1987/09/19

DOCUMENTACIÓN | OFENSIVAS | KAROL WOJTILA EXHORTA EN SAN FRANCISCO A LA CONVERSIÓN ANTE LAS PERSONAS ENFERMAS DE SIDA

Juan Pablo II exhorta en San Francisco a la conversión ante los enfermos del SIDA.
Francesc Valls | El País, 1987-09-19

https://elpais.com/diario/1987/09/19/internacional/559000817_850215.html

Juan Pablo II exhortó a la conversión ante los enfermos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) en un mensaje leído en la capital gay norteamericana, San Francisco, durante el segundo viaje del Papa a EE UU. La jornada papal de ayer contó con un duro mensaje de los laicos al Pontífice en el que se pedía respeto a la pluralidad y comprensión para homosexuales y divorciados.

La jornada de San Francisco no ha sido una de las más fáciles de Juan Pablo II. El Papa, en un gesto de amabilidad hacia los fotógrafos, posó, como un turista, con el cardenal arzobispo de San Francisco, monseñor Quinn, ante el famoso puente Golden Gate.Ya durante el trayecto desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad, la asistencia de público estuvo por debajo de las previsiones de los organizadores. Del más de un millón esperado se pasó a entre 50.000 y 100.000 personas.

Tampoco los activistas de la comunidad ‘gay’ consiguieron reunir -comparativamente a otras concentraciones- a muchos manifestantes. Los diversos actos de protesta no contaron nunca con una cifra superior a las 5.000 personas.

Unos 2.000 manifestantes se congregaron a media manzana de la misión Dolores, donde Juan Pablo II se dirigió especialmente a los enfermos que padecen en síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

Los gritos contra el Papa eran audibles incluso desde el exterior del templo, cuando Karol Wojtyla cogía en brazos y bendecía a Frendan O'Rourke, un niño de cuatro años que contrajo la terrible enfermedad debido a una transfusión.

Juan Pablo II recorrió el largo pasillo de fieles antes de rezar y recordar a los presentes la parábola del hijo pródigo: "Dios ama a aquellos de ustedes que están enfermos, aquellos que están sufriendo el SIDA y el síndrome asociados. Sin embargo, la misericordia que Dios debe tener conlleva la apertura de los corazones, según el Papa.

Dudas y temores
"Despójense de dudas y temores", dijo Juan Pablo II a los presentes, para agregar que la actitud de conversión debe tener traducción en las obras de sus vidas, en una clara referencia a la actividad homosexual que condena la Iglesia católica. Entre los enfermos del SIDA se encontraban el sacerdote Rocert Arpin y otros católicos como Cristiano Palermino, de 33 años, que entregó una carta a Juan Pablo II en la que decía: "Siempre he pensado que la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad era equivocada. Ahora la considero nefasta".

La Iglesia católica norteamericana ha reconocido hasta el momento la muerte de al menos una docena de sacerdotes y religiosos a causa de esta enfermedad. En una encuesta publicada el pasado mes de febrero por el semanario ‘Newsweek’ se indicaba que por lo menos el 20% de los curas estadounidenses son homosexuales, una parte de ellos sexualmente activos.

El azote de Dios
El azote de Dios, tal como lo calificara monseñor Siri, el desaparecido cardenal arzobispo de Génova, encuentra diferentes sensibilidades entre los cristianos, sobre todo en lo relacionado con el hecho homosexual. Estas diferentes visiones se plasmaron nuevamente en el encuentro que Juan Pablo II mantuvo con los laicos en la catedral de San Francisco. Allí, el Papa oyó las palabras de Donnall Hanson, quien le planteó diversos interrogantes, como la apertura de la Iglesia a los homosexuales, el problema de los divorciados y la inclusión de las mujeres en el clero.

"Su Santidad, por favor, déjeme saber que usted está dispuesto a caminar conmigo; acostumbrada como lo estoy al diálogo, a la consulta y a la colaboración, no siempre siento que se me escucha", dijo la representante de los laicos, que añadió: "Aunque yo sé que la Iglesia no es una democracia regida por el voto popular, espero ser tratada como una persona adulta, madura, instruida y responsable".

El Papa respondió reafirmando la práctica de no admitir a comunión a aquellas personas divorciadas que han vuelto a casarse fuera de la Iglesia, que los ama y espera que emprendan el buen camino, dijo en síntesis el Papa.

Juan Pablo II, sin embargo, mostró una actitud dialogante, aunque sin renunciar a los principios, para la mejor comprensión de estos problemas.

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