manera, está dedicado e...