Murió José María de Cossío.
Rosa Maria Pereda | El País, 1977-10-24
https://elpais.com/diario/1977/10/25/cultura/246582001_850215.html
Rosa Maria Pereda | El País, 1977-10-24
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En la madrugada de ayer falleció, en la clínica «Benito Meni», de Valladolid, el escritor y académico montañés José María de Cossío, víctima del cuadro vascular senil que le mantenía hospitalizado desde el pasado mes de abril. José María de Cossío nació en Santander en 1893, y en un pueblo de la provincia montañesa pasó la mayor parte de su vida, allí donde se conserva la ‘casona’ de su familia, en Tudanca, pueblo y casa de los que habló José María Pereda en sus novelas. Su vida fue de estudioso de lo literario, de recolector de la poesía popular y de animador de tertulias y revistas literarias. En su casa de Tudanca, una hermosa biblioteca queda de su trabajo, así como una seria colección de pinturas. Al parecer, esta casa memorable será convertida en casa-museo, como guardiana que es no sólo de toda una vida dedicada a la literatura, sino de toda. una época.
Su obra es grande en número y en importancia. Le debemos, entre otras cosas, esos libros insólitos y baratos que aparecían, para la sorpresa de toda una generación, en la colección ‘Austral’, de la editorial ‘Espasa-Calpe’, de la que fue asesor literario y dicen que ‘factotum’. Bajo su dirección se amplió la Biblioteca Menéndez Pelayo, de Santander, y vivió una buena época el Ateneo de Madrid. Colaboró asiduamente con la ‘Revista de Occidente’, y su amistad con Ortega y Gasset es ya proverbial. El que quiera estudiar la novela de Pereda tiene que consultar la obra de Cossío: su ‘Introducción a las obras completas de Pereda’, su ‘De tal palo, tal astilla’ (Origen y polémica en torno a la novela de Pereda), o ‘La obra literaria de Pereda’. Asimismo, quienes quieran ver la tradición de poesía popular española. Cuidó él la edición de los 'Romances' de Góngora, que publicara la ‘Revista de Occidente’ con motivo del tricentenario de 1927, y que son un contrapunto al otro Góngora y a la interpretación académica de todo un período de la literatura española, y recogió del habla viva su ‘Romancero popular de la Montaña’ y sus ‘Fábulas mitológicas de España’.
Por lo que más se le conoce, con todo, es por su capacidad de unir las dos grandes aficiones. comunes por otra parte, a muchos de los hombres de la Generación del 27: la literatura y los toros. Críticos taurinos y toreros, jóvenes poetas y escritores como Eugenio D'Ors o Díaz Cañabate, hacían tertulia con él en el ‘Lyon’, y pintores como Quirós, en el ‘Gijón’. ‘Los toros en la poesía’ española fue un primer paso, y ya ‘Los Toros’, considerada como la enciclopedia de la fiesta, fue su obra más conocida, en la que dicen que colaboró Miguel Hernández, y que fue algo como homenaje póstumo a la muerte de ‘Joselito’, el gran poeta del que José María Cossío era amigo.
Desde 1974 vivía recluido en su casona de Tudanca, y sólo se movía escasas veces a Santander o a Madrid. Entonces se podía ver su figura inconfundible en la tertulia de los poetas del ‘Gijón’, donde era fama que las encuadernaciones artesanales y tudanquesas de su biblioteca son al menos tan bellas como los manuscritos que esconden. Primeras ediciones y originales de su generación, una riqueza que no debe perderse.
