Francisco Umbral | El País, 1984-12-23
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Se es nueva por voluntad de serlo. Se es española por fatalidad de serlo. Se es nueva española por una vocación o un proyectivo sugestivo de vida, cumplido. Bibí Andersen se confiesa "nueva española". ¿Qué es la feminidad? Un concepto. Hay, como dijera el viejo maestro, "mujeres que tienen noches de capitán". Hay criaturas que tienen días furiosamente, desesperadamente femeninos.
Gigi Corbetta y yo la esperamos en nuestra tertulia habitual, en un gran hotel de Madrid. Llega envuelta en telas amplias túnicas vagas y cosas muy elegantes. Trae el pelo recogido y gafas negras. Bebe cocacola. Bibí Andersen nunca toma alcohol.
-¿Por qué el pelo recogido?
-Por comodidad. Mañana me lo soltaré para las fotos. Tengo que ir a la peluquería.
-¿Por qué las gafas negras?
-Tengo un grano aquí. (Se las quita y aparecen sus ojos prodigiosos).
Gigi se acerca a ver el grano. No la conocía y aprovecha para verla muy de cerca. Hay criaturas que, miradas penetrativamente, se desdoblan en otras criaturas.
-Antes eras una especie de cosa muy sexy, Bibí, y ahora te encuentro convertida en una especie de gran dama.
-Bueno, una va evolucionando con el tiempo.
Efectivamente, habla con una fluidez que antes no tenía, acierta más en lo pequeño, siendo ella tan grande, y ha perdido todo acento regional.
Sin embargo, destroza la cajetilla de tabaco, terminada, dentro del puño, casi como un hombre. Las mujeres suelen destruir las cajetillas de una manera más felina, mediante un juego de uñas.
-Bibí, amor, el equívoco.
-No hay ningún equívoco. Yo soy una actriz, tengo una personalidad y ya está.
-Recuerda nuestros viejos tiempos de ‘Barcelona de noche’.
-Aquello forma parte de mi vida, de mi biografía, pero está superado.
(Luis Cantero me pasó una vez a su camerino de ‘Barcelona de noche’, y allí se nos mostró des nuda, monumental y andrógina salvo un esparadrapo sobre el sexo. Luego, los loquitos de la gran noche paulmorandiana me decían: "Será hombre o mujer, me da ya lo mismo, pero yo la amo, yo la amo").
-Nunca volverás al cabaret.
-Nunca.
Lástima, porque uno creía que era lo suyo, en lo que el cabaret canalla tiene de barracón de feria para criaturas teratológicamente bellas e impares. Ahora prefiere el cine y la revista.
-¿Cómo fue ‘La noche más hermosa’?
-Gutiérrez Aragón me engañó. Tengo el guión en casa y no corresponde con algunas cosas que se dicen en la película.
Definitivamente, no quiere jugar al equívoco. "Quiero quedar por mi trabajo, seguir en mi trabajo, superar la imagen que tenía, porque eso ya iba a durar poco tiempo. Ahora preparo un gran musical, una gran revista". Bibí Andersen tiene la cabeza hermosísima, de una gracia romana atenuada, de un clasicismo pasado como por el cine. Bibí Andersen tiene la tráquea prominente y las manos grandes.
-Yo ya te he visto en otras revistas, Bibí.
-Sí, pero entonces sólo era un elemento decorativo, porque no me dejaban ser otra cosa. Ahora pretendo que la revista, naturalmente, gire en torno de mí, o de personaje que se ha creado sobre mí, pero también me preocupa, y mucho, tener un buen cómico que podría ser Saza. Y un buen conjunto de chicas.
La revista es un género que está renaciendo, como versión española del music/hall. Se restauran viejos revistones y se inventan otros nuevos. Bibí Andersen, liberada del cabaret/barracón, pudiera encontrar aquí su género. No parece confiar mucho, ya, en los directores de cine.
-¿Y hasta qué punto vas a desnudarte en la revista, Bibí?
-Hasta donde sea necesario, pero conste que quiero hacer un tipo de revista para todo el mundo, una cosa para mayores y niños, sin caer en los viejos chistes verdes ni nada de eso.
La presencia enigmática de Bibí siempre es un estímulo y una rémora, al mismo tiempo, para su interlocutor. De ella emana un halo/hembra que Gigi me dice que, sentido de cerca, es un halo/macho. Está lo del cine. Yo quería preguntarle a Bibí lo del cine:
-¿No crees que con tu personaje, con tu leyenda, con tu equívoco, se podría hacer una gran película, llena de morbo, una película diferente?
-No. En absoluto. Yo me negaría a interpretar eso. Que lo haga otra.
Se equivoca, claro. Si quiere ir de Greta Garbo por la vida, se equivoca. Se lo dije una vez, en otra tarde íntima: "El equívoco, Bibí, la ambigüedad, lo tuyo es la ambigüedad: no pierdas ese tesoro. El secreto está en tu secreto".
