2013/08/09

DOCUMENTACIÓN | MEMORIA | DENTRO DE LA MORAL SOCIALISTA EL CRUISING NO TENÍA LA MÁS MÍNIMA POSIBILIDAD

Dentro de la moral socialista el cruising no tenía la más mínima posibilidad.
Jorge Carrasco | On Cuba News, 2013-08-09

https://oncubanews.com/cuba/sociedad-cuba/genero/dentro-de-la-moral-socialista-el-cruising-no-tenia-la-mas-minima-posibilidad/

Miembro destacado de la generación de poetas de los ochenta, Víctor Fowler Calzada* clasifica entre los intelectuales de mayor prestigio en el ámbito nacional. Su pensamiento apunta hacia visiones críticas de la sociedad cubana actual y del proceso revolucionario, cuyos primeros años estuvieron fuertemente marcados por la poca permisividad hacia diversos fenómenos culturales.

Fowler fue parte del colectivo de autores de la publicación Naranja dulce, en la cual dio a conocer diversos trabajos sobre cultura y erotismo. Ha publicado, entre otros, la antología La eterna danza, un compendio de la poesía erótica de los últimos dos siglos cubanos. El tema del homosexualismo constituyó, sobre todo en las primeras décadas de la Revolución, uno de los más conflictuales de la historia de Cuba. Fowler conversa sobre esta forma de sexualidad no normativa y sus principales puntos de contradicción con los valores que se pretendían forjar en la sociedad post revolucionaria.

P. Luego de 1959 el gobierno cubano adoptó posturas restrictivas hacia fenómenos diversos que eran considerados vicios burgueses del capitalismo o «diversionismo ideológico». La homosexualidad era uno de ellos. Actualmente la visión oficial sobre esta temática ha variado en alguna medida. ¿Cuándo cree que se comenzó a gestar este cambio?


Aún es un misterio la definición de cuáles han sido las políticas de la Revolución respecto a la sexualidad no normativa. La Revolución ha tenido políticas para todas las formas de sexualidad. Las normativas (como la heterosexual) y las no normativas o disidentes (como la homosexualidad, el voyeurismo, el fetichismo sexual, el sado masoquismo, etcétera). En nuestro país no conozco ningún gran texto que realice un análisis novedoso, interesante, revelador, de la complejidad del panorama de la sexualidad en Cuba ni de las políticas que el Estado tomó respecto a ellas. Creo que comenzó a notarse un cambio de percepción (que no era sobre la homosexualidad, sino sobre la cultura y que terminó extendiéndose hasta constituir un asunto de la civilidad) a partir de la constitución del Ministerio de Cultura en 1976.

Durante la década del sesenta y todavía en la del setenta había políticas bastante duras con los homosexuales. Entre ellas las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, la noche de las Tres Pes y las tristemente célebres «recogidas» del Coppelia. Este fenómeno resulta interesante, porque no se recoge a cualquier homosexual de cualquier esquina, ya que ese no es el sentido de las políticas. Se recoge donde hay concentración. Era claro que el Estado tenía la idea de desmantelar los sitios de reunión gay.

A finales de los setenta el panorama había cambiado ya un poco. Esto no significa que la Policía se hubiese hecho «amiga» de los homosexuales ni de los sitios de reunión homosexual. De hecho, recuerdo que cuando se reunían frente a la cafetería FIAT frente al Malecón, intervino en el periódico Tribuna de La Habana Esteban Lazo, cuando fue Secretario del Partido Comunista en La Habana, hablando exacta y directamente sobre esas reuniones. Dicho suceso muestra que continuaba existiendo una tensión respecto al tema.

Sin embargo, la palabra «cultura» y el sentido de «lo cultural» comenzaron lentamente a penetrar en la vida cubana luego de la creación de este Ministerio, lo cual es un elemento muy importante si tenemos en cuenta que hasta 1976 Cuba era un país de estructura absolutamente militar. Nuestra estructura administrativa era la heredada directamente de un movimiento revolucionario que había tomado el poder y había reformado los ministerios anteriores a su manera. Un país que vivió sin Parlamento hasta 1976, cuando se crea también el Poder Popular, y que no es en vano el mismo año que se crea el Ministerio de Cultura.

