1999/07/12

DOCUMENTACIÓN | OFENSIVAS | LA HOMOFOBIA Y LA NARDA

La homofobia y La Narda.
Antonio Burgos · Apuntes del Natural | Época, 750, 1999-07-12
 
No disponible en antonioburgos.com. Recogido por: carlaantonelli.com
https://www.carlaantonelli.com/reportaje_fernan_burgoss.htm 

"Parece que en la Constitución pusiera que es obligatoria la veneración
pública de todo señor que proclame que le gustan los hombres"


Como tengo hecho un buen bachillerato con todos sus avíos, yo conocía la homogeneidad, la homonimia, la homologación. Conocía incluso la homofonía, pues con mi bachillerato como Dios manda me fui a estudiar Filología Románica, que es una Filología con errata. No conseguí que mi tía María Belinchón, que era mucho de los boleros y de las novelas rosas y que fue quien me aficionó a la Monarquía, entendiera que no estudiaba Filología Romántica, sino Románica. Se murió la pobre creyendo que yo estudiaba Filología de las rimas de Bécquer y los artículos de Larra... Y al igual que sé qué es la homonimia y la homofonía, sé también qué es la claustrofobia, la agorafobia, la fotofobia, la xenofobia, la hidrofobia. Pero aun sabiendo todas estas palabras derivadas del griego fobos (miedo) y del griego homos (igual), no sabía en absoluto que existiera la homofobia. Y no vean ustedes lo de moda que está la homofobia. Resulta que yo sabía que tenía fotofobia: con los ojos azules, lo paso fatal en verano sin gafas de sol. Me sabía con agorafobia: me dan pánico las aglomeraciones, pienso que como alguien diga "¡fuego!" puede haber muertos. Pero desconocía que tuviera homofobia. Sabios doctores en homosexualismo, transexualidad y otros males del siglo, desde coordinadoras de gays y lesbianas, me han dicho que soy un homófobo, por criticar que una TV local de mi pueblo contrate como estrella a un señor que antes se llamaba Manolo Fernández, que luego no fue señor y se llamaba ya Bibi Andersen y que ahora ni es Bibi Andersen ni nada. Ahora es una señora (muy lista por cierto) que responde al nombre de Bibiana Fernández, que ni es nombre de artista, ni de presentadora, ni de nada. Llamándose Bibiana Fernández sólo se puede ser boticaria en Alpedrete o registradora de la Propiedad en Aranda de Duero.

Para qué lo he dicho. Si usted no participa en la general glorificación de los homosexuales, lesbianas, transexuales y demás, de momento le dicen que es un homófobo (u homófoba), y después le dan con el artículo 14 de la Constitución en toda la boca. Artículo que me he leído muy bien, con lupa, y no pone que sea obligatoria la veneración social del mariquita. Como en tantas cosas, en España hemos cogido otra vez el rábano por las hojas, y hemos dado el clásico pendulazo de nuestra Historia. A mí la homosexualidad me parece como el otoño, las cataratas del Niágara, la bicicleta, el pan de pueblo, la tuberculosis o la Biblioteca Nacional. Algo que está ahí, que existe, y ya está. Algo que ha existido siempre. Cierto que antes a los homosexuales los entregaban al brazo secular del Santo Oficio para que los quemaran vivos, o los metían en la cárcel.

-Y eso le parecerá mal...

Me parece fatal. Aunque sea un homófobo, como dicen los gays y lesbianas. Pero a continuación añado que una cosa es perseguir al homosexual al grito hispánico de "¡maricón al agua!" y otra aceptar como normal esta auténtica exaltación de las otras formas de sexualidad, que nadie me negará que son por lo menos raritas. Parece que en la Constitución pusiera que es obligatoria la veneración pública de todo señor que proclame que le gustan los hombres o de toda mujer que pregone que le gustan las señoras. Esa no discriminación por razones de sexo que dice la Constitución debe empezar por no considerar un bicho raro al que crea que es más lógico y normal que a un señor le gusten las señoras y que a las señoras les gusten los repartidores de butano...

-Hombre, pero es que hay repartidores de butano que al verlos se les caen dos lágrimas a cualquiera...

Cuando exista un Día del Macho Ibérico o un Día de la Tía Salida me parecerá bien que haya un Día del Orgullo Gay. Por el momento, es un alarde innecesario. No hay nada peor que el fervor del radicalismo, y no me negarán que las que se proclaman tan liberales coordinadoras de gays y lesbianas se dedican a perseguir a los que nos acusan de homófobos con la misma saña con que antes desterraban a los que sorprendían en el entonces llamado pecado nefando. De perseguidos, muchos han pasado a perseguidores de quienes no aceptan lo insólito como normal.

Me quedo con La Narda, aquella mariquita tan literaria que retrató Joaquín Romero Murube y que no acusaba a nadie de homófobo. La Narda tenía una venta flamenca cerca de Sevilla. Estaban en la venta unos aficionados al acoso y derribo, al regreso de una tienta en campo abierto, y hablaban de mujeres. Había en la pared una foto de una bella andaluza, vestida de flamenca, con una mantilla blanca y sus buenos zarcillos de coral, y Villabrágima, señalando el retrato, dijo, tajante:

-Pues lo que yo entiendo por una mujer de bandera es ésa de la foto... Por cierto, ¿quién es?

Y La Narda, que oía a Villabrágima, dijo muy comedida y sin el menor orgullo gay:

-Servidora, en la feria de Utrera...

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