El principal testigo del Arny dice que todo es un montaje para tapar los GAL.
El 'número 1' alega que un jefe policial le puso una pistola en la cabeza.
Jorge A. Rodríguez | El País, 1997-11-11
https://elpais.com/diario/1997/11/12/sociedad/879289208_850215.html
El 'número 1' alega que un jefe policial le puso una pistola en la cabeza.
Jorge A. Rodríguez | El País, 1997-11-11
https://elpais.com/diario/1997/11/12/sociedad/879289208_850215.html
El principal testigo del ‘caso Arny’, José Antonio Sánchez Barriga, contó ayer ante el tribunal la misma historia que ya había lanzado a la prensa: que todo el caso de prostitución es un montaje de la policía "para tapar el caso GAL o Barrionuevo". Pero avanzó más detalles sobre "el trabajito" que supuestamente le encargó el Grupo de Menores de Sevilla. Por ejemplo, que el entonces jefe de esa unidad, Arturo Caballero, le puso "un revólver del 38 en la cabeza" cuando iba a retirar todas las acusaciones. Ayer hizo precisamente eso: negarlo todo.
José Antonio Sánchez Barriga, más conocido como Eduardo o el ‘testigo número 1’, compareció ayer con aspecto informal, algo nervioso. Su denuncia inicial abrió el escándalo que ahora se juzga en la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla. Pero según él, todo es una gran mentira, salida de su boca pero inspirada por el antiguo jefe del Grupo de Menores (Grume) de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, Arturo Caballero.
El ‘número uno’ declaró, con numerosas y graves contradicciones, detrás de una mampara (una barrera de 15 metros de largo y dos de altura partía por la mitad toda la segunda planta de la Audiencia) que impedía que fuera visto por los imputados. Vestido con pantalón vaquero nuevo, camiseta negra y sahariana caqui, narró que la primera vez que vio al citado Arturo Caballero fue en la propia jefatura, adonde fue conducido por otra unidad policial tras ser detenido por un robo.
En ese primer encuentro, según dijo ayer, el jefe del Grume le dijo textualmente: "Tengo un trabajito para tí". Era el 8 de febrero de 1995. Dos o tres días después, según su larga declaración ante el tribunal, le aclararon cuál era ese trabajito: que acusara a una serie de personas famosas, entre las que se encontraban el ahora ex juez de menores Manuel Rico Lara y el arzobispo de Sevilla, monseñor Carlos Amigo Vallejo. El primero está en el banquillo. Según insistió en la sesión de ayer, la policía le dijo: "Ésta es la foto del juez de menores, que va a ser la bomba que hará que pase desapercibido el caso GAL o Barrionuevo".
Sánchez Barriga aseguró que el responsable del Grume le facilitó una dirección en el barrio marginal de las Tres Mil Viviendas de Sevilla donde le podrían facilitar un carné de identidad falso para poder entrar en el ‘pub’ Arny. Pero en el bar ya lo conocían y le prohibieron la entrada. "Por lo tanto, si no entró en el Arny, no pudo identificar a nadie dentro", explicaba en los pasillos uno de los abogados defensores.
Como una quiniela
Según el testimonio que prestó en la sala, la policía le dijo que mientras más personas implicara en este escándalo más dinero ganaría. "Me dijeron que esto era como una quiniela: mientras más gente acusase más dinero ganaría aseguró. Otro letrado, Benito Saldaña, agregó que el principal objetivo era implicar al dueño del Arny, Carlos Saldaña (no existe ninguna relación de parentesco entre ambos ‘saldañas’). Para concretar las acusaciones, la policía le enseñó vídeos y fotos de supuestos clientes del Arny, a los que entonces acusó uno por uno y ayer exculpó también uno por uno, tal y como lleva haciendo en los medios de comunicación desde hace meses. "Era gente que yo no conocía entonces ni he conocido después", manifestó en la sala.
El testigo, primero de los menores que declara en la vista (Sánchez Barriga ya no lo es porque tiene 19 años), no hizo más precisiones sobre el porqué le pidieron que hiciera esas acusaciones.
José Antonio Sánchez Barriga, más conocido como Eduardo o el ‘testigo número 1’, compareció ayer con aspecto informal, algo nervioso. Su denuncia inicial abrió el escándalo que ahora se juzga en la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla. Pero según él, todo es una gran mentira, salida de su boca pero inspirada por el antiguo jefe del Grupo de Menores (Grume) de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, Arturo Caballero.
El ‘número uno’ declaró, con numerosas y graves contradicciones, detrás de una mampara (una barrera de 15 metros de largo y dos de altura partía por la mitad toda la segunda planta de la Audiencia) que impedía que fuera visto por los imputados. Vestido con pantalón vaquero nuevo, camiseta negra y sahariana caqui, narró que la primera vez que vio al citado Arturo Caballero fue en la propia jefatura, adonde fue conducido por otra unidad policial tras ser detenido por un robo.
En ese primer encuentro, según dijo ayer, el jefe del Grume le dijo textualmente: "Tengo un trabajito para tí". Era el 8 de febrero de 1995. Dos o tres días después, según su larga declaración ante el tribunal, le aclararon cuál era ese trabajito: que acusara a una serie de personas famosas, entre las que se encontraban el ahora ex juez de menores Manuel Rico Lara y el arzobispo de Sevilla, monseñor Carlos Amigo Vallejo. El primero está en el banquillo. Según insistió en la sesión de ayer, la policía le dijo: "Ésta es la foto del juez de menores, que va a ser la bomba que hará que pase desapercibido el caso GAL o Barrionuevo".
Sánchez Barriga aseguró que el responsable del Grume le facilitó una dirección en el barrio marginal de las Tres Mil Viviendas de Sevilla donde le podrían facilitar un carné de identidad falso para poder entrar en el ‘pub’ Arny. Pero en el bar ya lo conocían y le prohibieron la entrada. "Por lo tanto, si no entró en el Arny, no pudo identificar a nadie dentro", explicaba en los pasillos uno de los abogados defensores.
Como una quiniela
Según el testimonio que prestó en la sala, la policía le dijo que mientras más personas implicara en este escándalo más dinero ganaría. "Me dijeron que esto era como una quiniela: mientras más gente acusase más dinero ganaría aseguró. Otro letrado, Benito Saldaña, agregó que el principal objetivo era implicar al dueño del Arny, Carlos Saldaña (no existe ninguna relación de parentesco entre ambos ‘saldañas’). Para concretar las acusaciones, la policía le enseñó vídeos y fotos de supuestos clientes del Arny, a los que entonces acusó uno por uno y ayer exculpó también uno por uno, tal y como lleva haciendo en los medios de comunicación desde hace meses. "Era gente que yo no conocía entonces ni he conocido después", manifestó en la sala.
El testigo, primero de los menores que declara en la vista (Sánchez Barriga ya no lo es porque tiene 19 años), no hizo más precisiones sobre el porqué le pidieron que hiciera esas acusaciones.
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