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2016/03/10

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | ROBERT MAPPLETHORPE, RETRATO DE UN ÁNGEL OSCURO

Robert Mapplethorpe, retrato de un ángel oscuro.
El museo J. Paul Getty y el LACMA exponen la obra completa de Robert Mapplethorpe, el fotógrafo que llevó el arte a los límites de su propia experiencia sexual.
Gloria Crespo MacLennan | El País, 2016-03-10
https://elpais.com/cultura/2016/03/08/babelia/1457450794_272222.html 

Quiso ser una leyenda y su obra le inmortalizó. Esperó a la muerte mirándola de frente, empuñando un bastón coronado por una calavera. El sexo fue el elixir que alimentó su vida, su arte y su fama. Pero también su condena. Murió, debido a las complicaciones causadas por el sida, no sin antes haber sido capaz de diluir la frontera entre el arte y la pornografía. “Patti, ¿nos la ha jugado el arte?”, preguntaba Robert Mapplethorpe a su antigua amante y leal compañera, la cantante y poetisa punk, Patti Smith, poco antes de morir.

Mapplethorpe moría a los 42 años, el 9 de marzo de 1989. Durante su último año se preocupó por dejar bien custodiado y organizado su legado artístico. A partir del 15 de marzo, ‘The Perfect Medium’ exhibirá este legado por primera vez al completo; una exposición organizada por el Museo J. Paul Getty y el LACMA, en Los Ángeles. Acompañando a la exhibición se publican dos libros: 'Robert Mapplethorpe: The Archive' de Francis Terpack y Michelle Brunnick y ‘Robert Mapplethorpe: The Photographs’, escrito por Paul Martineau y Brut Salvesen. Estos reevalúan y dan muestra de la obra que incluye: su temprana obra como estudiante, joyas, los ‘collages’ de los 70, sus ensamblajes y las fotografías que sirvieron de fondo a las “guerras culturales”, que dominaron el debate de los de los años 90 en Estados Unidos. Debate enardecido por una derecha reaccionaria, en contra de una cultura que consideraban atentaba contra la moral, el espíritu nacional o la religión. Coincide esto con el estreno en el mes de abril de un documental de la HBO, ‘Mapplethorpe: Look at the pictures’, dirigido por Faenton Bailey y Randy Barbato.

La obra de Mapplethorpe, rica y compleja, sigue latiendo con fuerza (aunque por debajo de los precios que se le suponía), polarizando a los críticos, y sobre todo, sacudiendo a sus espectadores. “Esa fue su intención”, dice Patricia Morrisroe, autora de su única biografía autorizada, “y se sentiría muy frustrado si en el 2016 aun lo siguiera haciendo. Es lo que pretendía: epatar”. Para Paul Martineau, comisario de la exposición del J. Paul Getty Museum y autor de uno de los libros que la acompañan, “las exposiciones suponen una magnífica ocasión para revaluar la obra del artista. Cada una lo hace desde una perspectiva diferente. Confrontan obras que nunca se han visto juntas”.

Poco antes de marchar al hospital New England Deaconess de Boston, donde murió, el artista habló por última vez con su biógrafa: “no me saques aburrido”, le rogó. Su primer encuentro había tenido lugar en 1983, cuando la periodista tuvo que entrevistarle con motivo de una exposición en el ICA de Londres: “Parecía un vampiro, en aquel desolador e inquietante ‘loft’ de Bond Street. Había un colchón con sábanas negras de seda, encerrado en una jaula de alambre. Se sentía incómodo con la luz del día, incluso en la oscuridad de su estudio. Entonces resultaba atractivo, con un cierto aire de Rimbaud. Siempre estaba muy pálido. Tenía una mirada penetrante. Su figura era menuda, y llevaba su característica chaqueta de cuero. Sus ojos estaban vidriosos, tomaba muchas drogas, probablemente estaba puesto. Parecía una criatura de otro mundo. Pero había algo muy tierno en él. No hay duda que pretendía sorprender, observar y juzgar la reacción que tenían sus obras en los demás. Conectamos por nuestra procedencia católica”. Nacido y criado en el barrio de Queens, Nueva York, procedía de una familia católica de clase media. A su madre le hubiese gustado que fuese cura pero se quedó en monaguillo, atraído por el misterio y la estética de la Iglesia. Aprendió entonces a creer en el diablo: “Hazlo por Satán”, susurraría más tarde al oído de sus parejas sexuales.

