Grecia expulsa a una española portadora del SIDA.
Alejandro Guras | El País, 1987-05-09
https://elpais.com/diario/1987/05/10/espana/547596008_850215.html
Alejandro Guras | El País, 1987-05-09
https://elpais.com/diario/1987/05/10/espana/547596008_850215.html
Una joven española portadora del virus de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) fue expulsada de Grecia el viernes y devuelta a España por las autoridades de este país, que consideraron su presencia como un "peligro para la salud pública". La joven, María Teresa Urdiales, de 20 años, estudiante, según los datos de su pasaporte dados por la policía, y que había llegado a Atenas procedente de Madrid el miércoles para trabajar como bailarina en un club de Salónica, en el norte de Grecia, conocía su condición de portadora del virus e insistió en que no se diera aviso ni a su familia ni a nadie, según los testimonios recogidos.
La policía griega, que al parecer había sido alertada desde España por la Interpol de la llegada de la muchacha a Atenas, la estaba esperando y procedió a su detención en el mismo aeropuerto, desde donde fue trasladada, en una ambulancia especialmente preparada para el caso, al hospital general de Atenas, la misma noche del miércoles para proceder a examinarla. [Fuentes del Ministerio del Interior español indicaron que la Interpol no se encarga de alertar sobre los enfermos contagiosos y precisaron que es a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a quien corresponden estas atribuciones. No fue posible ayer obtener información sobre este caso en el Ministerio de Sanidad español].
El hospital general de Atenas, sin embargo, se negó a efectuar las pruebas pertinentes y, de nuevo, en la ambulancia y con la protección policial, fue llevada a otro hospital de la ciudad donde tampoco quisieron atenderla.
Con evidentes muestras de nerviosismo y llorando a menudo, María Teresa fue conducida otra vez al aeropuerto, donde en la sala de tránsito los policías que la custodiaban no se atrevían ni a sentarse a su lado, según los testigos presenciales. Gracias a la intervención de los responsables de sanidad del aeropuerto y del jefe de la policía, la joven pudo pasar la noche en uno de los despachos adyacentes.
En la mañana del viernes, por fin, le fueron practicadas por un médico especialista en SIDA las pruebas que confirmaron la presencia del virus en el organismo de María Teresa, por lo que las autoridades griegas decidieron enviarla de nuevo a España, al amparo de una ley de 1929, según la cual se le puede impedir la entrada en el país a toda persona que padezca una enfermedad contagiosa y pueda suponer un peligro para la salud pública.
La misma mañana del viernes la policía griega informó del caso a la Embajada de España en Atenas y, después, a primeras horas de la tarde, la chica, sorprendida de esta comunicación, telefoneó a la sede diplomática española para advertir que no deseaba que se diese aviso ni a su familia ni a nadie y que no necesitaba nada, según el canciller, que, por este motivo, rehusó confirmar los datos facilitados por la policía.
Rechazada en Chipre
Éste es el primer caso de expulsión o de prohibición de entrada a una persona portadora del virus del SIDA que se da en Grecia, aunque no es la primera vez, según la policía, que le sucede a la joven española. La policía fue informada de que María Teresa Urdiales ya había sido expulsada el pasado 8 de febrero por este motivo de Chipre, adonde había llegado el 31 de enero.
María Teresa, morena y bien parecida, que vestía unos pantalones vaqueros y un jersey de punto y ocultaba sus ojos con gafas de sol, se encontraba nerviosa y deprimida tras 24 horas de sobresalto y, en un momento dado, según los testimonios de personas presentes en el aeropuerto ateniense, entre ellos varios fotógrafos de Prensa, afirmó que había sido expulsada de casa: "No puedo ir a ninguna parte, nadie me acepta, ni mi familia, porque tengo el SIDA".
