20 Minutos / Ian McKellen (i), en las protestas de 1988 // |
Magneto contra la Dama de Hierro: cuando Ian McKellen se enfrentó a Margaret Thatcher.
¿Quién es peor: Sauron, o una primera ministro homofóbica? Lee esta historia, y entenderás que el intérprete de 'X-Men' y 'El señor de los anillos' tenga sus dudas.
Yago García | Cinemanía, 20 Minutos, 2017-06-28
https://cinemania.20minutos.es/noticias/magneto-la-dama-hierro-cuando-ian-mckellen-lucho-margaret-thatcher/
Que Ian McKellen es una de las personas más tremendas sobre la Tierra es
algo que salta a la vista. A sus venerables 78 años, el actor inglés
puede ufanarse de ser Gandalf, Magneto, un distinguido intérprete
clásico, el mejor amigo de Patrick Stewart... y uno de los activistas
gay más famosos del mundo, responsable de demoler más de un prejuicio.
Ya que el 28 de junio celebramos el día del Orgullo LGBT, es el momento
perfecto para recordar uno de sus momentos cumbre más allá de ‘X-Men’ y
‘El señor de los anillos’. Y uno, además, que se presta mucho a la
guasa. Porque, tratándose del Amo del Magnetismo, tiene lógica que
McKellen saliese del armario para plantarle cara a la ‘Dama de Hierro’.
Es decir, a la primera ministro Margareth Thatcher.
Viajemos en el tiempo y el espacio, como si estuviésemos en 'Días del futuro pasado'.
El lugar es Reino Unido, el año es 1988, y no es una buena época para
los súbditos gais y lesbianas de Su Graciosa Majestad. En Inglaterra y
Gales, la homosexualidad sólo dejó de ser un delito penal en 1969, hace
menos de 20 años, mientras que la gente LGBT en Escocia ha tenido que
esperar hasta 1980 para dejar de sufrir el acoso de la policía. Por si
fuera poco, el sida hace estragos, y, frente a la pandemia, el gobierno
de Thatcher reacciona con anuncios televisivos (con la voz en off de
John Hurt) dedicados a fomentar el miedo, que no a informar sobre el
síndrome. Mientras tanto el asesor de Thatcher Christopher Monckton asegura que tiene la solución para detener los contagios: internar a los enfermos en campos de concentración.
En este contexto tan poco halagüeño, un Ian McKellen de 49 años no se
puede quejar. Aunque no ha rodado demasiado cine, sus dos décadas de
carrera le han convertido en una presencia habitual en los escenarios y
la TV, con cuatro premios Olivier y un Tony en la estantería. Por lo
demás su sexualidad es algo que sólo conocen cuatro amiguetes (entre
ellos, claro, Patrick Stewart) y está muy al margen de su imagen
pública. Lo cual resulta irónico, como reconocerá más adelante: “En mi
primera película, interpreté a un hombre gay, y después estrené ‘Bent’
[la obra de teatro de Martin Sherman sobre la homosexualidad en la
Alemania nazi], lo cual es ya de por sí una salida del armario”. Sus
pocas ganas de salir del armario se deben, en parte, a que aún tiene la
esperanza de trabajar en Hollywood, y en parte a que él y algunas
luminarias del activismo gay británico (como el insigne cineasta Derek Jarman) se profesan un odio del todo mutuo. La chispa que lo cambiará todo tiene el nombre de Sección 28.
Salir del armario en directo
¿Qué era la Sección 28? A primera vista, poca cosa: una enmienda a la
Ley sobre Gobiernos Locales, tan trascendental como una regulación
sobre la pesca de la anchoa. Pero las apariencias eran una cosa... y la
realidad, otra muy distinta. Espoleado por el miedo al sida, con ganas
de posicionarse frente a la actitud pro-gay del Partido Laborista y con
un escándalo en la cartera (el de ‘Jenny Lives with Eric and Martin’, un
libro para niños sobre una familia homoparental), el gobierno
conservador decide proponer esta medida, semejante (pero no idéntica) a
la actual ‘ley de propaganda homosexual’ en Rusia. O a la ley de registro de mutantes del senador Kelly, ya que estamos.