La periodista no volvería a verle hasta 1988, poco después de que se inaugurase ‘The Perfect Moment’, la gran retrospectiva del artista celebrada en el Whitney Museum de Nueva York. En una silla de ruedas, vestido con un estiloso esmoquin, pajarita, zapatos de terciopelo negro con sus iniciales bordadas en oro y su bastón con empuñadura de calavera, su aspecto delataba su fin. Pero allí estaba para observar el brillo de su fama y la conmoción que producían sus imágenes homoeróticas. “Murió en el cénit de su carrera, sabiendo que había conseguido todo lo que se había propuesto. La búsqueda de la notoriedad y el arte habían ido de la mano a lo largo de su vida y hubiese sido muy miserable de no haber obtenido fama. Su obra había empezado a venderse con mucha rapidez una vez que se conoció su enfermedad”. Sin embargo, a la periodista le costó convencer a la editorial Random House de la necesidad de hacer una biografía, ya que su fama abarcaba solamente a la comunidad artística. Fue a partir de junio de 1989 cuando su leyenda se extendió: El Corcorian Gallery de Washington cancelaba su retrospectiva y al año siguiente el director del Cincinnati Contemporary Arts Center fue juzgado por obscenidad. “A Mapplethorpe le hubiese encantando verlo, señala Morrisroe, todo el mundo del arte se alzó en la defensa de la libertad de expresión”.

Paul Martineau considera que “es hora de valorar la obra por sus propios méritos alejada de las controversias que causó en su día”, sin embargo, Morrisroe insiste en que sin la controversia no estaríamos hablando de él: “¿Dónde hubiese llegado, si solo hubiese hecho retratos? Fueron sus fotografías sobre sexo las que le dieron notoriedad. Su meta fue convertir la pornografía en arte y así me lo hizo saber. Se sentía muy cómodo llamándolo pornografía. Arte sí, pero pornográfico”. Gestionaba el mercado del arte con gran habilidad, dividiendo su obra en tres partes: “Sus hermosas flores, aunque de evidente carga erótica, podían colgarse sin problema en las paredes de cualquier hogar; los retratos de factura clásica del ‘beaumonde’ eran una forma fácil de ganar dinero y le abrían paso a las altas esferas que tanto le atraían; pero su serie S&M (sadomasoquistas) le convertía en el provocador que atraía la notoriedad”, señala la biógrafa. “Aunque no creo que esto fuera premeditado, era instintivo por naturaleza”.

Patti Smith, fue crucial en la vida del fotógrafo. Su libro Éramos unos niños, es un emotivo y tierno tributo a aquellos tiempos de pureza e inocencia, en los que se adentraron juntos en las desafiantes aguas de la bohemia del Village, del Chelsea Hotel, del Max´s Kansas y del Factory. Actualmente está siendo adaptado a una serie de televisión. Sin embargo, se ha mostrado muy contraria a la imagen negativa, manipuladora e incluso racista que Patricia Morrisroe mostró en su biografía 'Mapplethorpe: A biography', publicada en 1995. “Creo que defraudó a muchos de quienes le conocieron, porque utilizaba a la gente. Me autorizó a escribir lo que quisiera. Curiosamente le agradaba que fuese una mujer la que escribiese su biografía, ya que temía que se le clasificase como un fotógrafo gay. No hubo ningún tema que no tocásemos o él escondiese. Desde la perspectiva actual creo que mi biografía fue bastante justa. Y no creo que Mapplethorpe sea un caso aislado a la hora de manipular en un mundo que se mueve tan rápido como el del arte. Iba con la velocidad de una bala, pero dejó muchas víctimas a su paso”.

