El precio de convertirse en mujer.
50 hombres han sido operados en España de cambio de sexo
Andrés Fernández Rubio | El País, 1987-08-14
https://elpais.com/diario/1987/08/14/sociedad/555890405_850215.html
"Estamos marcadas". Los travestidos que hacen la carrera en una acera de la calle de Gravina, en Madrid, aguardan cada noche a que alguien quiera ir con ellos a lugares exóticos. Mientras esperan, con sus pelos brillantes, las espaldas descubiertas y formas totalmente femeninas, salvo las manos y la nuez, puede llegar algún barrendero con su flamante vestimenta naranja y ponerse a regar la calle con la peor intención. Una manguera, objeto fálico, se convierte en la metáfora del cerco. "Soy una chica, me siento chica; desde muy pequeña me gustaban los hombres; jugaba a las muñecas. Enseguida me di cuenta y se dieron cuenta. Las madres, debe ser porque te han parido, te quieren más y lo comprenden; a mi padre le costó". Una historia que se repite entre travestidos y transexuales.
A Juana Mari no la dejan entrar en el local que está enfrente de su esquina, uno de los más sofisticados del ambiente gay de Madrid. Pero no parece importarle mucho. Es alta, guapa, rubia, y tiene una mirada nada turbia, al contrario que el círculo en el que se desenvuelve. A su alrededor, chaperos, camellos, y ‘gays’ elegantes que, aunque con distancia, también son cómplices. "No suele pasar, pero algún niñato te reconoce por la calle y te grita: '¡maricón!', o lo que en tiempos era lo último: 'Manolo' [en referencia, según dice, al nombre original de la actriz Bibi Anderson [i.e. Anderson]] ".
Comenzó a hormonarse a los once años: "Te daban las inyecciones sin receta; las canarias empezamos muy pronto". Por esta razón no le ha salido vello en la cara, y dice que las formas femeninas aparecieron solas, unas formas que atraen a clientes como el que ahora merodea por ese cruce de calles.
Juana Mari dice que no tiene silicona en ninguna parte, "salvo en las tetas. Me las operaron en Claudio Coello, y me quedaron muy blanditas, toca, toca. Estoy muy contenta con ellas". A veces se le ha pasado por la cabeza llegar hasta el final, con la operación de cambio de sexo, pero no está segura porque sospecha que no sienten y que la dificultad de tener un clítoris "que funcione" es insalvable. "Si me corriese, y pudiera gritar: '¡siento!', me haría el coño; pero el miedo que tengo es que ellos sientan, yo me quede como un mueble y me utilicen. Así, por lo menos, estoy muy feliz". Su opinión es que las que se han operado "acaban locas".
Un verdadero transexual no operado nunca pronunciaría la frase 'estoy muy feliz'. Existe otro mundo para el transexualismo, fuera de la dureza de la calle. Pilar, que nació hombre y que se hizo operar hace seis años en un prestigioso centro de cirugía transexual, fuera de España, asegura que cuando la locura y la desesperación atacan a los que han deseado operarse, existe un motivo: "Que la persona llevaba antes una vida sexual masculina muy activa".
Pilar nunca ha tenido esa actividad. Desde siempre su organismo la repelió, y de ahí su rechazo a actuar como un hombre. Esa sería la diferencia entre un travestido y un transexual. Tiene carrera universitaria y ejerce en España una profesión liberal. Contadas personas saben lo que fue.
Dos intentos de suicidio precedieron su cambio pero pudo salir adelante; dice que siente como mujer desde que nació. "Todo el proceso fue y es todavía una batalla muy difícil". Tiene novio, y en cuanto consiga el cambio jurídico de identidad piensa casarse y adoptar niños. En el certificado psiquiátrico previo a la operación se decía claramente que era mujer.
