Esa noche le mataron.
Jan Martínez Ahrens | El País, 1994-10-05
https://elpais.com/diario/1994/10/06/madrid/781446271_850215.html
Jan Martínez Ahrens | El País, 1994-10-05
https://elpais.com/diario/1994/10/06/madrid/781446271_850215.html
La noche de su muerte, el estilista y maquillador Juan Carlos Pinto Martín, de 29 años, envuelto en licras ajustadas y pieles de conejo, vivía su apoteosis transformista. El cuerno de silicona dorada, las cejas depiladas, las uñas pintadas. Esa madrugada del pasado viernes, de regreso de la gran fiesta de travestidos de la sala Joy Eslava, Juan Carlos Pinto fue salvajemente asesinado por un falso ‘chapero’, Alí Mbayemamadu, senegalés de 33 años, según ha descubierto la policía. El estilista murió en una buhardilla desnudo, atadas las manos con un pañuelo de seda verde. El homicida le destrozó la cara a puñetazos. Todo, por robar un televisor y una cadena musical.
Mbayemamadu fue detenido este lunes en un hostal de la calle de San Agustín, 6 (Centro). En su habitación, la policía descubrió el televisor robado y una cazadora con manchas de sangre. El senegalés, con 34 antecedentes policiales por robo, atraco, lesiones, agresión y tráfico de drogas, se ha negado a declarar.
Los caminos de la víctima y el agresor se cruzaron en la Puerta del Sol. Pinto se dirigía a su vivienda, una buhardilla en la calle del Príncipe, 13. Regresaba de una noche de plumas y lentejuelas que había comenzado el jueves, pasadas las nueve de la noche, a la puerta del cine Capitol, en la Gran Vía. Allí se pavonearon las más explosivas ‘drag queen’ (‘reinonas’, travestidos de exagerado disfraz) con ocasión del estreno de la película ‘Las aventuras de Priscilla, reina del desierto’, una alocada comedia musical de transformistas. Entre los destellos liberados por las ‘reinonas’ se deslizaba Juan Carlos. Apostado a la puerta, lucía su atuendo para la ocasión. Tras la película se subió con el resto de los transformistas al autobús que les llevaría hasta la gran fiesta del Joy Eslava. Horas después le mataron.
El robo de un televisor se erige en móvil del crimen
La fiesta del Joy Eslava. Cientos de personas sin parar de bailar. Las ‘reinonas’ desfilando por el escenario. Y Juan Carlos en la pista. Los que le vieron le recuerdan en plena euforia. "Se subía y bajaba la camiseta", rememoraba un asistente.
A las dos de la madrugada, la fiesta alcanzó su clímax con el espectáculo de las ‘drag queen’ Betty Brown y Shanghay. Juan Carlos, según los testigos, permaneció en el concurrido local hasta las cuatro de la madrugada.
Salió de la discoteca solo y sin haber bebido alcohol. Iba disfrazado. La Brigada de Homicidios sostiene que en la Puerta del Sol contactó con el senegalés. Le invitó, según esta hipótesis, a su buhardilla, posiblemente para mantener relaciones sexuales. La falta de señales de violencia en la puerta afianzan esta explicación. Los conocidos de la víctima, sin embargo, mostraron su extrañeza ante esta posibilidad.
Los vecinos interrogados por este periódico recuerdan que aquella madrugada se desató una fuerte discusión en la vivienda. Se escucharon voces masculinas y carreras. "Tras la bronca pudimos oír cómo alguien huía", comentó un inquilino. Nadie, sin embargo, se preocupó.
Al día siguiente, sobre las cinco de la tarde, la portera de este inmueble de paredes desconchadas y techo bajo descubrió el cadáver. Estaba tendido sobre un sofá: las uñas largas, desnudo, maniatado. El asesino lo había matado a puñetazos. La víctima tenía la mandíbula fracturada y la cara ensangrentada. En la vivienda, desordenada y llena de pelucas, faltaba un televisor de 14 pulgadas y una cadena musical.
En un principio, los investigadores barajaron el móvil sexual. Esta perspectiva cambió cuando la Policía Científica descubrió en el lugar del crimen las huellas dactilares de Alí. El sospechoso lucía un historial con 34 detenciones -29 en Madrid y 6 en Barcelona-. El lunes fue detenido en un céntrico hostal, apenas a 500 metros del escenario del crimen. En su habitación se descubrió el televisor -identificado por la dueña de la buhardilla-. Los agentes de la Sección V de la Brigada Provincial de Policía Judicial también hallaron una chaqueta con sangre, presumiblemente de Juan Carlos. Alí pasó ayer a disposición judicial.
La brutalidad del crimen ha sacudido a las ‘reinonas’ que participaron en la fiesta. "Es terrible", comentaba a ayer Vampirella, que conocía a la víctima desde hacía cuatro años. Su descripción muestra a Juan Carlos, malagueño de origen, como un estilista en ascenso -había trabajado para Ángel Schlesser en la Pasarela Cibeles y para la peluquería Rizos- Últimamente, tras regresar de un viaje a Turquía, había concentrado sus esfuerzos en un estudio de estilismo y en una colección de trajes de peluche, silicona y metales.