Fue Sam Wagstaff quien realmente creó a Robert Mapplethorpe. Hombre exquisito, rico y de amplia cultura, su amante y benefactor le puso en contacto con la alta sociedad a la que gustaba provocar enfundado en un pantalón de cuero, que sujetaba con un cinturón en cuya hebilla se leía 'Shit'. Luego se perdía en los clubs gais donde reclutaba modelos para sus sesiones sadomasoquista. “Su autorretrato, con el mango de un látigo de cuero insertado en su ano, dejó absolutamente claro hasta donde estaba el artista comprometido con su proyecto”, comenta Paul Martineau.

“La fotografía era el medio de expresión perfecto para él, señala Morrisroe, ya que le gustaba trabajar de forma rápida. Era una criatura totalmente visual. No le gustaba leer (solo leía las páginas de cotilleo del New York Post), pero era muy permeable a la información”. Wagstaff poseía una de las colecciones de fotografía más importantes de América, a través de la cual Mapplethorpe pudo estudiar la evolución de este medio. Mientras el crítico de arte Robert Hughes, uno de sus más acérrimos detractores, señalaba las claras influencias de Weston, Horst y Baron von Gloeden, el fotógrafo se distanciaba de ellas definiendo la obra de Weston como "fría”. “Nunca me nombró a ningún otro fotógrafo, destaca su biógrafa, en su mundo solo existía uno: Robert Mapplethorpe”.

“Era un hombre simple a la vez que complicado. Existían muchas zonas grises que me hubiesen gustado penetrar, pero no lo conseguí. Existía una parte en él que era muy dulce y aniñada y otra muy cruel. Se puso muy nervioso cuando se enteró que sus padres iban a ir al Whitney a ver su obra. Eso me impactó”, concluye Morrisroe.

2012/02/21

DOCUMENTACIÓN | VIOLENCIA | MUERE EN PRISIÓN EL ASESINO Y TORTURADOR DE HOMOSEXUALES QUE ATERRORIZÓ LONDRES

Muere en prisión el asesino y torturador de homosexuales que aterrorizó al Reino Unido.
Con los homicidios, Colin Ireland, que contrajo matrimonio dos veces, solo buscaba "publicidad y fama".
EFE | La Vanguardia, 2012-02-21
https://www.lavanguardia.com/sucesos/20120221/54258851079/muere-asesino-homosexuales-reino-unido.html 

El británico Colin Ireland, condenado por el asesinato de cinco homosexuales, falleció hoy a los 57 años en la prisión donde cumplía cadena perpetua por unas acciones que aterrorizaron a la comunidad gay de Londres en 1993. Según la agencia de noticias Press Association (PA), que cita fuentes penitenciarias, el reo murió al parecer por causas naturales en el centro sanitario de la cárcel de Wakefield, en el condado inglés de Yorkshire. Las fuentes añadieron que, "como ocurre con todas la muertes acontecidas bajo custodia", un órgano estatal independiente llevará a cabo una investigación.

Durante el juicio celebrado hace casi dos décadas, Ireland se declaró culpable de las muertes, entre marzo y junio de 1993, de Peter Walker, de 45 años; Christopher Dunn, de 37; Perry Bradley, de 35; Andrew Collier, de 33, y Emanuel Spiteri, de 41. En menos de diecisiete días asesinó a sus cuatro últimas víctimas, después de haber informado telefónicamente a la policía de que se disponía a matar un homosexual por semana. La Fiscalía británica presentó durante el caso evidencias de que Ireland había cometido todos los asesinatos con gran sadismo y premeditación.

El único factor común entre las cinco víctimas era su afición a las prácticas sadomasoquistas y que todos eran clientes habituales del mismo bar frecuentado por homosexuales, aunque ninguno se conocía entre sí. Todos los asesinatos los cometió partiendo el cuello a sus víctimas, tras torturarlas y estrangularlas. Con estos homicidios, Ireland, que contrajo matrimonio dos veces y no era homosexual, solo buscaba "publicidad y fama", según confesó él mismo en los interrogatorios.