"Tengo una vida sexual normal", dice. "Al principio sí, creo que para lograr el orgasmo me apoyaba mucho en el puro deseo psíquico, pero en los últimos años, a veces, aun sin necesitarlo, el orgasmo se ha producido, esto quizá se deba a que en la operación quedan conectados nervios sensitivos a la pared vaginal".
'La clínica del coño'
Muchos travestidos conocen al lugar en el que recibe el médico Aurelio Usón como "la clínica del coño". En su interior no se puede fumar y todo es pulcro y aséptico. Usón, urólogo y catedrático de universidad, ha operado a 17 personas. Ha visto a más de 60 y rechazado a muchas más de las que ha aceptado, sólo dos de ellas por ser portadoras del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
"El transexual odia sus genitales", dice; "el travestido no tiene por qué, puede actuar y disfrutar activa o pasivamente". Usón admite que algunos transexuales puros pueden llegar a defraudarse con los resultados de la operación. Se refiere a Susana Linares, quien ha presentado una denuncia contra él por ese motivo, y también por presunta coacción y falta de asistencia. Antes de la operación, Susana Linares firmó un documento con membrete de la clínica Prosalud que dice: "Expresamente hago renuncia a cualquier tipo de acción o reclamación judicial o extrajudicial como consecuencia de la operación quirúrgica". La cirugía transexual es posible en España desde 1983, tras la reforma del Código Penal, y exime de responsabilidad a los facultativos que la practiquen.
Gioconda fue operada por Usón -quien se considera el único en España, además del doctor de Barcelona Sáenz de Cabezón, que realiza estas operaciones abiertamente- y se siente feliz de haberse decidido. El médico pudo crearle un clítoris. "Sí, tengo orgasmos, la primera vez no me lo creía, me corrí con más fuerza".
Gioconda tiene 34 años y ejerce la prostitución desde hace diez. Muchos de los clientes que antes acudían a ella han vuelto y la han amado como siempre deseó, sintiéndose mujer. Rebate que éstos sean siempre homosexuales reprimidos: "La mente humana es demasiado compleja como para decir eso". Se muestra escéptica ante la idea de tener novio: "¿Cree que nos saldrán novios normales?". Ahora quiere cambiarse de nombre y llamarse orgullosamente Gioconda.
"Nunca sabré qué misterio nos trae esta noche". En Sachas, un local de transformismo madrileño, un homosexual hormonado que no quiere ser considerado como travestido porque identifica esa palabra con prostitución, imita a Paloma San Basilio mientras suena el play-back.
El precio de convertirse en mujer
Ángel Goya, gay histórico, de 62 años, que imita a Mae West, recuerda "a la pobre" Lorena Capelli. "Yo la conocí y me dijo: 'si lo llego a saber, nunca lo hubiese hecho'. Ya estaba operada, pero como se iba a casar quería más vagina, necesitaba la felicidad de la consumación; por eso, se destruyó a sí misma. En la sala de la operación, que se hizo en España, un centímetro más y se quedó muerta, ensangrentada". Era en 1976. Los gays de Sachas han trabajado con alguna operada y consideran que muchas de ellas se vuelven ciclotímicas: "Tres días bien y luego el histerismo de no sentir. La gran mayoría se arrepiente". El espectáculo del local se llama Boleros.
'Transexualia'
A Olvido se le nota, por cómo habla, que ha sido universitario. Pasado el mediodía acaba de levantarse y prefiere que la cita sea en su casa, por la que anda, en compañía de su gato, en combinación: lencería fina y una mujer que lo parece, incluso sin maquillaje. No quiere que se sepa su vida.
Olvido cree que la desinformación sobre transexualismo en España abarca no sólo a médicos y psicólogos, sino también a ellas mismas. Por eso está esperando que en breve se aprueben oficialmente los estatutos de Transexualia (Asociación de Transexuales Españoles). La idea es suya. Ha leído libros sobre el asunto y quiere traducirlos. Le interesaría confirmar científicamente impresiones que ha captado: por ejemplo, por qué la inmensa mayoría de travestis y transexuales españoles proceden de La Mancha, Andalucía y Canarias; por qué casi todos tienen los ojos claros.