Su obra es grande en número y en importancia. Le debemos, entre otras cosas, esos libros insólitos y baratos que aparecían, para la sorpresa de toda una generación, en la colección ‘Austral’, de la editorial ‘Espasa-Calpe’, de la que fue asesor literario y dicen que ‘factotum’. Bajo su dirección se amplió la Biblioteca Menéndez Pelayo, de Santander, y vivió una buena época el Ateneo de Madrid. Colaboró asiduamente con la ‘Revista de Occidente’, y su amistad con Ortega y Gasset es ya proverbial. El que quiera estudiar la novela de Pereda tiene que consultar la obra de Cossío: su ‘Introducción a las obras completas de Pereda’, su ‘De tal palo, tal astilla’ (Origen y polémica en torno a la novela de Pereda), o ‘La obra literaria de Pereda’. Asimismo, quienes quieran ver la tradición de poesía popular española. Cuidó él la edición de los 'Romances' de Góngora, que publicara la ‘Revista de Occidente’ con motivo del tricentenario de 1927, y que son un contrapunto al otro Góngora y a la interpretación académica de todo un período de la literatura española, y recogió del habla viva su ‘Romancero popular de la Montaña’ y sus ‘Fábulas mitológicas de España’.
Por lo que más se le conoce, con todo, es por su capacidad de unir las dos grandes aficiones. comunes por otra parte, a muchos de los hombres de la Generación del 27: la literatura y los toros. Críticos taurinos y toreros, jóvenes poetas y escritores como Eugenio D'Ors o Díaz Cañabate, hacían tertulia con él en el ‘Lyon’, y pintores como Quirós, en el ‘Gijón’. ‘Los toros en la poesía’ española fue un primer paso, y ya ‘Los Toros’, considerada como la enciclopedia de la fiesta, fue su obra más conocida, en la que dicen que colaboró Miguel Hernández, y que fue algo como homenaje póstumo a la muerte de ‘Joselito’, el gran poeta del que José María Cossío era amigo.
Desde 1974 vivía recluido en su casona de Tudanca, y sólo se movía escasas veces a Santander o a Madrid. Entonces se podía ver su figura inconfundible en la tertulia de los poetas del ‘Gijón’, donde era fama que las encuadernaciones artesanales y tudanquesas de su biblioteca son al menos tan bellas como los manuscritos que esconden. Primeras ediciones y originales de su generación, una riqueza que no debe perderse.
El Cossío.
Joaquin Vidal | El País, 1977-10-24
https://elpais.com/diario/1977/10/25/cultura/246582015_850215.html
Justo en el momento en que la fiesta de los toros inicia su decadencia y, como consecuencia, empieza a perder significación en la vida española, aparece el tratado técnico-histórico ‘Los toros’, de José María de Cossío. Seguramente no pretendida por su autor esta oportunidad de su aparición, ‘Los toros’ va a servir, desde entonces, como obra de estudio y consulta del fenómeno taurino en toda su dimensión, pero también como conservatorio de las muy numerosas suertes del toreo y de las muy acusadas características de las castas, que los sucesivos fenómenos de la tauromaquia, con sus imposiciones y sus influencias, hacen desaparecer. Esta obra monumental es la única de carácter enciclopédico que da respuesta global a la preceptiva taurina, si bien lo hace con objetividad tan escueta, que a menudo desemboca en la frialdad. El autor no toma partido por ninguna de las opciones que plantea el estudio de la historia del toreo y el de la misma técnica taurina.
Tanto ha identificado el público al autor con su obra, que ésta no se conoce por su verdadero nombre, ‘Los toros’, sino por ‘El Cossío’. Lo cual es una forma de reconocimiento permanente a una tarea ardua, que ha tenido el más espléndido, resultado. ‘El Cossío’ posee hoy la misma vigencia que en la época de su aparición, hace ya más de treinta años. Esta es su universalidad.
Tanto ha identificado el público al autor con su obra, que ésta no se conoce por su verdadero nombre, ‘Los toros’, sino por ‘El Cossío’. Lo cual es una forma de reconocimiento permanente a una tarea ardua, que ha tenido el más espléndido, resultado. ‘El Cossío’ posee hoy la misma vigencia que en la época de su aparición, hace ya más de treinta años. Esta es su universalidad.
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