El Diario Vasco / Una imagen de KU en 1994 // |
Las discotecas de Gipuzkoa que marcaron a varias generaciones.
Recordamos con un cierto punto de añoranza las salas de fiestas más míticas de nuestro territorio. Casi todas han cerrado al compás de la caída de la noche, aunque los recuerdos son interminables.
Mikel Madinabeitia | El Diario Vasco, 2019-01-14
https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/discotecas-gipuzkoa-20180601155145-nt.html
Hubo un tiempo en que fuimos gamberros. Un tiempo en que sólo se vivía para salir de noche, cuando éramos más Dráculas que personas, cuando no había reparos en coger el coche... Por eso, porque siempre funciona activar el poderoso chip de la nostalgia, hemos seleccionado varias de las discotecas más míticas de Gipuzkoa, abarcando las comarcas más representativas del territorio. La mayoría no están o si se mantienen en pie, apenas tienen vida nocturna. Pero han sido motor de la diversión durante décadas y han marcado a varias generaciones de guipuzcoanos. Primero, como escenario de música más o menos popular. Posteriormente, como recinto de conciertos de grupos de alcance nacional e internacional. Al principio se escuchaba la música de siempre, la de aquí, luego el funky, la música disco y el rock and roll.
En los noventa la mayoría se reconvirtieron en templos del bacalao, la música electrónica que pegó fuerte en la costa de Valencia hasta extenderse por todos los rincones, cuando mucha gente hacía kilómetros y kilómetros en unas fiestas que llegaban al amanecer. Aquella época acabó, llegó el reguetón y comenzó el ocaso, al mismo tiempo que cambiaron las rutinas de ocio de los jóvenes y se intensificaron los controles de la policía, entre otros factores.
Pasar por delante de las pocas que quedan en pie provoca algo parecido a un escalofrío. Así son las sobras de los seres humanos. Lo que antaño fueron templos de Dionisos, hoy son locales más cerrados y en peor estado que las pirámides, las tumbas de nuestra faraónica juventud. Pero lo dicho, vamos a introducirnos en el túnel del tiempo. Y, por cierto, si se acuerdan de alguna discoteca famosa más que debería estar en esta lista, ya saben dónde escribir.
1/ Young Play (Hernani). Una de las discotecas más conocidas por parte de los donostiarras, sita en Galarreta, que tuvo casi 50 años de vida hasta que se cerró para dar cobijo a un supermercado. Las sesiones vespertinas de los sábados fueron el estreno de muchos jóvenes en el mundo de la diversión y el baile. Esta discoteca ha acogido actuaciones de los más populares y famosos músicos, grupos y bandas de los años 60, 70 y 80 hasta que se cerró hace cinco años y sólo quedó vivo su gigantesco aparcamiento, donde se han examinado de conducir miles de guipuzcoanos. El Play, como se le conocía popularmente, era un local enorme y seguro del que muchos se acordarán de sus pistas de baile y sus sofás, donde empezaron tantas y tantas conversaciones...
2/ KU (San Sebastián). Otro local de renombre en un lugar tan paradisiaco como puñetero para acceder a él, abierto en 1970. Después de las curvas de Igeldo, incluida la de la muerte, al lado del restaurante Akelarre, estaba una discoteca pequeña y baja (¡los altos tenían que estar pendientes del techo!) pero con mucho encanto, un diseño ibicenco y unos amaneceres inolvidables. En la década de los setenta casi ningún joven tenía coche, por lo que KU organizó autobuses gratuitos desde la plaza de Gipuzkoa hasta la entrada de la discoteca los viernes por la tarde, sábados, domingos y festivos. Decenas de jóvenes utilizaron aquella cafetera para disfrutar de unas horas de bailoteo en la ultramoderna sala de Igeldo. A las 21 y a las 22 horas el autobús bajaba a toda aquella tropa de chicas y chicos, básicamente donostiarras. El diseño rompía con toda la tradición de discotecas del momento (Tiffanys, Clavius, Parisien, Penny Lane de Errenteria, Jennifer en Irun): techos simulando un terreno lunar, pequeñas estalactitas, bafles potentes y luces sicodélicas por todos lados. Los asientos eran de escayola, alargados y diseminados por la amplísima sala. Había mesitas bajas de caña y una barra larga completaba el decorado. Atrás, lejos de las luces y la pista, había una salita pequeña para intimidades. ¿Recuerdan? Por las noches, el ambiente juvenil cambiaba radicalmente. Los numerosos noctámbulos de la capital y sus alrededores anidaban en KU como los gorriones en sus nidos. Era un ambiente casi familiar y las gogós parecían traídas de la mismísima Carnaby street londinense, lo más progre de esos años.
