La defensa de un guardia civil que mató a un travestido alega que actuó bajo el 'síndrome del Norte'.
Ferran Sales | El País, 1986-01-17
https://elpais.com/diario/1986/01/18/sociedad/506386806_850215.html
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El fiscal de la Audiencia de Barcelona solicitó ayer que se impusieran 24 años de prisión al guardia civil José Antonio Sánchez García por un presunto delito de, asesinato, cometido en la madrugada del 14 de abril de 1985, al dar muerte al travestido Eduardo Sigfrido Pérez, 'Erika', durante una discusión sobre el pago de un servicio sexual. La defensa calificó los hechos como imprudencia con el resultado de muerte y pidió un año de cárcel. El abogado alegó en defensa del guardia civil que éste se encuentra emocionalmente desequilibrado por sus vivencias durante el tiempo en que estuvo destinado en el País Vasco y que los psicólogos han bautizado con el nombre de síndrome del Norte.
El procesado explicó que en la noche del 13 de abril de 1984, después de recorrer diversos establecimientos nocturnos e ingerir numerosas bebidas alcohólicas, se dirigió a la rambla de Catalunya con la intención de contratar los servicios sexuales de una mujer, pero, al descubrir que la persona que había hecho subir al coche era un travestido, le invitó a descender del vehículo, a lo que éste se negó, si no le pagaba. José Antonio Sánchez reconoció que desenfundó la pistola, cuando en la discusión vio que el travestido sacaba un objeto brillante del bolso. El arma se disparó al recibir un golpe en la mano. "Se desplomó como cuando a un toro le dan una puntilla", explicó el acusado. Añadió que en aquel momento se sintió desorientado y sin saber qué hacer. En un primer momento se dirigió al cuartel para entregarse. Pero la vergüenza de que se supiera que había mantenido relaciones con un travestido, le hizo reconsiderar la decisión de entregarse y trasladó el cadáver a su casa.
El asesinato se descubrió por el reguero de sangre que siguió la policía y que la condujo de un descampado en el que había arrojado el cadáver al piso del acusado. Un testigo excepcional fue el guarda de seguridad Fermín Estivill, que oyó el disparo cuando pasaba con su vehículo junto al coche del guardia civil, y siguió al acusado por las calles, hasta que lo perdió.
El fiscal, Carlos Ganzermüller, hizo hincapié en las contradictorias explicaciones que, en relación a la discusión en el automóvil, había dado el acusado y especuló sobre que no hubiera existido el arma del travestido.
El defensor, Juan Antonio Roqueta, centró sobre todo sus preguntas en torno a los especiales trastornos psíquicos que afectan al acusado a raíz de un incidente ocurrido durante su destino en el País Vasco, cuando un compañero murió, junto a él, en un atentado terrorista. Este tipo de trastornos ha sido bautizado como ‘síndrome del Norte’.
El guardia civil fue también juzgado ayer, en la misma causa, por un delito continuado de falsificación al utilizar en diversas ocasiones una tarjeta de crédito que el acusado había encontrado en una discoteca. Por estos hechos el fiscal pidió que se le impusieran tres años de cárcel y 90.000 pesetas de multa.
El procesado explicó que en la noche del 13 de abril de 1984, después de recorrer diversos establecimientos nocturnos e ingerir numerosas bebidas alcohólicas, se dirigió a la rambla de Catalunya con la intención de contratar los servicios sexuales de una mujer, pero, al descubrir que la persona que había hecho subir al coche era un travestido, le invitó a descender del vehículo, a lo que éste se negó, si no le pagaba. José Antonio Sánchez reconoció que desenfundó la pistola, cuando en la discusión vio que el travestido sacaba un objeto brillante del bolso. El arma se disparó al recibir un golpe en la mano. "Se desplomó como cuando a un toro le dan una puntilla", explicó el acusado. Añadió que en aquel momento se sintió desorientado y sin saber qué hacer. En un primer momento se dirigió al cuartel para entregarse. Pero la vergüenza de que se supiera que había mantenido relaciones con un travestido, le hizo reconsiderar la decisión de entregarse y trasladó el cadáver a su casa.
El asesinato se descubrió por el reguero de sangre que siguió la policía y que la condujo de un descampado en el que había arrojado el cadáver al piso del acusado. Un testigo excepcional fue el guarda de seguridad Fermín Estivill, que oyó el disparo cuando pasaba con su vehículo junto al coche del guardia civil, y siguió al acusado por las calles, hasta que lo perdió.
El fiscal, Carlos Ganzermüller, hizo hincapié en las contradictorias explicaciones que, en relación a la discusión en el automóvil, había dado el acusado y especuló sobre que no hubiera existido el arma del travestido.
El defensor, Juan Antonio Roqueta, centró sobre todo sus preguntas en torno a los especiales trastornos psíquicos que afectan al acusado a raíz de un incidente ocurrido durante su destino en el País Vasco, cuando un compañero murió, junto a él, en un atentado terrorista. Este tipo de trastornos ha sido bautizado como ‘síndrome del Norte’.
El guardia civil fue también juzgado ayer, en la misma causa, por un delito continuado de falsificación al utilizar en diversas ocasiones una tarjeta de crédito que el acusado había encontrado en una discoteca. Por estos hechos el fiscal pidió que se le impusieran tres años de cárcel y 90.000 pesetas de multa.
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