No es gratuito tampoco que sea en 1988 cuando Norge Espinosa gana el Premio Caimán Barbudo de poesía con su poemario ‘Vestido de novia’, encabezado por el poema de igual nombre que sigue siendo hoy uno de los más emblemáticos de la sensibilidad homosexual en nuestra literatura. No es gratuito tampoco que sea en los ochenta cuando lentamente comienza a resurgir la figura del homosexual en la literatura, desde un ángulo problematizador. No como un payaso ridículo del que había que reírse, sino como un personaje problémico dentro de los textos.

Ese es el gran momento en el que se empieza a verificar un cambio en la sensibilidad. Luego vendrían otros pasos de avance hacia inicios de los noventa como las extraordinarias festividades de los travestis que han quedado tan bien registradas en el documental Mariposas en el andamio.

Podemos decir que todos estos fenómenos son solo comprensibles a partir del cambio de sensibilidad que se gestó en los ochenta, y que a su vez tiene su base en la creación del Ministerio de Cultura en 1976.

P. Está claro que las regulaciones a ultranza y la represión influyen de manera considerable en el hecho de que los homosexuales tengan determinadas microsociedades en las que pueden desenvolverse más libremente...

Es obvio que las políticas represivas generan una cultura del silencio. Y si resulta tan difícil que dos personas tengan un lugar para hacer el amor, entonces van a existir sitios como el Castillo del Príncipe, en el que la gente va a tener sexo en las noches. Sin embargo, está claro que no podemos juzgar la existencia de estos lugares como consecuencia directa de políticas represivas por parte del Estado.

El asunto es más complicado que eso. Constituye un problema multicausal, pero no cabe duda de que muchas de las conductas y de las comunidades, y de las pequeñas comunidades, y del hecho además (que para mí es fundamental) de que no exista una gran comunidad gay y lesbiana en Cuba o una gran asociación, se debe a las políticas del Estado, a la manera en que se maneja o se ha manejado ese asunto entre nosotros.

P. ¿Qué conoce del cruising y de su práctica en La Habana?


De manera general te podría decir que es un fenómeno que para ser referido se necesita tener presente el concepto de «desafío», porque el cruising tiene un gran porcentaje de aventura. Quizás en el siglo XIX la sexualidad y el cortejo heterosexuales tenían algo de aventura, con aquellos hombres que salían a caminar por el Prado, y las muchachas que se paseaban en las carrozas y se comunicaban por la manera de posicionar los abanicos. Había algo de aventurero en la manera en que los hombres se tocaban el bigote y situaban los bastones. Era toda una simbología erótico-amorosa, pero ni en sueños tenía el componente de peligro que tiene el cruising.

Conozco de amigos que no han querido ser identificados en esos lugares y que han sido sorprendidos más de una vez allí. Tuve uno de estos sitios cerca durante años, cuando vivía a dos cuadras de La Quinta de los Molinos, que ha sido históricamente un área de cruising. Sin embargo nunca te voy a poder hablar de esos sitios como Reinaldo Arenas. No hay quien haya hablado más de esto en Cuba que él, sobre todo en sus novelas ‘Antes que anochezca’ y ‘El color del verano’. En la primera menos que en la segunda, porque a pesar de ser considerada su autobiografía solo podemos suponerla como tal en cierta medida. No se puede creer todo lo que Arenas dice ahí. Por ejemplo, cuando afirma que en sus primeros tres años en La Habana se acostó con cinco mil hombres no tenemos que asumirlo como cierto. Aunque puede serlo. Sabemos que el método creativo de Arenas es la desmesura, el grotesco.

En ‘El color del verano’ habla sobre un grupo de homosexuales y sus aventuras en la noche habanera y en la playa habanera, otro de los históricos grandes sitios de reunión homosexual. Esta novela cuenta uno de los mejores pasajes de lo que significa la relación del poder con el homosexual. Narra un episodio en el que unos muchachos homosexuales estaban sentados en el Malecón en medio del carnaval de La Habana. Entonces llega la Policía y les grita «maricones» y los manda a entrar a los carros. Y una vez dentro, los policías comienzan a hacerle el sexo oral a los propios muchachos.

