El Periódico / Mani en Barcelona [Orgullo 1977, confirmar] |
España cumple 40 años sin el delito de homosexualidad.
En 1978 se reformó la ley de peligrosidad social: gais y transexuales dejaban de ser "vagos y maleantes". Esta norma, que reprimió durante décadas al colectivo LGTBI, comportaba el encarcelamiento y el destierro.
Beatriz Pérez | El Periódico, 2018-12-26
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20181226/espana-cumple-40-anos-eliminacion-delito-de-homosexualidad-ley-peligrosidad-social-7214507
"There's nothing here but flesh and bone". En español: "Aquí no hay nada más que carne y hueso". Es uno de los versos de la canción 'Outside' de George Michael, que relata su arresto "por actos obscenos" en 1998, cuando tenía 34 años, en unos baños públicos de Beverly Hills. Un policía encubierto le había tendido una trampa. El cantante, cuya carrera comenzó en los 80, se vio entonces obligado a hacer pública su homosexualidad.
En España, durante la dictadura franquista, la ley de peligrosidad social encarcelaba a cualquier persona que fuera sorprendida intentando establecer contacto homosexual o en algún local frecuentado por gais. Al igual que en EEUU, en Barcelona los urinarios públicos eran lugares de gancho para la policía. Esa ley, que durante décadas reprimió dura y sistemáticamente al colectivo LGTBI y que suponía años de encarcelamiento y el posterior destierro, fue reformada el 26 de diciembre de 1978 y eliminó de su articulado el delito de homosexualidad en España. Hoy se cumplen 40 años de aquel momento fundamental en la historia del colectivo: se abría la puerta para salir del armario de la clandestinidad.
"La ley de peligrosidad social fue aprobada en 1954 y sustituía a la de vagos y maleantes. En 1970 pasó a denominarse ley de peligrosidad y rehabilitación social. Es decir, incluyó la paternalista idea de que era posible curar la homosexualidad y rehabilitarnos", explica Jordi Samsó, presidente del Casal Lambda. El movimiento gay, con la creación clandestina del Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) en Barcelona en 1971, nació como respuesta a esa norma. Años después, la primera manifestación LGTBI de España, en las Ramblas de Barcelona en junio de 1977, pedía la derogación de la ley de peligrosidad social, que estuvo especialmente activa en los 50 y 60.
Centros de rehabilitación social
Como relata Armand de Fluvià, fundador del FAGC e iniciador del movimiento gay en España y Catalunya, esta reforma supuso que los homosexuales ya no eran considerados ni "anormales" ni "peligrosos sociales" ni "predelincuentes". "Pasábamos a ser ciudadanos iguales que los demás", dice Fluvià, quien comenzó en la lucha escondido bajo el pseudónimo Roger de Gaimon. En Huelva y Badajoz se encontraban los centros de rehabilitación social donde encerraban a homosexuales y 'travestis' (en aquel momento no existía la palabra transexual) para curarlos con capellanes y psiquiatras.
"En los campos de concentración nazis estaba escrito 'El trabajo os hace libres'. Aquí la idea era que el trabajo nos hacía 'normales'. Quienes estaban allí encerrados confeccionaban pelotas de fútbol, sogas para la marina de guerra y parquets". Fluvià estuvo dos veces en una cárcel franquista pero no por homosexual, sino como preso político por estar a favor de una monarquía democrática parlamentaria.
"Los homosexuales fuimos los últimos en salir de las cárceles franquistas. Ocurrió en 1979", recuerda Jordi Samsó. Gais y transexuales no eran presos políticos, simplemente 'maricones'. Por eso la ley de amnistía de 1977 no incluyó al colectivo LGTBI, que no salió de la cárcel hasta febrero de 1979, un mes después de la aparición en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de la reforma de la ley de peligrosidad social.
Quedaba el escándalo público
La eliminación del delito de homosexualidad fue un gran paso, pero aún quedaba mucho por hacer. La ley de peligrosidad social no se derogó completamente hasta 1995 y el delito de escándalo público contra las conductas provocadoras (nudismo, exhibicionismo, 'voyeurismo' u homosexualidad) estuvo vigente hasta 1988. Pero mientras tanto pasaban cosas. Por ejemplo, en 1987 una pareja gay de Taradell (Barcelona) se plantó en el juzgado de Vic para casarse. Hubo una manifestación de apoyo.
"Yo estuve ahí. Había más gente mirándonos que en la mani. El fiscal dijo que, según el artículo 14 de la Constitución, el matrimonio homosexual no tendría por qué ser inconstitucional, pero que no había precedentes judiciales en el derecho comparado. Se generó un debate", cuenta Eugeni Rodríguez, portavoz del FAGC y presidente del Observatori contra l'Homofòbia.
