1986/07/16

DOCUMENTACIÓN | OFENSIVAS | SANTIAGO CARRILLO, EL PCE Y LA COMISIÓN DE 'LOS GAY'

‘Sostenella y no enmendalla'.
Santiago Carrillo | El País, 1986-07-16

https://elpais.com/diario/1986/07/17/espana/521935205_850215.html

El peligro para el movimiento comunista español reside, para el experimentado político autor de estas reflexiones, en que la dirección. del PCE ha vuelto a las concepciones dominantes en los años anteriores al VII Congreso de la Internacional Comunista, es decir, al tiempo en que el enemigo principal era el partido socialista, la socialdemocracia, equiparada al socialfascismo. Ello explicaría la extraña alianza de los comunistas del PCE en Izquierda Unida.

Un análisis de los Pasados comicios electorales, realizado desde el ángulo comunista, muestra que la división ha sido el obstáculo que nos ha impedido recuperar, en una situación que difícilmente volverá a ser tan favorable, el espacio electoral que tuvimos en 11979. Y hay que decirlo claramente: la unidad comunista ha sido sacrificada a una quimera que comenzó con el nombre de convergencia y se materializó en Izquierda Unida (IU).La unidad de la izquierda era y es imposible en esta coyuntura por una razón muy sencilla: el PSOE se ha desplazado a posiciones centristas en el Gobierno y tardará en resituarse. Y sin el PSOE, en este país no hay unidad de la izquierda.

Más aún, la división comunista quiebra toda posibilidad de constituir un polo capaz de tirar hacia una conjunción de las fuerzas reales de izquierda.

Verdades de Perogrullo
Éstas son verdades de Perogrullo y da vergüenza tener que repetirlas como si fueran un descubrimiento. Pero hemos llegado a tales términos de irrealismo y de voluntarismo político, que el sentido común se ha convertido en una de las cosas más raras e infrecuentes.

El peligro para el movimiento comunista en España reside en que la dirección oficial del PCE, en el enfoque electoral de IU ha vuelto a las concepciones dominantes entre los comunistas de los años anteriores al VII Congreso de la IC. Es decir, a la idea de que el enemigo principal es el partido socialista, la socialdemocracia. Y esa visión conduce hoy, como en aquella época, a buscar los aliados más fantasistas e incluso a inventárselos, extrayendo siglas de la riada. Y puede conducir también a convertirse en aliados objetivos, no siempre inocentes, de la derecha maciza y auténtica.

Esa política sectaria no ayuda a que los comunistas se liguen con las masas. Cuando los dirigentes del PCE proclamaban que "votar a Felipe es como votar a Fraga", los trabajadores no podían entender semejante desatino. ¿Cómo explicarse si no el hecho de que habiéndose volcado, como nunca lo había hecho, el más significativo líder de CC OO a favor de IU -en las elecciones de 1982 esta misma persona había hecho campaña indirecta contra el PCE y a favor del PSOE-, habiendo utilizado a fondo en muchas regiones el aparato de CC OO a favor de IU, los votos del sindicato no se hayan volcado hacia ésta? Porque no hay que olvidar que, separados los grupos que han compuesto IU, tuvieron en 1982 más votos que en 1986 unidos.

Los comunistas no podemos volver a la época en que socialdemocracia era igual a socialfascismo. Es necesaria tina crítica severa pero equilibrada de la política del PSOE, una crítica que no nos enfrente radicalmente con los afiliados y votantes socialistas. Una lucha a ultranza como la que han planteado los voceros de IU contra el PSOE abre un abismo que podría tornarse insuperable entre socialistas y comunistas.

Seguir afirmando hoy, tras las elecciones, que IU puede convertirse en una alternativa de gobierno a la izquierda del PSOE es una tontería monumental.

Una política comunista inteligente tiene que ser capaz de aproximarse a la crítica que muchos afiliados y simpatizantes socialistas hacen a la política del Gobierno de su partido. Ya sé que cuando un comunista discute directamente con un socialista, y más aún si no es capaz de hacerlo pedagógicamente, el socialista, por ‘patriotismo’ de partido, se cierra como una almeja; incluso que hay socialistas que razonan como anticomunistas viscerales, del mismo modo que a veces los comunistas reaccionan en antisocialistas visceralmente. Pero habría que estar ciego para no discernir el disgusto de muchos afiliados y votantes del PSOE con su política, precisamente en los mismos temas que la criticamos nosotros: el atlantismo -OTAN, bases, abandono o enfrentamiento de la solidaridad con los movimientos de liberación, venta de armas a Pinochet...-, la reconversión, el paro, la debilidad ante los poderes fácticos, etcétera.

