Enguix, Begoña (2017) [11]. «No desfilamos, nos manifestamos»: activismos y manifestaciones LGTB en España. Onteaiken [Argentina] 24, 40-55.
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La idea de convocar una manifestación anual -una estrategia política de protesta originada en el siglo XIX en relación con las luchas obreras- fue (y sigue siendo) una idea muy acertada. Permite la movilización y la participación en distintos lugares y momentos.
La manifestación es la estrategia expresiva más importante de los movimientos sociales. En consecuencia, la manifestación estatal del Orgullo LGTB es considerada como el acto central de las celebraciones del Orgullo y del activismo LGTB en España.
La manifestación estatal del Orgullo LGTB de Madrid es la manifestación LGTB más grande de Europa y la segunda más grande del mundo, según datos de la organización.
Está convocada por COGAM (Colectivo LGTB+ de Madrid), uno de los colectivos LGTB con más socixs de España (unxs 400 socixs). En la organización participa también la Federación Estatal de LGTB (FELGTB) que acoge a colectivos LGTB de todo el Estado. Año tras año la manifestación saca a la calle a más de un millón de personas, según datos de lxs organizadorxs. Se celebra en julio y no a finales de junio para permitir la participación de los colectivos que forman la FELGTB, que celebran en sus respectivas provincias las manifestaciones en torno al 28 de junio para conmemorar las revueltas de Stonewall.
Las manifestaciones del Orgullo simbolizan “el paso de la Gemeinschaft a la Gesellschaft, de la comunidad gay a la cultura gay nacional” (Herdt, 1992: 11). Son un modo de desestabilizar y enfrentar los procesos de la opresión lgtbfoba mediante la ocupación de los espacios públicos. Mediante la conversión del estigma y la vergüenza en orgullo, de los “homosexuales” en gays y lesbianas y del armario en visibilidad, las manifestaciones del Orgullo demuestran ser simbólicamente eficientes. Estas manifestaciones pueden ser consideradas como expresión de poder (Israel, 2006), como parodia y reverso (Toscani, 2005), como instrumentos de ruptura simbólica (Cruces, 1998), como ritual de inversión (Turner, 1988) y como parte de complejos procesos de globalización y transnacionalización de lo identitario (Altman, 1996). Eribon considera que esta celebración para afirmar el derecho a existir ha modificado la definición tradicional de la política como antes hizo el movimiento feminista (Eribon, 2000: 31).
Entendidas como “acciones colectivas resultado de la redefinición del espacio público operado entre expresiones y episodios del conflicto” (Scribano, 2003: 85) las manifestaciones del Orgullo ocupan las zonas centrales de las ciudades españolas donde se celebran. Con esta ocupación se suspende el funcionamiento cotidiano, se transgreden normas no articuladas y se desnaturaliza la heterosexualidad del espacio público (Johnston, 2001: 190). Elementos antes íntimos y privados -la sexualidad, los afectos y la emoción- devienen centro de un debate político sobre la igualdad, la diferencia y los derechos.
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