2006/05/06

DOCUMENTACIÓN | ACCIONES | DEJÁNDONOS DE HOSTIAS

Dejándonos de hostias.
Mientras el Gobierno pacta con las asociaciones católicas la reforma de la LOE, individuos y organizaciones de base van respondiendo a los intentos de la Iglesia por conservar su poder. Ya se han recogido 50.000 firmas para revisar el Concordato que, desde 1979, rige las relaciones entre el Estado y la Iglesia. Y se suceden en diversas ciudades las campañas por la apostasía.
Pedro Carmona | Diagonal, 2006-05-06
https://www.diagonalperiodico.net/libertades/dejandonos-hostias.html 

La campaña de recogida de “firmas contra el Concordato” por Internet -alrededor de 50.000 durante las últimas semanas- se presenta como una “iniciativa independiente” que tiene como objeto la revisión de los acuerdos vigentes desde 1979 entre el Gobierno español y el Vaticano. Según éstos, la Iglesia Católica asiste a las Fuerzas Armadas, interviene en la asignatura de religión ofertada en el sistema educativo, y obtiene cuantiosas prerrogativas económicas que ponen en cuestión el legalmente declarado carácter aconfesional del Estado. Los promotores enviarán al Gobierno el mayor número de firmas posible para dejar sin efecto los actuales términos del Concordato.

Ésta es una de las múltiples reacciones de la sociedad civil ante los privilegios y excesos ideológicos de la Iglesia Católica, entre las que también se han podido observar movilizaciones del profesorado de religión (sujeto a condiciones laborales discriminatorias por parte de la Conferencia Episcopal), denuncias de ONG contra su política de boicot al preservativo (poniendo en peligro vidas humanas en plena crisis del sida) y diversas iniciativas para promover el Estado laico. Varios movimientos sociales han difundido asimismo la apostasía, esto es, el abandono voluntario de la Iglesia Católica, institución a la que pertenece cualquier persona que haya sido bautizada (por lo general sin su consentimiento, en su infancia), incluso aquéllas que hayan dejado de creer o que estén en contra de las posturas políticas y sociales de dicha institución religiosa.

Para visibilizar su desacuerdo con la misma, algunas personas optan por apostatar, y recientemente se han desarrollado diversas convocatorias para hacerlo de forma colectiva y pública. Tradicionalmente, la Iglesia se ha negado a cursar las solicitudes de apostasía, o las ha dificultado con largos trámites con objeto de evitar un descenso en su número de miembros, lo que debilitaría en las negociaciones con el Estado su influencia política y su legitimidad para nuevas demandas económicas, y mostraría públicamente su descrédito en amplios sectores de la sociedad.

‘Apostatadas’ colectivas
Santander y Sevilla han sido escenario de recientes ‘apostatadas’ colectivas, organizadas en ambos casos sin el respaldo de partidos ni asociaciones, y que obtuvieron gran eco en los medios de comunicación locales. En Santander, más de 50 personas se congregaron en la puerta de la catedral los días 31 de octubre y 18 de noviembre para poder darse de baja de la Iglesia. El Obispado se negó a recibirles en ambas ocasiones, en la primera aduciendo como excusa el fin de horario de atención al público, y “un cambio de horario por el cual cerraban más temprano” en la segunda fecha. Ante esta “muestra de intolerancia”, en palabras de los organizadores, se preparó una nueva ‘apostatada’ para el 25 de noviembre en la que un número similar de apóstatas fue obligado a guardar cola bajo la lluvia, dado que el representante eclesiástico les obligaba a entrar de uno en uno para “soltarles un sermón” individualmente. Los participantes en la ‘apostatada’, tras protestar y advertir de que si no agilizaba los trámites volverían a concentrarse, lograron finalmente entregar sus solicitudes en bloque.

En Sevilla, el 8 de octubre la asamblea Pro Apostasía APAGA convocó bajo el lema “Apaga y vámonos” una ‘apostatada colectiva’ en la que participaron unas 200 personas. Tras atravesar el centro histórico de la ciudad al son de música y pasacalles y coreando consignas de carácter festivo, la acción culminó con la entrega de alrededor de 140 solicitudes de apostasía al vicario episcopal. A la apostatada acudió un grupo muy heterogéneo de personas que neutralizaron con gritos de ‘Libertad’ los insultos y provocaciones de un pequeño grupo de fascistas junto al Obispado. La convocatoria incluyó mesas informativas de cómo ‘salirse’, y denunció “la obstaculización de la Iglesia a la hora de reconocer nuestro derecho a apostatar”, extremo sobre el que numerosos periodistas preguntaron a representantes eclesiásticos. Tal vez por ello la vicaría episcopal de Sevilla da curso desde entonces a todas las solicitudes, ha simplificado los trámites y reconoce como apóstatas en el plazo de pocos días a quienes presentan la documentación completa.

Aunque durante el último año diversas organizaciones de gays y lesbianas, anarquistas, comunistas, republicanas y laicas han organizado actos similares en varias ciudades del Estado, hay numerosos antecedentes.

La primera movilización por la apostasía de la que hay constancia se desarrolló en 1993 bajo el lema “¡Bórrate!”, convocada por la coordinadora gay estatal COFLHEE como respuesta al “nuevo catecismo de la Iglesia”, aprobado poco antes por el Vaticano, y en rechazo de sus contenidos represivos en materia de sexualidad, educación, prevención del sida, pena de muerte o igualdad de género. La iniciativa, apoyada por movimientos feministas y antimilitaristas, logró reunir más de 10.000 solicitudes que nunca fueron reconocidas por la jerarquía católica.

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