Madrid, Virgen María 5, 6ºA.
Martín Prieto | Diario16, 1993-08-30
Martín Prieto | Diario16, 1993-08-30
Se han terminado los toques de atención. Por lo menos a muchos no nos tocan los cojones dos jóvenes mariachis de ETA que dan una rueda de prensa para amenazar a los seres humanos, protegidos bajo la legislación que nos cobija a los españoles. Salvo cuando acontecimientos ominosos atropellan mi amplia y comprensiva conciencia civil, carezco del menor interés por usar ‘malas palabras’, que no lo serán tanto cuando todas vienen en el diccionario y la buena gente común las usa a diario. ¡Señores: dos maricones de sangre, que no de mierda, los tales Kamio y Zubimendi, portavoces de los dobermann de Jarrai! Lamento mi escritura y derramo lágrimas sobre ella, pero, ¿cómo coño quieren ustedes que defina a una banda de veinteañeros que en cuadrilla organizada y prepotente trocan el tiro en el occipital por la patada en la nuca? Puedo escribir y no escribo, que en una gavilla de jóvenes héroes abertzales pelearon denodadamente y con gran coraje físico por defender a su pueblo de la espantosa agresión de un ertzaina tan fuerte de servicio que circulaba, prudentemente, desarmado. Puedo, pero no me da la gana ni es mi oficio el de mentir.
Estos cobardes, exentos de la más mínima testosterona, en su intolerable chulería se permiten entre otros descerebramientos darle ‘un toque de atención’ a diario tan liberal como Diario16 o a cualquier otro de los que se editan en España, que tanto me da. ¡A ver cómo lo explicamos: los toques de atención los daba Franco, para todos, eh, para todos; que aquí la dictadura del gallego las padecimos también los demás, y la combatimos algunos, aunque no fuéramos masivamente de Albacete! Por defender las libertades de quienes me rodean hasta he defendido, desde el adolfato, la libertad de expresarse de Egin, ese diario que no se imprime con tinta, sino con sangre. El sector está en crisis, pero antes prefiero morirme de hambre que corregir las galeradas de ese heraldo de muerte. Un sicario me ha citado en sus páginas y, como no podía ser de otra manera, lo ha hecho con la capucha negra de un seudónimo y equivocándose de cabo a rabo hasta en las calificaciones, y amenazante desde su impunidad, como siempre. Es un honor ser malamente señalado por Egin por otro maricón de los que ya sólo se atreven a la patada en la nuca. ¡Que digo! Este puto no es más que otro campana, los que la guerrilla sudamericana, por chisgarabís y cagapoquito, destinaban a la designación de sus víctimas. Curiosamente también eran todos de los maricones y ustedes me entienden. Yo ya me he hartado de intentar razonar con esta jauría de tomadores por el culo. Ni en el Matto Grosso, donde es imprescindible circular ‘calzado’ (al menos con un colt en la cadera), he portado un arma ni la portaré. Se terminó esa historia de tocarnos la atención. Si no les importa, tóquenles la atención ustedes a ese miserable segmento de la voluntad del admirable pueblo vasco, que se merece cualquier cosa menos su vileza criminal.
Pero los toques de atención ya sabemos todos por experiencia en qué consisten, vayánselos metiendo por donde sin la menor de las dudas les cabe: por el culo. Estoy donde titulo. Casado con una infame extranjera que cura los cánceres de los niños vascos. Ya he escrito que no porto armas. El portero está de vacaciones. Me acabo de duchar y entre las piernas me cuelga lo que no tienen ustedes.
Se terminó el miedo. Me importa un carajo la vela que no vengan de uno en uno, como acostumbran, y ya que tanto pretenden inútilmente serlo, librar de macho a macho. Como maricones de mierda y de sangre tal les espero. Pero el miedo se terminó. ¡Ya está bien de ‘toques chorreantes de atención’, que hemos tenido demasiados! La consigna de los pilotos que defendieron Inglaterra durante el avance hitleriano: ‘Hay que tenerle miedo al miedo’. ¿Qué necesita Egin, mi foto? Ahí va con el artículo. ¿A ver si hay cojones para sacarme el pecho? A estos bujarrones, e inculados, hasta les pago el viaje a Madrid para que me vengan a visitar y van a acabar regresando corriendo por la carretera hasta Bilbao: seguro que no les gusto.
