1993/03/05

DOCUMENTACIÓN | TESTIMONIOS | MIGUEL DE MOLINA, BOTÍN DE GUERRA

Botín de guerra.
José Comas | El País, 1993-03-05

https://elpais.com/diario/1993/03/06/cultura/731372409_850215.html 

Sin duda, el episodio más amargo y oscuro en la vida de Miguel de Molina fue el que precedió a su exilio. En una entrevista con el diario ‘Crónica’ Miguel de Molina relató las circunstancias que, le obligaron a abandonar España: "Prácticamente fui un botín de guerra. Caí en manos del general Luis Aranda. Me hicieron firmar sí o sí y tuve que salir de gira por toda España, pero llegado el momento dije: 'Bueno, se acabó, ya hice suficiente. Quiero hacer un espectáculo a mi gusto para ir a Andalucía y libre de sugestión. Yo ya cumplí'. Este tipo me dijo: 'Bueno, pero ¿por que no da una función más en Madrid?'. Yo asentí, qué más daba. Programaron una función popular en el teatro Pavón del Rastro. Hicimos una función de tarde y nos quedamos en el teatro con mi compañera Isaura. Los demás se habían ido a las pensiones y hoteles a dejar sus equipajes. Estábamos solitos Isaura y yo. Lo habían preparado bien. Y vienen unos señores y me dicen que el inspector general de Seguridad quería verme de inmediato. Llevaban unos impermeables blancos y yo los ‘manyo’ [los cazo] a los tipos y les digo: 'Pero si usté es el director'. Me pusieron en un coche. En esa época del franquismo, por ná, por chistar, te daban el paseo y yo me vi perdido. Me llevaron a los altos, en dos cerritos. Me destrozaron, me golpearon con pistolas, me cortaron el pelo, me hicieron beber ricino y me dejaron desmayado. La llovizna me despabiló y salí como un loco hasta la Castellana". A raíz del incidente, en 1942, Molina huyó a Buenos Aires. En la capital argentina actuó en el Teatro Avenida con lleno total y tras el éxito volvió una vez más a España, pero la persecución continuó. Decidió establecerse definitivamente en América en 1946 y probó primero con México, ayudado por Pedro Vargas. La fortuna no lo acompañó y poco después llegaba a Buenos Aires donde fue acogido con cariño y respeto por el público de ese país, de donde no quiso volver a salir.

Solo regresó a España en una fugaz ocasión, cuando su madre estaba a punto de morir. En aquella oportunidad hizo una única actuación en Madrid, en el teatro Albéniz. Pero la función tuvo una desafortunado final, debido a unos alborotadores que se encargaron de estropear la velada.

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