En 1986 se crearon los primeros grupos de Joves per l'Alliberament Gai (JAG), pero Rodríguez recuerda una anécdota que refleja la frágil libertad que aún se vivía durante los años posteriores a la reforma de la peligrosidad social: "En una manifestación, dos chicos se besaron delante de la Jefatura de Policía, en Barcelona, y los detuvieron por escándalo público. Dentro de la mili había un cuadro médico de exclusiones y uno de ellos era la homosexualidad, que se suprimió a finales de los 80". En 1991 la transexual Sonia Rescalvo fue brutalmente asesinada en el parque de la Ciutadella de Barcelona por un grupo de neonazis.
Eran, además, los años en que apareció el VIH/sida, que cogió desprevenido a todo el mundo y que no hacía sino añadir un elemento más de estigmatización a un colectivo históricamente discriminado. "En 1985 la Conselleria de Salut comenzó a publicar trípticos informativos sobre el sida. Los primeros años eran de desorientación para todo el mundo. Al VIH se le conocía como la 'enfermedad de las tres haches': hemofílicos, heroinómanos y homosexuales", rememora Jordi Samsó. La medicación que convertiría en crónico el sida no aparecería hasta 1998. Por el camino se quedó mucha gente.
El 2005 fue un año clave en la historia del colectivo: España se convierte en el cuarto país del mundo en legalizar el matrimonio. Y nueve años después el Parlament de Catalunya aprueba la ley 11/2014 para garantizar los derechos de la comunidad LGTBI y contra la homofobia, pionera en toda España. Rodríguez, aun así, lamenta que no se haga más uso de ella. "Desde el 2014 el Observatori contra l'Homofòbia, de forma rigurosa, ha cuantificado y denunciado 400 incidencias, pero la Generalitat solo ha puesto seis sanciones. Las instituciones deben ser conscientes de que no hemos luchado tanto para que después se banalicen las agresiones. Ante la LGTBIfobia, debe haber una respuesta contundente a nivel legal y social", dice.
El presidente del Observatori contra l'Homofòbia avanza que este 2018 cerrará con un ligero aumento de denuncias con respecto al año pasado y, entre ellas, suben "muchísimo" las notificaciones por transfobia, que alcanzan la segunda posición por detrás de los hombres homosexuales y bisexuales. Rodríguez pide que la memoria de todos esos años de terror y lucha no desaparezca. El colectivo reclama una placa en la parte baja de las Ramblas donde empezó aquella primera manifestación LGTBI y otra donde antaño estuvo el antiguo Cine Niza, en Sagrada Família: ahí, en 1977, se celebró el primer mitin para pedir la derogación de la ley de peligrosidad social.
En España, durante la dictadura franquista, la ley de peligrosidad social encarcelaba a cualquier persona que fuera sorprendida intentando establecer contacto homosexual o en algún local frecuentado por gais. Al igual que en EEUU, en Barcelona los urinarios públicos eran lugares de gancho para la policía. Esa ley, que durante décadas reprimió dura y sistemáticamente al colectivo LGTBI y que suponía años de encarcelamiento y el posterior destierro, fue reformada el 26 de diciembre de 1978 y eliminó de su articulado el delito de homosexualidad en España. Hoy se cumplen 40 años de aquel momento fundamental en la historia del colectivo: se abría la puerta para salir del armario de la clandestinidad.
"La ley de peligrosidad social fue aprobada en 1954 y sustituía a la de vagos y maleantes. En 1970 pasó a denominarse ley de peligrosidad y rehabilitación social. Es decir, incluyó la paternalista idea de que era posible curar la homosexualidad y rehabilitarnos", explica Jordi Samsó, presidente del Casal Lambda. El movimiento gay, con la creación clandestina del Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) en Barcelona en 1971, nació como respuesta a esa norma. Años después, la primera manifestación LGTBI de España, en las Ramblas de Barcelona en junio de 1977, pedía la derogación de la ley de peligrosidad social, que estuvo especialmente activa en los 50 y 60.
Centros de rehabilitación social
Como relata Armand de Fluvià, fundador del FAGC e iniciador del movimiento gay en España y Catalunya, esta reforma supuso que los homosexuales ya no eran considerados ni "anormales" ni "peligrosos sociales" ni "predelincuentes". "Pasábamos a ser ciudadanos iguales que los demás", dice Fluvià, quien comenzó en la lucha escondido bajo el pseudónimo Roger de Gaimon. En Huelva y Badajoz se encontraban los centros de rehabilitación social donde encerraban a homosexuales y 'travestis' (en aquel momento no existía la palabra transexual) para curarlos con capellanes y psiquiatras.
