"Tennessee Williams era un marginado que luchaba contra la muerte a través de su arte"
Coloquio en tomo a Kazan sobre el autor de 'La gata sobre el tejado de zinc'.
Maruja Torres | El País, 1984-03-14
https://elpais.com/diario/1984/03/15/cultura/448153212_850215.html
Coloquio en tomo a Kazan sobre el autor de 'La gata sobre el tejado de zinc'.
Maruja Torres | El País, 1984-03-14
https://elpais.com/diario/1984/03/15/cultura/448153212_850215.html
La figura desorbitada, apasionante, compleja y generosa de Tennessee Williams se materializó anteanoche en el recuerdo de un grupo de gentes reunidas en torno al director norteamericano Elia Kazan, en el transcurso de una mesa redonda convocada para hablar del autor de 'La gata sobre el tejado de zinc caliente', que se estrena hoy en Madrid, con dirección de Carlos Gandolfo e interpretada en sus principales papeles por Carme Elías y Eusebio Poncela. "Williams era un marginado que luchaba contra la muerte a través de su trabajo", dijo Kazan, entre otras cosas.
Elia Kazan, ocupando el centro de la mesa, fue quien más habló de Tennessee Williams, con la autoridad que le da el haber montado cuatro obras suyas y dirigido dos películas, ‘Baby Doll’ y ‘Un tranvía llamado deseo’. En el acto, que moderó Juan Antonio Hormigón, participaron Emilio Sanz de Soto -que conoció a Williams en Tánger, en la época en que el autor sureño estaba escribiendo ‘Camino real’-, el director del Centro Dramático Nacional Lluís Pasqual, el profesor de literatura Antonio Blanch, y los directores de teatro José Carlos Plaza y Manuel Collado. Respondiendo a preguntas de los participantes -que en lugar de extenderse en apreciaciones propias tuvieron el buen gusto de dejar que hablara el invitado de honor-, Kazan habló de la personalidad convulsa de Williams, de su lucha contra la muerte a través del amor: "Era un hombre asustado y valeroso al mismo tiempo, que siempre tenía presente que estaba muriendo, que siempre me decía que le quedaba poco tiempo de vida, que su corazón no podría resistir tantas emociones".
"Lo más importante para él", prosiguió el director de ‘América, América’, "era su trabajo. Por la mañana se levantaba muy inseguro sobre sí mismo, pero si conseguía escribir una bella página, o aunque sólo fuera un párrafo o una frase, empezaba a sentirse alguien. Hacia el almuerzo se sentía bastante eufórico acerca de su persona. Tennessee fue un marginado de la sociedad; sentía que, por su condición de homosexual, se le tenía por objeto de burla".
Salvación de su vida
"Pero también luchaba contra esto a través de su trabajo; su obra fue la salvación de su vida, y eso es algo que suele ocurrir a los artistas en una sociedad como la norteamericana, en donde hay que luchar duramente por ocupar un lugar. Ahí tenemos, en el cine de hoy, a Martin Scorsese, un hombre bajito, aparentemente insignificante, que habla con dificultad: pero cuando hace una película es su alma la que habla". Añadió Kazan que era bastante fácil trabajar con él en el montaje de una de sus obras -"aunque las dificultades entre autores y director van a ocupar todo un capítulo de mi autobiografía"- porque aceptaba las sugerencias con bastante humildad. "Yo solía entregarle todos los días una nota pidiéndole tal o cual cambio, y a la mañana siguiente me daba puntualmente lo que le había pedido". Blanch preguntó por qué Williams había abandonado en un determinado momento el activismo político izquierdista de su juventud. Kazan lo negó: "Nunca mantuvo lucha política alguna, aunque su corazón y sus creencias estuvieran al lado de los pobres, de los marginados. Pero nunca fue un activista político, como Leroy Jones, por ejemplo. Una vez me dijo: 'Yo soy un anarquista romántico'. Que es, por otra parte, lo que creo que soy yo".
Si Pasqual lamentó su desconocimiento de Williams, debido a lo poco que en su época se representó en Cataluña, Plaza dijo que en Madrid fue muy representado, "pero sufrió la censura de un determinado círculo en el que nos movíamos entonces, porque todos éramos muy listos y hablábamos de Brecht, pero nos daba vergüenza el teatro lleno de sentimientos de Williams. Fue William Layton quien nos enseñó a amarle, y a través de él a amar el teatro norteamericano".