Antes de embarcar hacia España en la noche del viernes, en el vuelo de Iberia 735, María Teresa Urdiales quiso agradecer a los responsables de sanidad del aeropuerto su comportamiento con ella pero, en referencia a la policía, curiosos, fotógrafos y los hospitales que la habían rechazado el jueves en la noche, aseguró entre lágrimas que "nunca había visto gente peor".
La muchacha no quiso precisar adónde se dirigía, si a Barcelona o a Madrid, pero dijo que no iría a su casa y que trataría de ponerse en los próximos días en manos de especialistas.
La policía griega, que al parecer había sido alertada desde España por la Interpol de la llegada de la muchacha a Atenas, la estaba esperando y procedió a su detención en el mismo aeropuerto, desde donde fue trasladada, en una ambulancia especialmente preparada para el caso, al hospital general de Atenas, la misma noche del miércoles para proceder a examinarla. [Fuentes del Ministerio del Interior español indicaron que la Interpol no se encarga de alertar sobre los enfermos contagiosos y precisaron que es a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a quien corresponden estas atribuciones. No fue posible ayer obtener información sobre este caso en el Ministerio de Sanidad español].
El hospital general de Atenas, sin embargo, se negó a efectuar las pruebas pertinentes y, de nuevo, en la ambulancia y con la protección policial, fue llevada a otro hospital de la ciudad donde tampoco quisieron atenderla.
Con evidentes muestras de nerviosismo y llorando a menudo, María Teresa fue conducida otra vez al aeropuerto, donde en la sala de tránsito los policías que la custodiaban no se atrevían ni a sentarse a su lado, según los testigos presenciales. Gracias a la intervención de los responsables de sanidad del aeropuerto y del jefe de la policía, la joven pudo pasar la noche en uno de los despachos adyacentes.
En la mañana del viernes, por fin, le fueron practicadas por un médico especialista en SIDA las pruebas que confirmaron la presencia del virus en el organismo de María Teresa, por lo que las autoridades griegas decidieron enviarla de nuevo a España, al amparo de una ley de 1929, según la cual se le puede impedir la entrada en el país a toda persona que padezca una enfermedad contagiosa y pueda suponer un peligro para la salud pública.
La misma mañana del viernes la policía griega informó del caso a la Embajada de España en Atenas y, después, a primeras horas de la tarde, la chica, sorprendida de esta comunicación, telefoneó a la sede diplomática española para advertir que no deseaba que se diese aviso ni a su familia ni a nadie y que no necesitaba nada, según el canciller, que, por este motivo, rehusó confirmar los datos facilitados por la policía.
Rechazada en Chipre
Éste es el primer caso de expulsión o de prohibición de entrada a una persona portadora del virus del SIDA que se da en Grecia, aunque no es la primera vez, según la policía, que le sucede a la joven española. La policía fue informada de que María Teresa Urdiales ya había sido expulsada el pasado 8 de febrero por este motivo de Chipre, adonde había llegado el 31 de enero.
María Teresa, morena y bien parecida, que vestía unos pantalones vaqueros y un jersey de punto y ocultaba sus ojos con gafas de sol, se encontraba nerviosa y deprimida tras 24 horas de sobresalto y, en un momento dado, según los testimonios de personas presentes en el aeropuerto ateniense, entre ellos varios fotógrafos de Prensa, afirmó que había sido expulsada de casa: "No puedo ir a ninguna parte, nadie me acepta, ni mi familia, porque tengo el SIDA".
Antes de embarcar hacia España en la noche del viernes, en el vuelo de Iberia 735, María Teresa Urdiales quiso agradecer a los responsables de sanidad del aeropuerto su comportamiento con ella pero, en referencia a la policía, curiosos, fotógrafos y los hospitales que la habían rechazado el jueves en la noche, aseguró entre lágrimas que "nunca había visto gente peor".
La muchacha no quiso precisar adónde se dirigía, si a Barcelona o a Madrid, pero dijo que no iría a su casa y que trataría de ponerse en los próximos días en manos de especialistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.