Ortiz, Paco (Director) (2021) [11-19]. Algo salvaje. La historia de Bambino. Sarao Films ; Canal Sur ; Crea SGR ; Instituto de Crédito Oficial (ICO) ; Junta de Andalucía ; RTVE.
Algo salvaje. La historia de Bambino. 2021. 82 min. Dirección y guion: Paco Ortiz. Documental, intervenciones de: Bambino, Enrique Bunbury, Los del Río, Pitingo, José Mercé, Antonio Carmona, Justo Molinero, Nazario, Máximo Valverde, Alberto García-Alix, Diego Carrasco, Luis Troquel, Paco Cepero. Sarao Films, Canal Sur, Crea SGR, Instituto de Crédito Oficial (ICO), Junta de Andalucía, RTVE.
Aproximación al artista de culto Miguel Vargas, el chico de Utrera que fue a Madrid para “tirar abajo la puerta del flamenco con un estilo propio” y se erigió en rey de la rumba flamenca: Bambino. Melancolía, elegancia y tormento amoroso en la biografía de la estrella más salvaje y rompedora de la edad de oro de los tablaos.
Decía el Dr. Tyrell a Roy en la célebre Blade Runner que “la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad del tiempo”. Como Bambino, una vida demasiado corta y a la vez demasiado intensa para el referente de un país que empezaba a despertar tras madrugadas de fiestas infinitas y salvajes. Al igual que Morente o Camarón, Bambino fue en su momento la última frontera del flamenco, al que rescató y acercó al gran público. Artista de artistas, ídolo en bares de carretera, una suerte de Lorca por bulerías, su estilo inimitable, su irresistible magnetismo escénico o su desgarradora personalidad forman ya parte del mito, del rey sin reino, de un gigante de la música del siglo XX.
Cuando uno llega a ser conocido como el “artista de artistas” es por algo. Pero si cuando se apagan los focos y se cierra el telón, aparece una vida apasionante recorriendo las noches prohibidas de finales de la dictadura, ahí existe una gran historia que necesita ser contada. Como el poema de Kavafis sobre Ítaca, la vida de nuestro protagonista es un camino lleno de aventuras y experiencias, el que llevó a Miguel Vargas a convertirse en Bambino y visitar lugares desconocidos, donde las mañanas de verano se transforman en noches infinitas, en fiestas de humo y alcohol, donde las sirenas se convierten en amores pasajeros, quizás salvajes, y todo sin perder nunca Utrera de la mente, el alfa y omega, la Ítaca de este particular Ulises. Bambino nunca quiso ser un segundón y eso le llevó a crear algo nuevo, con la audacia y el ímpetu de un joven impulsivo pero con la sabiduría de quien camina por terreno bien conocido. Despreciado por los flamencos pero admirado por compañeros, su público eran los aristócratas vividores, los señoritos y algunos gerifaltes del régimen que compartían espacio con prostitutas y otras aves nocturnas de dudosa reputación. En el ocaso de una vida excesiva comentó que un día en su vida equivalía a la de una semana en la de un oficinista. Él era como un planeta que orbita a mayor velocidad y del que solo vemos su cara oculta, la que transita en la penumbra, donde viven los desheredados de la tierra, aquellos que la sociedad de una época cruel no aceptaba. A Bambino le daba igual. Vivió como quiso, sin importarle lo mucho ni lo poco, tratando de ser feliz y hacer feliz con su arte a tantos como se acercaban a escucharle en locales de pequeñas dimensiones, donde la distancia es íntima y el calor humano se siente. Así era Bambino, todo carácter, todo corazón, un ser humano excepcional que dejó un legado de canciones de amor y desamor para aquellos que estén dispuestos a escuchar con el corazón. [Paco Ortiz]
Algo salvaje. La historia de Bambino. 2021. 82 min. Dirección y guion: Paco Ortiz. Documental, intervenciones de: Bambino, Enrique Bunbury, Los del Río, Pitingo, José Mercé, Antonio Carmona, Justo Molinero, Nazario, Máximo Valverde, Alberto García-Alix, Diego Carrasco, Luis Troquel, Paco Cepero. Sarao Films, Canal Sur, Crea SGR, Instituto de Crédito Oficial (ICO), Junta de Andalucía, RTVE.
Aproximación al artista de culto Miguel Vargas, el chico de Utrera que fue a Madrid para “tirar abajo la puerta del flamenco con un estilo propio” y se erigió en rey de la rumba flamenca: Bambino. Melancolía, elegancia y tormento amoroso en la biografía de la estrella más salvaje y rompedora de la edad de oro de los tablaos.
Decía el Dr. Tyrell a Roy en la célebre Blade Runner que “la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad del tiempo”. Como Bambino, una vida demasiado corta y a la vez demasiado intensa para el referente de un país que empezaba a despertar tras madrugadas de fiestas infinitas y salvajes. Al igual que Morente o Camarón, Bambino fue en su momento la última frontera del flamenco, al que rescató y acercó al gran público. Artista de artistas, ídolo en bares de carretera, una suerte de Lorca por bulerías, su estilo inimitable, su irresistible magnetismo escénico o su desgarradora personalidad forman ya parte del mito, del rey sin reino, de un gigante de la música del siglo XX.
Cuando uno llega a ser conocido como el “artista de artistas” es por algo. Pero si cuando se apagan los focos y se cierra el telón, aparece una vida apasionante recorriendo las noches prohibidas de finales de la dictadura, ahí existe una gran historia que necesita ser contada. Como el poema de Kavafis sobre Ítaca, la vida de nuestro protagonista es un camino lleno de aventuras y experiencias, el que llevó a Miguel Vargas a convertirse en Bambino y visitar lugares desconocidos, donde las mañanas de verano se transforman en noches infinitas, en fiestas de humo y alcohol, donde las sirenas se convierten en amores pasajeros, quizás salvajes, y todo sin perder nunca Utrera de la mente, el alfa y omega, la Ítaca de este particular Ulises. Bambino nunca quiso ser un segundón y eso le llevó a crear algo nuevo, con la audacia y el ímpetu de un joven impulsivo pero con la sabiduría de quien camina por terreno bien conocido. Despreciado por los flamencos pero admirado por compañeros, su público eran los aristócratas vividores, los señoritos y algunos gerifaltes del régimen que compartían espacio con prostitutas y otras aves nocturnas de dudosa reputación. En el ocaso de una vida excesiva comentó que un día en su vida equivalía a la de una semana en la de un oficinista. Él era como un planeta que orbita a mayor velocidad y del que solo vemos su cara oculta, la que transita en la penumbra, donde viven los desheredados de la tierra, aquellos que la sociedad de una época cruel no aceptaba. A Bambino le daba igual. Vivió como quiso, sin importarle lo mucho ni lo poco, tratando de ser feliz y hacer feliz con su arte a tantos como se acercaban a escucharle en locales de pequeñas dimensiones, donde la distancia es íntima y el calor humano se siente. Así era Bambino, todo carácter, todo corazón, un ser humano excepcional que dejó un legado de canciones de amor y desamor para aquellos que estén dispuestos a escuchar con el corazón. [Paco Ortiz]
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