Estos cobardes, exentos de la más mínima testosterona, en su intolerable chulería se permiten entre otros descerebramientos darle ‘un toque de atención’ a diario tan liberal como Diario16 o a cualquier otro de los que se editan en España, que tanto me da. ¡A ver cómo lo explicamos: los toques de atención los daba Franco, para todos, eh, para todos; que aquí la dictadura del gallego las padecimos también los demás, y la combatimos algunos, aunque no fuéramos masivamente de Albacete! Por defender las libertades de quienes me rodean hasta he defendido, desde el adolfato, la libertad de expresarse de Egin, ese diario que no se imprime con tinta, sino con sangre. El sector está en crisis, pero antes prefiero morirme de hambre que corregir las galeradas de ese heraldo de muerte. Un sicario me ha citado en sus páginas y, como no podía ser de otra manera, lo ha hecho con la capucha negra de un seudónimo y equivocándose de cabo a rabo hasta en las calificaciones, y amenazante desde su impunidad, como siempre. Es un honor ser malamente señalado por Egin por otro maricón de los que ya sólo se atreven a la patada en la nuca. ¡Que digo! Este puto no es más que otro campana, los que la guerrilla sudamericana, por chisgarabís y cagapoquito, destinaban a la designación de sus víctimas. Curiosamente también eran todos de los maricones y ustedes me entienden. Yo ya me he hartado de intentar razonar con esta jauría de tomadores por el culo. Ni en el Matto Grosso, donde es imprescindible circular ‘calzado’ (al menos con un colt en la cadera), he portado un arma ni la portaré. Se terminó esa historia de tocarnos la atención. Si no les importa, tóquenles la atención ustedes a ese miserable segmento de la voluntad del admirable pueblo vasco, que se merece cualquier cosa menos su vileza criminal.
Pero los toques de atención ya sabemos todos por experiencia en qué consisten, vayánselos metiendo por donde sin la menor de las dudas les cabe: por el culo. Estoy donde titulo. Casado con una infame extranjera que cura los cánceres de los niños vascos. Ya he escrito que no porto armas. El portero está de vacaciones. Me acabo de duchar y entre las piernas me cuelga lo que no tienen ustedes.
Se terminó el miedo. Me importa un carajo la vela que no vengan de uno en uno, como acostumbran, y ya que tanto pretenden inútilmente serlo, librar de macho a macho. Como maricones de mierda y de sangre tal les espero. Pero el miedo se terminó. ¡Ya está bien de ‘toques chorreantes de atención’, que hemos tenido demasiados! La consigna de los pilotos que defendieron Inglaterra durante el avance hitleriano: ‘Hay que tenerle miedo al miedo’. ¿Qué necesita Egin, mi foto? Ahí va con el artículo. ¿A ver si hay cojones para sacarme el pecho? A estos bujarrones, e inculados, hasta les pago el viaje a Madrid para que me vengan a visitar y van a acabar regresando corriendo por la carretera hasta Bilbao: seguro que no les gusto.
Martín Prieto y el ex de Diario16.
Diario16 | 1993-09-02
Siguen llegando, cuando aún no se han apagado los ecos de sus escritos, cientos de testimonios de solidaridad con Martín Prieto y los carteros no dan abasto acarreando sacas. Hay una especialmente reseñable: la de la Asociación de la Prensa de Madrid, que en un comunicado difundido ayer, apoya públicamente a nuestro columnista. Y, mientras tanto, el articulista de Egin que escribe bajo seudónimo, ha continuado con sus injustos dicterios contra nuestro columnista. Este anónimo articulista resultando que no lo es tanto y, aunque a veces critica a este periódico, seguramente no olvida sus muchos años de corresponsal del mismo, en el que aprendió bastante y al que aportó en su momento algunas historias de gran impacto periodístico, que todo hay que decirlo. A este ex de Diario16 sin embargo, no le gustan las columnas de Martín Prieto y seguramente las de muchos otros.
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