Ni caso. Bibí Andersen e criatura plurisexual, multisexual. Uno se enamora de ella urgente mente y no sabe, de pronto, si se ha enamorado de ella o de él. ¿Qué es ser mujer, qué es ser hombre? Aparte configuraciones externas, uno ‘se elige’ mujer u hombre, como hubiera dicho el viejo Sartre de nuestro COU existencialista. "Elegir es limitarse", nos enseñaba Balzac. Quizá Bibí ha optado por no limitarse, por no elegir. ¿Y el viejo proyecto sartriano en que el camarero ‘se elegía’ camarero? Sartre no había estado nunca en ‘Barcelona de noche’.
-Bibí, ahora todas las estrellas anuncian cosas. ¿Tú nunca has anunciado nada?
-No me hables. Hubo un tiempo en el que anunciar cosas fue una obsesión para mí. Pero nadie me llamaba.
(Aquí, nuestra modesta teoría de que el anuncio anuncia al anunciador: la personalidad de Fernán-Gómez o de Cela, un suponer, se sobrepone al producto que anuncian, cuando lo han anunciado: el anunciador torna opaco lo anunciado). Bibí Andersen fuma mucho, rubio, pero no se toma la cocacola, que se melancoliza en el hielo.
-¿Y qué productos te habría gustado anunciar, Bibí?
-Yo qué sé. Lavadoras, licores, perfumes.
(No ha dicho tampax ni bragas: ahí quería uno llegar: BA tiene conciencia de sus limitaciones, o de sus libertades).
-Antes lo enseñabas casi todo. Ahora vas de gran dama. Cualquier día te eligen entre las 10 más elegantes de Madrid.
-Yo creo que ya no tiene sentido andar por ahí provocando con el cuerpo. Me pongo lo que me gusta y lo que me queda bien. Mido uno ochenta y tres, que es estatura que sólo tiene la Dominguín.
Voz ronca de Bibí Andersen, voz oscura y fuerte de tantas inu jeres, voz fascinante por cuanto nace de una tráquea de configuración vagamente masculina, voz sexual: es más sexual la criatura en quien los ingredientes masculino/femeninos están casi igualados (según biologías), que aquella que presenta un amplio predominio genético de uno de los sexos. Bibí es como el David de Donatello vestido por Pedro del Hierro. Bibí es como la Venus de Milo atuendada de tarde por Yves Saint-Laurent. Bibí es la postmodernidad unisexual que, con un poco más de imaginación y de libros, andaría hoy de musa de todas las postmodernidades horteras (sexos variados). Pero Bibí se ha elegido gran dama de la escena, algo así como una Carmen de Lirio atómica de los ochenta. Uno nunca sabe en qué puede parar eso.
-Eres perezosa.
-Soy perezosa. Tendría que estudiar más.
-La vedette de revista tiene que ser graciosa.
-Yo no soy graciosa.
Cada uno de mis encuentros con Bibí Andersen es como el encuentro con el pájaro/grifo o el hipogrifo violento: el acercamiento a una especie rara y mágica, bella y temible, con la que no hay diálogo real (el que convendría a la magnitud del encuentro), sino sólo diálogos convencionales. Si lo suyo es una obra de arte, un milagro de la voluntad, la verdad es que el milagro le ha salido milagroso. Mientas en las aceras de la Castellana se vende una ambigüedad muy poco ambigua, Bibí Andersen, como Oscar Wilde, ha hecho de la ambigüedad una obra de arte, y esto es lo que ella, con más libros, repito (talento le sobra), debiera vender.
O quizá nos lo esté vendiendo genialmente, como quien no vende nada, por lo que dice a seguido:
-Mi leyenda está ahí, yo ya cuento con ella, no necesito fomentarla, sé que funciona. A partir de eso, lo que tengo que hacer es otra cosa.
-Bibí.
-Qué.
-Qué uno te quiere y no sabe uno cómo quererte.
Ríe con su masculina risa feminísima. No quiere que Gigi le haga fotos, porque tiene un grano y un flemón, dice ella, y porque no ha ido a la peluquería: la razón final siempre es la verdadera, como tendría que haber dicho su hermano natural y lontano, tío Óscar. Pero Gigi Corbetta y el entrevistador quedamos conjurados para que este italiano genial entre en su casa, con todas las artes del retrato, y le haga una cosa muy sexy, muy femenina, muy superhembra.
-¿Con el pelo rizado o liso? -pregunta, ingenua por primera vez, femeninamente ingenua.
-Con el pelo como te dé la gana, amor, pero una cosa que mi maestro Luis Berlanga pueda considerar "ereccional".
¿Qué es la feminidad? Un concepto. Hay mujeres que tienen "noches de capitán". ¿Bibí Andersen? "Os dejo porque me voy a la pelu". Se ha elegido mujer, aparte de serlo, con una firmeza vocacional que a Sartre le hubiera corroborado en sí mismo. Como él se eligió escritor, o sea. Ha hecho del ser mujer una obra de arte, a partir de no sabemos qué. Eso será lo que quede de ella. El vivir, como tío Óscar dijera de sí mismo, a otros efectos, "por encima de sus posibilidades". Y se va. Es una criatura que se merece el amor de Baudelaire. "Umbral, cielo, adiós, amor, chao, nos estamos viendo".
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