José Carlos Plaza creó uno de los momentos más emotivos de la noche cuando recordó la frase con que Williams dedicó un libro a un amigo: "Tú dijiste que ibas a ir, y yo fui". "Nosotros hablábamos mucho de ir", acabó Plaza, "pero fue Tennessee Williams quien ‘se pringó’ en todas sus obras".
Elia Kazan, ocupando el centro de la mesa, fue quien más habló de Tennessee Williams, con la autoridad que le da el haber montado cuatro obras suyas y dirigido dos películas, ‘Baby Doll’ y ‘Un tranvía llamado deseo’. En el acto, que moderó Juan Antonio Hormigón, participaron Emilio Sanz de Soto -que conoció a Williams en Tánger, en la época en que el autor sureño estaba escribiendo ‘Camino real’-, el director del Centro Dramático Nacional Lluís Pasqual, el profesor de literatura Antonio Blanch, y los directores de teatro José Carlos Plaza y Manuel Collado. Respondiendo a preguntas de los participantes -que en lugar de extenderse en apreciaciones propias tuvieron el buen gusto de dejar que hablara el invitado de honor-, Kazan habló de la personalidad convulsa de Williams, de su lucha contra la muerte a través del amor: "Era un hombre asustado y valeroso al mismo tiempo, que siempre tenía presente que estaba muriendo, que siempre me decía que le quedaba poco tiempo de vida, que su corazón no podría resistir tantas emociones".
"Lo más importante para él", prosiguió el director de ‘América, América’, "era su trabajo. Por la mañana se levantaba muy inseguro sobre sí mismo, pero si conseguía escribir una bella página, o aunque sólo fuera un párrafo o una frase, empezaba a sentirse alguien. Hacia el almuerzo se sentía bastante eufórico acerca de su persona. Tennessee fue un marginado de la sociedad; sentía que, por su condición de homosexual, se le tenía por objeto de burla".
Salvación de su vida
"Pero también luchaba contra esto a través de su trabajo; su obra fue la salvación de su vida, y eso es algo que suele ocurrir a los artistas en una sociedad como la norteamericana, en donde hay que luchar duramente por ocupar un lugar. Ahí tenemos, en el cine de hoy, a Martin Scorsese, un hombre bajito, aparentemente insignificante, que habla con dificultad: pero cuando hace una película es su alma la que habla". Añadió Kazan que era bastante fácil trabajar con él en el montaje de una de sus obras -"aunque las dificultades entre autores y director van a ocupar todo un capítulo de mi autobiografía"- porque aceptaba las sugerencias con bastante humildad. "Yo solía entregarle todos los días una nota pidiéndole tal o cual cambio, y a la mañana siguiente me daba puntualmente lo que le había pedido". Blanch preguntó por qué Williams había abandonado en un determinado momento el activismo político izquierdista de su juventud. Kazan lo negó: "Nunca mantuvo lucha política alguna, aunque su corazón y sus creencias estuvieran al lado de los pobres, de los marginados. Pero nunca fue un activista político, como Leroy Jones, por ejemplo. Una vez me dijo: 'Yo soy un anarquista romántico'. Que es, por otra parte, lo que creo que soy yo".
Si Pasqual lamentó su desconocimiento de Williams, debido a lo poco que en su época se representó en Cataluña, Plaza dijo que en Madrid fue muy representado, "pero sufrió la censura de un determinado círculo en el que nos movíamos entonces, porque todos éramos muy listos y hablábamos de Brecht, pero nos daba vergüenza el teatro lleno de sentimientos de Williams. Fue William Layton quien nos enseñó a amarle, y a través de él a amar el teatro norteamericano".
José Carlos Plaza creó uno de los momentos más emotivos de la noche cuando recordó la frase con que Williams dedicó un libro a un amigo: "Tú dijiste que ibas a ir, y yo fui". "Nosotros hablábamos mucho de ir", acabó Plaza, "pero fue Tennessee Williams quien ‘se pringó’ en todas sus obras".
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