1992/09/13

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | MUERE DE SIDA EL ACTOR ANTHONY PERKINS

Muere de sida el actor Anthony Perkins.
El protagonista de 'Psicosis' redactó un comunicado confesando su enfermedad antes de morir.
Agencias | El País, 1992-09-13
https://elpais.com/diario/1992/09/14/cultura/716421614_850215.html

Anthony Perkins falleció en su casa de Hollywood acompañado por su mujer, Berry Berenson, y sus dos hijos: Osgood, de 18 años, y Elvis, de 16. La portavoz que anuncio la muerte del actor, Leslee Dart, no quiso decir desde cuándo padecía la enfermedad ni cuándo contrajo el virus del sida. Muy reservado en su vida privada, incluso misterioso dentro del extravertido mundo de Hollywood, Perkins trató de guardar hasta el final el secreto de su enfermedad, desvelándolo únicamente a través de un comunicado personal preparado muy pocos días antes de su muerte. En este comunicado, leído tras el fallecimiento por Leslee Dart, se muestra el desencanto de Perkins con la industria de Hollywood. "Elegí no decirlo [que padecía sida] porque, parafraseando ‘Casablanca’, no es que yo sea muy noble, pero no lleva mucho tiempo darse cuenta de que los problemas de un viejo actor no valen ni un puñado de alubias en este mundo desquiciado". Respecto a su experiencia con el sida, el comunicado añade: "Hay muchos que creen q e esta enfermedad es una venganza de Dios, pero yo creo que fue enviada para enseñar a la gente cómo amarse y comprenderse, y para tener compasión por el prójimo. He aprendido más sobre el amor y la comprensión humana entre la gente que he encontrado en esta gran aventura en el mundo del sida que en el asesino y competitivo mundo en el que he malgastado mi vida".

La muerte de Perkins se suma a la lista de actores de Hollywood y estrellas del mundo del espectáculo víctimas del sida, entre ellos el actor Rock Hudson, el artista de variedades Liberace, el cantante de pop Freddie Mercury, el actor Brad Davis y el coreógrafo Michael Bennett. El protagonista de 'Psicosis' confesó en numerosas entrevistas que había mantenido relaciones homosexuales a lo largo de su vida y que no logró relacionarse sexualmente con una mujer hasta los 39 años. La fotógrafa Berry Berenson, con la que se casó en 1973, es hermana de la actriz Marisa Berenson.

Vitaminas y agua
En marzo de 1990, la revista sensacionalista ‘National Enquirer’ publicó que el actor padecía sida, noticia de la que no se hizo eco ni un solo medio de comunicación norteamericano de los considerados serios. El representante del actor, Bob Gersh, dijo entonces que esa información era "rotundamente falsa". Según la revista, Perkins trató "desesperadamente" de mejorar su salud a base de vitaminas y agua mineral purificada.

Producto de una infancia atormentada, la carrera cinematográfica de Perkins estuvo marcada por papeles en los que afloraban los aspectos más oscuros de la naturaleza humana, en particular a partir de ‘Psicosis’ (1960), de Alfred Hichtcock, película que le dio fama internacional y que tuvo tres continuaciones, una de ellas dirigida por él mismo. En esas películas, como en la vida, el actor se mostraba tenso, reprimido, un hombre de pocas palabras.

Perkins ganó el premio al mejor actor en el Festival de Cannes por su papel junto a Ingrid Bergman en el filme de 1960 ‘Good bye again’, y trabajó en películas como ‘Catch 22’, ‘La década prodigiosa’, ‘Asesinato en el Orient Express’ y ‘La pasión de China Blue’.

Víctima de su madre
La esquizofrenia maternofilial dio lugar a escenas inolvidables en 'Psicosis', convirtió este título en una película de culto y a Norman Bates en uno de los grandes personajes de la historia del cine. En la vida real, la relación del actor que representó a Bates, Anthony Perkins, con su madre, también fue tormentosa. Lo reconoció el actor al final de su vida en una entrevista publicada por la revista ‘People’.

En ella confesó con candidez el tormento psicológico que sufrió por ser hijo único del actor de teatro y de cine Osgood Perkins. Durante su infancia, recordó, su padre viajaba frecuentemente por motivos profesionales y el niño Perkins, que se quedaba en la casa familiar de Manhattan (Nueva York), creció "anormalmente" próximo a su madre, Janet, sintiendo celos de su padre cada vez que regresaba a casa.

El niño deseó la muerte de su padre y, repentinamente, cuando tenía cinco años, Osgood Perkins falleció de un ataque al corazón, dejando a su hijo con un sentimiento de culpa que envenenó la relación con su madre. Ésta, que tenía la costumbre de acariciarle demasiado, se convirtió en una fuente de temor. La inestabilidad emocional, la paranoia y el miedo sólo se detuvo, según Perkins, con su relación con Berry Berenson, con la que se casó a los 41 años.

Con el pavor a cuestas.

Casimiro Torreiro | El País, 1992-09-13

https://elpais.com/diario/1992/09/14/cultura/716421613_850215.html

"El mejor amigo de un joven es su madre", decía con esa cara de niño bueno que ocultaba la locura en su filme más inquietante, el definitivo, ese 'Psicosis' que hizo más por su carrera que todos los títulos que rodó antes y después. Por él se le recordará siempre, y no por las penosas continuaciones que perpetraron Richard Franklin en 1983 y él mismo, tras la cámara, en 1986, y que le tuvieron inevitablemente como protagonista. Norman Bates era ya un cadáver cinematográfico y, es bien sabido, a los cadáveres hay que dejarlos en paz. Como a las madres. Al igual que Jason Robards, Diana Barrymore, Peter y Jane Fonda y tantos otros, Tony Perkins era hijo de un Hollywood irrepetible. Nació en 1932, de padre actor que habría de dejarlo huérfano con sólo cinco años. Osgood Perkins fue entre el mudo y el sonoro un secundario que trabajó con directores como William Keighley, Howard Hawks (‘Scarface’), John Cromwell o George Cukor, quien, por cierto, fue el primero en conceder a un entonces joven Anthony su ocasión en el cine. Era 1953, y en 'The actress' habría de compartir cartel nada menos con Spencer Tracy, Jean Simmons y Teresa Wright, en una película que no le dio grandes satisfacciones.

Mirada huidiza
Pero ya desde entonces dejó constancia de sus cualidades. Un físico desgarbado, una interpretación contenida y la mirada perpetuamente huidiza fueron las características que le ayudaron a convertirse en lo que entonces más buscaba Hollywood: un héroe adolescente con problemas, quebradizo e introvertido. De ahí ya no salió casi nunca: en ‘La gran prueba’, por ejemplo, su primera película importante, William Wyler lo hizo el angustiado hijo de la familia cuáquera que, con Gary Cooper al frente, se niega a tomar partido en la Guerra de Secesión. No es de extrañar que sus cualidades lo llevasen a protagonizar, en 1962, la versión de ‘El proceso’ que rodó el gran Orson Welles y que tuvo en él a un sobrecogedor Joseph K., tan alucinado, tan desorientado como quiso Kafka en su novela.

Pero todos estos rasgos que hicieron de Perkins un actor encasillado no eran ni una máscara ni el producto de un método de interpretación. Eran simplemente las huellas públicas de una personalidad tan aterrorizada como sus personajes, un hombre que buscó en el alcohol, las drogas y los escarceos homosexuales una paz que sólo habría de darle el umbral de la vejez.

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