En junio de 1977, los días 8, 9 y 10, la Orquesta Mondragón ofreció tres conciertos que pasaron a la historia por delirantes… Quizá otros recuerden ese mismo año una fiesta que se llamó 'Noche Brasileira', a la que fue imprescindible acudir con atuendo de inspiración más o menos brasileña. Con el paso de los años, la discoteca KU se fue remodelando y rejuveneciendo (incluso abrió su sala hermana en Ibiza). El aparcamiento exterior se amplió dos o tres veces más porque los coches no cabían y hasta llegaban a ocupar el sembrado lateral. En el interior, se abrió una barra lateral, abierta al Cantábrico, donde uno podía oxigenarse con aire fresco tras las contorsiones de la noche. Muchas fiestas del Zinemaldia acababan allí y, si no, que se lo pregunten a Willem Dafoe, que aún se debe de acordar de aquella jarana... Los djs de la última época fueron Julen e Idoia y el local fue reconvertido por Pedro Mari Subijana en un pequeño hotel de lujo. Si aquellas paredes hablaran...
3/ Keops (San Sebastián). Levantada en los terrenos de Anoeta, muy cerca del actual apeadero del topo y la ikastola Amara-Berri, estaba otra discoteca que también cerró sus puertas en 2003. Ahora hay un aparcamiento para motos. De la capital donostiarra muchos recordarán también el Drugstore, Tiffanys, Zorongo 66 o Paladín, entre otras.
4/ Gwendolyne y Jennifer (Irun). La primera la inauguró Julio Iglesias en 1970 y tomó el nombre de la canción con la que el cantante madrileño participó aquel año en Eurovisión representando a España. Más tarde se llamó Zona Límite y en 2010, ZL Club.
Mientras, Jennifer ocupó un espacio en la calle Pinar durante más de 30 años y al final cedió su hueco a un supermercado después de un epílogo en el que la discoteca aparecía en demasiadas ocasiones en las páginas de sucesos. Pero fue la primera que importó la música valenciana (el bakalao) a Gipuzkoa en unas sesiones vespertinas de sábado que se llamaban ' Jenny Power'.
5/ Itzela (Oiartzun). Una de las discotecas más emblemáticas, lugar de peregrinación de locales y muchos franceses. Primero se llamó Erne y en 1994 vivió un episodio trágico con el derrumbe del suelo en un concierto de Bad Religion. Hubo 15 heridos. A mediados de los 90 se reconvirtió, como tantas otras, en uno de los locales más célebres de la música electrónica. Y acogió al público de Txitxarro tras la explosión de ETA en la discoteca del alto de Itziar. Así se mantuvo hasta su declive y derribo en 2017 para hacer hueco a un concesionario de Renault-Nissan.
6/ Jazz Berri (Arrona, Zestoa). Nos desplazamos al oeste del territorio para cubrir otra zona plagada de discotecas. En Arroa Bekoa, entre Zumaia y Zestoa, aún sigue en pie aunque está cerrada desde hace años la sala Jazz Berri. Bien comunicada, tenía un apeadero al lado y en sus buenos tiempos un autobús recogía gente de Zarautz, Getaria y Zumaia para dejar a los jóvenes en la puerta. Fue entre otras cosas cuna del bumping, un subestilo de música electrónica procedente del hardhouse que incita a botar (bailar). Aunque quizá el tema más logrado fuera éste, más melódico y bailable […]
Fuentes consultadas por este periódico nos indican que el solar fue vendido a la constructora Altuna y Uría para construir casas.