1992/09/28

DOCUMENTACiÓN | VIOLENCIA | UNA TRANS QUE OFRECÍA PRÁCTICAS BDSM, HERIDA EN UN FUEGO PROVOCADO

Un travestido que ofrecía prácticas sádicas, herido en un fuego provocado.
Ana Alfageme | El País, 1992-09-28

https://elpais.com/diario/1992/09/29/madrid/717769461_850215.html 

La morenaza "guapísima y tipazo" que se anuncia en los periódicos no se llama Carmen, sino Roberto Carlos, aunque dice tener unos pechos exuberantes. Promete, desde una sección publicitaria, "humillación, esclavitud, sadomasoquismo" en un lujoso apartamento del paseo de La Habana. El domingo por la noche, las cosas fueron demasiado lejos: Carmen apareció encadenada en el baño, con una cuchillada en el cuello y quemaduras en las piernas. Alguien prendió fuego a su casa. Ella, muy grave, está en el hospital.

En el paseo de La Habana, 82, casi todos los vecinos tienen cosas que ocultar. De entrada, su nombre. Desde la mujer de la limpieza, que asegura que no conoce a nadie, pero que murmura en una esquina con una inquilina brasileña demasiado pintada para ser lunes por la mañana, y que vuelve de pasear a su perrita pequinesa, hasta una rubia altísima, con voz masculina y acento extranjero, que asoma la cabeza por una de las puertas del segundo piso, donde ocurrió el domingo el incendio, y suspira: "Vaya follón". La puerta del 2º-B está precintada por orden judicial. Allí vivía, desde hace unos cinco meses, una chica morena, de treinta y tantos años, conocida como Carmen y que recibía muchas visitas. Según la policía, se llama Roberto Carlos R., es argentino y tiene 37 años. De ello se enteró muy bien una de sus vecinas. "Ponía la música a tope desde las ocho de la mañana y los gritos eran continuos". "Es que Carmen se anunciaba en la prensa, era un travesti sadomasoquista", comentan los vecinos.

Pedro y el lobo
"Un día", dice la vecina, "le dije que iba a avisar a la policía. Ella -bueno, él, para mí siempre será un tío, porque además estaba sin operar por abajo- se disculpó y me dijo que estaba muy nerviosa. Le calmé y todo, pero los problemas continuaron". Y ocurrió lo de Pedro y el lobo. El domingo por la tarde, la vecina oyó los primeros gritos a eso de las seis. "Y oí más, como cada día. Simplemente puse la televisión más alta". A las 20.45, la puerta se cerró con un golpe brusco y el humo llenaba el hueco de la escalera. Los bomberos, que llegaron a las 21.20, sacaron, sobre una manta, al travestido, inconsciente. Le habían encontrado con sus pechos de silicona rodeados de cadenas, con una herida de arma blanca en el cuello y quemaduras en una pierna. "Y en el salón, un arsenal de material para prácticas sadomasoquistas", comentan en la Policía Municipal. Alguien prendió unas bolsas de basura y ropa en el pequeño vestidor del apartamento.

"Yo le daba por muerto", decía ayer, a media voz, una señora madura que salía del edificio. A esta mujer le presentó la policía un álbum entero de fotos del travestido "como Dios le trajo al mundo, con un taparrabos y haciendo posturitas; vaya susto que me di". La señora y otros vecinos dicen que los apartamentos -hay más de 70- se alquilan sobre todo a prostitutas, "y esto", dicen, "no hay quien lo aguante; a finales de julio, dos moros se pegaron y se liaron a tiros".

Los policías del grupo VI de homicidios no pudieron ayer hablar con el argentino, ingresado en el hospital La Paz, por su grave estado. Incluso dudaban de la identidad facilitada por la mañana e investigaban un anuncio de los "contactos" de ‘Diario 16’ que estaba ayer en el buzón del 2º-B. Al llamar, una voz informaba: "El abonado se encuentra fuera de cobertura o con su terminal apagado".
 
NOTA: Aunque en la noticia se da el nombre de Roberto Carlos R., parece que Carmen era realmente Darío José Indalecio Castagnaro Rodríguez, tal y como se recoge en la información del caso Joaquín Villalón Díez, “el asesino señorito” en Criminalia, la enciclopedia del crimen. Carmen falleció semanas después en La Paz.

