1995/01/11

DOCUMENTACIÓN | VIOLENCIA | EL ULTRA ACUSADO DE ASESINAR A UN HOMOSEXUAL CAE DESPLOMADO AL SUELO EN EL JUICIO

El 'ultra' acusado de asesinar a un homosexual cae desplomado al suelo en su interrogatorio.
José Antonio Hernández | El País, 1995-01-11

https://elpais.com/diario/1995/01/12/madrid/789913482_850215.html 

El juicio que empezó ayer en la Audiencia contra David Garrido -el ultra de 17 años cuya fobia hacia los homosexuales le llevó a asesinar a uno en la casa de Campo y a acuchillar a otro hasta dejarle gravemente herido- resultó tan accidentado que el tribunal optó por suspenderlo. Garrido, quien se enfrenta a una petición de 34 años de cárcel, cayó desplomado al suelo (una lipotimia ) en medio de su interrogatorio, ante la mirada atónita de los jueces. Antes de derrumbarse, reconoció haber participado en dos asesinatos (uno de ellos frustrado) junto con un amigo de 15 años.

Ante el desplome del procesado, el tribunal paralizó el juicio. La madre de Garrido también cayó fulminada al suelo al ver a su hijo (de aspecto infantil) tendido en el suelo y agitando los párpados. Finalmente, el tribunal -que preside Pedro Javier Rodríguez- decidió aplazar la vista y reanudarla hoy, jueves. Pero no acabaron ahí los incidentes. La policía judicial tuvo que intervenir para evitar que familiares de las víctimas y del procesado (que no dejaron de cruzarse insultos y amenazas durante los escasos 30 minutos que duró esta primera sesión del juicio) llegasen a las manos en los pasillos de la Audiencia. Una frágil personalidad y el ‘miedo escénico’ (la sala estaba abarrotada de estudiantes de derecho, periodistas y familiares de ambas partes) pudieron influir en el derrumbamiento del procesado, según fuentes jurídicas. Garrido tenía 17 años cuando, presuntamente, emprendió su particular y sangrienta cruzada contra los homosexuales madrileños. Para ambos asesinatos, cometidos el año pasado, contó con la ayuda de un amigo de 15 años (que no será juzgado en la Audiencia por ser menor de edad).

Sus respuestas, ante la serie de preguntas que le formuló el fiscal, fueron lacónicas, y casi todas se limitaron a frases corno "no me acuerdo" o "no entiendo lo que dice". El asesinato consumado sucedió el 5 mayo de 1993. Según el fiscal, Garrido y el otro menor decidieron ir a la Casa de Campo para "provocar a personas homosexuales". Llevaban navajas. Allí contactaron con Mariano Gómez Higuera, de 30 años, funcionario de un Ayuntamiento madrileño. Sabían que era homosexual. Tras una charla distendida, según el fiscal, los tres se dirigieron a una zona recóndita y arbolada de la Casa de Campo, donde, presuntamente, Gómez puso las manos en la cintura de Garrido y le sugirió que se bajase los pantalones. Entonces, y sin mediar palabra, Garrido comenzó a acuchillarle con absoluta sevicia. Once cuchilladas.

El asesinato frustrado ocurrió en marzo de 1993. Garrido y su amigo concertaron una entrevista con un homosexual que se hacía llamar Darío y que había puesto un anuncio para buscar jóvenes con los que mantener relaciones. Una vez en casa de Darío, el procesado, según el fiscal, le asestó, por la espalda, varias cuchilladas. Se marcharon de la casa creyéndole muerto y dejándole desnudo. Sobre este asesinato, Garrido sólo acertó a decir ayer que apuñaló a Darío para defenderse, porque les estaba provocando sexualmente.

