Manuel Trillo. El presidente del Colectivo Gay de Madrid, un cristiano altruista y luchador.
Rosana Torres | El País, 1987-03-17
https://elpais.com/diario/1987/03/18/ultima/543020406_850215.html
Rosana Torres | El País, 1987-03-17
https://elpais.com/diario/1987/03/18/ultima/543020406_850215.html
Manuel Trillo, a sus 26 años, sigue teniendo vocación de sacerdote, pero no de célibe. Hubiera cantado misa este año de no haberse salido en 1983 del seminario. Cristiano y creyente, sus instintos altruistas le impiden disponer de tiempo libre. Su apretada jornada se reparte entre las numerosas actividades que realiza como presidente del Colectivo Gay de Madrid [COGAM], educador de calle de drogodependientes y uno de los miembros más activos del Comité Ciudadano Anti-SIDA.
Al no ser ninguno de estos trabajos remunerado, tiene que encontrar cada día unas horas para vender cupones, ya que como minusválido tiene acceso a este trabajo que organiza la Asociación de Promoción de Empleo al Minusválido. "Soy cristiano y creyente, tenía vocación de cura, pero no de célibe, y resulta que te obligan a ambas cosas en el mismo lote. El hecho de salirme del seminario no me ha hecho cambiar de opinión", comenta Manuel Trillo. "Lo único que pasa es que me siento profundamente alejado de la Iglesia tal y como existe hoy, y supongo que ellos de mí. A ello hay que añadir que asumir mi homosexualidad me impedía seguir allí dentro y que a los que yo considero oprimidos y marginados ellos los consideran pecadores y degenerados". Manuel Trillo es consciente de que dentro de la Iglesia el único movimiento que existe de liberación sexual es la lucha que algunos sectores tienen por el celibato opcional. "Se trata de sacerdotes que quieren casarse con mujeres, pero proponer que un sacerdote esté con otro señor es algo que queda tan lejos que casi da risa". En estas fechas, de no haber dado este giro a su vida, Manuel Trillo estaría como misionero en Nicaragua, ya que era lo que tenía pensado hacer inmediatamente después de ordenarse. "Soy cristiano", comenta Trillo, "porque creo en la teología de la liberación; si no existiera ésta o san Francisco de Asís, no creería en la Iglesia".
"Independientemente de que venda cupones para comer, a lo que tengo acceso por mi cojera", añade Trillo, "necesito realizar trabajos sociales y preocuparme por mis semejantes. No lo hago como una proyección del sacerdocio, sino como una labor normal y concreta de un cristiano de a pie". No obstante, Trillo se muestra crítico con la sociedad: "Es muy difícil hablar de reinsertar a alguien en una sociedad que no tiene la cara muy limpia. La libertad política puede que haya llegado, pero la libertad sexual no".
Como miembro del Comité Ciudadano Anti-SIDA, pretende organizar campañas de información y prevención, defender la imagen y la dignidad de los enfermos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y crear redes de apoyo a los afectados. De hecho, contesta personalmente muchas veces al teléfono en el que el comité proporciona todo tipo de información. Como presidente del Colectivo Gay de Madrid lucha por otras reivindicaciones. "Son las mismas, menos una, desde que murió Franco. Sólo nos han quitado la ley de peligrosidad social, pero en todo lo demás seguimos marginados, hasta el punto de que en el Código Militar los homosexuales atentamos contra el honor militar, no podemos recibir la custodia de hijos nuestros y nos echan de los trabajos. Necesitamos una ley antidiscriminatoria, sobre todo antes de que se dispare la cuestión del SIDA".
Al no ser ninguno de estos trabajos remunerado, tiene que encontrar cada día unas horas para vender cupones, ya que como minusválido tiene acceso a este trabajo que organiza la Asociación de Promoción de Empleo al Minusválido. "Soy cristiano y creyente, tenía vocación de cura, pero no de célibe, y resulta que te obligan a ambas cosas en el mismo lote. El hecho de salirme del seminario no me ha hecho cambiar de opinión", comenta Manuel Trillo. "Lo único que pasa es que me siento profundamente alejado de la Iglesia tal y como existe hoy, y supongo que ellos de mí. A ello hay que añadir que asumir mi homosexualidad me impedía seguir allí dentro y que a los que yo considero oprimidos y marginados ellos los consideran pecadores y degenerados". Manuel Trillo es consciente de que dentro de la Iglesia el único movimiento que existe de liberación sexual es la lucha que algunos sectores tienen por el celibato opcional. "Se trata de sacerdotes que quieren casarse con mujeres, pero proponer que un sacerdote esté con otro señor es algo que queda tan lejos que casi da risa". En estas fechas, de no haber dado este giro a su vida, Manuel Trillo estaría como misionero en Nicaragua, ya que era lo que tenía pensado hacer inmediatamente después de ordenarse. "Soy cristiano", comenta Trillo, "porque creo en la teología de la liberación; si no existiera ésta o san Francisco de Asís, no creería en la Iglesia".
"Independientemente de que venda cupones para comer, a lo que tengo acceso por mi cojera", añade Trillo, "necesito realizar trabajos sociales y preocuparme por mis semejantes. No lo hago como una proyección del sacerdocio, sino como una labor normal y concreta de un cristiano de a pie". No obstante, Trillo se muestra crítico con la sociedad: "Es muy difícil hablar de reinsertar a alguien en una sociedad que no tiene la cara muy limpia. La libertad política puede que haya llegado, pero la libertad sexual no".
Como miembro del Comité Ciudadano Anti-SIDA, pretende organizar campañas de información y prevención, defender la imagen y la dignidad de los enfermos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y crear redes de apoyo a los afectados. De hecho, contesta personalmente muchas veces al teléfono en el que el comité proporciona todo tipo de información. Como presidente del Colectivo Gay de Madrid lucha por otras reivindicaciones. "Son las mismas, menos una, desde que murió Franco. Sólo nos han quitado la ley de peligrosidad social, pero en todo lo demás seguimos marginados, hasta el punto de que en el Código Militar los homosexuales atentamos contra el honor militar, no podemos recibir la custodia de hijos nuestros y nos echan de los trabajos. Necesitamos una ley antidiscriminatoria, sobre todo antes de que se dispare la cuestión del SIDA".
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