En los estatutos de la asociación, entre requerimientos de mayor tolerancia social, se incluyen peticiones concretas, como que oficialmente se facilite la transexualidad física y la asistencia psicológica. También el cambio automático de identidad tras la operación y una lucha contra la discriminación laboral.
El psicoanalista Nicolás Caparrós considera que el proceso sicológico de cambio de sexo se da también en operaciones de simple cambio corporal. "Puede ocurrir que una mujer, ante la evidencia de tener la nariz muy fea, se plantee un conflicto psicológico que puede culminar tras la operación correcta o incorrectamente. Este último supuesto sería el caso de quien, teniendo la misma nariz que su padre, se la opera y se siente desgraciado, pues el problema no era la nariz, había una depositación falsa en ella de otro conflicto".
Doce cirugías diferentes.
Andrés Fernández Rubio | El País, 1987-08-14
https://elpais.com/diario/1987/08/14/sociedad/555890402_850215.html
Aurelio Usón, que realiza quirúrgicamente cambios de sexo, explica que en un transexual masculino la operación consiste en extirpar los genitales (interior del pene, testículos y parte de la pared escrotal). Luego, creado un túnel entre la uretra y el recto, se utiliza la piel del pene para formar una vagina artificial. Pero el proceso no empieza ni acaba en varias horas de quirófano. "En Estados Unidos", explica, "existen 12 cirugías diferentes de paso de hombre a mujer, entre ellas mamoplastia de ampliación, cara, mentón, nuez, mamas, cuello (en busca de una mayor redondez) y una pequeña cirugía en las manos".
El número de casos se evalúa más por aproximación que por estadísticas: "En España han sido operados entre 40 y 50 hombres. Contando los que lo hayan hecho fuera, es posible que sean 150 en total, y otros 300 sin operar. Podría calcularse en 100 casos las mujeres que quieren convertirse en hombres".
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Usón cree que la cirugía no puede crear algo que la naturaleza no ha donado. "Nunca se consigue una vagina perfecta, femenina en profundidad, turgencia y secreciones, con labios, vulva y clítoris. Éste a veces es posible construirlo; otras, imposible."
Los transexuales suelen pasar por dos o tres cirugías genitales, y la mitad de las operaciones pueden considerarse satisfactorias, según Usón. Por la intervención de cambio de sexo cobra alrededor de un millón de pesetas. Esto incluye un proceso previo de análisis clínicos y mentales y el posoperatorio.
Odiar la falda del colegio.
Andrés Fernández Rubio | El País, 1987-08-14
https://elpais.com/diario/1987/08/14/sociedad/555890403_850215.html
A J. J. M., de 23 años, resulta difícil preguntarle por su intimidad femenina -nació mujer y lo sigue siendo-, y no porque le cueste responder, sino porque es a todas luces un hombre, en sicología, en voz, y en un aspecto físico masculino que incluye una orgullosa barba adolescente consecuencia de las hormonas. Nacida en Madrid, a los once años le dijo a su madre que quería ser un hombre. "Ella pensaba que de mayor se me iba a pasar, pero no fue así, y me siento satisfecho de cómo soy porque lo he logrado por mí mismo".
En el colegio, que era mixto, lo más duro no eran las crueldades de los demás, sino el hecho de tener que ponerse la falda del uniforme. "Una vez me pasé una semana sin ir a clase, mintiendo a mi madre, para no vestir así".
A los doce años le vino la regla: "Fue horrible. Una cosa es pensar y otra comprobar que no eres lo que te imaginas Me da miedo hasta bañarme, me incomodo viéndome desnudo y no creo que soy yo, me da coraje".