1990/03/06

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | NUEVA POLÉMICA EN FRANCIA SOBRE LOS LÍMITES ÉTICOS DE LA LITERATURA

Nueva polémica en Francia sobre los límites éticos de la literatura.
Javier Valenzuela | El País, 1990-03-06

https://elpais.com/diario/1990/03/07/cultura/636764403_850215.html 

La crítica francesa no ha ahorrado epítetos: el relato de las prácticas homosexuales y de la enfermedad, agonía y muerte por SIDA del pensador Michel Foucault, recién publicado en Gallimard por el que fuera su amigo íntimo, Hervé Guibert, es "insoportable", "glacial" y "cruel". Nadie pone en duda la veracidad de una historia que todos sospechaban o sabían. Lo que vuelve a discutirse es la oportunidad ética de desvelar con todo lujo de detalles la intimidad de un contemporáneo que mientras vivió hizo todo lo posible por protegerla de la curiosidad pública.

Guibert tiene ahora 35 años, está también enfermo de SIDA y ha dado a su biografía de los últimos tiempos de Foucault la forma de una novela. En ‘A l'ami qui ne m'a pas sauvé la vie’ (‘Al amigo que no me salvó la vida’), Foucault es Muzil, y el autor ha añadido una ‘ele’ a su apellido para llamarse Guilbert. Pero Guibert no se defiende de las acusaciones con la afirmación de que su libro es una obra de ficción. Su texto, confirma, es la descripción clínica de la agonía de Foucault, "una comunicación en el sentido científico del término".

En 1981 Guibert se enteró de la aparición en EE UU de una misteriosa enfermedad de transmisión sanguínea e informó de la amenaza a su amigo Foucault. El autor de la ‘Arqueología del saber’ y de la ‘Historia de la locura’ se tronchó de risa: "¿Un cáncer que afecta sólo a los homosexuales? No. Es demasiado hermoso para ser verdad". En aquel momento, Foucault estaba ya afectado por el mal sin saberlo.

Foucault, cuenta Guibert, continuó llevando su vida de siempre. De día leía, escribía, daba clases y cultivaba su cuerpo con la halterofilia. De noche, vestido con una cazadora de cuero negro con remaches metálicos, iba a ligar a un bar del distrito 12. Foucault adoraba las orgías violentas y tenía en un armario de su apartamento un saco lleno de látigos, capuchas, correas y esposas. En San Francisco, donde iba anualmente, frecuentaba las saunas de homosexuales.

Alcanzado por el SIDA
Llegó el día en que Foucault comprendió que había sido alcanzado por la enfermedad. El relato de Guibert, indiscreto hasta aquí, se convierte en terrible al describir las punciones efectuadas al filósofo en la columna vertebral, su aislamiento de apestado en el hospital de la Salpetriere, sus dolorosas crisis de tos. Foucault murió el 25 de junio de 1984, sin que su fallecimiento fuera asociado oficialmente al SIDA.

Entrevistado por ‘L'Evénement du Jeudi’, Guibert se ha defendido con el argumento de que la creación no soporta ningún tabú y goza de todos los privilegios éticos y estéticos. Al comentar el libro en el citado semanario francés, Jérome Garcin se ha preguntado, en cambio, si puede seguir sosteniéndose la tesis de que la literatura tiene todos los derechos, y ha recordado la polémica despertada por la ‘Ceremonia del adiós’, el libro en que Simone de Beauvoir describió los síntomas de la decadencia senil de Sartre.

1989/03/10

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | EL FOTÓGRAFO ROBERT MAPPLETHORPE MUERE EN BOSTON, VÍCTIMA DEL SIDA, A LOS 42 AÑOS

El fotógrafo Robert Mapplethorpe muere en Boston, victima del SIDA, a los 42 años.
Fue en su campo el artista de mayor impacto en las dos últimas décadas.
Fernando Huici | El País, 1989-03-10
https://elpais.com/diario/1989/03/11/cultura/605574003_850215.html 

El fotógrafo norteamericano Robert Mapplethorpe murió ayer, a los 42 años, víctima del SIDA en un hospital de Boston (EE UU). Mapplethorpe, famoso en todo el mundo por sus retratos y desnudos, alcanzó la celebridad en la pasada década con sus fotos de la cantante de rock Patti Smith, para la que realizó la portada de su álbum Horses. Hace cinco año, la galería Fernando Vijande de Madrid expuso una muestra de su obra, que fue siempre crónica de su vida diaria, en la que pudieron contemplarse sus retratos de lord Snowdon, Williams Burroghs y de la atleta Lisa Lyon. Su muerte supone la pérdida de una mirada elegante y peligrosa.

