1988/07/04

DOCUMENTACIÓN | VIH-SIDA | EL MINISTERIO DE JUSTICIA QUIERE HACER LA PRUEBA DEL SIDA A TODA LA POBLACIÓN PRESIDIARIA

Justicia quiere hacer la prueba del SIDA a todos los presos.
El País, 1988-07-04

https://elpais.com/diario/1988/07/05/portada/584056802_850215.html 

El Ministerio de Justicia quiere saber el porcentaje de presos que son portadores del virus del SIDA. La Dirección General de Prisiones ha ordenado analizar la sangre de los 25.000 internos de las prisiones sobre las que tiene competencia -todas menos las de Cataluña- para averiguar si presentan signos de estar afectados por hepatitis B y, previo consentimiento del recluso, si poseen anticuerpos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). El ministerio espera acabar así "con la guerra de cifras" sobre la incidencia del SIDA en prisión y tener unos datos fidedignos sobre este problema con vistas a estudiar soluciones. Entre tanto persiste la polémica en el Gobierno creada por el deseo del Ministerio de Sanidad de dar jeringuillas a los presos ‘yonquis’ para frenar el contagio del SIDA. El Ministerio de Justicia rechaza esta medida por dudar de su eficacia y el de Interior ha evitado pronunciarse públicamente.

Instituciones Penitenciarias quiere hacer la prueba de la hepatitis B y del SIDA a 25.000 presos
Francisco Mercado | El País, 1988-07-04

https://elpais.com/diario/1988/07/05/espana/584056803_850215.html

El Ministerio de Justicia ha ordenado analizar la sangre de los 25.000 internos de las prisiones sobre las que tiene competencia -todas, menos las de Cataluña- para averiguar si presentan signos de la hepatitis B y, previo consentimiento del recluso, si poseen anticuerpos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Sanidad desea dar jeringuillas a los presos yonquis para frenar él contagio del SIDA -idea avalada por los parlamentarios de los 21 países del Consejo de Europa reunidos hace una semana en Atenas-, pero Justicia rechaza esta medida por dudar de su eficacia e Interior evita pronunciarse públicamente.

Un portavoz del Ministerio del Interior niega que este departamento tenga una "posición monolítica" al respecto y rehúsa entrar "en el juego de mostrar diferencias en el seno del Gobierno, entre ministerio y ministerio, ante la comprensión de un problema". El Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, analizará las pruebas del SIDA y evaluará los resultados para evitar, según Justicia, toda sospecha de manipulación o, de violación de la confidencialidad sobre la identidad de los infectados. Esta campaña tiene como primer fin vacunar a la población reclusa contra la hepatitis B y la tuberculosis, de las que en 1987 se dieron 644 y 79 casos, respectivamente.

Justicia, cuyo titular es Fernando Ledesma, espera acabar así "con la guerra de cifras" sobre la incidencia del SIDA en prisión y tener unos datos fidedignos sobre la magnitud de este problema que permitan estudiar soluciones.

El director general de Instituciones Penitenciarias, José Manuel Blanque, cifra el nivel de contagio del SIDA en las cárceles españolas en un 18,7% -porcentaje superior al de todas las cárceles analizadas en el reciente congreso sobre el SIDA en Estocolmo-, y considera inflados los estudios que hablan de un 75% de infectados en la prisión de Basauri (Vizcaya), o un 44% en las de Carabanchel o Yeserías (Madrid).

Sin embargo, datos de otras prisiones avalan que dichos porcentajes no son tan descabellados. Vicente Martín, responsable de la sanidad de las prisiones catalanas, afirma que un estudio realizado por la Generalitat en dos centros sobre el ciento por ciento de los reclusos arrojó un 45% de infectados, porcentaje que extrapola a las demás cárceles de la región. Profesionales sanitarios vascos estiman que en las prisiones de Martutene (Guipúzcoa) y Nanclares de la Oca (Álava) las tasas de infección son, respectivamente, 55% y 38%. Y Rafael de Andrés, secretario general del Plan Nacional contra el SIDA, estima en unos 8.000 a 10.000 los presos contagiados (un tercio del total).

Los profesionales sanitarios coinciden en que la mayoría de los presos se han infectado fuera dela cárcel y en que la mayor parte de los contagios que se producen dentro del recinto carcelario se deben a que se comparten las jeringuillas. Según varios estudios, los presos con adicción intravenosa están contagiados entre un 10% y un 15% más que los que se ‘pican’ en la calle. Esto se debe tanto a que los 'yonquis' presos llevan más tiempo drogándose como a que dentro es difícil no compartir la jeringuilla.

