Protesta contra la discriminación del 'código 54' de RENFE |
25 años de la infame ordenanza de RENFE que pretendía “limpiar de maricas” las estaciones de tren.
Strambotic, Público, 2017-06-23
https://blogs.publico.es/strambotic/2017/06/renfe-maricas/
Ha pasado ya un cuarto de siglo desde el fastuoso 1992, año del quinto Centenario, de las Olimpiadas de Barcelona y el AVE a Sevilla, entre otros muchos hitos que nos hicieron creer que vivíamos, ya no en la modernidad, sino directamente en el futuro. Pero cuando vemos las fotos, vemos los programas de la tele o rebuscamos en la hemeroteca nos encontramos con un país rancio y de una moral tercermundista. Un país en el que un alcalde "democrático" se vanagloria de pasar por el túnel de lavado, a la fueza, a los punkis que acudían a la Semana Grande de Bilbao. Un país en el que los "maricas" (lo de "gays" aún no se estilaba y las lesbianas directamente no existían) eran considerados "grupos de riesgo", en el mismo saco que yonkis, insumisos, menesterosos y otros detritus sociales.
La vetusta RENFE estaba en aquel 1992 en pleno proceso de modernización, subiéndose al tren de la alta velocidad, de modo que la empresa pública también decidió darle un lavado de cara a las estaciones. RENFE distribuyó entre el personal de sus estaciones una circular, el infame código 54, en la que se ordenaba identificar y expulsar a "homosexuales, drogadictos, prostitutas, objetores de conciencia y otros grupos de riesgo" de sus estaciones. Nada casualmente los mismos que quería exterminar Travis Bickle en el degenerado Nueva York que muestra 'Taxi Driver' un par de décadas antes. Nos llevan años de ventaja.
¿Por qué esa demonización de los maricas? "Porque en aquella época, y a falta de otro sitio, muchos encuentros sexuales furtivos entre gays tenían lugar en los urinarios de los parques o estaciones de tren o de autobús", me cuenta por teléfono José García, que sufrió, vivió y combatió aquella normativa desde la Radical Gai, una organización de "maricas beligerantes" caracterizada por el compromiso social. El relato de la protesta contra RENFE está narrado en un artículo firmado por el propio García en el blog Cuerpos Periféricos en Red:
"Renfe se decidió a acosar a este tipo de personas asignándoles el código de incidencias número 54. Era una circular interna. Pero se filtró rápida y anónimamente. Primero cayó en manos del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), luego se discutió en la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE), luego con los Colectivos de Feministas de Lesbianas, luego con el Movimiento de Objeción de Conciencia y otras organizaciones antimilitaristas. La llama de un orgullo indignado había comenzado a prender en los estertores de aquel fin de siglo de signo tan mortecino que nos había tocado vivir".
Puede que, de conocerse hoy semejante circular, todo se hubiera despachado con un hashtag #RenfeHomófoba y un tibio llamamiento al boicot. Quién sabe. Pero aquellas maricas (utilizo el mismo término que enarbola García en el artículo y en nuestra conversación) estaban cabreadas y decidieron salir del armario montando bulla.
"A principios de mayo de aquel año, la COFLHEE anunciaba en rueda de prensa que se ocuparían estaciones ferroviarias y trenes por todo el país en protesta por la aparición y aplicación de esta instrucción de seguridad. El movimiento LGBTI se había empezado a diversificar, y en aquellos meses tuvo lugar en Madrid la aparición de la Radical Gai, a la que perteneció quien esto escribe".
"El código 54 se aplicaba en todas las estaciones de RENFE, pero la protesta fue más fuerte en Barcelona, Euskadi y Madrid, que es donde el movimiento gay era más fuerte", me cuenta el gaditano José García desde Huelva, donde trabaja en la actualidad. "Yo coordiné la protesta de Madrid, en la estación de Chamartín. Desplegamos nuestra pancarta -"RENFE empeora nuestro tren de vida"- en el vestíbulo y tratamos de bajar a los andenes para detener el tráfico, pero la policía debía estar enteradísima porque había cinco furgones de antidisturbios. Éramos más de 100 personas, de las que unas 50 fuimos no detenidas pero sí retenidas (...) Se aplicó por primera vez en el estado la entonces polémica ‘Ley Corcuera’ de Seguridad y se interpuso una denuncia contra nosotros por alteración del orden público".
Al éxito de la convocatoria ayudó mucho su difusión en El País, que entonces era un periódico de referencia para la izquierda, nada que ver con el pasquín que es hoy. Fue la presión de la opinión pública la que obligó a RENFE a recular, revocar la ordenanza y disculparse ante el incipiente colectivo gay: "A la semana, la empresa pública anunciaba a bombo y platillo una línea de descuentos en los trenes para parejas homosexuales que quisieran hacer uso de sus servicios".