Crítica interna
Para los comunistas la cuestión está en plantear estos problemas de forma que estimulen la crítica interna de los socialistas, que propulsen entre éstos el pensamiento auténticamente socialista y de izquierda y que creen las condiciones para un acercamiento. Esta forma de ver la cuestión implica no ponerse la meta de las primeras elecciones, ni siquiera de ver toda la política reducida a los plazos electorales, por muy importantes que sean éstos. Hay múltiples fases de mediación en las que debemos procurar entendimientos, aunque sean coyunturales, con los trabajadores socialistas. Ahora tenemos cuestiones como el intento de la patronal de arrancar, bajo fórmulas más o menos claras, el despido libre; la voluntad de seguir destruyendo puestos de trabajo; problemas como el paro, la marginación social de la juventud; la resistencia a la ola que nos viene de EE UU de hipócrita puritanismo, que encubre la voluntad de reducir paso a paso las libertades; la necesidad de que la anunciada reducción de fuerzas americanas no quede en ese ridículo 10% que Mr. Enders ofrece en Torrejón, sino que alcance a la desaparición de las bases; de que la salida de la organización militar de la OTAN y la desnuclearización no sean una ficción, etcétera.

En definitiva, la construcción de la unidad de la izquierda, la unidad popular, es un proceso que no era posible ni en las elecciones generales ni lo será en las municipales y autonómicas; es una obra de largo aliento que no puede reemplazarse por sucedáneos arbitristas, si no queremos que nos ocurra lo que a la rana que quiso ser buey. Y o tomamos un camino acertado o veremos cómo, uno tras otro, los más intransigentes debeladores del PSOE van entrando en las filas de éste a la busca del momio que no lograron por otro camino.

Lo que era posible en las generales, y lo es en las municipales y autonómicas, objetivamente es la unidad de los comunistas. El sector de Unidad Comunista, la más homogénea, la más sólida de las familias comunistas, proponía esa solución. Y aunque no hayamos tenido diputados, es significativo que no habiéndonos organizado aún como partido, hayamos logrado un cuarto de millón de votos. Ése sí que es un primer paso, una esperanza, confirmada por el hecho de que no habiendo ganado escaños, entre nosotros no ha habido crisis ni desmoralización. Al contrario, ha surgido la voluntad firme de organizarnos como partido, al comprobar la negativa de los dirigentes oficiales del PCE y del PCPE a la unificación. Esta voluntad no es renuncia a la unificación, sino propósito de seguir luchando en mejores condiciones para obtenerla.

En las otras formaciones sí hay crisis. El aplazamiento del 12º Congreso del PCE, al tiempo que se reconoce que su dirección ha alcanzado su techo y necesita reorganizarse, es un dato de crisis. La división en la dirección del PCPE en torno a los problemas de la unidad comunista, otro.

Pero, lamentablemente, en la dirección del PCE sigue en pie el lema de "mantenella y no enmendalla", sigue dominando por encima de toda consideración la voluntad de ‘matar a Carrillo’. Por eso fuimos expulsados y se nos forzó a crear Unidad Comunista. Por eso se ha vaciado de actividad a las organizaciones del partido y hay camaradas que dicen que lo único que funciona algo en el comité central son la comisión internacional y la de los ‘gay’... Por eso también hoy es real el peligro de que el PCE se diluya en la ambigua IU, que, como el arco iris, se ve, pero no se puede tocar.

En cualquier caso, la razón que anima a Unidad Comunista se afirma. Vamos a dar el paso de convertirnos en partido para dinamizar y ampliar ese cuarto de millón de votos. Seremos un partido inspirado en los intereses de los trabajadores, en las ideas de los grandes maestros del marxismo, que partiendo de sus raíces sea a la vez un partido de hoy, un partido capaz de abrir los caminos del porvenir. En definitiva, una garantía de la unidad de los comunistas, y de la unidad de los trabajadores, la unidad de la izquierda y de las fuerzas progresistas. Se equivocan los que crean que este proyecto está vinculado a la voluntad y a la obstinación de un solo hombre. No; el proyecto está asentado en la voluntad de un amplio equipo de revolucionarios jóvenes e inteligentes, que lo llevarán adelante contra viento y marea.


SEGUIMIENTO
La cuestión homosexual.
XXX | Cartas al Director | El País, 1986-07-23

https://elpais.com/diario/1986/07/24/opinion/522540012_850215.html

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