Si la medida llegaba a aprobarse, los organismos y medios de
comunicación públicos tendrían prohibido “promover la homosexualidad o
ayudar a quienes la promovieran”. Los centros de enseñanza, mientras
tanto, deberían explicar a sus alumnos que el amor y la atracción entre
personas del mismo sexo no constituían “un estilo de vida aceptable ni
un auténtico vínculo familiar”. Llevado a la práctica, esto suponía la
retirada de subvenciones y apoyo a las asociaciones LGBT (esas mismas
que, ante la pasividad del gobierno, hacían lo que podían para frenar la
expansión del sida) y la condena de los jóvenes gais, lesbianas,
bisexuales y transgénero al desamparo más absoluto. ¿Cómo respondió Ian
McKellen a esta amenaza? Pues con una muestra de valor que Aragorn
hubiese admirado: saliendo del armario, en riguroso directo, durante una entrevista para la BBC.
A partir de ese momento, McKellen se convierte en el perejil de todas
las salsas, siempre que esas salsas tengan por objeto impedir que la
Sección 28 sea aprobada. Él mismo ha reconocido que, en parte, eso se
debió a que acababa de cortar con Sean Mathias, su pareja de más
de 10 años, y necesitaba algo en lo que desahogar la mala uva. Su
presencia en las manifestaciones de rigor es constante, y en ellas
pronuncia frases memorables. “Thatcher no tiene nada contra los gais,
pero no quiere que los gais se reúnan, igual que no tiene nada contra
los obreros, mientras no se les ocurra formar sindicatos (...). Están
privatizando la homosexualidad. Y, si es así, yo quiero reclamarles mis
dividendos”, señaló.
20 Minutos / Ian McKellen, agachado en el centro // |
“Si McKellen puede...”
Como señala el propio McKellen, “el Reino Unido ama a sus actores”. Y
nuestro hombre también tuvo eso en cuenta a la hora de buscar amigos
que le ayudasen a llevar la pancarta. La presencia de Judi Dench,
Vanessa Redgrave, Patrick Stewart (¡faltaría más!) y un Gary Oldman
todavía muy pipiolo, por citar sólo unos nombres, convirtió los actos
contra la Sección 28 en eventos mediáticos, algo que encarnizó todavía
más el debate. El momento más jocoso (o así) de McKellen llegó cuando un
ministro conservador le pidió un autógrafo. McKellen se lo firmó, y en
su dedicatoria podía leerse “Que te jodan: soy gay”. Calcúlese, pues, el
chasco cuando, en mayo de 1988, la ley de marras fue aprobada en la
Cámara de los Lores.
“La Sección 28 tuvo algo bueno: me obligó a decir la verdad”, admite hoy
Ian McKellen. Asimismo, el actor señala que le cogió el gustillo a eso
de tomar la calle, y, a día de hoy, todo el mundo ha visto alguna foto
suya en una manifestación o un acto público en favor de causas
progresistas (no necesariamente LGBT). Por último, asegura que su
visibilidad animó a otros actores gais a vivir su vida sin esconderse.
“Debieron de pensar: ‘Si McKellen lo ha hecho, y sigue trabajando,
entonces yo también puedo”. En 1991, se le concedió el título de ‘sir’,
algo que llevó a su odiado Derek Jarman a ponerle como hoja de perejil.
E, irónicamente, sus soñados trabajos en Hollywood empezaron a llegarle a
finales de los 90, cuando ya llevaba una década larga ejerciendo su
activismo.
La Sección 28 se mantuvo en vigor hasta 2000 (en Escocia) y hasta 2003
(en el resto de Reino Unido). Aunque no dio lugar a ningún proceso
judicial, se considera que fue extremadamente lesiva para la causa
LGBT... y también para la imagen pública de una Margaret Thatcher que
fue depuesta por su propio partido en 1990. La ex primera ministro
falleció en 2013. Ian McKellen sigue vivo y coleando, esperamos que por
muchos años. Para entonces, él mismo ha pensado en su epitafio: “Fue
Gandalf, y salió del armario”.
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