El desenlace no puede ser más significativo de la deriva que ha tomado el movimiento de derechos LGTB desde entonces hasta el desfile multi-esponsorizado que tendrá lugar este domingo en Madrid. Según concluye el artículo de García en Cuerpos Periféricos:
"Y así comenzó la operación lavado: de perseguir a los maricones que buscaban sexo furtivo en los urinarios de las estaciones, a fomentar las bendiciones de la pareja estable homosexual. Se iniciaba así un nuevo proceso regulatorio del cuerpo y de la sexualidad del que prefiero dejar a cada uno y cada una sacar sus propias conclusiones".
La vetusta RENFE estaba en aquel 1992 en pleno proceso de modernización, subiéndose al tren de la alta velocidad, de modo que la empresa pública también decidió darle un lavado de cara a las estaciones. RENFE distribuyó entre el personal de sus estaciones una circular, el infame código 54, en la que se ordenaba identificar y expulsar a "homosexuales, drogadictos, prostitutas, objetores de conciencia y otros grupos de riesgo" de sus estaciones. Nada casualmente los mismos que quería exterminar Travis Bickle en el degenerado Nueva York que muestra 'Taxi Driver' un par de décadas antes. Nos llevan años de ventaja.
¿Por qué esa demonización de los maricas? "Porque en aquella época, y a falta de otro sitio, muchos encuentros sexuales furtivos entre gays tenían lugar en los urinarios de los parques o estaciones de tren o de autobús", me cuenta por teléfono José García, que sufrió, vivió y combatió aquella normativa desde la Radical Gai, una organización de "maricas beligerantes" caracterizada por el compromiso social. El relato de la protesta contra RENFE está narrado en un artículo firmado por el propio García en el blog Cuerpos Periféricos en Red:
"Renfe se decidió a acosar a este tipo de personas asignándoles el código de incidencias número 54. Era una circular interna. Pero se filtró rápida y anónimamente. Primero cayó en manos del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), luego se discutió en la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE), luego con los Colectivos de Feministas de Lesbianas, luego con el Movimiento de Objeción de Conciencia y otras organizaciones antimilitaristas. La llama de un orgullo indignado había comenzado a prender en los estertores de aquel fin de siglo de signo tan mortecino que nos había tocado vivir".
Puede que, de conocerse hoy semejante circular, todo se hubiera despachado con un hashtag #RenfeHomófoba y un tibio llamamiento al boicot. Quién sabe. Pero aquellas maricas (utilizo el mismo término que enarbola García en el artículo y en nuestra conversación) estaban cabreadas y decidieron salir del armario montando bulla.
"A principios de mayo de aquel año, la COFLHEE anunciaba en rueda de prensa que se ocuparían estaciones ferroviarias y trenes por todo el país en protesta por la aparición y aplicación de esta instrucción de seguridad. El movimiento LGBTI se había empezado a diversificar, y en aquellos meses tuvo lugar en Madrid la aparición de la Radical Gai, a la que perteneció quien esto escribe".
"El código 54 se aplicaba en todas las estaciones de RENFE, pero la protesta fue más fuerte en Barcelona, Euskadi y Madrid, que es donde el movimiento gay era más fuerte", me cuenta el gaditano José García desde Huelva, donde trabaja en la actualidad. "Yo coordiné la protesta de Madrid, en la estación de Chamartín. Desplegamos nuestra pancarta -"RENFE empeora nuestro tren de vida"- en el vestíbulo y tratamos de bajar a los andenes para detener el tráfico, pero la policía debía estar enteradísima porque había cinco furgones de antidisturbios. Éramos más de 100 personas, de las que unas 50 fuimos no detenidas pero sí retenidas (...) Se aplicó por primera vez en el estado la entonces polémica ‘Ley Corcuera’ de Seguridad y se interpuso una denuncia contra nosotros por alteración del orden público".
Al éxito de la convocatoria ayudó mucho su difusión en El País, que entonces era un periódico de referencia para la izquierda, nada que ver con el pasquín que es hoy. Fue la presión de la opinión pública la que obligó a RENFE a recular, revocar la ordenanza y disculparse ante el incipiente colectivo gay: "A la semana, la empresa pública anunciaba a bombo y platillo una línea de descuentos en los trenes para parejas homosexuales que quisieran hacer uso de sus servicios".
El desenlace no puede ser más significativo de la deriva que ha tomado el movimiento de derechos LGTB desde entonces hasta el desfile multi-esponsorizado que tendrá lugar este domingo en Madrid. Según concluye el artículo de García en Cuerpos Periféricos:
"Y así comenzó la operación lavado: de perseguir a los maricones que buscaban sexo furtivo en los urinarios de las estaciones, a fomentar las bendiciones de la pareja estable homosexual. Se iniciaba así un nuevo proceso regulatorio del cuerpo y de la sexualidad del que prefiero dejar a cada uno y cada una sacar sus propias conclusiones".
- Con información y fotos de Cuerpos Periféricos en Red.
- Con información de El País.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.