7/ Txitxarro (Deba). Muy cerca del alto de Itziar se ubica otra sala legendaria, que fue reventada por una bomba de ETA en el año 2000 (al igual que sucedió en 2001 en las discotecas navarras Universal de Lakuntza y en 2005 en Bordatxo de Doneztebe/Santesteban). Txitxarro fue inaugurada en 1976 y en sus orígenes fue una sala de fiestas que comenzó acogiendo verbenas con grupos como Egan. Tras esta época vino otra, la de los conciertos. En este espacio, desde 1988 hasta 1994, hubo noches gloriosas con Green Day, Sonic Youth... Entre los ciclistas también dejó recuerdo porque gracias a una idea de Marino Lejarreta, Sabino Angoitia y Rubén Gorospe se organizaron unas carreras a comienzos de los 80 como final de temporada. Este día se acababa con una fiesta en la discoteca y en una de esas noches es cuando, por ejemplo, Miguel Indurain y su mujer Marisa se conocieron... Finalmente, llegó la época del bakalao y Txitxarro fue un templo del trance y el progressive con himnos como el siguiente, el último que sonó antes de la explosión de ETA […]
Reabrió en 2003 tras las obligadas obras de reconstrucción por el atentado pero también ha sido víctima del paulatino abandono, de los cambios en la rutina de ocio, de la crisis... De tantas cosas. El edificio sigue en pie pero ya sólo manda el silencio.
8/ Venecia (Mutriku). En la misma muga entre Gipuzkoa y Bizkaia, encima de la playa de Saturraran, entre Mutriku y Ondarroa, está la discoteca Venecia, una de las pocas que aún tiene vida de cuando en cuando. Abierta en 1970, fue muy conocida y albergó conciertos con Julio Iglesias, Camilo Sexto, Juan Pardo o Los Bravos. De la reconversión al bacalao y su mítico 'Hori hori' (que se escuchaba desde la cabina) se acordarán muchos.
9/ The Sound (Irura). Otra discoteca que echó el telón hace años, en 2005 en concreto. Abrió sus puertas más tarde como Mission 439 pero ya en la era de la cuesta abajo. Sus propietarios originales quisieron emular el efecto del Gure Txokoa de Belauntza y la abrieron con un concierto de Egan. Al principio se llamaba Chaston.
10/ Golden (Urretxu). La sala mítica de esta zona de Gipuzkoa. Y una de las más famosas del territorio. Abierta el 7 de diciembre de 1969 por el matrimonio formado por José Miguel Ormazabal y Gregoria Otaegi, sus cinco hijos y sus parejas también trabajaron duramente en el negocio familiar hasta que en 1997 lo alquilaron al oñatiarra Antxon Galdos. La sala de fiestas, de 700 metros cuadrados, causó furor en Gipuzkoa durante las décadas de los 70, los 80 y los 90. De un diseño italiano y una decoración muy moderna para la época, atraía cada fin de semana a cientos de jóvenes del Alto Urola, del Goierri, de Altsasua, de Elorrio... En Tolosa se montaban muchos rumbo a Urretxu en un tren que se llegó a llamar 'el goldenero'. Por el Golden pasaron orquestas y grupos musicales como Fórmula V, el Dúo Dinámico, Los Guaranís, Duo Gala, Rudy Ventura, Los Tres de Castilla, Joselu Anaiak, Los Comodines... Según aseguran sus propietarios, «el ambiente en general era muy bueno. Teníamos una clientela fiel y trabajamos mucho durante muchos años. Obviamente, la vida ha cambiado en todo este tiempo y en la discoteca ha ocurrido lo mismo. Y aunque el declive no gusta a nadie, lo cierto es que estamos muy orgullosos de todas las experiencias vividas, del negocio y de los clientes». El local sigue en venta, «a buen precio», según confiesan. Ubicado en pleno centro de Urretxu, una visita a sus instalaciones evoca tiempos pasados y el contraste entre el recuerdo bullicioso y el presente silencioso es cuando menos chocante.