Las divergencias surgen a la hora de decidir si se deben repartir o no jeringuillas entre los presos 'yonquis'. El director general de Instituciones Penitenciarias, José Manuel Blanque, resume así la posición de Justicia: "Que se nos demuestre que el reparto de jeringuillas palía en alguna medida los problemas del SIDA en prisión. Si existe esa demostración, si salva una vida, y los beneficios son mayores que los inconvenientes, se hará".

Sanidad, según un portavoz, está convencida de la bondad de la medida. "Se están ‘picando’ con cualquier cosa; si van a seguir drogándose, nos interesa que sea con una jeringuilla que esté bien. Las experiencias demuestran que cuando se han repartido jeringuillas nunca ha pasado nada de lo que se teme".

Este portavoz de Sanidad admite que Justicia es últimamente algo más receptiva a esta idea, por lo que no duda de que “al final acabará por hacerse". Este proyecto significaría que la jeringuilla se entregaría por los servicios médicos de la prisión a los reclusos que la soliciten, previa entrega de la ya utilizada. Blanque estima que pocos ‘yonquis’ acudirán a pedir públicamente una jeringuilla y teme que quienes lo hagan sólo busquen comerciar con ellas.

Ángel Lara, subdirector general de Instituciones Penitenciarias, recuerda que "el uso de drogas en prisión está prohibido; luego facilitar su consumo no parece muy lógico". Sanidad desearía paralelamente desarrollar en prisiones planes de sustitución de la heroína por metadona u opiáceos similares para ‘desenganchar’ a los reclusos tanto del ‘caballo’ como de la vía intravenosa, proyectos que Justicia no ha asumido aún.

Bolígrafos o lejía, otras opciones.
Francisco Mercado | El País, 1988-07-04

https://elpais.com/diario/1988/07/05/espana/584056801_850215.html

Los presos ya pueden disponer de preservativos, pero esto tiene relativa trascendencia para evitar contagios intramuros. Según un estudio sobre las prisiones madrileñas, sólo un 1% de los reclusos mantiene prácticas homosexuales, y, de ellos, apenas un 9% resulta infectado de SIDA. A esto se suma que al menos un 9% de los reclusos se contagió al tatuarse. Pero el principal foco de infección es la jeringuilla. No en vano, el 60% de la población reclusa de muchos centros es ‘yonqui’. Una jeringuilla en prisión, según expertos, llega a costar 2.000 pesetas -en la calle, unas 37- y puede ser usada hasta 400 veces.

"En las prisiones ni se cura ni se rehabilita la drogodependencia. La heroína que entra es menor que la que hay en la calle, y para rentabilizarla se adultera más, con lo cual para sacarle mayor sensación se recurre a la vía intravenosa. Y con una sola aguja se pinchan unos 25 presos", explica F. A., que dejó Carabanchel hace un año. La polémica sobre el reparto de jeringuillas este ex recluso la ventila de un plumazo: "Es ponerse una venda en los ojos porque de hecho las jeringuillas ya existen. Unas pasan en paquetes de alimentos, otras las pasan los familiares, y otras las meten funcionarios".

Su ausencia provoca barbaridades: "He visto una jeringuilla hecha con un bolígrafo bic quemado, con una aguja en la punta y un émbolo. Eso supone una monstruosidad. No la puedes desinfectar, se quedan coágulos de sangre y va infectando a todos lo que la usan. La droga existe en la cárcel, cuanto mayor control sanitario haya menos muertos habrá". De la jeringuilla-bic, el subdirector de prisiones, Ángel Lara, opina: "Eso indica que no es tan fácil introducir jeringuillas en la cárcel".

"Hay consumo de droga"
Profesionales sanitarios y miembros de la Federación Anti-Sida estiman que Justicia se opone porque significaría aceptar que los presos se drogan, aunque el director de prisiones, José Manuel Blanque admite: "Hay consumo de drogas en prisión, quizá mayor del que desearíamos". "Yo hago una apuesta que en Carabanchel en un día cualquiera con 10.000 pesetas compró cinco ‘papelinas’ de cinco ‘caballos’ diferentes", reta F. A.

"Las autoridades pertinentes se niegan a ofertar jeringuillas o programas de desintoxicación, muy solicitados por los reclusos. Esta negativa se ampara en la afirmación de que en la cárcel no hay droga. Pero esta razón no es válida; en la mayoría de las cárceles existe droga, mucha droga", reza un informe sobre las prisiones madrileñas de la doctora Concepción Colomo.

Fuentes del Plan Nacional contra la Droga anuncian que estudian la posibilidad menos polémica de repartir desinfectantes, tipo lejía, a los presos para esterilizar las jeringuillas, medida que según Vicente Martín, responsable de la sanidad de las prisiones catalanas, ya funciona en esta región.

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