Tenía 42 años y era probablemente el fotógrafo de mayor impacto surgido en el panorama internacional de las dos últimas décadas. A lo largo del pasado verano, el museo Whitney de Nueva York -la ciudad en la que había nacido y en la que había desarrollado gran parte de su producción fotográfica- venía a reconocer el alcance e influencia de Robert Mapplethorpe con la celebración de una extensa retrospectiva de su obra.

Mapplethorpe se formó artísticamente en el Pratt Institute neoyorquino, y de hecho su labor no se centrará en el medio fotográfico hasta la segunda mitad de los setenta. En la etapa anterior, sus primeras producciones se mueven en un ámbito más fronterizo, en el que el uso de la fotografía como soporte básico de la imagen se inserta -junto con el ‘collage’, la manipulación del color, la idea de secuencia y la alteración de formatos y enmarcados-, dentro de una actitud marcada por herencias de corte pop y conceptual.

El lado salvaje

Desde esos primeros trabajos, se advierte la presencia de dos rasgos que han definido tanto el desarrollo ulterior del trabajo de Mapplethorpe como el tono de su leyenda. Uno es, por supuesto, el carácter extremadamente explícito de sus referencias sexuales, de esa poética ‘del lado salvaje’, poblada de alusiones a la homosexualidad y a la parafernalia sadomasoquista, que entre el morbo y el escándalo, crearía la resonancia más superficial en torno a su figura.

El segundo rasgo apunta hacia la compleja y sofisticada trama formal, impregnada de perspectivas que apuntan hacia otras esferas del arte, del pasado o de la vanguardia, y en la que radica la fascinación más sutil de la obra de Mapplethorpe, su magistral sentido de la composición, de la luz, las gradaciones y las texturas.

De la conjunción de ambos -la suntuosa y elaborada rasgos trama del lenguaje y esa exaltada exploración del deseo, aún en sus recovecos más duros-, surge, lejos de las complicidades mecánicas o de las reacciones mojigatas, la dimensión íntima, desgarrada y sutil, de los cantos luminosos de: este gran poeta del cuerpo. Sus desnudos masculinos, que se cuentan entre los más deslumbrantes de toda la historia del género, sus formas florales, cuyas armonías curvas forman otra metáfora del deseo, o su galería de retratos, con la que abre una incisiva lectura panorámica acerca de sus contemporáneos, han cimentado la fama, hoy ya imperecedera, del arte de Robert Mapplethorpe.

Sobre ese tejido, se despertó precozmente el reconocimiento de su obra, tanto en los Estados Unidos como internacionalmente. En 1977, Mapplethorpe fue seleccionado para la VI Documenta, de Kassel, certamen al que volvería, ya en pleno éxito, en 1982. Desde entonces, su obra ha estado presente en las galerías y museos más prestigiosos delpanorama mundial. El ICA y la National Portrait Gallery de Londres, el centro Pompidou de París y el Stedelijk de Amsterdam presentaron, durante los años ochenta, muestras personales del fotógrafo neoyorquino. En Madrid, en 1984, pudimos ver también una espléndida antológica parcial de su obra, presentada por la galería Fernando Vijande.

Televisión Española emitió también en 1987, en el programa ‘La estación de Perpignan’, un amplio reportaje en varios capítulos y una entrevista de Paloma Chamorro con el fotógrafo.

El núcleo fundamental de la obra fotográfica de Mapplethorpe se ha centrado, en todas sus series, en el trabajo en blanco y negro, medio en el que obtenía gamas de tonos extremadamente delicados. En principio, el empleo del color se había planteado únicamente en las etapas iniciales de su trayectoria, aunque en los últimos dos años volvió a interesarse por él.

