El pionero tuvo que colgar el uniforme.
Emilio de Benito | El País, 2006-06-28
https://elpais.com/diario/2006/06/29/sociedad/1151532010_850215.html
Emilio de Benito | El País, 2006-06-28
https://elpais.com/diario/2006/06/29/sociedad/1151532010_850215.html
Hace seis años, en septiembre de 2000, el teniente coronel José María Sánchez Silva utilizó la portada de la revista ‘Zero’ y este periódico para declarar que era homosexual. Era el primer militar -y, además, un oficial- que hacía público que era gay. Tenía 49 años, y trabajaba en el Cuerpo Jurídico del Ejército de Tierra.
"Aunque el Ejército se ha democratizado, si alguien no da este paso transcurrirá mucho tiempo hasta que se apliquen los derechos de los homosexuales en las Fuerzas Armadas", declaró entonces, consciente de que con su anuncio iba a provocar un debate.
"Claro que no me van a sancionar por el hecho de declarar que soy gay. Faltaría más. Pero no se me escapa que las represalias pueden ser de muchos tipos. Puede haber un tipo de castigo sutil que apele únicamente a motivos de trabajo o a presuntos descuidos en el servicio", dijo hace seis años.
No muy alto y de aspecto frágil, el valor de Sánchez Silva fue una ofensa para alguno de sus compañeros. Durante cuatro años, el teniente coronel afrontó la popularidad, y abanderó campañas contra la discriminación de los gays en el Ejército, como la prohibición de donar sangre que regía en el hospital militar Gómez Ulla de Madrid -y que consiguió eliminar-.
Pero hace dos años, Sánchez Silva se cansó de aguantar. El detonante fue una carta que recibió de un compañero, en la que se decía, entre otras cosas, que "la homosexualidad es peor que los cuatro jinetes del Apocalipsis juntos". El teniente coronel acudió a la justicia militar, pero no consiguió que la carta se considerara una falta disciplinaria ni, mucho menos, que se obligara al otro oficial a rectificar. "Lo que has hecho no te lo perdonan ni te lo perdonarán jamás", le advirtió un alto cargo.
Desengañado con el sistema que había defendido como asesor jurídico del Cuartel General del Ejército, Sánchez Silva guardó el uniforme en el armario. Desde entonces, ha bajado el perfil de sus apariciones públicas. No se esconde, y puede vérsele pasear por Chueca, el barrio gay de Madrid, y es asiduo visitante y cliente de la librería Berkana. Sánchez Silva se ha vuelto esquivo con los medios, cambia con frecuencia de número de móvil para conservar su privacidad y dosifica sus entrevistas.
Pero su ejemplo ya tiene relevo: los dos soldados del Ejército del Aire que han anunciado su intención de casarse.
"Aunque el Ejército se ha democratizado, si alguien no da este paso transcurrirá mucho tiempo hasta que se apliquen los derechos de los homosexuales en las Fuerzas Armadas", declaró entonces, consciente de que con su anuncio iba a provocar un debate.
"Claro que no me van a sancionar por el hecho de declarar que soy gay. Faltaría más. Pero no se me escapa que las represalias pueden ser de muchos tipos. Puede haber un tipo de castigo sutil que apele únicamente a motivos de trabajo o a presuntos descuidos en el servicio", dijo hace seis años.
No muy alto y de aspecto frágil, el valor de Sánchez Silva fue una ofensa para alguno de sus compañeros. Durante cuatro años, el teniente coronel afrontó la popularidad, y abanderó campañas contra la discriminación de los gays en el Ejército, como la prohibición de donar sangre que regía en el hospital militar Gómez Ulla de Madrid -y que consiguió eliminar-.
Pero hace dos años, Sánchez Silva se cansó de aguantar. El detonante fue una carta que recibió de un compañero, en la que se decía, entre otras cosas, que "la homosexualidad es peor que los cuatro jinetes del Apocalipsis juntos". El teniente coronel acudió a la justicia militar, pero no consiguió que la carta se considerara una falta disciplinaria ni, mucho menos, que se obligara al otro oficial a rectificar. "Lo que has hecho no te lo perdonan ni te lo perdonarán jamás", le advirtió un alto cargo.
Desengañado con el sistema que había defendido como asesor jurídico del Cuartel General del Ejército, Sánchez Silva guardó el uniforme en el armario. Desde entonces, ha bajado el perfil de sus apariciones públicas. No se esconde, y puede vérsele pasear por Chueca, el barrio gay de Madrid, y es asiduo visitante y cliente de la librería Berkana. Sánchez Silva se ha vuelto esquivo con los medios, cambia con frecuencia de número de móvil para conservar su privacidad y dosifica sus entrevistas.
Pero su ejemplo ya tiene relevo: los dos soldados del Ejército del Aire que han anunciado su intención de casarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.