El cuerpo visto como barrera. La menstruación le sigue obsesionando. Por eso quiere operarse lo antes posible, primero la ablación de los pechos y el arrasamiento de su genitalidad. Luego, algo tan complicado como conseguir un pene, cuya creacion, segun informaciones médicas, puede lograrse utilizando el músculo grácilis de la pierna, u otro, abdominal.
Para culminar con éxito el proceso, habrá de pasar de cinco a siete veces por el quirófano. El rastro, aparte de un pene con prótesis -para la erección-, y un 70% de posibilidades de que la sensibilidad sea mínima, serán las cicatrices.
Beber para no sufrir
"Estoy deseando que me operen, no puedo seguir como estoy, prefiero cubrirme de cicatrices a no ser feliz; me gustan mucho las mujeres y si no puedo ser hombre me suicido". Muestra unas rasgos en la muñeca, de cuando lo intentó. J. J. M. impuso a los demás, desde que tenía once años, que se dirigiesen a él con un nombre masculino. A los 17 años comenzó a beber: una manera de desinhibirse para decirle a su familia que era un hombre, que su sufrimiento era auténtico y que necesitaba apoyo. Su madre le pagará los gastos del tratamiento.
Ahora lleva un pene de plástico -"me hace sentir más hombre pero lo quiero real"-. Tiene una novia. Ha conocido a muchas chicas y con algunas se suele "dar la paliza". "Solamente lo hice con una, con un vibrador; fue satisfactorio, porque al ver a una mujer desnuda me hierve la sangre".
Reconoce que en materia sexual "'tampoco he gozado mucho en esta vida", y asegura que no se masturba porque tendría que hacerlo desde una óptica femenina. No le da miedo la operación ni sus consecuencias: "Aunque fuese a vida o muerte, lo haría; prefiero morir a seguir siendo lo que soy".
Opción del siglo.
Andrés Fernández Rubio | El País, 1987-08-14
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Álvaro Cunqueiro escribió que pasar de hombre a mujer y de mujer a hombre es una opción del siglo, frente al deseo de los tiempos pasados de ser dos en uno. En la antigüedad clásica había transformistas devotos del Hércules Víctor de los italiotas, que se vestían de mujer porque pensaban que ese rito iba a concederles la eterna juventud, genitales majestuosos e, incluso el doble sexo, como Dionisios. En la escena inglesa de la época isabelina no salían mujeres, y en el estreno de ‘Hamlet’, de Shakespeare, Ofelia era un joven, pintado y con peluca. También Julieta o la terrible Lady Macbeth.
Marañón recoge, del siglo XVII, la historia de la monja de Úbeda, Magdalena Muñoz, "que un día sintió un gran dolor en las ingles y al cabo de tres días se le había resuelto la hinchazón y le había salido naturaleza de hombre". Ribera pintó a Magdalena Ventura, una mujer que amamanta a su hijo mientras muestra una poblada barba.
Primeros casos
El que se considera primer caso de hombre que cambió a mujer, Christine Jorgensen, fue operado en. 1950. Treinta años después declaró no haberse arrepentido: "En un hombre que tiene problemas transexuales la extirpación de sus genitales es una bendición". Las operaciones de cambio de mujer a hombre son posteriores, y el primer caso de implantación de un pene con posibilidad de erección se sitúa en 1977, en la universidad de Missouni (Estados Unidos).
En el cambio de sexo ha habido también pioneros y pioneras que han alcanzado notoriedad pública. Coccinelle se operó en 1960, tuvo dos maridos y fue personaje habitual en publicaciones sobre el mundo de las variedades.
Otro caso célebre es el de Michael Clark, que trabajó en la Armada norteamericana durante 12 años como oficial. Más tarde, siendo ya Joanna Clark, trabajó en la misma institución como sargento. En ambos estados, sus superiores se mostraron en distintas ocasiones satisfechos de su trabajo.
Renée Richards era en 1979 la quinta jugadora de tenis del mundo en cuanto a premios ganados. Hasta 1975 se llamaba Richard Raskin, de profesión doctor en medicina.
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