Los que le conocieron niegan que fuese un transformista. "Aquella noche le dio la locura y para la fiesta se vistió de unicornio, pero normalmente iba con vaqueros y camiseta", recordaba ayer Vampirella, para quien la muerte de su amigo nada tenía que ver con la fiesta del estreno, la última de Juan Carlos Pinto.
Mbayemamadu fue detenido este lunes en un hostal de la calle de San Agustín, 6 (Centro). En su habitación, la policía descubrió el televisor robado y una cazadora con manchas de sangre. El senegalés, con 34 antecedentes policiales por robo, atraco, lesiones, agresión y tráfico de drogas, se ha negado a declarar.
Los caminos de la víctima y el agresor se cruzaron en la Puerta del Sol. Pinto se dirigía a su vivienda, una buhardilla en la calle del Príncipe, 13. Regresaba de una noche de plumas y lentejuelas que había comenzado el jueves, pasadas las nueve de la noche, a la puerta del cine Capitol, en la Gran Vía. Allí se pavonearon las más explosivas ‘drag queen’ (‘reinonas’, travestidos de exagerado disfraz) con ocasión del estreno de la película ‘Las aventuras de Priscilla, reina del desierto’, una alocada comedia musical de transformistas. Entre los destellos liberados por las ‘reinonas’ se deslizaba Juan Carlos. Apostado a la puerta, lucía su atuendo para la ocasión. Tras la película se subió con el resto de los transformistas al autobús que les llevaría hasta la gran fiesta del Joy Eslava. Horas después le mataron.
El robo de un televisor se erige en móvil del crimen
La fiesta del Joy Eslava. Cientos de personas sin parar de bailar. Las ‘reinonas’ desfilando por el escenario. Y Juan Carlos en la pista. Los que le vieron le recuerdan en plena euforia. "Se subía y bajaba la camiseta", rememoraba un asistente.
A las dos de la madrugada, la fiesta alcanzó su clímax con el espectáculo de las ‘drag queen’ Betty Brown y Shanghay. Juan Carlos, según los testigos, permaneció en el concurrido local hasta las cuatro de la madrugada.
Salió de la discoteca solo y sin haber bebido alcohol. Iba disfrazado. La Brigada de Homicidios sostiene que en la Puerta del Sol contactó con el senegalés. Le invitó, según esta hipótesis, a su buhardilla, posiblemente para mantener relaciones sexuales. La falta de señales de violencia en la puerta afianzan esta explicación. Los conocidos de la víctima, sin embargo, mostraron su extrañeza ante esta posibilidad.
Los vecinos interrogados por este periódico recuerdan que aquella madrugada se desató una fuerte discusión en la vivienda. Se escucharon voces masculinas y carreras. "Tras la bronca pudimos oír cómo alguien huía", comentó un inquilino. Nadie, sin embargo, se preocupó.
Al día siguiente, sobre las cinco de la tarde, la portera de este inmueble de paredes desconchadas y techo bajo descubrió el cadáver. Estaba tendido sobre un sofá: las uñas largas, desnudo, maniatado. El asesino lo había matado a puñetazos. La víctima tenía la mandíbula fracturada y la cara ensangrentada. En la vivienda, desordenada y llena de pelucas, faltaba un televisor de 14 pulgadas y una cadena musical.
En un principio, los investigadores barajaron el móvil sexual. Esta perspectiva cambió cuando la Policía Científica descubrió en el lugar del crimen las huellas dactilares de Alí. El sospechoso lucía un historial con 34 detenciones -29 en Madrid y 6 en Barcelona-. El lunes fue detenido en un céntrico hostal, apenas a 500 metros del escenario del crimen. En su habitación se descubrió el televisor -identificado por la dueña de la buhardilla-. Los agentes de la Sección V de la Brigada Provincial de Policía Judicial también hallaron una chaqueta con sangre, presumiblemente de Juan Carlos. Alí pasó ayer a disposición judicial.
La brutalidad del crimen ha sacudido a las ‘reinonas’ que participaron en la fiesta. "Es terrible", comentaba a ayer Vampirella, que conocía a la víctima desde hacía cuatro años. Su descripción muestra a Juan Carlos, malagueño de origen, como un estilista en ascenso -había trabajado para Ángel Schlesser en la Pasarela Cibeles y para la peluquería Rizos- Últimamente, tras regresar de un viaje a Turquía, había concentrado sus esfuerzos en un estudio de estilismo y en una colección de trajes de peluche, silicona y metales.
Los que le conocieron niegan que fuese un transformista. "Aquella noche le dio la locura y para la fiesta se vistió de unicornio, pero normalmente iba con vaqueros y camiseta", recordaba ayer Vampirella, para quien la muerte de su amigo nada tenía que ver con la fiesta del estreno, la última de Juan Carlos Pinto.
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