11/ Gure Txokoa (Belauntza). Otra discoteca celebérrima, muy popular en Tolosaldea, fundada por José Antonio Mokoroa y José Luis Eizagirre. Era grande, la más grande del valle, y vivió su boom particular en los años ochenta. Acogía música en directo por la tarde y, por la noche, se transformaba en una discoteca al uso. Con un ambiente sano, euskaldun, recibía a cantidad de vecinos de casi todos los puntos de Gipuzkoa.
El éxito fue tal que a su vera abrieron tres bares que se hartaron de dar bocadillos y cubatas, entre otras cosas.
El Gure Txokoa coincidió en el tiempo con otro local famoso, el Maithuna del barrio de Belate de Tolosa, y a su vez tomó el relevo del Phaeton y Lovely o el Thunders, la primera de Tolosa. Los viernes solían acudir los solteros, los sábados había conciertos y los domingos tenía una particularidad. De 18.30 a 22.00 iban jóvenes (18-22 años) y por la noche se volvía a llenar de veteranos. Cantidad de parejas y bodas surgieron de este local.
12/ Guass-Azkena (Elgoibar). Esta famosa sala de Elgoibar abrió sus puertas en los años ochenta y echó el telón en 2010 para trasladarse a Bergara, donde ha ocupado el espacio de la antigua sala Jam. El Guass fue la heredera de la discoteca Pelousse, ubicada en el barrio de San Roke, después de que el fuego acabara con ella a finales de los años 70. Su emplazamiento, al otro lado del río Deba y a unos pocos pasos de la zona de ambiente de Maala, la convirtió en el punto de encuentro de muchos elgoibarreses las noches de los fines de semana, pasando a ser en muchos casos la última estación antes del retorno a casa. Pero esta ubicación junto al cauce del río Deba también fue su causa de disgusto, que en un tiempo cambió de nombre y pasó a llamarse Azkena antes de recuperar después su denominación original. Las inundaciones que sufrió esta localidad en los años 80 también dejaron su huella en la sala, que terminó anegada por las aguas y sufrió enormes destrozos. A pesar de ello logró salir a flote para seguir siendo uno de los motores de la animación nocturna de Elgoibar. Con la aparición de la música electrónica y el bacalao, el ambiente de la sala fue cambiando hasta convertirse en uno de los principales puntos de referencia en el País Vasco para los seguidores de este tipo de diversión.
13/ Txalaparta (Bidania). A rebufo de Malloak (Azpirotz, Navarra), se quiso tener en el interior guipuzcoano una sala de fiestas de este estilo. Gracias a Javier Zurutuza, recogemos esta deliciosa anécdota que resume buena parte de las claves de la época, de las salas de fiestas de aquellos tiempos, del público, de los gustos musicales: «Para inaugurarla trajeron a Mecano. El público apenas les hizo caso y terminaron la actuación con más pena que gloria. Se retiraron a los camerinos y allí esperaron pacientemente a que les pidieran 'beste bat'. El dj Iñigo Etxenike me cuenta que los hermanos Cano empezaron a discutir entre ellos porque veían que nos les pedían volver a salir y habían guardado lo mejor de su repertorio para el final. Todavía están esperando a que aquella gente tan fría y que no se había movido de la barra en toda la noche, les pidieran: ¡Beste bat!».
14/ Penny Lane (Errenteria). La canción de los Beatles dio nombre a esta sala de fiestas. Fue la primera que se puso en marcha en Orereta, allá por 1969, en el barrio de Iztieta. Al poco tiempo y justo al lado, en la misma calle y a escasos veinte metros de su puerta de entrada, se inauguró Apolo y, con un par de años de diferencia, más o menos, fue Cerebros la discoteca que se puso en marcha. Pero era Penny Lane la que manejaba el cotarro. Hasta el mito Nino Bravo actuó allí el sábado 3 de marzo de 1973. Tan bien funcionó el negocio que abrieron otro local en Huesca.