Anversoy reverso del deseo.
Fernando Huici | El País, 1989-03-10

https://elpais.com/diario/1989/03/11/cultura/605574001_850215.html

‘Alguna gente’, libro de retratos de Robert Mapplethorpe, se abre y se cierra con sendos autorretratos, al tiempo gemelos y contrarios, del fotógrafo de Nueva York. Frontalidad absoluta, el encuadre y la actitud son prácticamente idénticos, y sin embargo, nos muestran dos Mapplethorpes opuestos, anverso y reverso de esa moneda que es el libro en el que se encierran sus miradas sobre otras gentes.

Más allá de la anécdota sobre la bipolaridad sexual de esos autorretratos, en la imagen viril y en la travestida, la doble imagen de Mapplethorpe es como una declaración acerca de su poética, hecha de facetas que son formas especulares de una misma identidad.

Sobre esa tensión armónica de opuestos aparentes se construye todo el universo fotográfico de su autor.

Rostros célebres y otros que alcanzan su aura mítica en la belleza de estos retratos, penes descomunales cuya supuesta carga de obscenidad se disuelve en una pura fascinación escultórica y flores que adquieren una ambigua e inquietante sensualidad casi antropomórfica.

La vertiente más perversa, en apariencia, de algunos de los temas de Mapplethorpe se impregna, a su vez, de esa inversión de polos. Los desnudos masculinos, los cantos fálicos, las escenas sexuales, son en su obra algo bien distinto a la dimensión de escándalo que suelen generar.

En la mirada que los fija sobre el papel confluían en uno mismo los dos rostros de los autorretratos de su autor, reconociendo como uno solo el objetivo de aquella avidez que, para Susan Sontag, documentan las fotos de Mapplethorpe: el deseo del deseo y el deseo de la belleza, perseguidos sin máscara, hasta el final, como una misma cosa.
La escritora norteamericana Susan Sontag ha dedicado una buena parte de su obra ensayística al análisis y la reflexión sobre la fotografía. Así tituló su más conocido trabajo, ‘Sobre la fotografía’, y además de ello escribió numerosas críticas y algunas presentaciones a libros de fotógrafos. En 1985 lo hizo con el libro de Mapplethorpe ‘Alguna gente’ (‘Certain people’), en el que se incluyen una serie de retratos. Una de esas personas era la propia Sontag y otro de ellos era Robert Mapplethorpe. "Ser fotografiada por Mapplethorpe es diferente a ser fotografiada por ninguna otra persona", escribió Susan Sontag.

"No busca el momento decisivo. Sus fotograrías no quieren ser reveladoras. No plantea una relación depredadora con sus sujetos. No es un ‘voyeur’. No trata de captar a nadie desprevenido. Las leyes del juego, tal como lo propone Mapplethorpe, son que el sujeto debe cooperar", dice Susan Sontag.

"Mapplethorpe lo quiere fotografiar todo; esto es, todo lo que pueda posar. Por más amplio que sea su tema, él no podría convertirse en un corresponsal de guerra o fotografiar accidentes en la calle. Lo que él busca, es lo que puede llamarse Forma, es la propiedad, la esencia o el ser de algo. No la verdad sobre algo, sino su versión más poderosa".

"Una vez le pregunté a Mapplethorpe lo que hace consigo mismo cuando posa frente a la cámara, y me respondió que trata de encontrar aquella parte de sí mismo que más confianza le inspira". Un gesto que perdura.

Y TAMBIÉN…
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Un museo de Washington suspende una exposición de fotografías de Robert Mapplethorpe.

La Corcoran Gallery reconoce haber sufrido presiones políticas para no inaugurar la muestra.
Albert Montagut | El País, 1989-06-16
https://elpais.com/diario/1989/06/17/cultura/614037607_850215.html
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Demandada una galería de Cincinnati que mostró obras de Mapplethorpe.
Agencias | El País, 1990-06-21

https://elpais.com/diario/1990/06/22/cultura/646005615_850215.html
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Procesado el galerista que expuso fotografías de Mapplethorpe
Albert Montagut | El País, 1990-09-07

https://elpais.com/diario/1990/09/08/cultura/652744808_850215.html

MIKEL/A, AQUÍ ESTAMOS Y NO NOS OCULTAMOS

Mikel/a enseña cacho en la 2ª Gayakanpada de EHGAM, 27-29 agosto 1993, Muxika // STARS COFLHEE es un trabajo realizado por Julen Zabala Alon...