Tallado por el odio.
Jan Martínez Ahrens | El País, 1995-01-11

https://elpais.com/diario/1995/01/12/madrid/789913462_850215.html

David Garrido Truchado desconoce al otro. Pero, en su soledad, depende de él. Así lo apunta su historia, una suma de fracasos y frustraciones trazados con precisión en el informe psicológico de Blanca Vázquez, encargado por el juez a los pocos días de la detención. Se trata del retrato de una personalidad tallada por el odio.

David nació el 20 de abril de 1975 en Madrid. Hijo de un policía municipal y de una limpiadora, el acusado tiene una hermana dos años menor. Sus relaciones familiares, siempre según el citado informe, se deslizaron suavemente, sin violencia. Pero también sin excesiva confianza. "No comunicaba mis problemas, siempre he sido un poco nervioso, intentaba arreglarlos yo solo".

Y es que esos problemas se fraguaban fuera de casa. David, a lo largo de su infancia, cambió frecuentemente de centro escolar. Un muro invisible le separaba de sus compañeros, profesores, directores. Así lo rememora él: "Siempre llegaba de bueno y empezaban con las risas. A mí me miraban de una forma distinta". Su inadaptación le arrastró en varias ocasiones hasta el psicólogo.

En 1991, tras estudiar hasta 8º de EGB, buscó trabajo en la vendimia. Pasó luego por una tienda de recambios de automóviles, y finalmente recaló en una empresa de encuadernación. Fue despedido a los cinco meses. Su última ilusión fue acceder a la Guardia Civil.

Un sueño, el de lucir tricornio y pistola, que posiblemente jamás se cumplirá. En su mente se mueven demasiadas sombras. Las mujeres, por ejemplo. Su relación con ellas ha sido nula. Las rechaza, las considera incapaces para el amor y la amistad. "No merecen la pena", dice este joven, que se niega rotundamente a dibujar la figura femenina -al hombre, en cambio, lo presenta con hombros anchos, calvo y vestido de militar-, pero al que le gusta practicar gimnasia, leer novelas históricas y escribir "sobre personas, compararlas". Las drogas se las deja a "aquellos que las buscan".

Pulsiones soterradas
Dibujan estas palabras un perfil compacto, debajo del que se arrastran las pulsiones que cristalizaron en su animadversión a los homosexuales. Una prisión mental de la que, de vez en cuando, escapan relámpagos oscuros. "Puedo convertirme en otra persona", dice vívidamente David al relatar sus episodios de agresividad durante las entrevistas con la psicóloga.

Momentos en los que la facultativa advierte que el joven muestra una gran excitación nerviosa. Mueve constantemente las piernas, habla con dificultad. Su voz sufre inflexiones anormales. Parpadeo constante. Su relato, recuerda la psicóloga, bordea la exageración. Y es que David, a tenor del informe, no sólo sufre una severa dificultad de relación interpersonal, sino que le resulta imposible ponerse en el lugar del otro.

Una incapacidad que combina con una personalidad marcada por la inseguridad personal y el sentimiento de inferioridad. Todo un lastre que ‘compensa’ con actitudes dogmáticas en el plano moral, que, a su vez, evidencian sus problemas para integrarse en el mundo de los adultos y su retraso respecto a los de su edad.

Se trata de alguien de creencias simples, para quien la inmoralidad debería ser severamente castigada, para quien la aprobación de los demás es esencial. Todo un código que le aboca a pensar que castigarse a sí mismo por los fallos cometidos le ayudará a prevenir errores, que ser digno de mérito equivale a mostrarse competente, correcto y ganador. Sin fisuras.

Este dogmatismo -señala el informe- le hace concebir el mundo de forma muy simple: dividido entre buenos y malos. Busca, de este modo, la "seguridad y el orden". Lo que, sumado a su bajo nivel intelectual y a su excitabilidad, convierte a David, siempre según el informe de la psicóloga, en un firme candidato a la manipulación, incluso a pertenecer a algún grupo de ideología neonazi. Es decir, "un sujeto que presenta una fuerte peligrosidad social".

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