15/ Euromar (Zarautz). La discoteca referente de esta zona junto a Naya, que estaba al lado del parque de la estación. Según nos informa el corresponsal Antxon Etxeberria, ambas abrieron en 1963 y cerraron a finales de los setenta. Cada domingo entraban 1.000 personas de todo el territorio en el Euromar. En el piso superior tocaban las orquestas u orquestinas, como se les llamaba entonces, y abajo estaba la discoteca. Imanol Urbieta, músico y pedagogo guipuzcoano, autor de conocidas canciones infantiles, tocaba frecuentemente allí. El edificio sigue pero ahora funciona, básicamente, como cafetería y restaurante. Ya en la zona del malecón, muchos se acordarán del Mimos o del Flash, pubs de éxito.
16/ Gautxori (Azpeitia). En el valle del Urola muchos terminaban aquí la noche. Estaba en una bajera de la calle Pablo VI, según nos cuenta la corresponsal Eli Aizpuru, en una especie de sótano en el que había que tener valor para entrar (hoy en día sería inconcebible tener esas medidas de seguridad). Más tarde hubo un caserío llamado Ezkerretegi o Xoxote, en las faldas del macizo de Izarraitz, donde pinchaban música electrónica. Un contraste curioso. El relevo lo cogió la discoteca Inox, en la calle Garmendipe.
17/ Ariznoa (Bergara). Fue la primera que abrió, en 1967, en pleno centro de la localidad del Alto Deba. Más tarde le llegó el turno al Tartufo (en referencia a la comedia escrita por Molière). La última que dominó el panorama nocturno fue el Txibisto, muy grande, donde ETB grababa festivales de fin de año. Abrió las puertas con Egan y las cerró con Ian Gillan, antiguo vocalista de Deep Purple, y entre medias acogió a la mismísima Sabrina, tal y como nos recuerda el corresponsal Juan Antonio Migura. Estuvo abierta durante ocho años y cerró en 1992.
18/ Zigor (Ordizia). Bernardo Oronoz, Juan Yurrita y Alfredo (del bar Ayala) lo pusieron en marcha a finales de los sesenta. Organizaba, como tantos otros, actuaciones en directo y también dejaba un hueco para los grupos locales que arrancaban con tanta ilusión como vértigo. No muy lejos, en la vecina Beasain, la que pasó a la historia fue el Sunday. Estaba en los bajos de una torre alta.
19/ Alexander (Arrasate). Estaba en la avenida Ulibarri. También nos han hablado del Jaizale, que hoy sigue abierto con otro modelo de negocio y, finalmente, del Otamendi, en el pabellón industrial Legarre.
Aquella noche loca con una motosierra en Malloak...
Antaño, los jóvenes no tenían reparos en coger el coche y hacer carretera y manta para divertirse. Por eso, las salas de fiestas de Navarra también fueron muy solicitadas por los guipuzcoanos. Ahí destacan los nombres de Malloak (Azpirotz), Ilargi (llamada luego Matraka y Universal, en Lakuntza), Bordatxo (Doneztebe), Dollar (Lesaka)..., donde las fiestas eran tan entrañables como salvajes. La gente que ronda los 50, 60 y 70 años guarda en la memoria anécdotas indescriptibles, como las que se vivían en Malloak: aquel concierto de Massiel, el día que le tiraron un huevo a Bertín Osborne y, especialmente, dos noches locas. En la primera, un cliente no tuvo reparos en arrancar una motosierra y provocar el pánico entre los asistentes... Otra noche, el baño estaba deteriorado y a otro no se le ocurrió otra cosa que arrancar la taza del váter y exhibirla en la pista de baile... En fin, cosas de la noche. Y de otros tiempos.
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