Hollinghurst recrea en clave gay el mito erótico de Lolita.
El escritor inglés publica ahora en España ‘La estrella de la guarda’, una obra que fue vetada debido a su contenido en las votaciones finales del prestigioso premio Booker de hace dos años.
La Vanguardia, 1997-02-20
'Durante mucho tiempo, parecía que sólo se pudiera escribir una novela con personajes homosexuales o bien de un modo secreto, sensible, con una ocultación fundamental, digamos a lo Forster; o pasando directamente a la pornografía. A mí me parecía que ninguna de las dos reflejaban el modo en que un gay vive realmente la vida, de modo que decidí mezclar las dos tendencias en una novela. Así explica Alan Hollinghurst (Gran Bretaña, 1954) los orígenes de su brillante carrera narrativa, abierta con ‘La biblioteca de la piscina’ (1988) -considerada algo así como la historia de la vida gay inglesa de este siglo-, y refrendada ahora con ‘La estrella de la guarda’ (en Anagrama las dos), una novela considerada ‘ganadora moral’ del prestigioso premio Booker, ‘bloqueada’ en última votación por una escandalizable miembro del jurado. El autor leerá esta tarde fragmentos de 'La estrella...’ en el British Council [...].
Hollinghurst explicó ayer en Barcelona que en las dos novelas ha tratado de "escribir de un modo responsable acerca de la vida gay. Combinar la escritura literaria con el material sexual."
La fascinación de un hombre maduro, un profesor inglés desplazado en Flandes, por uno de sus alumnos, un adolescente de 17 años, es uno de los pies argumentales de 'La estrella de la guarda’. “Sí, soy un escritor muy literario -reconoce Hollinghurst, gafas de escritor, voz grave, perilla- y juego deliberadamente con arquetipos. Al escribirla era consciente de escribir 'Lolita' y 'La muerte en Venecia', cómo no. Mis libros están llenos de citas, algunas de las cuales me temo que sólo reconozco yo. También mi personaje es muy 'bookish' y melancólico, obsesionado a la vez por el deseo y por su incapacidad de expresarlo, por eliminar la separación entre la vida romántica y la promiscuidad sexual.”
'La estrella...' es un libro más otoñal que el primero, marcado por el hedonismo, la alegría de vivir, ser joven y amar, y ocurría en verano. Ahora es el otoño, el invierno, los ambientes sombríos, oníricos, y estamos en la Bélgica flamenca, un lugar misterioso que sólo vi una vez, pero supe enseguida que era el ambiente secreto e impenetrable que necesitaba para un libro así, marcado por la obsesión. Un largo capítulo intermedio devolverá al protagonista a Inglaterra, para asistir al funeral de su primer amante, víctima del sida. “El sida no es un tema central de la novela, pero creo que la impregna toda... ¡Ese sentimiento de un mundo en el que las personas desaparecen abruptamente!”
“Mi primer libro, 'La biblioteca de la piscina', está ambientado en el verano de 1983... el último verano antes del sida. Lo hice así para evitar abordar ese tema, acababa de perder a un amigo íntimo, no me sentía capaz... De modo que, sin proponérmelo, escribí un libro histórico. ¡Todo cambió tanto después! No es extraño que el sentimiento de pérdida sea uno de los dominantes de esta novela.”
A lo largo de las 500 páginas del 'La estrella...’, Hollinghurst desarrolla un tercer hilo argumental. La vida del enigmático Edgard Orst, un pintor simbolista fallecido durante la ocupación nazi, seducirá al narrador al punto de investigar más allá de los retratos obsesivos de una muchacha pelirroja y unos trípticos que se conservan en el museo local, cuyo director, Paul Echevin, padre de uno de otro de sus alumnos...
“Es un libro que también quiere tener algo de comedia sexual -concluye Hollinghurst-. Llevado por su obsesión particular, Edward, mi protagonista, se ve envuelto en situaciones ridículas ante las que opta por reírse de sí mismo. ¿No hay una gran tradición inequívocamente inglesa de comedia social, de costumbres? Me he limitado a añadirle algo que también está en la vida real: el sexo.”
Saliendo del gueto
La relación entre literatura y homosexualidad ha preocupado a Hollinghurst desde sus años de oxfordiano, cuando se licenció con un estudio de diversos autores (Wilde, Forster, Firbank...) hecho precisamente a la luz de aquello que no pueden decir, esa ocultación sistemática de la homosexualidad y sus maneras secretas de expresarla. 'Se ha dicho que mis obras trascienden el ámbito gay. Menos mal, sería una manera muy triste de encerrarse. Hay libros escritos por gays, editados por gays y leídos únicamente por gays... Yo, lo único que pretendo en mis novelas es escribir acerca del mundo sin vacilaciones desde el punto de vista sexual, sin culpa ni disculpa; que mis textos sean gay de una manera natural, como son naturales los de un escritor heterosexual. Mis libros tratan de muchas cosas, de arte, de literatura, de música, y creo que el público en general es sensible a ellos, sin distinción de sexo. Nunca me han interesado los guetos.
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