El cruising es una práctica universal entre homosexuales, que forma parte de la cultura homosexual. Es algo que sucede en la calle o tiene grandes posibilidades de suceder en la calle, en el espacio abierto, en el espacio del diálogo social. Por esa razón en todos los países del mundo la homosexualidad tiene algo de riesgo, de peligro, que no tiene la heterosexualidad. La homosexual es una búsqueda, una pequeña guerra. Y siempre las ciudades tendrán estas diferencias entre sexualidades, razas, clases sociales. Esa es la estructura de la ciudad moderna. Hay que aceptar y celebrar que esto exista, pero hay que defender también la opción de la protección del ciudadano incluida su sexualidad en el espacio público y en el espacio privado.

Creo que el gran terreno de discusiones y de debate sobre ese tipo de conducta ha sido en el espacio público. Esa es la verdadera gran batalla de las sexualidades no normativas en nuestro país. El gran debate gira alrededor de quién ocupa este espacio y quién se puede manifestar en él.

Aquí entra a jugar una gran figura de conflicto para nuestra cultura (y esto no lo inventó la Revolución, sino que es una tradición en Cuba) que es la «loca de carroza», el homosexual que rompe las normas. El que está fuerte, hace ejercicio y saluda a todo el mundo en el barrio, no ocasiona un conflicto social, la «loca de carroza» sí.

P. La relación del poder con el homosexual está muy marcada por la ausencia de leyes que existe respecto a estos lugares en específico y por lo que la ley ha dado en llamar impudicia pública. Muchos sitios de cruising, sin embargo, están alejados de las vías públicas...

Supe que el año pasado en La Playa del Chivo hubo una operación de la Policía para detener a los homosexuales que estaba en esa zona haciendo cruising. La gente tuvo que lanzarse al agua para evadir la Policía. Entonces el agua estaba llena de excrementos, porque en la costa hay unos tubos de metal que descargan los desperdicios de la ciudad en el mar, y esos tubos deben estar a unos trescientos o cuatrocientos metros de distancia de la orilla, pero con el tiempo se han deteriorado y hay una cantidad enorme de excrementos que retorna a la orilla.

Tengo un amigo que fue detenido en el Pontón, cerca de la Ciudad Deportiva, alrededor de las cinco de la madrugada. Ahí hay un bosquecito que no es público ni en sueños. Si quieres entrar tienes que salirte de la calle, cruzar una línea de tren y desviarte. Sin embargo la Policía puede sacarte del bosquecito.

No creo que haya que recoger a nadie. Mi amigo iba sencillamente cruzando por ahí, y si se encontró un tipo se lo encontró. La Policía no puede estar esperando que un hombre cruce una calle para recogerlo por homosexual. Ese no puede ser su trabajo. No tiene sentido alguno.

P. Estas prácticas en Cuba también están marcadas por el déficit habitacional y la difícil situación que cualquier cubano atraviesa para acceder a un espacio íntimo en el que tener relaciones sexuales...

Sí. Y durante el Período Especial desaparecieron, además, las posadas. Y nunca hubo posadas para gays. Esta circunstancia fue el fin de una posibilidad que además nunca tuvieron los homosexuales. Sería altamente deseable que las posadas volvieran y que incluyesen el servicio a quienes practican sexualidades no normativas.

P. ¿En qué medida la percepción que tenía la Revolución sobre la moral ha incidido en la estigmatización ya no solo de estos sitios, sino del homosexualismo en un sentido más amplio?

Dentro de la moral socialista nada de esto tenía la más pequeña de las posibilidades. Ya la moral socialista no existe. Ya no es un tema de discurso en Cuba, aunque sí lo fue. El asunto de la moral socialista fue algo orientado para ser construido de manera muy directa, muy incisiva, desde la edad escolar.

