Nueva edición de la novela 'La vida perra de Juanita Narboni', de Ángel Vázquez.
El País, 1982-12-28
https://elpais.com/diario/1982/12/29/cultura/409964406_850215.html
El País, 1982-12-28
https://elpais.com/diario/1982/12/29/cultura/409964406_850215.html
La reedición de 'La vida perra de Juanita Narboni', de Ángel Vázquez, en Seix Barral, novela publicada ya en 1976, pero que ha encontrado nueva luz tras la película ‘Vida/Perra’, de Javier Aguirre, protagonizada por Esperanza Roy, que mereció un premio en el pasado Festival de Cine de Venecia, es un paso más en la recuperación de este escritor tangerino, muerto prematuramente hace pocos años [en 1980], sin conocer el reconocimiento a su trabajo literario.
Según Emilio Sanz de Soto, "si Ángel Vázquez tuvo en España, tras la independencia de Marruecos, poco reconocimiento literario, pese a un Premio Planeta, no fue sólo por la ignorancia del mundo intelectual, sino por su propio desinterés en ello". Y por esa vida "dramática y terrible, tan cercana a los escritores malditos del fin de siglo pasado" que hicieron de él, y particularmente de esta novela, algo "singularísimo".
En la semblanza que hace Emilio Sanz de Soto se mezcla, como en la novela de Vázquez, el personaje y la ciudad extraordinaria que fue Tánger y también la propia figura -el personaje no menos singular- de Sanz de Soto. En sus palabras, Ángel Vázquez aparece como un ser especial, un gran conversador, automarginado de los mundillos literarios, "que no quiso conocer a nadie", pese a críticas muy positivas de personajes como Dionisio Ridruejo. Un escritor que abominó de su obra anterior a ‘Juanita Narboni’ y que nunca hizo nada por promocionar la que sí amó.
Si en España no quiso entrar en contacto con los literatos, en Tánger sí lo hizo. La escritora norteamericana Jane Bowles, dice Sanz de Soto, le llamaba "mi pequeño genio redondo". Un genio, todo hay que decirlo, del alcoholismo y la autodestrucción. Entre las lecturas abundantes de Vázquez, señala Sanz de Soto autores "tan marginados como él": entre los franceses, Antonin Artaud, Marcel Jouhandeau, Paul Leautand y otros muchos. De los ingleses, Ronald Firbank.
Y entre los españoles da como ejemplo la Miss Giaccomini, de Miguel Villalonga, y "párrafos enteros, recitados de memoria, del teatro de Jardiel Poncela".
"Todo en él", dice Sanz de Soto, "era tan auténtico como paradójico". Procedía de una familia muy modesta, pese a lo cual su cultura era inmensa, conocía perfectamente el francés y el inglés, producto de una ciudad internacional como Tánger.
La desaparición de una ciudad insólita como Tánger lo que se cuenta, junto con la degradación y la infelicidad del personaje, en ‘La vida perra de Juanita Narboni’. "Juanita es" termina Emilio Sanz de Soto; "la personificación del fin del colonialismo", y con él, de la desaparición de aquella ciudad tolerante, terreno para negociantes y pícaros, la más abierta sexualmente del mundo de su momento, y por ello, el escenario de personajes que han sido fundamentales en la cultura de nuestros días.
Los nombres de Truman Capote, Tenessee Williams, Jane Bowles, junto con españoles como Carmen Laforet, Luis Escobar, José Luis Alonso, Eduardo Haro Tecglen y el propio Sanz de Soto, son suficientemente significativos.
Según Emilio Sanz de Soto, "si Ángel Vázquez tuvo en España, tras la independencia de Marruecos, poco reconocimiento literario, pese a un Premio Planeta, no fue sólo por la ignorancia del mundo intelectual, sino por su propio desinterés en ello". Y por esa vida "dramática y terrible, tan cercana a los escritores malditos del fin de siglo pasado" que hicieron de él, y particularmente de esta novela, algo "singularísimo".
En la semblanza que hace Emilio Sanz de Soto se mezcla, como en la novela de Vázquez, el personaje y la ciudad extraordinaria que fue Tánger y también la propia figura -el personaje no menos singular- de Sanz de Soto. En sus palabras, Ángel Vázquez aparece como un ser especial, un gran conversador, automarginado de los mundillos literarios, "que no quiso conocer a nadie", pese a críticas muy positivas de personajes como Dionisio Ridruejo. Un escritor que abominó de su obra anterior a ‘Juanita Narboni’ y que nunca hizo nada por promocionar la que sí amó.
Si en España no quiso entrar en contacto con los literatos, en Tánger sí lo hizo. La escritora norteamericana Jane Bowles, dice Sanz de Soto, le llamaba "mi pequeño genio redondo". Un genio, todo hay que decirlo, del alcoholismo y la autodestrucción. Entre las lecturas abundantes de Vázquez, señala Sanz de Soto autores "tan marginados como él": entre los franceses, Antonin Artaud, Marcel Jouhandeau, Paul Leautand y otros muchos. De los ingleses, Ronald Firbank.
Y entre los españoles da como ejemplo la Miss Giaccomini, de Miguel Villalonga, y "párrafos enteros, recitados de memoria, del teatro de Jardiel Poncela".
"Todo en él", dice Sanz de Soto, "era tan auténtico como paradójico". Procedía de una familia muy modesta, pese a lo cual su cultura era inmensa, conocía perfectamente el francés y el inglés, producto de una ciudad internacional como Tánger.
La desaparición de una ciudad insólita como Tánger lo que se cuenta, junto con la degradación y la infelicidad del personaje, en ‘La vida perra de Juanita Narboni’. "Juanita es" termina Emilio Sanz de Soto; "la personificación del fin del colonialismo", y con él, de la desaparición de aquella ciudad tolerante, terreno para negociantes y pícaros, la más abierta sexualmente del mundo de su momento, y por ello, el escenario de personajes que han sido fundamentales en la cultura de nuestros días.
Los nombres de Truman Capote, Tenessee Williams, Jane Bowles, junto con españoles como Carmen Laforet, Luis Escobar, José Luis Alonso, Eduardo Haro Tecglen y el propio Sanz de Soto, son suficientemente significativos.
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