"En los campos de concentración nazis estaba escrito 'El trabajo os hace libres'. Aquí la idea era que el trabajo nos hacía 'normales'. Quienes estaban allí encerrados confeccionaban pelotas de fútbol, sogas para la marina de guerra y parquets". Fluvià estuvo dos veces en una cárcel franquista pero no por homosexual, sino como preso político por estar a favor de una monarquía democrática parlamentaria.
"Los homosexuales fuimos los últimos en salir de las cárceles franquistas. Ocurrió en 1979", recuerda Jordi Samsó. Gais y transexuales no eran presos políticos, simplemente 'maricones'. Por eso la ley de amnistía de 1977 no incluyó al colectivo LGTBI, que no salió de la cárcel hasta febrero de 1979, un mes después de la aparición en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de la reforma de la ley de peligrosidad social.
Quedaba el escándalo público
La eliminación del delito de homosexualidad fue un gran paso, pero aún quedaba mucho por hacer. La ley de peligrosidad social no se derogó completamente hasta 1995 y el delito de escándalo público contra las conductas provocadoras (nudismo, exhibicionismo, 'voyeurismo' u homosexualidad) estuvo vigente hasta 1988. Pero mientras tanto pasaban cosas. Por ejemplo, en 1987 una pareja gay de Taradell (Barcelona) se plantó en el juzgado de Vic para casarse. Hubo una manifestación de apoyo.
"Yo estuve ahí. Había más gente mirándonos que en la mani. El fiscal dijo que, según el artículo 14 de la Constitución, el matrimonio homosexual no tendría por qué ser inconstitucional, pero que no había precedentes judiciales en el derecho comparado. Se generó un debate", cuenta Eugeni Rodríguez, portavoz del FAGC y presidente del Observatori contra l'Homofòbia.
En 1986 se crearon los primeros grupos de Joves per l'Alliberament Gai (JAG), pero Rodríguez recuerda una anécdota que refleja la frágil libertad que aún se vivía durante los años posteriores a la reforma de la peligrosidad social: "En una manifestación, dos chicos se besaron delante de la Jefatura de Policía, en Barcelona, y los detuvieron por escándalo público. Dentro de la mili había un cuadro médico de exclusiones y uno de ellos era la homosexualidad, que se suprimió a finales de los 80". En 1991 la transexual Sonia Rescalvo fue brutalmente asesinada en el parque de la Ciutadella de Barcelona por un grupo de neonazis.
Eran, además, los años en que apareció el VIH/sida, que cogió desprevenido a todo el mundo y que no hacía sino añadir un elemento más de estigmatización a un colectivo históricamente discriminado. "En 1985 la Conselleria de Salut comenzó a publicar trípticos informativos sobre el sida. Los primeros años eran de desorientación para todo el mundo. Al VIH se le conocía como la 'enfermedad de las tres haches': hemofílicos, heroinómanos y homosexuales", rememora Jordi Samsó. La medicación que convertiría en crónico el sida no aparecería hasta 1998. Por el camino se quedó mucha gente.
El 2005 fue un año clave en la historia del colectivo: España se convierte en el cuarto país del mundo en legalizar el matrimonio. Y nueve años después el Parlament de Catalunya aprueba la ley 11/2014 para garantizar los derechos de la comunidad LGTBI y contra la homofobia, pionera en toda España. Rodríguez, aun así, lamenta que no se haga más uso de ella. "Desde el 2014 el Observatori contra l'Homofòbia, de forma rigurosa, ha cuantificado y denunciado 400 incidencias, pero la Generalitat solo ha puesto seis sanciones. Las instituciones deben ser conscientes de que no hemos luchado tanto para que después se banalicen las agresiones. Ante la LGTBIfobia, debe haber una respuesta contundente a nivel legal y social", dice.
El presidente del Observatori contra l'Homofòbia avanza que este 2018 cerrará con un ligero aumento de denuncias con respecto al año pasado y, entre ellas, suben "muchísimo" las notificaciones por transfobia, que alcanzan la segunda posición por detrás de los hombres homosexuales y bisexuales. Rodríguez pide que la memoria de todos esos años de terror y lucha no desaparezca. El colectivo reclama una placa en la parte baja de las Ramblas donde empezó aquella primera manifestación LGTBI y otra donde antaño estuvo el antiguo Cine Niza, en Sagrada Família: ahí, en 1977, se celebró el primer mitin para pedir la derogación de la ley de peligrosidad social.
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