Funcionaba también como un mecanismo de vigilancia y no se orientaba solamente a la cuestión homosexual, por supuesto. Yo recuerdo que en mi cuadra vivía un alto dirigente del Partido Comunista que regresó de un viaje y le mostraron fotos de su esposa teniendo relaciones con otro hombre. Le dieron a escoger entre la esposa y el Partido. Así se hacía antes. Y cuando dijo que se quedaba con su esposa, que era la madre de sus hijos, lo expulsaron porque era incompatible con la moral socialista. De manera que esta era no solo un mecanismo de vigilancia, de control, no solo era una norma que había que insertar a los demás, sino que era un mecanismo de control de la conducta. Entonces, era bastante jodido cuando no estabas dentro de este marco, como es el caso de los homosexuales. O de ciertos homosexuales. No podemos soslayar al homosexual que ha sido llamado por los cubanos la «loca roja», y que es el comunista gay o el gay comunista que ha sido abiertamente homosexual, pero abiertamente revolucionario.

P. ¿Cómo han respondido los medios de comunicación ante la necesidad de enjuiciar problemáticas tan impactantes en la sociedad cubana actual como esta?


El papel de los medios respecto a este asunto ha sido funesto. Funesto, funesto. Todavía hoy, cincuenta y tres años después de la Revolución, los medios cubanos no han podido presentar a un homosexual hablando sobre sus problemas. Han presentado muchos homosexuales que uno conoce, que son incluso tus amigos, y que hablan con «vocecita» y gestualidad afeminada, pero no han podido hablar de sí mismos como homosexuales ni de sus problemas como tales. El papel de los medios ha sido muy negativo, incluso cuando supuestamente les han brindado su apoyo a campañas contra la homofobia, etcétera.

P. ¿Y los intelectuales?


Los intelectuales han hecho una contribución extraordinaria, según mi juicio, mediante su creatividad, mediante su obra. Cuando tú juzgas la existencia (esencialmente en los últimos veinte años) de libros de ensayos, obras de artes plásticas, antologías de cuentos gay, exposiciones de fotografía, ballet... dices: «coño, esta gente han hecho una contribución».

No significa que detrás de esto haya no poco de esnobismo, de oportunismo. Pero que tú puedas hoy ir a una librería cubana y encontrarte una antología de cuentos como ‘La lengua impregnada’, de Alberto Garrandés, o como ‘Nosotras dos’, de Dulce María Sotolongo, te hace pensar que si en los años setenta tú le contases esto a alguien, se hubiese desmayado de la risa, pues no era posible.

P. ¿Cree que el concepto de «hombre nuevo», desarrollado por el Ché en su texto ‘El Socialismo y el hombre en Cuba’ (1965), tenía implicaciones sexuales?

Es una pregunta muy difícil de contestar de manera objetiva. No sé qué decir de esto, aunque sí de su implementación después. La implementación fue súper 98 exclusiva, súper represiva no solo para los homosexuales, sino para los religiosos, para los creyentes en la santería, para los practicantes de la fe católica y en general del cristianismo, para los rockeros… De esta parte sí te puedo asegurar cómo fue. Del concepto original no. Confieso que tendría que leer más para aclararme este punto yo mismo.

Hay una anécdota famosa que cuenta que el Ché vio un libro de Virgilio Piñera en la casa de alguien y lo arrojó al suelo diciendo: «¿Qué hace el maricón este aquí?». Yo dudo que el Ché haya hecho eso, primeramente porque dudo que haya conocido quién era Virgilio Piñera. Esto en realidad dejaba a Virgilio un poco más grande de lo que realmente creo que fue.

Sé de otra historia que cuenta uno de los colaboradores del Ché: hubo una fábrica o algo similar en el Ministerio de Industria, donde un trabajador tenía relaciones con su secretaria. Entonces, el secretario del Partido de la fábrica y otro trabajador le montaron un aparato de vigilancia al hombre. Tomaron unos autos, lo persiguieron por la ciudad y lograron saber dónde estaba. Le tomaron unas fotografías y se las llevaron al Ché. El Ché los sancionó y les dijo que eso no era el «hombre nuevo». Es muy complejo entonces pensar en lo que es o fue el «hombre nuevo» para el Ché y la instrumentación de determinadas políticas que tenían la consigna de formar «hombres nuevos». El tránsito que hay desde una idea original hasta la manera en que es implementada luego es largo.

*Algunos de los premios más importantes que ha obtenido el poeta han sido el Premio de la Crítica Literaria 2001, el Premio UNEAC de Poesía 2003 y el Premio de la Crítica Literaria 2004.

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